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La Funciónpública de Los Escritores e Intelectuales Segunda Parte
La Funciónpública de Los Escritores e Intelectuales Segunda Parte
\¡ ! 1
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es que se pueda incurrir en la neutralidad ~n-
1 1
¡ 1
24
tiene que haber oponentes a los que hacer res-
P?nsables del actm1.l estado de cosas, antago-
1ustas con los·qt1e uno se debe enfrentar de forma
directa. ·
·Si bien es cierto (y resulta incluso desalenta-
dor) que las principales fuentes de información
están sfu embargo controladas por los intereses
de los más poderosos y, en consecuencia, por
los antagonistas mismos a los que uno combate
o ataca, también es verdad qu.e hay una energía
'.i ntelectual relativamente rrióvil que puede be-
neficiarse delas plataformas disponibles hasta
conseguir multiplicarlas. Así p~es, por ~na
parte hay seis enormes multinacionales presi-
didas por seis hombres que controlan la mayor
parte de las imágenes y noticias que se difun-
. den_por todo el mundo. Por otta, están l~s i_n te-
lectuales _independientes que conforman en
realidad una comunidad incipiente,· aislada
físicamente entre sí pero conectada de muy di-
versos modos a un gran número de comuñida-
des de activistas que los medios de comunicación
más importantes eluden; no obstante dispon.e~1.,
dehech.ó; de otras variedades a las qt.1e la Sw1ft
denominaba con sarcasmo "artefactos ora~o-
rios". Pensemos en el impresionante abanico
de pos~ilid.ade·s qt.1e ofrecen. la_ tarima ~el
conferenciante, el panfleto, la radio, l_a s rev1s-
_,,:: t' '
25
-
i
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tas alternativas,los periódicos, las entrevistas,
las concentraciones, el púlpito de una iglesia e
internet, por citar·solo algunas. Es cierto que
resulta un. ii:iconveniente considerable descu- \
¡
brir -que es poco probable que a un.o le hagan
\
un.a entrevista para el programa NewsHour de _
\
· la PBS o Nightline de laABC,* y que si de hecho 1
l
26
1
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,i .
f
1
sugiriendo que, si aprovechamos lo que está a
i
i . nues'tro alcance bajo numerosas plataformas de
1
1
1 muy diverso cuño (o "escenarios ambul~ntes",
l otra expresión ·de Swift) y la disposición alerta
f y creativa de un intelectual que las sepa renta-
1 bilizar (es decir, plataformas que no están al
1
27
-~
1
- . . . .
1
de Jerusalén constituía el núcleo más duro de
unas n.egociaciones que se hallaban..en punto
muerto. Para algunos.refugiados palestino~, por·
tanto, -su presencia y su yoluntad políti~~ se hizo·
realidad pór primera vez, lo cual les \~cortcedía
1
28 ....
1
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1··.. . glo: El 26 de agosto de 2000,·todos los ordena-
dores ·d e .Deheish.e h fueron destruidÓs en un
1 : i:
. .
29
. ...,., ,.
... :: ~ ·~_. ,,/
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en lugar de al silencio. Esta es la jerga funcional
de la vocación intelectual. Por consiguiente, el
intelectual se encuentra en la posición de hacer
posible y mejorar la fórmulación ·de estas ex-
pectativas y deseos.
_Como es lógico, no toda intervención discur~
siva es específica para una ocasión concreta m
nace de un consenso, paradigma, episteme o
praxis existente (cada _c ual puede escoger .su
concepto predilecto que·denote 1a 11.orma dis-
cursiva dominante acep_tadat pongq~os por
caso, durante la guerra angloe·s tadounide~se
contra IraCit -durante las elecciones nacionales ·
en Egipto·o en Estados-Unidos, sobre las prácti-
cas de irunigración en uno u otro país, o sobre
.la ecología en África occidental. Tanto en cada
una de las situaciones citadas, como en muchas
otras, el sello distintivo de la época en que vivi-
mos es que suele 1)-~ber una·corriente principal
de ortodoxia oficial y mediática cohtra la que es
·realmente -muy difícil avanzar, aun ·cuando el
intelectual deba suponer qu~ -se pueq.e mostrar
con claridad que existen alternativas. Así pues,
para restablecer lo obvio toda situación_ debería
interpretarse -según .sus propios coridiciona-
m:ientos, pero (y sostendré que casi siempre es
así) cada_situación alberga también·u11él dispu-
ta en.tre, por una parte, una podero~-- red de
-30 .
intereses y, por otra, otros intereses menos po-
1
- derosos amenazados con 1a frustración, el si-·
¡,
lenci6, la asimilación o la extinción a manos de
1
1
los poderosos. Casi no hace falta decir que para
el intelectual estadounidense la responsabili-
dad es a~n mayor, lasoportumdades más nu-
1
i ·m erosas y el desafío muy complejo. Al fin y al
cabo, Estados Unidos es la única superpot~n-
cia mundial: interviene casi en todas partes, y
sus recursos de dominación son muy vastos, si
bien distan mucho de ser ilünitados . .
La función .del intelectual consiste en des-
enmascarar y esclarecer con la dialéctica la
- disputa a la que me he referido ante·s, y oponer-
se, desafiar y q_errotar, allá donde sea posible y
cada vez que p_u eda, tanto urt silencio impuesto
coJno la calma chicha de los poderes enla som~
bra. Porque,~ay cierta equivalencia social e in-
telectual entre esta masa de intereses colectivos
dominanJe~ y el discurso empleado·para justi-
ficar, disfr 9zar.o mistificar su actuación, _con el
fin al mis~o tiempo de impedir que broten las
objeciones·o las posiciones que la~ desafían.
En 19931 Pierre Bourdieu y sus colegas ela-
boraron una obra colectiva titulada La miseria
del mundo· (traducida al inglés en 1999 bajo el
título The Weight of the World: Social S_uffering in
·contemporary Society), cuyQ objetivo era llamar
31
~ .:nJ!#Yü~~QO.ltol:.,----:-=-=======::::::::::
---lliliod.WUl:ilD.
33
-·
34
l:
¡. -_Permí~aseme ofrecer un -_e jemplo tomado de
/- m1 experiencia personal en los actuales Esta-
1 ¡ dos l!nidos sobre lo formidables que son los
: des~&os para el individuo y la facilidad para
/ · deslizarse hacia la inacción..Si uno está grave-
./ m1n1.e1nntdeoednef,elrons1.~p, sedvetinmferso d~ súbito en el
1 ro uc os armaceuticos escan-
/. dalosamente ·Caros, muchos de los cuales toda-
/ .
35
preguntas a un candidato prometedor y de men-
talidad progresista (por ejemplo, Bill Bradley ),
con1prendemos de inmediato por qué estos can-
didatos nunca plantean estas preguntas. Ellos
reciben para su cámpaña cuántiosos donativos
de Merck y de Bristol Meyers, y es muy póco
probable que incomoden a quienes les finan-
cian. De modo que uno continúa pagando y vi-
viendo bajo la suposición de que sitien.e la suerte
de disponer de un seguro médico o de un siste-
111.a de atención sanitaria privado, la empresa
aseguraq.ora pagará. Después, uno descubre que
los contables de la empresa aseguradora deci-
den quién puede recibir una medicación costosa
y quién debe recibir un medicame~to en fase de
prueba, qué se puede permitir y qué no, duran.te
cuánto tiempo y bajo qué circunstan.cias, y solo
entonces comprende que todavía no se pueda
aprobar en el ·c ongreso una protección tan ele-
mental como una auténtica carta de derechos del
paciente, dado que las empresas aseguradoras,
que obtienen inmensos beneficios, ejercen infati-
gables su presión.
En resumen, descubro que estoy diciendo que
incluso tentativas tan heroic~s·de comprender
el sistema en el plano teórico (como la de Fredric
Ja1neson) o de fonnular lo que Sa1nir Amin ha
denorninado "estrategia de desconexión'' se ven
36
terriblemente socavadas por -su relativa nega-
ción de _la intervencion política real en las si-.
tuaciones vitales por las que atravesamos como
ciudadanos; una intervención que no sea solo
personal, sino que forme parte relevante de un
ainplio movimiento de contestación u oposición.
Obviamente, como intelectuales todos alberga-
mos .alguna .i dea o esbozo práctico' acerca de
cómo fu~ciona el sistema e~ su conj~nto (en
gran medida gracias a hist9riadores mundi_a-
les o regionales como Immariuel W allerstein,
Anwar Abdel Malek, J. M. B~aut, Janet Abu-
Lughod, ~eter Gran, Ali ·M azr~i o William
McNeil); pero es enel encuentro directo con una
u otra geografía, configuración oproble.m ática
específica cuanq_o .se libran y quizá incluso se
ganan las batallas. Hay. una-admirable.crónica
·, del tipo de cuestiones a las •q úe me refiero enlos
díversos en?ayos co1i.tenidos en la obra de Bru~e
Robbins Feeling' Global: Internationalism in
Distress .(1999), e11 la de Tünothy B~ennan At
Home -in the World: Cosmopolitanism Noiu (1997)
y en la de N eil Lazarv.$ Nationalism and C_ult.ural
Practice in· the Postcolonial World (1?99), obras
cuya textur~ ·consciente de una territorialidad
profundamente entrelazada con el mundo es
de hecho ·un presagio del sentido crítico (y co1n-
37
bativo) del intelectual en el mundo ~n el qu_e
vivimos hoy, entendido como una serie de ep;-
sodios o incluso fragmentos d~ una imagen m~s
amplia que, tanto en su obra como en el trabaJo
de otros como ellos, se encuentra en proceso de
elaboiación. Lo que sugieren es un m~pa _de ·
experiencias que hace dos décadas habr1a sido
indiscernible, quizá incluso invisible, peto que
no pueden quedar excluidos ni del análisis cul-
tural ni del ámbito de las 'disciplinas humanís-
ticas tras la época de 1os imperios ··clásicos; el
final de la guerra fría, el desmoronamiento de
los bloques socialistas y -de países no alinea-
dos, y la dialéctica.,emergente entre el Norte y·el
1 Sur en la era de la globalización.
I•
38
•' :~ tt':J: . _:-
~/:i"·1i.· ·
. -~\·~: ~Y.,n-\ lnte\ectual, un maestro dotado con \os
~xd.usivos recursos de su singular pensa-
miento, ni mediante el portavoz autorizado
de un grupo o una institución que supues-
tamente hable en nombre de aquellos que
no tienen voz, sindicato, partido político, ·
etc. A_llí es donde el intelectual colectivo [el .
- ~ombre que da Bo1:1rdieu a los individuos .
cuya suma de investigaciones y cuya par-
ticipad.ón en temas comunes constituye
-: una suerte de colectivo.ad hoc] puede ejer- ·
y'
cer su insustituible función, contribuyen.-
do a crear las condiciones sociales para la
producción colectiva de utopía·s realistas.
i./ Mi respuestá a esto es resaltar la ausencia de
'
r' cu_a lquier tipo de plan rector, de gran teoría o
'
¡·_
siquiera de borrador sobre lo que los intelectua-
les pueden hacer y, sobre la actual ausencia de
algún·tipo de teleología utópica hacia la cual se
pueda pensar que ávanzala historia de la hu-
manjdad. Por tanto, inventamos objetivos de for-
ma plagiaria; en el sentido literal de la palabra
latina inventio que empleaban los oradores para
·. subrayar la idea de volver a encontrar o volver
a ensamblar a partir de realizaciones anterio-
res, en contraposición al uso románti<-:o de la
palabra "inve1:1ción", entendida copi.o algo que
se crea de la nada. Es decir, conjeturamos una
39
. .,
s1tttac1on . .
me1or a parti' r de los , hechos históri-
.
cas y soaales .
conocidos. As1,., en:~
. fecto' esto
- per-
1
uchos
1mte alcanzar lo-gros 1ntelecttiq,les en m .-
• · •
40
1.
f
., tica, sino también percibir que otras personas
1 . .\
,.
.~
Inanti~nen uüa posición similar y trabajan en
J
.. un proyecto Común. En este aspecto, he encon-
trado cierto _paralelismo ilpminador y alenta-
.,..-..
,'
41
MeWorld" ..La función del intelectual consiS t e
en prese;,_tar narraciones alternativas de la ~is-
toria y otras perspectivas sobre la misma dife-
rentes tje las __ofrecidas por los litigantes que
defienden la memoria oficial y la identidad Y la
misión nacionales~ Al menos desde Nietzsche,
la escritura de la hj_storia y las sedimentaciones
de la memoria ·se han considerado en muchos
aspectos uno de los fundamentos esenciales dél
poder, que orienta sus estrategias y cartografía
sus avances. Fijémonos, por ejemplo, en el atroz
uso que·se hace _del sufrirnien{o del pasado taJ
co1no se describe en los relatos del Holocausto de
Tom Segev, Peter Novick y NormanFinkelstein;
o, para mantenernos en el ámbito.de la restitu-
ción y repqración históricas, la ingrata desfigu-
ración, desmembración y desrnemoria ·de
experiencias históricas relevantes que no cuen- .
tan con. grupos .de presión lo bastante podero- ·
sos en.el presente j/por tanto;sufren rechazo o
quedan menospreciados. Lo. que necesitamos
ahora son historias austeras y sin contaminar.
que pongan en evidencia la multiplicidad y
complejidad de la histor~a, y que no 110s permi~
tan concluir que esta avanza de forma imperso-
nal, de acuerdo con leyes predeterminadas, ya
sea por la divinidad o ·por los poderosos.
42
La segunda lucha es la·de construir con el
_ fruto del trabajo intelectual campos .de coexis-
tencia en lugar de campos de batalla. Hay po-
derosas razo,n es para .aprender mucho de la
descolonización, 19-s cuales consisten e.n que,
por nobles y liberadores que fueran sus objeti-
vos, a menudo no consiguió impedir la apari-
ción de movimientos nacionalistas represivos
sustitutivos de los regímenes coloniales, y que
el ,p ropio proceso·quedó inmerso casi de inme-
diato en la guerra fría, pese a los esfuerzos
retóricos del movimiento de países no alinea-
dos. Es 1nás, uha pequeña industria ácadémica
ha: minimizado e incluso trivializado sin más
este hecho, al convertirlo en una tibia disputa
entre oponentes intercambiables. En los diver-
sos debates sobre la jl\sticia y los derechos hu-
. manos, .a los que tantos de nosotros sentünos
que nos hemos-incorporado, debe haber un com-
ponente de D,uestro compromiso que subraye la
necesidad de redistribuir los recursos y que
·defienda el imperativo teórico frente a las inmen-
sas acumulaciones de poder y capital que defor-
man la vida humana. ,
No puede haber paz sin igualdad; este es un
valor intelectual que es necesario reiterar¡ de-
mostrar y fortalecer desesperadamente. La se-·
ducción que ejerce la propia palabra -paz-
43
se debe a que está rodeada po{· Ias lisonjas de la
.. aquies·~encia, l~s elogios no polémicos Y_el ªr?-
yo sentimental. Los medios de comu1ucac1on
internacionales (como ha sucedido hace p~c?
con la desautorizada guerra en Iraq} amplifi-
can acríticamente, adornan y transmiten todo
esto sin cuestionárselo a vastas audiencias para
· las que la guerra y la paz son espe·ctáculos para
el consumo y el disfrute inmediatos. Requiere
mucho más valor, trabajo y conocimiento descom-
poner en sus elementos palabras como "guerra"
y "paz", recuperar lo que se ha dejado fuera de
los procesos de paz por exigencia de los pode-
rosos, ·y después volver a situar esa realidad
ausente en el centro de Ía situación; que escribir
artículos prescriptivos para "liberales", ~l esti- ·
•. lo de Michael Ignatieff, en los que se insta a la .
destrucción y muerte de unos civiles lejanos bajo ·
el estandarte de un imperialismo benigno. Qui-
zá el intelectual sea una especie de memoria
antagonista, con un discurso antagónico pro-
pio, que no permita que la conciencia mire ha-
cia otro lado o se adormezca. Co1no dijo el doctor
Johnson, el mejor correctivo consiste en imagi-
n.ar a la persona con la que uno está discutien-
do -,,en .este caso, a la persona sobre Ja que
caeran las. bombas- leyendo tu escrito en tu
presencia.
44
r~r;.-·-;:,.
.. 1\.un así, a.e\ m1smo moa.o q_ue.\ams\ona nun-
ca está acabada ni completa, también se da el ,
caso de que hay oposiciones dialécticas que no
es posible cpnciliar,no se-pu~den"trascender o
a las que no se puede dar carpetazo mediante
una especie de sfq.tesis superior inequívoca-
mente m~s noble. El tercer ejemplo de lucha, y el
más cercano a mí, es 'el conflicto de Palestina,
que, se~nhe creído siempre, no se puede re-
solver mediante una reorganización:técnica y
dé los accesos geográficos -que en última ins-
tancia permita conceder ·a los desposeídos
palestinos el derecho (quelo es) a vivir en aproxi-
madamente el 20 por ciento de sutetritorio, que
quedaría cercado y sería por entero dependien-
te -de Israel. Tampoco, por otra parte, sería mo-
ralmente aceptabl,e exigir, que los israelíes se
retiraran de la totalidad de la antigua Palesti-
na, la actual Israel, para convertirse para siem-
I
pre en -refugiados como los palestinos. Pese a
todo .lo que me he esforzado por tratar de bus-
car una solución a este callejón sin salida, no la
he encontrado, puesto que no se trata de un cas?
superficial de derecho contra derecho. J_amás
puede estar bien privar a todo un pueblo de su
tierra y de su legado. Los judíos también son lo
. que he denominado una comunidad que sufre
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Y que ha llevado consigo el legado de un~ gra1:
tragedia. Pero a diferencia del sociólog~ l~raeh
Zeev Sternhell, que en otro tiempo realizo este ·
comentario en mi presencia, no puedo aceptar
·que la conquista de Palestina fuera una con-
quista necesaria. Lasola idea o~enc;Ie cualquier·
sentido del dolor de los palestinos, que, -a su
propio modo, también es trágico.
Las ·experiencias solapadas y· aun así irre-
conciliables exigen del "intelectual el valor para
decir que eso es Jo que hay ·ante nosotros, del
mismo .m odo preciso qu_e, en todos sus escri~os
sobre música, Adorno ha insistido en_ que _la
música moderna no se puede .conciliar jamás
con la sociedad qu_e la produce, sino que tanto
er1 su for~a como en su contenido, ambos in-
tensos y con frecuencia •elaborados hasta la ex-
tenuación, la música puede ejercer como
callado testigo de la inhumani_dad que la ro-
dea. Toda asimilación de la obra musical indi-
vidual en su escenario social es, según Adorno,
falsa. Concluiré con la idea de que el hogar
provisional del intelectual es la esfera de un
arte exigente, I'esistente e intransigente al qué,
por desgracia, no podemos retirarnos ni acu-
dir en busca de soluciones. Pero solo en ese
precario ámbito de exilio podemos, primero,
46
comprender la dificultad que en verdad encierra
lo que no ·se puede COJilprender y, -después,
.continuar av·a nzando y, pese a todo, continuar
intentándolo.
47