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\1

\¡ ! 1

propios desafíos, puesto que el peligro constante


1

1!
es que se pueda incurrir en la neutralidad ~n-
1 1

¡ 1

gañosa y sünplista de elaborar una lengua_1n- _


glesa periodística de ámbito mundial que
resulte indiscernible de la prosa de la CNN o d~
USA Today. Se trata de un verdadero dilema: s1 ·ii
se debe repeler en última in.stancia a los lecto- l
1

res (y, lo que es aún más peligroso, inmiscuirse


en la labor de los editores), o si por el contrari_o 1
. 1
conviene tratar de atraer lectores mediante un 1
1

estilo que quizá se parezca demasía.do al modo 1


. !
de pensar que uno está tratando de desenmas- i
1

carar y combatir. Trato de decirme a mí mis~o


que lo que debemos.recordar es que no dispone.:: 1¡
mos de otra lengua, que la lengua que empleo \

·debe ser la ~sma qué emplea el Ministerio de . \


i
Defensa o el .P res.i dente ~uando dicen que de-
fienden los derechos humanos y que van a li-
brar una guerra para_ ~'liberar" Iraq; y debo set
capaz de emplear ese mismo lenguaje para re- _-
cuperar el tema, rescatarlo y volverlo a vincular
con las realidades tremendamente c~mplejas
que estos antagonistas míos, . con muchísimos
más privilegios que yo, han simplificado, trai-
cion.ado y o bien han desactivado, o han. disuel-
to. Debería haber quedado patente ya que para
un intelectual cuya labor -.n o con.siste si!l1ple...:
mente en defender los in.tereses de algún•otro

24
tiene que haber oponentes a los que hacer res-
P?nsables del actm1.l estado de cosas, antago-
1ustas con los·qt1e uno se debe enfrentar de forma
directa. ·
·Si bien es cierto (y resulta incluso desalenta-
dor) que las principales fuentes de información
están sfu embargo controladas por los intereses
de los más poderosos y, en consecuencia, por
los antagonistas mismos a los que uno combate
o ataca, también es verdad qu.e hay una energía
'.i ntelectual relativamente rrióvil que puede be-
neficiarse delas plataformas disponibles hasta
conseguir multiplicarlas. Así p~es, por ~na
parte hay seis enormes multinacionales presi-
didas por seis hombres que controlan la mayor
parte de las imágenes y noticias que se difun-
. den_por todo el mundo. Por otta, están l~s i_n te-
lectuales _independientes que conforman en
realidad una comunidad incipiente,· aislada
físicamente entre sí pero conectada de muy di-
versos modos a un gran número de comuñida-
des de activistas que los medios de comunicación
más importantes eluden; no obstante dispon.e~1.,
dehech.ó; de otras variedades a las qt.1e la Sw1ft
denominaba con sarcasmo "artefactos ora~o-
rios". Pensemos en el impresionante abanico
de pos~ilid.ade·s qt.1e ofrecen. la_ tarima ~el
conferenciante, el panfleto, la radio, l_a s rev1s-
_,,:: t' '
25
-
i

i
tas alternativas,los periódicos, las entrevistas,
las concentraciones, el púlpito de una iglesia e
internet, por citar·solo algunas. Es cierto que
resulta un. ii:iconveniente considerable descu- \
¡
brir -que es poco probable que a un.o le hagan
\
un.a entrevista para el programa NewsHour de _
\
· la PBS o Nightline de laABC,* y que si de hecho 1
l

n.os preguntan, no$ ofrecerán un solo minuto


aislado e inaprensible. Pero después quizá sí se
presenten otras ocasiones, y no en el formato de
un pellizco de tiempo, sino más bien en tr~m_os
más amplios·. De modo -que la rapidez es un -
arm~ de doble filo. Tenemos la rapidez del esti-
lo reducc'ionista de los eslóganes, que constihi--_
ye el rasgo principal del discurso d~ los expertos
-certero, rápido formulario; y de apariencia
pragmática-, y tenemos la rapidez de respues-
ta y el formato que los ·i ntelectuales y-ciertamen-
te muchos ciudadanq~ pueden aprovechar con
el fin de ofrecer manifestaciones más completas
y plenas de un punto de vista alternativo. Estoy

* NewsHour y Nightline son inforn1ativos de la televi-


sión estadounidense. La PBS, o Public Broadcasting -
. Services, es una asociación d~ n1ás de 340 cadenas
de televisión -locale·s no lucrativas, y la ABC, o A1ne-
rican Broadcasting Co1npany, es una de las princi-
pales cadenas de televisión estadounidens~ de ámbito .
nacional, privada e integrada en W alt D1sney ~01n-
pany. (N. del T .)

26
1
l
,i .
f
1
sugiriendo que, si aprovechamos lo que está a
i
i . nues'tro alcance bajo numerosas plataformas de
1
1
1 muy diverso cuño (o "escenarios ambul~ntes",
l otra expresión ·de Swift) y la disposición alerta
f y creativa de un intelectual que las sepa renta-
1 bilizar (es decir, plataformas que no están al
1

alcance·_·d e la pérsonalidad televisiva, nj del


experto o el candidato político, y que no pue-
den quedar eclipsadas por.ellos), se puede ini-
ciar una discusión más -~mplia.
No debemos subestimar el potencial emanci-
pador de esta nueva situación, como tampoco
. las amenazas que sufre. Perrnítas'e me ofrecer un
poderoso ejemplo reciente de lo que trato de se..:
ñalar. Hay tinos cuatro millones de refugiados
palestinos dispersos por toqo el mundo; un
porcentaje muy-importante de ellos vive en gran-
des camp.o s de refugiados en ·el Líbano .(donde
en-1982 tuvieron lugar las matanzas de Sabra y
Shatila), Jordania, Siria y en Cisjordania y Gaza,
-estas ú1timas .ocupadas por Israel. En 1,999 un
emprendedor grupo de refugiados jóvenes y
cultos que vivían en el cai;npamento de De-
heisheh,-cerca de Belén, en Cisjordania, fu11-
daron el Centro lbdaa, cuya principal iniciativa
era el proyecto "Atravesa~ Fro11teras"; se trata-
ba de un revolucion.ario .modo de conectar e11-
tre sí media11te terminales de ordenador .a

27
-~
1
- . . . .

refugiados de la mayor parte de los campamen-


tos- principales,, que estaban geográfica y políti-
ca1nente aislados por barreras infranqueables. ;
Por primera vez desde que en 1948 ·se dispersa-
ra a sus padres, la segunda generación de refu-
giados palestinos de Beirut o Ammán podía
com.~nicarse con sus iguales del interior de Fa- ·
·¡\~
··· 1
lestin:a. Parte de lo que los participantes _en el
proyecto hicieron fue bastante notable. De·modo
que los residentes en Deheisheh en1prendiero1:- ·
visitas a sus antiguas aldeas de Palestina y des:
· pués describieron lo que habían sentido y lo
que habían. visto a otros refugiados que habían
oído hablar de estos lugates, pero no tenían ac;..
ceso 9-. ellos. En cuestión de semanas, nació una
asombrosa solidaridad en un. 1n0Ín.ento en q_ue,
-
casualmente,- el tramo final de las desventura-
das negociaciones entre la OLP e Israel estaban
empezando -a abord_ar la cuestió:n de los refu- .-
j
...
... .
giados y su retorno; q\1-e junto con la cuestión .·
1

1
de Jerusalén constituía el núcleo más duro de
unas n.egociaciones que se hallaban..en punto
muerto. Para algunos.refugiados palestino~, por·
tanto, -su presencia y su yoluntad políti~~ se hizo·
realidad pór primera vez, lo cual les \~cortcedía
1

una nueva condición cualitativamente distinta.


de la condición de objeto pasivo a la que\ha-
bían qttedado condenados dt1rante medio ?i-:-

28 ....
1
1'
1··.. . glo: El 26 de agosto de 2000,·todos los ordena-
dores ·d e .Deheish.e h fueron destruidÓs en un
1 : i:
. .

acto de v~dalismo político mediante el cual


.

Ii.o ·1e cupo duda a nadie de que se pretendía ·


' . ¡'.' ·. '
1 . que los refugiados continuaran siendo refugia-
1; dos, _lo que.equivale a.d_ecir no debían alterar el
,_.: - - _stati1:· qua ·q ue había, establecido su silencio du-
1
.•

rante t~to tiempo. No sería difícil confeccio-


nar una lista con los p·osibles, sospechosos, pero
1 resulta difícil imaginar que no se identificara ni
1. ~etuviera-~ n~die. :E n cualquier caso, de inme-
diato, los .habitantes del campamento de Deheis.:.
1 • heh se pusiE:rC?n manos a la obra para rehabilitar
el Centro lbd~, y según parece han conseguido
hacerlo hasta .~ierto punto.
. . .
.. ·
·.Responde~ a la pregunta de por qué,,. en este y
en otros con_textos simila~~s, los _individuos y
· los ·g rupos prefieren escribir y hablar antes que
el -silencio, equivale a especificar a qué.se opo-
neD elintelec~9-l y·el.escritor en la esfera públi-
. ca. Lo que quiero decir es que la existen~ia de .
individuos o grµpos que promueye11 la justicia
social y la igua1dad económica1 que compren-
. den (según palabras de Amartya -Sen) que la
libertad debe conte11er el derecl10 a todo u11 aba-
níco el.e opcione~ qt1e favorezcan _el desarrollo
cultural, políti~o,jntelech1al y económi~o, 1.1-?s
cond·u cklá. ípso Jact-o al deseo qe orgamzac1on

29
. ...,., ,.
... :: ~ ·~_. ,,/
[,·
en lugar de al silencio. Esta es la jerga funcional
de la vocación intelectual. Por consiguiente, el
intelectual se encuentra en la posición de hacer
posible y mejorar la fórmulación ·de estas ex-
pectativas y deseos.
_Como es lógico, no toda intervención discur~
siva es específica para una ocasión concreta m
nace de un consenso, paradigma, episteme o
praxis existente (cada _c ual puede escoger .su
concepto predilecto que·denote 1a 11.orma dis-
cursiva dominante acep_tadat pongq~os por
caso, durante la guerra angloe·s tadounide~se
contra IraCit -durante las elecciones nacionales ·
en Egipto·o en Estados-Unidos, sobre las prácti-
cas de irunigración en uno u otro país, o sobre
.la ecología en África occidental. Tanto en cada
una de las situaciones citadas, como en muchas
otras, el sello distintivo de la época en que vivi-
mos es que suele 1)-~ber una·corriente principal
de ortodoxia oficial y mediática cohtra la que es
·realmente -muy difícil avanzar, aun ·cuando el
intelectual deba suponer qu~ -se pueq.e mostrar
con claridad que existen alternativas. Así pues,
para restablecer lo obvio toda situación_ debería
interpretarse -según .sus propios coridiciona-
m:ientos, pero (y sostendré que casi siempre es
así) cada_situación alberga también·u11él dispu-
ta en.tre, por una parte, una podero~-- red de

-30 .
intereses y, por otra, otros intereses menos po-
1
- derosos amenazados con 1a frustración, el si-·
¡,
lenci6, la asimilación o la extinción a manos de
1
1
los poderosos. Casi no hace falta decir que para
el intelectual estadounidense la responsabili-
dad es a~n mayor, lasoportumdades más nu-
1
i ·m erosas y el desafío muy complejo. Al fin y al
cabo, Estados Unidos es la única superpot~n-
cia mundial: interviene casi en todas partes, y
sus recursos de dominación son muy vastos, si
bien distan mucho de ser ilünitados . .
La función .del intelectual consiste en des-
enmascarar y esclarecer con la dialéctica la
- disputa a la que me he referido ante·s, y oponer-
se, desafiar y q_errotar, allá donde sea posible y
cada vez que p_u eda, tanto urt silencio impuesto
coJno la calma chicha de los poderes enla som~
bra. Porque,~ay cierta equivalencia social e in-
telectual entre esta masa de intereses colectivos
dominanJe~ y el discurso empleado·para justi-
ficar, disfr 9zar.o mistificar su actuación, _con el
fin al mis~o tiempo de impedir que broten las
objeciones·o las posiciones que la~ desafían.
En 19931 Pierre Bourdieu y sus colegas ela-
boraron una obra colectiva titulada La miseria
del mundo· (traducida al inglés en 1999 bajo el
título The Weight of the World: Social S_uffering in
·contemporary Society), cuyQ objetivo era llamar

31
~ .:nJ!#Yü~~QO.ltol:.,----:-=-=======::::::::::
---lliliod.WUl:ilD.

la atención de los políticos sobre lo que en la


sociedad francesa había quedado oculto por ~l
engañoso optimismo del discurso-público. Por
·consiguiente, un libro como este desempeña una
especie de función intelectual negativa, cuyo
propósito es, por citar las palabras de Bourdieu,
-~' elaborar y disemirtar instrumentos de defensa
contra ~na dominación simbólica que cada vez ·
descansa más sobre la autoridad de la ciencia",
6 la ·especialización,· o los llamainient'os a la
unidad, el orgullo, 1a historia y las . tradici9nes
. nacionales, con el fin de obl~gat a las personas
a someterse. Obviamente, la'India y ·B rasilson
diferentes de Gran Bretaña y Estados Unídós,
·pero quienes a menudo eliminan las diferen-
cias entre -culturas y economías no deberían
ensombrecer en absoluto las semejanzas, aún
más aso~brosas, que pueden percibirse en al-
gunas técnicas y, CQn frecuencia en el objetivo
de la privación y la represión que obligan a la
gente a asentir con mansedumbre. Qttjsiera aña-
dir también, que no es necesario presentar siem-
pre una teoría de la justicia abstrusa y elaborada
para émprender una guerra intelectual co.n tra
) la injusticia, puesto que hoy día hay todo un
/ repertorio de convenciones, protocolos, resolu- .
ciones y tratados internacionales bien ,atesora-
dos para ;q ue las autoridades_nacionales · las
acaten si tienen semejante inclinacióD., Y, en el
mismo contexto, rechazo la posición ultrapos-
moderna._(con10 la adoptada por Richard Rorty
. cuando brega con un rival vago e imaginario 9-l
que·se refiere con desdén como "la izquierda
académic_a'~) que sostiene, cuando se enfrenta a
cuestiones como la litnpieza étnica o el genoci-
- dio que se estaba produciendo en Iraq bajo el
régimen de sanciones o a cualesquiera de las
lacras-de la tortura, la censura, el hambre o la
ignorancia (la mayoría de ellos ocasion~dos por _
seres humanos, y no' fruto de la·~voluntad de
Dios), que los derechos humanos ,so~ objetos
culturales o gramaticales, y que si se violan es
que no tienen en realida1 la condició,Ii que les
atribuyen los fundacionalistas -comunes, -como
yo, para quienes se trata de elementos tan rea-
les como cualquier otro o~jeto con que poda-
mos tropezamos.
Cre9 que es correcto afirmar que, s9bre todo
desde la década de 1960, se ha apelado a cierta
sumisión despolitizada o esteticista, junto con
todas las diferentes formas de, en algunos ca-
sos, triunfalismo y xenofobia y, en otros, apatía
y cierr_ota, para aplacar cualquier ~j~o d~ _ senti-
miento residual de -deseo de parhc1pac1on de:-
mocrática que todavía existiera (también
_co~ocid9 cerno "riesgo pa:ra la esta~ilidad"). Se

33

puede leer acerca de esto con bastante clarid_ad


en Crisis de la democracia, elaborada por varios
autores a instancias de la Comisión Trilateral* -
u11a década antes de que acabara la guerra._fría.
En él la tesis es que demasiada democracia es
mala para la gobernabilidad, ·y- que ·sqn esas
dosis de pasivida~ lo que facilita a las oligar-
quías de expertos técnicos o políticos mantener
a raya a la población. De mod~ que si unos ex-
pertos autorizados nos adoctrinan sin cesar en
que la libertad qué todos deseamos exige desre-
gulación, privatización o guerra y que e_lnuevo
orden mundial no es nada ·menos que el final ·
de la historia, sentimos muy pocos deseos -de
abordar este -orden con algo que se .p arezca a
demandas' individuales y, inenos aún, colecti-
vas. Durante varios años Chomsky ha venido
ocupándose incansablemente de este paralizan-
té sú1-drome. -

)(· Organismo internacional de carácter privado, con"


sede en Nueva York, que agrupa a personalidades
de los ámbitos político y económico de Estados Uni-
do_s, Canadá, Europa occidental y Japón. Se fundó
en 1973 a partir de ·una iniciativa de David Rockefe-
ller. El objetivo 1nanifiesto de est~ grupo de presión
transnacional fue defender los intereses de la gran
empresa y el papel hegemónico que los grandes cen-
tros capitalistas ejercen sobre el sisten1a 1nundial. f1
(N. del T.) - -

34
l:
¡. -_Permí~aseme ofrecer un -_e jemplo tomado de
/- m1 experiencia personal en los actuales Esta-
1 ¡ dos l!nidos sobre lo formidables que son los
: des~&os para el individuo y la facilidad para
/ · deslizarse hacia la inacción..Si uno está grave-
./ m1n1.e1nntdeoednef,elrons1.~p, sedvetinmferso d~ súbito en el
1 ro uc os armaceuticos escan-
/. dalosamente ·Caros, muchos de los cuales toda-
/ .

v1a se encue_l]-tran er1 fase de experimentación y


requieren la aprobación de -la Adnunistración
de Drogas ·y Alimentos de Estados Unidos. In-
cluso los que 119 se encuentran en fase experi-
mental y no son particularmente nuevos (como
los esteroides o los antibióticos) pueden salvar
vidas, pero se c~nsidera que su exorbitante pre- -
ció representa un pequeño coste que hay que
pagar por s~ efÚ:aci_a. Cuanto más analizamos
la cuestión, más encontramos en ella la razón
empresarial, según la cual aunque el coste de
producirlo pueda ser reducido (por lo general
es minúsculo), los costes de la investigación son
gigantescos y deben recuperarse mediante las
ventas. Enton_ces descubrimos que la n1.ayor
parte de los costes de investigación_han lle~a~o
a la empresa en for~a de subvenc1~nes of1c1a-
les, que a su vez proceden de los impuestos
tributados por los ciudadanos. Cuando nos ocu-
pamos del abuso del gasto público planteando

35
preguntas a un candidato prometedor y de men-
talidad progresista (por ejemplo, Bill Bradley ),
con1prendemos de inmediato por qué estos can-
didatos nunca plantean estas preguntas. Ellos
reciben para su cámpaña cuántiosos donativos
de Merck y de Bristol Meyers, y es muy póco
probable que incomoden a quienes les finan-
cian. De modo que uno continúa pagando y vi-
viendo bajo la suposición de que sitien.e la suerte
de disponer de un seguro médico o de un siste-
111.a de atención sanitaria privado, la empresa
aseguraq.ora pagará. Después, uno descubre que
los contables de la empresa aseguradora deci-
den quién puede recibir una medicación costosa
y quién debe recibir un medicame~to en fase de
prueba, qué se puede permitir y qué no, duran.te
cuánto tiempo y bajo qué circunstan.cias, y solo
entonces comprende que todavía no se pueda
aprobar en el ·c ongreso una protección tan ele-
mental como una auténtica carta de derechos del
paciente, dado que las empresas aseguradoras,
que obtienen inmensos beneficios, ejercen infati-
gables su presión.
En resumen, descubro que estoy diciendo que
incluso tentativas tan heroic~s·de comprender
el sistema en el plano teórico (como la de Fredric
Ja1neson) o de fonnular lo que Sa1nir Amin ha
denorninado "estrategia de desconexión'' se ven

36
terriblemente socavadas por -su relativa nega-
ción de _la intervencion política real en las si-.
tuaciones vitales por las que atravesamos como
ciudadanos; una intervención que no sea solo
personal, sino que forme parte relevante de un
ainplio movimiento de contestación u oposición.
Obviamente, como intelectuales todos alberga-
mos .alguna .i dea o esbozo práctico' acerca de
cómo fu~ciona el sistema e~ su conj~nto (en
gran medida gracias a hist9riadores mundi_a-
les o regionales como Immariuel W allerstein,
Anwar Abdel Malek, J. M. B~aut, Janet Abu-
Lughod, ~eter Gran, Ali ·M azr~i o William
McNeil); pero es enel encuentro directo con una
u otra geografía, configuración oproble.m ática
específica cuanq_o .se libran y quizá incluso se
ganan las batallas. Hay. una-admirable.crónica
·, del tipo de cuestiones a las •q úe me refiero enlos
díversos en?ayos co1i.tenidos en la obra de Bru~e
Robbins Feeling' Global: Internationalism in
Distress .(1999), e11 la de Tünothy B~ennan At
Home -in the World: Cosmopolitanism Noiu (1997)
y en la de N eil Lazarv.$ Nationalism and C_ult.ural
Practice in· the Postcolonial World (1?99), obras
cuya textur~ ·consciente de una territorialidad
profundamente entrelazada con el mundo es
de hecho ·un presagio del sentido crítico (y co1n-

37
bativo) del intelectual en el mundo ~n el qu_e
vivimos hoy, entendido como una serie de ep;-
sodios o incluso fragmentos d~ una imagen m~s
amplia que, tanto en su obra como en el trabaJo
de otros como ellos, se encuentra en proceso de
elaboiación. Lo que sugieren es un m~pa _de ·
experiencias que hace dos décadas habr1a sido
indiscernible, quizá incluso invisible, peto que
no pueden quedar excluidos ni del análisis cul-
tural ni del ámbito de las 'disciplinas humanís-
ticas tras la época de 1os imperios ··clásicos; el
final de la guerra fría, el desmoronamiento de
los bloques socialistas y -de países no alinea-
dos, y la dialéctica.,emergente entre el Norte y·el
1 Sur en la era de la globalización.
I•

-He mencionado solo unos cuantos nombres


no solo para subrayar la relevancia que en mi
opinión tienen sus contribuciones; sino también
para utilizarlos con el fin-de-adentramos de un
salto •en algunas.z;~nas- concretas de interés co-
lectivo en.las q-µe~ para citar por última vez a
Bourdieu,
,
hay posibilidad de "invención colee-
tiva". El prosigue diciendo que
- . .

¡ · la totalidad del edificio del pensamiento _·-


1
crítico necesita por tanto una reconstruc-
ción crítica. Esta labor de reconstrucción
no se puede llevar a cabo, según pensaban
algunos en el pasado, mediante un único

38
•' :~ tt':J: . _:-
~/:i"·1i.· ·
. -~\·~: ~Y.,n-\ lnte\ectual, un maestro dotado con \os
~xd.usivos recursos de su singular pensa-
miento, ni mediante el portavoz autorizado
de un grupo o una institución que supues-
tamente hable en nombre de aquellos que
no tienen voz, sindicato, partido político, ·
etc. A_llí es donde el intelectual colectivo [el .
- ~ombre que da Bo1:1rdieu a los individuos .
cuya suma de investigaciones y cuya par-
ticipad.ón en temas comunes constituye
-: una suerte de colectivo.ad hoc] puede ejer- ·
y'
cer su insustituible función, contribuyen.-
do a crear las condiciones sociales para la
producción colectiva de utopía·s realistas.
i./ Mi respuestá a esto es resaltar la ausencia de
'
r' cu_a lquier tipo de plan rector, de gran teoría o
'
¡·_
siquiera de borrador sobre lo que los intelectua-
les pueden hacer y, sobre la actual ausencia de
algún·tipo de teleología utópica hacia la cual se
pueda pensar que ávanzala historia de la hu-
manjdad. Por tanto, inventamos objetivos de for-
ma plagiaria; en el sentido literal de la palabra
latina inventio que empleaban los oradores para
·. subrayar la idea de volver a encontrar o volver
a ensamblar a partir de realizaciones anterio-
res, en contraposición al uso románti<-:o de la
palabra "inve1:1ción", entendida copi.o algo que
se crea de la nada. Es decir, conjeturamos una

39
. .,
s1tttac1on . .
me1or a parti' r de los , hechos históri-
.
cas y soaales .
conocidos. As1,., en:~
. fecto' esto
- per-
1
uchos
1mte alcanzar lo-gros 1ntelecttiq,les en m .-
• · •

- frentes, en- muchos lugares y en,~uc · hos es tilos


que mantienen vivo, tanto el se!\tido de 1~ op~-
sición como el sentido de la parw.cipaci?n acti-
va que he mencion~do hace un,r1omentó. Por ·
consiguiente, el cine, la fotogra(ía e incluso la
músi_ca, junto c·on todas las artes~de la escritura,
pueden ser vertientes de esta a,~tividad. Parte
de lo que_hacemos como intelectuales no solo es
definir.la situ~ción, sino también dis·cernir-las
,, posibilidades de intervención -activa; -tanto si
,.f
) después las ejecutamos nosotro~·mismos como
si las reconocemos en otros que, o bien las \han
visto antes, o bien ya-se han puesto manos a la
obra: el intelectual como ·vigía. El antiguo
provincianismo disciplinar~por ejemplo, el de ,:
. un especialista d~ _la literatura cuyo campo de
estudio es la Inglaterra de comienzos del si"".
glo xvrr- se desautori~a a sí 1nismo y, 1icho
con toda franqueza, parece carecer ·de interés y
resultar inútil y castrado. Debemos suponer que,
aun cuando no podamos hacer ni saber de todo,
siempre debe ser posible no solo diferenciar los
elementos p.e una' lucha, tensión o problema .
próxüno que se puede dilucidar de forma dialéc-

40
1.
f
., tica, sino también percibir que otras personas
1 . .\
,.
.~
Inanti~nen uüa posición similar y trabajan en
J
.. un proyecto Común. En este aspecto, he encon-
trado cierto _paralelismo ilpminador y alenta-
.,..-..
,'

dor en el recient_e libro de Adam Phillips


1~-
'
·:, j·
-Darwin's Wonns, s·e gún el cual la atención que
Oarwin dedicó durante toda su vida -a lamo-
dest~ lombriz de tierra reveló su capacidad para
marufestar la vari~bilidad y los designios de la
· natu~aleza sin necesidad d.~ haber percibido la
-. _ totalidad de. la una ni de los otros, con lo cual
.

en su trabajo sobre las lombri.ces de tierra re-


emplazó "un mito de la creación ·con nn mito de
la continuidad secular" (Phillips, 46).
¿Disponemos de algún modo qué-no sea tri-
vial de generalizar acerca de dónde y bajo qué
fórma se desarrollan hoy este tipo de luchas?
Me limitaré a decir algo únicam~nte sobre tres
- de -ellas que_se prestan muy bien a la interven-
ción y la ela~oración intelectual. La primera _
consiste en. protegerse de la des~parición del
pasado e impedirla; dada la rapidez con que se
producen los cambios, la reformulación de la
tradición y la construcción de distorsiones sim-
plificadas de la historia, :sta ~esaparició~ del
_pasado reside en el co:az~n 1TI1smo de _lad1spu-
- ta ·_ calificada -por BenJamm Barber desde una
óptica un tanto histrionica como "Jih~d frente a

41
MeWorld" ..La función del intelectual consiS t e
en prese;,_tar narraciones alternativas de la ~is-
toria y otras perspectivas sobre la misma dife-
rentes tje las __ofrecidas por los litigantes que
defienden la memoria oficial y la identidad Y la
misión nacionales~ Al menos desde Nietzsche,
la escritura de la hj_storia y las sedimentaciones
de la memoria ·se han considerado en muchos
aspectos uno de los fundamentos esenciales dél
poder, que orienta sus estrategias y cartografía
sus avances. Fijémonos, por ejemplo, en el atroz
uso que·se hace _del sufrirnien{o del pasado taJ
co1no se describe en los relatos del Holocausto de
Tom Segev, Peter Novick y NormanFinkelstein;
o, para mantenernos en el ámbito.de la restitu-
ción y repqración históricas, la ingrata desfigu-
ración, desmembración y desrnemoria ·de
experiencias históricas relevantes que no cuen- .
tan con. grupos .de presión lo bastante podero- ·
sos en.el presente j/por tanto;sufren rechazo o
quedan menospreciados. Lo. que necesitamos
ahora son historias austeras y sin contaminar.
que pongan en evidencia la multiplicidad y
complejidad de la histor~a, y que no 110s permi~
tan concluir que esta avanza de forma imperso-
nal, de acuerdo con leyes predeterminadas, ya
sea por la divinidad o ·por los poderosos.

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La segunda lucha es la·de construir con el
_ fruto del trabajo intelectual campos .de coexis-
tencia en lugar de campos de batalla. Hay po-
derosas razo,n es para .aprender mucho de la
descolonización, 19-s cuales consisten e.n que,
por nobles y liberadores que fueran sus objeti-
vos, a menudo no consiguió impedir la apari-
ción de movimientos nacionalistas represivos
sustitutivos de los regímenes coloniales, y que
el ,p ropio proceso·quedó inmerso casi de inme-
diato en la guerra fría, pese a los esfuerzos
retóricos del movimiento de países no alinea-
dos. Es 1nás, uha pequeña industria ácadémica
ha: minimizado e incluso trivializado sin más
este hecho, al convertirlo en una tibia disputa
entre oponentes intercambiables. En los diver-
sos debates sobre la jl\sticia y los derechos hu-
. manos, .a los que tantos de nosotros sentünos
que nos hemos-incorporado, debe haber un com-
ponente de D,uestro compromiso que subraye la
necesidad de redistribuir los recursos y que
·defienda el imperativo teórico frente a las inmen-
sas acumulaciones de poder y capital que defor-
man la vida humana. ,
No puede haber paz sin igualdad; este es un
valor intelectual que es necesario reiterar¡ de-
mostrar y fortalecer desesperadamente. La se-·
ducción que ejerce la propia palabra -paz-

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se debe a que está rodeada po{· Ias lisonjas de la
.. aquies·~encia, l~s elogios no polémicos Y_el ªr?-
yo sentimental. Los medios de comu1ucac1on
internacionales (como ha sucedido hace p~c?
con la desautorizada guerra en Iraq} amplifi-
can acríticamente, adornan y transmiten todo
esto sin cuestionárselo a vastas audiencias para
· las que la guerra y la paz son espe·ctáculos para
el consumo y el disfrute inmediatos. Requiere
mucho más valor, trabajo y conocimiento descom-
poner en sus elementos palabras como "guerra"
y "paz", recuperar lo que se ha dejado fuera de
los procesos de paz por exigencia de los pode-
rosos, ·y después volver a situar esa realidad
ausente en el centro de Ía situación; que escribir
artículos prescriptivos para "liberales", ~l esti- ·
•. lo de Michael Ignatieff, en los que se insta a la .
destrucción y muerte de unos civiles lejanos bajo ·
el estandarte de un imperialismo benigno. Qui-
zá el intelectual sea una especie de memoria
antagonista, con un discurso antagónico pro-
pio, que no permita que la conciencia mire ha-
cia otro lado o se adormezca. Co1no dijo el doctor
Johnson, el mejor correctivo consiste en imagi-
n.ar a la persona con la que uno está discutien-
do -,,en .este caso, a la persona sobre Ja que
caeran las. bombas- leyendo tu escrito en tu
presencia.

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r~r;.-·-;:,.
.. 1\.un así, a.e\ m1smo moa.o q_ue.\ams\ona nun-
ca está acabada ni completa, también se da el ,
caso de que hay oposiciones dialécticas que no
es posible cpnciliar,no se-pu~den"trascender o
a las que no se puede dar carpetazo mediante
una especie de sfq.tesis superior inequívoca-
mente m~s noble. El tercer ejemplo de lucha, y el
más cercano a mí, es 'el conflicto de Palestina,
que, se~nhe creído siempre, no se puede re-
solver mediante una reorganización:técnica y
dé los accesos geográficos -que en última ins-
tancia permita conceder ·a los desposeídos
palestinos el derecho (quelo es) a vivir en aproxi-
madamente el 20 por ciento de sutetritorio, que
quedaría cercado y sería por entero dependien-
te -de Israel. Tampoco, por otra parte, sería mo-
ralmente aceptabl,e exigir, que los israelíes se
retiraran de la totalidad de la antigua Palesti-
na, la actual Israel, para convertirse para siem-
I
pre en -refugiados como los palestinos. Pese a
todo .lo que me he esforzado por tratar de bus-
car una solución a este callejón sin salida, no la
he encontrado, puesto que no se trata de un cas?
superficial de derecho contra derecho. J_amás
puede estar bien privar a todo un pueblo de su
tierra y de su legado. Los judíos también son lo
. que he denominado una comunidad que sufre

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Y que ha llevado consigo el legado de un~ gra1:
tragedia. Pero a diferencia del sociólog~ l~raeh
Zeev Sternhell, que en otro tiempo realizo este ·
comentario en mi presencia, no puedo aceptar
·que la conquista de Palestina fuera una con-
quista necesaria. Lasola idea o~enc;Ie cualquier·
sentido del dolor de los palestinos, que, -a su
propio modo, también es trágico.
Las ·experiencias solapadas y· aun así irre-
conciliables exigen del "intelectual el valor para
decir que eso es Jo que hay ·ante nosotros, del
mismo .m odo preciso qu_e, en todos sus escri~os
sobre música, Adorno ha insistido en_ que _la
música moderna no se puede .conciliar jamás
con la sociedad qu_e la produce, sino que tanto
er1 su for~a como en su contenido, ambos in-
tensos y con frecuencia •elaborados hasta la ex-
tenuación, la música puede ejercer como
callado testigo de la inhumani_dad que la ro-
dea. Toda asimilación de la obra musical indi-
vidual en su escenario social es, según Adorno,
falsa. Concluiré con la idea de que el hogar
provisional del intelectual es la esfera de un
arte exigente, I'esistente e intransigente al qué,
por desgracia, no podemos retirarnos ni acu-
dir en busca de soluciones. Pero solo en ese
precario ámbito de exilio podemos, primero,
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comprender la dificultad que en verdad encierra
lo que no ·se puede COJilprender y, -después,
.continuar av·a nzando y, pese a todo, continuar
intentándolo.

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