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“Ante la ley”, de Kafka

(Interpretación Por Julián Axat * y Guido L. Croxatto ** para Página/12)

En su cuento “Ante la ley”, Kafka relata una escena inquietante y famosa, que resume su
visión de las leyes (Kafka, además de un gran escritor, era un gran abogado). La escena
sobre el final del cuento es una metáfora sobre los guardianes de la ley. Sobre los que se
presentan como guardianes del derecho. Un campesino humilde (¿qué puede saber de
derecho?) llega a las puertas de la Justicia, las grandes, pesadas, tantas veces
mencionadas, jamás franqueadas, puertas del Derecho. Cuando el campesino está por
atravesar esa puerta, aparece un guardián. El campesino se detiene. Hablan. El campesino
siente miedo.

Descubre que no hay una relación directa con sus derechos, están también los mediadores:
los abogados guardianes de la ley. Ante ellos debe presentarse. Pedir permiso. Decide no
pasar. No entrar (al Derecho). Prefiere esperar. Se queda en un costado. Pasan las horas,
los días, los años. El campesino ve su vida diluirse, sin atreverse a pasar la puerta,
franqueada por el enorme guardián, que le advierte: detrás mío hay otros guardianes, cada
uno más grande e intimidante que el anterior. Son los guardianes del Derecho. De la
Justicia. El acceso al derecho debe ser libre. Justo. Pero no. Pasan más años. El campesino
ha envejecido. Respira con dificultad. Cuando está a punto de morir, el guardián se acerca.
El campesino, intimidado, le pregunta: ¿por qué, si ésta es la puerta de la Justicia, nadie
más que yo ha venido a cruzarla, porque he estado siempre solo? El guardián, subiendo
la voz para que el campesino escuche bien, le contesta al oído: porque nadie más que tu
podía cruzarla. Esta puerta estaba abierta solo para ti. Ahora voy a cerrarla.

Era la puerta de la Justicia. El campesino encarna al pueblo. El guardián es el abogado.


O el juez. O el profesor de derecho. O la asociación de magistrados: los guardianes de la
ley. Sus intérpretes.

La metáfora del guardián del derecho de Kafka es famosa. Es una ironía con los que se
dicen guardianes de un Derecho que no fue defendido con el mismo ahínco cuando los
golpes de Estado se hacían en nombre de la Constitución y la democracia. O cuando solo
las madres salían a la calle a denunciar el secuestro y asesinato de sus hijos. No había
guardianes. Defender la Constitución es defender las garantías. Defender la
Constitución es defender el Derecho. Los derechos. La identidad. Que durante
muchos años no podía ser conocida.

La metáfora de Kafka apunta a un derecho esencial: el acceso a la Justicia. Que es el


acceso a la palabra. Acceder al derecho es tener identidad. Esto es lo que ha hecho,
durante muchos años, el derecho argentino. Devolver la palabra. Abrir las puertas. Tener
memoria. Atreverse a pensar.

* Defensor juvenil. ** Asesor de la Secretaría de Derechos Humanos.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-219945-2013-05-14.html

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