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Historia de España

1º Prueba de Acceso a la Universidad

EvAU Comunidad Foral de Navarra

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
TEMA 8–la restauración borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo sistema político (1874-1902)

8.1 LA RESTAURACIÓN DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA, LA CONSTITUCIÓN DE 1876, BIPARTIDISMO Y MANIPULACIÓN


ELECTORAL (1875-1902)

El pronunciamiento del general Martínez Campos en diciembre de 1874, apoyado por el ejército y las fuerzas
conservadoras, significó la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Antonio Cánovas
del Castillo fue el encargado de asumir la regencia hasta el regreso del rey en enero de 1875. Esto generó la
satisfacción del sector conservador.
Existían una serie de problemas como el bipartidismo, el intervencionismo de militares en política y los
enfrentamientos civiles, pero Cánovas estableció unos objetivos, como el fin de los conflictos bélicos. Por ello
finaliza el carlismo ya que se reconoce a Alfonso XII como rey, y en 1876 Carlos VII cruza la frontera. Finalmente,
se abole el régimen foral del País Vasco por lo que debieron pagar impuestos y realizar el servicio militar. Sin
embargo, tenían cierta autonomía fiscal a cambio de un cupo. También se dio fin a la Guerra de Cuba en 1878
mediante la Paz de Zanjón, que incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud, reformas políticas y
administrativas, y la presencia de Cuba en las Cortes españolas.
Es necesaria una nueva constitución, por lo que se elabora la Constitución de 1876, la cual será conservadora
inspirada en los valores históricos tradicionales: monarquía, religión y propiedad. Se estableció el sufragio
censitario hasta 1890, cuando se aprueba el sufragio universal masculino. La soberanía era compartida lo que le
daba derechos al rey como el del voto, poder nombrar ministros y convocar o disolver cortes sin contar con el
gobierno. Además, el rey debía ejercer de árbitro en la vida política. Se proclamaba la confesionalidad católica
del Estado y declaraban el derecho de imprenta, expresión, asociación y reunión.
Cánovas diseñó un sistema bipartidista y de alternancia que se basa en un turno pacífico para otorgar una
estabilidad institucional y evitar la intervención del ejército en la política, ya que este estaba subordinado al
poder civil. Se renuncia a los pronunciamientos. Existían dos partidos líderes que participaron en la década
moderada: el partido conservador de Cánovas y el partido progresista liberal de Sagasta. El requisito para
participar era aceptar tanto a Alfonso XII como la alternancia de poder.
El bipartidismo se daba entre conservadores y liberales, los cuales tenían ciertas semejanzas, como la defensa
de la monarquía, Constitución, propiedad privada y Estado liberal centrista. Sin embargo, los liberales defendían
el sufragio universal y eran proclives a un reformismo social de carácter más laico. A pesar de sus diferencias, se
consigue una estabilidad institucional, mediante un acuerdo táctico que dictaba que ningún partido podía
promover leyes que fueran a ser derogadas por el otro partido al llegar al poder. Esto funcionó gracias a la
manipulación electoral, conocida como pucherazo, y al caciquismo.
El desarrollo del turnismo durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de Mª Cristina se caracteriza por la
alternancia entre Cánovas y Sagasta del 1875 al 1898. Tras la muerte prematura de Alfonso XII en 1885 se firmó
el Pacto de Pardo para asegurar este sistema político de alternancia. El gobierno de Sagasta (1885-1890) se
caracteriza por establecer el sufragio universal masculino en 1890 y por abolir definitivamente la esclavitud de
Cuba.
El sistema canovista funcionó a pesar de atravesar dos momentos críticos: la muerte de Cánovas del Castillo
(1897) y el impacto del “Desastre del 98”, con la pérdida de las últimas colonias, que erosionó a los partidos
dinásticos ya que dependían excesivamente de la personalidad de sus líderes, provocando disidencias internas y
la descomposición de ambos partidos, aunque este sistema como tal perduró hasta años después.

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8.2 LA CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS: EL REGENERACIONISMO

En 1895 estalló en Cuba una nueva insurrección, a la que se sumó más adelante la rebelión de las islas Filipinas.
Después de una breve guerra con Estados Unidos en 1898, España perdió sus últimos territorios coloniales y
quedó inmersa en una grave crisis política y moral, conocida como la crisis del 98.
Las insurrecciones en Cuba fueron casi permanentes desde 1868. La Paz de Zanjón de 1878 hace que los
coloniales pidan derechos a la metrópoli, aunque no se les conceden. En el año 1879 se da la Guerra Chiquita. El
político José Martí impulsó la insurrección conocida como “Grito de Baire”, la cual llega hasta la Habana y que

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inicia la II Guerra de Cuba (1895-98). Las causas políticas eran el descontento con la metrópolis ya que no
introducen reformas, los deseos de independentismo y la existencia de tres partidos políticos: partido
autonomista, Partido Independentista y Partido Revolucionario Cubano (fundado por José Martí). Las causas
económicas eran que Cuba no podía comerciar con EE. UU., principal comprador de productos como azúcar o
tabaco, además, España impuso el proteccionismo.
EL desarrollo de la guerra comenzó con el envío del general Martínez Campos, el cual no pudo reprimir la
revuelta, por lo que se le sustituye por Valeriano Weyler, el cual empleaba métodos más contundentes. Este
general llevó a cabo una “concentración de campesinos” para aislarlos. El objetivo de la paz en este conflicto era
muy difícil pues había hambrunas, epidemias y muertes. Tras el asesinato de Cánovas del Castillo, Sagasta
apuesta por la reconciliación. Se concedió la autonomía, el sufragio universal, la igualdad de derechos entre
insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Sin embargo, era demasiado tarde puesto que Cuba contaba
con el apoyo de EE. UU.
La intervención estadounidense se inició por su expansión por el Pacífico, cuando el presidente McKinley
apoyaba a los insurrectos en Cuba, enviándoles armas. En 1898 EE. UU. declaró la guerra a España con la excusa
del hundimiento de Maine. Tanto la batalla de Santiago como la batalla de Cavite en Filipinas resultan en la
derrota española, por lo que en el año 1898 se firma la Paz de Paris, gracias a la cual Cuba y Filipinas se convierten
en Protectorado estadounidense. Se pone fin a la presencia española en ultramar, y España pasa a tener un papel
secundario en el plano internacional.
La pérdida de las colonias se conoce como “el desastre del 98”, el cual supuso una crisis política, aunque no fue
tanta, pero incentivó a los movimientos nacionalistas; una crisis económica que no fue tanta como la que
esperaban, pero, sobre todo, una crisis moral e ideológica, la cual fue importante ya que se generó desencanto
y frustración, y resultó en la desaparición del mito del “imperio español”. Desde fuera, España se veía como un
país moribundo y corrupto (caciquismo).
Un grupo de intelectuales demanda cambios. Opinaban que el catolicismo no favorecía la modernización, y se
preocupaban por el retraso en ciencia y cultura con respecto a Europa. Este movimiento es conocido como
Regeneracionismo. Joaquín Costa fue el máximo exponente de este movimiento, en el que tenían una visión
negativa y degenerativa de España. Por ello, proponen mejoras, como alfabetizar a la población, modernizar la
economía, dejar atrás mitos pasados o acabar con el caciquismo. La “Generación del 98” formada por literatos y
pensadores como Unamuno, Valle-Inclán y Pío Baroja, tenía una visión negativa, crítica y pesimista de España.
El fin del modelo creado por Cánovas, los nuevos políticos con Alfonso XIII y la intensificación de los nacionalismos
marcaron el fin de una época.
La derrota militar tuvo también consecuencias en el ejército ya que creció el resentimiento de los militares hacia
los políticos, acusándoles de haber sido utilizados. Frente a un antimilitarismo popular, una parte de los militares
se inclinó hacia posturas más autoritarias y fue tomando cuerpo el convencimiento de que los militares debían
tener más peso en la vida política del país. Esta injerencia militar fue aumentando hasta culminar en el golpe de
Estado de Primo de Rivera en 1923, que inauguró una dictadura que durará hasta 1930.

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