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JURISPRUDENCIA

Roj: SAP M 8199/2018 - ECLI:ES:APM:2018:8199


Id Cendoj: 28079370272018100488
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Madrid
Sección: 27
Fecha: 19/07/2018
Nº de Recurso: 332/2018
Nº de Resolución: 515/2018
Procedimiento: Penal. Apelación procedimiento abreviado
Ponente: JAVIER MARIA CALDERON GONZALEZ
Tipo de Resolución: Sentencia

Resoluciones del caso: SJP, Alcalá de Henares, núm. 6, 27-11-2017,


SAP M 8199/2018

Sección nº 27 de la Audiencia Provincial de Madrid


C/ de Santiago de Compostela, 96 , Planta 10 - 28035
Teléfono: 914934469,4470,4471
Fax: 914934472
NEG. 5 / JU 5
37051540
N.I.G.: 28.014.00.1-2015/0006892
Apelación Sentencias Violencia sobre la Mujer 332/2018
Origen :Juzgado de lo Penal nº 06 de Alcalá de Henares
Procedimiento Abreviado 117/2016
Apelante: D./Dña. Azucena y D./Dña. Edmundo
Procurador D./Dña. ALFREDO GIL ALEGRE y Procurador D./Dña. MARIA BLANCA FERNANDEZ DE LA CRUZ
MARTIN
Letrado D./Dña. NURIA ALONSO MORENO y Letrado D./Dña. MARIA GEMA GARCIA BLAZQUEZ
Apelado: D./Dña. MINISTERIO FISCAL
SENTENCIA Nº 515/2018
Ilmos./as Señores/as Magistrados/as:
Doña CONSUELO ROMERA VAQUERO (Presidenta)
Don MIGUEL FERNÁNDEZ DE MARCOS Y MORALES
Don JAVIER MARÍA CALDERÓN GONZÁLEZ (Ponente)
En Madrid, a diecinueve de julio de dos mil dieciocho.
Vistos por esta Sección Vigésimo Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, en Audiencia Pública y en
grado de apelación, en aplicación del art. 795 LECRIM ., el Procedimiento Abreviado núm. 117/2016 procedente
del Juzgado de lo Penal núm. 6 de Alcalá de Henares por un delito de revelación y descubrimiento de secretos y
de amenazas en el ámbito familiar, siendo partes en esta alzada, como apelantes D. Edmundo , representado
por la Sra. Procuradora de los Tribunales Dª. María Blanca Fernández de la Cruz Martín, y Dª. Azucena ,

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JURISPRUDENCIA

representada por el Sr. Procurador de los Tribunales D. Alfredo Gil Alegre, y como apelados el MINISTERIO
FISCAL y Dª. Azucena , en la representación ya expresada.
Ha sido ponente el Ilmo. Sr. Magistrado D. JAVIER MARÍA CALDERÓN GONZÁLEZ quien expresa el parecer
de la Sala.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Por el expresado Juzgado se dictó sentencia el día 27 de noviembre de 2017 que contiene los
siguientes hechos probados:
"ÚNICO: Se declara probado que en fecha no determinada, pero en todo caso anterior al 16 de octubre de 2015,
Edmundo , mayor de edad, con DNI NUM000 y sin antecedentes penales, y su entonces pareja sentimental
Azucena , grabaron un video de contenido sexual en que ambos participaban con el teléfono móvil del Sr.
Edmundo .
Igualmente se declara probado que en fecha de 16 de octubre de 2015, a las 23:20:21 horas, el Sr. Edmundo
publicó en la web pasión.com el anuncio con número de referencia NUM001 con el contenido "contactos
mujeres en Arganda del Rey (Madrid). Chica joven apuros económicos. Soy chica de 20 años, necesito dinero
para mis cosas e independizarme. 15€ francés a pelo. 25€ vaginal con condón, 50€ Griego. Sin límite de tiempo.
Mi madre también es el segundo teléfono. Edad 20 años. Nombre: Azucena . Teléfono: NUM002 . Dicho
anuncio se acompañaba de una fotografía de la cara de la Sra. Azucena durante la realización de un acto
sexual."
En la Parte Dispositiva de la Sentencia se establece:
"FALLO: ABSUELVO a Edmundo del DELITO DE AMENAZAS EN EL ÁMBITO FAMILIAR de que había sido
acusado.
Condeno a Edmundo como autor de un delito de DESCUBRIMIENTO Y REVELACIÓN DE SECRETOS del artículo
197.7 del Código Penal , sin concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a
la PENA DE MULTA DE DIEZ MESES DE DURACIÓN CON CUOTA DIARIA DE OCHO EUROS, y responsabilidad
personal subsidiaria del artículo 53 del código penal para el caso de impago.
No ha lugar a responsabilidad civil ex delicto.
Condeno a Edmundo al pago de las costas del presente procedimiento.
Notifíquese la presente a las partes y al Ministerio Fiscal.
Notifíquese igualmente a los ofendidos y perjudicados, aun cuando no se hayan mostrado parte en la causa.
Esta Sentencia no es firme. Contra ella cabe interponer recurso de apelación, en el plazo de diez días a contar
desde su notificación, ante este Juzgado para su resolución por la Audiencia Provincial de Madrid.
Déjense sin efecto las medidas cautelares acordadas por Auto de fecha 17 de Octubre de 2015, dictado por el
Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Arganda del Rey en las Diligencias Previas 1871/2015."
Con fecha 15 de enero de 2018, el Juzgado dictó auto de aclaración cuya parte dispositiva dice: "Acuerdo
completar la Sentencia de fecha 27 de noviembre de 2017 en los siguientes extremos: Se incorpora el siguiente
pronunciamiento en el fundamento jurídico sexto: "Del mismo modo ha de imponerse la pena de prohibición
de aproximación a menos de 500 m de la víctima, su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro en que se
encuentre, y de comunicar con ella por tiempo de seis meses. Y ello en base al carácter preceptivo del artículo
57.2 del Código Penal , y la propia dinámica lesiva de los hechos enjuiciados, que permiten inferir un riesgo
objetivo de reiteración delictiva".
En el fallo de la Sentencia donde dice "Condeno a Edmundo como autor de un delito de DESCUBRIMIENTO
Y REVELACIÓN DE SECRETOS del artículo 197.7 del Código Penal , sin concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a la PENA DE MULTA DE DIEZ MESES DE DURACIÓN CON CUOTA
DIARIA DE OCHO EUROS, y responsabilidad personal subsidiaria del artículo 53 del código penal para el caso
de impago." Ha de decir "Condeno a Edmundo como autor de un delito de DESCUBRIMIENTO Y REVELACIÓN
DE SECRETOS del artículo 197.7 del Código Penal , sin concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, a la PENA DE MULTA DE DIEZ MESES DE DURACIÓN CON CUOTA DIARIA DE OCHO
EUROS, responsabilidad personal subsidiaria del artículo 53 del código penal para el caso de impago; y
prohibición de aproximación a menos de 500m de la víctima, su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro en
que se encuentre, y de comunicar con ella por tiempo de seis meses".

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JURISPRUDENCIA

SEGUNDO.- Notificada la sentencia, se interpuso en tiempo y forma recurso de apelación por D. Edmundo
que fue admitido en ambos efectos y del que se confirió traslado por diez días a las demás partes para que
pudieran adherirse o impugnarlo, siendo impugnado por el Ministerio Fiscal y por Dª. Azucena .
Igualmente, se interpuso en tiempo y forma recurso de apelación por Dª. Azucena que fue igualmente admitido
en ambos efectos y del que se confirió traslado por diez días a las demás partes para que pudieran adherirse
o impugnarlo, siendo impugnado por el Ministerio Fiscal.
TERCERO.- Recibidas las actuaciones en esta Audiencia Provincial se formó el correspondiente rollo de
apelación, y se señaló día para la deliberación y resolución del recurso, al no estimarse necesaria la celebración
de vista.
CUARTO.- En la resolución del presente recurso se han observado todos los trámites procesales, salvo el plazo
para dictar resolución, por el cúmulo de trabajo que pesa sobre este Tribunal.

HECHOS PROBADOS
Se aceptan los hechos probados de la sentencia recurrida que se tienen aquí por reproducidos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Por la representación de D. Edmundo se interpone recurso de apelación contra la sentencia dictada
por el Juzgado de lo Penal núm. 6 de Alcalá de Henares, la núm. 478/2017, de 27/11/2017 , en su Procedimiento
Abreviado núm. 117/2016, aclarada por auto de fecha 15/01/2018, viniendo a alegar por vía del error en la
valoración de la prueba, que no había quedado acreditado que la autoría de los hechos pudiese ser atribuida a
su patrocinado. Se mantuvo, a la par, que la prueba tenida en cuenta por la Juzgadora a quo para fundamentar
su pretensión condenatoria había consistido en la testifical de Dª. Azucena , pero que tal elemento probatorio
no reunía los requisitos de ausencia de un ánimo espurio, y de coherencia en sus declaraciones, señalándose
al respecto, la existencia de anteriores procedimientos penales entre iguales partes, de los que cabía inferir
un ánimo espurio de Azucena frente a Edmundo , además de contradicciones en la testigo relativas al uso
por la propia denunciante de la página "pasión.com", siendo por ello, que se entendió que no existía suficiente
prueba de cargo contra el hoy Recurrente. Se instó que previa admisión del recurso de apelación, se revocase
la sentencia condenatoria recurrida, y que se dictase otra por la que se absuelva a su patrocinado del delito
objeto de condena.
Por el Ministerio Fiscal, según escrito de fecha 20/12/2017, se interesó la confirmación de la sentencia
recurrida, afirmando que la resolución era ajustada a derecho, tanto respecto a la valoración de la prueba como
en relación a la aplicación de los preceptos normativos, sustantivos y procesales. Se mantuvo, además, que
las conclusiones alcanzadas por la Juzgadora de Instancia no eran incompletas, ilógicas o contradictorias,
y que la Parte Recurrente pretendía sustituirlas por su valoración subjetiva, más interesada. Se afirmó que la
condena por el delito de descubrimiento y de revelación de secretos, previsto y penado en el art. 197.7 C.P .,
quedaba acreditado de la propia declaración del acusado, y de las manifestaciones de la testigo, en relación a la
grabación de un video de contenido sexual, y a la divulgación por parte de Edmundo del mismo en una página
pública, al ser el propio acusado quien lo detentaba en su teléfono móvil. Se señaló que la Juzgadora había
valorado detalladamente todas las pruebas, y que la Parte Recurrente no había ofrecido ningún argumento
sólido para dudar de la testifical de la denunciante.
Por la representación de Dª. Azucena , en su escrito impugnatorio de fecha 28/12/2017, se mantuvo que
la Parte Recurrente pretendía sustituir el criterio objetivo e imparcial del Juez a quo, por el suyo propio, más
parcial y subjetivo. Se señaló que la valoración probatoria no había sido ilógica, u opuesta a las reglas de la
experiencia y sana crítica, y que las manifestaciones de la denunciante sí reunían los requisitos que la doctrina
exige para entender a tal testimonio como prueba apta y capaz de desvirtuar el principio de presunción de
inocencia del acusado. Se afirmó que el acusado tenía dos terminales móviles, y que Azucena no tenía
acceso al móvil donde se hallaban esas grabaciones. Se mantuvo, igualmente, que el propio acusado había
reconocido el uso de la esa página web "pasión.com", colgando fotos de contenido erótico tanto desde su
propio teléfono móvil, como desde el teléfono de su patrocinada. Se señaló que la autoría de los hechos
había quedado suficientemente probada, al ser el acusado quien grabó el video en su terminal, subiéndolo
posteriormente a esa página pública, así como cierta fotografía erótica obtenida de aquella grabación y sin
que Edmundo hubiese cedido ni esas imágenes ni su terminal a tercera persona. Se afirmó que era ilógica
la argumentación de que su patrocinada hubiese subido esas fotografías, por cuanto que únicamente era ella
misma quien velaba por su imagen, honor e intimidad.

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JURISPRUDENCIA

Y por la representación de Dª. Azucena , en su escrito de fecha 18/12/2018, se interpuso también recurso
de apelación contra la citada sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal núm. 6 de Alcalá de Henares,
viniendo a alegar, por vía del error en la valoración de la prueba en relación al delito de amenazas en el ámbito
familiar, que las manifestaciones de su patrocinada eran suficientes para enervar el principio de presunción de
inocencia del acusado en relación a ese ilícito penal, al haber sido amenazada de muerte, lo que se corrobora
por los mensajes de WhatsApp obrantes en las actuaciones. Se mantuvo, igualmente, su disconformidad con
el pronunciamiento denegatorio respecto a la responsabilidad civil derivada del delito de descubrimiento y
revelación de secretos, dado que tales hechos habían originado un daño moral a su patrocinada que se derivaba
de los Hechos Probados y, con cita de la jurisprudencia relativa al daño moral, se interesó un pedimento
indemnizatorio de 3.000 €. Se instó, en consecuencia, que al admitir esta apelación se revocase la recurrida
en el sentido de condenar al acusado por un delito de amenazas en el ámbito familiar, según la pena solicitada
en su escrito de acusación, y que se determinase una indemnización en favor de la Recurrente por daño moral
en la suma de 3.000 €, con imposición de las costas de ambas instancia al acusado.
Por el Ministerio Público, en su escrito impugnatorio de 26/02/2018, se entendió que no existía error en la
valoración de la prueba en relación al delito de amenazas en el ámbito familiar, habiéndose alcanzado ese
pronunciamiento absolutorio por la Juzgadora de Instancia por vía del art. 741 LECRIM , y pretendiendo la Parte
Recurrente, que la segunda instancia reexamine la valoración probatoria de la primera, conculcando con ello
el principio de inmediación regente del proceso penal, y sin que la valoración efectuada por la Juzgadora haya
sido parcial o incoherente, entendiendo por ello que el pronunciamiento absolutorio de la sentencia debía ser
confirmado. Y respecto a la pretensión relativa al daño moral instado, con igual cita de la jurisprudencia relativa
a esta cuestión, se entendió que los razonamientos de la Juzgadora a quo comprendidos en el Fundamento
Jurídico Séptimo, debían ser igualmente confirmados dada la falta de informes periciales que determinen la
existencia de previsibles trastornos en su posterior desarrollo afectivo-sexual en la hoy Recurrente.
No constan alegaciones formuladas a este recurso por la representación de D. Edmundo .
Por la Sra. Juzgadora de Instancia, tras valorar las manifestaciones del acusado, D. Edmundo , la testifical
de Dª. Azucena , y la prueba documental obrante en autos, en concreto, la aportada y remitida por la Entidad
Pasicion.com, otorgando mayor credibilidad a las manifestaciones de la testigo que a las del acusado, se
entendió que tal prueba testifical era apta y capaz de enervar el principio de presunción de inocencia de
Edmundo , incardinando su ilícito actuar en el delito de descubrimiento y revelación de secretos del art. 197.7
C.P . En su Fundamento Jurídico Tercero, se descartó la existencia de suficiente prueba de cargo en relación al
delito de amenazas en el ámbito familiar, aludiendo a la generalización y ambigüedad de las manifestaciones
de Dª. Azucena , sin que además los pantallazos de mensajes que obraban a los folios 93 y siguientes,
contuviesen datos necesarios para la correcta identificación de la fecha, de la titularidad y de los números
telefónicos intervinientes, entendiendo, en relación a ese ilícito penal, que debía dictarse un pronunciamiento
absolutorio, y al no reflejar los mismos, por otra parte, anuncios de un mal serio, concreto, real, y creíble. Se
impuso en su Fundamento Jurídico Sexto las penalidades antes determinadas, aclaradas posteriormente por
auto de fecha 15/01/2018. Y en el Fundamento Jurídico Séptimo, relativo a la pretensión de indemnización por
daño moral pretendido por la Acusación Particular, se entendió que no concurrían los pedimentos necesarios
para su admisión al haberse retirado tal anuncio de forma prácticamente inmediata a la recepción de las
llamadas telefónicas recibidas por Azucena , y sin que obrase prueba que demostrase que estos hechos
hubiesen alterado la conducta, o causado desasosiego y distorsión en las relaciones sociales de la testigo.
SEGUNDO.- Debe recordarse, ab initio, que el recurso de apelación constituye un mecanismo que posibilita un
nuevo examen de la causa y el control por el Tribunal ad quem sobre la determinación de los Hechos Probados,
y sobre la aplicación del derecho objetivo efectuadas en la primera instancia, manteniendo la doctrina que
cuando la cuestión debatida en apelación es la valoración de la prueba llevada a cabo por el Juzgador de
instancia en uso de las facultades que le confiere nuestro Ordenamiento Jurídico ( arts. 741 LECRIM ., y art.
117.3 C.E .,), y sobre la base de la actividad desarrollada en el juicio oral, la observancia de los principios
de inmediación, contradicción y oralidad a que esa actividad se somete conducen a que, por lo general,
deba reconocerse singular autoridad a la apreciación de las pruebas hecha por el Juez a cuya presencia se
practicaron, porque es dicho Juzgador a quo quien goza del privilegio de intervenir en la práctica de la prueba
y de valorar correctamente su resultado, apreciando personal y directamente las pruebas ya sean las de la
instrucción, las anticipadas, las preconstituídas, o las del art. 730 de la Ley Procesal Penal , de lo que carece el
Tribunal de apelación, el cual, obligado a revisar la prueba en segunda instancia, debe respetar -en principio-,
el uso que se haya hecho en la instancia de la facultad de apreciar en conciencia las pruebas practicadas,
siempre y cuando tal proceso valorativo se haya motivado y razonado adecuadamente en la sentencia ( SSTC
17/12/1985 , 23/06/1986 , 13/05/1987 , y 2/07/1990 ).

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JURISPRUDENCIA

Consecuencia de lo expuesto, sólo cabe revisar la apreciación probatoria hecha por el Juez de instancia:
a).- cuando aquélla apreciación no dependa sustancialmente de la percepción directa o inmediación que el
Juez tuvo con exclusividad, es decir, cuando no dependa de la credibilidad de los testimonios o declaraciones
oídos solamente por el Juzgador; b).- cuando con carácter previo al proceso valorativo no exista prueba
objetiva de cargo válidamente practicada, en cuyo caso se vulnera el principio de presunción de inocencia;
c).- cuando un ponderado y detenido examen de las actuaciones ponga de relieve un manifiesto y claro error
del Juzgador de instancia de tal magnitud -razonamiento absurdo, ilógico, irracional o arbitrario-, que haga
necesaria, empleando criterios objetivos y no interpretaciones discutibles y subjetivas, una modificación de los
hechos declarados probados en la sentencia ( STS 29/12/1993 y STC 1/03/1993 ). Labor de rectificación esta
que, además, como ya indicamos, será más difícil cuanto más dependa la valoración probatoria a examinar
de la percepción directa que se tiene en la instancia, pero no imposible cuando las pruebas valoradas se
hayan practicado sin observancia de los principios constitucionales o de legalidad ordinaria. Si la prueba ha
respetado los principios de constitucionalidad y legalidad ordinaria y su interpretación no llega a conclusiones
notoriamente ilógicas o incongruentes por contrarias a las evidencias de su resultado, el Tribunal ad quem no
debe alterar las apreciaciones llevadas a cabo por el Juzgador a quo en la valoración de la misma.
Respecto del visionado de la grabación del juicio oral, como también recuerda la doctrina ( STC 18/05/2009 ),
el mismo no puede sustituir a la inmediación que supone el examen personal y directo de las personas que
declaran, lo que implica la concurrencia espacio-temporal de quien declara y ante quien se declara, ya que la
garantía constitucional estriba tanto en que quien juzga tenga ante sí a quien declara, como en que el declarante
pueda dirigirse a quien está llamado a valorar sus manifestaciones.
TERCERO.- Centrada así la cuestión, cabe afirmar que el derecho a la presunción de inocencia, consagrado en
nuestro sistema con rango de derecho fundamental en el art. 24 C.E ., implica que toda persona acusada de un
delito debe ser considerada inocente hasta que se demuestre su culpabilidad con arreglo a la Ley, según recoge
el art. 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos ; el art. 6.2 del Convenio para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, y el art. 14.2 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos . Esto supone que es preciso que se haya practicado una mínima prueba de cargo, cuya
iniciativa corresponde a la acusación, que sea suficiente para desvirtuar esa presunción inicial ( STS núm.
251/2004 ).
Procede pues, analizar: A).- Que exista en las actuaciones prueba practicada como fundamento de la condena
(prueba existente) ( SSTC núm. 31/1981 , núm. 124/1983 y núm. 17/1984 ); B).- Que dicha prueba de cargo
haya sido obtenida y aportada a las actuaciones con observancia de las garantías constitucionales y de las
normas aplicables en cada caso y a cada medio de prueba (prueba lícita) ( SSTC núm. 150/1989 , núm.
134/1991 y núm. 76/1993 ); y C).- Que esa prueba de cargo, lícitamente obtenida y aportada al proceso,
pueda considerarse suficiente para justificar un pronunciamiento condenatorio (prueba suficiente) ( SSTC núm.
31/1981 , núm. 217/1989 y núm. 117/1991 ). Además esta suficiencia ha de exigirse con rigor ya que toda duda
razonable en materia de prueba, ha de resolverse conforme al principio "in dubio pro reo" a favor del acusado
( STS núm. 97/2012, de 24/02 ). Debe incidirse en que no puede prescindirse de la ineludible necesidad de
desplegar una prueba de cargo, razonablemente suficiente, para desvirtuar la presunción de inocencia del
acusado. Presunción que no solo constituye un derecho fundamental declarado en nuestra Constitución sino
que además es el "eje" alrededor del cual giran las demás garantías procesales y en definitiva el funcionamiento
de todo el procedimiento penal. ( STS de 2/12/2003 ).
Señala también el Tribunal Constitucional ( STC núm. 137/88 de 7/07 ), que la presunción de inocencia
ocasiona un desplazamiento de la carga de la prueba a las partes acusadoras a quienes incumbe
exclusivamente probar los hechos constitutivos de la pretensión penal, debiendo ser suficiente para generar en
el Juzgador la evidencia de la existencia un hecho punible y de la responsabilidad penal que haya tenido en él el
acusado, así como sustentarse la actividad probatoria en auténticos medios de prueba obtenidos con respeto
a los derechos fundamentales y practicados en el juicio oral bajo los principios de igualdad, contradicción,
inmediación y publicidad.
CUARTO.- La doctrina ( STS de 28/09/1988 , 5/11/19 , 21/03/1995 , 18/09/1995 , 3/04/1996 , 27/07/1996 ,
30/11/1996 , 26/04/2000 y 07/07/2000 ) en relación con el afirmado mayor valor probatorio de la declaración
de la víctima perjudicada, ha establecido que tal testimonio puede ser prueba de cargo hábil, apta y bastante
para enervar el derecho fundamental a la presunción de inocencia ( art. 24 C.E .), atendiendo a que el
marco de clandestinidad en que se producen determinados delitos, lo que impide, en ocasiones, disponer
de otras pruebas. Pero para que la convicción inculpatoria se alcance a través del testimonio de la víctima,
que se convierte, además, en testigo único o por lo menos principal, es necesario que vaya acompañado de
determinados requisitos, tales como:

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JURISPRUDENCIA

1.- Ausencia de incredulidad subjetiva. La comprobación de la concurrencia de este requisito exige un examen
minucioso del entorno personal y social que constituye el contexto en el que se han desarrollado las relaciones
entre el acusado y la víctima, cuyo testimonio es el principal basamento de la acusación. Es necesario
descartar, a través del análisis de estas circunstancias, que la declaración inculpatoria se haya podido prestar
por móviles de resentimiento, venganza o enemistad y, al mismo tiempo, excluir cualquier otra intención espuria
que pueda enturbiar su credibilidad. Sólo de esta forma se puede establecer una primera base firme para llegar
a un principio de convicción inculpatoria.
2.- Verosimilitud del testimonio. No basta con el requisito anterior, sino que también es necesario que
nos encontremos ante una manifestación que, por su contenido y matices, ofrezca sólidas muestras de
consistencia y veracidad. La mejor forma de conseguir este objetivo pasa por contrastar las afirmaciones
vertidas por el testigo, con los demás datos de carácter objetivo que bien de una manera directa o periférica
sirvan para corroborar y reforzar aspectos concretos de las manifestaciones inculpatorias. Este apoyo material
sirve para reforzar la credibilidad, no sólo de la persona que vierte la declaración, sino también la verosimilitud
del dato facilitado. Es evidente que esta exigencia debe aquilatarse y extremarse en aquellos casos en los que
la infracción, por sus especiales características, no ha dejado huellas o vestigios materiales de su ejecución.
Tal requisito en el testimonio incriminatorio, ha de ser lógico y estar en lo posible, rodeado de datos periféricos
corroboradores de carácter objetivo, obrantes en el proceso, lo que supone, que el propio hecho de la existencia
del delito, esté apoyado en algún dato añadido a la pura manifestación subjetiva de la víctima.
3.- Persistencia en la incriminación. Por último debe comprobarse cuál ha sido la postura del testigo
incriminador a lo largo de las actuaciones, tanto en la fase de investigación como en el momento del juicio
oral. Persistencia en la incriminación que debe ser prolongada en el tiempo, reiteradamente expresada,
y expuesta sin ambigüedades ni contradicciones. En relación a la persistencia, la doctrina ( STS núm.
667/2008 de 5/11 ) también afirma que supone: a).- Ausencia de modificaciones esenciales en las sucesivas
declaraciones prestadas por la víctima sin contradecirse ni desdecirse. Se trata de una persistencia material en
la incriminación, valorable «no en un aspecto meramente formal de repetición de un disco o lección aprendida,
sino en su constancia sustancial de las diversas declaraciones» ( STS 18/06/1998 ); b).- Concreción en la
declaración que ha de hacerse sin ambigüedades, generalidades o vaguedades. Es valorable que especifique y
concrete con precisión los hechos narrándolos con las particularidades y detalles que cualquier persona en sus
mismas circunstancias sería capaz de relatar; y c).- Coherencia o ausencia de contradicciones, manteniendo
el relato la necesaria conexión lógica entre sus diversas partes (STAP Madrid, Sección 30º, núm. 549/2013,
de 11/11).
La jurisprudencia, igualmente, mantiene en relación al cumplimiento del requisito de la persistencia en
la incriminación, que es lógico que se produzcan de forma inevitable ciertas diferencias, omisiones y
contradicciones, atendiendo bien a que el testigo en el plenario no tiene en la memoria las mismas imágenes,
los datos concretos y las palabras que utilizó en sus primera declaración prestada bien en sede policial o en
fase de instrucción; bien porque un mismo hecho nunca es relatado o expuesto con los mismos términos en
dos ocasiones diferentes por el mismo testigo; o bien porque es obvio que la persona que trascribe la primera
declaración en el acta no plasma literalmente todo su contenido, sino que varía incluso involuntariamente los
vocablos, expresiones y giros lingüísticos utilizados por el testigo, alteraciones estas de muy difícil evitación
y que acaban afectando ineludiblemente al contenido del testimonio prestado. Atendiendo a tales parámetros
de interpretación, la doctrina entiende que no cabe desvirtuar de plano un testimonio por la circunstancia de
que no coincida literalmente con otro anteriormente prestado por el mismo testigo en la causa, debiendo en
estos supuestos el Juzgador ponderar si las discrepancias entre los dos testimonios afectan a hechos o a
datos esenciales o nucleares, o si solo conciernen a meras circunstancias periféricas o secundarias, dado que
en este último caso no pude considerarse que la testifical quede mermada en su virtualidad verificadora. Debe,
en consecuencia, considerarse si tales divergencias alegadas en el acto del juicio oral lo son porque se está
faltando a la verdad, o si obedecen a un mero error interpretativo, o a un dato que no se facilitó anteriormente
porque no se preguntó al testigo al respecto del mismo, e incluso si se expresó el mismo de forma errónea o
equivoca respecto de tal cuestión (STAP Madrid, Sección 30º, núm. 549/2013, de 11/11).
Estos requisitos, como igualmente indica la doctrina ( STS 7/07/2000 , y núm. 3536/2010 , de 21/05), no son
"exigencias condicionantes de su objetiva validez como prueba, sino de criterios de ponderación que señalan
los cauces por los que ha de discurrir un proceso valorativo verdaderamente razonable" ( STS núm. 3536/2010,
de 21/05 ). Y en relación al pretendido error valorativo, con su incidencia en el ámbito de la presunción de
inocencia del art. 24 C.E ., ha de indicarse que se encuentra muy asentado el criterio (por todas, la reciente STS
de 12/04/2016 ) que sostiene que la sentencia que fundamenta el fallo, y en concreto la declaración de hechos
probados, en pruebas de carácter personal, como son las declaraciones del propio acusado y de los testigos
presenciales, no puede ser modificada por un Tribunal superior que no ha tenido ocasión de presenciar, con
la insuperable ventaja de la inmediación, la práctica de esas pruebas y, por lo tanto, carece de la posibilidad

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JURISPRUDENCIA

de modificar la valoración que de esos elementos probatorios hizo el Juzgador o Tribunal sentenciador en
el ejercicio de la soberana competencia que le atribuye el art. 741 LECRIM ., para valorar en conciencia esas
pruebas. Y del mismo modo, y de forma paralela, también ha de incidirse que el pronunciamiento del Juzgador
o Tribunal a quo sobre la credibilidad que le merezca la declaración de la víctima, o de otros que deponen ante
él, es ajena al recurso por las mismas razones, pues dicho pronunciamiento depende muy especialmente de
la percepción inmediata de las declaraciones de la que esta Sala de Apelación carece (en el mismo sentido,
STC núm. 46/2011, de 11/04 ; STEDH de 22/11/2011 ; STS de 26/01 y 1/02/2012 ). De suerte que, en uno y
otro caso, el resultado valorativo de esas pruebas personales al que llegó el Juzgador o Tribunal de instancia
únicamente podría ser invocado en vía de recurso "cuando el contenido de las pruebas de cargo y de descargo
evidencien fehacientemente unas conclusiones irracionales, absurdas, meramente voluntaristas o arbitrarias"
( STS de 16/12/2010 ).
Este mismo criterio se expresa en otras muchas resoluciones, como la Sentencia del Tribunal Supremo de
1/02/2012 , en la que con meridiana claridad se afirma que "ni el Tribunal Supremo ni ningún otro pueden
legalmente exigir a los Jueces y Tribunales la forma y manera con que han de valorar las pruebas que se
practican a su presencia, con inmediación, oralidad y contradicción, sobre todo cuando se trata de pruebas
de carácter personal, porque en esa función el art. 741 LECRIM ., consagra la absoluta y exclusiva soberanía
del Juzgador de instancia y solo le requiere a que evalúe "en conciencia" esos elementos probatorios. Por eso
mismo, los Tribunales superiores no están facultados para imponer requisitos en el ejercicio de esa función,
sino solamente -como tantas veces se ha dicho por esta Sala- proponer pautas meramente orientativas para
el ejercicio de esa actividad valorativa de las pruebas personales. Esta es la razón por la que, en todo caso, la
credibilidad que los Jueces o Tribunales sentenciadores otorgan a quienes deponen ante ellos no pueda ser
objeto de revisión, con la única excepción de que la valoración de esos testimonios de los perjudicados o de
otros comparecientes se revela manifiestamente absurda, ilógica o arbitraria atendido el contenido objetivo de
las mismas o que se constaten datos de suficiente entidad no valorados por el Tribunal a quo que evidencien
la mendacidad del testimonio de la víctima o fundamenten una duda racional y razonable de la veracidad de
aquélla" (y en igual sentido STAP Madrid, Sección 16, núm. 336/2017, de 8/06).
QUINTO.- Según la doctrina (por todas, STAP Barcelona, Sección 6ª, núm. 302/2017 de 24/04) la reforma del
Código Penal operada por LO 1/2015, de 30/03, introdujo el apartado 7 del art. 197 C.P. En el Preámbulo XIII
de la citada Ley Orgánica, según expresa esa sentencia, se dice lo siguiente "Se modifican los delitos relativos
a la intromisión en la intimidad de los ciudadanos, con el fin de solucionar los problemas de falta de tipicidad
de algunas conductas. El vigente artículo 197 contempla como delito, por un lado, el apoderamiento de cartas,
papeles, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos de naturaleza personal de la víctima
y, por otro lado, la interceptación de cualquier tipo de comunicación de la víctima, sea cual fuere la naturaleza y
la vía de dicha comunicación interceptada. Ambas conductas exigen la falta de consentimiento de la víctima.
Los supuestos a los que ahora se ofrece respuesta son aquellos otros en los que las imágenes o grabaciones
de otra persona se obtienen con su consentimiento, pero son luego divulgados contra su voluntad, cuando la
imagen o grabación se haya producido en un ámbito personal y su difusión, sin el consentimiento de la persona
afectada, lesione gravemente su intimidad". Se trataba, en definitiva, de abordar el fenómeno conocido como
"sexting", y por eso tal precepto tipifica y sanciona la conducta del que "sin autorización de la persona afectada
difunda, revele o ceda a terceros imágenes o grabaciones audiovisuales de aquélla que hubiera obtenido con
su anuencia en un domicilio o en cualquier otro lugar fuera del alcance de la mirada de terceros". En igual
sentido la STAP de Alicante, Sección 1ª, núm. 153/2018 de 12/03.
Por tanto, conforme a tal jurisprudencia, la acción típica se refiere a quien "difunda, revele...que hubiera
obtenido con su anuencia en ..." y van referidos a la misma persona que obtiene las imágenes o las grabaciones
audiovisuales. Imágenes o grabaciones audiovisuales en las que de acuerdo con su tenor literal, deben
concurrir dos condiciones, a saber, con anuencia del sujeto pasivo y en un domicilio o en cualquier otro lugar
fuera del alcance de la mirada de terceros. Ello es una consecuencia necesaria al ser la redacción del siguiente
tenor: "... hubiera obtenido con su anuencia ...", pues la palabra anuencia significa consentimiento (acción y
efecto de consentir), y consentir significa permitir algo. Por tanto, se trata de una conducta que sólo puede
ser cometida por aquél que ha obtenido las imágenes o grabaciones audiovisuales con el consentimiento de
la víctima. En apoyo de tal interpretación cabe añadir, además, que la redacción exige que las imágenes o
grabaciones de la persona afectada se hubieran obtenido " en un domicilio o en cualquier otro lugar fuera
del alcance de la mirada de terceros ", lo que cierra la posibilidad de que la persona investigada, encausada
o acusada hubiera "obtenido" la grabación mediante la recepción de las imágenes o grabaciones en lugar
distinto del domicilio de la persona afectada. Y, siendo así, la única interpretación lógica es la que precisa de la
captación de la imagen o grabación directamente por el sujeto activo del delito "con la anuencia" de la víctima.
La dicción típica patentiza que el objeto material del delito no sólo se integra por imágenes o grabaciones
audiovisuales de carácter sexual. Se extiende, por tanto, a cualquier actividad que pueda calificarse de íntima.

7
JURISPRUDENCIA

A tal efecto, conviene recordar que el bien jurídico protegido es la intimidad individual, de modo que, aunque
la idea de secreto pueda ser más amplia y vinculada a los conocimientos sólo al alcance de unos pocos,
debe conectarse necesariamente con la intimidad o privacidad, pues esa es la finalidad protectora del tipo.
En este sentido, la STS núm. 666/2006, de 19/06 , mantiene que " la idea de secreto en el art. 197.1 C.P .,
resulta conceptualmente indisociable de la de intimidad: ese «ámbito propio y reservado frente a la acción y
el conocimiento de los demás» ( SSTC núm. 73/1982 y núm. 57/1994 )". Así se desprende de la ubicación del
precepto en el Título dedicado a los delitos contra la intimidad, y es coherente con su propia redacción.
Y a tales efectos, conviene destacar que el derecho a la intimidad se integra por dos elementos: a).- La esfera
íntima, que se determina conforme a parámetros objetivos, esto es, los criterios culturales dominantes en la
sociedad en cada momento histórico. Por ello, tienen la consideración de datos protegidos por el secreto,
los vinculados a la personalidad (partes del cuerpo íntimas, orientación y vida sexual, filiación y origen de
la filiación, momentos de dolor y postración, datos médicos, consumo de alcohol y adicciones, aspectos
relacionados con las creencias personales, religiosas, ideológicas, etc...), o los vinculados a la vida familiar
(los mismos aspectos que integran la esfera íntima personal, si bien referentes a la vida de otras personas con
las que se guarde especial y estrecha relación); y, b) La reserva o ausencia de publicidad sobre dicha esfera,
lo que se determina conforme a parámetros subjetivos. Y por último, el tipo se configura, en todo caso, como
delito de resultado, pues exige el efectivo menoscabo de la intimidad, que, además, ha de ser grave.
SEXTO.- Principiando por el recurso interpuesto por la representación de D. Edmundo , solo cabe afirmar
que en el presente supuesto, la Sra. Magistrada-Juez a quo analiza minuciosamente, de forma coherente y sin
incongruencia alguna en la sentencia impugnada, el resultado de la prueba practicada en el acto del plenario
con todas las garantías procesales, describiendo el ilícito actuar del Recurrente, esto es, el sucedido sobre las
23,20 horas del día 16/10/2015, donde se colgó un anuncio por parte de D. Edmundo expresamente contenido
en el "factum" de la sentencia recurrida, con la fotografía de Azucena ofreciendo distintos servicios sexuales
a cambio de diferentes cantidades de dinero, en la citada página de contactos sexuales "pasión.com", y todo
ello, con la intención de atentar contra su intimidad y privacidad.
Tal y como refleja de forma pormenorizada la Sra. Juzgadora a quo, al analizar todo el acervo probatorio
ante ella misma celebrado, de una forma racional, coherente y lógica, de las manifestaciones del acusado en
relación a esa ilícita actuación, se comprobó, aunque se hubiese negado por Edmundo , la autoría de ese
concreto anuncio, el reconocimiento por parte del acusado de la grabación de videos de contenido sexual
entre el mismo y Azucena , correspondiendo esa concreta fotografía - la del anuncio publicado- a uno de
esos encuentros sexuales por el mismo grabado; a que era el propio acusado quien tenía en su poder esas
grabaciones de tales características; y que en el acto del plenario Edmundo , según se aprecia del visionado
del plenario, describió de forma detallada el uso que de esa página web había hecho, publicando anteriores
y previos anuncios, a cambio de dinero, tanto a través de su teléfono móvil como desde el de titularidad de
Azucena . Afirmó, además, no recordar las cuestiones que le fueron preguntadas respecto del contenido de
los mensajes de WhatsApp aportados por la propia Acusación Particular.
Frente a ello, las manifestaciones de la testigo Dª. Azucena han sido persistentes, en los hechos nucleares y
han de entenderse como verosímiles, además de carentes de móviles espurios, indicando la denunciante que
no dio su consentimiento a Edmundo para que colgase un anuncio de contenido sexual en esa web llamada
"pasion.com", con una de las fotografías de un video, de igual contenido sexual, que había consentido grabar,
haciéndolo el acusado con su teléfono móvil, y en el que ofrecían servicios sexuales a cambio de diferentes
cantidades de dinero, señalando además la testigo que ella no tenía acceso a ese teléfono móvil del acusado
donde guardaba esos videos desde seis meses antes de la ruptura sentimental habida entre ellos mismos, y
que en ese anuncio, además de su fotografía, se hacía constar su nombre y número de teléfono, respondiendo
tal imagen a un encuentro sexual habido con el propio acusado, a la par de negar haber publicado previos
anuncios en tal página web. Tales manifestaciones están corroboradas por la propia fotografía obrante al
folio 32, donde se constata el aludido anuncio, expresamente referido en el "factum" de la sentencia, con la
imagen de la testigo con los ojos cerrados y con un pene situado en su barbilla. Tal anuncio, como reconocieron
Edmundo y Azucena en el plenario, se publicó en fechas muy próximas a la ruptura sentimental habida entre
los mismos.
Y en relación a los motivos argüidos en el recurso de Edmundo , ha de indicarse que en modo alguno puede
suponerse la concurrencia de un ánimo espurio en el testimonio de Azucena , que habría de incardinarse
en el requisito de ausencia de incredibilidad subjetiva, y que la Parte Recurrente incardina en las supuestas
denuncias que Edmundo dijo que le había interpuesto Azucena , siendo absuelto, según mantuvo, de
todas ellas, careciendo tal afirmación de todo soporte documental, y como ya se ha dicho, este testimonio,
compartiendo el criterio de la Magistrada de Instancia, ha de entenderse, en relación a los hechos nucleares
denunciados, como persistente y corroborado por el aludido anuncio obrante al folio 32 de las actuaciones.

8
JURISPRUDENCIA

Por todo ello, la Juzgadora a quo, tras el oportuno proceso de inferencia expresamente motivado y razonado,
concluyó la autoría por parte del acusado de estos hechos, y como ya se ha señalado, las conclusiones
a las que llegó en su sentencia la Juzgadora no pueden considerarse ilógicas, irrazonables o arbitrarias,
visto el contenido de la denuncia formulada por Azucena obrante a los folios 1 y siguientes, según prueba
documentada consistente en el atestado del Puesto de la Guardia Civil del Puesto de Arganda del Rey de fecha
17/10/2015, de su declaración en sede judicial obrante a los folios 29 a 31; de la fotografía obrante al folio
32 de las actuaciones; de la declaración de Edmundo en sede de instrucción, obrante a los folios 35 a 37;
y fundamentalmente, del resultado de las pruebas practicadas en el acto del juicio oral en condiciones de
inmediación, oralidad, publicidad, contradicción e igualdad de armas.
En consecuencia, las pruebas practicadas en el acto del juicio oral han revestido entidad suficiente para enervar
el principio de presunción de inocencia que amparaba al acusado, tratando el hoy Recurrente de sustituir la
valoración de las mismas, efectuada en conciencia por la Juez a quo, con arreglo a lo dispuesto en el art. 741
LECRIM ., por su propia y necesariamente interesada valoración de los hechos, que no se compadece con el
resultado de aquéllas.
En base a lo expuesto, cabe afirmar que la apelación interpuesta por la representación de D. Edmundo no
puede prosperar, al no apreciarse, ni error en el proceso valorativo efectuado por la Juzgadora de Instancia, ni
vulneración del principio de presunción de inocencia, al concurrir suficiente prueba de cargo, entendiendo, en
consecuencia, que la sentencia dictada es conforme a Derecho.
SÉPTIMO.- Y continuando por el recurso interpuesto por Dª. Azucena , en relación al delito de amenazas en el
ámbito familiar, ha de precisarse si este Tribunal ad quem tiene la posibilidad de revocación de una sentencia
absolutoria, cuando como motivo de recurso se alega la disconformidad de la acusación con los hechos que
declaran probados por el Juzgador de Instancia.
En efecto, la STC de 9/02/2004 afirma que en la "apelación de sentencias absolutorias, cuando aquélla se funda
en la apreciación de la prueba, si en la apelación no se practican nuevas pruebas, no puede el Tribunal ad quem
revisar la valoración de las practicadas en la primera instancia, cuando por la índole de las mismas es exigible
la inmediación y la contradicción", lo que también fue ratificado por la STC núm. 167/2002 manteniendo, a la
par, tal resolución que "consiguientemente se vulnera el derecho a un proceso con todas las garantías cuando
el Tribunal de apelación que ha de resolver un recurso frente a una sentencia absolutoria revisa y corrige la
valoración y ponderación realizada por el Juez de Instancia de las declaraciones del acusado, sin respetar los
principios de inmediación y contradicción, siendo ello necesario para pronunciarse sobre su culpabilidad o
inocencia (FJ 11), vulnerándose paralelamente el derecho a la presunción de inocencia en la medida en que, a
consecuencia de ello, la condena carezca de soporte probatorio (FJ 12)".
Esta doctrina que imposibilita que el Tribunal ad quem revoque una sentencia absolutoria por discrepar de la
valoración probatoria realizada por el Juzgador a quo, se sigue manteniendo en la más reciente doctrina del
Tribunal Constitucional, y así, puede citarse la sentencia núm. 118/2013, de 20/05 , la cual, recordando la ya
citada sentencia núm. 167/2002 , resalta la importancia de los principios de inmediación y contradicción, que
imponen que la prueba personal se practique ante el órgano judicial al que corresponde su valoración, y, en el
caso de la garantía de contradicción "ésta conlleva el que ese examen directo y personal de las personas cuya
declaración va a ser objeto de nueva valoración en la segunda instancia se realice en el seno de una nueva
audiencia en presencia de los demás interesados y parte adversas" ( SSTC núm. 144/2012 y núm. 43/2013 ).
Todo lo indicado también conduce a la imposibilidad de modificar el "factum", de modo indirecto, utilizando
otros elementos de prueba, como la documental o la pericial, si existieran, pues como dijeran las SSTC núm.
144/2012 y núm. 43/2013 , cuando los resultados de esos elementos probatorios en los que la Audiencia basa
la modificación de los hechos probados de la Sentencia de instancia "están absolutamente imbricados ...con
la credibilidad de los testimonios de las pruebas personales que luego se desarrollaron en el plenario", no
se pueden disociar...unos elementos de otros, pues "ello supone una desnaturalización del contenido de la
doctrina emanada de la STC núm. 167/2002 , al ponderarse así con esta fórmula de manera indirecta por el
órgano de apelación pruebas de carácter personal sin las debidas garantías constitucionales y otorgarse por
el mismo una preeminencia al contenido de las declaraciones documentadas sobre los propios testimonios
personales, practicados en el momento cumbre del proceso penal respetando los principios de inmediación
y contradicción".
Finalmente, el Alto Tribunal ha vuelto a pronunciarse en STS de 17/11/2014 en idéntico sentido, manifestando
que "para que el Tribunal de apelación modifique los hechos probados de la sentencia de instancia para
establecer otro relato que conduzca a la condena es condición indispensable que cuente, en condiciones de
publicidad, oralidad e inmediación ante el mismo Tribunal, con las declaraciones de acusado, peritos y testigos.

9
JURISPRUDENCIA

En otro caso es constitucionalmente imposible modificar el relato absolutorio." Este criterio es igualmente
mantenido de forma reiterada por esta Sección (entre otras, STAP, Sección 27ª, núm. 664/2012 de 28/06).
Cosa distinta es que, bajo la excusa de apreciación de pruebas personales, gocen de inatacabilidad sentencias
absolutorias irrazonables, arbitrarias, meramente intuitivas o sin auténtica motivación (STAP Murcia, Sección
3º, núm. 419/2016, de 4/07 ) ya que la solución para esos casos se halla en la solicitud de nulidad. Lo
que ocurre es que desde la reforma del art. 240.2 LOPJ ., operada por LO núm. 19/2003, de 23/12, no es
posible decretar de oficio la nulidad de una sentencia de instancia, si no lo demanda así el recurso, quedando
esta cuestión a la diligencia y pericia procesal de la parte que formula recurso, que siempre puede acudir
al motivo por quebrantamiento de garantías procesales, si confía en este cauce procesal para hacer valer
sus pretensiones. Por lo tanto, la única posibilidad de dejar sin efecto la sentencia dictada, anulándola
y retrotrayendo las actuaciones, tendría que fundarse en la constatación que la misma ha incurrido en
arbitrariedad, irrazonabilidad o error patente, dado que la Sala no puede modificar el juicio valorativo del
Juzgador de instancia, ni corregir sus conclusiones, ni cifrar un nuevo relato de hechos probados y fundar
en el mismo una condena sin haber practicado la prueba personal, bajo los principios que rigen la vista oral.
Dicha doctrina ha sido, a su vez, recogida en la Ley núm. 41/2015, de 5/10 de modificación de la LECRIM.,
para la agilización de la justicia penal y el fortalecimiento de las garantías procesales, que se aplicará a los
procedimientos penales incoados con posterioridad a su entrada en vigor, que introduce un párrafo tercero en
el apartado 2 del art. 790 , que queda redactado del siguiente modo: « Cuando la acusación alegue error en la
valoración de la prueba para pedir la anulación de la sentencia absolutoria o el agravamiento de la condenatoria,
será preciso que se justifique la insuficiencia o la falta de racionalidad en la motivación fáctica, el apartamiento
manifiesto de las máximas de experiencia o la omisión de todo razonamiento sobre alguna o algunas de las
pruebas practicadas que pudieran tener relevancia o cuya nulidad haya sido improcedentemente declarada».
Complementando lo anterior con lo dispuesto en el artículo 792.2: « La sentencia de apelación no podrá
condenar al encausado que resultó absuelto en primera instancia ni agravar la sentencia condenatoria que le
hubiera sido impuesta por error en la apreciación de las pruebas en los términos previstos en el tercer párrafo
del artículo 790.2. No obstante, la sentencia, absolutoria o condenatoria, podrá ser anulada y, en tal caso, se
devolverán las actuaciones al órgano que dictó la resolución recurrida. La sentencia de apelación concretará si la
nulidad ha de extenderse al juicio oral y si el principio de imparcialidad exige una nueva composición del órgano
de primera instancia en orden al nuevo enjuiciamiento de la causa».
Pues bien, partiendo de tal criterio, además de tener por reproducidas anteriores manifestaciones, también
ha de compartirse el criterio de la Juzgadora de instancia en relación a la generalización y vaguedad de los
hechos denunciados relativos a las presuntas amenazas en el ámbito familiar, sin ofertar datos periféricos que
pudiesen corroborar las manifestaciones de la denunciante, y más aún, según se constata de ese visionado del
plenario, al afirmar Azucena que las supuestas amenazas de muerte proferidas por Edmundo se realizaron
por teléfono móvil, con el altavoz conectado, y estando presente su propia madre, testigo sensorial que no ha
sido traído, pudiendo hacerlo, al acto del juicio oral.
Señalar también en relación a los mensajes de WhatsApp aportados por la Acusación Particular (folios 92 a
97), como igualmente refiere la Juzgadora que, de su literalidad, no se desprenden expresiones de las que se
pueda concluir el anuncio de un mal serio, concreto, real, creíble y posible, a la par de existir una absoluta falta
de identificación sobre la data, forma y lugar de emisión de tales mensajes, respecto de los cuales, el acusado,
a preguntas de la Sra. Letrada de la Acusación Particular, afirmó no recordar haberlos remitido.
Incidir, a mayor abundamiento, que la doctrina (por todas STS núm. 13/2015, de 19/05 ,y STAP Sección 27ª
Madrid de 12/11/2015 ) en relación al valor probatorio de los mensajes - conversaciones de WhatsApp, o de
otros sistemas de mensajería instantánea- ha mantenido que la prueba de una comunicación bidireccional
mediante cualquiera de los múltiples sistemas de mensajería instantánea, debe ser abordada con todas
las cautelas, por la posibilidad de una manipulación de los archivos digitales, señalándose, además, que la
impugnación de cualquiera de esas conversaciones, cuando son aportadas a la causa mediante archivos
de impresión, desplaza la carga de la prueba hacia quien pretende aprovechar su idoneidad probatoria,
circunstancia que no se ha acreditado fehacientemente en autos por sola y única aportación de tales
"pantallazos".
El recurso interpuesto en relación a este motivo, debe ser, en consecuencia, desestimado.
OCTAVO.- Y por último, respecto a la petición de indemnización derivada del daño moral causado por el delito
de descubrimiento y revelación de secretos, que fue denegada en la sentencia recurrida, ha de señalarse que
el principio de reparación integral que se deriva del art. 109.1 C.P ., permite que este concepto sea uno de los
indemnizables, siendo, a la par, un elemento expresamente mencionado en el art. 113 C.P .

10
JURISPRUDENCIA

La doctrina ha calificado el daño moral como "la indefinible sensación de soledad, desgarro y siempre pérdida
de optimismo, el dolor, el sufrimiento, de pesar o de amargura, que están ahí, sin necesidad de su acreditación,
sin prueba, cuando fluye de manera directa y natural", y que en tales casos "habrá que cuantificar el referido
daño, de modo prudencial, sin más limitación que la impuesta por la racionalidad más elemental" ( STS núm.
264/2009 , 12/03, núm. 105/2005, de 29/01 ; y núm. 988/2013, de 23/12 ; STAP Burgos, Sección 1ª, núm.
449/2014, de 7/11 ). Este concepto de daño moral, en consecuencia, está constituido por los perjuicios que,
sin afectar a las cosas materiales, susceptibles de ser tasadas, tanto en su totalidad como parcialmente en los
diversos menoscabos que puedan experimentar, se refieren al patrimonio espiritual, a los bienes inmateriales
de la salud, del honor, de la libertad y análogos, que son los más estimados y, por ello, más sensibles, más
frágiles y más cuidadosamente guardados, bienes morales que al no ser evaluables dinerariamente para el
resarcimiento del mal sufrido cuando son alterados, imposible de lograr íntegramente, deben, sin embargo, ser
indemnizados, discrecionalmente, como compensación a los sufrimientos del perjudicado por el delito ( STS
núm. 483/2010, de 25/05 y núm. 625/2010, de 6/07 ).
También debe recordarse que su determinación no necesita estar especificada en los hechos probados,
cuando fluye de manera directa y natural del referido relato histórico, pudiendo constatarse de los mismos
un sufrimiento, o un sentimiento de la dignidad lastimada o vejada, susceptible de valoración pecuniaria, sin
que haya en ello nada que se identifique con pura hipótesis, imposición o conjetura determinante de daños
desprovistos de certidumbre o seguridad.
En los delitos de esta esta naturaleza -reiteramos descubrimiento y revelación de secretos- ha de tenerse en
cuenta que el daño moral resulta de la importancia del bien jurídico protegido -intimidad -, y de la gravedad de
la acción que los ha lesionado criminalmente.
El daño moral ( STS núm. 1366/2002, de 22/07 ), en definitiva, no deriva de la prueba de lesiones materiales,
sino de la significación espiritual que el/los delito/s tiene/n con relación con las víctimas. Y en la valoración
de tal concepto, según esta misma jurisprudencia, impera el prudente arbitrio, pues "se trata de valorar
un concepto casi alegal, voluble, cambiante e inclasificable, al que se han opuesto algunos métodos
pseudocientíficos de cuantificación de los daños, que no pueden suplir, a pesar de sus errores, la equidad,
ponderación y humanidad de los Jueces que son y seguirán siendo, el mejor baluarte para compensar el daño
moral" ( SSTS núm. 957/1998, de 16 / 05 y núm. 1159/1999, de 29/05 ), o como señala la STS núm. 625/2010,
de 6/07 "cuando de indemnizar los daños morales se trata, los Órganos Judiciales no pueden disponer de
una prueba que les permita cuantificar con criterios económicos la indemnización procedente, por tratarse de
magnitudes diversas y no homologables, de tal modo que, en tales casos poco más podrán hacer que destacar
la gravedad de los hechos, su entidad real o potencial, la relevancia y repulsa social de los mismos, así como
las circunstancias personales de los ofendidos y, por razones de congruencia, las cantidades solicitadas por
las acusaciones". En definitiva, el daño moral solo puede ser establecido mediante un juicio global basado en
el sentimiento social de reparación del daño producido por la ofensa de la víctima.
Este Tribunal, partiendo de tal doctrina (por todas, la STAP de Alicante, Sección 1ª, núm. 153/2018, de 12/03)
pese a los contornos poco precisos del concepto, entiende que lo que no ofrece duda es que la valoración de
este daño moral está sometida a la apreciación subjetiva del Juzgador, esto es, del órgano sentenciador de
primera instancia, que debe hacerlo sin un criterio tasado, en función de la prueba, y de acuerdo con criterios
de libre y prudente arbitrio judicial. Sin embargo, la libertad de criterio no puede conducir a la arbitrariedad de
forma que, por un lado, el Juez debe motivar su decisión y, de otro, es posible modificar su criterio cuando se
advierta arbitrariedad, irracionalidad o notoria desproporción.
Por ello, la jurisprudencia afirma en relación a los daños y perjuicios morales que son indemnizables y
resarcibles, por regla general, y es preciso para ello que la narración histórica de la sentencia de instancia
consten los datos precisos para la evaluación o cálculo de tales daños; pero cuando se trata de ciertas
infracciones que generan daños morales "strictu sensu", puede bastar la mera perpetración de la infracción y
la plasmación de sus consecuencias, con tal que el daño haya sido producido, natural e inherentemente, por
la infracción, debiéndose, en tales supuestos, cuantificar el referido daño, de modo prudencial, y sin necesidad
de sujetar el arbitrio judicial a parcela, base o condicionamientos de clase alguna. Así ocurre cuando el daño
moral resulta de la importancia del bien jurídico protegido, de la gravedad de la acción que lo ha lesionado
criminalmente, así como de la significación espiritual que el delito tiene con relación a la víctima ( SSTS núm.
1198/2006 de 11 / 12, núm. 131/2007 de 16/02 , y núm. 643/2007 de 3/07 ).
En el supuesto de autos, a diferencia de lo que considera la Magistrada a quo, esta Sala estima que la
intromisión en la esfera personal de Azucena en la forma en que acaeció, conlleva necesariamente un perjuicio
moral que ha de ser indemnizado por el acusado, pero no en la cantidad solicitada de 3.000 €, sino en la que,
conforme a ese criterio de prudente arbitrio judicial, esta Sala de Apelación estima como más pertinente, que
se cuantifica en la suma de 1.000 €, dada la intromisión en la intimidad personal de la denunciante, pero sin que

11
JURISPRUDENCIA

conste elemento probatorio alguno, pudiendo haberse solicitado, que justifique la indemnización pretendida,
y ello con los intereses del art. 576 LEC .
Procede, por ello, la estimación parcial de este motivo de apelación.
NOVENO.- No se aprecian razones para imponer, por temeridad o mala fe, a ninguna de las Partes Recurrentes
las costas de esta alzada, que deben declararse de oficio, de conformidad con lo dispuesto en el art. 240
LECRIM .
VISTOS los preceptos legales citados y los demás de general y pertinente aplicación.

FALLAMOS
Que desestimando el recurso de apelación formulado por la representación procesal de D. Edmundo ,
debemos CONFIRMAR Y CONFIRMAMOS la sentencia de fecha 27 de noviembre de 2017, dictada por el
Juzgado de lo Penal núm. 6 de Alcalá de Henares , en su causa de Procedimiento Abreviado núm. 117/2016.
Y que estimando parcialmente el recurso de apelación interpuesto Dª. Azucena , debemos REVOCAR Y
REVOCAMOS la sentencia de fecha 27 de noviembre de 2017, dictada por el Juzgado de lo Penal núm. 6 de
Alcalá de Henares , en su causa de Procedimiento Abreviado núm. 117/2016, en el único sentido de fijar, como
indemnización por daño moral producido a la Recurrente, la suma de 1.000 €, la cual devengará los intereses
del art. 576 LEC .
Se declaran de oficio las costas procesales causadas en esta alzada.
Contra la presente resolución no cabe recurso ordinario alguno.
Devuélvanse las actuaciones al Juzgado a quo con certificación de la presente resolución a los fines
procedentes.
Así por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.- Firmada la anterior resolución es entregada en esta Secretaría para su notificación, dándose
publicidad en legal forma, y se expide certificación literal de la misma para su unión al rollo. Certifico.

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