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EL GRAN MANDAMIENTO: AMARÁS A JEHOVÁ TU DIOS.

Dt. 6: 5 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y


amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y
con todas tus fuerzas.
a. Oye, Israel: En hebreo, estos versículos son conocidos como
el Shema (“oye” en hebreo). Es la clásica confesión hebrea de fe,
que describe quién es Dios y cuál es nuestro deber hacia Él.
b. ¡Jehová nuestro Dios, Jehová uno es! Esta es la verdad esencial
acerca de Dios. Es una persona y no una vaga fuerza panteísta.
Siendo uno, no puede ser representado por imágenes contradictorias.
Ya que Jehová nuestro Dios, Jehová uno es, Él no es Baal, ni
Astoret

Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y


con todas tus fuerzas: Saber quién es Dios nos permite actuar hacia
Él correctamente. Le damos lo que le corresponde.
i. Dios quiere un amor completo de nosotros. Este amor es
apropiado porque Él nos amó completamente: Nosotros le amamos a
Él porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19).
ii. Lo que Dios más quiere de nosotros es nuestro amor. A menudo
pensamos que Dios exige otras cien cosas de nosotros – nuestro
dinero, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestra voluntad, nuestra
sumisión, etc. – pero lo que Dios realmente quiere es nuestro amor.
Cuando realmente amamos al Señor con todo nuestro corazón, alma y
mente, entonces todo lo demás se le da gratuitamente al Señor. Si le
damos al Señor todo lo demás – dinero, tiempo, esfuerzo, voluntad,
etc. – sin darle nuestro amor, todo se desperdicia – y tal vez, todo se
pierde.
iii. Jesús llamó a esto el gran mandamiento (Mateo 22:37-38); y dijo
que el segundo mandamiento, amarás a tu prójimo como a ti mismo,
era como este primer y gran mandamiento. Cuando amamos al
Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, nos
resultará fácil amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

JESÚS ENSEÑA SOBRE RIQUEZAS Y SEGUIRLO.


1. (16-17) Un hombre le pregunta a Jesús acerca de tener la vida
eterna.
Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para
tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la
vida, guarda los mandamientos.
a. ¿Qué bien haré para tener la vida eterna?: Esta pregunta
demuestra que este hombre, como todas las personas por naturaleza,
tenía una orientación hacia ganarse la vida eterna. Él quería saber qué
buena obra o noble acción podía hacer para tener la vida eterna.
i. Todos los tres evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) nos dicen que
este hombre era rico. Mateo nos dice que era joven (Mateo 19:22), y
Lucas nos dice que era un gobernante.
b. ¿Por qué me llamas bueno? En esto, Jesús no negó que era
bueno. Sino que Él le preguntó al hombre: “¿Entiendes lo que me
dices cuando me llamas bueno?”
i. Es como si Jesús hubiese dicho: “Tu vienes a mí para preguntarme
qué buena obra puedes hacer para heredar la vida eterna. Pero ¿que
sabes acerca de lo bueno?” “El argumento es claro: o Jesús
era bueno, o no debería haberlo llamado bueno; pero como no
hay ninguno bueno excepto Dios, Jesús que es bueno debe ser Dios”.
(Spurgeon)
c. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos: La
respuesta de Jesús a la pregunta del hombre fue bastante sencilla. Si
quieres ganar la vida eterna por tu propia cuenta, debes guardarlos
mandamientos, todos ellos, y guardarlos en el sentido más completo.
i. “Él que necesita ser salvo por sus obras, Cristo le establece hacer lo
que ningún hombre vivo puede hacer, y así le demuestra su error”.
(Trapp)
2. (18-20) Jesús lo prueba por los aspectos de la Ley Mosaica que
tratan con la relación del hombre con los hombres.
Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No
hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre;
y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo
esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
a. No matarás: Jesús le preguntó al hombre acerca de los mandatos
que tratan principalmente de la relación de un hombre con el hombre.
En respuesta, el hombre joven afirmó: “Todo esto lo he guardado
desde mi juventud”, así declarando haber cumplido los mandatos de
Dios con respecto a cómo se debe tratar a otras personas.
i. Ambas tablas de la ley pondrán a prueba a cada persona delante de
Dios. No es suficiente hacer el bien por nuestro prójimo y ser una
persona decente; debemos hacer lo justo por Dios, y darle la gloria y el
honor que Él merece.
b. Todo esto lo he guardado desde mi juventud: Es justo preguntar
si este joven realmente había cumplido con estos mandamientos. Es
probable que en realidad los mantuvo de una manera que lo hizo justo
ante los ojos de los hombres, en el sentido de que Pablo podría
decir en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible en Filipenses
3:6. Pero ciertamente no los mantuvo en el sentido completo y
perfecto del cual habló Jesús en el sermón del Monte.
i. Marcos 10:21 nos dice que, en respuesta del joven, Jesús le amó.
Jesús tuvo compasión de este hombre, quien estaba tan equivocado
como para pensar que él realmente podía justificarse ante Dios.
c. ¿Qué más me falta? Esto por sí mismo nos dice que este hombre
no había guardado perfectamente la ley, porque él sabía que algo
faltaba en su vida, lo cual provocó la pregunta: ¿Qué más me
falta? Aún faltaba algo en su vida, lo que reflejaba que algo faltaba en
su relación con Dios.
i. “La vida ejemplar más la insatisfacción significaba mucho… ‘Estoy
en el camino correcto, de acuerdo con tus enseñanzas; ¿por qué
entonces no puedo obtener el resto de la vida verdadera y piadosa?’”
(Bruce)
3. (21-22) Jesús lo pone a prueba por los aspectos de la Ley
Mosaica que tratan con la relación del hombre con Dios.
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y
dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas
posesiones.
a. Vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven y sígueme: El llamado a abandonar todo y seguir a Jesús
es un llamado a poner a Dios primero en todas las cosas. Es la
obediencia completa a la primera tabla de la ley, la cual trata de la
relación del hombre con Dios.
i. Podemos cometer dos errores aquí. El primero es creer que esto
aplica a todos, cuando Jesús nunca hizo este mandato a todos los que
le seguirían, sino especialmente a este hombre rico cuyas riquezas
eran claramente el obstáculo para su discipulado. En cambio, mucha
gente rica puede hacer más bien en el mundo si continúa haciendo
dinero y usando esos recursos para la gloria de Dios y el bien de los
demás. El segundo error es creer que esto no aplica a nadie, cuando
claramente hay aquellos hoy en día que la mejor cosa que pueden
hacer para ellos mismos espiritualmente es abandonar radicalmente el
materialismo que los está arruinando.
ii. Sin embargo, notamos que Jesús simplemente llama a este hombre
a ser su discípulo, al decir: “sígueme”.
b. Se fue triste porque tenía muchas posesiones: En esto, el
interrogador rico fracasó totalmente. El dinero era su dios; era culpable
de idolatría. Esa es la razón de que Jesús, conociendo el corazón del
hombre, le pidió que renunciara a sus posesiones.
i. “Él sería salvo por obras; sin embargo, no llevaría a cabo sus obras
a lo máximo de los mandatos de la ley. Falló en observar el espíritu de
la primera y de la segunda tabla. No amaba a su prójimo pobre como a
sí mismo; no amaba a Dios en Cristo Jesús con todo su corazón y
alma”. (Spurgeon)
iii. Triste, porque tenía muchas posesiones: “¿Y que eran estas en
comparación con la paz de conciencia, y el descanso mental?
Además, tenía prueba inequívoca de que esto no contribuía nada a su
consolación, ya que ahora es miserable ¡aun mientras él las posee! Y
así será cada alma, quien coloca bienes terrenales en el lugar del Dios
supremo”. (Clarke)
4. (23-26) Riquezas como un obstáculo para el reino.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os
digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja,
que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo
esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues,
podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres
esto es imposible; más para Dios todo es posible.
a. De cierto os digo: No debemos de disminuir la fuerza de las
palabras de Jesús, ni fallar de ver su aplicación en nuestra propia
sociedad afluente. ¿Quién entre nosotros no sería considerado más
rico que este joven gobernante?
b. Que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos: Las
riquezas son un problema porque tienden a hacernos sentir
satisfechos con esta vida, en vez de anhelar la era venidera. Además,
a veces se buscan riquezas a expensas de buscar a Dios.
i. La ilustración que usó Jesús –Es más fácil pasar un camello por el
ojo de una aguja– estaba destinada a ser un poco graciosa.
Inmediatamente pensamos que esto es algo imposible.
ii. “El camello, el animal común más grande, tratando de meterse a
través del agujero más pequeño imaginable”. (France)
iii. Un problema con las riquezas es que fomentan un espíritu de falsa
independencia, muy parecido a la iglesia de Laodicea: “Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad” (Apocalipsis
3:17).
d. Para Dios todo es posible: Es posible para un hombre rico ser
salvo. La gracia de Dios es suficiente para salvar al hombre rico;
tenemos ejemplos de personas como Zaqueo, José de Arimatea, y
Bernabé. Todos estos eran hombres ricos que todavía pusieron a Dios
primero, no sus riquezas.
i. “Jesús no está diciendo que todas las personas pobres y ninguno de
los ricos podrá entrar al reino de los cielos. Eso excluiría a Abraham,
Isaac y Jacob, sin mencionar a David, Salomón y José de Arimatea”.
(Carson)

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