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Esta fue la pregunta de Caín como respuesta a la pregunta que Dios hizo de
“dónde estaba Abel tu hermano”. Más allá del hecho de que Caín había asesinado
a su hermano, él estaba expresando el sentimiento que todos tenemos cuando no
queremos cuidar o preocuparnos por otras personas. ¿Somos los guardas de
nuestros hermanos? Sí. ¿Significa esto que tenemos que saber dónde están y qué
están haciendo todo el tiempo? No. Pero debemos dedicarnos lo suficiente a
otras personas para darnos cuenta cuando algo parece estar mal. Si fuera
necesario, debemos preocuparnos lo suficiente para intervenir.
“El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Génesis 18:25)
Sí, el juez de la tierra siempre hace lo correcto. Abraham hizo esta pregunta
cuando le suplicó a Dios que perdonara a los justos y los protegiera del castigo. Si
algo que Dios hace parece injusto, entonces lo estamos malinterpretando.
Cuando cuestionamos la justicia de Dios, es porque nuestro sentido de la justicia
está distorsionado. Cuando decimos: "Yo no entiendo cómo un Dios justo y bueno
puede permitir esto", es porque no entendemos correctamente lo que significa
ser un Dios justo y bueno. Muchos creen tener una comprensión de la justicia
mejor que la Dios tiene.
Todo el libro de Job retumba con esta pregunta que hizo su esposa. A través de
todo esto, Job mantiene su integridad. Los "amigos" de Job dicen repetidamente:
"Job, debiste haber hecho algo realmente malo para que Dios haga esto contigo".
Dios reprende a los amigos de Job que lo estaban atacando y por presumir acerca
de la voluntad soberana de Dios. Luego, Dios reprende a Job recordándole que
sólo Dios es perfecto en todos Sus caminos. Hay muchas preguntas incluidas en la
presentación que Dios hace de Su grandeza: ¿Dónde estabas tú cuando yo
fundaba la tierra?" (Job 38:4).
La respuesta correcta la dice Isaías: "¡Heme aquí, envíame a mí!". Con demasiada
frecuencia, nuestra respuesta es: "Heme aquí, pero envía a otro". Isaías 6:8 es un
versículo muy popular para usar en relación con las misiones internacionales.
Pero, en el contexto, Dios no estaba pidiendo que alguien viajara al otro lado del
planeta. Dios estaba pidiendo que alguien entregara Su mensaje a los israelitas.
Dios quería que Isaías declarara la verdad a las personas que veía cada día, a su
propio pueblo, su familia, sus vecinos y amigos.
"Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete?" (Mateo 18:21)
Esta fue la pregunta que Pilato le hizo a la multitud que se reunió en el juicio de
Jesús. Su respuesta fue: "¡Crucifícalo!". El grito de la multitud unos días antes
había sido diferente: "¡Hosanna al hijo de David!, ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor!" (Mateo 21:9). Es increíble cómo puede cambiar la opinión
pública por causa de las expectativas que no se cumplen y la presión de los
compañeros. En la Jerusalén del primer siglo, las personas que rechazaron a
Jesús, fueron aquellas que tenían un juicio equivocado de Él y de Su misión; por
eso, hoy en día, las personas que vienen a la fe cristiana con un entendimiento
erróneo de quién es Cristo, eventualmente le darán la espalda. Cuando
compartimos nuestra fe, debemos asegurarnos de presentar correctamente quién
es Jesús y de lo que trata el cristianismo.
Esta pregunta de Jesús es una de las más importantes que una persona pueda
llegar a responder. Para la mayoría de la gente, Jesús es un buen maestro. Para
algunos Él es un profeta. Para otros, Él es una leyenda. La respuesta de Pedro:
"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente", es la respuesta correcta (Mateo
16:16).
“Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18) y
“¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30)
“¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (John 3:4)
Esta pregunta surgió de Nicodemo cuando Jesús le dijo que era necesario nacer
de nuevo. Hoy todavía la gente malinterpreta lo que significa nacer de nuevo.
Casi todo el mundo comprende que nacer de nuevo no es una referencia a un
segundo nacimiento físico. Sin embargo, la mayoría no entiende todas las
implicaciones del concepto. Ser cristiano, volver a nacer, es empezar una vida
completamente nueva. Es pasar de un estado de muerte espiritual a un estado de
vida espiritual (Juan 5:24). Es ser una nueva criatura (2 Corintios 5:17). Nacer de
nuevo no es agregar algo a su vida, es reemplazar radicalmente su vida actual.
Nosotros somos salvos por gracia (Efesios 6:8). Cuando ponemos nuestra fe en
Cristo Jesús, todos nuestros pecados son perdonados y se nos garantiza la vida
eterna en el cielo. La salvación es el don de la gracia de Dios. ¿Ahora bien, esto
significa que un cristiano puede vivir como quiera y aun así ser salvo? Sí. Pero un
verdadero cristiano no vivirá "como quiera". Un cristiano tiene un nuevo dueño y
ya no se sirve a sí mismo. Un cristiano crecerá espiritual y progresivamente en la
nueva vida que Dios le ha dado. La gracia no es una licencia para pecar. Un
pecado deliberado y no confesado en la vida de una persona es una burla de la
gracia y pone en duda la salvación de la persona (1 Juan 3:6). Sí, hay momentos
de fracaso y de rebelión en la vida cristiana. Y, no, no es posible una perfección
libre de pecado a este lado de la gloria. No obstante, el cristiano por la gracia de
Dios debe vivir agradecido, sin aprovecharse de esa gracia. El equilibrio se
encuentra en las palabras de Jesús a la mujer sorprendida en adulterio. Después
de negarse a condenarla, le dijo, "vete, y no peques más" (Juan 8:11).
Los hijos de Dios enfrentarán oposición en este mundo (Juan 15:18). El diablo y
sus demonios se oponen a nosotros. Muchas personas en el mundo están en
contra nuestra. Las filosofías, los valores y las prioridades del mundo están en
contra de nosotros. En términos de nuestra vida terrenal, nos pueden vencer,
derrotar o incluso asesinar. Pero, en términos de la eternidad, Dios ha prometido
que venceremos (1 Juan 5:4). ¿Qué es lo peor que nos podría pasar en este
mundo? La muerte. Para aquellos que han nacido de Dios, ¿qué pasa después de
la muerte? La eternidad en el lugar más glorioso que uno se pueda imaginar.
Hay muchas otras preguntas en la Biblia. Preguntas de aquellos que buscan con
diligencia, de los que se burlan, de los creyentes desanimados, y las preguntas de
Dios. No tenga miedo de hacer preguntas, pero cuando la respuesta llegue de
parte de Dios, esté dispuesto a aceptarla.
El Señor Jesucristo proclamó, "Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie
las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las
puede arrebatar de la mano de mi Padre" (Juan 10:28-29). Tanto Jesús como el Padre
nos tienen firmemente agarrados en sus manos. ¿Quién podría arrebatarnos del Padre y
del Hijo?
Efesios 4:30 nos dice que los creyentes han sido "sellados para el día de la redención". Si
los creyentes no tuvieran seguridad eterna, el sello realmente no sería para el día de la
redención, sino solamente hasta el día de pecado, la apostasía, o la incredulidad. Juan
3:15-16 nos dice que todo aquel que cree en Jesucristo "tiene vida eterna". Si a una
persona se le prometiera vida eterna, pero luego se la quitaran, ésta, en realidad nunca
sería "eterna". Si la seguridad eterna no es verdadera, las promesas de la vida eterna en
la Biblia serían un error.
Primero, para el creyente en Jesucristo, la biblia nos dice que después de la muerte las
almas o los espíritus de los creyentes son llevados al cielo, porque sus pecados son
perdonados por haber recibido a Cristo como Salvador (Juan 3:16, 18, 36). Para los
creyentes, la muerte debe ser "estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor" (2
Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23). Sin embargo, pasajes como 1 Corintios 15:50-54 y 1
Tesalonicenses 4:13-17, describen a los creyentes siendo resucitados y dándoles cuerpos
glorificados. Si los creyentes van a estar con Cristo inmediatamente después de la
muerte, ¿cuál es el propósito de esta resurrección? Parece que mientras las almas o los
espíritus de los creyentes van a estar con Cristo inmediatamente después de la muerte,
el cuerpo físico permanece en la tumba "durmiendo". En la resurrección de los
creyentes, el cuerpo físico es resucitado, glorificado, y luego reunido con el alma o el
espíritu. Este cuerpo-alma-espíritu reunificado y glorificado será la posesión de los
creyentes por la eternidad en los cielos nuevos y la tierra nueva (Apocalipsis 21-22).
Segundo, para aquellos que no reciben a Jesucristo como Salvador, la muerte significa
un castigo eterno. Sin embargo, similar al destino de los creyentes, los incrédulos
también parece que son enviados inmediatamente a un lugar de retención temporal,
para esperar su resurrección final, juicio y destino eterno. Lucas 16:22-23 describe a un
hombre rico siendo atormentado inmediatamente después de la muerte. Apocalipsis
20:11-15 describe a todos los muertos incrédulos resucitados, juzgados ante el gran
trono blanco, y luego lanzados al lago de fuego. Los incrédulos, entonces, no son
enviados al infierno (el lago de fuego) inmediatamente después de la muerte, sino que
están en un reino temporal de juicio y condenación. Sin embargo, aunque los incrédulos
no son enviados instantáneamente al lago de fuego, su destino inmediato después de la
muerte no es agradable. El rico gritó: "porque estoy atormentado en esta llama" (Lucas
16:24).
Por lo tanto, después de la muerte, una persona reside en un cielo o infierno "temporal".
Después de este reino temporal, en la resurrección final, el destino eterno de una
persona no cambiará. La "ubicación" precisa de ese destino eterno es lo que cambia. A
los creyentes se les concederá finalmente la entrada a los cielos nuevos y a la tierra
nueva (Apocalipsis 21:1). Los incrédulos serán finalmente enviados al lago de fuego
(Apocalipsis 20:11-15). Estos son los destinos finales y eternos de todas las personas,
basados enteramente en si habían confiado o no sólo en Jesucristo para la salvación
(Mateo 25:46; Juan 3:36).
Respuesta: ¿Una vez que una persona es salva, es siempre salva? Si, cuando alguien llega
a conocer a Cristo como su Salvador, entra en una relación con Dios que garantiza una
salvación eternamente segura. Para ser claros, la salvación es más que decir una oración
o "tomar una decisión" por Cristo; la salvación es un acto soberano de Dios por el cual un
pecador no regenerado es lavado, renovado y nacido de nuevo por el Espíritu Santo
(Juan 3:3; Tito 3:5). Cuando la salvación ocurre, Dios da al pecador perdonado un
corazón nuevo y pone un espíritu nuevo dentro de él (Ezequiel 36:26). El Espíritu hará
que la persona salva camine en obediencia a la palabra de Dios (Ezequiel 36:26-27;
Santiago 2:26). Numerosos pasajes de la Escritura declaran el hecho de que, como es un
acto de Dios, la salvación está asegurada.
(a) Romanos 8:30 declara, "Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que
llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó". Este
versículo nos dice que desde el momento en que Dios nos escoge, es como si fuéramos
glorificados en Su presencia en el cielo. No hay nada que impida que el creyente sea
glorificado un día, porque Dios ya lo ha propuesto en el cielo. Una vez que una persona
es justificada, su salvación está garantizada – está tan segura como si ya estuviera
glorificada en el cielo.
(b) En Romanos 8:33-34, Pablo hace dos preguntas cruciales, "¿Quién acusará a los
escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros". ¿Quién va a presentar cargos contra los elegidos de
Dios? Nadie, porque Cristo es nuestro abogado. ¿Quién va a condenarnos? Nadie, porque
Cristo, Aquel que murió por nosotros, es el que condena. Tenemos como nuestro
Salvador al abogado y al juez.
(c) Los creyentes nacen de nuevo (regenerados) cuando creen (Juan 3:3; Tito 3:5). Para
que un cristiano pierda su salvación, tendría que ser no regenerado. La Biblia no da
evidencia de que el nuevo nacimiento pueda ser quitado.
(d) El Espíritu Santo mora en todos los creyentes (Juan 14:17; Romanos 8:9) y bautiza a
todos los creyentes en el cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:13). Para que un creyente ya
no sea salvo, el Espíritu Santo "no tendría que estar morando" en él, y tendría que estar
desligado del Cuerpo de Cristo.
(e) Juan 3:15 declara que todo el que cree en Jesucristo "tiene vida eterna". Si usted
cree en Cristo hoy y tiene vida eterna, pero la pierde mañana, entonces ésta del todo
nunca fue "eterna". Por lo tanto, si pierde su salvación, las promesas de la vida eterna
de la biblia serían un error.
(f) Pienso que el argumento más decisivo, se encuentra en la Escritura misma "Por lo
cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro"
(Romanos 8:38-39). Recuerde que el mismo Dios que le salvó, es el mismo Dios que lo va
a guardar. Una vez que somos salvos, somos siempre salvos. ¡En definitiva, nuestra
salvación es eternamente segura!
¿En dónde estaba Jesús los
tres días entre Su muerte y
resurrección?
Pregunta: "¿En dónde estaba Jesús los tres días entre Su muerte y resurrección?"
Respuesta: Un pasaje clave en la discusión sobre dónde estuvo Jesús durante los tres
días entre Su muerte y resurrección es 1ª Pedro 3:18-19 que dice, "Porque también
Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a
Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual
también fue y predicó a los espíritus encarcelados". La palabra espíritu se refiere al
espíritu de Cristo. El contraste es entre Su carne y espíritu, y no entre la carne de Cristo
y el Espíritu Santo. La carne de Cristo murió, pero Su espíritu permaneció vivo. El cuerpo
de Jesús estaba en el sepulcro, por supuesto, pero Su espíritu, habiendo partido en el
momento de Su muerte (Mateo 27:50), estuvo en otro lugar durante esos tres días.
Pedro da un poco de información específica sobre lo que sucedió en esos tres días entre
la muerte de Jesús y la resurrección. La Biblia dice que Jesús "predicó" a los espíritus
encarcelados (1 Pedro 3:19). La palabra griega utilizada significa simplemente que Jesús
"anunció un mensaje". Jesús sufrió y murió en la cruz, Su cuerpo fue llevado a la muerte.
Pero Su espíritu fue vivificado y lo rindió al Padre (Lucas 23:46). De acuerdo con Pedro,
en algún momento entre Su muerte y Su resurrección, Jesús hizo una proclamación
especial a "los espíritus encarcelados".
¿Dónde estaban estos espíritus encarcelados con los que Jesús habló entre Su muerte y
resurrección? En ningún lugar de la Biblia se nos dice que Jesús visitó el infierno. La idea
de que Jesús fue al infierno para continuar Su sufrimiento no es bíblica; Su sufrimiento
terminó cuando en la cruz dijo: "Consumado es" (Juan 19:30). Hechos 2:31 dice que Él
fue al "Hades" (Versión Reina Valera), pero el "Hades" no es el infierno. En el original del
griego, la palabra "Hades" se refiere a la esfera de la muerte, un lugar temporal en
donde los muertos esperan la resurrección. Apocalipsis 20:11-15 en las versiones de
habla inglesa NASB y la Nueva Versión Internacional, hacen una clara distinción entre el
Hades y el lago de fuego. El lago de fuego es el lugar permanente y final de juicio para
los perdidos. El Hades es un lugar temporal tanto para los perdidos como para los santos
del Antiguo Testamento.
Nuestro Señor rindió Su espíritu al Padre, murió, y entró en el paraíso, como había
prometido al ladrón en la cruz (Lucas 23:43). En algún momento entre la muerte y la
resurrección, visitó la esfera de la muerte en donde pronunció un mensaje a los seres
espirituales (probablemente ángeles caídos; vea Judas 6), quienes probablemente fueron
encarcelados porque de alguna manera estaban involucrados en un pecado grave antes
del diluvio en el tiempo de Noé (1 Pedro 3:20). Pedro no nos dijo lo que Jesús proclamó
a estos espíritus encarcelados, pero este no podía ser un mensaje de redención, debido
a que los ángeles no pueden ser salvos (Hebreos 2:16). Fue probablemente una
declaración de victoria sobre Satanás y sus huestes (1ª Pedro 3:22; Colosenses 2:15).
Efesios 4:8-10 puede dar otra pista sobre las actividades de Jesús en los tres días entre
Su muerte y resurrección. Citando el Salmo 68:18, Pablo dice de Cristo: "Subiste a lo
alto, cautivaste la cautividad" (Efesios 4:8). La NTV dice que Cristo " llevó a una multitud
de cautivos". Esto podría referirse a un evento no descrito en otra parte de la Escritura,
a saber, que Cristo fue al "paraíso" y llevó al cielo a todos aquellos que habían creído en
Él previo a Su muerte. Esto es, después de asegurar su salvación en la cruz, Jesús trajo a
Abraham, David, Josué, Daniel, el mendigo Lázaro, el ladrón en la cruz, y a todos los
demás que habían sido justificados previamente por la fe, y los condujo del Hades a su
nuevo hogar espiritual.
Todo eso para decir que la Biblia no es enteramente clara acerca de lo que Jesús hizo
exactamente los tres días entre Su muerte y resurrección. Por lo que podemos decir, sin
embargo, Él hizo dos cosas: Él consoló a los santos difuntos y los llevó a su hogar eterno,
y proclamó Su victoria sobre los ángeles caídos que están en prisión. Lo que podemos
saber con seguridad es que Jesús no estaba dando a la gente una segunda oportunidad
para la salvación. La Biblia nos dice que nosotros nos vamos a enfrentar al juicio después
de la muerte (Hebreos 9:27), no a una segunda oportunidad. Además, Jesús no estaba
sufriendo en el infierno; Su obra de redención fue terminada en la cruz.
Pregunta: "¿Cuál es el punto de vista Cristiano acerca del suicidio?"
Según la biblia, el suicidio no es lo que determina si una persona logra entrar al cielo. Si
una persona no salva se suicida, no ha hecho nada más que "acelerar" su viaje al
infierno. Sin embargo, esa persona que se suicidó estará en el infierno por rechazar la
salvación a través de Cristo, no porque se suicidó. ¿Qué dice la biblia acerca de un
cristiano que comete suicidio? Yo no creo que un cristiano que comete suicidio pierda la
salvación y vaya al infierno. La Biblia enseña que desde el momento en que una persona
cree en Cristo verdaderamente, está eternamente segura (Juan 3:16). De acuerdo con la
Biblia, los cristianos pueden saber que poseen vida eterna, más allá de cualquier duda,
sin importar lo que suceda. "Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre
del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre
del Hijo de Dios" (1ª Juan 5:13). ¡Nada puede separar a un cristiano del amor de Dios!
"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro"
(Romanos 8:38-39). Si "ninguna cosa creada" puede separar a un cristiano del amor de
Dios, y si incluso un cristiano que comete suicidio es una "cosa creada", entonces ni
siquiera el suicidio puede separarlo del amor de Dios. Jesús murió por todos nuestros
pecados, y si un verdadero cristiano, en un tiempo de ataque espiritual y debilidad,
comete suicidio, ese sería un pecado cubierto por la sangre de Cristo.
El suicidio sigue siendo un pecado grave contra Dios. De acuerdo con la Biblia, el suicidio
es asesinato; siempre está mal. Yo tendría serias dudas acerca de la autenticidad de la
fe de cualquiera que clama ser cristiano y sin embargo comete suicidio. No hay
circunstancia que pueda justificar a alguien, especialmente a un cristiano, que se quite
la vida. Los cristianos son llamados a vivir sus vidas para Dios, y la decisión de cuándo
morir es de Dios y solamente de Dios. Si bien esto no describe el suicidio, el versículo
bíblico de 1ª Corintios 3:15, es probablemente una buena descripción de lo que le
sucede a un cristiano que comete suicidio: "El mismo será salvo, pero como quien pasa
por el fuego."