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El mundo en 2030: Economía global


Por: Marie Vandendriessche

Hasta ahora, habéis visto de dónde venimos,


cómo se ha desplazado el peso económico en el mundo y los efectos que tienen esos
cambios en la gobernanza global de hoy en día.
En las próximas sesiones haremos juntos el ejercicio de proyección a futuro,
centrándonos en las previsiones para 2030.
Para ello, lo primero que hay que recordar es lo que ya nos señaló Javier Solana.
Nos encontramos en un momento de cambio dramático,
con paradigmas que se vienen abajo,
transformaciones sociales a gran escala e innovaciones tecnológicas de gran impacto.
En los vídeos que siguen, esbozaremos de forma general seis grandes
tendencias globales que definirán al mundo del futuro.
Una vez tengáis el marco conceptual,
las iremos desarrollando en los bloques pedagógicos siguientes.

¿Cuáles son esas seis tendencias?


Veámoslo.
Primero, el peso de la economía global se desplazará a Asia.
Segunda, habrá cambios críticos en el panorama energético global.
Tercera, viviremos la evolución del mundo postindustrial de crecimiento.
Cuarta, seremos más, más viejos y más urbanos.
Quinta, las clases medias crecerán y alzarán su voz.
Y sexta, el cambio climático será uno de los mayores retos para el futuro.
Una vez identificadas esas seis tendencias,
vamos a profundizar en cada una de ellas.
La primera tendencia parte
de una realidad ineludible y un hecho que ya hemos visto antes en el curso.
En 2014, China se convirtió en la primera potencia económica mundial por
delante de Estados Unidos en términos de producto interior bruto expresado en
paridad de poder adquisitivo.
Supone el primer cambio de liderazgo económico mundial desde que Estados Unidos
superó a Reino Unido en 1872.
Y aunque China ya no está creciendo los réditos vertiginosos del diez
por ciento anual, su PIB sigue creciendo a un ritmo fuerte,
de más o menos un siete por ciento al año.
Aun así, cabe recordar que China queda muy por debajo de Estados Unidos en
PIB per cápita.
Siguiendo ahora en la región de Asia Pacífico,
se espera que India sea el país más poblado del mundo alrededor del año 2025.
Todo ello nos indica que la región de Asia Pacífico recuperará la posición
central en la economía mundial que ya tuvo, hace principios del siglo XIX.
Pero no solo China e India crecerán de forma exponencial,
otras economías emergentes de varias regiones también seguirán creciendo y
aumentando su capacidad de influencia, especialmente los países del sur,
donde you ejercen de acreedores financieros a alternativas occidentes.
El comercio también cambiará, hacia intercambios cada vez más sur-sur.
Muchas de las economías emergentes optarán por cambiar el modelo basado en
exportaciones de materias primas y mano de obra barata para orientar sus
fuerzas hacia un desarrollo económico basado en la innovación.
Y mientras tanto,
¿qué será de las economías del antiguo orden económico mundial?
Pues, en el caso de Europa y Japón, el escenario no es especialmente optimista.
Tanto en Europa como en Japón,
la generación de los baby boomers está a punto de jubilarse, lo que compromete
la sostenibilidad del estado de bienestar, ya que deberá hacer frente al pago de
las pensiones al tiempo que la base de su población activa desciende.
Europa y Japón se enfrentarán a una combinación de factores preocupante.
Vivirán simultáneamente el debilitamiento de la demanda,
la ralentización del crecimiento de la productividad, el descenso del consumo,
una población envejecida y un alto nivel de endeudamiento.
Este último factor puede convertirse en un problema,
sobretodo si aumentan los tipos de interés,
que bajaron a niveles históricos durante la crisis económica que empezó en 2008.
Por otro lado, esos cambios económicos pueden tener consecuencias para la
implicación de los gobiernos europeos en el ámbito internacional.
Preocupados por la crisis del estado de bienestar y conseguidos por los
problemas presupuestarios, podrían reducir su nivel de compromiso.
A largo plazo, ese escenario podría poner en cuestión la preeminencia
de los valores occidentales en la esfera internacional.
Se avecina, por tanto, un gran cambio para occidente.
La excepción será Estados Unidos.
¿Y por qué decimos esto?
Pues, Estados Unidos tiene un mayor potencial de crecimiento, a causa de una
estructura demográfica más joven, al tamaño de su mercado o la revolución
energética, que veremos más adelante, y su elevada capacidad de innovación.
Sin embargo, bajo la administración Trump han habido cambios que pueden poner
en peligro algunos de esos elementos.
Por una parte, con los recortes a la investigación es posible que la capacidad
innovadora del país sufra.
Por otra parte, Estados Unidos parece dirigirse hacia un mayor aislamiento
y una reducción de sus compromisos multilaterales.

Como veréis más adelante con Javier Solana,


esto puede afectar a la cooperación entre países y, por tanto,
también a la economía global que está más interconectada que nunca.
En cualquier caso, Estados Unidos sigue y seguirá siendo una potencia económica
muy importante, pero la tendencia general que desde vimos al inicio de este vídeo
sigue vigente y la podéis ver en el gráfico que tenéis en la imagen.
La riqueza mundial virará hacia el este en los próximos años.

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