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Bruno Valle G.

HOMILÉTICA FÁCIL
redacte sermones
RÁPIDA Y PROFESIONALMENTE

editorial más que vencedores


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PRESENTACIÓN

C uando estudié en el instituto bíblico, me di cuenta que la


mayoría de mis compañeros de clases, creían que la
Homilética era una materia muy difícil. Afortunadamente, tuve la
dicha de tener un buen profesor, y para ese tiempo, ya había leído
unos cuantos libros sobre la materia.
Cumplía con cada asignación que nos dejaba el maestro, y en la
clase siguiente me adelantaba a entregar mis bosquejos. Me sentía
contento de estar asimilando la clase muy bien. Fue así que
comprendí que, en Homilética, la práctica de la redacción de
bosquejos facilitaba la comprensión de la teoría. Guardé los
bosquejos que hice como tarea por muchos años. El tiempo y
trasladarnos de un lugar a otro hizo que mis amados bosquejos
desaparecieran poco a poco.
Bosquejar no es complicado, especialmente, si uno se aplica a la
práctica, pero quizás la unidad de pensamiento, en la redacción, sea
lo más difícil de lograr, porque requiere esfuerzo cognitivo, tiempo y
pulimiento del bosquejo. Sin embargo, no hay nada que pueda
resistir la disciplina y el esfuerzo por hacer las cosas bien.
Con HOMILÉTICA FÁCIL aprenderá dos cosas esenciales: cuántas
partes debe tener un bosquejo, y la estructura de este, porque, en
esencia, eso es Homilética, aprender cómo se redacta un bosquejo
con todas sus partes. Y como un bono, tendrá el capítulo IDEA
UNIFICADORA, para ayudarle a escribir sermones bien
cohesionados alrededor de una idea principal.
Para mí, la Homilética se resume en las tres ideas que comparto en
este libro. Cuando lea otros libros, se dará cuenta que los diferentes
autores explican otros detalles, y yo mismo lo hago en mi libro
“Palabra Viva”. Sin embargo, este es el fundamento de esta materia:
las partes, estructura y unidad de pensamiento en la redacción.
Nada más.
En una ocasión, mi profesor de inglés me dijo algo muy valioso para
mi desarrollo de la materia: “usa lo que ya tienes, luego simplemente
irás añadiendo vocabulario a tu inglés”. Y es esa la invitación que le
hago ahora: ponga este fundamento y úselo, y una vez aprendido,
siga creciendo en la teoría Homilética, construyendo un ministerio
poderoso de predicación. Jamás deje de crecer, pero inicie con el
primer kilómetro la carrera que tiene por delante como expositor de
la Palabra de Dios.
Lic. Bruno Valle G.
Managua, Enero 25, 2021
CONTENIDO
Las partes del bosquejo
La estructura del bosquejo de sermón
Idea unificadora o principal
Epílogo
Referencias bibliográficas
LAS PARTES DEL BOSQUEJO

M uchos años atrás estuve en un Instituto bíblico en Guatemala


impartiendo esta materia. Conversando con algunos alumnos
me di cuenta que esa era la tercera ocasión en que recibían esa
materia. Ellos estaban un poco cansados de la Homilética.
Me pareció raro que me pidieran impartir esa materia, pero debía
cumplir mi compromiso. Lo primero que hice fue pedir a los alumnos
que redactaran un bosquejo y me lo entregaran. Esa sería una
prueba diagnóstica que me serviría para valorar el grado de
conocimiento que tenía cada uno sobre la materia. Cuando recibí los
bosquejos, me di cuenta que había muchas deficiencias en ellos. Al
mismo tiempo, pude notar que había errores que se repetían en casi
todos los bosquejos.
Quise tomarme el tiempo con cada alumno para preguntar por qué
escribían de cierta forma algunos detalles en los bosquejos.
Sorprendentemente, la respuesta fue casi la misma: “porque así nos
enseñaron”. Eso me llevaba a preguntar, por qué, que cuál era el
motivo de esa enseñanza. Pero esta vez la respuesta me sorprendió
más: “no sabemos, solo nos dijeron que lo hiciéramos así”.
En ese momento vi la oportunidad de establecer algo en esa clase y
para todas las que impartiera en mi vida: “siempre hay una razón
para hacer las cosas. Cuando hagamos algo, debemos estar
convencidos de por qué lo hacemos de esta o de otra manera”.
Los que escribimos sobre Homilética no tenemos un criterio único
sobre esta materia. Las propuestas son diversas y, en gran medida,
difieren unas de las otras. Sin embargo, aunque este pequeño
manual no es la excepción, procuraré enseñar casa aspecto acá
presentado, porque hay un fundamento para proponerlo. No
enseñaré al azar, sino, con una razón específica para cada
propuesta.
Dicho lo anterior, nos encontramos con las partes del bosquejo,
cuántas y cuáles son. Hay criterios variados sobre cuáles partes
deben ser incluidas. Algunos dicen que el bosquejo tiene cinco
partes, otros dicen seis, siete, y hasta más. Quiero proponer
solamente SEIS PARTE, con la seguridad que cualquier otra, puede
fijarse en alguna de estas seis.
Las partes del bosquejo son las siguientes:
1- Título.
2- Texto.
3- Propósito.
4- Introducción.
5- Cuerpo o Desarrollo.
6- Conclusión.
Cada una de estas partes tiene su razón de ser y no puede omitida
ninguna de ellas. Por ejemplo, el título, no podemos prescindir de él,
porque el mensaje ha de llamarse de alguna manera. El texto, es la
base bíblica de lo que queremos enseñar. El propósito, es lo que
queremos conseguir al predicar ese sermón. La introducción, es
imposible no ponerla, porque de alguna forma vamos a iniciar el
discurso. El desarrollo, es lo que pretendemos enseñar. Y es claro
que debemos concluir en algún momento.

Aunque lo anterior parezca evidente, he visto muchos bosquejos de


predicadores experimentados que no tienen todas estas partes.
Usted propóngase redactar sus bosquejos con todas sus
características. De esa forma podrá experimentar facilidad, tanto
para escribir su bosquejo, como para exponerlo.
1 - EL TÍTULO DEL SERMÓN:
El título es el nombre que hemos decidido poner a nuestro
mensaje. No debemos confundir el título con el tema, porque son
diferentes, aunque están relacionados entre sí. El tema es el asunto
o materia en la cual se basa el mensaje, es lo general del asunto.
Pero el tema tiene muchos subtemas y es necesario que decidamos
cuál de ellos vamos a predicar. Por ejemplo, el amor se divide en
muchos aspectos, seleccionemos uno para predicarlo.
Tema: El Amor.
Subtemas:
El amor de Dios.
El amor de Dios al hombre.
El amor a Dios.
El amor en la iglesia del Señor.
El amor al prójimo, etc.
Del tema general, hemos de seleccionar un aspecto para
predicarlo. Una vez seleccionado el tópico del cual vamos a
predicar, comenzamos la investigación y redacción del mensaje. Al
final, con la obra ante nuestros ojos, será más fácil que busquemos
un nombre o título para ese bosquejo.
El título debe ser creativo, con el propósito de llamar la atención. Un
título creativo no nos dice todo lo que vamos a escuchar sobre el
tema, pero sí nos lo da a entender. Por ejemplo, si queremos
predicar sobre el amor de Dios a los hombres, nuestro título podría
ser:
“El eslabón entre Dios y el hombre”.
Las personas pueden preguntarse inmediatamente cuál es
ese eslabón, qué nos une a nuestro Dios, etc.
En mi libro “SERMONES QUE TRANSFORMAN”, uno de mis
bosquejos se titula “EVANGELIZANDO CRISTIANOS”. Creo que
llegué a un par de congregaciones para exponer este mensaje, y
alguien en cada congregación, me pidió que no llamara así al
sermón. Evidentemente, estas dos personas no captaron la esencia
del título. Por supuesto, no cambié el título, y por cierto, ha sido uno
de mis sermones más visto en YouTube. ¡Seamos creativos para
nombrar o titular nuestros mensajes!
La extensión del título no debe excederse. Debe ser breve. Sustraer
del texto principal de nuestro mensajes las ideas sobresalientes, es
una guía excelente para lograr un buen título. ¿Cuáles son las
palabras clave en el versículo o los versículos que hemos
seleccionado para predicar? Estas palabras contienen el sentido
más íntimo de la lección, por lo que no deben ser pasadas por
alto. Si nuestro texto base es Stg.1:25, podemos captar que las
palabras clave en el texto serían las siguientes:
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y
persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, este será bienaventurado en lo que hace”.
Considerando todas estas palabras clave, podríamos armar
nuestro título así, no precisamente con las mismas palabras:
“El camino a la Bienaventuranza”.
Seguramente todos queremos saber cuál es ese camino.
El título debe ser muy interesante y sugerente, al grado que cause
interés en el oyente para escuchar lo que se predicará.
2 - EL TEXTO DEL SERMÓN.
En la Biblia hay más de 30,000 versículos, cada uno de ellos
potenciales fuentes de temas para ser expuestos. Pero hemos de
seleccionar muy bien los versículos adecuados para el tema que
queremos predicar. Muchas veces el o los versículos sugieren el
tema a desarrollar, otras veces tenemos que seleccionarlo de
acuerdo al tema escogido. Como sea, tema y versículo/s deben
concordar en unidad temática.
El versículo ha de contener en sí un tema de interés para los
miembros de nuestra congregación, y debe cubrir alguna de las
necesidades de la misma. De no ser así, estaremos predicando al
vacío. Siendo que la palabra de Dios fue inspirada por su Espíritu
Santo, se hace imprescindible que pidamos a nuestro Señor la
orientación que necesitamos para encontrar las verdades
apropiadas para su pueblo. La palabra es la espada del Espíritu,
Ef.6:17, y al esgrimirla, él tiene un versículo clave para cada
situación específica, pertinente a los oyentes.
La selección del texto puede ser en forma individual, es decir, un
versículo a la vez, o toda una porción bíblica. El texto puede llegar a
ser todo un libro de las Escrituras. Recordemos que hay diferentes
tipos de sermones, textuales, expositivos o temáticos. El sermón
textual es el que abarca un texto específico. El expositivo es el que
abarca más de un texto, y el sermón temático es el que tiene sus
textos base en varias partes de la Escritura.
Después de esto, el texto tiene que ser estudiado hasta que
dominemos por completo su interpretación, de lo contrario, podemos
desviar de la verdad a las personas que nos escuchan. El
predicador está obligado a ser capaz de hacer una exégesis
correcta del texto, para esto necesita tomar en cuenta si el texto
base tiene términos que deban ser definidos, palabras que no sean
muy conocidas, o que sean conocidas pero sacadas de
contexto. ¿Tiene el texto figuras retóricas para ser interpretadas,
como una símil, una metáfora, o una sinécdoque? En este caso, es
necesario buscar fielmente la aplicación de dicha figura. Si vamos a
Stg.1:6, a simple vista encontramos una símil, figura que podemos
utilizar de ilustración en el sermón, por la comparación que ofrece
entre una ola y el hombre de doble ánimo.
3 - EL PROPÓSITO DEL SERMÓN
El Propósito es el objetivo que usted pretende alcanzar con su
mensaje. Un sermón que carece de objetivo no debe ser predicado.
Este debe ser específico para mover la voluntad del hombre a la
obediencia de la Palabra. El profeta Isaías lo dice de la siguiente
manera:
“así es también la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que yo deseo, y cumplirá con mis
propósitos”. Is.55:11.
Establecer apropiadamente el propósito del sermón es de gran
importancia. Si está bien definido, sirve como una guía en la
preparación del mensaje, ayudándonos a escoger el tema, el
contenido, el orden y la conclusión del sermón. A la vez, nos ayuda
a depurar las ideas innecesarias del bosquejo.
¿De dónde surge el propósito del sermón? Este nos llega después
de analizar las necesidades de la congregación, y procurar llenarlas.
[1] Así que nuestro propósito será ayudar a la iglesia a superar

ciertas situaciones por medio del mensaje predicado. Cada uno de


los puntos tocados en el bosquejo, será un peldaño que nos
ayudará a alcanzar nuestro objetivo
Con el propósito seleccionado, será más fácil encontrar un texto
adecuado, una frase pertinente al tema, una anécdota o ilustración,
un poema, un himno, etc., que nos ayude a lograr lo que queremos
con dicho mensaje. Recurra a todo aquello que le ayudé a apuntar
al blanco y alcanzar su propósito con dicho sermón.
Saber por qué vamos a predicar sobre un asunto y qué queremos
lograr, podrá hacer más eficaz el poder de nuestro mensaje. Sobre
este aspecto Beecher, (1902) citado por Crane (2003:48) apunta lo
siguiente:
“Había estado predicando por unos dos años y medio, pero sin
resultados. La esterilidad de su ministerio le causaba gran
preocupación. Se acentuaba su descontento a medida que
meditaba en el contraste marcado entre los resultados obtenidos por
los sermones de los apóstoles y la nulidad de efecto producida por
sus propios discursos. Se resolvió a saber en qué consistía la
diferencia. Después de un análisis de los sermones registrados en
el libro de Los Hechos, llegó a la siguiente conclusión: que los
apóstoles adaptaban la presentación de sus mensajes a la condición
y a las necesidades de sus oyentes.
Por primera vez comprendió la necesidad de “hacer puntería” con
sus sermones. De acuerdo con esta idea, Beecher preparó su
mensaje para el domingo siguiente. Diecisiete hombres fueron
“despertados” por el impacto de aquel sermón. De su experiencia
dijo después: “Nunca en la vida había sentido tal sensación de
triunfo. Lloré durante todo el camino a mi casa y me decía: ‘Ahora sé
predicar”.
Cuando tenemos un propósito bien claro para nuestro mensaje,
logramos unidad en la exposición, pues todos los argumentos se
agruparán alrededor de este. No importa cuán brillantes sean las
ideas que se nos vengan a la mente a la hora de estar exponiendo
el mensaje, si sabemos lo que perseguimos, no nos apartaremos del
camino que nos hemos propuesto.
4 - LA INTRODUCCIÓN DEL SERMÓN
El inicio de un discurso se debe trabajar con mucho cuidado, pues
con él pretendemos captar la atención de los oyentes. La
creatividad es necesaria, así como la variación.
Muchos predicadores se acostumbran a tener un tipo de
introducción estereotipada. Todos en la congregación saben las
palabras que utilizará para comenzar, cuáles son sus expresiones
favoritas, etc. Por muchos años escuché las predicaciones de
hermanos que no variaban en su introducción en lo más
mínimo. Uno de mis colegas siempre comenzaba sus sermones
diciendo: “Disculpen porque no soy un hombre elocuente y no puedo
hacer buenos saludos, no tengo las palabras suficientes para
expresarles saludos profundos. Voy a dedicar tiempo para aprender
cómo hacerlo”. Otro decía casi siempre: “Perdonen si no me oyen
bien de la voz, estoy afectado de mi garganta. Sé que ustedes
comprenderán que si en algún momento de mi exposición mi voz
baja, ustedes saben las razones”. Estos son graves vicios que
deben ser suprimidos. Hacen daño al predicador y al
mensaje. Recordemos que predicar es un arte, y debemos poner
todo empeño en hacer lo mejor desde el púlpito.
Debemos elaborar cada sermón como una pieza de arte, ya que es
algo que puede tocar la vida de las personas. La introducción es de
gran beneficio en lograr este perfil del sermón.
Perry (1986:49) caracteriza la introducción con al menos siete
aspectos. Vamos a verlas y a la vez comentarlas:
Brevedad: no debería ocupar más del quince por ciento del tiempo
destinado al mensaje completo.
Claridad: la presencia de lenguaje técnico dentro de la introducción
tenderá a hacer un corto circuito en la capacidad de atención del
auditorio.
Adecuación: debe evitarse todo material, tanto humorístico como
serio, que no sea importante para el sermón.
Unificación: la introducción no es un fin en sí misma, sino que
señala lo que vendrá.
Propósito: en ella incluye la razón de por qué se ha decidido
predicar dicho mensaje.
Variedad: tenga cuidado con los moldes, no se convierta en un
predicador predecible. La variedad le dará ribetes interesantes a su
exposición y le permitirá ser escuchado con expectación.
Interés para el auditorio: este punto requiere de
creatividad. Procure darle tiempo a la forma en que iniciará, pues
de esto depende la atención que le prestará su auditorio. Tenga por
seguro que si no despierta el interés de sus oyentes, le oirán solo
por cortesía, y eso usted nunca lo sabrá. Vale más prevenir,
preparando una introducción que levante los ánimos y el interés de
los oyentes.
Evite en su introducción las excusas, como ya hemos
señalado. Nada puede dispensarlo de una preparación
insignificante, sobre todo si usted trabaja como pastor o a tiempo
completo en el ministerio de la predicación. Sea preciso en lo que
dice, no sea ambiguo ni dé nada por sentado. Parte del arte de la
oratoria está en la precisión de las palabras. Por último, no sea
profano y evite los chistes, especialmente en esta parte de su
exposición. Aún resuena en mi mente la voz ridícula de un
predicador que, contando un chiste, quiso imitar la voz de un
homosexual. Lo extraño del chiste fue esa parte, pues tal
predicador no era del tipo de personas que acostumbraban contar
chistes, y francamente que su voz era muy grave como para hacer
la chillona imitación.
Su introducción es la parte del mensaje donde usted dispone al
auditorio para escucharlo de principio a fin. Con ella prepara los
corazones, y los oídos del público. Por eso, ha de pensar cómo
despertar el interés de sus oyentes. Vea las siguientes
recomendaciones:
La introducción puede ser una historia que contenga una buena
ilustración sobre la verdad que queremos predicar. Una frase
memorable, un suceso noticioso del momento, la cita de una obra
literaria, etc. Casi todo recurso sirve de mucha ayuda para atrapar la
atención del público.
Otra forma de crear interés puede ser no iniciar de inmediato el
mensaje: subir al púlpito, hacer que arregla su bosquejo, que
prepara su Biblia. Así, las personas estarán a la expectativa de
cuándo usted iniciará. Puede mencionar con énfasis la importancia
que el tema tiene para los oyentes, de esta manera usted los
dispondrá a poner más atención a lo que les tiene que decir. Pero,
un consejo muy importante: no haga expectativas que no puede
llenar. Una introducción pomposa que promete mucho y un sermón
que resulta en nada, es mucha nube y poco viento.
Mientras el tiempo pasa, y usted crece como predicador, tendrá más
habilidad para elaborar introducciones potentes que le ayuden a
lograr su propósito con la exposición.
5 - EL CUERPO DEL SERMÓN
El cuerpo del sermón debe desarrollar apropiadamente el tema que
se eligió para predicar. En el capítulo siguiente hablaremos de la
estructura del bosquejo, pero vale adelantar que en el desarrollo,
este debe tener tres puntos principales como mínimo, pero agregar
más de tres puntos principales, puede volver el sermón muy
conceptual, inundado de ideas. Cuidado con usar más ideas
principales de las convenientes. Tres ideas principales en un sermón
son óptimas, pues así se puede desarrollar el tema en sus aspectos
más relevantes. La primera idea principal puede ser el
planteamiento de un problema o situación, en la segunda idea
principal, se mencionan los efectos o problemas que se originan en
ese conflicto, y en el tercer punto principal, se puede plantear la
posible solución al asunto. Resumiéndolo: Problema,
Consecuencias, Solución.
En el cuerpo del sermón ha de procurarse un avance coherente del
tema con frases que no interrumpan la unidad del discurso. Si
usted decide pasar de un punto a otro sin dejarlo notar, puede usar
diferentes frases que le sirvan como medios de enlace. Ejemplo: si
ha decidido pasar de la introducción al primer punto mayor de su
bosquejo, podría agregar una frase como “por tanto”, o “de este
modo”, etc. Este tipo de expresiones las puede utilizar en cualquier
transición de ideas del sermón.
Recuerde que la estructura del sermón debe responder al propósito
que ha elaborado. En este caso, el propósito es la brújula que le
indicará qué pasos debe dar y qué cosas debe destacar en los
puntos principales de su sermón. Cada uno de los puntos
principales debe responder a la pregunta del propósito, “¿Cómo
puedo lograr esto que me he propuesto?” Si su propósito es
“impulsar a la iglesia hacia el trabajo espiritual” los puntos
principales del bosquejo deben responder a la pregunta “¿cómo
impulsar a la iglesia al trabajo espiritual?
6 - LA CONCLUSIÓN DEL SERMÓN
Una de las expresiones que más recuerdo de mi maestro de
Homilética en el instituto bíblico cuando hablaba de la conclusión es:
“Si la introducción es poderosa, la conclusión debe serlo aún
más”. La razón es porque en la conclusión, nosotros pretendemos
recoger los frutos de nuestro esfuerzo al predicar. Lo que
sembramos en nuestra exposición motivados por un propósito,
debemos recogerlo en la conclusión.
Hay conclusiones de resumen, en las cuales abreviamos los puntos
principales de nuestro mensaje. También puede ser una conclusión
que haga aplicaciones especiales del tema expuesto. Podemos
utilizar una historia para concluir o una anécdota que nos ilustre el
mensaje que hemos predicado. Por lo general, este tipo de
conclusiones con historias y anécdotas son muy impactantes en los
corazones de los oyentes.
En la conclusión no cometa el error de querer recoger lo que no ha
sembrado. En otras palabras, si ha predicado un sermón para la
edificación de la iglesia, es irrazonable que haga una invitación
evangelística. Cada conclusión debe contener una invitación que
encierre el propósito del mensaje. Si ha exhortado a la iglesia a ser
obediente para ser bendecida, debe concluir con un llamado general
a la obediencia, recordando a la audiencia los beneficios que
conlleva la obediencia en sí.
Uno de los recursos más sólidos al que podemos recurrir en la
conclusión es orar fervientemente por el auditorio o por las personas
que lo soliciten en respuesta al mensaje expuesto. La oración al
final del sermón es poderosa y se convierte en broche de oro en la
conclusión. A la vez, puede ser utilizada como un compromiso hacia
los oyentes de seguir las instrucciones que ha escuchado en el
mensaje presentado. Son muy pocos los predicadores que echan
mano de este fantástico recurso de la oración cuando finalizan sus
exposiciones. Hágalo, y verá cuán beneficioso puede ser utilizarla.
EN POCAS PALABRAS:
Estas son las partes principales que todo bosquejo debe tener en su
estructura. Impleméntelos al escribir su bosquejo, y procura
entender la importancia de cada parte. Trate de ampliar su
conocimiento sobre este tema, procure volverse experto preparando
bosquejos de sermones. De esa manera crecerá como expositor y
tendrá mejores resultados de sus exposiciones desde el púlpito.
PREGUNTAS
• ¿Qué parte del bosquejo considera de mayor importancia?
Explique.
• ¿De qué parte del bosquejo puede prescindir sin afectar la
eficacia del sermón?
• ¿En cuál de estas partes le parece que necesita trabajar más?
• ¿Cómo cree usted que mejorarían sus sermones si dominara
cada una de las partes explicadas en este capítulo?
• Tome uno de sus sermones y procure elaborar para él un título de
acuerdo a los requerimientos que acá se han enseñado.
• Formule diferentes formas para introducir el sermón.
• ¿Cuál es su guía más importante para elaborar el cuerpo del
sermón?
LA ESTRUCTURA DEL BOSQUEJO DE
SERMÓN

L a estructura de un bosquejo cuenta con dos elementos


principales: Ideas Principales e Ideas Secundarias. Según lo
veremos, un bosquejo puede tener al menos cuatro niveles
jerárquicos de ideas, como son, Ideas Principales, Ideas
secundarias, que se encargan de explicar o ampliar las ideas
principales. Ideas de tercer nivel, que se encargar de explicar o
ampliar a las ideas secundarias. E ideas de cuarto nivel, o las ideas
que explican o detallan a las ideas de tercer nivel.
No obstante lo dicho, esencialmente tenemos en un bosquejo Ideas
Principales e Ideas Secundarias, porque se ha de aceptar que las
ideas de tercer nivel, son las ideas secundarias de las ideas
secundarias, y las ideas de cuarto nivel, serían a su vez las ideas
secundarias de las ideas de tercer nivel.
Quiero agregar que no recomiendo llegar a usar las ideas de cuarto
nivel, porque volvemos muy complejo el mensaje, saturado de
ideas, y un sermón lleno de ideas es inconveniente para la
comprensión y la atención del mensaje por parte de los oyentes.
Además, si uno tiene que recurrir hasta este nivel de redacción,
indica que está detallando mucho sus argumentos. Está demostrado
que mientras más claro, sencillo, y económico de ideas sea un
sermón, será más comprensible y fácil de asimilar por parte de los
oyentes.
Nota: tratando de hacer más comprensible lo que enseño acá, este
capítulo está escrito siguiendo la estructura que recomiendo en él.
Por lo tanto, el lector hace bien en prestar mucha atención a la
teoría, y a la estructura del capítulo.
INTRODUCCIÓN:
La estructura del bosquejo se caracteriza por tener varios elementos
que la conforman. Si cualquiera de estas características hace falta,
posiblemente el sermón no tendrá el impacto que se espera de él,
pues todo discurso debe seguir un orden básico que lo haga
eficaz. Una estructura apropiada garantiza coherencia en el
entretejido de las ideas y un desarrollo fluido.
En el año 2001, participé en unas conferencias hispanoamericanas
a la cual concurrieron muchísimos predicadores provenientes de
toda Latinoamérica y Estados Unidos, entre ellos catedráticos de
universidades teológicas y en general, predicadores con mucha
experiencia. Los que expusimos temas en dicha conferencia
debíamos presentar nuestros bosquejos y materiales con
anticipación para reproducirlos y entregarlos a todos los
participantes. Encontré en estos materiales que la mayoría de
expositores no ordenaban sus bosquejos apropiadamente y una
buena parte de ellos ni siquiera eran bosquejos. ¿Qué quiere decir
esto? Que la mayoría de conferencistas eran personas preparadas
empíricamente y no se habían tomado el tiempo para mejorar en la
calidad de sus escritos y exposiciones. El empirismo no es malo, la
mayoría de hombres de púlpito comenzamos de esa manera. Pero
no es justificable el hecho de no dedicarle tiempo a mejorar como
redactores y exponentes de sermones.
Tomémonos, pues, tiempo para ver la estructura que debe tener
todo bosquejo, y hagamos la decisión de poner en práctica los
consejos que nos han dado los maestros de la predicación a lo largo
del tiempo.
I- ¿CÓMO ES LA ESTRUCTURA DEL BOSQUEJO?
A- La estructura del bosquejo debe seguir un orden progresivo,
dividido en puntos mayores, sub-puntos, incisos y sub-
incisos. Los símbolos reconocidos en homilética para estructurar
el bosquejo son cuatro:
1- Para los puntos principales se utilizan números romanos, (I,
II, III, IV, V). Perry (1986:45) dice sobre estas divisiones: “Las
divisiones principales sirven para ampliar, explicar o demostrar la
proposición (propósito). Normalmente, nunca hay más de cinco
ni menos de tres divisiones principales. Si se usaran más de
cinco, ni el predicador ni su congregación las podrían recordar”.
2- Los sub-puntos se simbolizan por medio de letras
mayúsculas, (A, B, C, D, E), y estos son las ideas secundarias
de los puntos principales.
3- Los incisos debemos anotarlos con números arábigos, (1,
2, 3, 4, 5). Estos a su vez son las ideas secundarias de los
subpuntos. (En esta parte estamos aclarando el tema de los
incisos, y como puede notar, este es el inciso 3 del subpunto A,
de la idea Principal I).
4- Los sub-incisos deben ser anotados con letras minúsculas,
(a, b, c, d, e). Claro está que estos sub-incisos son las ideas
secundarias de los incisos, pero como acabo de mencionar
líneas atrás, no recomiendo llegar hasta este nivel de ideas,
porque los muchos detalles en un discurso no convienen.
B- Cada punto que sea una explicación del anterior debe ser
escrito un espacio más a la derecha del punto que está
explicando. Ejemplo: para el punto mayor I, hay puntos que lo
explican, los sub-puntos A, B, etc. Estos puntos secundarios
deben ser escritos un espacio más a la derecha del punto mayor
I. Igual se hará con los números arábigos que son explicaciones
de los sub-puntos, y con las letras minúsculas que son
explicaciones de los números arábigos. (Usted puede notar que
estamos en el subpunto B, del punto principal I, y esta sección
está “un espacio a la derecha del punto principal que comenta).
Para ampliar más esto, cuando una idea se corre más a la
derecha con relación a otra, esto indica subordinación a la idea
que está más a la izquierda. Este subpunto B se ha corrido un
espacio a la izquierda porque está subordinado a la idea principal
I, ya que es una explicación de este.
C- Antes de colocar un ejemplo de la estructura del bosquejo,
hablemos de las divisiones de la introducción y de la
conclusión. Los homiletas usan indistintamente los símbolos para
hacer las divisiones de las mismas. Algunos lo hacen con números
romanos, otros con letras mayúsculas, a su vez otros lo hacemos
con números arábigos. También puede haber quienes las anoten
con letras minúsculas. No obstante, recordemos que cada uno de
los símbolos que hemos mencionado para puntuar la estructura
del bosquejo tiene su función específica y representa un orden
jerárquico en la estructura. Cada signo tiene su propio significado
en la estructura del bosquejo. Ya sabemos que un número
romano simboliza un punto principal del bosquejo. Las letras
mayúsculas tienen la función de explicar las ideas presentadas en
los números romanos, los cuales son las principales divisiones,
etc. Como podemos apreciar, cada símbolo tiene su propia
función, por lo que se debe ser cuidadoso en la colocación de los
símbolos que dividirán tanto la introducción como la
conclusión. No debemos dividir la introducción y la conclusión con
números romanos, porque de hacerlo, las estaríamos colocando
como puntos principales, y no lo son. La introducción es la puerta
de entrada al tema que será predicado, y la conclusión la forma de
salir de él.
Tampoco debemos anotar estas divisiones con letras
mayúsculas, pues como ya dijimos, estos símbolos sirven para las
ideas secundarias de los puntos principales, y en la introducción y
en la conclusión no existen tales ideas, pues todas las ideas
contenidas, tanto en la introducción como en la conclusión, son
únicamente recursos para entrar y salir del sermón. Sugiero, para
estas partes del bosquejo, usar números arábigos, los cuales
señalan únicamente, de forma aritmética, la cantidad de ideas de
estas partes del bosquejo. Así se colocan las divisiones en este
libro.
D- La estructura del bosquejo es como sigue:
TÍTULO
Texto Base.
Propósito
Introducción:
1-
2-
I-
A-
B-
C-
1-
2-
a-
b-
II-
A-
B-
C-
III-
A-
1-
2-
B-
Conclusión.
1-
2-
3-
Hablando de las divisiones que se dan en los diferentes puntos,
Floyd C. Woodworth dice con mucha razón: “¿Qué hacer con un
solo punto? Puesto que el hacer una división de un asunto
significa que hay varias cosas que se pueden separar, carece de
lógica hacer una división de un solo punto. Es como una naranja,
cuando se parte tiene que haber más de un sector, sino, no hay
división. De modo que en el bosquejo habrá más de un punto
principal. No puede haber una división “A” sin que haya una
división “B”. No es lógico tener un sub-inciso “1” sin tener un sub-
inciso “2”.
Posiblemente se estará preguntando qué se hace en esos casos,
si solo hay una cosa de importancia en la división. Hay dos
maneas de resolver el problema: 1) si la subdivisión es importante,
seguramente hay más de un solo punto que justifique la división,
2) pero si una sola cosa importa, es muy fácil agregarla al punto
general que este sub-inciso comenta.
E- Como sugerencia final en este asunto, notemos un pequeño
detalle: para separar los signos de puntuación de las ideas del
bosquejo, puede utilizar pequeños guiones, como usted ve que se
está haciendo en este esquema, (C-). Esto le permitirá notar con
facilidad las divisiones de su bosquejo. Si usa puntos (C.) es muy
posible que los signos se confundan con las ideas y usted podría
desorientarse en algún momento de su exposición.
II- EL BOSQUEJO DEBE TENER UNIDAD[2]
A- ¿Cómo se logra la unidad? Por medio del Propósito, el cual
es la guía de su mensaje. Este le indica permanentemente cuál
es su objetivo, y le ayuda a ubicar cada punto del esquema en el
lugar oportuno para alcanzar la meta. Cada punto del bosquejo
debe ser en sí mismo un paso que lo guíe hacia su fin: “El
Propósito”.
B- Puede utilizar frases de transición entre un punto y otro. Por
ejemplo, si quiere pasar del punto B- al punto C-, utilice alguna
palabra o frase como “entonces”, “de tal manera”, “por esta razón”,
etc. Lo que se espera es que usted pueda avanzar sin hacer
ninguna digresión en su mensaje.
C- Otra forma sería colocar los puntos principales de su
mensaje, los escritos en números romanos, con palabras o frases
enfáticas, como sigue:
I- NUESTRAS ORACIONES TIENEN TROPIEZO CUANDO
NO ESTAMOS BIEN CON ALGÚN HERMANO, Mt.5:22-24.
II- NUESTRAS ORACIONES TIENEN TROPIEZO CUANDO
NO ESTAMOS BIEN EN NUESTRO MATRIMONIO, 1P.3:7.
III- NUESTRAS ORACIONES TIENEN TROPIEZO CUANDO
ESTAMOS EN ALGÚN PECADO, Jn.9:31.
D- Entendamos que la unidad se logra por varios medios, pero
lo principal es la destreza que tenga el expositor para mantener la
coherencia de su mensaje en todo momento.
E- Usar frases reiterativas a lo largo del mensaje también es de
utilidad. Por ejemplo, podría formular una frase que exprese una
verdad importante que usted quiere proclamar, repitiéndola en
varios puntos clave del sermón. Este énfasis le permitirá
mantener a la audiencia en el propósito que usted quiere alcanzar
III- EXPLICANDO EL MOVIMIENTO PROGRESIVO
A- Llamamos movimiento progresivo al avance que el expositor
tiene de su mensaje por la organización de sus ideas una tras otra,
con el propósito de llegar al clímax del mismo. Las ideas van
avanzando en orden y desarrollándose el tema.
B- El movimiento progresivo se obtiene cuando usted, después
de revisar bien su bosquejo, quita todos los puntos que son
repetitivos y que pueden conducirlo a la redundancia en la
presentación de su mensaje, así evitará un sermón extenso,
confuso y poco edificante. Podemos ilustrar este aspecto del
movimiento del sermón con un edificio en construcción: el avance
del tema es la forma en la que vamos construyendo en la mente
de los oyentes el asunto que decidimos predicar. Cada una de las
verdades que pronunciemos será como una piedra más que
conformarán el edificio, hasta que lleguemos al final coronando la
obra con una conclusión pertinente.
C- Reduzca los puntos principales lo más que pueda. Como
mínimo un bosquejo debe tener tres puntos principales, así será
menos compleja la exposición para el oyente, y claro, más
comprensible. Un sermón con pocos puntos es más fácil de
asimilar que uno de interminables sugerencias. Es mejor decir
tres ideas concretas y directas en el discurso, que un mar de
palabras que se olvidan a penas el predicador termina su
exposición.
D- Puede plantear los puntos principales en forma de
preguntas, para contestar una a una y progresar en el desarrollo
del sermón.
I- ¿CÓMO ES EL AMOR DE DIOS?
II- ¿VIVIMOS EN EL AMOR DE DIOS?
III- ¿CÓMO PODEMOS VIVIR EN EL AMOR DE DIOS?
CONCLUSIÓN:
1- No resulta muy fácil hacer bosquejos cuando comenzamos el
aprendizaje. Nadie aprende sin practicar constantemente. Si
somos disciplinados, el tiempo nos adiestrará, y nos volveremos
verdaderos maestros en el arte de bosquejar.
2- La correcta elaboración del bosquejo determina en gran parte
la contundencia del mensaje, a la vez que le garantiza al expositor
presentar un mensaje impregnado de coherencia y movimiento, lo
cual le conducirá al clímax de su sermón, y a visualizar una
respuesta de su congregación.
3- Si el predicador falla o es negligente en la preparación de sus
bosquejos, es muy difícil que llegue a coronar una carrera de
predicación exitosa, y menos aún, que pueda alimentar
integralmente a la Iglesia.
4- Actualmente contamos con los mejores métodos y técnicas
que se han recogido a lo largo de los siglos para elaborar
bosquejos. No siempre se ha usado la homilética como
ahora. Tenemos una herramienta útil en nuestras manos, la cual
constituye un legado de muchos siervos de Dios. No seamos
negligentes en el uso apropiado de esta hermosa disciplina.
PREGUNTAS
Después de leer cuidadosamente Hch.17:22-31, el discurso de
Pablo en el Areópago, haga el bosquejo de este discurso,
procurando localizar en él todas las partes del bosquejo.
• ¿Cómo titularía usted este discurso?
• ¿Hace el apóstol Pablo referencias a alguna parte de la Escritura
en este sermón?
• ¿Cuál es el propósito de este sermón?
• ¿Cómo es la introducción de este mensaje? ¿Tiene pertinencia?
¿Es creativo? ¿Fue la introducción de Pablo de interés para los
oyentes? ¿Dónde comienza la introducción y dónde termina?
• ¿Cuál es la idea que el apóstol desarrolla en el cuerpo del
mensaje?
• ¿Cómo argumenta el predicador sus ideas?
• ¿Qué tipo de conclusión hace Pablo? ¿Cuál fue la reacción de los
oyentes?
IDEA UNIFICADORA O PRINCIPAL

Propósito: Consolidar nuestra enseñanza haciendo uso consciente


de la IDEA UNIFICADORA, con el fin de ser efectivos en el
ministerio de la predicación, logrando también el crecimiento de la
iglesia, de las personas.
INTRODUCCIÓN:
1- A lo largo de muchos años escuchando predicaciones, he
podido notar que hay un factor común cuando un mensaje es
deficiente: no hay objetivo o propósito específico, y por lo tanto,
la argumentación es incongruente y aburrida.
2- Esto lo podemos comprobar revisando a nuestros propios
predicadores: no hay una idea clara para compartir, si hay una
idea clara, no hay argumentación correcta, hay abundancia de
palabras e ideas que sobre cargan de información el mensaje.
Los discursos se alargan demasiado por la gran cantidad de
detalles que agregamos.
3- Hablemos de la IDEA UNIFICADORA O PRINCIAPAL, como la
base de una comunicación efectiva de la Palabra de Dios.
I - ¿QUÉ ES LA IDEA UNIFICADORA O PRINCIAPAL?
A- Es la propuesta urgente que usted ha decidido predicar. Es
algo que usted necesita compartir y que la audiencia necesita
escuchar. Esta es una idea de vida o muerte. José José le dijo
a Napoleón en un concierto “Uno no puede cantar sino hay
una canción que no te mueva el espíritu”. Uno no debería
predicar si no hay un mensaje que nazca del corazón y tenga
la urgencia de la verdad, esa urgencia del antídoto que puede
salvar al moribundo.
B- Es el PROPÓSITO, OBJETIVO, TESIS. Considere la idea
unificadora como una tesis, y el cuerpo del discurso como los
argumentos para comprobar su tesis.
C- Es la base sobre la cual se construirá el discurso; así que todo
lo que digamos después de presentar esta idea, deberá ser un
argumento que la compruebe.
II - ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ESTA IDEA PRINCIPAL?
A- Porque todo discurso debe estar basado en una idea que
quiere demostrarse. Es la meta que usted espera alcanzar
cuando predica.
B- Porque esta idea AMARRA todo el discurso bajo la lógica de la
coherencia.
C- Porque la secuencia de ideas sobre la base de un mismo eje,
hace posible, y fácil, la comprensión.
Quiero ejemplificar lo anterior con dos películas: “El poder de la
Cruz” y “Cuarto de Guerra”.
Cuando vi “El poder de la Cruz” por primera vez, confieso que
no me gustó para nada. La película presenta alrededor de doce
historias de personas diferentes. Una escena era de un
personaje, la siguiente era de otro con su historia personal,
luego la siguiente escena volvía a la primera historia, después
a otro personaje, en fin, se saltaba de una historia a otra. En
cada escena, yo procuraba centrarme en el asunto, pero me
resultó difícil. Fue hasta muy entrada la película que pude
comprender el argumento. Una película con muchas historias.
Pero cuando vi “Cuarto de Guerra”, la disfruté de principio a
fin. Elizabeth Jordan está experimentando dificultades en su
matrimonio, y no sabe qué hacer. Se encuentra con doña clara,
a la cual la contacta para ayudarla en la venta de su casa,
porque Elizabeth trabaja en bienes raíces. Doña clara se da
cuenta que la chica tiene problemas y decide ayudarla, le
propone enseñarle a orar. Aunque al inicio Elizabeth duda,
termina convirtiéndose en discípula de la anciana
experimentada en la oración.
Después de varias semanas aprendiendo de clara y
practicando la oración, la chica logra ver resultados y
finalmente, recobra el amor de su esposo.
La película termina con doña clara pidiendo al cielo la
oportunidad de ayudar a más personas a convertirse en
guerreras de oración.
Es incontable el número de veces que he visto esta película:
una historia lineal, sin detalles engorrosos. Directo y al grano.
Así debe ser la idea principal de nuestro sermón, solamente
una, que pueda ser ampliada y argumentada por otras ideas.
D- Porque cuando demostramos bien nuestra idea principal,
obtendremos resultados. ¿De qué sirve predicar sin obtener
resultados? La falta de resultados es la mayor prueba de que
no somos eficientes con la predicación. La inacción de los
oyentes, es es la evidencia de que no estamos transmitiendo
bien nuestra idea principal.
E- Un discurso que no tiene una idea que lo unifique, solo es una
lluvia de ideas
III - ¿CÓMO DEBE SER LA IDEA UNIFICADORA?
A- Clara, la gente debe entender con claridad lo que usted quiere
enseñar.
B- Interesante y diferente. Debemos explorar lo que otros no han
explicado todavía. Todo mensaje debe ser una PALABRA
NUEVA.
C- Como el tronco de donde salen las ramas: Primero la idea,
luego los detalles.
IV - ESTRUCTURA ARGUMENTATIVA DEL DISCURSO:
A- INTRODUCCIÓN. En ella presentamos la idea principal. Nadie
debe enseñar sin esta idea principal. Ella es el propósito que
queremos alcanzar con lo que vamos a decir.
B- DESARROLLO. Esta sección esta compuesta de los
argumentos que probarán la propuesta o idea unificadora,
central, principal. Estos argumentos deben desarrollar y aclarar
su propuesta. Esto solo se puede lograr presentando las ideas
que demuestran lo que usted propone. Los tipos de
argumentos son tres:
1. Argumentos racionales. Con ellos apelamos a la razón, a
la lógica.
2. Argumentos afectivos, con los cuales apelamos a las
emociones, y,
3. Argumentos de autoridad, donde citamos fuentes
autorizadas sobre el tema que estamos presentando.
C- CONCLUSIÓN. Acá resumimos nuestra propuesta, e invitamos
a los oyentes a practicar la enseñanza. Probablemente acá
estamos fallando bastante. Si no hacemos aplicación del
discurso, es como competir en una carrera, estar ganando, y
salirnos tres metros antes de llegar a la meta. No llamar a la
obediencia del mensaje es como no haber hecho nada.
CONCLUSIÓN:
1. Es fundamental que vayamos a otro nivel en nuestras
presentaciones de la Palabra de Dios, y predicar bajo la guía
de una idea unificadora puede darle una potencia inimaginable
a nuestras exposiciones.
2. No se atreva a predicar un mensaje sin una idea concreta e
importante para compartir. Haga su mejor esfuerzo para
compartir con vehemencia la verdad eterna de nuestro Dios.
EPÍLOGO

E ste es un libro breve, en el cual he tratado de recoger la


información esencial para ayudarle a redactar sus bosquejos de
sermones de manera sencilla, y profesionalmente. Creo haber
puesto el fundamento para que usted crezca como redactor y
exponente de sermones exitosos.
He escrito otros libros que tienen que ver con esta materia, en los
cuales, puede encontrar ampliadas todas estas ideas. Los
principales son “Palabra Viva: fundamentos de homilética y oratoria”,
“Homilética para Todos”, y “Neuro Predicación: el arte de enseñar
eficazmente”. Al mismo tiempo he publicado dos libros de bosquejos
de sermones, “El esplendor del Evangelio” y “Sermones que
Transforman”, procurando con estos dos, ejemplificar la teoría
homilética que propongo en este y mis otros libros sobre el tema.
Cada uno de estos disponibles en amazon.com
Finalizo animándole a educarse a su máximo nivel en el arte de la
redacción de sermones, y por supuesto, en la exposición de estos,
solo así su ministerio crecerá, y usted será de gran bendición para
todos aquellos que lo escuchen predicar la Palabra de Dios.
Referencias bibliográficas

Crane, J. D. (2003) El Sermón Eficaz. Versión electrónica: El Paso,


Tx.: CBP.
Perry, J. (1986) Predicación Bíblica para el Mundo Actual. Miami,
Florida: Vida.

[1] Los teóricos que defienden “El sermón expositivo”, dirán que el propósito
debe surgir del texto, y no que tengamos un propósito y busquemos un texto
para alcanzarlo. Cada uno tiene sus razones, aunque no debería ponerlas
como punto final ante las razones de otros.
[2] En el siguiente capítulo, “IDEA UNIFICADORA”, aportará más detalles
sobre la unidad del discurso alrededor de una idea central.

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