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COMPETENCIAS DE LOS PROFESIONALES DE APOYO A LA

EDUCACIÓN INCLUSIVA1

Dra. María Eugenia Yadarola2

La educación inclusiva, promovida por las políticas internacionales y basada en valores sociales,
trasforma la educación general y educa a todos en marco de la escuela común y el aula común. Está
orientada por fines educativos; busca una sociedad más equitativa, justa y solidaria donde todos son
considerados ciudadanos de pleno derecho; promueve que todos los alumnos se forman
integralmente como personas en la convivencia e interrelación de diversidad de culturas y
capacidades, enriqueciéndose en grupos heterogéneos, respetando diferencias y semejanzas.
La educación inclusiva requiere: políticas educativas y acciones gubernamentales claras y coherentes;
la transformación de las escuelas comunes en escuelas inclusivas; la transformación del aula común
en aula inclusiva, como aula para todos, con todos y en todo momento; un currículum común y
ajustado a la diversidad, con adaptaciones (no elaborado como un proyecto individual sólo para el
alumno con necesidades especiales, despegado del currículum del resto de los alumnos del aula).
Necesita de familias que fortalezcan y apoyen la educación inclusiva; la concientización de la
comunidad general hacia la inclusión social; el trabajo en redes de apoyo con ONGs de familias, entre
otras cuestiones.
Asimismo, la educación inclusiva exige desarrollar nuevas competencias en los docentes, directores,
inspectores y equipos de profesionales. Interesa aquí detenerse en las competencias que deben
desarrollar los profesionales de apoyo a la inclusión cuya influencia es fundamental para la escuela,
los docentes comunes, la familia y, por supuesto, para todo el grupo de alumnos.
Los profesionales de apoyo, trabajando en equipos interdisciplinarios, tienen la función y la
responsabilidad de apoyar y orientar los procesos de enseñanza y de aprendizaje y colaborar con la
escuela, los docentes y las familias. Un punto fundamental: los profesionales de apoyo no son los
enseñantes de los niños /adolescentes con necesidades especiales, no deben reemplazar la figura del
docente común estando permanentemente (o casi todos días) con el alumno, excluyéndolo así de los
procesos áulicos y generando, a su vez, una dependencia del niño/adolescente que obstaculiza su
autonomía de trabajo y socialización. La exclusión del aula común queda en evidencia cuando al
profesional de apoyo le llaman incorrectamente “maestro integrador”. En definitiva, el maestro que

1
Publicado en la Revista El Eco. Año 1. Número 2. Marzo/Abril de 2008. Corregido en junio de 2012.
2
Doctora en Ciencias de la Educación. U.N.C. Presidente de la Fundación Síndrome de Down para su Apoyo e
Integración (FUSDAI). Directora del Equipo Interdisciplinario de Tutoría de la Integración (EITI de FUSDAI).
Profesora en el posgrado de la Universidad Tecnológica Nacional y de la Universidad Nacional de Córdoba.
Profesora de grado en la Universidad Católica de Córdoba.

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integra, más aún, que incluye es (o debería ser) el docente de todos, el docente común, no un
profesional de apoyo.
El desarrollo de competencias en los profesionales de apoyo requiere de un saber (conocimientos)
un saber ser (habilidades, estrategias) y un saber ser y convivir (actitudes, valores).
Desde el Saber, requiere una formación universitaria o terciaria (en educación especial o áreas
específicas como psicopedagogía, psicomotricidad, psicología, etc.), un conocimiento de las
dificultades, posibilidades de niños y jóvenes con necesidades educativas especiales y de las
estrategias de intervención adecuadas. El perfeccionamiento continuo, como en otras profesiones,
resulta indispensable.
Ahora bien, la tarea de orientación y colaboración, es una intervención prioritariamente pedagógica,
no es una tarea terapéutica, clínica-rehabilitadora; por ello demanda de los profesionales una
formación pedagógico-didáctica desde una perspectiva de la educación general inclusiva, un
conocimiento de los fines educativos, de los contenidos culturales plasmados en el currículum
común. La única forma de colaborar con el docente común en el ajuste a la diversidad del currículum
común es conociéndolo, manejando cada asignatura correspondiente y sus estrategias de enseñanza
en un aula común.
Desde el Saber hacer, los profesionales de apoyo requieren de habilidades para evaluar cada
situación áulica y así intervenir desde una mirada pedagógica y contextual. Necesitan la capacidad
para colaborar en ajuste del currículum común en el diseño, desarrollo y evaluación, brindando
estrategias para favorecer la enseñanza y el aprendizaje de todos los alumnos, promoviendo también
positivas relaciones interpersonales. Precisan a capacidad de trabajar cooperativamente en equipos
interdisciplinarios y en colaboración con los docentes, el personal de la escuela, las familias, etc. Es
importante además que reflexionen sobre su desempeño y se autoevalúen en forma continua.
Finalmente, desde el Saber ser y convivir, deben interrelacionarse positivamente con los miembros la
escuela y con la familia, adaptándose a contextos diversos, a diversas personas, aprendiendo a
comunicarse, a escuchar, con una actitud innovadora para ir resolviendo problemas y situaciones
desde un compromiso ético activo. Especialmente deben confiar en los alumnos con necesidades
especiales, valorando sus posibilidades y capacidades.
Los centros de formación de profesionales en la educación tienen que incorporar la capacitación en
competencias. Asimismo, éstas se pueden encarar en cursos u otros encuentros formativos. Sin
duda, la práctica concreta también ayuda a ir desarrollando muchas de estas competencias, siempre
que sean prácticas inclusivas o de integración plena.
Desarrollar competencias en los profesionales de apoyo promueve la construcción de una inclusión
real o de una plena integración al aula común, evitando caer en inserciones parciales y limitadas que,
lejos de ayudar en la construcción de una educación inclusiva, instalan la actitud hoy cada vez más
extendida en algunas escuelas de “desentenderse” del alumno con necesidades especiales. Si los
profesionales de apoyo son competentes para realizar una adecuación curricular frenarán la
exclusión del alumno del aprendizaje de alguna asignaturas, porque sabrá cómo hacerla más simple o
accesible para él; no promoverán reducirle el tiempo de permanencia en la escuela siendo, en

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definitiva, excluido del aula común porque tendrán clara la necesidad y los beneficios de una
inclusión total; no buscarán excluir al alumno del aula sacándolo aparte para enseñarle contenidos,
porque podrá orientar y apoyar adecuadamente al docente común en el marco del aula inclusiva. En
definitiva, un profesional de apoyo competente es aquel que incide en la definición una integración
plena, más aún, de una inclusión real, donde el alumno con necesidades especiales, más allá de sus
diferencias y semejanzas, es un alumno más de la escuela, incluido en el aula común, para todos, con
todos y en todo momento.
Una educación inclusiva es un ideal que se está conquistando, cada vez en más regiones, en más
escuelas. ¡Colaboremos todos!

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