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EDUCACIÓN INCLUSIVA1
La educación inclusiva, promovida por las políticas internacionales y basada en valores sociales,
trasforma la educación general y educa a todos en marco de la escuela común y el aula común. Está
orientada por fines educativos; busca una sociedad más equitativa, justa y solidaria donde todos son
considerados ciudadanos de pleno derecho; promueve que todos los alumnos se forman
integralmente como personas en la convivencia e interrelación de diversidad de culturas y
capacidades, enriqueciéndose en grupos heterogéneos, respetando diferencias y semejanzas.
La educación inclusiva requiere: políticas educativas y acciones gubernamentales claras y coherentes;
la transformación de las escuelas comunes en escuelas inclusivas; la transformación del aula común
en aula inclusiva, como aula para todos, con todos y en todo momento; un currículum común y
ajustado a la diversidad, con adaptaciones (no elaborado como un proyecto individual sólo para el
alumno con necesidades especiales, despegado del currículum del resto de los alumnos del aula).
Necesita de familias que fortalezcan y apoyen la educación inclusiva; la concientización de la
comunidad general hacia la inclusión social; el trabajo en redes de apoyo con ONGs de familias, entre
otras cuestiones.
Asimismo, la educación inclusiva exige desarrollar nuevas competencias en los docentes, directores,
inspectores y equipos de profesionales. Interesa aquí detenerse en las competencias que deben
desarrollar los profesionales de apoyo a la inclusión cuya influencia es fundamental para la escuela,
los docentes comunes, la familia y, por supuesto, para todo el grupo de alumnos.
Los profesionales de apoyo, trabajando en equipos interdisciplinarios, tienen la función y la
responsabilidad de apoyar y orientar los procesos de enseñanza y de aprendizaje y colaborar con la
escuela, los docentes y las familias. Un punto fundamental: los profesionales de apoyo no son los
enseñantes de los niños /adolescentes con necesidades especiales, no deben reemplazar la figura del
docente común estando permanentemente (o casi todos días) con el alumno, excluyéndolo así de los
procesos áulicos y generando, a su vez, una dependencia del niño/adolescente que obstaculiza su
autonomía de trabajo y socialización. La exclusión del aula común queda en evidencia cuando al
profesional de apoyo le llaman incorrectamente “maestro integrador”. En definitiva, el maestro que
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Publicado en la Revista El Eco. Año 1. Número 2. Marzo/Abril de 2008. Corregido en junio de 2012.
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Doctora en Ciencias de la Educación. U.N.C. Presidente de la Fundación Síndrome de Down para su Apoyo e
Integración (FUSDAI). Directora del Equipo Interdisciplinario de Tutoría de la Integración (EITI de FUSDAI).
Profesora en el posgrado de la Universidad Tecnológica Nacional y de la Universidad Nacional de Córdoba.
Profesora de grado en la Universidad Católica de Córdoba.