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L. M3 Gonzalo
Universidad de Navarra
-
(Rev Mcd Univ Naveira 1998; 42: 46~48).
- La angustia por la falta de sentido
Esta es la segunda forma de la angustia,según Tillich.
Victor Franki (4) pensaba que uno de los grandes ma-
Que es ia angustia les que padece la sociedad actual es la pérdida del
La angustia se puede definir corno un estado emoti- sentido que las cosas, desde las más corrientes a las
vo provocado por un sentimiento poco definido de más elevadas, tienen para el hombre. Y la razón está
amenaza, que afecta al sentido de la vida y a la seguri- en que es una tendencia muy corriente ver más el as-
dad del yo. Concebida asi, hay que admitir la angustia pecto negativo que el positivo de las cosas. Qué duda
como el estado de ánimo propio de nuestra especie, cabe que el trabajo, del tipo que sea, tiene factores
pues propia del hombre es la inseguridad. Para que todos los consideramos negativos. En unos casos
Heidegger (1) la angustia nace de la captación de la es su exigencia física, en otros la monotonía, en otros
nada ya que el hombre, según él, es un ser que viene la responsabilidad que crea y, en todos, el tiempo que
de la nada y espera el retorno a la nada. exige, lo cual resta posibilidades para dedicarse a otras
La angustia no es ansiedad, no es temor, no es mie- actividades, viajes. etc. Si sólo se tiene en cuenta este
do, aunque algunos utilizan estos términos como sinó- signo negativo, el trabajo se ve como algo que pesa,
nimos. La ansiedad es la que tiene más semejanzas con que cansa, que aburre, que limita y se acaba. si no
la angustia, pero presenta algunos rasgos que permi- odiándolo. al menos viéndolo con muy poca simpatia.
ten diferenciarlas.La angustia es más profunda, se acom- Y qué decir de la vida familiar: lo mismo que el traba-
palia de síntomas somáticos, es paralizante y lleva a la jo, también tiene aspectos humanamente poco atracti-
desesperanza. La ansiedad es más psíquica, mueve a vos: la convivencia diaria con personas limitadas, con
la actividad y tiende a la esperanza. manías, con gustos distintos (y todos somos limitados,
y tenemos manías y a veces gustos muy peculiares) no
La angustia de la nihilidad resulta fácil. Y, además. la preocupación por la buena
No es Heidegger el único que piensa que la raíz de educación de los hijos, y los gastos y la limitación de
la angustia es el sentimiento de la nada, que invade al poder disponer de tiempo propio y libertad de movi-
hombre al considerar su naturaleza limitada y caduca. mientos, etc... Todo ello es responsable s i no hay una
El temor a la nada después de la muerte ha atenazado visión cristiana del matrimonio - de las desavenencias
a muchos d e los que no admiten el carácter y rupturas matrimoniales. Sigrid Undset venía a decir
transcendente del hombre o al menos dudan de él. No que no se explicaba cómo una mujer podía aguantar
es extraño que Hermann Hesse afirmara que el miedo más de un año a su marido y éste a su mujer, habida
a la muerte es la «angustia de todas las angustiasu. cuenta de la limitación de los seres humanos, sino fue-
Unamuno (2) , en varios lugares de su «Diario íntimos ra por la gracia del Sacramento del matrimonio. Las
expresa esa angustia: <Mi terror ha sido el aniquila- relaciones sociales tampoco salen mejor paradas. Todo
miento, la anulación, la nada más allá de la tumba». el mundo va a lo suyo, los amigos, con frecuencia, son
Esta angustia sería la más básica de las tres que admite circunstanciales, buscan más los beneficios que les
Tillich (3): la amenaza al ser de hombre, a la extinción puede reportar la amistad que el darse sin condiciones
biológica. Sería, por otra parte, la más universal en la siempre que se requiera su ayuda. Muchos de los que
sociedad de nuestros días. se dedican a la ares públicas se preocupan en primer
1. Heidegger M. Sein und Zeit. J Phil 4. Franld V. Der Wille Zum Sinn. 7. Kierkegaard SA. El concepto de
Phenom Forsch Halle, 1927 Ausgewahlte Vortrage über Logothera angustia, Buenos Aires, 1952.
pie. Huber, Friburgo i. B. 1970.
2. Ui~amunoM. Diario Intimo, Alian-
5. Sartre JP. L' etre et le néant,
za edit. Madrid, 1970. 8. Von Gebsatel VE. Antropología de
Gallimard, Paris, 1953.
la Angustia (p.p. 468-482) en: Antropo-
3. Tillich P. El coraie de existir. Edlt. 6. Camus A. L' homme révolté. l o ~ i amédica. Rialp S.A. Madrid. 1966.
Laia, Barcelona, 1973. 1 Gallimard. 1948