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Keith Moxey
10 9 8 7 6 5 4 3 2
Impreso en España
D.L: B. 42371-2003
impresión: Tal lers Grafics Soler
ISBN: 84 -7628-42 1-7
SECULART026
Sumario
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Sumario O
VI. Incentivar la historia
"Bajo el historicismo. que implicó el estudio histó- bras, la presencia física de un aspecto del imagi-
rico del ane moderno y antiguo como un nuevo pa- nario cultural de nuestra disciplina.
radigma de experiencia histórica, la histOria del arte Me percaté de que la organización de los vo-
renunció completamente a su legitimidad corno me-
dio de refk'xión estética. filosófica o hcrrnent!utica». ltlmenes en las estanterías era al menos tan im-
portante como el conocimiento que albergaban
Hans Roben Jauss. History of Art and
Pragmatic History
los voluminosos romos. A diferencia del inquie -
tante caos que caracterizaba las pilas de libros del
cuento de Borges «La biblioteca de Babel)) estos li-
«Afortunadamente, ya estamos lejos de aquel pe- bros estaban organizados sigu iendo un patrón es-
riodo de cientificismo ingenuo en el que la subjeti- tablecido. Pero, ¿cuál era el sistema que estaba
vidad se consideraba en el dominio de la ilusión y el
detrás de su organización? ¿De dónde procedía
conocimiento objetivo la única exrresión de la ver-
dad. Ahora que nuestra subjerividad no es este patrón? ¿Era más comprensible que aquel
una ilusión que debamos superar, sino una parte de que inspiraba la igualmente famosa descripción
la realidad tan impurrante corno cualquier orra». de Borges, citada por Michel Foucault, de una an -
Josué Harari y David Bell. ulntroducción» a tigua enciclopedia china?2 ¿Cómo pudo conver-
Michel Serres. Hermes: Lireracure. Science. Phi/osophy tirse la categoría «arte renacentista del norte» en
un tema merecedor de interés académico? ¿Quién
o qué había determinado que hubiese más libros
sobre ciertos artistas que sobre otros? ¿Qué gus-
tos y aversiones, compromisos y desprecios dela-
Comenzaré con una anécdota 1• Un día, me puse tan estas elecciones? ¿Qué valores con tribuyeron
a buscar un libro en la Biblioteca Avery, la bi- a formar la configuración de los libros que allí se
blioteca de ane de la Universidad de Columbia. En reunían y, más importante, qué es lo que mantiene
esa ocasión, en vez de mirar a las estanterías como a aquellos libros allí?
meros soportes de los volúmenes que contenían
la información que yo buscaba, me di cuenta de
que lo que estaba viendo era la arquitectura (o
2 Foucault, Michel: Las palabras y las cosas: una arqueología
arqueología) de un campo particular de la activi- de las ciencias humanas. Siglo XXI de España Editores. 1999:
dad académica, a saber, e l estudio del arte rena- « ... los animales se dividen en (a) pertenecientes al Empe-
centista del norte. Me impresionó, en otras pala- rador, (b) embalsamados, (e) amaestrados, (d) lechones, (e)
sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta
clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables,
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1)
1 Para la función de la anécdota en la narrativa histórica. ver etcétera. (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de le-
el capitulo «Después de la muerte de la ·muerte del autor' >>, jos parecen moscas» . (Borges. «El idioma analftico de John
pág. 137. Wilkins>>. Otras Inquisiciones. 7937-7952) .
//IU/IIiVllf /a historia e
La respuesta, por supuesto, es el canon: el qué ciertos momentos y lugares de la historia de
concepto más naturalizado de todos los presu- la producción artística deberían ser destacados so-
puestos de la historia del arte. Ciertos artistas y cier- bre el resto. En el momento actual, la historia del
tas obras de arte que han recibido el refrendo de arte podría ser descrita como una apología del ca-
la tradición y son considerados incuestionable- non no reconocida, y la intensidad de esta devo-
mente como el material apropiado de estudio por ción podría, quizás, ser medida por la sobriedad
la historia del arte. Los programas de estudio con- profesora! con la que nos dedicamos a la tarea.
tinúan siendo organizados alrededor de los artis- La convicción que subyace a esas actitudes
tas con reputación de figuras mayores, y la vasta -que continúan estando muy extendidas, por no
mayoría de las publicaciones está dedicada a la decir que prevalecen en la historia del arte en la
-onsideración de un número selecto de «obras actualidad- es el compromiso con la tradición. El
taestras» bien conocidas. El propósito y la fun- canon de artistas y obras que se estudian en los
_Jón de privilegiar de este modo a ciertos artistas cursos de historia del arte está formado por aque-
y obras raramente es cuestionado. De hecho, el llos cuyo mérito fue determinado por generacio-
análisis crítico de la estima de este canon no se con- nes anteriores de académicos, respondiendo a si-
sidera propiamente una parte de la historia del tuaciones históricas muy diferentes de las actuales.
arte sino de la estética, una rama de la fiJosofía, o Como el Everest las obras, los artistas e incluso las
de la crítica de arte contemporáneo. En su ma- metodologías que se usan para su interpretación,
yor parte, el trabajo disciplinario de la historia del simplemente están ahí y, cual montañeros, nues-
arte continúa como si no hidera falta articular la tro mandato como historiadores del arte es esca-
función social que supuestamente cumple. El apo- lar sus picos y cantar sus alabanzas a las genera-
yo y promoción del canon por pane de la disdplina ciones venideras. Y al hacerlo, a menudo nos
es algo que se da por hecho aún con demasiada fre- empefiamos sin querer en una irreflexiva repro-
cuencia. Es como si en algún momento del pasa - ducción de la cultura: reproducimos el conoci-
do se hubiera llegado a un consenso y se diera miento, pero no siempre Jo producimos. Como
por zanjada la discusión. Las estanterías de la bi- consecuencia, la disciplina ha jugado a menudo un
blioteca son la manifestación física de este con- papel conservador en una sociedad que cambia
senso, la materialización de una práctica cultural rápidamente.
establecida. Un modo de empezar a especular sobre cómo
Al plantear una discusión sobre el propósito de hemos llegado a este momento en nuestra disci-
la dedicación de la historia del arte al canon, es- plina, podría ser dedicarnos a una historia cultu-
pero no ser mal interpretado. No estoy pidiendo ral de la disciplina, un examen de los valores de
una valoración de las obras de arte, ni solidto una clase, género y raza que han dado forma a su de-
clasificación más explícita de las obras canónicas, sarrollo. Ese escrutinio historiográfico, obviamente,
ni quiero que los estudiantes sean adoctrinados so- abarcaría más de lo que yo puedo hacer en este ar-
bre qué artista es «mejor» que otro. El problema, tículo. Por eso, Jo que sigue es un discreto y limi-
me parece a mí, es que, de algún modo, la no- tado examen de lo que podría ser llamado el mo-
ción de «calidad», el más subjetivo de los juicios, mento fundacional del canon del arte renacentista
se toma por algo evidente e incuestionable. Mien- del nene, del punto histórico en el que por primera
tras muchos de nosotros nos recreamos cálida y vez se formó una práctica di scursiva sobre las
placenteramente en ciertos artistas canónicos pre- obras de arte producidas en el norte de Europa
visibles y describimos su obra con palabras en- durante los siglos xv y xv1. En otras palabras, este
cendidas, normalmente no intentamos argumen- no es tanto un relato historiográfico de los oríge-
tar (ni pensarlo siquiera) por qué un artista es nes y el desarrollo de la apreciación del arte re-
más merecedor que otro de ser estudiado, o por nacentista del norte, como un análisis de los sen-
Incentivar la historia G
¿Por qué queréis condenar a los indios El encomio finaliza con el re lato de un sueño en
americanos? ¿Por hablar indio y no vuestro el que el fraile, habiéndose adormecido en una
id ioma? galería de arre, tiene una visión en la qu e losar-
¿Y aún queréis condenar a la Edad Media tistas cobran vida ante sus pinturas y discuten sus
porque no construyó templos como Grecía7» 4 • méritos. Aparecen los espectros de Rafael y Durero,
y el monje observa como, cogidos de la mano.
Wackenroder muestra su apreciación por el arte observan en una «amistosa tranquilidad» sus mu -
del renacimiento del norte en un capítulo dedica- tuos logros. Por supuesto, al emparejar a Rafael y
do a ensalzar a Alberto Durero. Su melodramático Durero de este modo, Wackenroder reclama ex-
relato revela los valores nacionalistas y religiosos que plícitamente un mayor reconocimiento para la
subyacen a su urgencia por incluir a este artista en pintura alemana del Renacimien to.
el canon. Considera que Durero es un artista tan El argumento de Wackenroder acerca de la
bueno como cualquier otro del canon por la cua- relatividad de la competencia artística depende
lidad de su espíritu interior, un espíritu interior claramente del principio de historicismo que ha-
que representa la esencia de la nación alemana. bía sido introducido en la filosofía de la historia
por Johann Gottfried von Herder pocos años an-
«Cuando Alberto empuñaba el pincel, el ale- tes6. Herder había argumentado que no podía ha-
mán era wdavía en ese tiempo, un carácter ber objetividad en la escritura de la historia ya que
único y excelente de firme constancia en el es- el propio historiador era parte del proceso históri-
cenario de nuestro continente; y esta natura- co. Para él no hay absolutos transhistóricos; todo
leza seria. proba y poderosa de Jo alemán está juicio es contingente del tiempo y lugar en que es
clara y acertadamente impresa en sus cua- producido. El relativismo artístico de Wackenroder
dros, no sólo en la estructura facia l y en la -en particular. su afirmación de que Durero era un
apariencia externa en general, sino también en igual de Rafael- encuentra su base en el énfasis
el espíritu interior. El firme y determinado de Herder sobre la singularidad del momento his-
carácter alemán, y el arte alemán también, tórico. Wackenroder ve que la cualidad única de
han desaparecido en nuestros tiempos ... y al determinado periodo histórico, aquello que lo hace
estudiante de arte le enseñan cómo imitar la diferente a cualquier tiempo pasado o futuro. pue-
expresividad de Rafael y los colores de la es- de servir a una causa nacional. El nacionalismo
cuela veneciana y el realismo de los holan- de finales del siglo XV1ll, momento en el que Ale-
deses y la encantadora iluminación de Co- mania buscaba liberarse del dominio cultural y
rreggio, todo al m ismo tiempo, y de esta
manera llegará a una perfecdón que los supera 6 Ver lggers. George: The German Conception of History: The
a todos. ¡Oh, miserable sofisma! ¡Oh, ciega National Tradition of Historícal Thought from Herder to the
creencia de una época, que uno pueda com- Present. Wesleyan University Press, Middletown, Conn ..
binar la belleza y la excelencia de todos los 1968, p. 34-38. El concepto de historicismo recibe varias
definiciones diferentes. Ver, por ejemplo, Mandelbaum,
grandes pintores de la tierra y, por medio del
Maurice: History. Man, Reason. A Study in Nineteenth Cen-
escrutinio de todos y el préstamo de sus nu- tury Thought. John Hopkins University Press, Baltimore,
merosos y grandes dones, reunir el espíritu 1971. Para un intento interesante de disolver la distincíón
de todos en uno mismo y así trascenderlos! » 5. entre historicismo e historia argumentando que todas las
historias comparten el mismo tipo de cualidad constructo-
ra de sistemas que normalmente se le atribuyen a los rela-
4 Wackenroder, Confessions and Fantasies. Penn State Press. tos historicistas, basándose en que todas se estructuran de
University Park, Pennsylvania, 1970, p. 109-10. acuerdo a tropos retóricos, ver White, Hayden: «Histori-
cism, History, and the Figurative lmagination». History and
S Ibídem, p. 11 5. Theory, no 14, 1975, p. 48-67.
/numivar la histcJria O
mán. En esta empresa, ambos sentaron efecti - En su introducción al libro sobre Durero, Pa-
vamen te las bases para el estudio de lo que aca- nofsky declara que la contribución alemana a la
baría siendo denominado el arte renacentista del historia del arte está aún a la espera de su reco-
norte. La legitimación de la historia del arte re- nocimiento. Propone que los logros artísticos de
nacentista del norte ha continuado hasta nues- Durero, a quien define como representante del
tros días, pero en términos radicalmente dife- espíritu nacional alemán, lo hacen comparable
rentes . Avanzaré un par de siglos para examinar con los grandes artistas del Renacimiento italiano.
cómo fue legitimado el estudio del arte rena - Aunque se puede trazar una interesante conti-
centista del norte en la segunda mitad del siglo nuidad en el nacionalismo de Wackenroder, Sch-
xx. ¿Qué tipo de historias contamos hoy en día legel y Panofsky, las diferencias historiográficas
sobre la pintura de los Países Bajos y qué es lo que en la manera de avanzar sus posturas son más
las motiva? significativas que sus similaridades. Puede decir-
El análisis del discurso del siglo xx sobre el se que el periodo de más o menos 150 años que
arte renacentista del norte se centra en lo que separa los textos de estos autores presenció el
normalmente se considera como su apogeo, asa- triunfo de la escritura histórica. El principio his-
ber, la obra de Erwin Panofsky. El libro de Pa- toricista enunciado por Herder se había desarro-
nofsky, Vida y arte de Alberto Durero apareció en llado durante el siglo x1x hasta convertirse en algo
1943. Una década más tarde, en 1953, era publi - semejante a una ciencia. El reconocimiento de
cado La pintura antigua en los Países Bajos 11 • En lu - que el tiempo afecta decisivamente nuestro en-
gar de usar el pasado al servicio de objetivos reli- tendimiento del mundo, transformó todos los as-
giosos, emocionales y nacionalistas, los libros de pectos del conocimiento humano. Además, la in-
Panofsky parecen no tener otra ambición que pro- fluencia del éxito de las ciencias físicas durante
porcionar una rica información sobre los temas el mismo periodo impulsó a los estudios históri-
en discusión. Ambos textos son lecturas detalla - cos hada un empirismo cada vez mayor. La co-
das y prolijas de los datos históricos disponibles, rrespondiente transformación de la función de la
discusiones que en su mayor parte están caracte- historia parece depender sobre todo de la elimi-
rizadas por una inexorable «Objetividad>>, esto es, nación de la subjetividad del h istoriador. Mienu-as
por un deseo positivista de evaluar y sustituir la que Wackenroder y Schlegel admitían abierta-
naturaleza y la calidad de la información aporta- mente que su interés en la historia derivaba de sus
da por historiadores anteriores. Sin embargo, la in- creencias religiosas y nacionalistas, en el caso de
troducción a ambos volúmenes (para usar las pa- Panofsky, el programa del historiador es mucho
labras de Panofsky contra su propio proyecto), menos explícito.
«delatan más que exponen» su programa ideoló- El nacionalismo de la introducción del libro so-
gico12. bre Durero, por ejemplo, aparece como algo pa-
radójico y curioso a la luz del exilio forzoso de
Panofsky de la Alemania nacionalsocia lista. In-
11 Panofsky, Erwin : Vida y arte de Alberto Durero. Alianza Edi- sertar a Durero en el canon renacentista de artis-
torial, 1995. Y Ear!y Netherlandish Painting, 2 vols., Har-
vard University Press, Cambridge, 1953. tas italianos era un acto mucho más complicado
que una afirmación de orgullo sobre la identidad
12 La frase es una cita de Panofsky en «La historia del arte en nacional. Como he argumentado en otra parte,
cuanto disciplina humanística» (1940) en: El significado en la visión que Panofsky tenía de Durero como al-
/as artes visuales. Alianza Editorial, 1998. La frase aparece
guien dividido entre los principios de razón y sin-
como parte de la definición de lo que él llamó el método
«iconológico» de interpretación, cuyo propósito era desve- razón -cuyo emblema era el grabado de Durero
lar las actitudes culturales codificadas en el «contenido» de Melancolía!- tenía más que ver con la situación po-
la obra de arte. lítica de Alemania en su propia época (esto es,
Incentivar la historia e
ción arqueológica, como se adquiere primero sólo se dispondrá a recoger y verificar toda la
el billete y luego se sube al tren. En realidad, información factual disponible en cuanto al
estos dos procesos no son sucesivos, sino in- medio, el estado de conservación, la época, la
teractuantes, no sólo sirve de base la síntesis au toría, la destinación, etcétera, sino que tam-
recreadora a la investigación arqueológica, bién cotejará la obra con otras que pertenez-
también la investigación arqueológica cum- can al mismo género, y analizará aquellos tex-
ple idéntica función pa ra el proceso recrea- tos que reflejen las convenciones estéticas de
dar, y Jos dos trámites se cualifican y rectifi- su lu gar de procedencia y de su época, todo
can recíprocamente» 15 • ello con el objeto de conseguir una valora-
ción más <<objetiva)) de su calidad .
Se dice q ue la recreación estética de la obra «no . . . Sin embargo, conforme haga todo esto,
depende únicamente de la sensibilidad nativa y del se modificará correlativamente su percepción
adiestramiento visua l del espectador, sino tam- estética en cuanto tal, adaptándose progresi-
bién de su propio bagaje cultural» 16 . A diferencia vamente a la «intención>> original de las obras.
de un espectador ingenuo, el historiador del arte, Así, lo que el historiador del arte hace, en
según Panofsky, es consciente de sus predisposi- contraste con el aficionado «ingenuo» , no es
ciones cultura les, esto es, es consciente de que erigir una superestructura racional sobre una
aporta una perspectiva contemporánea al traba- base irracionaL sino desarrollar sus experien-
jo de interpreta ción como consecuencia de per- das recreadoras de manera que se ajusten a los
tenecer a una cultura diferente de la que está in- resultados de su investigación arqueológica,
vestigando. No obs tante, el hecho de que e l confrontando al mismo tiempo con contin ui-
histOriador reconozca sus propios valores cultu- dad los resu ltados d e su investigación ar-
rales, no implica reconocerlos como parte de la queológica con los datos de sus experiencias
narrativa histórica que resultará de su contacto recrea doras}) 17 •
con el pasado, ni entender que la respuesta del his-
toriador estará filtrada inevitablemente por la pe- Debido a la eliminación putativa de la subjetividad
cu lia r configu ración de su subjetividad. Más bien, del historiador, el enfoque de Panofsky de la in-
la presencia de estos valores culturales se reco- terpretación no puede de ningún modo ocuparse
noce sólo para poder prescindir de ell os. Gracias de temas como el mérito artístico. Este método
a su conocimiento del pasado, el historiador con- podría aplicarse, por ejemplo, a la interpretación
trola -o extirpa completamente- las actitudes afec- de cualquier obra de arte independientemente de
tivas o estimativas que Jo llevaron en primera ins- su calidad o su efecto en el estudioso. Lo que se
tancia hacia su empresa, y se convierte en lo más echa en falta es alguna manera de articular por
«objetivo» posible. qué algunas obras tienen importancia para el in -
térprete y otras no.
«Por consiguiente, trata de salvar sus lagunas Por supuesto, Panofsky era plenamente cons-
profundizando lo más posible en el conoci - ciente de que la disciplina no podría existir sin
miento de las circunstancias bajo las que se un medio para privilegiar algunas ob ras sobre
crearon los objetos de sus investigaciones. No otras. Su solución consistió en defender que la
grandeza de las obras de arte era evidente. Ello-
gro artístico sería desvelado al historiador en el
transcurso de sus investigaciones empíricas:
15 Panofsky: «La historia del arte en cuanto disciplina huma-
nística», en op. cit., p. 30.
La prohibición de Panofsky de la subjetividad en «Al tiempo que los profesores de líteraru ra re-
favor de una objetividad positivista (el sacrificio clamaron para sus actividades el rigor, la obje-
de un juicio cultural en favor de una recreación de tividad, la sustancialidad cognitiva y el progre-
las intenciones artísticas del pasado, intenciones so que se asodaban a la denda y a las disciplinas
que deberán ser ratificadas por la investigación ar- empíricas, también intentaron mantenerse fie-
queológica) resultó ser profundamente influyen - les a la misión esendalmente conservadora y di-
te. La histOriografía del arte contemporánea se ha dáctica de los estudios humanísticos: honrar y
preocupado en primer lugar de la evaluación y preservar los objetos culturales tradiciona l-
crítica de los conceptos metodológicos «iconogra- mente estimados -en este caso, los textos ca-
fía» e «iconología>> que por tanto tiempo dom i- nonizados- e iluminar y transmitir los valores
naron la actividad académica en nuestra d iscipli- culturales tradicionales que supuestamente se
na 19. La otra cara de la moneda, el hecho de que encarnaban en ellos)) 2 o.
18 Ibídem, p. 32, n. 13. 20 Herrnstein Smith, Barbara: «The Exile of Evaluation». Con-
tingencies of Value: Alternative Perspectives for Critica/ The-
19 Ver Panofsky: «Iconografía e iconología: introducción al estu- ory. Harvard University Press. Cambridge, 1988, p. 18. Es sig-
dio del arte del Renacimiento», en El significado en las artes vi- nificativo que el libro que Smith identifica como la versión
suales. Para comentarios y críticas sobre este método de in- más extrema de la postura anti-evaluacionista, Anatomy of
terpretación, ver Kaemmerling, Ekkehard (ed.): lkonographie Criticism de Northrop Frye, fuese publicado en los años 50
und lkonologie. Theorien, Entwicklung, Probleme. DuMont, al igual que Early Netherlandish Painting. El libro de Smith
Colonia, 1979; Bonnet, Jacques (ed.): Erwin Panofsky: Cahiers es sólo una de las numerosas contribuciones al debate so-
pour un temps. Centre G. Pompidou, París, 1983; Podro, Mi- bre el canon en los estudios literarios. Para otras perspecti-
chael: The Critica/ Historians of Art. Yale University Press, New vas sobre el canon, ver Von Hallberg, Robert (ed .), «Ca-
Haven, 1982; Holly, Michael Ann: Panofsky and the Founda- nons», en Criticallnquiry, n° 10, edición especial, 1983, que
tions of Art History. Cornell University Press, lthaca, 1984, e Ico- incluye ensayos de Barbara Herrnstein Smith, Charles Altie-
nografía e Iconología. Jaca Books, Milán, 1992; Moxey, Keith: ri, Jerome McGann, John Gillory, Richard Ohmann y otros;
«Panofsky's Concept of 'lconology' and the Problem of lnter- Tompkins, Jane: Sensational Designs: The Cultural Work of
pretation in the History of Art». New Literary History, no 17, American Fiction, 1790-1860. Oxford University Press, Nue-
1985-86, p. 265-74; Ferretti, Silvia: Cassirer. Panofsky. and va York, 1985; Scholes, Robert: «Aiming a Canon at the
Warburg: Symbol, Art, and History. Yale University Press, New Currículum» Salmagundi, no 72, 1986, p. 101 -17, y las res-
Haven, 1989; Didi-Huberman, Georges: Devant l'image. Minuit, puestas de de E.D. Hirsch, Marjorie Perloff, Elizabeth Fox-Ge-
París, 1990; y Cassidy, Brendan, ed.: lconography at the Cross- novese y otros en el mismo número; Altieri, Charles: Ca-
roads. Princeton University Press, Princeton, 1993. nons and Consequences: Reflections on the Ethical Force
Jncmtivar la historia O
Panofsky relegó la cuestión de la excelencia ar- pacidad del experto de discernir la calidad. Para
tística al ámbito de la evidencia, y efectivamente, Gombrich, el canon
tejió su juicio evaluador en la tela de la tradición.
Desde esta perspectiva, uno sólo puede decir que «ofrece puntos de referencia, pa trones de ex-
algo es evidente consultando lo que otros consi- celencia que no podemos despreciar sin per-
deraron artísticamente excepcional en el pasado. der la dirección. Las particulares cimas o logros
Se alega que leyendo el pasado podemos inferir lo individuales que seleccionamos para hacer ese
que es apropiado para el presente, evitando así la papel pueden ser cuestión de elección, pero
necesidad de proyectar en el proceso la opinión nunca podríamos hacer esa elección si no hu-
contemporánea. El precio de la objetividad inter- biera verdaderamente esas cimas, sino dunas
pretativa es la abdicación de la responsabilidad de consecutivas ... los valores del canon están tan
encontrar en la historia un medio de articular los profundamente incrustados en la totalidad de
dilemas culturales del presente. El principio de nuestra civilización que no pueden ser discu-
evidencia es profundamente conservador, de- tidos aisladamente ... Nuestra actitud hacia
fiende el statu quo y es idealmente apropiado en la esas cimas del a rte puede transmitirse en la
tarea de darle a la historia del arte una respetabi- manera que hablamos de ellas, quizás en nues-
lidad «científica». tra renuencia a estropear la experiencia con
La equivalencia de Panofsky entre valor ca - demasiadas palabras. Lo que llamamos civili-
nónico y valor tradicional fue adoptada y apoya - zación puede ser interpretado como una red
da por Ernst Gombrich, presuntamente el otro his- de juicios de valor que son más implícitos que
toriador del arte más influyente de este siglo. explícitos» 21 •
Según él, los historiadores del arte, al ser los cus-
todios de la tradición, se pueden distinguir de los ¿Qué fue lo que llevó a destacados historiadores
científicos sociales, que enfocan las obras de arte del arte del calibre de Panofsky y Gombrich a des-
como si fueran parte del material de la cultura. En cartar toda discusión sobre las cualidades culturales
una conferencia de 1973 titulada «La historia del de las obras de arte en base a que eran evidentes?
arte y las ciencias sociales» Gombrich asumió por ¿En qu é se basaba su creencia de que el mérito ar-
cuenta propia defender la preocupa ción de la his- tístico era universalmente discernible? El presu-
toria del arte por un canon de obras que habían puesto no mencionado que subyace a su posición
sido reconocidas como «grandes», criticando a parece ser una teoría estética universalista.
aquellos que abogaban por el estudio de las obras Según la teoría estética formulada por Im -
de arte como artefactos culturales. Argumentó manuel Kant a finales del siglo xvm. ciertas obras
que, aunque el estudio de las circunstancias his- de arte tienen la capacidad de provocar un reco-
tó ricas afectase significativamente a nuestra apre- nocimiento tran shistórico de su extraordinaria
ciación del arte del pasado, no podía sustituir la ca- calidad 22 • La existencia de lo bello es, así, algo que
of lmaginative ldeals. Northwestern University Press, Evans- 21 Gombrich: Art History and the Social Sciences: The Roma-
ton 111., 1990; Goran, Jan: The making of the Modern Ca- nes Lecture for 1973. Clarendon Press, Oxford, 1975, p.
non: Genesis and Crisis of a Literary Idea. Athlone Press, 54. Northrop Frye también sugirió el silencio como medio por
Athlantic Highlands, N.J., 1991; Lauter, Paul: Canons in el que el crftico podría validar la equivalencia entre canon y
Contexts. Oxford University Press, Nueva York. 1991; Gates tradición. Ver Smith, «The Exile of Evaluation» p. 24.
Jr., Henry Louis: Loase Canons: Notes on the Culture Wars.
Oxford University Press, Nueva York, 1992; y Guillory, John: 22 Kant: Critique of Aesthetic Judgement. Clarendon Press.
Cultural Capital: The Problem of Literary Canon Formation. Oxford, 1952 .
University of Chicago Press, Chicago, 1993.
23 Lacan, Jacques: «The Mirror Stage as Formative of the Func- 25 Fabian, Johannes: Time and the Other: How Anthropology
tion of the «1» as Revealed in Psychoanalytic Experience» y Makes lts Object. Columbia University Press, Nueva York,
<< The Agency of the Letter in the Unconscious, or Reason sin- 1983; Said, Edward: Orientalismo. Ediciones Libertarias-
ce Freud», ambos en tcrits: A Selection. Norton, Nueva Prodhufi, 1990; y Culture and lmperialism. Knopf, Nueva
York, 1977, p 1-7 y 146-78. York, 1993.
Incentivar la historia O
íntimamente asociado con el concepto humanis- no paras de proyectar. Simplemente proyec-
ta de la inmutable naturaleza humana, se vaáa de tas más inconscientemente. Aparentemen-
conten ido 26 . Más que intentar reducir la rica va- te, no hay escape posible a uno mismo, y es
riedad de respu estas humanas al arte a un único poco seguro ce rrar completa me nte la histo-
tipo de experiencia, parece más importante arti- ria del a rte a la imaginación contemporá-
cular los fu ndamentos sobre los que estas dife- nea»27.
rentes respuestas alcanzan la condición de prác-
ticas discursivas . Sin emba rgo, no f ue hasta la ll egada del femi -
Los intentos de Panofsky de naturalizar el con- nismo que la equivalencia entre el canon de la his-
cepto de calidad artística -o, parafraseando a Gom- toria del arte y la tradición se vio ante un reto per-
brich, defender que la calidad es uno de los juidos durable. Más que ninguna otra historiadora o
de valor implícitos qu e constituyen nuestra civi- crítica, fu e Linda Nochlin en su fam osa obra,
lización- nu nca fueron del todo convincentes. «¿Por qué no ha habido grandes mujeres artis-
Entre los argumentos más importantes (y curio- tas?» de 1970, quien atrajo la atención de la dis-
samente olvidado) que r econocen el papel del ciplina con sinceridad hacia el tema del mérito ar-
presente en la tarea de contar el pasado, está el ex- tístico28. Demostró lo insatisfactorio que res ultaba
puesto en el presdente ensayo de 1969 de Leo el concepto de tradición para la definición de la
Steinberg, «La objetividad y la personalidad men-
guante». Al insistir en la importancia de la subje-
tividad, Steinberg se rebelaba contra la antisépti- 27 Steinberg, Leo: «Objectivity and the Shrinking Selh>. Daedalus,
ca objetividad y e l empirismo positivisia de la n<> 98, 1969, p . 836. Svetlana Alpers también llamó la aten-
historia del arte de su época. Según él, la pers- ción sobre la importancia del presente en la interpretación
del pasado (ver <<ls Art History?>> Oaedalus, n° 106, 1977, p.
pectiva cultural del historiador del arte está mo- 1-13). Describiendo la obra de T.J. Clark, Michael Fried, Leo
delada de tal forma por la s circunstancias cultu- Steinberg y Michael Baxandall, afirmaba que la obras de es-
rales de su propio tiempo, que determina la tos autores enfatizaban el modo en el que el mérito artísti-
importancia qu e en última instancia adscribe a .la co descubierto por crfticos del pasado en las obras de arte,
debe ser evaluado en el contexto del presente. Al hacer
obra de arte en cuestión. El arte manierista, por
esto, estos autores dieron a entender que el canon heredado
ejemplo, llevaba mucho tiempo desechado debi- de la tradición no era absoluto y que debía ser revisado por
do a que las academias de arte del siglo xvu lo va- las siguientes generaciones. Curiosamente. la historia so-
loraron negativamente, pero fue redescubierto cial del arte inspirada por la crítica marxista de T.J. Clark
por los artistas expresionistas y los críticos del si- daba completamente por sentada la existencia de un ca-
glo xx en base a sus propias preferencias artísticas. non tradicional. Clark nunca concibió el canon como un
cuerpo de obras imbuido con un significado social históri-
La visión de Steinberg no se evade de la inter- camente contingente. Aunque sus propias interpretaciones
vención personal. Toda interpretación histórica de las obras canónicas están claramente motivadas polfti-
está necesariamente matizada por las conviccio- camente, él raramente llama la atención sobre sus propias
nes del intérprete. creencias intelectuales y compromisos políticos en el proceso
de su encuentro con el pasado. Ver, por ejemplo, lmage of
the People: Gustave Courbet and the 1848 Revofution. Prin-
<<Es de ingenuos imaginar q ue evitas el ries- ceton University Press, 1973 y The Painting of Modern Life:
go de proyección simplemente no interpre- París in the Art of Manet and His Foffowers. Princeton Uni-
tando. Aunq ue desistas de la interpretación, versity Press, 1984. Para una crítica del fracaso de Clark en
la cuestión del canon, ver Rifkin, Adrian: «Marx's Clarkism>>.
Art History, n° 8, 1985, p.488-95.
26 Ver Bennett, Tony: «Really Useless Knowledge: A Political Cri- 28 Nochlin, Linda: «Why Have There Been No Great women
tique of Aesthetics». Literature and History, no 13, 1987, p. Artists?» Art News, no 69, 1971, p. 23-39,67-69. Ver
35-57. también Tickner, Lisa: «Feminism, Art History and Sexual
- práctica y persuasiáu
categoría canónica de una obra de arte, subra- en las mismas condicion es que los hombres,
yando hasta qué punto una obra maestra putati - sin tener en cuenta la potencia de su llamado
va puede servir para articular y apoyar una je- talento o genio» 2 9 .
rarquía de los sexos. No hay nada inherentemente
natural en la selección de grandes artistas y obras En lugar de intenr.ar insertar a mujeres históricas
en la que se basa la historia del arte, porque esa en una práctica social que había sido construida
elección es prod ucto de actitudes sociales· histó- a expensas de su exclusión, las críticas feministas
ricamente determinadas. La eq uivalencia entre posteriores demandaron la completa destrucción
mérito artístico y tradición, argumentó Nochlin, de la historia del arte como disciplina. Griselda
honraba Jos logros culturales de los hombres por- Pollock se ha basado en la sem iótica y en la obra
que las fuerzas sociales evitaban que las mujeres de Foucault para argumentar que la historia del
participasen completamente en los procesos de arte es en sí misma una práctica discursiva, una
producción artística. En un cont undente infor- manera de crear significado que está impregnada
me sobre la historia de la prohibición a las mu - de las actitudes del género dominante. Concluye
jeres de pintar desnudos en las academias de arte que los estudios feministas no tienen lugar en la
que dominaron la educación artística hasta fina- historia del arte tal como tradicionalmente ha sido
les del siglo XIX, Nochlin sugirió que eran las ins- definida. En lugar de referirse a las obras canóni-
tituciones sociales. y no una carencia innata del cas de las que se ha ocupado la actividad discipli-
carácter femenino, las responsables de la poca naria, ella aboga por lo que llama «i ntervenciones
representación de su género entre los «grandes» feministas en las historias del arte» 30 .
artistas del pasado. Siguiendo a Jacques Derrida, Adrian Rifkin
ha esbozado las consecuencias de la teoría lin-
<<Esperanzadoramente, al acentuar las condi- güística en el canon de la historia del arte, cen-
ciones previas institucionales -i.e. públicas- más trándose particularmente en la necesidad de re-
que las individuales, o privadas, para poder re - conoce r que la obra del historiador (e l texto
alizarse o no en las artes, hemos aportado un histórico) está matizado inevitablemente por la
paradigma para la investigación de otras áreas posición del historiador en la historia y la cultu-
del campo. Al examinar en detalle un simple ra. Si la historia del arte puede ser considerada
caso de deprivación o desventaja - la prohibi- una práctica discursiva, entonces es susceptible
ción de modelos desnudos a las estudiantes al tipo de aná lisis textua l conocido como decons-
de arte- hemos sugerido que efedivamente, trucción31. Derrida ha mostrado que el lenguaje
a las mujeres se les prohibió institucionalmen- está env uelto en un juego de presencia ausente,
te el acceso a la excelencia artística, o al éxito, que sirve para otorgarle una condición ontológi-
Difference». Genders. 1988, p.92-127, y Salomen, Na- 29 Nochlin, Linda: <<Why Have There Been No Great Women Ar-
nette : «The Art Historical Canon: Sins of Omission». tists?». p. 69.
(En)Gendering Knowledge: Feminists in Academe. Joan
Hartman y Ellen Messer-Davidow (eds.) University of Ten- 30 Pollock, Griselda: «Feminist lnterventions in the Histories of Art:
nessee Press, Knoxville, 1991, p. 222-36. Otras contribu- An lntroduction». Vision and Difference: Feminity, Femínism,
ciones aparecidas después de la escritura de este capítu- and the Histories of Art. Routledge, Londres, 1988, p. 1-17.
lo: «Rethinking the Canon», una colección de comentarios
de Michael Camille, Zeynep <;elik, John Onians, Adrian 31 Rifkin, Adrian: «Art's Histories». The New Art Hístory. A. L.
Rifkin y Christopher Steiner en Art Bulletin, no 78, 1996, Rees y Frances Borcello (eds.), Camden Press, Londres, 1986,
p.198-217; Pollock, Griselda: Differencing the Canon: Fe- p. 157-63. Ver también Mermoz, Gerard: «Rethoric and
minist Desire and the Writing of Art's Histories. Routled- Episteme: Writing about 'Art' in the Wake of Post-Strudu-
ge, Londres, 1999. ralism». Art History, n° 12, 1989, p. 497-509.
Incentivar la histC>ria e
ca a aquello que no es sino un sistema de signos dente sobre la categoría de las obras que están en
inestable y cambiante que obtienen su significa- el punto de mira de la atención de la historia del
do no de su capacidad de referirse a los objetos del arte, es necesario explicar por qué se han escogi-
mundo, sino más bien de las actitudes culturales do algunas obras y no otras. Las actitudes subje-
que les otorgan sus usuarios. En esas circunstan- tivas y las aspiraciones culturales del historiador
cias, la noción de se transforma: ya no se del arte son un aspecto del relato tan importante
refiere a una serie de objetos culturales que se como las propias obras que son su objeto. Esto
distinguen por su capacidad de provocar una res- equivale a decir que no hay más canon que el
puesta universal a su mérito anistico, el <<arte» que construimos nosotros mismos. En lugar de
se convierte en una serie de objetos culturales usar la historia para respaldar la existencia de un
que han recibido una posición privilegiada de au- canon tradicional. en lugar de hacer que la ima-
tores cuyos intereses se veían cumplidos al ha- ginación histórica sirva aJ statu quo, esto es, al gus-
cerlo32. La categoría cultural de <<arte» y la prác- to de aquellos cuya cultura nosotros hemos he-
tica discursiva de «hlstoria del arte» son constructos redado, puede usarse una historia motivada para
socia les, no constantes en la historia de la civili- desestabilizar y poner en cuestión los presupues-
zación. tos y prejuicios de nuestra cultura resaltando su
A la luz de estas críticas, debemos repensar la contingencia y su relatividad.
función de la subjetividad autorial en la escritu - Pero estas conclusiones tienen profundas im-
ra de la historia, así como la naturaleza y la posi- plicaciones pedagógicas para la historia del arte.
ción del canon de la historia del arte. En primer Como disciplina organizada en torno al estudio
lugar, y quizás más sorprendente, debemos dar- de un canon de artistas y obras garantizados por
nos cuenta de que el tipo de apreciación expresado la tradición, la historia del arte fue, al menos has-
por el arte renacentista del norte en la obra de ta hace relativamente poco tiempo. un agente de
Wackenroder y Schlegel es más relevante para el lo que Pierre Bourdieu llamó el proceso de «re-
proceso de interpretación histórica contemporá- producdón cultural». El contenido canónico de
nea que el de la obra de Panofsky. Una vez que el nuestros programas de estudio, por ejemplo, sir-
concepto de tradición ha resultado ser histórica - ve como medio de transmitir «Capital cultural »
mente comprometido, ca rgado con las actitudes de una generación de la elite a otra 33 . Al transfe-
culturales de un particular momento histórico, y rir el conocimiento sobre un conjunto de obras
una vez que cada intento de crear significado tex- cuyo mérito no puede ser cuestionado ni discuti-
tual ha resultado tener que ver menos con el mun- do, la historia del arte es considerada a menudo \ !
do que con la proyección de los prejuicios y la como una fuerza conservadora en la cultura con-
parcialidad del autor -y también de su perspica- temporánea. ¿Cómo se puede transformar esta
cia y entendimiento- parece claro que los histo- situación? La eliminación del canon parece ser
riadores del arte deben ocuparse de la cuestión un sueño utópico. Sugerir que la historia del arte
de por qué creen que se merece hablar de las obras podría continuar como institución social que no
que estudian. Una vez que ya no hay nada evi - elige qué artistas y obras deben ser enseñados y los
32 Para una discusión sobre cómo las obras de arte están <<en- 33 Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean-Ciaude: Reproduction in
marcadas», ver Derrida. Jacques: La verdad en pintura. Trad. Education. Society, and Culture. Sage Publications, Londres,
de M.C. González y D. Scavino. Paidós, Barcelona, 2001; y 1990. Para una recusación del modo en el que la historia del
Duro. Paul, ed.: The Rethoric of the Frame: Essays on the arte fomenta el proceso de reproducción cultural, ver Oun-
Boundaries of the Artwork. Cambridge University Press, can, Carel: «Teaching the Rich». The Aesthetics of Power:
Cambridge, 1996. Essays in Criticar Art History. Cambridge University Press,
Nueva York, 1993, p. 135-42.
Incentivar la historia e
fijo e inmutable, los estudiosos tienen ahora la historia. Siguiendo a Louis Althusser, podríamos
oportunidad de definir cual sería esa materia. Al definir ideología como inconsciente sociaJl5 . La obra
hacerlo podrán exponer, en lugar de ocultar, los del historiador pertenece (consciente o incons-
temas culturales que los preocupan. La materia cientemente) a una variedad de formas de concebir
de la historia del arte se convierte así manifiesta- las relaciones entre seres humanos como miem-
mente en una alegoría de las ci rcunstancias his- bros de una cultura particular, y los medios por los
tóricas que dieron forma y facultaron la subjeti- qu e esa cultura se relaciona con otras y con el
vidad del autor. mundo. Estas estructuras de entendimiento defi-
Este énfasis en la entidad del historiador o his- nen la identidad del historiador o la historiadora
toriadora, en su capacidad de someter los valores en relación con todas las otras épocas y lugares.
del pasado a un intenso escrutinio y a una crítica Concluyo, por lo tanto, con una paradoja. Los
rigurosa, y de articular las aspiraciones culturales códigos y convenciones culturales que sirven para
de su propio tiempo, no debería ser mal interpre- definir una identidad particular también hacen
tado. Esto no es una llamada a una simple co- posible que partícipe en la vida social. El rol acti-
rrespondencia entre interpretación e intérprete, vo de la historia en la creación y la transformación
ni una sugerencia de que uno debe reflejar al otro. de la cultura sólo puede ser entendido porque su
Las alegorías de la consciencia que llamarnos «his- materia está constituida por y es constituyente de
toria» deben ser inevitablemente opacas. Nunca las circunstancias en las que el historiador o la
podemos ser plenamente conscientes de los mo- historiadora existen. El llamamiento a una histo-
tivos que nos llevan a darle una forma a la inter- ria motivada no puede asumir que los motivos
pretación y no otra. El inconsciente debe, por de- del historiador sean transparentemente accesi-
finición, permanecer más allá d e nuestra bles. La determinadón psicológica e ideológica no
comprensión. La subjetividad del h istoriador no puede evitar que un autor o autora dote a sus re-
sólo está parcialmente determinada por fuerzas latos históricos de una persuasión política que se
inconscientes, sino también por las tradiciones ocupe de los acuciames temas sociales y cultura-
ideológicas características de su situación en la les de su época.
((Cuando lo real ya no es lo que era, la nostalgia del modernismo artístico ha tocado a su fin: el re-
asume su pleno significado» . lato según el cual los diversos movimientos mo-
Jean BaudriUard, The Precession ofSímulacra dernistas están en relación dialéctica entre ellos,
de modo que cada nueva iniciativa
su predecesora para someterla a su propia natu -
raleza, ha llegado a su conclusión. El descubri-
miento del Brillo Box de Andy Warhol (1964), in-
Una de las características persistentes de los es- trodujo una nota de ironía que completó el
critos de teoría del arte en los últimos veinte años proceso.
ha sido la preocupadón de una serie de críticos por
insistir en el (<final del arte >>, el «final de la histo- (< Durante el siglo pasado, el arte fue incli-
ria>>, y el (<final de la estética». Motivados por va- nándose hacia una autoconsciencia filosófi-
rias perspectivas críticas, todos estos teóricos se ca, lo que tácitamente fue entendido como
ocuparon del gran relato del «arte» que aportó la que los artistas debían producir un arte que en-
filosofía hegeliana. Algunos creen que vivimos el carnase la esencia filosófica del arte. Ahora
fina l del proceso descrito por Hegel, según el cual, podemos ver que ese entendimiento fue erró-
el arte debería ser visto como la materializadón del neo; con un entendimiento más claro viene el
espíritu, el principio de la ilustración, en su camino reconocimiento de que a la historia del arte ya
a través del tiempo. no le quedan direcciones que tomar. Puede
Siguiendo a Hegel, Arthur Danto, por ejem- ser cualquier cosa que los artistas y los mece-
plo, argumenta que la época del arte ha llegado a nas quieran que sea» 2 •
su fin porque el espíritu ha trascendido su mate-
rialización en producción artística y ha asumido Otros críticos, como Hans Belting, también siguen
una forma completamente intelectual como filo- a Hegel en la convicción de que el arte y la histo-
sofía 1• Aun reconociendo que la creación artísti- ria del arte han llegado a un fin 3 _ Así como la pro-
ca continúa constante, Danto insiste en que el ducción artística ha perdido su necesidad inter-
impulso transhistórico hacia la autoconsciencia na, el principio de forma, o estilo, por el que la
ya no se realiza en el arte. El empuje teleológico historia del arte podía ser distinguida de otras fo r-
Danto, Arthur: «The End of the Art» . The Philosophical Di- 2 Danto, «Three Decades ... », p. 36.
senfranchisement of Art. Columbia University Press, Nueva
York, 1986, p. 81-115; «Three Decades after the End of 3 Belting. Hans: The End of Art History. University of Chica-
Art». After the End ofArt: Contemporary Art and the Pale go Press, Chicago, 1987; Beltig: Das Ende der Kunstges-
of History. Princeton University Press, Princeton, 1997, p. chichte. Eine Revision nach Zehn Jahren. Beck. Munich,
21-39. 1994.
Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los eswdios visutl/(s O
mas de interpretación histórica, ya no vale como y se aseguró de que sólo pudiese ocupar una po-
garantía de la autonomía de la disciplina. El colapso sición marginal en la vida de la cultura.
de la idea de estilo como factor unificador de la his-
toria del arte, ha resultado en una proliferación de «Una vez materializada dentro del museo, se
diferentes historias del arte, cada cual siguiendo podía esperar que la estética idealista neutra-
su propio programa. lizase la posibilidad de arte como praxis o re-
sistenda revolucionaria. La extirpación efec-
«Cuanto más se perdía la unidad interior de tiva del arte de su implicación directa en la
la historia del arte entendida como disciplina vida social, la creación de un ámbito «autó-
autónoma, más se dispersaba en el contexto nomo» para el arte, se convirtió en la misión
social y cultural circundante al que supuesta- de los museos, y contra esto se dirigieron las
mente perteneáa. La lucha por el método per- formas radicales de teoría y práctica moder-
dió su agudeza y los intérpretes sustituyeron nista»6.
una historia del arte convincente, por varias,
en realidad muchas, historias del arte, que, Finalmente, en un contexto muy apartado de la
cual métodos, conviven paáficamente entre sí historia del arte, los conceptos occidentales de arte
como las diferentes direcciones del arte con· e historia han sido desafiados por la nueva cons-
temporáneo» 4 • ciencia de las formas en que ambos se ven com-
prometidos ante la existencia de culturas que, o
Para Douglas Crimp, la ascensión del museo selló no tienen equivalente cultural para ellos, o sus
el destino del arte. Relacionando la noción hege- equivalentes potenciales a estas ideas son tan ra-
liana del «fin del arte» con la emergencia históri- dicalmente diferentes que resultan inconmensu-
ca de los museos, Crimp argumenta que la insti- rables. En su libro El tiempo y el otro, Johannes Fa-
tucionalización del arte, su confinamiento en el bian señala que, en el contexto del colonialismo,
museo bajo el eje de una teoría estética idealista, la obsesión del modernismo occidental con la te-
sirvió para separarlo de su contexto en la vida co- leología y la evolución desacreditaba y margina-
tidiana5. La idea de la autonomía del arte, de su su- lizaba efectivamente las nociones de tiempo de
puesto valor universaL es, efectivamente, la res- las sociedades no occidentales7 . La política pos-
ponsable de su fallecimiento. Aunque se continúa colonial nos recuerda el prejuicio eurocentrista
produciendo arte, su condición autónoma garan- de la ideología modernista. Los llamamientos mo-
tiza que no pueda ser un agente en las interaccio- dernistas a la universalidad ya no pueden ser jus-
nes culturales y sociales cotidianas. El nacimien- tificados en una época que reconoce el valor de lo
to del museo privó al arte de su signlficadón social otro. Así como el tiempo modernista, o histori-
cista, invalidó una vez el tiempo de otras culturas,
nuestra consciencia de la legitimidad de los dife-
4 Belting: Das Ende der Kunstgeschichte. p. 22: «le mehr die rentes sistemas sirve para socavar el proyecto oc-
innere Einheit einer autonom verstandene Kunstgeschichte cidental. En estas circunstancias, está claro que
zerviel, umso mehr laste sie dich in das ganze Umfeld der
Kultur und Gesellschaft auf, zu dem man sie rechnen so/1- no hay nada evidente en los conceptos de arte, his-
te. Der Streit um die Methode verlor seine Scharfe, und die toria del arte. o estética. Lejos de pertenecer al
Interpreten ersetzten die eine, zwingende Kustgeschichte
durch mehrere, ja viele Kunstgeschichte, die als Methoden
ahnlich Konflictlos nebeneinander existieren, wie es die zeit- 6 Ibídem, p. 303.
genossischen Kunstrichtungen tun ».
7 Fabian, Johannes: Time and the Other: How Anthropology
5 Crimp, Douglas: On the Museum's Ruins. MIT Press, Cam- Makes lts Object. Columbia University Press, Nueva York,
bridge, 1993. 1983 .
Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con ,•studios visua/e,( O
particular en un momento particular 10 • La intro- constru cciones históricas específicas de tiem-
ducción del término estuvo claramente motivada pos y lugares culturales d iferentes)) 13 .
por la preocupación de Baxandall, como histo-
riador sociaL de incorporar la producción de arte Si la distinción entre arte y artefacto visual debe-
al resto del tejido social para establecer lo que él ría ser vista como una construcción cultural y no
llamó «el ojo del periodo» 11 • Al hacerlo, no esta- como un «dado» culturaL ¿de qué clase de ima-
ba, por supuesto, elim inando la noción de gran ginería se ocupa entonces la cultura visual? Sobre
arte; en lugar de hacerlo, sugirió que la produc- este punto, Mi tchell es menos específico:
ción artística de las sociedades pre-modemas no
era conside rada una actividad autónoma, sino «El objetivo de un curso sobre cu ltura visuaL
una actividad siempre implicada vitalmente en en resumen, debería ser dotar a los estud ian-
las transacciones que posibilitaban y constituían tes de un conjunto de herramien tas críticas
la vida cotidiana. W.J.T. Mitchell, que quizás es para la investigación de la visualidad huma-
más responsable del modo en que el término se na. y no transmitir un cuerpo específico de
utiliza ahora, percibe la cultura visual como un información o va lores. Si las cuestiones y los
campo de estudio, un punto focal para los intereses debates son planteados con franqueza, como
de estudiosos que trabajan en muchas disciplinas la propia sustancia del curso y no como algo
y desde variados puntos de vista. Como miembro ya determ inado, entonces la información, los
de un grupo de trabajo de la Universidad de Ch i- valores, y la exposición a las mejores produc-
cago, Mitchell colaboró en el desarrollo de los ciones de la cultura visual llegarán inevita-
fundamentos y el programa de estudios de un blemente)) 14 •
curso académico de un año sobre el tema 12 . Con
respecto a la relación de la cultura visual con la his- Una definición así parece dar demasiadas cosas
toria del arte, Mitchell escribe: por sentadas. El mundo de las imágenes es tan
vasto que necesita un marco; al rechazar «nocio-
«Desde el punto de vista de un campo gene- nes heredadas sobre la belleza y la importancia
ral de la cultura visual, la historia del arte ya estética)) la invocación de Mitchell a la idea de
no puede confiar en nociones heredadas so- calidad, su referencia a <<las mejores producciones
bre la belleza o la importancia estética para de la cultura visual» como base para determinar
definir su propio objeto de estudio. Hay que el contenido del curso, es difícil de entender_ Aun-
tener en cuenta claramente el ámbito de la que su reticencia a sugerir un marco para el estudio
imaginería popular y vernácula, y las nocio- de la cultura visual podría ser considerado como
nes de jerarquía estética, de obra maestra, de un intento de darle una flex ibilidad útil a un cam-
genio del artista, deben ser redescritas como po que aún tiene que encon trar su lugar históri-
camente, esa duda ta mbién puede ser considera -
da una debilidad teórica 1s.
10 Ver la contribución de Kaufmann, Thomas DaCosta a «Vi-
sual Culture Questionnaire)) . October, no 77, 1996, p. 45-
48.
13 Ibídem, 209-2 10.
11 Baxandall, Michael: Painting and Experience in Fifteenth
Century Ita/y. Oxford University Press, Oxford, 1974. 14 Ibídem .
12 Mitchell, W.J.T.: «What ls Visual Culture?>> . Meaning in the 15 Un punto débil compartido por ciertas publicaciones sobre
Visual Arts: Views from the Outside: A Centennial Comme- el tema de la cultura visual es que, aunque celebran la he-
moration of Erwin Panofsky (1892- 1968). lrving Lavi (ed.), terogeneidad de sus potenciales materias de estudio, no
lnstitute for Advanced Study, Princeton, 1995, p. 207-1 7. consiguen ocuparse de la necesidad de ofrecer un enfoque,
19 Mitchell, W.J.T.: Picture Theory. University of Chicago Press, 22 Silverman, Kaja: <<Fassbinder and l acan: A Reconsideration
Chicago, 1994, p. 5. of Gaze, look and lmage». Mate Subjectivity at the Margins.
Routledge, Nueva York, 1992, p. 125-56.
20 Krauss, Rosalind: «Welcome to the Cultural Revolution».
October, n° 77. 1996, p. 85 . 23 Vide Jameson, Fredric: El posmodernismo o la lógica cultu-
ral del capitalismo avanzado. Paidós Ibérica, Barcelona 1995;
21 Crimp: «Getting the Warhol We Deserve .. » p. 53 . The Cultural Turn: Selected Workings on the Postmodern.
Verso. Londres, 1998.
Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios visuales O
porque su cultura refleja la na turaleza de la eco- culturales cuya importancia delata los valores de
nomía del capitalismo tardío. Aunque esa con- quienes las crearon, manipularon y consumie-
cepción contempla la historia como un movi- ron. Más q ue limitarse a una teoría totalizadora
miento teleológico a través del tiempo, el modelo que reduzca la innovación teórica a la «superes-
en el caso de Jameson no es hegeliano sino mar- tructura» ideológica de una cultu ra modelada por
xista. El motor de la h istoria no es el transitar del su «base'' económica, los estudios visuales insis-
espíritu, sino la lucha de clases. Según Jameson, ten en que, a pesar de las fuerzas cu lturales que
las críticas teóricas a los grandes relatos de la his- necesariamente cond icionan la conciencia, la ac-
toria occidental proporcionados por el pensa- ción humana está lejos de ser predecible: los pro-
miento marxista deben ser consideradas como pios conflictos del discurso cu lt ural (su hetero-
síntomas del momento histórico en que son for- glosia) ocasionan que el principio de agencia no
muladas. La crítica a las teorías totalizadoras de la pueda ser pasado por alto en el aná lisis cu ltural.
historia - en este caso, a la visión marxista- es así Como consecuencia del postestructuralismo - un
considerada más una manifestación de la condi- conjunto de teorías que enfa tiza ron la indeter-
ción posmoderna que un reto a la concepción tra- minación del significado y nuestra incapacidad
dicional de la historia. En esta visión, el entendi- para conocer el mundo- Jameson defiende uno de
m iento marxista de la historia no puede ser los grandes relatos de la historia más trad iciona-
cuestionado porque es imposible pensar fuera de les: el llamamiento de Marx a entender la relación
él. La historia coincide con las circunstancias rea- de los seres humanos con las circunstancias rea-
les de la ex istencia h umana y no se considera les de su existencia. En el contexto de una tradi-
como una perspectiva filosófica particular en esas ción filosófica postestructuralista cuya mayor pe-
circunstancias. Sólo si aceptamos una visión tele- netración es el reconocimiento de la opacidad del
ológica de la historia, que identifique el posmo- lenguaje y su incapacidad de ofrecernos acceso al
dernismo y sus desarrollos intelectuales como fase m undo, sólo puede decirse que la teoría de la cul-
necesaria bien en la evolución del espíritu, bien en tura de Jameson, y el ataque a los estudios vi-
la evolución del capital, puede ser reducida la crí- suales que se basa en ella, constituyen una nos-
tica de las fil osofías historicistas o marxistas a ser talgia por lo real.
la característica de un periodo histórico. El mar- En su contribución al mismo n úmero de Oc-
xismo de Jameson es necesariamente una meta- tober, Hal Foster se une a Krauss en asumir una
filosofía que debe abarcar todos los otros sistemas opinión negativa de la idea de cultura visual ar-
filosóficos y al mismo tiempo negarse a conside- gumentando q ue ese enfoque de las imágenes
rarse a sí mismo como tal. Es justamente esta fa l- implica un movimienro desde «el arte a lo visual
ta de a uto-reflexividad, esta justificación de las y desde la historia a la cu/tura» 24 . Ocupándose pri-
bases del pensamiento histórico, lo que los estu- mero del primer par, Foster afirma que la cultu-
dios visuales pretenden cuestionar. ra visual participa de lo que él llama el «giro et-
Basados en una filosofía del lenguaje derri- n ográfico". Al asumir que la posicionalidad
da na q ue insiste en que el lenguaje es el h ogar importa en la producción de discurso, que el co-
de la metafísica, los estudios visuales se centran en nocimiento está conj ugado por los intereses de
primer lugar y principalmente en el marco den- los responsables de su articulación, él defiende
tro del que se produce significado. Así como el
análisis del discurso enfoca el lenguaje como un
código arbitrario de signos que sirven de sustitu-
24 Foster, Hal: <<The Archive Without Museums». October. n°
tos del mundo más q ue de ruta por la cual tene - 77, p. 104; ver t ambién su capítulo <<The Artistas Ethno-
mos acceso a él, los estudios visuales están inte- grapher» . The Return of the Real. MIT Press. Cambridge.
resados en cómo las imágenes son prácticas 1996, p. 171-204.
Nosta(qia di! lo real. La rdarión de la historia del artt' can <'Studios visuales O
Al contrario que Foster, yo argumentaría que sión no esencialista del arte, que no esté preocu-
las oposiciones binarias autonomía/sometimien- pada por defender la «autonomía» de su empre-
to y arte/visual son, de hecho, inapropiadas. Con- sa contra otras formas de discursividad cultural,
siderar el arte como una de las muchas activida- atrae nuestra atención hacia los cambios en el
des discurs ivas, una forma visual de crear gusto que sirven para transformar al arte en no arte
significado comparable en sus procedimientos con y viceversa.
otras formas de imaginería, significa que estas La cu ltura visual también ha sido objetivo
prácticas pueden ser vistas como equivalentes en- de la crítica de Thomas Crow. Al igual que Pos-
tre ellas. Más que insistir en la primacía del arte ter, Crow quiere defender la autonomía del arte,
en relación con otras formas de imaginería visuaL pero en este caso la noción de autonomía está
¿por qué no reconocer simplemente su carácter suscrita por un llamamiento a lo que él llama la
distintivo? ¿Por qué no ver el arte como una de «esfera pública». Sigue a Jürgen Habermas ar-
las muchas formas de imaginería que constitu- gumentando que el final del siglo xvm presenció
yen la cultura visual? A la cultura visual no le in- el desarrollo de una cultura burguesa dedicada
teresa disolver el arte en otras fonnas de imaginería a los principios del nacionalismo que se situó en
que lo rodean, sino reconocerlo como forma di.s- oposición a la tradicional autoridad autocrática
tintiva de creatividad visual que posee su propia del estado. Es en esta esfera pública. sup uesta·
tradición historiográfica. Además, la cultura vi- mente caracterizada por un intercambio de vi-
sual no sólo debería reconocer los diferentes gé- siones sin trabas a través del cua l se forja el con-
neros de producción de imágenes que animan senso sociaL donde Crow ve una garantía de la
una cultura particular. sino también resaltar que autonomía del arte 28 . La esfera pública es e l es-
sus calidades únicas requieren distintos enfoques pacio crítico en el que la idea de lo que consti-
pa ra su interpretación. tuye el arte debería ser discu tida y alcanzar su
Más importante quizás, es que el enfoque de consenso. Observando la situación artística en
la producción artística dentro del contexto de la los Estados Unidos a consecuencia del postes -
cultura visual nos permite observar tanto la es- t ructuralismo y el ascenso de las políticas de
pecificidad social como la maleabilidad histórica de identidad, Crow lamenta el fracaso de una idea
las afirmaciones de valor estético. Las formas de de com unidad consensual. porque marca el fa-
producción visua l que han alcanzado cierta cate- llecimiento de cualquier acuerdo acerca de lo
goría y apreciación dentro de una cultura, no con- que constituye la calidad artística 29 • Atribuye la
siguen necesariamente la misma atención en otra. falta de dirección del mundo del arte, la pérdi-
El concepto occidental de arte disfruta de un re- da de una vanguardia, al colapso de la esfera pú -
conocimiento global y le permite a culturas no blica, sugiriendo que la base comunal en la que
occidentales encontrar tipos de artefactos equi- se apoyaba la idea de arte ha sido saboteada por
valentes a aquellos que gozan de prestigio en la tra- intereses especiales.
dición europea y competir en un universo políti-
co dominado por la idea de nación-estado. El
reconocimiento de los orígenes y funciones de 28 Crow, Thomas: Pintura y sociedad en el París del siglo XVIII.
este concepto, sin embargo, revela cómo la no- Editorial Nerea. 1989. Su teoría se basa en el libro de Ha-
ción de arte transforma necesariamente el modo bermas. Jürgen: The Structural Transformation of the Public
en que los artefactos de cult uras no occidentales Sphere: An lnquiry into the Category of Bourgeois Society.
MIT Press, Cambridge, 1988.
eran entendidos antes. Concebir el valor estético
como una práctica discursiva también nos per- 29 Crow, Thomas: «These Collectors, They Talk About Baudri-
mite apreciar la manera de cambiar en el curso del llard Now» . Oiscussions in ContemporaryCulture. Bay Press.
tiempo de la naturaleza de dicha práctica. Una vi- Seattle, 1987, p. 1-8.
31 Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal: Hegemonía y estrategia 32 Elkins, James: «Art History and lmages That Are Not Art».
socialista: hacia una radicalización de la democracia. Siglo Art Bulletin. n° 77, 1995, p. 553-71; ver también Elkins: The
XXI de España Editores, 1987. Domain of lmages. Cornell University Press. lthaca. 1999.
Nostalgia de lo real. La problemática rflación de la historia del arrt con los estudios visuales O
gar el no arte dentro del estudio del arte (como no del arte de distinguir la «mano>> de diferentes ar-
era cuestión de plegar el arte dentro del no arte en tistas que les permite atribuir obras desconocidas
la discusión previa sobre la posición de Foster), a autores conocidos -en otras palabras, su talen-
sino de comparar y contrastar las herramientas to como connoísseurs- está amenazada, ya que se
heurísticas empleadas para crear significado por to- enfrentan a la necesidad de absorber metodologías
dos los tipos de producción de imágenes. conflictivas como la «arqueología» foucaultiana o
El fundamento para induir o exduir diferen- la semiótica. Los historiadores del arte que parti-
tes géneros de producción de imágenes de la ca- cipan en programas interdisciplinares, argumen-
tegoría «cultura visualn debería basarse en las dr- ta la autora, llevarán su destreza consigo, pero no
cunstancias históricas, las necesidades educaLivas podrán transmitírsela a una nueva generación de
y consideraciones políticas. En nuestra actual si- estudiantes. La consecuencia de este proceso es
tuación, una de las razones más potentes para unir que la interdisciplinaridad conduce inevitable-
el estudio del arte con el del no arte está en el re- mente a la «impericia)).
conocimiento del colapso de las teorías fundacio- Yo argumentaría, en cambio, que esa afirma-
nalistas del conocimiento. Es más, los estudios vi- ción ignora el cambio histórico. Las disciplinas se
suales abren las puertas a la producción de adaptan necesariamente a las cambiantes circuns-
conocimiento desde enfoques muy variados. Im- tancias históricas, sus teorías y métodos triunfan y
pulsan formas de interpretación inspiradas por el caen según su relevancia para los profesionales en
feminismo, los estudios homosexuales y el pen- activo. Mientras que a finales del siglo xtx y prin-
samiento poscolonialista. Más que buscar el con - cipios del xx, el saber de los connoisseurs puede ha-
senso, se benefician del radical desacuerdo entre ber sido una parte indispensable en la formadón de
los diferentes estilos de interpretación. La hetero- un historiador del arte, los problemas de atribu-
glosia que caracteriza sus operaciones es un as- ción ya no son la principal atención de la discipli-
pecto dinámico y positivo de sus actividades. Ade- na. La prádica de los connoisseurs se ha retirado a los
más, la búsqueda de diferentes est il os de museos, donde se mantiene viva por los impulsos
interpretación bajo el eje de los estudios visuales coleccionistas del orgullo cívico y nacional, y al
significa que es difícil equivocarse acerca de los in- mundo de los tratantes de arte, donde el saber del
tereses particulares asociados a cada forma de pro- connoisseur es vital para las operaciones en el mer-
ducción de conocimiento. Si ya no es posible de- cado del arte. Y mientras la preocupación por da-
cir que el conocimiento es desinteresado, la tar e identificar los objetos en estudio ha bajado en
alteridad de las voces yuxtapuestas atraerá la aten- importancia, la prominencia de los problemas de in-
ción inevitablemente hacia los programas culturales terpretación ha subido. Alejados del terna de la in-
que informan cada empresa. Cada forma de argu - terdisciplinaridad, no es sorprendente que los his-
mentación más que ocultar, pondrá en primer pla- toriadores del arte hayan querido ir más allá de las
no sus filiaciones políticas. alternativas hermenéuticas de análisis estilístico,
Ona objeción práctica al tipo de trabajo ínter- iconografía e historia social que les fueron legadas
disciplinar vislumbrado por los estudios visuales por los fundadores de la disciplina.
ha sido articulada por Rosalind Krauss 33 . Apunta El argumento de la «impericia)) oscurece la
que la interdisciplinaridad amenaza las destrezas «redestreza)) que im plica el trabajo interdiscipli-
tradicionalmente asociadas a la disdplina de his- nar, la adquisición de nuevas destrezas para sus-
toria del arte. La capacidad de los histOriadores tituir o añadir a las antiguas. Quizás los historia-
dores pierdan su capacidad para distinguir
«manos» pero pueden encontrar estrategias in-
33 Krauss, Rosalynd: «Der Tod der Fachkenntnisse und Kunst- telectuales mucho más relevantes para su prádi-
fertigkeiten» . Texte zur Kunst. n° 5, 1995. p. 61 -67 . ca profesional en el actualidad, sin mencionar su
Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios visuales O