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Teoría, práctica y persuasión

Estudios sobre historia del arte

Keith Moxey

Ediciones t del Serbal


Título original: The Practice ofTheoJy y The Praccice ofPersuasion
Cornell Unjversity 1994 y 2001

Primera ed ición, 2004

10 9 8 7 6 5 4 3 2

© 1994 y 200 1, Cornell University


© 2004, Ediciones del Serbal
Francesc 32-34 -08027 Barcelo na
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www .ed-serbal.es

Impreso en España
D.L: B. 42371-2003
impresión: Tal lers Grafics Soler
ISBN: 84 -7628-42 1-7
SECULART026
Sumario

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Capítulo primero La melancolía de Panofsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Capítulo segundo Mirando a través de .................................. . .... . 25

Capítulo tercero La creación del «genio» ........... .. .. ........ ........... .. . 35

Capítulo cuarto El inconsciente hegeliano de la historia del arte. Naturalismo


como nacionalismo en el estudio de la pintura antigua
de los Países Bajos ............... .. ..... . ............. .... . 61

Capítulo quinto Historia, ficción, memoria.


Riemenschneider y los peligros de la persuasión 91

Capítulo sexto Incentivar la historia ...................................... . 107

Capítulo séptimo Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia


del arte con los estudios visuales ............................. . 123

Capítulo octavo Después de la muerte de la «muerte del autor» 137

Sumario O
VI. Incentivar la historia

"Bajo el historicismo. que implicó el estudio histó- bras, la presencia física de un aspecto del imagi-
rico del ane moderno y antiguo como un nuevo pa- nario cultural de nuestra disciplina.
radigma de experiencia histórica, la histOria del arte Me percaté de que la organización de los vo-
renunció completamente a su legitimidad corno me-
dio de refk'xión estética. filosófica o hcrrnent!utica». ltlmenes en las estanterías era al menos tan im-
portante como el conocimiento que albergaban
Hans Roben Jauss. History of Art and
Pragmatic History
los voluminosos romos. A diferencia del inquie -
tante caos que caracterizaba las pilas de libros del
cuento de Borges «La biblioteca de Babel)) estos li-
«Afortunadamente, ya estamos lejos de aquel pe- bros estaban organizados sigu iendo un patrón es-
riodo de cientificismo ingenuo en el que la subjeti- tablecido. Pero, ¿cuál era el sistema que estaba
vidad se consideraba en el dominio de la ilusión y el
detrás de su organización? ¿De dónde procedía
conocimiento objetivo la única exrresión de la ver-
dad. Ahora que nuestra subjerividad no es este patrón? ¿Era más comprensible que aquel
una ilusión que debamos superar, sino una parte de que inspiraba la igualmente famosa descripción
la realidad tan impurrante corno cualquier orra». de Borges, citada por Michel Foucault, de una an -
Josué Harari y David Bell. ulntroducción» a tigua enciclopedia china?2 ¿Cómo pudo conver-
Michel Serres. Hermes: Lireracure. Science. Phi/osophy tirse la categoría «arte renacentista del norte» en
un tema merecedor de interés académico? ¿Quién
o qué había determinado que hubiese más libros
sobre ciertos artistas que sobre otros? ¿Qué gus-
tos y aversiones, compromisos y desprecios dela-
Comenzaré con una anécdota 1• Un día, me puse tan estas elecciones? ¿Qué valores con tribuyeron
a buscar un libro en la Biblioteca Avery, la bi- a formar la configuración de los libros que allí se
blioteca de ane de la Universidad de Columbia. En reunían y, más importante, qué es lo que mantiene
esa ocasión, en vez de mirar a las estanterías como a aquellos libros allí?
meros soportes de los volúmenes que contenían
la información que yo buscaba, me di cuenta de
que lo que estaba viendo era la arquitectura (o
2 Foucault, Michel: Las palabras y las cosas: una arqueología
arqueología) de un campo particular de la activi- de las ciencias humanas. Siglo XXI de España Editores. 1999:
dad académica, a saber, e l estudio del arte rena- « ... los animales se dividen en (a) pertenecientes al Empe-
centista del norte. Me impresionó, en otras pala- rador, (b) embalsamados, (e) amaestrados, (d) lechones, (e)
sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta
clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables,
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1)
1 Para la función de la anécdota en la narrativa histórica. ver etcétera. (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de le-
el capitulo «Después de la muerte de la ·muerte del autor' >>, jos parecen moscas» . (Borges. «El idioma analftico de John
pág. 137. Wilkins>>. Otras Inquisiciones. 7937-7952) .

//IU/IIiVllf /a historia e
La respuesta, por supuesto, es el canon: el qué ciertos momentos y lugares de la historia de
concepto más naturalizado de todos los presu- la producción artística deberían ser destacados so-
puestos de la historia del arte. Ciertos artistas y cier- bre el resto. En el momento actual, la historia del
tas obras de arte que han recibido el refrendo de arte podría ser descrita como una apología del ca-
la tradición y son considerados incuestionable- non no reconocida, y la intensidad de esta devo-
mente como el material apropiado de estudio por ción podría, quizás, ser medida por la sobriedad
la historia del arte. Los programas de estudio con- profesora! con la que nos dedicamos a la tarea.
tinúan siendo organizados alrededor de los artis- La convicción que subyace a esas actitudes
tas con reputación de figuras mayores, y la vasta -que continúan estando muy extendidas, por no
mayoría de las publicaciones está dedicada a la decir que prevalecen en la historia del arte en la
-onsideración de un número selecto de «obras actualidad- es el compromiso con la tradición. El
taestras» bien conocidas. El propósito y la fun- canon de artistas y obras que se estudian en los
_Jón de privilegiar de este modo a ciertos artistas cursos de historia del arte está formado por aque-
y obras raramente es cuestionado. De hecho, el llos cuyo mérito fue determinado por generacio-
análisis crítico de la estima de este canon no se con- nes anteriores de académicos, respondiendo a si-
sidera propiamente una parte de la historia del tuaciones históricas muy diferentes de las actuales.
arte sino de la estética, una rama de la fiJosofía, o Como el Everest las obras, los artistas e incluso las
de la crítica de arte contemporáneo. En su ma- metodologías que se usan para su interpretación,
yor parte, el trabajo disciplinario de la historia del simplemente están ahí y, cual montañeros, nues-
arte continúa como si no hidera falta articular la tro mandato como historiadores del arte es esca-
función social que supuestamente cumple. El apo- lar sus picos y cantar sus alabanzas a las genera-
yo y promoción del canon por pane de la disdplina ciones venideras. Y al hacerlo, a menudo nos
es algo que se da por hecho aún con demasiada fre- empefiamos sin querer en una irreflexiva repro-
cuencia. Es como si en algún momento del pasa - ducción de la cultura: reproducimos el conoci-
do se hubiera llegado a un consenso y se diera miento, pero no siempre Jo producimos. Como
por zanjada la discusión. Las estanterías de la bi- consecuencia, la disciplina ha jugado a menudo un
blioteca son la manifestación física de este con- papel conservador en una sociedad que cambia
senso, la materialización de una práctica cultural rápidamente.
establecida. Un modo de empezar a especular sobre cómo
Al plantear una discusión sobre el propósito de hemos llegado a este momento en nuestra disci-
la dedicación de la historia del arte al canon, es- plina, podría ser dedicarnos a una historia cultu-
pero no ser mal interpretado. No estoy pidiendo ral de la disciplina, un examen de los valores de
una valoración de las obras de arte, ni solidto una clase, género y raza que han dado forma a su de-
clasificación más explícita de las obras canónicas, sarrollo. Ese escrutinio historiográfico, obviamente,
ni quiero que los estudiantes sean adoctrinados so- abarcaría más de lo que yo puedo hacer en este ar-
bre qué artista es «mejor» que otro. El problema, tículo. Por eso, Jo que sigue es un discreto y limi-
me parece a mí, es que, de algún modo, la no- tado examen de lo que podría ser llamado el mo-
ción de «calidad», el más subjetivo de los juicios, mento fundacional del canon del arte renacentista
se toma por algo evidente e incuestionable. Mien- del nene, del punto histórico en el que por primera
tras muchos de nosotros nos recreamos cálida y vez se formó una práctica di scursiva sobre las
placenteramente en ciertos artistas canónicos pre- obras de arte producidas en el norte de Europa
visibles y describimos su obra con palabras en- durante los siglos xv y xv1. En otras palabras, este
cendidas, normalmente no intentamos argumen- no es tanto un relato historiográfico de los oríge-
tar (ni pensarlo siquiera) por qué un artista es nes y el desarrollo de la apreciación del arte re-
más merecedor que otro de ser estudiado, o por nacentista del norte, como un análisis de los sen-

e Teoría, práctica y persuasión


timientos políticos, religiosos y emocionales que paisaje y la naturaleza muerta) se encontraban al
dieron lugar a esa apreciación'. El análisis pre- final. Debido al predominio de la tradición huma-
tende ser representativo. El Renacimiento del nor- nista en la elite educada europea, había pocas di -
te nos vale para hacer un estudio de caso. (Se po- ferencias significativas entre las aspiraciones artís-
dría realizar el mismo estudio con artistas y obras ticas de las escuelas de producción visual que
del canon de otras épocas y lugares.) aparecieron en regiones que luego se convertirían
Comparar la s ideas que llevaron al estudio en naciones-estado. El dominio de la academia
histórico del Renacimiento del norte a finales del sólo fue puesto en causa en el siglo xvlll por Johann
siglo xvu1, con las que caracterizaron el estudio Winckelmann, que propuso que la verdadera fuen-
del mismo periodo a mediados del xx, específica- te de belleza se encontraba en el arte de la antigua
mente en la obra de Erwin Panofsky, nos permi- Grecia. Más tarde, en el contexto del nacionalismo
te analizar el papel de la práctica de la historia en engendrado por las guerras europeas que siguie-
dos momentos historiográficos muy diferentes. ron a la Revolución francesa, empezaron a tener
¿Cómo había cambiado la función de la historia lugar discusiones acerca del interés estético de las
en el periodo que separa el fina l del siglo xvm con obras de arte producidas en épocas y lugares dife-
la mitad del xx? ¿Podemos aprender algo de las rentes a la antigua Grecia o la Italia renacentista.
maneras en que era concebida la historia, algo La primera mención a la pintura renacentis-
que nos pueda permitir repensar la función de la ta del norte como lugar para la discusión de temas
escritura de la historia en nuestros días? artísticos que hasta el momento sólo habían sido
Hasta finales del siglo XVUI, la disciplina de la rus- asociados con Italia y Grecia, se encuentra en los
tona del arte, fundada por Giorgio Vasari, estuvo curiosos y deliciosos escritos del joven autor de
centrada en la tradición humanista del Renaci- corta vida Wilhelm Heinrich Wackenroder. En su
miento italiano tal corno fue codificada en las aca- ficción Confesiones sinceras de un fraile amante del
demias de arte del siglo xvu. Los estilos y las téc- arte ( 1796 ), Wackenroder hace una convincente
nicas artísticas de los grandes maestros de las exposición de la relatividad del encanto artístico.
escuelas florent ina y veneciana no sólo eran con- Al hacerlo, desafía con gra n valentía el canon
siderados como el modelo al que debían aspirar aceptado en su época, según el cual, el arte italiano
todos los artistas, las academias también estable- del Renadmiento y el arte griego de la antigüedad,
cieron una jerarquía de géneros según la cual la tenían mayor mérito que cualquier otro arte pro-
pintura histórica (esto es, la pintura de motivos ducido en distintas épocas y lugares.
religiosos y profanos, de temas elevados tomados
de la religión cristiana y de la historia y mitología «La gente estúpida no puede comprender que
grecorromana) ocupaba el puesto más alto, mien- en nuestro globo hay antípodas y que ellos
tras que los meros ejercicios de mimesis (como el mismos son antípodas. Siempre conciben el
lugar en que están como el centro gravitacio-
nal del universo, y sus mentes carecen de alas
para volar alrededor de la tierra y percibir de
3 Para un esbozo más detallado de la apreciación del arte an-
tiguo de los Países Bajos en los siglos XVIII y XIX, ver Haskell, un vistazo su integrada totalidad.
Francis: Rediscoveries in Art: Some Aspects of Taste, Fas- Y, de manera similar, consideran su propia
hion, and Collecting in England and France. Cornell Uni- emoción como el centro de todo lo bello en
versity Press, lthaca, 1976; Sulzberger, Suzanne: La Réha- arte y pronuncian su juicio final sobre todas las
bilitation des primitifs flamands. 1802-1867. Palais des
cosas como en un tribunal, sin considerar que
Académies, Bruselas, 1961; y Bernhard Ridderbos y Henk van
Veen (eds.): ({Om iets te weten van de oude De nadie los ha nombrado jueces y que aquellos
Vlaamse Primitieven-herontdekking, waardering en onder- que son condenados por ellos podrían hacer lo
zoek. Uitgeverij SUN, Nijmegen. 1995. mismo.

Incentivar la historia G
¿Por qué queréis condenar a los indios El encomio finaliza con el re lato de un sueño en
americanos? ¿Por hablar indio y no vuestro el que el fraile, habiéndose adormecido en una
id ioma? galería de arre, tiene una visión en la qu e losar-
¿Y aún queréis condenar a la Edad Media tistas cobran vida ante sus pinturas y discuten sus
porque no construyó templos como Grecía7» 4 • méritos. Aparecen los espectros de Rafael y Durero,
y el monje observa como, cogidos de la mano.
Wackenroder muestra su apreciación por el arte observan en una «amistosa tranquilidad» sus mu -
del renacimiento del norte en un capítulo dedica- tuos logros. Por supuesto, al emparejar a Rafael y
do a ensalzar a Alberto Durero. Su melodramático Durero de este modo, Wackenroder reclama ex-
relato revela los valores nacionalistas y religiosos que plícitamente un mayor reconocimiento para la
subyacen a su urgencia por incluir a este artista en pintura alemana del Renacimien to.
el canon. Considera que Durero es un artista tan El argumento de Wackenroder acerca de la
bueno como cualquier otro del canon por la cua- relatividad de la competencia artística depende
lidad de su espíritu interior, un espíritu interior claramente del principio de historicismo que ha-
que representa la esencia de la nación alemana. bía sido introducido en la filosofía de la historia
por Johann Gottfried von Herder pocos años an-
«Cuando Alberto empuñaba el pincel, el ale- tes6. Herder había argumentado que no podía ha-
mán era wdavía en ese tiempo, un carácter ber objetividad en la escritura de la historia ya que
único y excelente de firme constancia en el es- el propio historiador era parte del proceso históri-
cenario de nuestro continente; y esta natura- co. Para él no hay absolutos transhistóricos; todo
leza seria. proba y poderosa de Jo alemán está juicio es contingente del tiempo y lugar en que es
clara y acertadamente impresa en sus cua- producido. El relativismo artístico de Wackenroder
dros, no sólo en la estructura facia l y en la -en particular. su afirmación de que Durero era un
apariencia externa en general, sino también en igual de Rafael- encuentra su base en el énfasis
el espíritu interior. El firme y determinado de Herder sobre la singularidad del momento his-
carácter alemán, y el arte alemán también, tórico. Wackenroder ve que la cualidad única de
han desaparecido en nuestros tiempos ... y al determinado periodo histórico, aquello que lo hace
estudiante de arte le enseñan cómo imitar la diferente a cualquier tiempo pasado o futuro. pue-
expresividad de Rafael y los colores de la es- de servir a una causa nacional. El nacionalismo
cuela veneciana y el realismo de los holan- de finales del siglo XV1ll, momento en el que Ale-
deses y la encantadora iluminación de Co- mania buscaba liberarse del dominio cultural y
rreggio, todo al m ismo tiempo, y de esta
manera llegará a una perfecdón que los supera 6 Ver lggers. George: The German Conception of History: The
a todos. ¡Oh, miserable sofisma! ¡Oh, ciega National Tradition of Historícal Thought from Herder to the
creencia de una época, que uno pueda com- Present. Wesleyan University Press, Middletown, Conn ..
binar la belleza y la excelencia de todos los 1968, p. 34-38. El concepto de historicismo recibe varias
definiciones diferentes. Ver, por ejemplo, Mandelbaum,
grandes pintores de la tierra y, por medio del
Maurice: History. Man, Reason. A Study in Nineteenth Cen-
escrutinio de todos y el préstamo de sus nu- tury Thought. John Hopkins University Press, Baltimore,
merosos y grandes dones, reunir el espíritu 1971. Para un intento interesante de disolver la distincíón
de todos en uno mismo y así trascenderlos! » 5. entre historicismo e historia argumentando que todas las
historias comparten el mismo tipo de cualidad constructo-
ra de sistemas que normalmente se le atribuyen a los rela-
4 Wackenroder, Confessions and Fantasies. Penn State Press. tos historicistas, basándose en que todas se estructuran de
University Park, Pennsylvania, 1970, p. 109-10. acuerdo a tropos retóricos, ver White, Hayden: «Histori-
cism, History, and the Figurative lmagination». History and
S Ibídem, p. 11 5. Theory, no 14, 1975, p. 48-67.

e Teoría. práctica y perwasión


político de Francia, encontró en la historia del arte hospedarse en su casa como huéspedes de pago,
un medio por el cual podía articu larse y avanzar. viajaron con Schlegel por el norte de Francia y el
Wackenroder, con este énfasis en la espiritua - sur de Jos Países Bajos visitando catedrales góticas
lidad del arte y su capacidad para contener y trans- antes de regresar a su Colonia natal. En el relato de
mitir la emoción religiosa, junto con su convicción esta peregrinación que escribió después, Schlegel
de que estas características podían ser encontradas identifica el gótico corno el estilo alemán de la Edad
en el arte de lugares y épocas que aún no habían Media y alaba su belleza como manifestadón de
sido consagradas por la tradición, definió en Confe- una época de fe.
siones sinceras de un fraile amante del ane la actitud ro- La visión de Schlegel era sintomática de un
mántica hacia la cuestión de la calidad artística. Un significativo cambio de gusto, cambio que asegu-
tono muy parecido se aprecia en la influyente crí- ró que su reevaluación del arte alemán renacen-
tica del escritor Friedrich Schlegel, quien, durante tista fuese suscrita por el capital y diera como re-
su estancia en París, se vio profundamente afecta- sultado la eventual creación de colecciones y
do por su experiencia en el Museo Napoleón. El bo- museos. A su regreso a Colonia, los hermanos
tín artístico de Napoleón, fruto del saqueo por toda Boiserée comenzaron a coleccionar ávidamente
Europa, fue depositado en el Louvre y constituyó arte alemán y de los Países Bajos. Su pasión con-
una demostración de poder imperial sin prece- tó con la ayuda de las circunstancias políticas, ya
dentes7. Aunque Schlegel compartía la admiración que la expropiación napoleónica de las propieda-
.. típica de la época por el arte italiano, prefería a los des de la Iglesia católica que se practicó a la fuer-
pintores del siglo x1v, ya que para él sus obras trans- za tanto en la Alemania ocupada como en Fran-
mitían una mayor espiritualidad. Fue su afinidad cia, significó que los retablos medievales y
con el sentimiento religioso de los cuadros de los vie- renacentistas que habían sido parte del despre-
jos maestros lo que le llevó a extender su aprecio ciado patrimonio de las iglesias, entraron de re-
a lo q ue él llamó la pintura de la «antigua Alema- pente en el mercado en grandes cantidades. Los
nia» del Renacimiento, término con el que se re- Boiserée pronto reunieron la mayor y más im-
fería no sólo al arte alemán, sino también al arte de portante colección de pintura del periodo, en la
los Países Bajos en aquel periodo8 . Su defensa de las que se incl uían algunas de las más admiradas
virtudes de la antigua pintura alemana pronto atra - obras de Stefan Lodmer, Roger van der Weyden
jo la atención de los adinerados hijos de un hom- y Hans Memling. Luego de ser ofrecidas a la co-
bre de negodos alemán, Sulpiz y Melchior Boisse- rona prusiana, que se hallaba en el proceso de
rée, que viajaron a París para conocerlo9 . Tras fundar lo que luego se convertiría en el Museo
Nacional de Berlín, esta colección fue adquirida
eventualmente por el rey de Bavaria en 1827. El
7 Ver Eichner, Hans: Friedrich Schlegel. Twayne Publishers, llamamiento de Schlegel a la creación de un mu-
Nueva York, 1970. seo nacional de pintura antigua alemana, encon-
tró así una ruta alternativa 10.
8 las visiones de Schlegel sobre el arte se encuentran en Sch-
Tanto Wackenroder como Schlegel habían,
legel, Friedrich: Kritische Friedrich Schlegel Ausgabe, vol. 4,
Ansichten und Ideen von der christlichen Kunst. Hans Eich- pues, usado la historia como medio de rea liza r su
ner, ed. Ferdinand SchOning, Munich, 1959. apreciación crítica de un arte que estaba cargado
emocionalmente de valores religiosos, un arte que
9 Para una historia de los hermanos Boiserée y su colección, consecuentemente podría ser apropiado como
ver Firmenich-Richartz, E.: Die Brüder Boiserée: Sulpiz und
manifestación gloriosa del espíritu nacional ale-
Melchior Boiserée als Kunstsammler. Ein Beitrag zur Ges-
chichte der Romantik. Diederichs, Jena, 1916. Y Goldberg,
Gisela: « The History of the Boiserée Collection». Apollo.
1982,p. 210-13. 10 Sulzberger: Réhabilitation des primitifs flamands. p. 57 .

/numivar la histcJria O
mán. En esta empresa, ambos sentaron efecti - En su introducción al libro sobre Durero, Pa-
vamen te las bases para el estudio de lo que aca- nofsky declara que la contribución alemana a la
baría siendo denominado el arte renacentista del historia del arte está aún a la espera de su reco-
norte. La legitimación de la historia del arte re- nocimiento. Propone que los logros artísticos de
nacentista del norte ha continuado hasta nues- Durero, a quien define como representante del
tros días, pero en términos radicalmente dife- espíritu nacional alemán, lo hacen comparable
rentes . Avanzaré un par de siglos para examinar con los grandes artistas del Renacimiento italiano.
cómo fue legitimado el estudio del arte rena - Aunque se puede trazar una interesante conti-
centista del norte en la segunda mitad del siglo nuidad en el nacionalismo de Wackenroder, Sch-
xx. ¿Qué tipo de historias contamos hoy en día legel y Panofsky, las diferencias historiográficas
sobre la pintura de los Países Bajos y qué es lo que en la manera de avanzar sus posturas son más
las motiva? significativas que sus similaridades. Puede decir-
El análisis del discurso del siglo xx sobre el se que el periodo de más o menos 150 años que
arte renacentista del norte se centra en lo que separa los textos de estos autores presenció el
normalmente se considera como su apogeo, asa- triunfo de la escritura histórica. El principio his-
ber, la obra de Erwin Panofsky. El libro de Pa- toricista enunciado por Herder se había desarro-
nofsky, Vida y arte de Alberto Durero apareció en llado durante el siglo x1x hasta convertirse en algo
1943. Una década más tarde, en 1953, era publi - semejante a una ciencia. El reconocimiento de
cado La pintura antigua en los Países Bajos 11 • En lu - que el tiempo afecta decisivamente nuestro en-
gar de usar el pasado al servicio de objetivos reli- tendimiento del mundo, transformó todos los as-
giosos, emocionales y nacionalistas, los libros de pectos del conocimiento humano. Además, la in-
Panofsky parecen no tener otra ambición que pro- fluencia del éxito de las ciencias físicas durante
porcionar una rica información sobre los temas el mismo periodo impulsó a los estudios históri-
en discusión. Ambos textos son lecturas detalla - cos hada un empirismo cada vez mayor. La co-
das y prolijas de los datos históricos disponibles, rrespondiente transformación de la función de la
discusiones que en su mayor parte están caracte- historia parece depender sobre todo de la elimi-
rizadas por una inexorable «Objetividad>>, esto es, nación de la subjetividad del h istoriador. Mienu-as
por un deseo positivista de evaluar y sustituir la que Wackenroder y Schlegel admitían abierta-
naturaleza y la calidad de la información aporta- mente que su interés en la historia derivaba de sus
da por historiadores anteriores. Sin embargo, la in- creencias religiosas y nacionalistas, en el caso de
troducción a ambos volúmenes (para usar las pa- Panofsky, el programa del historiador es mucho
labras de Panofsky contra su propio proyecto), menos explícito.
«delatan más que exponen» su programa ideoló- El nacionalismo de la introducción del libro so-
gico12. bre Durero, por ejemplo, aparece como algo pa-
radójico y curioso a la luz del exilio forzoso de
Panofsky de la Alemania nacionalsocia lista. In-
11 Panofsky, Erwin : Vida y arte de Alberto Durero. Alianza Edi- sertar a Durero en el canon renacentista de artis-
torial, 1995. Y Ear!y Netherlandish Painting, 2 vols., Har-
vard University Press, Cambridge, 1953. tas italianos era un acto mucho más complicado
que una afirmación de orgullo sobre la identidad
12 La frase es una cita de Panofsky en «La historia del arte en nacional. Como he argumentado en otra parte,
cuanto disciplina humanística» (1940) en: El significado en la visión que Panofsky tenía de Durero como al-
/as artes visuales. Alianza Editorial, 1998. La frase aparece
guien dividido entre los principios de razón y sin-
como parte de la definición de lo que él llamó el método
«iconológico» de interpretación, cuyo propósito era desve- razón -cuyo emblema era el grabado de Durero
lar las actitudes culturales codificadas en el «contenido» de Melancolía!- tenía más que ver con la situación po-
la obra de arte. lítica de Alemania en su propia época (esto es,

O Teoría, práctica y persuasión


con una defensa del humanismo en el contexto del de los Países Bajos no proviene de su autonomía
nacionalsocialismo) que con las condiciones cul- pictórica ni del principio de relatividad artística,
turales del Nuremberg del siglo xv1 13 . Sin embar- sino de su similaridad con la tradición del sur de
go, la implicación en política de Panofsky no se re- Europa.
gistra como parte de los objetivos conscientes de ¿Qué es lo que ha llevado a la supresión del
su biografía histórica. Sus creencias políticas y programa autoría ] que diferencia el tratam iento
emocionales fueron reprimidas en favor de un que Panofsky hace del arte renacentista del nor-
desinterés kantiano. te, del que le dispensan Wackenroder y Schlegel?
La misma actitud «Objetiva» se encuentra en ¿Por qué la voz autorial aparece tan desplazada y
la introducción a La pintura antigua de los Países abstracta? ¿Qué ha ocasionado la sustitución de
Bajos. Aquí Panofsky argumenta que el natura- una subjetividad tan apasionadamente defendi-
lismo de los Países Bajos, cualidad característica de da por una objetividad anodina? Una respuesta de-
esa escuela, está de hecho en deuda con la in- tallada a estas cuestiones necesitaría una historia
vención de la perspectiva, el logro artístico su- de la idea de historia en los siglos xrx y xx, y ex-
premo del arte italiano del periodo. La categoría ploraría la institucionalización de la djsciplina y la
canónica del arte de los Países Bajos se apoya así profesionalización de sus practicantes. Sin em-
en la incorporación de una de las técnicas pictó- bargo, se hace aparente que la historia tiene una
ricas que sirven para distinguir el arte italiano. función muy diferente para Wackenroder y Schle-
En lugar de apelar a la noción de relatividad ar- gel que para Panofsky. Para los primeros, la es-
tística, en la que Wackenroder y Schlegel habían critura de la historia es claramente parte de una
basado su defensa del interés de la pintura ale- retórica cultural más amplia; en su última encar-
mana, Panofsky intenta incluir al arte de los Paí- nación, en cambio, parece ser abordada como un
ses Bajos bajo el paraguas del gusto tradicional fin en sí misma.
por el Renacimiento italiano. Si la pintura italia- La reticencia de Panofsky hada una función
na es parte del canon porque desarrolló técnicas cultural más amplia de la historia, su renuencia a
miméticas (como la perspectiva) que le permitie- articular las preocupaciones que animan su acti-
ron alcanzar un tipo de ilusionismo más convin- vidad académica y su concepción de la hislOria
cente y, a partir de ahí, realzar el naturalismo por como disciplina positivista, encuentran su justifi-
el que había sido valorada, entonces la pintura cación teórica en «La historia del arte en cuanto
de los Países Bajos alcanza su categoría al com- disciplina humanística» ( 1940). En este reflexivo
partir estas características 14 • De forma similar, po- ensayo, Panofsky sugiere que el historiador está
dría decirse que el análisis de Panofsky del com- implicado en dos tipos de actividad muy diferen-
plejo simbolismo de la pintura de los Países Bajos, tes. Al responder ante la obra de arte (que define
tema que aborda en toda su amplitud, represen- como <<Objeto hecho por el hombre que deman-
ta un intento de encontrar un equiva lente a las da ser experimentado estéticamente»), el histo-
complicadas alegorías religiosas y profanas ca- riador del arte debe, por una parte, <<recrear» la
racterísticas del arte italiano del mismo periodo. obra en un intento de intuir las «intenciones» ar-
Una vez más, el mérito atribuido al arte antiguo tísticas que dieron lugar a su creación, y por otra,
someterla a una investigación arqueológica. La
relación entre «recreación estética» e «investiga-
13 Ver «La melancolfa de Panofsky», pág. XX, de este libro. ción arqueológica)> es orgánica.
14 Analizo la introducción a Early Netherlandish Painting en
«Perspective, Panofsky, and the Philosophy of History», ca-
«No es verdad que el historiador del arte pri-
pitulo 4 de The Practice of Persuasion, no incluido en la pre- mero constituya su objeto mediante una sín-
sente edición. tesis recreadora y después inicie su indaga-

Incentivar la historia e
ción arqueológica, como se adquiere primero sólo se dispondrá a recoger y verificar toda la
el billete y luego se sube al tren. En realidad, información factual disponible en cuanto al
estos dos procesos no son sucesivos, sino in- medio, el estado de conservación, la época, la
teractuantes, no sólo sirve de base la síntesis au toría, la destinación, etcétera, sino que tam-
recreadora a la investigación arqueológica, bién cotejará la obra con otras que pertenez-
también la investigación arqueológica cum- can al mismo género, y analizará aquellos tex-
ple idéntica función pa ra el proceso recrea- tos que reflejen las convenciones estéticas de
dar, y Jos dos trámites se cualifican y rectifi- su lu gar de procedencia y de su época, todo
can recíprocamente» 15 • ello con el objeto de conseguir una valora-
ción más <<objetiva)) de su calidad .
Se dice q ue la recreación estética de la obra «no . . . Sin embargo, conforme haga todo esto,
depende únicamente de la sensibilidad nativa y del se modificará correlativamente su percepción
adiestramiento visua l del espectador, sino tam- estética en cuanto tal, adaptándose progresi-
bién de su propio bagaje cultural» 16 . A diferencia vamente a la «intención>> original de las obras.
de un espectador ingenuo, el historiador del arte, Así, lo que el historiador del arte hace, en
según Panofsky, es consciente de sus predisposi- contraste con el aficionado «ingenuo» , no es
ciones cultura les, esto es, es consciente de que erigir una superestructura racional sobre una
aporta una perspectiva contemporánea al traba- base irracionaL sino desarrollar sus experien-
jo de interpreta ción como consecuencia de per- das recreadoras de manera que se ajusten a los
tenecer a una cultura diferente de la que está in- resultados de su investigación arqueológica,
vestigando. No obs tante, el hecho de que e l confrontando al mismo tiempo con contin ui-
histOriador reconozca sus propios valores cultu- dad los resu ltados d e su investigación ar-
rales, no implica reconocerlos como parte de la queológica con los datos de sus experiencias
narrativa histórica que resultará de su contacto recrea doras}) 17 •
con el pasado, ni entender que la respuesta del his-
toriador estará filtrada inevitablemente por la pe- Debido a la eliminación putativa de la subjetividad
cu lia r configu ración de su subjetividad. Más bien, del historiador, el enfoque de Panofsky de la in-
la presencia de estos valores culturales se reco- terpretación no puede de ningún modo ocuparse
noce sólo para poder prescindir de ell os. Gracias de temas como el mérito artístico. Este método
a su conocimiento del pasado, el historiador con- podría aplicarse, por ejemplo, a la interpretación
trola -o extirpa completamente- las actitudes afec- de cualquier obra de arte independientemente de
tivas o estimativas que Jo llevaron en primera ins- su calidad o su efecto en el estudioso. Lo que se
tancia hacia su empresa, y se convierte en lo más echa en falta es alguna manera de articular por
«objetivo» posible. qué algunas obras tienen importancia para el in -
térprete y otras no.
«Por consiguiente, trata de salvar sus lagunas Por supuesto, Panofsky era plenamente cons-
profundizando lo más posible en el conoci - ciente de que la disciplina no podría existir sin
miento de las circunstancias bajo las que se un medio para privilegiar algunas ob ras sobre
crearon los objetos de sus investigaciones. No otras. Su solución consistió en defender que la
grandeza de las obras de arte era evidente. Ello-
gro artístico sería desvelado al historiador en el
transcurso de sus investigaciones empíricas:
15 Panofsky: «La historia del arte en cuanto disciplina huma-
nística», en op. cit., p. 30.

16 Ibídem, p. 31. 17 Ibídem, p. 32

e Teoría. práctica y pasuasión


«Sin embargo, cuando se confronta y se pone en este su til y efectivo método de interpretación his-
relación una «Obra maestra>> con otras diversas tórica triunfase debido a que eliminaba las cues-
obras «menos importantes)) que hayan surgido tiones reladonadas con la experiencia personal del
motívadamente en el curso de una investiga- historiador. merece ser reconocida y explorada.
ción, entonces la originalidad de la inveiLdón, la El prejuicio de Panofsky contra la inserción de
superioridad de la «obra maestra» en cuanto a preocupaciones del presente en las narrativas sobre
composición y a técnica, y a todos los otros as- el pasado parecería formar parte de una tendencia
pectos que fmjan su «grandeza)), se muestran au- histórica que también se manifiesta en los estudios
tomáticamente como algo evidentísimo: y esto literarios. Barbara Herrnstein Smith ha señalado
no a despecho, sino precisamente debido al he- que los críticos de a mediados del siglo xx también
cho de Lodo el grupo de los materiales exa - estuvieron más preocupados por el desarrollo de
minados ha sido someúdo a un idéntico méto- teorías de interpretación que por articular los fun -
do de análisis y de interpretación>> 18. damentos que ocasionan ese despliegue.

La prohibición de Panofsky de la subjetividad en «Al tiempo que los profesores de líteraru ra re-
favor de una objetividad positivista (el sacrificio clamaron para sus actividades el rigor, la obje-
de un juicio cultural en favor de una recreación de tividad, la sustancialidad cognitiva y el progre-
las intenciones artísticas del pasado, intenciones so que se asodaban a la denda y a las disciplinas
que deberán ser ratificadas por la investigación ar- empíricas, también intentaron mantenerse fie-
queológica) resultó ser profundamente influyen - les a la misión esendalmente conservadora y di-
te. La histOriografía del arte contemporánea se ha dáctica de los estudios humanísticos: honrar y
preocupado en primer lugar de la evaluación y preservar los objetos culturales tradiciona l-
crítica de los conceptos metodológicos «iconogra- mente estimados -en este caso, los textos ca-
fía» e «iconología>> que por tanto tiempo dom i- nonizados- e iluminar y transmitir los valores
naron la actividad académica en nuestra d iscipli- culturales tradicionales que supuestamente se
na 19. La otra cara de la moneda, el hecho de que encarnaban en ellos)) 2 o.

18 Ibídem, p. 32, n. 13. 20 Herrnstein Smith, Barbara: «The Exile of Evaluation». Con-
tingencies of Value: Alternative Perspectives for Critica/ The-
19 Ver Panofsky: «Iconografía e iconología: introducción al estu- ory. Harvard University Press. Cambridge, 1988, p. 18. Es sig-
dio del arte del Renacimiento», en El significado en las artes vi- nificativo que el libro que Smith identifica como la versión
suales. Para comentarios y críticas sobre este método de in- más extrema de la postura anti-evaluacionista, Anatomy of
terpretación, ver Kaemmerling, Ekkehard (ed.): lkonographie Criticism de Northrop Frye, fuese publicado en los años 50
und lkonologie. Theorien, Entwicklung, Probleme. DuMont, al igual que Early Netherlandish Painting. El libro de Smith
Colonia, 1979; Bonnet, Jacques (ed.): Erwin Panofsky: Cahiers es sólo una de las numerosas contribuciones al debate so-
pour un temps. Centre G. Pompidou, París, 1983; Podro, Mi- bre el canon en los estudios literarios. Para otras perspecti-
chael: The Critica/ Historians of Art. Yale University Press, New vas sobre el canon, ver Von Hallberg, Robert (ed .), «Ca-
Haven, 1982; Holly, Michael Ann: Panofsky and the Founda- nons», en Criticallnquiry, n° 10, edición especial, 1983, que
tions of Art History. Cornell University Press, lthaca, 1984, e Ico- incluye ensayos de Barbara Herrnstein Smith, Charles Altie-
nografía e Iconología. Jaca Books, Milán, 1992; Moxey, Keith: ri, Jerome McGann, John Gillory, Richard Ohmann y otros;
«Panofsky's Concept of 'lconology' and the Problem of lnter- Tompkins, Jane: Sensational Designs: The Cultural Work of
pretation in the History of Art». New Literary History, no 17, American Fiction, 1790-1860. Oxford University Press, Nue-
1985-86, p. 265-74; Ferretti, Silvia: Cassirer. Panofsky. and va York, 1985; Scholes, Robert: «Aiming a Canon at the
Warburg: Symbol, Art, and History. Yale University Press, New Currículum» Salmagundi, no 72, 1986, p. 101 -17, y las res-
Haven, 1989; Didi-Huberman, Georges: Devant l'image. Minuit, puestas de de E.D. Hirsch, Marjorie Perloff, Elizabeth Fox-Ge-
París, 1990; y Cassidy, Brendan, ed.: lconography at the Cross- novese y otros en el mismo número; Altieri, Charles: Ca-
roads. Princeton University Press, Princeton, 1993. nons and Consequences: Reflections on the Ethical Force

Jncmtivar la historia O
Panofsky relegó la cuestión de la excelencia ar- pacidad del experto de discernir la calidad. Para
tística al ámbito de la evidencia, y efectivamente, Gombrich, el canon
tejió su juicio evaluador en la tela de la tradición.
Desde esta perspectiva, uno sólo puede decir que «ofrece puntos de referencia, pa trones de ex-
algo es evidente consultando lo que otros consi- celencia que no podemos despreciar sin per-
deraron artísticamente excepcional en el pasado. der la dirección. Las particulares cimas o logros
Se alega que leyendo el pasado podemos inferir lo individuales que seleccionamos para hacer ese
que es apropiado para el presente, evitando así la papel pueden ser cuestión de elección, pero
necesidad de proyectar en el proceso la opinión nunca podríamos hacer esa elección si no hu-
contemporánea. El precio de la objetividad inter- biera verdaderamente esas cimas, sino dunas
pretativa es la abdicación de la responsabilidad de consecutivas ... los valores del canon están tan
encontrar en la historia un medio de articular los profundamente incrustados en la totalidad de
dilemas culturales del presente. El principio de nuestra civilización que no pueden ser discu-
evidencia es profundamente conservador, de- tidos aisladamente ... Nuestra actitud hacia
fiende el statu quo y es idealmente apropiado en la esas cimas del a rte puede transmitirse en la
tarea de darle a la historia del arte una respetabi- manera que hablamos de ellas, quizás en nues-
lidad «científica». tra renuencia a estropear la experiencia con
La equivalencia de Panofsky entre valor ca - demasiadas palabras. Lo que llamamos civili-
nónico y valor tradicional fue adoptada y apoya - zación puede ser interpretado como una red
da por Ernst Gombrich, presuntamente el otro his- de juicios de valor que son más implícitos que
toriador del arte más influyente de este siglo. explícitos» 21 •
Según él, los historiadores del arte, al ser los cus-
todios de la tradición, se pueden distinguir de los ¿Qué fue lo que llevó a destacados historiadores
científicos sociales, que enfocan las obras de arte del arte del calibre de Panofsky y Gombrich a des-
como si fueran parte del material de la cultura. En cartar toda discusión sobre las cualidades culturales
una conferencia de 1973 titulada «La historia del de las obras de arte en base a que eran evidentes?
arte y las ciencias sociales» Gombrich asumió por ¿En qu é se basaba su creencia de que el mérito ar-
cuenta propia defender la preocupa ción de la his- tístico era universalmente discernible? El presu-
toria del arte por un canon de obras que habían puesto no mencionado que subyace a su posición
sido reconocidas como «grandes», criticando a parece ser una teoría estética universalista.
aquellos que abogaban por el estudio de las obras Según la teoría estética formulada por Im -
de arte como artefactos culturales. Argumentó manuel Kant a finales del siglo xvm. ciertas obras
que, aunque el estudio de las circunstancias his- de arte tienen la capacidad de provocar un reco-
tó ricas afectase significativamente a nuestra apre- nocimiento tran shistórico de su extraordinaria
ciación del arte del pasado, no podía sustituir la ca- calidad 22 • La existencia de lo bello es, así, algo que

of lmaginative ldeals. Northwestern University Press, Evans- 21 Gombrich: Art History and the Social Sciences: The Roma-
ton 111., 1990; Goran, Jan: The making of the Modern Ca- nes Lecture for 1973. Clarendon Press, Oxford, 1975, p.
non: Genesis and Crisis of a Literary Idea. Athlone Press, 54. Northrop Frye también sugirió el silencio como medio por
Athlantic Highlands, N.J., 1991; Lauter, Paul: Canons in el que el crftico podría validar la equivalencia entre canon y
Contexts. Oxford University Press, Nueva York. 1991; Gates tradición. Ver Smith, «The Exile of Evaluation» p. 24.
Jr., Henry Louis: Loase Canons: Notes on the Culture Wars.
Oxford University Press, Nueva York, 1992; y Guillory, John: 22 Kant: Critique of Aesthetic Judgement. Clarendon Press.
Cultural Capital: The Problem of Literary Canon Formation. Oxford, 1952 .
University of Chicago Press, Chicago, 1993.

e Teoría. práaica y persuasión


se localiza en la respuesta humana a los objetos como el sociólogo marxista Pierre Bordieu. En
más que en los objetos mismos. Al hacer que la ca- una crítica materialista a la teoría estética de Kant
pacidad de reconocer la calidad artística sea par- mostró que en la sociedad francesa contemporá-
te de la definición de «naturaleza humana» la teo- nea, la respuesta a las obras de arte se diferencia-
ría de Kant ofrecía una base para la identificación ba ampliamente según la clase social: mientras
de la categoría canónica con el juicio de la tradi- ciertos grupos sociales adscribían una calidad ex-
ción. Tanto Panofsky como Gombrich pertene- cepcional a determinados objetos culturales, otros
cen a la tradición humanista de la que la teoría de le negaban cualquier tipo de valor24 • Antropólo-
Kant forma parte. Comparten la convicción de gos como Johannes Fabian y críticos literarios
que la natura leza humana ofrece un fundamen- como Edward Said han llamado la atención sobre
to epistemológico adecuado a partir del cual in- el programa ideológico que subyace a las episte-
terpretar tanto el mundo, como el lugar del «hom- mologías humanistas, sugiriendo que la concep-
bre» en él. Por esta razón pueden afirmar que la ción del sujeto humano como algo estable e in-
calidad artística de ciertos artefactos culturales es mutable, como entida d consciente capaz de
evidente. conocer el mundo y conocerse a sí misma, es una
La concepción humanista de la subjetividad dimensión del eurocentrismo que caracterizó la
humana como algo estable, continuo, autónomo cultura occidental durante el periodo colonial que
e invariable ante las circunstancias de espacio y va de finales del siglo XVIII al XJX incluido25 . La
tiempo, ha sido objeto de una crítica devastado - época de los imperios fue testigo de una fusión
ra en nuestros días. El psicoanálisis, por ejemplo, del deseo de conocimiento con la expansión mun-
ha tendido a enfatizar la contingencia de la con- dial del poder europeo. La búsqueda de conoci-
ciencia humana. Según Jacques Lacan, la adqui- miento se apoyaba en presupuestos epistemoló-
sición del lenguaje divide la subjetividad en, por gicos que excluían las diferencias culturales; es
una pa1te, aquello que representan los deseos e im- más, en sus encuentros con otros pueblos, Euro-
.. pulsos de una condición pre-conscieme (lo in- pa era elegida como modelo según el cual juzgar
consciente) y, por otra, lo que representan los có- a los demás. El resultado fue una subordinación
digos y convenciones que gobiernan la vida social de las otras culturas al concepto europeo de civi-
(lo simbólico) 23 • Según esto, la identidad es cam- lización y una reducción de las diferentes mane-
biante e inestable, en revisión constante mien- ras de entender el mundo a lo qu e conocemos
tras la relación entre lo inconsciente y lo soda! se como «Ciencia» .
renegocia a la luz de las siempre cambiantes cir- De un modo u ouo, todos estos críticos su-
cunstancias de la vida diaria. Esa visión de la for- gieren que los medios por los que individuos, da-
mación de la identidad está claramente en contra ses y culturas dotan de valor soda! a los objetos son
del concepto de naturaleza humana inherente, tan variados que esos procesos no pueden ser con-
contra el presupuesto de que todos los seres hu - siderados como pertenecientes a la misma cate-
manos reaccionan de igual forma ante las mis- goría. Si esto es así, el concepto de estética, que está
mas cosas, incluidas las obras de arte. La idea de
una respuesta humana universal al arte ha sido
también menoscabada por Jos críticos culturales, 24 Bourdieu, Pierre: La distinción. Tauru s, Madrid, 1991. Trad.
de M• C. Ruiz de Elvira.

23 Lacan, Jacques: «The Mirror Stage as Formative of the Func- 25 Fabian, Johannes: Time and the Other: How Anthropology
tion of the «1» as Revealed in Psychoanalytic Experience» y Makes lts Object. Columbia University Press, Nueva York,
<< The Agency of the Letter in the Unconscious, or Reason sin- 1983; Said, Edward: Orientalismo. Ediciones Libertarias-
ce Freud», ambos en tcrits: A Selection. Norton, Nueva Prodhufi, 1990; y Culture and lmperialism. Knopf, Nueva
York, 1977, p 1-7 y 146-78. York, 1993.

Incentivar la historia O
íntimamente asociado con el concepto humanis- no paras de proyectar. Simplemente proyec-
ta de la inmutable naturaleza humana, se vaáa de tas más inconscientemente. Aparentemen-
conten ido 26 . Más que intentar reducir la rica va- te, no hay escape posible a uno mismo, y es
riedad de respu estas humanas al arte a un único poco seguro ce rrar completa me nte la histo-
tipo de experiencia, parece más importante arti- ria del a rte a la imaginación contemporá-
cular los fu ndamentos sobre los que estas dife- nea»27.
rentes respuestas alcanzan la condición de prác-
ticas discursivas . Sin emba rgo, no f ue hasta la ll egada del femi -
Los intentos de Panofsky de naturalizar el con- nismo que la equivalencia entre el canon de la his-
cepto de calidad artística -o, parafraseando a Gom- toria del arte y la tradición se vio ante un reto per-
brich, defender que la calidad es uno de los juidos durable. Más que ninguna otra historiadora o
de valor implícitos qu e constituyen nuestra civi- crítica, fu e Linda Nochlin en su fam osa obra,
lización- nu nca fueron del todo convincentes. «¿Por qué no ha habido grandes mujeres artis-
Entre los argumentos más importantes (y curio- tas?» de 1970, quien atrajo la atención de la dis-
samente olvidado) que r econocen el papel del ciplina con sinceridad hacia el tema del mérito ar-
presente en la tarea de contar el pasado, está el ex- tístico28. Demostró lo insatisfactorio que res ultaba
puesto en el presdente ensayo de 1969 de Leo el concepto de tradición para la definición de la
Steinberg, «La objetividad y la personalidad men-
guante». Al insistir en la importancia de la subje-
tividad, Steinberg se rebelaba contra la antisépti- 27 Steinberg, Leo: «Objectivity and the Shrinking Selh>. Daedalus,
ca objetividad y e l empirismo positivisia de la n<> 98, 1969, p . 836. Svetlana Alpers también llamó la aten-
historia del arte de su época. Según él, la pers- ción sobre la importancia del presente en la interpretación
del pasado (ver <<ls Art History?>> Oaedalus, n° 106, 1977, p.
pectiva cultural del historiador del arte está mo- 1-13). Describiendo la obra de T.J. Clark, Michael Fried, Leo
delada de tal forma por la s circunstancias cultu- Steinberg y Michael Baxandall, afirmaba que la obras de es-
rales de su propio tiempo, que determina la tos autores enfatizaban el modo en el que el mérito artísti-
importancia qu e en última instancia adscribe a .la co descubierto por crfticos del pasado en las obras de arte,
debe ser evaluado en el contexto del presente. Al hacer
obra de arte en cuestión. El arte manierista, por
esto, estos autores dieron a entender que el canon heredado
ejemplo, llevaba mucho tiempo desechado debi- de la tradición no era absoluto y que debía ser revisado por
do a que las academias de arte del siglo xvu lo va- las siguientes generaciones. Curiosamente. la historia so-
loraron negativamente, pero fue redescubierto cial del arte inspirada por la crítica marxista de T.J. Clark
por los artistas expresionistas y los críticos del si- daba completamente por sentada la existencia de un ca-
glo xx en base a sus propias preferencias artísticas. non tradicional. Clark nunca concibió el canon como un
cuerpo de obras imbuido con un significado social históri-
La visión de Steinberg no se evade de la inter- camente contingente. Aunque sus propias interpretaciones
vención personal. Toda interpretación histórica de las obras canónicas están claramente motivadas polfti-
está necesariamente matizada por las conviccio- camente, él raramente llama la atención sobre sus propias
nes del intérprete. creencias intelectuales y compromisos políticos en el proceso
de su encuentro con el pasado. Ver, por ejemplo, lmage of
the People: Gustave Courbet and the 1848 Revofution. Prin-
<<Es de ingenuos imaginar q ue evitas el ries- ceton University Press, 1973 y The Painting of Modern Life:
go de proyección simplemente no interpre- París in the Art of Manet and His Foffowers. Princeton Uni-
tando. Aunq ue desistas de la interpretación, versity Press, 1984. Para una crítica del fracaso de Clark en
la cuestión del canon, ver Rifkin, Adrian: «Marx's Clarkism>>.
Art History, n° 8, 1985, p.488-95.

26 Ver Bennett, Tony: «Really Useless Knowledge: A Political Cri- 28 Nochlin, Linda: «Why Have There Been No Great women
tique of Aesthetics». Literature and History, no 13, 1987, p. Artists?» Art News, no 69, 1971, p. 23-39,67-69. Ver
35-57. también Tickner, Lisa: «Feminism, Art History and Sexual

- práctica y persuasiáu
categoría canónica de una obra de arte, subra- en las mismas condicion es que los hombres,
yando hasta qué punto una obra maestra putati - sin tener en cuenta la potencia de su llamado
va puede servir para articular y apoyar una je- talento o genio» 2 9 .
rarquía de los sexos. No hay nada inherentemente
natural en la selección de grandes artistas y obras En lugar de intenr.ar insertar a mujeres históricas
en la que se basa la historia del arte, porque esa en una práctica social que había sido construida
elección es prod ucto de actitudes sociales· histó- a expensas de su exclusión, las críticas feministas
ricamente determinadas. La eq uivalencia entre posteriores demandaron la completa destrucción
mérito artístico y tradición, argumentó Nochlin, de la historia del arte como disciplina. Griselda
honraba Jos logros culturales de los hombres por- Pollock se ha basado en la sem iótica y en la obra
que las fuerzas sociales evitaban que las mujeres de Foucault para argumentar que la historia del
participasen completamente en los procesos de arte es en sí misma una práctica discursiva, una
producción artística. En un cont undente infor- manera de crear significado que está impregnada
me sobre la historia de la prohibición a las mu - de las actitudes del género dominante. Concluye
jeres de pintar desnudos en las academias de arte que los estudios feministas no tienen lugar en la
que dominaron la educación artística hasta fina- historia del arte tal como tradicionalmente ha sido
les del siglo XIX, Nochlin sugirió que eran las ins- definida. En lugar de referirse a las obras canóni-
tituciones sociales. y no una carencia innata del cas de las que se ha ocupado la actividad discipli-
carácter femenino, las responsables de la poca naria, ella aboga por lo que llama «i ntervenciones
representación de su género entre los «grandes» feministas en las historias del arte» 30 .
artistas del pasado. Siguiendo a Jacques Derrida, Adrian Rifkin
ha esbozado las consecuencias de la teoría lin-
<<Esperanzadoramente, al acentuar las condi- güística en el canon de la historia del arte, cen-
ciones previas institucionales -i.e. públicas- más trándose particularmente en la necesidad de re-
que las individuales, o privadas, para poder re - conoce r que la obra del historiador (e l texto
alizarse o no en las artes, hemos aportado un histórico) está matizado inevitablemente por la
paradigma para la investigación de otras áreas posición del historiador en la historia y la cultu-
del campo. Al examinar en detalle un simple ra. Si la historia del arte puede ser considerada
caso de deprivación o desventaja - la prohibi- una práctica discursiva, entonces es susceptible
ción de modelos desnudos a las estudiantes al tipo de aná lisis textua l conocido como decons-
de arte- hemos sugerido que efedivamente, trucción31. Derrida ha mostrado que el lenguaje
a las mujeres se les prohibió institucionalmen- está env uelto en un juego de presencia ausente,
te el acceso a la excelencia artística, o al éxito, que sirve para otorgarle una condición ontológi-

Difference». Genders. 1988, p.92-127, y Salomen, Na- 29 Nochlin, Linda: <<Why Have There Been No Great Women Ar-
nette : «The Art Historical Canon: Sins of Omission». tists?». p. 69.
(En)Gendering Knowledge: Feminists in Academe. Joan
Hartman y Ellen Messer-Davidow (eds.) University of Ten- 30 Pollock, Griselda: «Feminist lnterventions in the Histories of Art:
nessee Press, Knoxville, 1991, p. 222-36. Otras contribu- An lntroduction». Vision and Difference: Feminity, Femínism,
ciones aparecidas después de la escritura de este capítu- and the Histories of Art. Routledge, Londres, 1988, p. 1-17.
lo: «Rethinking the Canon», una colección de comentarios
de Michael Camille, Zeynep <;elik, John Onians, Adrian 31 Rifkin, Adrian: «Art's Histories». The New Art Hístory. A. L.
Rifkin y Christopher Steiner en Art Bulletin, no 78, 1996, Rees y Frances Borcello (eds.), Camden Press, Londres, 1986,
p.198-217; Pollock, Griselda: Differencing the Canon: Fe- p. 157-63. Ver también Mermoz, Gerard: «Rethoric and
minist Desire and the Writing of Art's Histories. Routled- Episteme: Writing about 'Art' in the Wake of Post-Strudu-
ge, Londres, 1999. ralism». Art History, n° 12, 1989, p. 497-509.

Incentivar la histC>ria e
ca a aquello que no es sino un sistema de signos dente sobre la categoría de las obras que están en
inestable y cambiante que obtienen su significa- el punto de mira de la atención de la historia del
do no de su capacidad de referirse a los objetos del arte, es necesario explicar por qué se han escogi-
mundo, sino más bien de las actitudes culturales do algunas obras y no otras. Las actitudes subje-
que les otorgan sus usuarios. En esas circunstan- tivas y las aspiraciones culturales del historiador
cias, la noción de se transforma: ya no se del arte son un aspecto del relato tan importante
refiere a una serie de objetos culturales que se como las propias obras que son su objeto. Esto
distinguen por su capacidad de provocar una res- equivale a decir que no hay más canon que el
puesta universal a su mérito anistico, el <<arte» que construimos nosotros mismos. En lugar de
se convierte en una serie de objetos culturales usar la historia para respaldar la existencia de un
que han recibido una posición privilegiada de au- canon tradicional. en lugar de hacer que la ima-
tores cuyos intereses se veían cumplidos al ha- ginación histórica sirva aJ statu quo, esto es, al gus-
cerlo32. La categoría cultural de <<arte» y la prác- to de aquellos cuya cultura nosotros hemos he-
tica discursiva de «hlstoria del arte» son constructos redado, puede usarse una historia motivada para
socia les, no constantes en la historia de la civili- desestabilizar y poner en cuestión los presupues-
zación. tos y prejuicios de nuestra cultura resaltando su
A la luz de estas críticas, debemos repensar la contingencia y su relatividad.
función de la subjetividad autorial en la escritu - Pero estas conclusiones tienen profundas im-
ra de la historia, así como la naturaleza y la posi- plicaciones pedagógicas para la historia del arte.
ción del canon de la historia del arte. En primer Como disciplina organizada en torno al estudio
lugar, y quizás más sorprendente, debemos dar- de un canon de artistas y obras garantizados por
nos cuenta de que el tipo de apreciación expresado la tradición, la historia del arte fue, al menos has-
por el arte renacentista del norte en la obra de ta hace relativamente poco tiempo. un agente de
Wackenroder y Schlegel es más relevante para el lo que Pierre Bourdieu llamó el proceso de «re-
proceso de interpretación histórica contemporá- producdón cultural». El contenido canónico de
nea que el de la obra de Panofsky. Una vez que el nuestros programas de estudio, por ejemplo, sir-
concepto de tradición ha resultado ser histórica - ve como medio de transmitir «Capital cultural »
mente comprometido, ca rgado con las actitudes de una generación de la elite a otra 33 . Al transfe-
culturales de un particular momento histórico, y rir el conocimiento sobre un conjunto de obras
una vez que cada intento de crear significado tex- cuyo mérito no puede ser cuestionado ni discuti-
tual ha resultado tener que ver menos con el mun- do, la historia del arte es considerada a menudo \ !
do que con la proyección de los prejuicios y la como una fuerza conservadora en la cultura con-
parcialidad del autor -y también de su perspica- temporánea. ¿Cómo se puede transformar esta
cia y entendimiento- parece claro que los histo- situación? La eliminación del canon parece ser
riadores del arte deben ocuparse de la cuestión un sueño utópico. Sugerir que la historia del arte
de por qué creen que se merece hablar de las obras podría continuar como institución social que no
que estudian. Una vez que ya no hay nada evi - elige qué artistas y obras deben ser enseñados y los

32 Para una discusión sobre cómo las obras de arte están <<en- 33 Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean-Ciaude: Reproduction in
marcadas», ver Derrida. Jacques: La verdad en pintura. Trad. Education. Society, and Culture. Sage Publications, Londres,
de M.C. González y D. Scavino. Paidós, Barcelona, 2001; y 1990. Para una recusación del modo en el que la historia del
Duro. Paul, ed.: The Rethoric of the Frame: Essays on the arte fomenta el proceso de reproducción cultural, ver Oun-
Boundaries of the Artwork. Cambridge University Press, can, Carel: «Teaching the Rich». The Aesthetics of Power:
Cambridge, 1996. Essays in Criticar Art History. Cambridge University Press,
Nueva York, 1993, p. 135-42.

G Teoría, práctica y pasuasió11


que no, presupone que la disciplina podría fun- de nuevo y se pone en duda su presencia conti-
cionar sin un programa cultural. Esa ingenuidad nuada en el canon; al mismo tiempo se reclama
manifiesta simplemente reproduciría las circuns- la inclusión en el canon de artistas y obras hasta
tancias que promovieron en primer lugar una ac- ahora no reconocidos. De hecho, como ha suge-
titud incondicional hacia el canon tradicional. Si rido David Carrier, la historia del arte pudiera es-
asumimos, siguiendo al posestructuralismo, que no tar experimentando un «cambio paradigmático)).
hay relatos desinteresados, que todos los infor- Usando la noción de Thomas Kuhn de paradigma
mes de la historia del arte contienen algún pre- para referimos a las formas de interpretación de
juicio, parece más razonable reconocer que siem- la historia del arte que son aceptables para las ins-
pre habrá unas obras consideradas de mayor tituciones dominantes en la profesión en un mo-
mérito que otras. Los patrones de tal consideradón mento dado, Carrier sugiere que la noción que
cambian de acuerdo con las actitudes e intereses nuestra disciplina tiene de la «verdad)) se está
de grupos e individuos históricamente diferentes. transformando y que estamos presenciando el de-
Mientras escribo, para mi está claro que en la sarrollo de nuevos paradigmas de lo que podrían
práctica ya se están efectuando transformaciones ser formas de interpretación aceptables 34 . La so-
acordes con estos argumentos. Más que asumir ciología del conocimiento de Kuhn no sólo nos
que la disciplina tiene que estar siempre de acuer- proporciona la comprensión de las circunstancias
do sobre lo que se considera «Calidad)), nuestros contemporáneas, sino que también nos ofrece un
estudiantes encuentran, cada vez con mayor fre- medio para entender el cambio. A pesar del atrac-
cuencia, conceptos de mérito artístico que res- tivo que ejerce sobre ciertos practicantes desta-
ponden a variadas convicciones políticas y cultu- cados de la historia del arte la noción de tradición
rales. En tales drcunstandas, pueden encontrarse inmutable y constante, una tradición que estabi-
con un c.:anon formalista, un canon marxista, un lizase y perpetuase un concepto fijo de calidad,
canon feminista, un canon de gays y lesbianas, el canon siempre ha sido maleable, aparentemente
un canon poscolonial, y así sucesivamente. Como involucrado en un proceso de cambio continuo.
alternativa, pueden estudiar el conjunto de obras Este capítulo no es, por supuesto, un infor-
tradicional, pero recibir razones muy diferentes me descriptivo de la metamorfosis de la historia del
para considerarlas extraordinarias. Esta plétora arte. Lejos de ser un informe empírico, es una lla-
de ideales de valor social no pretende coexistir en mada a un reconocimiento más amplio del papel
una convi venda igualitaria. El valor de reconocer que juega la subjetividad en la articulación de las
su lucha por la atención, es que de ahora en ade- interpretaciones históricas. Más que legitimar un
lante ninguna puede ser considerada como el «re- canon preestablecido de artistas y obras según un
lato maestro>>. La decisión de adherirse a uno u principio de objetividad, yo argumento que los
otro de sus programas sociales debe ser hecha con historiadores deberían perseguir su propio pro-
el reconocimiento pleno de las implicaciones po- grama y articular sus propios motivos para
líticas y culturales de la opción que se tome. A la lucrarse en el proceso de encontrar significado
vista de las alternativas, ninguna de estas inicia- cultural en el arte del pasado. Más que conside-
tivas puede ocultar la contingencia de sus presu- rar la materia de la historia del arte como algo
puestos detrás de la máscara naturalizadora de la
tradición.
Los relatos previamente ratificados en los que 34 Carrier, David: «Erwin Panofsky, Leo Steinberg, David Carrier:
se basa la categoría canónica, están siendo cues- The Problem of Objectivity in Art Historica11nterpretation)).
Journal of Aesthetics and M Criticism, no 47, 1989, p. 333-
tionados por relatos que ya no comparten sus pre- 47. Para la teoría de los «paradigmas», ver Kuhn, Thomas:
supuestos. Artistas individuales, obras de arte e La estructura de las revoluciones científicas. FCE de España,
incluso periodos enteros, están siendo evaluados 2000.

Incentivar la historia e
fijo e inmutable, los estudiosos tienen ahora la historia. Siguiendo a Louis Althusser, podríamos
oportunidad de definir cual sería esa materia. Al definir ideología como inconsciente sociaJl5 . La obra
hacerlo podrán exponer, en lugar de ocultar, los del historiador pertenece (consciente o incons-
temas culturales que los preocupan. La materia cientemente) a una variedad de formas de concebir
de la historia del arte se convierte así manifiesta- las relaciones entre seres humanos como miem-
mente en una alegoría de las ci rcunstancias his- bros de una cultura particular, y los medios por los
tóricas que dieron forma y facultaron la subjeti- qu e esa cultura se relaciona con otras y con el
vidad del autor. mundo. Estas estructuras de entendimiento defi-
Este énfasis en la entidad del historiador o his- nen la identidad del historiador o la historiadora
toriadora, en su capacidad de someter los valores en relación con todas las otras épocas y lugares.
del pasado a un intenso escrutinio y a una crítica Concluyo, por lo tanto, con una paradoja. Los
rigurosa, y de articular las aspiraciones culturales códigos y convenciones culturales que sirven para
de su propio tiempo, no debería ser mal interpre- definir una identidad particular también hacen
tado. Esto no es una llamada a una simple co- posible que partícipe en la vida social. El rol acti-
rrespondencia entre interpretación e intérprete, vo de la historia en la creación y la transformación
ni una sugerencia de que uno debe reflejar al otro. de la cultura sólo puede ser entendido porque su
Las alegorías de la consciencia que llamarnos «his- materia está constituida por y es constituyente de
toria» deben ser inevitablemente opacas. Nunca las circunstancias en las que el historiador o la
podemos ser plenamente conscientes de los mo- historiadora existen. El llamamiento a una histo-
tivos que nos llevan a darle una forma a la inter- ria motivada no puede asumir que los motivos
pretación y no otra. El inconsciente debe, por de- del historiador sean transparentemente accesi-
finición, permanecer más allá d e nuestra bles. La determinadón psicológica e ideológica no
comprensión. La subjetividad del h istoriador no puede evitar que un autor o autora dote a sus re-
sólo está parcialmente determinada por fuerzas latos históricos de una persuasión política que se
inconscientes, sino también por las tradiciones ocupe de los acuciames temas sociales y cultura-
ideológicas características de su situación en la les de su época.

35 Althusser. Louis: «ldeology and the ldeological State Appa-


ratuses». Lenin and Phifosophy and Other Essays. Monthly
Review Press. Nueva York, 1971, p. 126-86.

e Troría. práaica y prrsuasión


VIl. Nostalgia de lo real. La problemática relación
de la historia del arte con los estudios visuales

((Cuando lo real ya no es lo que era, la nostalgia del modernismo artístico ha tocado a su fin: el re-
asume su pleno significado» . lato según el cual los diversos movimientos mo-
Jean BaudriUard, The Precession ofSímulacra dernistas están en relación dialéctica entre ellos,
de modo que cada nueva iniciativa
su predecesora para someterla a su propia natu -
raleza, ha llegado a su conclusión. El descubri-
miento del Brillo Box de Andy Warhol (1964), in-
Una de las características persistentes de los es- trodujo una nota de ironía que completó el
critos de teoría del arte en los últimos veinte años proceso.
ha sido la preocupadón de una serie de críticos por
insistir en el (<final del arte >>, el «final de la histo- (< Durante el siglo pasado, el arte fue incli-
ria>>, y el (<final de la estética». Motivados por va- nándose hacia una autoconsciencia filosófi-
rias perspectivas críticas, todos estos teóricos se ca, lo que tácitamente fue entendido como
ocuparon del gran relato del «arte» que aportó la que los artistas debían producir un arte que en-
filosofía hegeliana. Algunos creen que vivimos el carnase la esencia filosófica del arte. Ahora
fina l del proceso descrito por Hegel, según el cual, podemos ver que ese entendimiento fue erró-
el arte debería ser visto como la materializadón del neo; con un entendimiento más claro viene el
espíritu, el principio de la ilustración, en su camino reconocimiento de que a la historia del arte ya
a través del tiempo. no le quedan direcciones que tomar. Puede
Siguiendo a Hegel, Arthur Danto, por ejem- ser cualquier cosa que los artistas y los mece-
plo, argumenta que la época del arte ha llegado a nas quieran que sea» 2 •
su fin porque el espíritu ha trascendido su mate-
rialización en producción artística y ha asumido Otros críticos, como Hans Belting, también siguen
una forma completamente intelectual como filo- a Hegel en la convicción de que el arte y la histo-
sofía 1• Aun reconociendo que la creación artísti- ria del arte han llegado a un fin 3 _ Así como la pro-
ca continúa constante, Danto insiste en que el ducción artística ha perdido su necesidad inter-
impulso transhistórico hacia la autoconsciencia na, el principio de forma, o estilo, por el que la
ya no se realiza en el arte. El empuje teleológico historia del arte podía ser distinguida de otras fo r-

Danto, Arthur: «The End of the Art» . The Philosophical Di- 2 Danto, «Three Decades ... », p. 36.
senfranchisement of Art. Columbia University Press, Nueva
York, 1986, p. 81-115; «Three Decades after the End of 3 Belting. Hans: The End of Art History. University of Chica-
Art». After the End ofArt: Contemporary Art and the Pale go Press, Chicago, 1987; Beltig: Das Ende der Kunstges-
of History. Princeton University Press, Princeton, 1997, p. chichte. Eine Revision nach Zehn Jahren. Beck. Munich,
21-39. 1994.

Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los eswdios visutl/(s O
mas de interpretación histórica, ya no vale como y se aseguró de que sólo pudiese ocupar una po-
garantía de la autonomía de la disciplina. El colapso sición marginal en la vida de la cultura.
de la idea de estilo como factor unificador de la his-
toria del arte, ha resultado en una proliferación de «Una vez materializada dentro del museo, se
diferentes historias del arte, cada cual siguiendo podía esperar que la estética idealista neutra-
su propio programa. lizase la posibilidad de arte como praxis o re-
sistenda revolucionaria. La extirpación efec-
«Cuanto más se perdía la unidad interior de tiva del arte de su implicación directa en la
la historia del arte entendida como disciplina vida social, la creación de un ámbito «autó-
autónoma, más se dispersaba en el contexto nomo» para el arte, se convirtió en la misión
social y cultural circundante al que supuesta- de los museos, y contra esto se dirigieron las
mente perteneáa. La lucha por el método per- formas radicales de teoría y práctica moder-
dió su agudeza y los intérpretes sustituyeron nista»6.
una historia del arte convincente, por varias,
en realidad muchas, historias del arte, que, Finalmente, en un contexto muy apartado de la
cual métodos, conviven paáficamente entre sí historia del arte, los conceptos occidentales de arte
como las diferentes direcciones del arte con· e historia han sido desafiados por la nueva cons-
temporáneo» 4 • ciencia de las formas en que ambos se ven com-
prometidos ante la existencia de culturas que, o
Para Douglas Crimp, la ascensión del museo selló no tienen equivalente cultural para ellos, o sus
el destino del arte. Relacionando la noción hege- equivalentes potenciales a estas ideas son tan ra-
liana del «fin del arte» con la emergencia históri- dicalmente diferentes que resultan inconmensu-
ca de los museos, Crimp argumenta que la insti- rables. En su libro El tiempo y el otro, Johannes Fa-
tucionalización del arte, su confinamiento en el bian señala que, en el contexto del colonialismo,
museo bajo el eje de una teoría estética idealista, la obsesión del modernismo occidental con la te-
sirvió para separarlo de su contexto en la vida co- leología y la evolución desacreditaba y margina-
tidiana5. La idea de la autonomía del arte, de su su- lizaba efectivamente las nociones de tiempo de
puesto valor universaL es, efectivamente, la res- las sociedades no occidentales7 . La política pos-
ponsable de su fallecimiento. Aunque se continúa colonial nos recuerda el prejuicio eurocentrista
produciendo arte, su condición autónoma garan- de la ideología modernista. Los llamamientos mo-
tiza que no pueda ser un agente en las interaccio- dernistas a la universalidad ya no pueden ser jus-
nes culturales y sociales cotidianas. El nacimien- tificados en una época que reconoce el valor de lo
to del museo privó al arte de su signlficadón social otro. Así como el tiempo modernista, o histori-
cista, invalidó una vez el tiempo de otras culturas,
nuestra consciencia de la legitimidad de los dife-
4 Belting: Das Ende der Kunstgeschichte. p. 22: «le mehr die rentes sistemas sirve para socavar el proyecto oc-
innere Einheit einer autonom verstandene Kunstgeschichte cidental. En estas circunstancias, está claro que
zerviel, umso mehr laste sie dich in das ganze Umfeld der
Kultur und Gesellschaft auf, zu dem man sie rechnen so/1- no hay nada evidente en los conceptos de arte, his-
te. Der Streit um die Methode verlor seine Scharfe, und die toria del arte. o estética. Lejos de pertenecer al
Interpreten ersetzten die eine, zwingende Kustgeschichte
durch mehrere, ja viele Kunstgeschichte, die als Methoden
ahnlich Konflictlos nebeneinander existieren, wie es die zeit- 6 Ibídem, p. 303.
genossischen Kunstrichtungen tun ».
7 Fabian, Johannes: Time and the Other: How Anthropology
5 Crimp, Douglas: On the Museum's Ruins. MIT Press, Cam- Makes lts Object. Columbia University Press, Nueva York,
bridge, 1993. 1983 .

e Teoría, práctica y persuasión


orden de las cosas, han sido expuestos como cons- levisión, o de la publicidad, está en la comprensión
trucciones culturales que están atadas a la época de las diferentes maneras en que los estudiosos y
y el lugar de su creación. los críticos crean significado desde cada medio. La
No es casualidad que estas varias hipótesis ha- cornprensión obtenida por las estrategias heurísti -
yan sido avanzadas en el contexto del reto filo- cas practicadas en el estudio de uno, puede enri-
sófico al poder significativo del lenguaje y de los quecer los procedimientos que se usan en la in-
relatos maestros en los que se basaba el mito del terpretación del otro. Aunque este enfoque
modernismo. La muerte del arte, de la historia relativiza el estudio del arte, sugiriendo que es sólo
del arte y de la estética puede ser vista como me- una entre las muchas formas de producción vi -
táfora de una crisis epistemológica más amplia suaL reconoce las preocupaciones éticas y políticas
ina ugurada por la deconstrucción. En su ensayo que motivan a sus estudiantes. El estudio de la
«El parergon» Derrida argumentó que en La crí- cultura visual insiste en que no hay nada natural
tica de la razón pura, el intento de Kant de distin- o universal en lo que conderne al va lor estético,
guir el arte de otros artefactos culturales en base aunque el estudio del arte, como opuesto a otros
a postular una respuesta humana universal, de- tipos de imágenes, puede iluminar el significado
pendía de la construcción de valor estético más que particular asodado a la idea de valor estético en di-
de su descubrimiemo8 . Al distinguir, digamos, un ferentes culturas y en diferentes momentos".
cuadro de su marco, adscribiéndole significado Al ver el arte desde esta perspectiva, al vol-
estético a uno y no a otro, Derrida sugirió que verlo susceptible a ser compa rado con otras for-
Kant discernía los valores universales en una dis- mas de imaginería visual y los modos en que
tinción ordenada culturalmente, una distinción han sido entendidas, los estudios visuales deben
que era de hecho particular y locaL asumir abiertamente un programa propio. Ese
La incapacidad de separar el estudio del arte del programa, mantengo yo, está inextricablemen-
estudio de otros tipos de imágenes es una crítica ha- te conectado con la filosofía del lenguaje. Ba-
bitual al nuevo campo de investigación académi- sándose en el re conocimiento del papel de la
ca conocido como «estudios visuales» o «cultura subjetividad en la búsqueda de objetividad, re-
visual». En este capítulo, intentaré argumentar conocimiento que estableció que los campos de
que la animosidad con la que es recibida esta nue- estudio son el registro de una «arqueología» del
va forma de análisis cultural está fuera de lugar. En discurso, los estudios visuales están a menudo
lugar de ver el ascenso del estudio de las variadas, preocupados por la forma en que los objetos re-
y a menudo populares, formas de producción de velan los compromisos éticos y políticos de quie-
imágenes -en las que el arte está incluido junto a nes los estudian.
otros tipos de productos visuales- como una ame- El término «cultura visual» parece haber sido
naza potencial al arte como institución, yo defen- usado por primera vez por Micha el Baxandall, y
dería que el valor de estas yuxtaposiciones visua- luego por Svetlana Alpers, para referirse al es-
les está en comparar y contrastar el estudio de pectro de imágenes característico de una cultura
cada género. La importancia de comparar el estu-
dio de la pintura con, digamos, el estudio de la te-
9 El uso continuado del término arte en este ensayo, particu-
larmente en contraste con lo llamado no arte, debería ser
8 Ver Derrida, Jacques: La verdad en pintura. Trad . de M.C. considerado como un modo de referirse a una forma de
González y D. Scavino. Paidós, Barcelona, 2001; ver también discurso cultural en cambio constante que se ocupa de los
Rodowick, David: «lmpure Mimesis, or the End of the Aest- artefactos que se consideran parte del patrimonio de las
hetic». Oeconstruction and the Spatial Arts: Art, Media, Ar- naciones estado, que juegan un papel en el mercado de ac-
chitecture. Peter Brunette & David Wills (eds.) Cambridge Uni- tivos capitalista y a los que se le aplican pretensiones filo-
versity Press, Cambridge, 1994, p. 96-117. sóficas, religiosas y/o pollticas.

Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con ,•studios visua/e,( O
particular en un momento particular 10 • La intro- constru cciones históricas específicas de tiem-
ducción del término estuvo claramente motivada pos y lugares culturales d iferentes)) 13 .
por la preocupación de Baxandall, como histo-
riador sociaL de incorporar la producción de arte Si la distinción entre arte y artefacto visual debe-
al resto del tejido social para establecer lo que él ría ser vista como una construcción cultural y no
llamó «el ojo del periodo» 11 • Al hacerlo, no esta- como un «dado» culturaL ¿de qué clase de ima-
ba, por supuesto, elim inando la noción de gran ginería se ocupa entonces la cultura visual? Sobre
arte; en lugar de hacerlo, sugirió que la produc- este punto, Mi tchell es menos específico:
ción artística de las sociedades pre-modemas no
era conside rada una actividad autónoma, sino «El objetivo de un curso sobre cu ltura visuaL
una actividad siempre implicada vitalmente en en resumen, debería ser dotar a los estud ian-
las transacciones que posibilitaban y constituían tes de un conjunto de herramien tas críticas
la vida cotidiana. W.J.T. Mitchell, que quizás es para la investigación de la visualidad huma-
más responsable del modo en que el término se na. y no transmitir un cuerpo específico de
utiliza ahora, percibe la cultura visual como un información o va lores. Si las cuestiones y los
campo de estudio, un punto focal para los intereses debates son planteados con franqueza, como
de estudiosos que trabajan en muchas disciplinas la propia sustancia del curso y no como algo
y desde variados puntos de vista. Como miembro ya determ inado, entonces la información, los
de un grupo de trabajo de la Universidad de Ch i- valores, y la exposición a las mejores produc-
cago, Mitchell colaboró en el desarrollo de los ciones de la cultura visual llegarán inevita-
fundamentos y el programa de estudios de un blemente)) 14 •
curso académico de un año sobre el tema 12 . Con
respecto a la relación de la cultura visual con la his- Una definición así parece dar demasiadas cosas
toria del arte, Mitchell escribe: por sentadas. El mundo de las imágenes es tan
vasto que necesita un marco; al rechazar «nocio-
«Desde el punto de vista de un campo gene- nes heredadas sobre la belleza y la importancia
ral de la cultura visual, la historia del arte ya estética)) la invocación de Mitchell a la idea de
no puede confiar en nociones heredadas so- calidad, su referencia a <<las mejores producciones
bre la belleza o la importancia estética para de la cultura visual» como base para determinar
definir su propio objeto de estudio. Hay que el contenido del curso, es difícil de entender_ Aun-
tener en cuenta claramente el ámbito de la que su reticencia a sugerir un marco para el estudio
imaginería popular y vernácula, y las nocio- de la cultura visual podría ser considerado como
nes de jerarquía estética, de obra maestra, de un intento de darle una flex ibilidad útil a un cam-
genio del artista, deben ser redescritas como po que aún tiene que encon trar su lugar históri-
camente, esa duda ta mbién puede ser considera -
da una debilidad teórica 1s.
10 Ver la contribución de Kaufmann, Thomas DaCosta a «Vi-
sual Culture Questionnaire)) . October, no 77, 1996, p. 45-
48.
13 Ibídem, 209-2 10.
11 Baxandall, Michael: Painting and Experience in Fifteenth
Century Ita/y. Oxford University Press, Oxford, 1974. 14 Ibídem .

12 Mitchell, W.J.T.: «What ls Visual Culture?>> . Meaning in the 15 Un punto débil compartido por ciertas publicaciones sobre
Visual Arts: Views from the Outside: A Centennial Comme- el tema de la cultura visual es que, aunque celebran la he-
moration of Erwin Panofsky (1892- 1968). lrving Lavi (ed.), terogeneidad de sus potenciales materias de estudio, no
lnstitute for Advanced Study, Princeton, 1995, p. 207-1 7. consiguen ocuparse de la necesidad de ofrecer un enfoque,

O Troría. pnktica y persuasión


Un inconveniente más importante al curso cho qu e ganar estando en contacto con las otras.
propuesto por Mitchell es su ambición de dotar a Esta es, de hecho, la lógica que subyace a la es-
los estudiantes de «un conjunto de herramientas tructura de al menos uno de los programas uni -
críticas para la investigación de la visualidad hu - versitarios que han adoptado el títu lo «estudios
mana>>. Este sentimiento, que evoca los objetivos visuales». En el programa de graduació n de la
de los cursos tradicionales de apreciación del arte Universidad de Rochester a fina les de la década
que aspiran a co nseg ui r que los estudiantes de 1980, por ejemplo, el plan de estudios de Es-
«aprendan a m irar» , sugie re que debería haber tudios Visuales y Cu lturales consistía en una va-
un conjunto simple de conceptos, una caja de he- riedad de requisitos basados en disciplinas 17 . Los
rramientas, con la que el rico y complejo mundo estudiantes pueden recibir cursos sobre historia
de la experiencia visual pudiera ser entendido 16 • del arte, cine o cultura popular, si n sacrificar la
Si la cultura visual no se va a redudr al estudio del especificidad de las tradiciones interpretativas aso-
arte debido a la ausencia de una noción univer- ciadas con los protocolos individuales de cada fo r-
sal de importancia estética, ¿por qué habría que ma de discurso cu ltural. Su exposición a tradicio-
cercenar su potencial asumiendo que hay una n es m etodológicas dispares, les perm ite informar
base epistemológica universal para tal empresa? sus propias interpretaciones con la percepción de
Más que red ucir el análisis de la cultura vi - una gran amplitu d de puntos de vista. En e l estu -
sual a un solo conjunto de principios, me parece dio de la historia del arte, por ejemplo, pueden
a mi que el objetivo del estudio académico de las echar mano de teorías y métodos que les son fa -
imágenes es el reconocimiento de su heteroge- miliares a través de sus estudios del cine o la te-
neidad, de las diferentes circunstancias de su pro- levisión, por poner un ejemplo.
ducción, y de la variedad de funciones culturales Y quizás más importante: el reconocimiento
y sociales a las qu e sirven. Es precisamente debi- de la diversidad ideológica implícita en los diver-
do al hecho de qu e la parafernalia interpretativa, sos campos, sensibiliza a los estudiantes hacia el
las estrategias heurísticas, que se usan para la el u - modo en qu e la producción de conocimiento ma-
cidación de diferentes tradiciones de producción nifiesta las circunsta ncias en la s que tiene lu gar,
visual sean tan radical mente distintas unas de así como los intereses de los que se implican e n
otras, que cada forma de investigación tiene mu- ella, proporcionándoles una percepción de la na-
turaleza cambiante de su propia actividad cultural.
Al pedírseles que se familiaricen con las tradicio-
un programa o un fundamento para su empresa. Ver por nes historiográficas que animan cada disciplina,
ejemplo, Jenks, Chris (ed.): Visual Culture. Routledge, Lon-
los estudiantes tienen la oportunidad de analizar y
dres, 1995, que incluye ensayos sobre temas tan diversos
como la publicidad, el arte contemporáneo, la experiencia deconstruir las actitudes filosóficas y los valores
visual de la ciudad, la imaginerfa fa scista, la televisión, et- culturales que han contribuido al marco construi-
cétera. El libro de Mirzoeff. Nicholas: An lntroduction to Vi- do alrededor de esas disciplinas en diferentes épo-
sual Culture. Routledge, Londres, 1999, apareció demasia- cas. Reconocer la naturaleza cambiante e inestable
do tarde para ser considerado en este capítulo. de los discursos disciplinarios, los modos en los que
16 La ideología formalista del famoso libro Taylor. Joshua: Le- han respondido a las cambiantes circunstancias
arning to Look. University of Chicago Press, Chicago, 1957,
ha sido apropiadamente contextualizada por Linda Seidel y
Katherine Taylor en su explicación de los programas cultu- 17 Para una discusión sobre los objetivos de este proyecto, ver
rales y sociales que han determinado la condición y la fun- Heller, Scott: «Visuallmages Replace Text as Focal Point for
ción del arte para la institución para la que fue diseñado el Many Scholars». Chronicle of Higher Education, n° 19, ju-
curso de Taylor. Ver Seidel, Linda y Taylor, Katherine: Loo- lio de 1996, apéndice 1. El programa de Rochester ha ins-
king to Leam: Visual Pedagogy at the University of Chicago. pirado una empresa similar en la Universidad de California
University of Chicago Press, Chicago, 1998. (lrvine).

Nosralgia de lo real. La problemárica relación de la hisroria del arre nm los visuales O


históricas, les permite a los analistas de esos cam- lo visual como imagen incorpórea, recreada
pos, evaluar los parámetros dentro de los que ope- en los espacios virtuales del intercambio de
ran. Percibir que las disciplinas no están congela- signos y la proyecdónfantasmática . Es más, si
das en el tiempo -que no hay nada fundaciona l este nuevo paradigma de la imagen fue desa-
en las diferencias metodológicas que las distin- rrollado originalmente en la intersección de los
guen- permite que aquellos que estudien la cultura discursos psicoanalítico y mediático, ahora ha
visual crucen las fronteras entre disciplinas con re- asumido un rol independiente de medios es-
sultados creativos y productivos. Si no hay nada sa- pecíficos. Como corolario, sugeriríamos que
grado en el modo en que un tema ha sido estudiado los estudios visuales ayudan, de una manera
en el pasado, no hay n ada que impida que pueda modesta y académica, a producir sujetos pa ra
ser visto desde otra perspectiva en el futuro. la nueva fase del capital globalizado» 18.
No hace falta decir que la aparición de la cul-
tura visual como tema de interés académjco ha ¿Quién ha hecho esa sugerencia? ¿Quién dijo qué
sido cuestionada. Irónicamente, su cu estiona - a quién, cuándo y dónde? ¿Qué quería decir con
miento ha venido tanto de académicos familiares ello esa persona? La voz incorpórea del texto no
y comprensivos con el pensamiento postestruc- nos da pistas, y pone en desventaja al potencial in-
turalista, como de aquellos dedicados a la preser- terlocutor que intente rebatir estas afirmaciones.
vación del statu quo. Aunque la tendencia a difu - Por ejemplo, ¿qué se quiere decir con «la condi-
minar la distinción entre arte y no arte contiene ción previa de los estudios visuales como carrera
un rechazo implícito a la idea de valor estético in terdisciplinaria es una concepción de nuevo
universal que ha sido la base habitual de los es- cuño de lo visual como imagen incorpórea>>? Si se
tudios de la historia del arte, también parece ha- supone que esto qu iere decir que los estudios vi-
ber ofendido a los críticos que llevaban tiempo suales persiguen apartar a la imagen del resto de
identificados con nuevos enfoques de la inter- producciones culturales que la rodean. nada po-
pretación en las artes visuales, incluidos aquellos dría estar más lejos de la verdad. El tema de los es-
que red1azaron explícitamente la idea de sujeto tudios visuales, tal corno yo lo veo, es loca lizar la
humanista en la que se basan las concepciones imagen en el contexto de los procesos creadores
estéticas tradicionales. de significado que constituyen su entorno cultu-
En 1996, la revista October envió un cuestio- ral. Tal definición implica, por ejemplo, que los es-
nario a un amplio número de académicos rela- tudios visuales ignoren las garantías establecidas
cionados con el estudio de las imágenes, desde por los académicos interesados en preservar la
historiadores del arte, estudiantes de cine, y es- autonomía del arte. Uno de Jos presupuestos sub-
tudiosos de la visualidad en general, pidiéndoles yacentes a los estudios visuales, creo, es que la
su opinión acerca de la iniciativa de la cultura vi- imagen está saturada de palabras. Sin negar la
sual. El cuestionario confirmó la sospecha de sus imposibilidad de traducir adecuadamente las imá -
autores: es decir, el establecimiento de este nue- genes a palabras, Jos sistemas de signos visuales es-
vo campo era un desarrollo desafortunado que tán atados inextricablemente al código lingüísti-
abastecía los intereses de explotación del capita- co y a otros códigos que caractericen a una cultura
lismo tardío. Ya que dicha afirmación no resulta
evidente, pasemos a examinarla en detall e. La
pregunta 3 dice: 18 October, n° 77, 1996, p. 25. Para las reacciones a los temas
suscitados por este cuestionario, ver Crimp, Douglas: «Get-
ting the Warhol We Deserve: Cultural Studies and Queer
«Se ha sugerido que la condición previa de Studies". Social Text, no 59, 1999, p. 49-66; y Rogoff, lrit:
los estud ios visuales como carrera interdisci- «Studying Visual Culture>>. The Visual Culture Reader. Ni-
plinaria es una concepción de nuevo cuño de cholas Mirzoeff (ed.), Routledge, Londres, 1998, p. 14-26.

e Teoría. práctica y ptrsuasión


particular en determinado momento histórico. Si la descripción de Lacan de la «fase espejo» su-
Como W.J.T. Mitchell dice en su libro: giere que el niño experimenta una identificación
nardsista con su propia imagen, imagen que es in-
«Una pretensión polémica de la Teoría de la ima- troyectada para convertirse en un ego ideal, ese
gen es que la interacción entre imágenes y tex- niño también se vuelve consciente de que esa
tos es constitutiva de la representadón como tal: imagen es un mero objeto a ojos de otra persona.
todos los media son mixed media, y todas las re- Lacan no sólo insiste en la naturaleza contradic-
presentaciones son heterogéneas; no hay ar- toria o paradójica del proceso por el cua l un niño
tes «puramente» visuales o verbales, aunque el se identifica con el ego ideal y también es aliena-
impu lso de purificar los media es uno de los do por él, sino que también considera que este
prindpales gestos utópicos del modernismo» 19 • proceso es continuo e interminable. El sujeto la-
caniano, pues. nunca es algo fijo, sino transido-
La afirmación de que el compromiso de los estu- na! y evolu tivo. En e l dinamismo de este mode-
dios visuales con una definición de lo visual como lo, en la recurrente construcción y destrucción
«imagen incorpórea» que ayuda a «produdr sujetos del ego ideal, es donde ciertos intérpretes, como
para la nueva fase del capital globalizado» es sin Kaja Silverman, han localizado el potencial para
duda la pretensión que nos parece más carente de la iniciativa individuaL la capacidad del sujeto
fundamento. La contribución de Rosalind Krauss para actuar como agente sociai2 2 • Si la disociación
al mismo número de October, sin embargo, puede de la concienda en la fase espejo se basa tanto en
aclaramos el argumento. Su ensayo, titulado «Bien- la alienación del individuo de su imagen como
venida a la revoludón cultural» es una critica al tipo en su identificación con esa imagen, luego la crea-
de trabajo interdisciplinar que se ha hecho cono- dón de la subjelividad no puede ser vista como una
cido como estudios culturales. Krauss parece sugerir relación causa-efecto, y la conexión entre el es-
que al suscribir la teoría lacaniana de la formadón tudio de las imágenes y la producción de «Sujetos
de la identidad y la teoría althusseriana de la in- para la nueva fase del capital globalizado» conti-
terpelación ideológica, los estudios visuales, al igual núa sin demostración.
que los estudios culturales, están en peligro de su- El resto de la pregunta 3 -el argumento de
cumbir a una nodón reductora de la construcción que un enfoque postestructuralista del estudio de
de la identidad20• Afirma que este nuevo campo de la imagen, que implica que el valor estético es
investigación implica que la subjetividad humana construido culturalmente y no fun dacionaL es
esté modelada por la recepción pasiva de «imáge- una manifestación del capitalismo tardío- es difí-
nes incorpóreas». cil de segu ir. Aquí la inspiración parece ser el in-
Es difícil reconciliar esa conclusión con las fluyente examen del posmodernismo hecho por
complej idades del relato lacaniano sobre la for- Fredric Jameson 23 . Jameson defiende una visión
mación del sujeto. Como ha señalado Douglas evolutiva de la historia, según la cuaL el posmo-
Crimp, no hay nada pasivo en la teoría lacaniana 21• dernismo sucede necesariamente al modernismo

19 Mitchell, W.J.T.: Picture Theory. University of Chicago Press, 22 Silverman, Kaja: <<Fassbinder and l acan: A Reconsideration
Chicago, 1994, p. 5. of Gaze, look and lmage». Mate Subjectivity at the Margins.
Routledge, Nueva York, 1992, p. 125-56.
20 Krauss, Rosalind: «Welcome to the Cultural Revolution».
October, n° 77. 1996, p. 85 . 23 Vide Jameson, Fredric: El posmodernismo o la lógica cultu-
ral del capitalismo avanzado. Paidós Ibérica, Barcelona 1995;
21 Crimp: «Getting the Warhol We Deserve .. » p. 53 . The Cultural Turn: Selected Workings on the Postmodern.
Verso. Londres, 1998.

Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios visuales O
porque su cultura refleja la na turaleza de la eco- culturales cuya importancia delata los valores de
nomía del capitalismo tardío. Aunque esa con- quienes las crearon, manipularon y consumie-
cepción contempla la historia como un movi- ron. Más q ue limitarse a una teoría totalizadora
miento teleológico a través del tiempo, el modelo que reduzca la innovación teórica a la «superes-
en el caso de Jameson no es hegeliano sino mar- tructura» ideológica de una cultu ra modelada por
xista. El motor de la h istoria no es el transitar del su «base'' económica, los estudios visuales insis-
espíritu, sino la lucha de clases. Según Jameson, ten en que, a pesar de las fuerzas cu lturales que
las críticas teóricas a los grandes relatos de la his- necesariamente cond icionan la conciencia, la ac-
toria occidental proporcionados por el pensa- ción humana está lejos de ser predecible: los pro-
miento marxista deben ser consideradas como pios conflictos del discurso cu lt ural (su hetero-
síntomas del momento histórico en que son for- glosia) ocasionan que el principio de agencia no
muladas. La crítica a las teorías totalizadoras de la pueda ser pasado por alto en el aná lisis cu ltural.
historia - en este caso, a la visión marxista- es así Como consecuencia del postestructuralismo - un
considerada más una manifestación de la condi- conjunto de teorías que enfa tiza ron la indeter-
ción posmoderna que un reto a la concepción tra- minación del significado y nuestra incapacidad
dicional de la historia. En esta visión, el entendi- para conocer el mundo- Jameson defiende uno de
m iento marxista de la historia no puede ser los grandes relatos de la historia más trad iciona-
cuestionado porque es imposible pensar fuera de les: el llamamiento de Marx a entender la relación
él. La historia coincide con las circunstancias rea- de los seres humanos con las circunstancias rea-
les de la ex istencia h umana y no se considera les de su existencia. En el contexto de una tradi-
como una perspectiva filosófica particular en esas ción filosófica postestructuralista cuya mayor pe-
circunstancias. Sólo si aceptamos una visión tele- netración es el reconocimiento de la opacidad del
ológica de la historia, que identifique el posmo- lenguaje y su incapacidad de ofrecernos acceso al
dernismo y sus desarrollos intelectuales como fase m undo, sólo puede decirse que la teoría de la cul-
necesaria bien en la evolución del espíritu, bien en tura de Jameson, y el ataque a los estudios vi-
la evolución del capital, puede ser reducida la crí- suales que se basa en ella, constituyen una nos-
tica de las fil osofías historicistas o marxistas a ser talgia por lo real.
la característica de un periodo histórico. El mar- En su contribución al mismo n úmero de Oc-
xismo de Jameson es necesariamente una meta- tober, Hal Foster se une a Krauss en asumir una
filosofía que debe abarcar todos los otros sistemas opinión negativa de la idea de cultura visual ar-
filosóficos y al mismo tiempo negarse a conside- gumentando q ue ese enfoque de las imágenes
rarse a sí mismo como tal. Es justamente esta fa l- implica un movimienro desde «el arte a lo visual
ta de a uto-reflexividad, esta justificación de las y desde la historia a la cu/tura» 24 . Ocupándose pri-
bases del pensamiento histórico, lo que los estu- mero del primer par, Foster afirma que la cultu-
dios visuales pretenden cuestionar. ra visual participa de lo que él llama el «giro et-
Basados en una filosofía del lenguaje derri- n ográfico". Al asumir que la posicionalidad
da na q ue insiste en que el lenguaje es el h ogar importa en la producción de discurso, que el co-
de la metafísica, los estudios visuales se centran en nocimiento está conj ugado por los intereses de
primer lugar y principalmente en el marco den- los responsables de su articulación, él defiende
tro del que se produce significado. Así como el
análisis del discurso enfoca el lenguaje como un
código arbitrario de signos que sirven de sustitu-
24 Foster, Hal: <<The Archive Without Museums». October. n°
tos del mundo más q ue de ruta por la cual tene - 77, p. 104; ver t ambién su capítulo <<The Artistas Ethno-
mos acceso a él, los estudios visuales están inte- grapher» . The Return of the Real. MIT Press. Cambridge.
resados en cómo las imágenes son prácticas 1996, p. 171-204.

e 1i!oría, práctica y persuasión


que la cultura visual está en peligro de compro- Al sustituir arte por el término visual, Foster
meter a las concepciones de historia tradicionales dice que la cultura visual renuncia al potencial
(i.e. marxistas.) inherente del concepto de autonomía del arte.
Invocando el «sometimiento>> como «otro» de la
«Porque en el modelo etnográfico nos move- autonomía, insiste en que, sin autonomía, el arte
mos más horizontalmente, de sitio a sitio a puede ser «reducido» a lo meramente visual. En
través del espacio social, que venicalmente, en un argumento reminiscente de la visión del arre
un discurso inscrito con una historicidad, una de Adorno corno lugar de resistencia a la cultura
responsabilidad de la forma, de la suya propia. capitalista, Foster escribe:
En este sentido, el cambio de historia por cul-
tura puede promover, tan to en el arte como «Pensadores de la Ilustración como Kant. pro-
en la crítica. lo mismo una reducción poshis- clamaron la autonomía para apartar a las ins-
tórica que una complicación multihistórica25 » . tituciones del anden régime, historiadores del
ane como Riegl, para oponerse a los relatos de-
Foster opone así la diacronía a la sincronía, di- terministas sobre el arte, modernistas desde
ciendo que esta última gana a expensas de la pri- Manet hasta Judd, para desafiar la prioridad
mera . Asumir la espacialidad de la cultura, la mul- de los textos iconográficos, la necesidad de
titud de enfoques que la animan, parece a lgo significados ilustraciona les, el imperialismo
incompatible con la cronología. Según Foster, las de los medios de comunicación de masas, el so-
diferencias entre los distintos enfoques hacen im- brecargar al arte con políticas voluntaristas.
posible un acuerdo sobre una versión única de etcétera. Igual que esencialismo, autonomía es
los eventos históricos. Los recelos de Foster es- una mala palabra, pero puede no ser siempre
tán, de hecho, fuera de lugar. Al prescindir de los una mala estrategia: llamémosla autonomía es-
grandes relatos que hasta hoy han determinado tratégica»26.
nuestra concepción de la historia, la cultura visual
no propone renunciar a una filosofía de la histo- No es casualidad, por supuesto, que las últimas
ria. No es e l tiempo el objeto de los ataques de palabras evoquen el «esencialismo estratégicon
quienes estudian la cultura visual, ya que su cam- de Gayatri Spivak 27 . Al igual que en la concep-
po de investigación se ocupa precisamente de la ción de esencialismo de Spivak como algo ora re-
interacción entre los ejes de tiempo y espacio. lativo, ora absoluto, dependiendo de la s circuns-
Abandonar los rnetarrelatos hegeliano y marxis- tancias políticas, la idea de «autonomía estratégica»
ta nos permite repensar la historia desde la pers- relativiza y reafirma al m ismo tiempo la autono-
pectiva de la diferencia cultural. Lejos de ser un mía del arte. En el caso de Foster, la afirmación de
desarrollo reductor, ese movimiento abre el es- la autonomía del arte es un gesto político (deter-
tudio de la historia para que sus relatos sean po- minado h istóricamente y transportado subjetiva-
tencialmente más ricos e interesantes. En otras mente) para evitar la amenaza que lo visual su-
palabras. la «complicación multihistórica», la po- pone para el arte. Para él. se trata de una situación
sibil idad de contar relatos históricos desde varios distributiva: el arte o es a utónomo, o desaparece
puntos de vista no puede ser definida como una en el lodazal de lo visual.
«reducción poshistórica» sin entrar en una con-
tradicción.
26 lbldem, 118-19.

27 Spivak, Gayatri: «Subaltern Studies: Deconstructing Histo-


riography» In Other Worlds: Essays in Cultural Politics. Rou-
25 Foster: «The Archive ...»., p. 104-5. tledge, Nueva York. 1988, p. 197-22 1.

Nosta(qia di! lo real. La rdarión de la historia del artt' can <'Studios visuales O
Al contrario que Foster, yo argumentaría que sión no esencialista del arte, que no esté preocu-
las oposiciones binarias autonomía/sometimien- pada por defender la «autonomía» de su empre-
to y arte/visual son, de hecho, inapropiadas. Con- sa contra otras formas de discursividad cultural,
siderar el arte como una de las muchas activida- atrae nuestra atención hacia los cambios en el
des discurs ivas, una forma visual de crear gusto que sirven para transformar al arte en no arte
significado comparable en sus procedimientos con y viceversa.
otras formas de imaginería, significa que estas La cu ltura visual también ha sido objetivo
prácticas pueden ser vistas como equivalentes en- de la crítica de Thomas Crow. Al igual que Pos-
tre ellas. Más que insistir en la primacía del arte ter, Crow quiere defender la autonomía del arte,
en relación con otras formas de imaginería visuaL pero en este caso la noción de autonomía está
¿por qué no reconocer simplemente su carácter suscrita por un llamamiento a lo que él llama la
distintivo? ¿Por qué no ver el arte como una de «esfera pública». Sigue a Jürgen Habermas ar-
las muchas formas de imaginería que constitu- gumentando que el final del siglo xvm presenció
yen la cultura visual? A la cultura visual no le in- el desarrollo de una cultura burguesa dedicada
teresa disolver el arte en otras fonnas de imaginería a los principios del nacionalismo que se situó en
que lo rodean, sino reconocerlo como forma di.s- oposición a la tradicional autoridad autocrática
tintiva de creatividad visual que posee su propia del estado. Es en esta esfera pública. sup uesta·
tradición historiográfica. Además, la cultura vi- mente caracterizada por un intercambio de vi-
sual no sólo debería reconocer los diferentes gé- siones sin trabas a través del cua l se forja el con-
neros de producción de imágenes que animan senso sociaL donde Crow ve una garantía de la
una cultura particular. sino también resaltar que autonomía del arte 28 . La esfera pública es e l es-
sus calidades únicas requieren distintos enfoques pacio crítico en el que la idea de lo que consti-
pa ra su interpretación. tuye el arte debería ser discu tida y alcanzar su
Más importante quizás, es que el enfoque de consenso. Observando la situación artística en
la producción artística dentro del contexto de la los Estados Unidos a consecuencia del postes -
cultura visual nos permite observar tanto la es- t ructuralismo y el ascenso de las políticas de
pecificidad social como la maleabilidad histórica de identidad, Crow lamenta el fracaso de una idea
las afirmaciones de valor estético. Las formas de de com unidad consensual. porque marca el fa-
producción visua l que han alcanzado cierta cate- llecimiento de cualquier acuerdo acerca de lo
goría y apreciación dentro de una cultura, no con- que constituye la calidad artística 29 • Atribuye la
siguen necesariamente la misma atención en otra. falta de dirección del mundo del arte, la pérdi-
El concepto occidental de arte disfruta de un re- da de una vanguardia, al colapso de la esfera pú -
conocimiento global y le permite a culturas no blica, sugiriendo que la base comunal en la que
occidentales encontrar tipos de artefactos equi- se apoyaba la idea de arte ha sido saboteada por
valentes a aquellos que gozan de prestigio en la tra- intereses especiales.
dición europea y competir en un universo políti-
co dominado por la idea de nación-estado. El
reconocimiento de los orígenes y funciones de 28 Crow, Thomas: Pintura y sociedad en el París del siglo XVIII.
este concepto, sin embargo, revela cómo la no- Editorial Nerea. 1989. Su teoría se basa en el libro de Ha-
ción de arte transforma necesariamente el modo bermas. Jürgen: The Structural Transformation of the Public
en que los artefactos de cult uras no occidentales Sphere: An lnquiry into the Category of Bourgeois Society.
MIT Press, Cambridge, 1988.
eran entendidos antes. Concebir el valor estético
como una práctica discursiva también nos per- 29 Crow, Thomas: «These Collectors, They Talk About Baudri-
mite apreciar la manera de cambiar en el curso del llard Now» . Oiscussions in ContemporaryCulture. Bay Press.
tiempo de la naturaleza de dicha práctica. Una vi- Seattle, 1987, p. 1-8.

e Teoría. práctica y persuasi6n


La afirmación de Crow de que las políticas de genes con el propósito de crear significado cultu-
identidad han sido las responsables de degradar y ral sólo tiene sentido si permite una experimen-
destruir la esfera pública -comprometiendo así la tación considerable. Los estudios visuales debe-
autonomía del arte- ha sido fuertemente contes- rían ser lo suficientemente flexibles como para
tada por la crítica feminista. Rosalyn Deutsche, no sólo permitir, sino también fomentar y posi-
por ejemplo, argumenta que la idea de esfera pú- bilitar el contraste y la comparación imaginativa
blica es de hecho incompatible con una política de- entre formas de producción de imágenes que an-
mocrática, particularmente con un esquema po- tes no tenían ninguna reladón.
lítico en el que sean reconocidos los intereses de Una forma rápida de reducir al absurdo esta
las mujeres 30 . Señala que el acceso sin restriccio- nueva empresa sería, desde luego, sugerir que de-
nes y el libre intercambio de ideas en los que se bería estar abierta a la consideración de todas las for-
basa el concepto de esfera pública son, de hecho, mas de imaginería cultural, desde imágenes elec-
utópicos, y que la idea de consenso sirve más para trónicas y digitales a viñetas de cómic, sin establecer
silendar los intereses de las minorías que para in- distinciones cualitativas entre ellas. James Elkins
volucradas. Deutsche busca corroboración en au- ha propuesto recientemente que la historia del
tores posmarxistas como Ernesto Laclau y Chan- arte debería ensanchar útilmente los parámetros de
tal Mouffe, teóricos políticos que habrían sustituido sus intereses para incluir imágenes que están con-
la noción de esfera pública por la de «democracia sideradas no artísticas, como los gráficos y las ta-
radical». Según esta visión, el acceso público, la co- bias que se usan para comunicar información en
municación libre y la creación de consenso, aso- las ciencias sociales y naturales32 . Argumenta con-
ciados con el concepto de esfera pública, dan lu- vincentemente que las historias de las convencio-
gar al reconocimiento de intereses culturales nes que se usan en la imaginería informativa es-
inconmensurables y diferencias políticas irrecon- tán poco estudiadas y que la sofisticación
ciliables31. característica del estudio del arte debería informar
Si, como he argumentado, la noción de arte no el modo en que estos ejemplos de no arte son re-
está opuesta necesariamente a la idea de cultura cibidos. Claro que si la cultura visual tuviera que
visual, si es posible concebir el arte como forma abarcar todas las culturas productoras de imágenes,
particular y circunscrita de discurso cultural, di- pasadas y presentes, su empresa sería tan vasta y
ferenciada de (aunque equivalente a) otras formas panorámica, que sería imposible establecer sus
de producción culturaL ¿cómo hemos de definir programas intelectuales, culturales y sociales.
la amplitud y el alcance de la imaginería de la que En vez de concebir la cultura visual como una
se ocupa este nuevo tipo de estudios? En mi in- expansión de las actividades tradicionales de la
tento de responder a esta pregunta, no quiero ser historia del arte, tal como Elkins propone, yo di-
mal interpretado. Cualquier marco que se esta- ría que la razón de considerar tanto el arte como
blezca sobre el tipo de imágenes que deberían ser el no arte, no es fundir las categorías sino mantener
incluidas en los estudios visuales, tendría que ser sus distinciones. Pues sólo si asumimos las dife-
capaz de redefinirse y cambiar. La yuxtaposición rencias metodológicas de los enfoques de los va-
de diferentes tradiciones de interpretación de imá- riados tipos de imágenes, podremos damos cuen-
ta de los beneficios de considerarlos uno en
relación al otro. No es, pues, una cuestión de ple-
30 Deutsche, Rosalyn: «Agoraphobia». Evictions: Art and Spa-
tial Politics. MIT Press, Cambridge, 1996, p. 303-12.

31 Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal: Hegemonía y estrategia 32 Elkins, James: «Art History and lmages That Are Not Art».
socialista: hacia una radicalización de la democracia. Siglo Art Bulletin. n° 77, 1995, p. 553-71; ver también Elkins: The
XXI de España Editores, 1987. Domain of lmages. Cornell University Press. lthaca. 1999.

Nostalgia de lo real. La problemática rflación de la historia del arrt con los estudios visuales O
gar el no arte dentro del estudio del arte (como no del arte de distinguir la «mano>> de diferentes ar-
era cuestión de plegar el arte dentro del no arte en tistas que les permite atribuir obras desconocidas
la discusión previa sobre la posición de Foster), a autores conocidos -en otras palabras, su talen-
sino de comparar y contrastar las herramientas to como connoísseurs- está amenazada, ya que se
heurísticas empleadas para crear significado por to- enfrentan a la necesidad de absorber metodologías
dos los tipos de producción de imágenes. conflictivas como la «arqueología» foucaultiana o
El fundamento para induir o exduir diferen- la semiótica. Los historiadores del arte que parti-
tes géneros de producción de imágenes de la ca- cipan en programas interdisciplinares, argumen-
tegoría «cultura visualn debería basarse en las dr- ta la autora, llevarán su destreza consigo, pero no
cunstancias históricas, las necesidades educaLivas podrán transmitírsela a una nueva generación de
y consideraciones políticas. En nuestra actual si- estudiantes. La consecuencia de este proceso es
tuación, una de las razones más potentes para unir que la interdisciplinaridad conduce inevitable-
el estudio del arte con el del no arte está en el re- mente a la «impericia)).
conocimiento del colapso de las teorías fundacio- Yo argumentaría, en cambio, que esa afirma-
nalistas del conocimiento. Es más, los estudios vi- ción ignora el cambio histórico. Las disciplinas se
suales abren las puertas a la producción de adaptan necesariamente a las cambiantes circuns-
conocimiento desde enfoques muy variados. Im- tancias históricas, sus teorías y métodos triunfan y
pulsan formas de interpretación inspiradas por el caen según su relevancia para los profesionales en
feminismo, los estudios homosexuales y el pen- activo. Mientras que a finales del siglo xtx y prin-
samiento poscolonialista. Más que buscar el con - cipios del xx, el saber de los connoisseurs puede ha-
senso, se benefician del radical desacuerdo entre ber sido una parte indispensable en la formadón de
los diferentes estilos de interpretación. La hetero- un historiador del arte, los problemas de atribu-
glosia que caracteriza sus operaciones es un as- ción ya no son la principal atención de la discipli-
pecto dinámico y positivo de sus actividades. Ade- na. La prádica de los connoisseurs se ha retirado a los
más, la búsqueda de diferentes est il os de museos, donde se mantiene viva por los impulsos
interpretación bajo el eje de los estudios visuales coleccionistas del orgullo cívico y nacional, y al
significa que es difícil equivocarse acerca de los in- mundo de los tratantes de arte, donde el saber del
tereses particulares asociados a cada forma de pro- connoisseur es vital para las operaciones en el mer-
ducción de conocimiento. Si ya no es posible de- cado del arte. Y mientras la preocupación por da-
cir que el conocimiento es desinteresado, la tar e identificar los objetos en estudio ha bajado en
alteridad de las voces yuxtapuestas atraerá la aten- importancia, la prominencia de los problemas de in-
ción inevitablemente hacia los programas culturales terpretación ha subido. Alejados del terna de la in-
que informan cada empresa. Cada forma de argu - terdisciplinaridad, no es sorprendente que los his-
mentación más que ocultar, pondrá en primer pla- toriadores del arte hayan querido ir más allá de las
no sus filiaciones políticas. alternativas hermenéuticas de análisis estilístico,
Ona objeción práctica al tipo de trabajo ínter- iconografía e historia social que les fueron legadas
disciplinar vislumbrado por los estudios visuales por los fundadores de la disciplina.
ha sido articulada por Rosalind Krauss 33 . Apunta El argumento de la «impericia)) oscurece la
que la interdisciplinaridad amenaza las destrezas «redestreza)) que im plica el trabajo interdiscipli-
tradicionalmente asociadas a la disdplina de his- nar, la adquisición de nuevas destrezas para sus-
toria del arte. La capacidad de los histOriadores tituir o añadir a las antiguas. Quizás los historia-
dores pierdan su capacidad para distinguir
«manos» pero pueden encontrar estrategias in-
33 Krauss, Rosalynd: «Der Tod der Fachkenntnisse und Kunst- telectuales mucho más relevantes para su prádi-
fertigkeiten» . Texte zur Kunst. n° 5, 1995. p. 61 -67 . ca profesional en el actualidad, sin mencionar su

e Teoría. práctica y persuasión


papel como intelectuales públicos. Las recientes cunsrandas económicas delate de nuevo una suer-
perspectivas teóricas y metodológicas no sólo les te de nostalgia por lo real, un deseo -en la incer-
permiten llevar a cabo nuevos y diferentes tipos teza de estos días postestructuralistas- de exceder
de erudición, sino que al absorber dispositivos las limitaciones del discurso para asegurar el pro-
heurísticos usados ampliamente en otros campos pio argumento en el significado trascendental de
de las humanidades, pueden hacer que su traba- un relato maestro?
jo sea rel.e vante para un público más amplio. Ta- Volviendo, a modo de con clusión, al principio
les iniciativas coinciden con la visión de la uni- de este capítulo, he argumentado que la apari-
versidad de Jonathan Culler como lugar en el que ción de la cultura visual como forma de estudio
el conocimiento es producido, más que reprodu- académico, coincide con la comprensión de que vi-
cido de una generación a otra 34 . vimos en una época que ha visto el fin del arte. El
Finalmente, unas palabras sobre la persisten- reto a las visiones teleológicas de la historia ha
te tendencia economicista del artículo de Krauss. estado acompañado por un reto semejante a la
Ella traza una analogía entre la pérdida de destre- condición transcendental del concepto de arte.
za de los académicos supuestamente acarreada por Una vez que las afirmaciones de la autonomía del
la interdisciplinaridad, y la pérdida de destreza de arte -basadas bien en el atractivo de una estética
los t ra bajadores manufactureros como conse- universal, bien en el argumento de que el arte
cuencia del aumento de las industrias de servi- proporciona un espado de libertad dentro dd con-
cios35. Dice que el destino de los dos está en ma- texto del capitalismo- son asumidas como estra-
nos de una forma de explotación capitalista que tegias retóricas conj ugadas políticamente, estra-
busca doblegar a la fuerza de trabajo erosionando tegias que están motivada s históricamente,
el concepto de ((destreza» en el trabajo. Este esce- entonces es posible ver el arte como una de las mu-
nario implicaría que el relato del destino de las chas formas de producción cultu raL La paradoja
destrezas académicas en el contexto de la inter- de este relato podría estar en su convicción de
djsciplinaridad, está relacionado con un relato más que la tradición importa, de que hemos hereda -
amplio que abarcaría las operaciones de la econo- do un rico y valioso discurso sobre el ane, mien-
mía capitalista. Lejos de intentar una justificación tras que simultáneamente afirmamos que este
de los costes sociales de las estrategias capitalistas discurso ya no tiene la posición trascendental que
(tarea fútil y excesiva), yo diría que la t ransfor- se le había atribuido en el pasado. Si aceptamos
madón de una economía manufacturera en una esta paradoja, podremos situar el estudio del arte
de servicios implica mucho más que destreza e im- aliado del estudio de otras prácticas visuales, no
pericia. Las revoluciones económicas, por supues- con el interés de despreciar las diferencias que las
to, no tienen lugar sin dolor y sufrimiento. ¿Es distinguen, sino con el interés de comparar y con-
justo, sin embargo, igualar las penurias de los tra- trastar sus presupuestos teóricos y sus procedi-
bajadores que ven su sustento en peligro debido a mientos metodológicos. Las actuales actitudes teó-
la obsolescencia de sus destrezas, con las de los ricas hacia la producción de conocimiento sugieren
académicos cuyo reequipamiento intelectual de- que es probable que las contribuciones más fuer-
bería ser considerado una responsabilidad profe- tes en el campo de las humanidades se harán en
sional? ¿O es posible que esta referencia a las cir- la diferencia y no en la igualdad. Cada campo de
investigación tiene ahora la oportunidad de ex -
pandir su repertorio de metodologías interpreta-
34 Culler, Jonathan : «The Humanities Tomorrow». Framing
tivas en relación con los que tiene alrededor. Es
the Sign: Criticism and lts lnstitutions. University of Okla-
homa Press, Norman, 1988, p. 4 1-56. probable que una mayor comprensión de la es-
tructura de nuestro conocimiento brote de Jos in-
35 Krauss: «Der Tod der Fachkenntnisse ... », p. 64. tersticios entre las distintas disciplinas.

Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios visuales O

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