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LIBRO
DE
CUENTO
, PROSA,
FABULA,
VERSO Y Alumno:
A
CUEN
TOS
El árbol de los libros
Burtree era un árbol muy viejo. Tan viejo, que hasta recordaba los años
en que se habían separado los continentes. En su juventud, había
aprendido de los pájaros, de los peces, de los mamíferos, de las flores y
de las plantas. También de las nubes, que le traían enseñanzas de
lugares insólitos. Y del brillante sol. Y de la perezosa luna.
Llevaba años asentado a los pies de una montaña, por donde el Gran Río
giraba a la derecha. Había visto crecer primero al pueblo y, con el
tiempo, cómo este se convertía en una alegre ciudad. Así fue como
conoció a las personas. Eran los seres más fascinantes que nunca había
conocido.
Fue tal la fascinación que sintió Burtree que quiso contarle muchas
historias y cuentos al hombre. Y así fue cómo nuestro árbol amigo se
convirtió en una biblioteca muy famosa. De todo el mundo acudía gente
a visitarle. Primero cada persona le contaba su historia: quién era, de
dónde venía, qué le gustaba... y luego Burtree le entregaba un libro
único, pensado especialmente para él o para ella.
Sin embargo, lo mejor de Burtree no eran sus cuentos y libros, sino que
había enseñado a los hombres lo importante que era crear lectores,
hacer que los niños aprendieran a conocer el mundo y a conocerse a sí
mismos gracias a los libros y a los cuentos. Y es que, la lectura es una
aventura, con diferentes caminos, donde se encuentran tesoros, que
enriquecen nuestra vida.
El traje nuevo del Emperador
Hace muchos años vivía un Emperador que gastaba todas sus rentas en
lucir siempre trajes nuevos. Tenía un traje para cada ocasión y hora de
día. La ciudad en que vivía el Emperador era muy movida y alegre.
Todos los días llegaban tejedores de todas las partes del mundo para
tejer los trajes más maravillosos para el Emperador.
El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito,
maravilloso y que diría al Emperador que le había gustado todo. Y así lo
hizo. Los estafadores pidieron más dinero, más oro y se lo concedieron.
Poco después, el Emperador envió a otro ministro para inspeccionar el
trabajo de los dos bandidos. Y le ocurrió lo mismo que al primero.
Pero salió igual de convencido de que había algo, de que el trabajo era
formidable. El Emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos.
Seguido por su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al
entrar no vio nada. Los bandidos le preguntaron sobre el admirable
trabajo y el Emperador pensó:
FIN
PROS
A
El Ángel de los niños
Cuenta una antigua leyenda que un niño, que estaba a punto de nacer,
le dijo a Dios:
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando, él te
cuidará.
- Pero aquí en el cielo, no hago más que cantar y sonreír; eso basta para
ser feliz.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces
terrestres y el niño presuroso, repetía suavemente:
En la campiña.
Un niño tropezó
Y un diente se le cayó.
Contento y entusiasmado,
EL niño al despertar,
- La b con la e, beeeee.
Y se convertía en oveja.
Una antigua leyenda oriental cuenta que, hace mucho tiempo en Japón,
vivía un hombre viudo con sus dos hijas. Las muchachas eran muy
curiosas e inteligentes y siempre estaban dispuestas a aprender.
Continuamente le hacían preguntas a su padre y este trataba siempre
de darles respuesta.
A medida que pasaba el tiempo, las niñas tenían cada vez más dudas y
hacían preguntas más complejas. Incapaz de responder, el padre decidió
mandar a sus hijas una temporada con un sabio, un antiguo maestro
que vivía en la colina.
Pronto, las niñas decidieron buscar una pregunta para la que el maestro
no tuviera respuesta. Así, la mayor decidió salir al campo y atrapó una
mariposa, después, le explicó a su hermana el plan: “Mañana, mientras
sostengo la mariposa azul en mis manos, le preguntarás al sabio si está
viva o muerta. Si dice que está viva, la aplastaré y la mataré. En cambio,
si responde que está muerta, la liberaré. De esta forma, sea cual sea su
respuesta, siempre será incorrecta”.
Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una
casa, pero temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los
ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este terrible
enemigo los tenía vigilados.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre
grandes aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque
su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para
ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una
cuestión importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy
callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto
todos comenzaron a sentir miedo. Y todos, absolutamente todos,
corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.
Y así fue lo que hizo el lobo para obtener su comida. Se metió en una
piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al
pastor.
La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores
desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto
su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero
trabajando, recogiendo alimentos.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los
árboles se habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve,
mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo
lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
FIN