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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

U.E. Dr. Rafael Antonio Fernández Padilla

Puerto la Cruz – Anzoátegui

LIBRO
DE
CUENTO
, PROSA,
FABULA,
VERSO Y Alumno:

Ángel Luis G.A.

LEYEND 4to Grado Sección “A”

A
CUEN
TOS
El árbol de los libros

Burtree era un árbol muy viejo. Tan viejo, que hasta recordaba los años
en que se habían separado los continentes. En su juventud, había
aprendido de los pájaros, de los peces, de los mamíferos, de las flores y
de las plantas. También de las nubes, que le traían enseñanzas de
lugares insólitos. Y del brillante sol. Y de la perezosa luna.

Llevaba años asentado a los pies de una montaña, por donde el Gran Río
giraba a la derecha. Había visto crecer primero al pueblo y, con el
tiempo, cómo este se convertía en una alegre ciudad. Así fue como
conoció a las personas. Eran los seres más fascinantes que nunca había
conocido.

Fue tal la fascinación que sintió Burtree que quiso contarle muchas
historias y cuentos al hombre. Y así fue cómo nuestro árbol amigo se
convirtió en una biblioteca muy famosa. De todo el mundo acudía gente
a visitarle. Primero cada persona le contaba su historia: quién era, de
dónde venía, qué le gustaba... y luego Burtree le entregaba un libro
único, pensado especialmente para él o para ella.

Las hojas de Burtree estaban cargadas de miles de ideas y su savia llena


de letras. Era un sabio con mucha creatividad e ingenio. Los más
pequeños le adoraban porque Burtree era el creador de las mejores
historias de piratas y de dragones y princesas que había. También se le
daba bien escribir sobre misterios y utilizar otros planetas como el
escenario perfecto.

Sin embargo, lo mejor de Burtree no eran sus cuentos y libros, sino que
había enseñado a los hombres lo importante que era crear lectores,
hacer que los niños aprendieran a conocer el mundo y a conocerse a sí
mismos gracias a los libros y a los cuentos. Y es que, la lectura es una
aventura, con diferentes caminos, donde se encuentran tesoros, que
enriquecen nuestra vida.
El traje nuevo del Emperador

Hace muchos años vivía un Emperador que gastaba todas sus rentas en
lucir siempre trajes nuevos. Tenía un traje para cada ocasión y hora de
día. La ciudad en que vivía el Emperador era muy movida y alegre.
Todos los días llegaban tejedores de todas las partes del mundo para
tejer los trajes más maravillosos para el Emperador.

Un día se presentaron dos bandidos que se hacían pasar por tejedores,


asegurando tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos
originales. El Emperador quedó fascinado e inmediatamente entregó a
los dos bandidos un buen adelanto en metálico para que se pusieran
manos a la obra cuanto antes.

Los ladrones montaron un telar y simularon que trabajaban. Y mientras


tanto, se suministraban de las sedas más finas y del oro de mejor
calidad. Pero el Emperador, ansioso por ver las telas, envió al viejo y
digno ministro a la sala ocupada por los dos supuestos tejedores. Al
entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto '¡Dios nos
ampare! ¡Pero si no veo nada!'

Pero no soltó palabra. Los dos bandidos le rogaron que se acercase y le


preguntaron si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le
señalaban el telar vacío y el pobre hombre seguía con los ojos
desencajados, sin ver nada. Pero los bandidos insistían: '¿No dices nada
del tejido?'

El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito,
maravilloso y que diría al Emperador que le había gustado todo. Y así lo
hizo. Los estafadores pidieron más dinero, más oro y se lo concedieron.
Poco después, el Emperador envió a otro ministro para inspeccionar el
trabajo de los dos bandidos. Y le ocurrió lo mismo que al primero.

Pero salió igual de convencido de que había algo, de que el trabajo era
formidable. El Emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos.
Seguido por su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al
entrar no vio nada. Los bandidos le preguntaron sobre el admirable
trabajo y el Emperador pensó:

'¡Cómo! Yo no veo nada. Eso es terrible. ¿Seré tonto o acaso no sirvo


para emperador? Sería espantoso'. Con miedo de perder su cargo, el
emperador dijo:

- Oh, sí, es muy bonita. Me gusta mucho. La apruebo. Todos los de su


séquito le miraban y remiraban. Y no entendían al Emperador que no se
cansaba de lanzar elogios a los trajes y a las telas.

Y se propuso a estrenar los vestidos en la próxima procesión. El


Emperador condecoró a cada uno de los bribones y los nombró
tejedores imperiales. Sin ver nada, el Emperador probó los trajes,
delante del espejo. Los probó y los reprobó, sin ver nada de nada. Y
todos exclamaban: - ¡Qué bien le sienta! ¡Es un traje precioso!

Fuera, la procesión lo esperaba. Y el Emperador salió y desfiló por las


calles del pueblo sin llevar ningún traje. Nadie permitía que los demás se
diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz o por
estúpido, hasta que exclamó de pronto un niño:

- ¡Pero si no lleva nada!

- ¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia!, dijo su padre; y todo el


mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

- ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!

- ¡Pero si no lleva nada!, gritó, al fin, el pueblo entero.

Aquello inquietó al Emperador, pues sospechaba que el pueblo tenía


razón; mas pensó: 'Hay que aguantar hasta el fin'. Y siguió más altivo
que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la
inexistente cola.

FIN
PROS
A
El Ángel de los niños

Cuenta una antigua leyenda que un niño, que estaba a punto de nacer,
le dijo a Dios:

- Me dicen que me vas a mandar mañana a la Tierra, pero... ¿cómo


viviré tan pequeño e indefenso como soy?

- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando, él te
cuidará.

- Pero aquí en el cielo, no hago más que cantar y sonreír; eso basta para
ser feliz.

- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y


serás feliz.

- ¿Y cómo entenderé a la gente que me hable, si no conozco el extraño


idioma que hablan los hombres? ¿Y qué haré cuando quiera hablar
contigo?

- Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará el camino para que


regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces
terrestres y el niño presuroso, repetía suavemente:

- Dios mío, si ya me voy, dime su nombre... ¿cómo se llama mi ángel?

- Su nombre no importa, tú le dirás «mamá»...


VERS
OS
Las hadas

Las hadas, las bellas hadas,

-Existen, mi dulce niña,

Juana de Arco las vio aladas,

En la campiña.

Las vio al dejar el mirab,

Ha largo tiempo, Mahoma.

Más chica que una paloma,

Shakespeare vio a la Reina Mab.

Las hadas decían cosas

En la cunade las princesas antiguas:

-Que si iban a ser dichosas

O bellas como la luna;

O frases raras y ambiguas.


Ratoncito Pérez

Un niño tropezó

Y un diente se le cayó.

Contento y entusiasmado,

Lo puso bajo su almohada.

Por la noche el ratón,

Tuvo una gran confusión

-'¡Pero miren lo que es eso!

¡Un rico trozo de queso!'.

Con sus manos lo tomó

Y con el diente marchó

EL niño al despertar,

Miró y su puso a llorar.


El niño y los dinos

Hace ya mucho tiempo, vivía en el mundo de los dinosaurios un niño


que no sabía leer.

Por eso, se pasaba todo el día sin saber qué hacer.

Tricedora le animaba, le decía a cada hora:

- La b con la e, beeeee.

Y el niño ponía carita de vieja

Y se convertía en oveja.

- La b con la e, beeeee –decía otra vez.

En su escuela no había cuentos,

Ni en su casa le leían cuentos.

Y el niño no estaba contento,

Bostezaba y se dormía a cada momento.


LEYEN
DA
La Leyenda de la Mariposa Azul

Una antigua leyenda oriental cuenta que, hace mucho tiempo en Japón,
vivía un hombre viudo con sus dos hijas. Las muchachas eran muy
curiosas e inteligentes y siempre estaban dispuestas a aprender.
Continuamente le hacían preguntas a su padre y este trataba siempre
de darles respuesta.

A medida que pasaba el tiempo, las niñas tenían cada vez más dudas y
hacían preguntas más complejas. Incapaz de responder, el padre decidió
mandar a sus hijas una temporada con un sabio, un antiguo maestro
que vivía en la colina.

Enseguida, las niñas quisieron hacerle todo tipo de preguntas. El sabio


siempre respondía todas las cuestiones.

Pronto, las niñas decidieron buscar una pregunta para la que el maestro
no tuviera respuesta. Así, la mayor decidió salir al campo y atrapó una
mariposa, después, le explicó a su hermana el plan: “Mañana, mientras
sostengo la mariposa azul en mis manos, le preguntarás al sabio si está
viva o muerta. Si dice que está viva, la aplastaré y la mataré. En cambio,
si responde que está muerta, la liberaré. De esta forma, sea cual sea su
respuesta, siempre será incorrecta”.

Al día siguiente, cuando le preguntaron al sabio si la mariposa estaba


viva o muerta, deseando que cayera en su trampa, este les respondió
calmado: “Depende de ti, ella está en tus manos”.
FABU
FABU
LAS
LAS
El Congreso de Ratones

Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una
casa, pero temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los
ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este terrible
enemigo los tenía vigilados.

Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron


una asamblea a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de
todos.

El jefe de los ratones dijo a los presentes:

- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una


solución. ¡No podemos vivir así!

- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento. Atemos un cascabel al


gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda. El sonido nos
pondrá en alerta y podremos escapar a tiempo.

Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre
grandes aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque
su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para
ponerse a salvo.

- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una
cuestión importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy
callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto
todos comenzaron a sentir miedo. Y todos, absolutamente todos,
corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.

Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.


El lobo con piel de oveja

Un lobo hambriento caminaba por el bosque buscando algo para comer.


Cuando ya no podía más, se sentó y fue cuando tuvo una idea. Pensó:

- Si como lobo no puedo agarrar ni una sola presa, entonces cambiaré


mi apariencia y con el engaño podré comer.

Y así fue lo que hizo el lobo para obtener su comida. Se metió en una
piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al
pastor.

Pero su plan no ha salido como él esperaba.

Al atardecer, para su sorpresa, el lobo disfrazado de oveja fue llevado


junto a las demás ovejas a un encierro, quedando la puerta asegurada.

En la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día


siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al
instante.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.


La cigarra y la hormiga

La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores
desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto
su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero
trabajando, recogiendo alimentos.

- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato


conmigo mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.

- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta


holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano,
atareada.

La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.

Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los
árboles se habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve,
mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo
lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.

- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú


tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo
nada.

La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.


- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para
trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá
para allá?

- Cantaba y cantaba bajo el sol - contestó la cigarra.

- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el


invierno -

Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la


lección.

Moraleja: Quién quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe


aprovechar el tiempo.

FIN

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