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Manifiesto de Manzanares
Manifiesto de Manzanares
El texto a comentar del Manifiesto de Manzanares redactado en 1854 por Cánovas del Castillo
es de fuente primaría y de naturaleza política. Este escrito contribuyó a poner fin a la Década
Moderada para dar paso al gobierno de los liberales progresistas durante el período conocido
como Bienio Progresista
Tras la proclamación de Isabel II como reina, los moderados llegaron al poder con el total
apoyo de la Corona, iniciándose la Década Moderada. Su objetivo era poner fin a la revolución
y frenar la radicalización de las expectativas sociales y políticas generadas por la dinámica
revolucionaria en la que se ve envuelta la sociedad europea de la primera mitad del XIX. Para
lograrlo, los moderados impusieron el principio del orden, entendido como orden público y
como autoridad del Estado sobre la sociedad civil. Una de las primeras medidas fue suprimir la
Constitución de 1837 y redactar una nueva, la de 1845, que recoge las bases del liberalismo
moderado. El 28 de junio de 1854, la actitud del gobierno, partidario de reformar la
Constitución para fortalecer aún más los poderes del ejecutivo en detrimento del Parlamento,
provocó un levantamiento de progresistas y de parte de los propios moderados, que
desembocó en el pronunciamiento de Vicálvaro a cuyo frente se colocó el general O´Donnell.
La situación se mantuvo inestable durante unos días, hasta que los sectores moderados y
progresistas contrarios al gobierno elaboraron el Manifiesto de Manzanares, redactado por
Cánovas del Castillo. Los levantamientos se extendieron a otras ciudades y la reina Isabel II tuvo
que llamar a formar gobierno al militar progresista Espartero, nombrando ministro de Guerra a
O´Donnell. Durante dos años, el gobierno progresista intentó restaurar los principios del
régimen constitucional de 1837, e inmediatamente restauró la Milicia y la Ley Municipal
progresista, iniciando la elaboración de una nueva Constitución (1856) que no llegó a ser
promulgada. El nuevo gobierno emprendió un ambicioso plan de reformas económicas, con
dos líneas principales, la obra desamortizadora y la ley de ferrocarriles: Sin embargo, el
gobierno no supo controlar la conflictividad social, patente en la huelga general de julio de
1855 en Barcelona, y los progresistas dejaron de ser el referente para el movimiento obrero.
Esto junto a la propagación de una nueva epidemia de cólera animaron a nuevos
levantamientos populares. Espartero fue sustituido y la Reina encargó a O´Donnell que formara
gobierno en 1856, poniendo fin al Bienio progresista.
SERGIO ARCOS