Está en la página 1de 152

Marcelo Brosky

Cien pensamientos para la vida


(Que es corta pero, bien vivida, alcanza)

SER humanos
Brosky, Marcelo
Cien pensamientos para la vida : que es corta, pero
bien vivida, alcanza / Marcelo Brosky. - 1a ed . - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires : Vi-Da Tec, 2019.
Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-8300-44-3

1. Autoayuda. I. Título.
CDD 158.1

© Marcelo Brosky, 2019


© IndieLibros, 2019
Conversión digital: Libresque
Acerca de Cien pensamientos para la
vida

La felicidad parece ser una idea simple. Sin embargo, alcanzar la


felicidad no es nada simple. Requiere un aprendizaje cotidiano:
revisar nuestro origen, nuestros deseos, nuestros miedos. Volver a
hacernos las preguntas esenciales: quiénes somos, qué queremos,
qué podemos dar, si podemos abrir nuestro corazón para recibir.
Cien pensamientos para la vida trae una serie de meditaciones
cotidianas que nos permiten mirarnos el alma para empezar a ser
honestos con lo que queremos y alcanzar la plenitud con nosotros
mismos y con quienes amamos. En ese tránsito quizás podamos
advertir que todo lo bueno no está en ningún lado más que en el aquí
y el ahora.
Quién es Marcelo Brosky

Hoy en día soy una persona inmensamente feliz. Pero también soy
totalmente consciente de que fui construyendo lo que para mí era la
felicidad y hoy estoy aquí gracias a que pude hacerme cargo de la
vida que quería. Porteño de nacimiento, tuve una infancia alegre,
muy familiar. Ya siendo psicólogo, siempre me centré en acompañar
a otro en la búsqueda de resultados,trabajé en empresas sacando lo
mejor de cada uno, potenciando sus recursos. Curricularmente seguí
como línea el modelo sistémico, la terapia transaccional y el
psicodrama, y tengo experiencia en terapia individual, de pareja y de
familia. Actualmente soy director del Departamento de Psicología y
Coaching del Club Atlético Boca Juniors. Soy consultor del Consejo
de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de
Buenos Aires. Como docente integré la cátedra de Equipos de
Trabajo de la carrera de Administración de Empresas de la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Diseñé
cursos y talleres como el de “Herramientas de coaching ontológico
para profesionales de la salud”, “El buen amor en la pareja”, “El
dinero y la abundancia” y “Empresas saludables” en varias
provincias argentinas, auspiciados por sus gobiernos. También llevé
mi pasión de viaje al exterior: Panamá, Bogotá, Uruguay, Madrid,
Barcelona, Paraguay son lugares que me recibieron con entusiasmo
y me hicieron sentir en casa. Soy director de la primera Escuela
Argentina en las Nuevas Constelaciones Familiares en Buenos
Aires, Salta, Jujuy y Tucumán. Soy director académico de
Leadership, escuela de coaching en la provincia de San Luis.
Fui columnista de las radios Jai, Patricios, Rivadavia, Mitre,
auspiciado por el Ministerio de Salud de la Nación.
El coaching llega a mi vida en un momento justo, en el que sentía
necesidad de crecer e ir por más. Empecé a conocerme mejor,
poniendo entre paréntesis todo lo que supuestamente sabía de mí,
comencé a tomar decisiones y a liderar mi vida. Un gran
descubrimiento fue darme cuenta de quien estaba siendo y
conectarme con quien quiero ser. Las constelaciones familiares me
ayudaron a comprender más mis dolores y las disfunciones de mi
familia de origen, y comprender y ver me trajo mucha aceptación;
con la aceptación vino esa paz interior tan buscada, que podés
transmitir a los demás con mucho placer y alegría. Hoy pude juntar
mi experiencia personal y profesional para acompañar a otros en
este camino del descubrimiento de quien uno es, y lo que uno es
capaz de hacer para lograr los resultados que nos importan, tanto en
lo personal como en equipos de trabajo. Soy papá de dos seres
maravillosos, Nicole y Brian, que despiertan en mí el amor
incondicional; son mis grandes inspiradores y me enseñaron el poder
sanador de un abrazo. Hoy estoy donde he decidido estar. Puedo
decir tranquilo que, si mañana me toca morir, una frase que me
definiría sería: “Vivió la vida que quiso vivir, con gran pasión”. Los
que me conocen ¡dan fe!
Hacia la felicidad

Todos queremos ser felices, tener abundancia económica, gozar de


buena salud y tener buenos vínculos.
¿Por qué algunos lo logran y otros no?
Creo que el tema es AVIVARSE de cómo lograrlo

Todos tenemos nuestro guión de vida, como un libreto secreto,


guiones que van pasando de generación en generación y se
manifiestan en el sistema familiar, son como modelos de
identificación ciegos que nos hacen muy pertenecientes a nuestra
familia y que sólo pueden ser modificados si se los trae a la luz, si se
puede ver.
Y cuando se ve se sale de la inocencia, se deja de echar culpas y se
llega a las decisiones que toma el Ser Adulto.
¿Qué es más importante para mí? ¿Mis ideales o seguir pagando
deudas que ya están pagas? ¿Qué es lo que más me importa: mis
sueños, mi propia vida, mi salud, mi bienestar, mi abundancia? Por lo
tanto, ¿de qué soy capaz de hacerme cargo?
Poder ser leal a los míos sin necesidad de partirme en veinte
pedazos.
Sin necesidad de sacrificar mi decisión de ser feliz de una buena
vez...
Agradecer a todos mis ancestros que me trajeron hasta aquí: por
ellos hoy estoy en esta vida.
Pero llega un instante, un momento en el que decido... ahora me toca
a mí.
Hacer algo diferente...
Después de todo, la mayor lealtad no es pegarse a viejas deudas
que ni siquiera son mías, la mejor lealtad es hacer algo lindo y bueno
con mi propia vida.
Ahora me toca a mí.
Y yo como adulto decido cómo quiero vivir .
Porque... la vida es corta pero, bien vivida, alcanza.

Marcelo Brosky, junio de 2019


1. Encontrarse

Cuando me encontré supe al instante que no quería perderme nunca


más.
Porque me di cuenta de que uno se pasa la vida buscando ese no sé
qué, en no sé dónde, sin saber muy bien para qué.
Y cuanto más se busca afuera, más uno se pierde por dentro.
Porque sin encontrarse uno, no se encuentra nada.
Descubrí que Encontrarse es el Encuentro más intenso, porque te
conecta con tus sentires y te centra en tu eje.
Encontrarse es también encontrarse con tus raíces sin reclamos.
Encontrarte con tu historia sin cuentas pendientes y en paz con todo
lo vivido.
Encontrarse en estar con los ojos bien abiertos para ver todo aquello
que te trajo hasta acá.
El Encuentro con uno mismo es ese abrazo que sana, es decirle
¡¡SI!! a la vida y, sobre todo, es el acto más digno que una persona
puede tener.
2. Mujeres

¡Mujeres! Sensibles, valientes, arriesgadas, amorosas, luchadoras,


dadoras, generadoras, protectoras...
Mujeres que se juegan, que deciden, que callan, que perdonan, que
sueñan...
Mujeres...
Vaya mi saludo a todas las mujeres, en especial a las mujeres
significativas en mi vida, a las que me antecedieron porque gracias a
que transmitieron vida hoy estoy haciendo algo lindo con la mía.
A mi abuela Fanny, ella tuvo tanto que ver con que yo hoy pueda
estar acá.
A mi madre, sinónimo de fuerza, quien además supo transmitírmela.
A la madre de mis hijos, por hacer posible lo más lindo que me pasó
en la vida.
A mi hija, mujer increíble, con quien aprendí el amor incondicional de
ser papá... (¡y te extraño!)A todas las mujeres... Siempre es su día,
¡y, también, siempre está bueno celebrar y brindar!
3. Levante la mano

Levante la mano quien alguna vez tuvo miedo, quien se ilusionó y


desilusionó.
Levante la mano quien quiso creer una vez más y se desilusionó otra
vez... y otra vez... y otra más.
Quien quiso tener razón, quien defendió lo indefendible sólo por
amor, que levante la mano.
Levante la mano quien amó y fue amado, quien extrañó a alguien
cuando partió y quien sintió tristeza por lo que se perdió.
Levante la mano quien tuvo un sueño, quien quiere vivir bien y mejor.
Levante la mano quien apuesta a ser feliz y a veces no sabe cómo.
Levante la mano quien alguna vez hizo alguna travesura, quien se
sintió culpable, quien lloró en la ducha para que nadie lo viera.
Levante la mano quien sintió dolor, quien sintió que el mundo no
tenía sentido y se sintió sin fuerzas.
Levante la mano quien deseó algo mucho, quien rio tanto hasta que
dolió.
Quien sintió la injusticia y el maltrato.
Quien sabe de buenos besos y eternos abrazos, que levante la
mano.
Que levante la mano quien alguna vez se quejó y siguió quejándose,
quien lloró con una despedida en algún aeropuerto y vivió la alegría
de los reencuentros.
Quien se quedó en la playa con lluvia o despierto esperando el
amanecer.
Levante la mano quien bailó alguna vez, quien se disfrazó y quien se
sintió perdido frente a la vida.
Seguramente muchos han levantado la mano porque son más las
cosas que tenemos en común que las que nos separan.
Porque somos tan humanos que nos pasan cosas de humanos... tan
distintos y tan iguales.
Levantá la mano: ¡esta vez para llevarla a tu corazón y sentir tus
latidos! ¡Estás vivo! Y como estás vivo te pasan todas las cosas que
nos pasan a los que alguna vez levantamos la mano.
Buen motivo para comenzar a celebrar.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
4. Sacudite

¿No estás cansado de más de lo mismo?


¿Del mismo lugar, en la misma queja, el mismo dolor que venís
arrastrando desde hace... cuánto?
¿No te aburre contarte siempre lo mismo?
Querés cambiar lo que no se cambia y te olvidás de tus ganas, de
elegir que pase algo distinto alguna vez (y eso sí se cambia).
¡Sacudite! Tal vez haga falta eso, nuevos ojos, porque si siempre
vemos lo mismo... ¿cómo nos damos cuenta?
Cómo darse cuenta de nuestros recursos, de todo lo que tenemos
ahí nomás a nuestro alcance, de todas las posibilidades que se
abren cuando nos animamos a asomarnos y dar el salto.
Con nuevos ojos uno puede ver nuevamente, con la inocencia de ver
y verse por primera vez, y descubrirse... en lo nuevo, lo diferente.
Ya no necesitamos cordones umbilicales que nos aten a la vida:
necesitamos proyectos apasionados que nos aten a nuestros
sueños, Nuevos ojos, para decidir ser felices, nueva oportunidad
para serte fiel siguiendo lo que sentís.
Después de todo, no fuimos plantados como árboles...
Podemos movernos, ¿no te parece?
5. Hacer un intervalo

Fue sin prisa y con viento en contra.


Un día, cuando me permití hacer una pausa, me miré extrañado, sin
reconocerme.
Ese día tan imperfecto fue el perfecto para que las cosas sucedieran,
para encontrar mi lugar.
Tanta confusión me trajo más claridad para verme...
Tuve mucho miedo, más de un dolor y, a la vez, me quise como
nunca antes.
No existió el qué dirán ni lo que debería ser, sólo me escuché en mi
sentir...
¡Fue maravilloso!
Vi partir a muchos, pero también me vi llegar para no irme nunca
más.
Acaricio con mucho cuidado mi historia, estoy aprendiendo que no
hay errores en ella, cada decisión fue la mejor, porque fue la posible
en cada momento.
Es que a veces viene bien hacer una pausa, un intervalo.
Después de todo la vida es tan breve…Y nunca es demasiado tarde
ni demasiado temprano cuando de encontrarse se trata.
Y más cuando ese encuentro es para toda la vida, una vida que es
única y tan nuestra.
Es el tiempo del alma que nos indica cuándo es el momento de
perder miedos y ganar ganas.
Cuándo es el momento de soltar para saltar, de sanar para crecer.
Suspiré y temblé.... ahí me di cuenta de que soy tan humano, porque
así es el camino, lleno de aperturas y cierres, de apegos y
desapegos.
Agradezco ese instante en que me conecté con mis sueños.
Tomando fuerte mi timón.
Respirando hondo.
Hacer una Pausa, crear un INTERVALO, para elegir vivir, elegir ser
feliz de una buena vez...
Animarse, con viento en contra.
Sin saber muy bien cómo, sólo sintiendo el para qué.
Animarse, con miedo... ¡Eso es coraje! Coraje para ser... digno de
ser.
6. Soltar

Nacemos y tenemos que dejar la panza de Mamá, separándonos del


cuerpo de ella.
Tiempo después nos separamos de su teta para probar otros
sabores y seguir alimentándonos.
También nos separamos de sus brazos cuando comenzamos a
caminar e ir al jardín.
Nos separamos de amigos cuando entramos al colegio primario;
también, cuando comenzamos el secundario.
Nos despedimos de un cuerpo infantil para dar paso a un cuerpo
adolescente.
Nos volvemos a separar de nuestros padres cuando decidimos que
llegó el momento de independizarnos.
Nos separamos de nuestros hijos cuando van creciendo para darles
espacio.
Y, sin embargo, no terminamos de entender que para crecer y seguir
nuestro camino es necesario siempre separarse de algo.
Vivimos las separaciones con tanto dolor que nos olvidamos de que
esto significa que estamos creciendo.
Sin separaciones, sin “soltar”, no hay crecimiento.
Para crecer, muchas veces tenemos que separarnos de mandatos,
de nuestros padres, de creencias, de parejas infelices, de amigos, de
rencores, del pasado, de trabajos, de lugares, de ciudades y hasta de
países...
Todo para seguir creciendo.
Y la tristeza por la separación es esperable y extrañar lo que fue
parte de nuestra vida también.
No te digo que es fácil, sólo te digo que es necesario.
El tema no es el soltar, sino la manera de hacerlo.
Soltar para crecer.
Soltar para generar espacio para tomar lo nuevo.
Soltar con Amor y agradecimiento a lo que fue.
7. Abrazos

Y un día aparece esa persona que con un abrazo te hace suspirar


tan fuerte que te acaricia el alma, te colorea el cielo y te muestra un
futuro lleno de melodías posibles compartidas...
Esas que venías tarareando solo.
Es en ese momento justo cuando comenzás a entender la razón de
lo vivido hasta acá.
Porque bienvenido todo lo que pasó y todo lo que me trajo a este
momento...
Lo que no funcionó y lo que no pudo ser con nadie más, todo aquello
que no entendí en su momento, cuando el dolor era tanto que
invadía.
Ahora tiene un sentido: llegar a este abrazo.
Donde el Mundo se agranda y la felicidad toma forma de esperanzas.
Siempre hay brazos esperando abrazar...
Sólo hay que animarse a encontrarlos.
Sólo hay que animarse a amar.
8. Preguntarse

La edad está relacionada con la capacidad de preguntar.


Los chicos preguntan todo porque tienen la necesidad de descubrir y
de explorar… Esto los hace inquietos, deseosos, movedizos, entran
en un mundo fantástico donde la magia aparece en la pregunta
porque traen mil preguntas más.
Nuestros modelos educativos, lamentablemente, nos enseñan a
encontrar la respuesta a todo.
Por eso hay adultos que llegan con más certezas que preguntas,
volviendo su mundo más rígido, donde todo es saber y responder: ya
sé por qué me va mal, ya sé qué cosas tienen que cambiar para que
yo pueda sentirme bien, ya sé lo que merezco y lo que me falta…
Certezas que limitan las posibilidades de seguir creciendo.
Quien más pregunta más crece.
Sentirse joven es seguir preguntándose y no conformarse con la
primera respuesta.
Seguir siendo joven tiene que ver con las preguntas que somos
capaces de seguir haciéndonos, ¡y no saber tanto!
¿Es ésta la vida que quiero para mí?
¿Estoy en el lugar en que quiero estar?
Dime cuántas preguntas te estás haciendo en la vida y te diré qué
edad tienes.
(¿Ahora entienden por qué yo recién estoy en la “adultescencia”?)
9. ¿Dónde quedó?

¿Dónde quedó escondido el amor?


En qué vuelta de tu vida quedó preso de algún reclamo.
O atrapado en alguna relación que no pudo ser.
¿Dónde quedó escondido el amor?
¿En qué parte de tu historia quedó detenido y no te permite avanzar?
¿Dónde quedaron tus sueños?
¿Dónde, tu risa?
¿Dónde quedó escondido el amor?
Ese amor que es tu motor, tu energía vital que te lleva adelante
mirando a la vida.
¿Dónde quedó escondido el amor?
¿Detrás de algún reconocimiento que nunca llega?
Detrás de un sentimiento de “merezco más” que te hace sentir
menos.
¿Dónde quedó escondido el amor?
Buscalo en es@ niñ@ que sos, seguro que está detrás de un nuevo
berrinche esperando que l@ vean.
Buscalo en alguna tendencia tan tuya; por ejemplo, la de ser víctima.
O fijate debajo del resentimiento.
¿Dónde quedó escondido el amor?
¿Dónde está detenida tu energía que te ayudaría a moverte?
¿Dónde quedó escondido el amor?
Sólo vos podés encontrarlo.
Al amor se lo encuentra con la aceptación y el agradecimiento.
Y de ahí la fuerza que necesitamos para seguir y avanzar.
Porque el amor mueve todo.
10. Enamorarse

Enamorate.
De vos, de ese ser tan especial que sos.
Enamorate de la vida, con todo lo que ella trae.
Enamorate de tus buenos y malos momentos, enamorate de tu
historia.
Después de todo, todo hizo que seas quien sos.
Enamorate de lo que ocurre.
Tal vez en momentos de dolor creas que resta, pero al final todo
suma.
Todo es aprendizaje.
Enamorate de tus proyectos, de tus pasiones, nunca dejes de hacer
lo que amás.
Enamorate del amor... es tan lindo sentirse enamorado.
Y si tenés amor en forma de pareja...
¡Decile cuanto l@ amás! ¡
No da lo mismo!
Al decir “te amo”, cambiás el mundo del otro y cambia tu mundo.
Al final, lo que importa y lo que sana es siempre el amor.
11. Sueños

Hoy podría haber sido médico.


Pero ése era el sueño de mis padres.
Podría haber sido pianista y nadador, pero ése era el sueño de mi
madre.
Podría seguir trabajando en una empresa, pero ésa era la seguridad
y el sueño de mis hijos y su mamá.
Podría hoy seguir estando casado, pero ése era el sueño de tantos
familiares y amigos.
Podría haber sido quien los demás hubieran querido que fuera...
Podría...
Pero no fue.
Hoy no soy médico, soy psicólogo como siempre lo soñé.
Tampoco soy nadador ni pianista... y estoy feliz de no serlo.
Tampoco seguí trabajando en una empresa.
Mis alas me invitaron a volar a otros rumbos siguiendo mi corazón y
mi pasión.
Tampoco sigo casado, siendo leal a quien soy y feliz de ver la
felicidad hoy de la que fue mi compañera de ruta durante veintisiete
años...
Y los valores que supimos transmitir a nuestros hijos.
Lo cierto es que podría haber sido tantas cosas, tantas.
Si hubiera cumplido con el deseo de todos, y de tantos.
Cuántos dolores hubiera evitado, cuántos movimientos sísmicos no
hubieran sucedido.
Seguro hubiera sido más fácil y más cómodo.
Pero hoy puedo decir ORGULLOSO que estoy en el lugar en que
quiero estar.
Que soy el único responsable y conductor de mi vida, que soy el
piloto de mi vuelo y el arquitecto que diseña cómo quiero vivir todos
los días.
Te invito a pensar: ¿de quién es la vida que estás viviendo?
¿Tuya o de alguien más?
Viví tu vida... alcanzá tu propio vuelo.
12. Decidir

¿De qué se trata? ¿Se trata de tomar decisiones o decidir sentarse a


esperar que las cosas vayan pasando?
¿Y si no pasan? Si no pasan, puede pasarse la vida, que es tan pero
tan... increíblemente tuya.
Y mi vida es tan increíblemente mía que cuando me di cuenta...
¡decidí!
Descubrí que los caminos pueden abrirse si decidimos, entendiendo
que no hay buenas o malas decisiones: hay decisiones que son las
mejores que puedo tomar en un momento determinado.
Por eso son las mejores: porque fueron las posibles.
El tema es abrir el juego, sacando del cajón mis ganas y mis deseos.
Ponerse en movimiento, decidir desde el adulto que soy y animarme.
¿Y el miedo y la culpa?
Se abrazan fuerte y serán grandes compañeros de viaje.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
Nunca dejes tu vida encajonada.
13. ¡Ma...!

Desde acá, desde el lugar que más conocés de mí porque habitás


allí.
Desde mi corazón...
Te agradezco mucho la vida.
Fue una buena oportunidad para hacer algo lindo y bueno con este
regalo que me dieron junto con el viejo.
Regalo que decido aceptar, acariciando todo lo vivido.
Sin cuentas pendientes.
Respetando todo aquello que pudiste hacer y todo lo que no pudiste.
Hoy entiendo todo.
Todo, así como te salió, fue por amor.
Hoy lo entiendo, hoy te veo.
Respeto tu destino y tu necesidad de olvidar... olvidar... olvidar...
hasta quién sos.
Tu silencio habla tan fuerte... ¡Ma!
Y cuando te acaricio, siento que me sentís cerca, por más que no me
reconozcas.
Querida vieja: ¡te extraño tanto!
Tu voz inconfundible, que no quiero olvidar.
Tus reclamos, tus masajes que no terminaban nunca, tu amor
incondicional y tu inolvidable torta de queso.
Prefiero pensar que estás sumergida en un maravilloso sueño,
donde todo es posible y mágico, y que allí sos feliz.
Hoy es tu cumple.
Cumplís 90 años y ya no hay festejo.
Pero yo brindo y celebro tu vida: yo también soy vos.
Y brindo porque la memoria vive con el amor que profesamos.
Si hay amor no existe el olvido.
¡FELIZ CUMPLE, MAMI!
Te amo.
14. ¿Ganarse la vida?

Me preguntaba de dónde salió la frase “Hay que ganarse la vida”.


Yo creo que la vida la tenemos ganada ya, desde que somos
engendrados con el amor de nuestros padres: es el mejor y más
preciado regalo que nos pudieron dar.
No hay que ganarse nada.
Lo que sí podemos hacer con la vida es disfrutarla, hacer algo
realmente bueno con ella.
Conectarnos con nuestros sueños, enamorarnos, apasionarnos, ser
leales a nosotros mismos y no a los demás.
Vivir cada día saboreándolo de a poco, detenerte cada tanto para
preguntarte si lo que estás viviendo es la vida que querés vivir.
No te ganes la vida...
¡Ganate la alegría de estar vivo!
15. La libertad

Él nació y lo primero que aprendió fue a ser fiel y leal a su historia, a


atarse al destino inevitable de los suyos.
Sin darse cuenta, fue siendo infiel a sí mismo y su peor enemigo;
casi, casi sin querer.
Él fue tapando sus sueños para que nadie los viera, y su ser tan
especial.
Los fue escondiendo para que nadie se diera cuenta.
Perdió la sonrisa y las ganas sin saber bien por qué.
Él, o sea vos o yo.
¿Cómo darse permiso para ser feliz? ¿Cómo romper con cadenas de
frustraciones y displacer que forman parte de nuestro ADN? ¿Cómo
aprender a intercalar la palabra “disfrute” cuando nadie disfrutó? Un
día él entendió que la libertad tiene su precio, que a veces se paga
en soledad, que a veces se paga con alguna emoción que incomoda,
como la culpa, es verdad.
Pero tal vez no sea tanto el monto, tal vez no sea tanto el pago, tal
vez duela más llegar a viejo sin animarse a desafiar lo conocido, y
eso sí que es un precio alto.
Darse permiso más allá de la culpa. Él lo entendió. ¿Y vos? La vida
es corta pero, bien vivida, alcanza. ¡Animate a ser feliz de una buena
vez!
16. Secreto

El secreto está en las ganas...


De que pase algo diferente, de salir de la queja eterna, de bucear en
tus sueños y encontrar tu sentido.
El secreto está en animarse, salir de espacios conocidos, hacer algo
distinto, chiquito pero nuevo.
El secreto está en amarse, en reconocerse y valorarse.
En sentir que con vos alcanza.
El secreto está en animarse a sentir, en no esquivar las emociones y
en darse cuenta de que no somos tan frágiles.
Y que tu poder no se transfiere ni se negocia.
El secreto está en jugarse, en amar tanto sin miedo a equivocarse.
El secreto está en sonreír, en hacer simple lo complejo y en ponerle
risas a la vida que, no sé si recordás, hay una sola.
El secreto está tal vez en no quedarse con las ganas, en animarse a
que tu vida sea una aventura.
El secreto de la buena vida está en vos, en acariciar tu historia y en
aprender a divertirse y fluir sin estar pendiente de la mirada del otro.
El secreto está en vos, en nadie más.
Y en tus ganas de que pase algo diferente.
Viví tu hoy intensamente.
17. ¿Hasta cuándo?

Que hace mucho calor, que mucho frío, que así no se puede, que la
gente, que los chicos, que mis padres, que mis hijos, que mi jefe, que
la empresa, que el país, que me aprieta, que me sobra, que me falta,
que me sigue, que no quiere, que no puede, que no puedo, que no
me sale, que me tienta, que no pero sí, que sí pero no, que me
molesta, que me incomoda, que no encaja, que no va a funcionar,
que es muy ingrato, que Dios le da pan al que no tiene dientes, que a
mí nunca, que por qué yo siempre, que tiene que ser distinto, que no
puede ser igual, que porque lo cambiaron, que se ensució todo, que
está todo muy limpio, que no me escuchan, que no me llaman, que
me llama a cada rato, que me agota, que me cansa, que me aburre,
que tendría que ser más bueno, que de tan bueno parece tonto, que
es mucho, que es poco, que no... ¡BASTAAAA! ¿Qué harías con el
tiempo libre si dejaras de quejarte? ¿De qué te estarías ocupando?
¿No será la queja la que ocupa tu tiempo por no saber qué otra cosa
hacer?
Quejate menos, pedí y proponé más.
18. Espero

Y yo sigo esperando que la vida me dé todo lo que merezco.


Ese trabajo soñado.
La familia perfecta.
Esa pareja que me llene de Amor.
Ese viaje tan anhelado.
El cuerpo que quiero.
El reconocimiento que no llega nunca.
Y yo espero... ¡QUE SE HAGA JUSTICIA!A veces la dificultad que
tenemos para “soltar” hace que vivamos en una continua
“postergación”.
En la postergación encontramos un lindo hueco para acomodarnos y
quedarnos ahí, en la comodidad más incómoda de saber que no
pasa nada... mientras pasa todo.
HACERSE CARGO.
De los resultados que quiero para mi vida.
De los resultados que me importan.
Acá no hay merecimientos.
Nada nos hace ser merecedores de nada.
La vida es de uno y uno tiene que construirla, con sus quereres y
deseos.
Dejar de esperar...
SOLTAR creencias, miedos, limitaciones, para poder pegar el salto
más liviano, más a tiempo, sin tanto gasto innecesario de energía.
Vivir en plenitud, sin mochilas Saltar a una vida más sana.
19. Darse cuenta

Tal vez el tema es darse cuenta de que uno no puede vivir aferrado.
Que el estar aferrado nos quita movimiento; o sea, nos quedamos sin
libertad.
Y, cuando no tenemos libertad, sentimos que no podemos elegir.
Y, si no podemos elegir, sentimos que no somos responsables de lo
que nos pasa.
¿Entonces? Entonces no podemos comprometernos con los
resultados que queremos para nuestras vidas.
Vivimos pegoteados con la comida, con el alcohol, con el juego, con
la droga, con el cigarrillo, con el trabajo, con algún amor o con alguna
pareja que ya es parte del pasado.
Los pensamientos recurrentes, esos que siempre vuelven, nos
pegotean.
También algunas emociones nos esclavizan, los enojos, las broncas,
el resentimiento encadenan.
Algunos se pegotean con historias que no pueden soltar.
Y no hay sensación que más nos empodere que la de Soltar todo
aquello que no nos permite ser independientes, autónomos.
Porque acá no se trata de otra cosa que de vos con tus sueños.
O sea, se trata de vos con tu vida como protagonista.
Hoy podés empezar dándote cuenta de lo que te ata y lo que te
impide lograr ciertos resultados que te importan.
Si no es ahora, ¿cuándo?
Si no soy yo, ¿quién?
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
20. Crecer

Darnos cuenta de que nada se va con el otro, todo lo vivido y lo


aprendido quedan en nosotros como parte del crecimiento.
Nadie sale de una relación siendo el mismo: los vínculos nos
enseñan, nos conmueven.
Nos transformamos, tomamos y damos, entregamos y recibimos,
cada uno con lo que puede, con lo que tiene para dar y desde el
lugar en que ve el mundo.
Se puede terminar una relación pero todo lo vivido no termina, queda
incorporado para seguir llevando ese aprendizaje a nuevas
relaciones.
Eso también es crecer.
Lo que hay que aprender a soltar es lo que NO pudo SER, las
ilusiones y los mundos que alguna vez nos imaginamos y no fueron...
Soltar todo lo que esperé, que a veces fue demasiado.
Cuesta, duele, pero creeme: es posible.
21. Abrazo

Cada desilusión hace que tengamos la sensación de ir partiéndonos


de a pedacitos, cada sueño no realizado, cada amor que no pudo
ser, nos llenan de dolor y sentimos que el mundo se reduce, que el
espacio nos queda grande, que el tiempo se hace lento.
Y somos nosotros mismos los que tenemos que aprender a darnos el
autoabrazo, ese abrazo sanador que recompone las partes, que
acaricia y nos hace enteros.
Ese abrazo que nos amiga con la vida, nos reconcilia con el pasado,
ése es el primer abrazo que necesitamos.
Para estar preparados para otros abrazos, que indefectiblemente
llegarán, esos tan fuertes que quitan el aliento, traspasan el alma y
nos llenan de amor, esos tan esperados y necesarios.
Te abrazo fuerte. ¿Me abrazás?
22. Buda

La palabra “Buda” proviene del sánscrito y significa “iluminado”, y se


usa tanto para referirse al Buda original como a un título o un epíteto
–y no a un nombre– que en Oriente se otorga a aquellas personas
que alcanzan la verdadera sabiduría.
Significa “alguien que está despierto” en el sentido de haberse
“despertado a la realidad”.
Que este año seamos un poco más Budas, despertando no sólo a la
realidad sino a la vida.
23. Disfrutar

Sentir que tocás el cielo con las manos...


Atravesando miedos. Desafiando juicios.
Fiel a tus sueños y a tus ganas de ir por más.
¿Quién tiene el poder cuando de nuestra vida se trata?
¿Quién más que nosotros mismos sabemos lo que queremos lograr
y sentir al llegar? Ir por más abrazados a nuestras pasiones.
Sentirse vivo, sentir la brisa, sentirse besado por el destino, aquel
que me trajo a esta cima.
Disfrutar y aprender.
Crear y amar.
Sólo hay que animarse.
La vida es una sola pero, bien vivida, alcanza.
24. Padres

Te da bronca, llorás mucho, odiás, pegás un portazo. ¿Y qué decís?


NUNCA MÁS.
NUNCA MÁS quiero saber de estos padres que fueron tan injustos
conmigo...
No fueron los padres que yo quería, puedo sin ellos, no los necesito.
NUNCA MÁS con ese hermano que hizo lo que pudo y que no actuó
como yo esperaba… Fuera de mi vida, puedo vivir sin él.
NUNCA MÁS con esa pareja que me hizo doler tanto, que me hizo
sentir mal, que no me tuvo en cuenta...
Decido borrarla de mi vida.
NUNCA MÁS.
DECIDO BORRAR.
Decido arrancar todo aquello que me trajo fastidio, todo aquello que
no me dio lo que yo esperé.
Y, sin embargo, con el tiempo nos damos cuenta de que el sabor
amargo sigue, que los vínculos no se pueden tachar como la doble
generala, que el sufrimiento aparece siempre a la vuelta de la
esquina, ya con otro nombre, tal vez en forma de síntoma.
No podemos borrar de un plumazo a los que alguna vez formaron
parte de nuestra historia; sean como sean, formaron parte.
Se trata de incluir.
Se trata de amor.
Se trata de ser feliz con lo que uno tuvo y tiene.
25. Sombras

No hay luz sin sombra.


No hay sombra sin luz.
Ambas se necesitan para verse, ambas se complementan y se
ayudan a que así sean.
Que la luz brille y se destaque es gracias a la sombra.
Sin embargo, vivimos luchando con nuestras sombras en vez de
agradecerles.
Después de todo, es inevitable: nuestra sombra siempre nos llevará
a nuestra luz.
No podemos disfrutar de nuestra luz si no aceptamos nuestras
sombras ¡sin juzgarlas!
Brillar en nuestra luz y acariciar nuestra sombra.
Sentite pleno.
La vida no te exige mucho, sólo que integres todo lo que te
pertenece.
26. Educación

Nos educaron para no equivocarnos.


Para tomar la decisión más acertada.
Sin embargo, cuando uno se permite la posibilidad de equivocarse,
es cuando más se permite crear, cuanto más puede crecer.
Es difícil imaginarse una vida creativa buscando la perfección sin
errores.
Después de todo, la equivocación y el arrepentimiento son algunos
de los derechos que tenemos como Seres Humanos, simplemente
por estar vivos.
Uno se equivoca porque no se queda quieto, hace, se mueve, va en
busca, intenta, cree, siente, acciona, vive.
La equivocación es un mal nombre que se le da al aprendizaje.
Vivir pleno es tener el coraje para jugarse por lo que más queremos,
incorporando la posibilidad de equivocarnos como parte de cualquier
decisión.
No hay errores, hay vida.
Y sí: aceptemos que no somos perfectos (¡por suerte!).
Somos seres tan imperfectos buscando momentos de perfecta
armonía con la vida.
27. Alma

Cuando el Alma grita, no hay forma de callarla.


No hay forma de escaparse cuando algo falta ver.
No hay broncas que curen ni rupturas que alivien.
Hacer las paces no pasa por el perdón: pasa por integrar lo que
alguna vez quedó afuera.
Estar en paz no pasa por construir armaduras: pasa por aceptar las
cosas tal como son y al otro tal como es.
El dolor se hace más intenso cuando se quiere tapar.
Cuando tu corazón llore... ¡hacele lugar!
Respirá profundo y, al entrar el aire, sentí que todo pasó por algo,
que nada de lo que pasó puede ser mejorado.
Que lo mejor es quien sos, con todo lo que fuiste.
Eso es aceptar.
Desde la aceptación uno puede elegir.
Y elegir da mucha paz.
Llevá paz a tu vida.
28. Enamorate

Enamorate de quien no quiera cambiarte; de quien guste de tus


luces y reconozca tus sombras sin culparte por eso.
Enamorate de quien te abra posibilidades y te despierte pasiones, de
quien te haga temblar de amor y no de miedo.
Enamorate de quien te mire completo, integrando tu pasado y tu
historia sin recortes.
Enamorate de los que aplauden tus logros y te sostienen cuando el
brillo se apaga.
Enamorate de aquellos que te esperan, te cuidan y están ahí
siempre.
Enamorate de buenos amores, de esos que se sienten en el cuerpo y
en el alma cuando hay paz, y no hay reproches.
Enamorate una y otra vez, enamorate de quien se enamore de vos,
así como sos.
Sos todo, no te hace falta nada.
Con vos alcanza.
Enamorarte de buenos amores es enamorarte siempre de vos.
Que te cuiden.
Cuidate.
29. Independencia

No somos del todo independientes.


Dependemos de nuestra historia, somos parte de una familia, de un
pueblo o de una ciudad, pertenecemos a una determinada cultura, a
un determinado país que tiene su historia.
Estamos inmersos en una religión y en tantos mandatos.
No somos tan independientes como creemos.
Dependemos siempre.
Pero sí podemos ser AUTÓNOMOS porque podemos tomar
decisiones, más allá de los mandatos, más allá de lo que haya
pasado en nuestras vidas.
Ser feliz, salir de la queja, ganar más dinero, vivir sano, estar en
sintonía con la vida, vivir desde quien uno es sin miedo, sin ocultarse,
disfrutar… Elegir, elegir y elegir, son decisiones que podemos tomar
desde el adulto que somos sólo si nos animamos.
Brindo por este día de la INDEPENDENCIA de mi país.
Pero por sobre todo brindo por un país con más gente autónoma,
que pueda elegir, ser honesta, que tome cada día la gran decisión de
honrar la vida y ser feliz.
Respetándose uno mismo y al otro.
Feliz Día de la Independencia.
Feliz día del ser autónomo que todos podemos desarrollar.
Decidí qué vida querés vivir.
30. Adulto feliz

Un adulto feliz es más que un niño que creció.


Porque el crecimiento no garantiza la felicidad.
Ni siquiera tener una infancia feliz garantiza ser un adulto feliz...
Se puede ser un adulto feliz habiendo tenido la peor de las infancias,
el más trágico pasado.
Porque se logra la felicidad cuando puedo decir BASTA, cuando me
puedo hacer cargo de la vida que quiero para mí, sin estar tan
pendiente de la mirada del otro.
Cuando puedo amigarme con todo lo que me tocó vivir, lo esperable
y lo doloroso, lo alegre y lo triste.
Cuando puedo acariciarme y dejar de pegarme y comienzo a querer
cada una de mis cicatrices: cada una representa todos los momentos
vividos que me trajeron hasta acá.
Ser feliz es una oportunidad que podemos encontrar todos los días, a
cada instante.
No en el afuera sino muy cerquita de cada uno, simplemente
decidiéndolo.
Viviendo en el aquí y ahora, estando disponible para tomar lo que la
vida nos trae, sin pretender demasiado de todo porque finalmente se
convierte en mucho de nada.
Ser un adulto feliz es más que ser un niño que creció.
Es ser un adulto que decidió, que se perdonó, que sufrió, que se
desilusionó, que amó, que sintió, que se entristeció, que honró, que
besó, que acarició, que respetó y se respetó y también abrazó
fuertemente a ese niño contándole al oído... ¡que ya creció!
31. La vara alta

A veces nos ponemos estándares tan altos que lo único que


logramos es no lograr nada.
Emprendimientos perfectos, adelgazamientos perfectos, parejas
perfectas, viajes perfectos, trabajos perfectos, estudios perfectos...
Queremos que todo salga tan perfecto que la historia en vez de
llamarse “logrando lo que me propongo” pasa a llamarse “el deseo
de nunca llegar”.
Porque pareciera que lo que queremos asegurarnos es el
sentimiento de frustración y amargura: “No puedo” y lo confirmo una
vez más.
Tal vez disfrutar sea mucho, entonces nos aseguramos el displacer.
Conectarse con resultados posibles no es ni mediocridad ni
resignación: es incluir la posibilidad de la imperfección y lo posible
para comenzar a lograr ciertos resultados que perseguimos hace
mucho tiempo y no llegan nunca.
Las construcciones comienzan siempre de abajo: peldaño sobre
peldaño, paso a paso...
Lo único que se construye desde lo ALTO son los pozos a los cuales
uno se sumerge más cuanto más alto los empecemos.
Lograr tus objetivos.
Buscar tus resultados.
No estoy hablando de perfección: hablo de comenzar a cumplir
sueños.
Tenete paciencia, con amor.
32. Búsqueda y deseo

¿Dónde te estás buscando?


Buscate en tus orígenes, en la mirada de tus padres, de ahí venís...
ahí no te perdés, ahí estás, por más que no te guste.
Buscate en tus miradas, en tu sentir, buscate en tus emociones sin
ocultarlas, forman parte de quien sos.
Buscate en tus silencios, en tus ganas, en tus sueños.
Buscate en tus días, en lo que hacés a cada instante.
Buscate en tus acciones: ellas hablan de vos.
Buscate y te deseo que te encuentres, porque encontrarse es la
experiencia más increíble de todo aquel que se atreve.
Buscate, encontrate porque cuando te encuentres… ¡no vas a
necesitar buscar más nada!
33. Partes

Cuando recibo a un paciente, no recibo sólo a una persona.


Recibo sus dolores, sus secretos, sus vergüenzas, sus miedos, sus
angustias.
Recibo sus ganas de estar bien y ser feliz.
Y también les doy la bienvenida a sus padres, sus abuelos, sus
bisabuelos y todos sus ancestros, que hacen a su historia.
En ese sillón se acomodan además sus parejas, sus hijos, sus
creencias y sus deseos, sus frustraciones, sus recursos, sus
mandatos y su particular forma de ver el mundo.
Cuando recibo a un paciente, muchas veces recibo los pedazos que
quedan después de tanto recorte.
Es que siempre queremos recortar lo que nos duele.
Es como no querer mirar lo que puede lastimar sin darnos cuenta de
que eso nos lastima aún más.
Cuando recibo a un paciente siento que mi alma vibra en sintonía
con todo el sistema.
Que allí están vivos o muertos, olvidados o excluidos, víctimas y
victimarios, los queridos y los odiados, los nombrados y los
innombrables.
Y los argumentos de vida, los que nos contaron y los que uno se
cuenta.
Absolutamente todos y todo trajeron a esta persona hasta mí.
Amo este arte de ayudar a ordenar y juntar los pedazos.
Apostando siempre a lo más grande del otro, convencido de que vivir
desde el disfrute, la liviandad y la paz interior es posible.
34. Derecho absoluto

Cada uno tiene el derecho absoluto y único de tener su para qué, su


porqué, su dónde, su cuándo, su cómo y su con quién.
Porque cada uno elige y se compromete con lo que más quiere
haciéndose cargo.
¿Quién puede cuestionar mis elecciones?
¿Quién puede juzgar el sentido de la vida del otro?
¿Quién más que yo sabe lo que quiero y necesito?
No tenemos que dar explicaciones por ser quienes somos, ni mucho
menos pedir perdón por simplemente Ser.
La vida tiene sus vueltas y sus cuestiones, pero es el sueño que late
con fuerza en cada uno de nosotros.
Y no hay escuelas de vida ni manuales de cómo tienen que ser las
cosas.
No hay bueno, malo, lindo, feo.
Hay vidas, hay historias, hay deseos, hay fuego en cada pasión y hay
maneras en que uno elige vivir.
Todas respetables, todas únicas.
Porque lo principal es que cada uno encuentre su para qué, su
porqué, su dónde, su cómo y su con quién.
Tu vida es sólo tuya y tu responsabilidad es hacer algo lindo y bueno
para vos.
Con eso alcanza.
35. Preguntas

No te sigas preguntando esas preguntas a las que no les encontrás


respuestas y que sólo logran mortificarte.
El sufrimiento no es necesario para la reflexión, ni para el encuentro
amoroso con uno mismo.
Tenés que aprender a ser más tierno con vos, tratarte bien, con
cuidado.
¿Sabés qué pasa? La vida está para ser vivida sin tantos
cuestionamientos.
Pasa tan rápido todo que cuando entendemos por dónde pasa la
vida, ya nos tenemos que morir.
Podemos crearnos una existencia pesada, densa, o vivir desde la
liviandad y el disfrute.
Si aprendemos a soltar y desapegarnos de todo aquello que nos
impide soñar, a ir más allá... el límite lo ponemos sólo nosotros.
Pará, respirá profundo.
Hacete una caricia: hay preguntas que no tienen respuestas.
Entonces, cambiá las preguntas.
Viví, soñá.
Nadie dice que sea fácil: sólo te digo que es posible.
36. Juegos

En la vida hay dos tipos de juegos: juegos chicos y juegos grandes.


Los juegos chicos pueden ser a veces más divertidos, a veces más
aburridos, tienen ciertas reglas y uno sabe cuándo empiezan y
cuándo terminan.
Son juegos de perder y ganar pero no tienen grandes riesgos; en
definitiva, todos los juegan.
Los juegos grandes tienen que ver con la trascendencia, con el ir
más allá, con la búsqueda de sentido.
Uno sabe cuándo comienzan pero nunca cuándo terminan.
Es más: los juegos grandes creo que no terminan nunca.
Por eso los juegos grandes dan más miedo, porque las reglas no
siempre están claras y es uno el que las pone.
Los juegos grandes tienen que ver con los sueños, con las ganas de
SER, con el alcanzar ese punto mágico entre la felicidad y la locura
que vos solo sabés...
O ni sabés, pero la sola idea de ir en busca de eso ya lo convierte en
un juego grande.
Muchas veces nos quedamos jugando sólo juegos chicos, que en
general dependen de otros, cuando tenemos todo para jugar los
juegos grandes.
O sea, no es por falta de recursos, ni por falta de capacidad: es por
MIEDO y por COSTUMBRE.
Miedo a romper mandatos, miedo a ser desleal, miedo a lo nuevo,
miedo a lo no controlable, miedo a caer al vacío, miedo al miedo.
A veces pasa que para alcanzar esa felicidad tan buscada hay que
correr riesgos, romper estructuras, lanzarse a lo nuevo.
No hay garantías pero hay redes que uno puede armarse.
A mí me emociona, cada vez, y siempre, ver la mirada de mis
pacientes cuando comienzan a jugar sus juegos grandes, asustados,
pero felices y plenos.
La vida es corta, es verdad.
Pero, bien vivida, alcanza.
¿Jugamos? ¡Jugate!
37. Ser feliz

Deseás ser feliz.


Y yo te creo.
Después de todo, ¿quién no desea ser feliz?
También deseás tener un buen trabajo, ejercer tu profesión, pasarla
bien en lo que hacés y ganar ese dinero que tanto querés ganar.
Y yo te creo: ¿quién acaso no desea trabajar en algo que le gusta y
sentirse valorado?
También deseás tener esa pareja que soñás, ese buen amor que
endulce tus días, en el que todo fluya y cuya sensación sea haber
encontrado el lugar donde quedarse y estar.
Y yo te creo: ¿quién no desea un buen amor?
Y deseás bajar de peso, vivir más sanamente, verte y sentirte bien.
Y yo te creo: ¿quién no desea tener salud?
Y deseás viajar, pasarla bien con amigos, divertirte y gozar de la
vida.
Y también te creo: ¿quién no desea disfrutar?
Entonces me pregunto, si en definitiva todos deseamos lo mismo,
¿qué es lo que hace que algunos lo logren y otros no?
¿Es posible ser feliz, estar en un buen amor, tener un lindo trabajo,
buena salud y disfrutar la vida?
¿Cómo se logra?
¿Qué marca la diferencia?
Tal vez la diferencia esté en que un deseo no cambia nada y una
decisión lo cambia todo.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
Deseé y soñá...
Es el comienzo. ¡Pero también decidí la vida que querés vivir!
No digo que sea fácil, sólo digo que es posible.
Sólo depende de vos.
38. Encuentro

Dos amigos se encuentran en un momento de la vida no por


casualidad.
Tenían que encontrarse sólo en ese momento para entenderse, para
acompañarse, para cuidarse.
Algunos permanecerán toda la vida, otros se acompañarán en algún
trayecto, a veces más corto, a veces más largo.
Pero no importa el tiempo, importa lo compartido en cada momento
del camino.
No creo que exista el amigo ideal o el amigo equivocado.
Podríamos decir que en cada etapa aparece el amigo ideal, correcto
y necesario.
Ese tan imperfecto que se banca nuestras tantas imperfecciones.
Hay varios tipos de amigos: los sabios, los divertidos, los
compinches, los cómplices, los livianos, los que reclaman, los
dadores, los que aparecen de vez en cuando, los que están siempre
pero siempre, pase lo que pase.
Amigos del Facebook que siempre aparecen con un “me gusta”
diciendo: “Estoy presente”.
Amigos que están cerca pero lejos, amigos que están lejos pero se
sienten tan cerca.
Y todos, y cada uno, los de antes y los de ahora, cada uno con su
forma y su color, son tan necesarios…
Porque me enriquecen, me sorprenden, me escuchan, me
complementan y simplemente me quieren como soy.
¡Gracias, amigos, por ser parte de mi historia!
Gracias, amigos. ¿Qué sería de mi vida sin ustedes?
Gracias a la vida por esta coincidencia, por este encuentro de almas.
39. Etapas

El final de una etapa se cursa con tristeza.


Esperado o no, planificado o repentino, hay algo que se cierra y, al
cerrar, aparece en mayor o menor medida la tristeza.
La tristeza es una emoción que habla del valor que le dimos a
aquello que perdimos o estamos por perder.
Es una emoción que tiene mala prensa pero que en realidad habla
del valor y la importancia que le dimos a aquello que estamos
perdiendo.
O sea, no pasó inadvertido por nuestras vidas, no nos da lo mismo.
Uno no es responsable de cuándo aparece la tristeza.
Pero sí es responsable del tiempo que va a permanecer en ella.
O nos quedamos padeciendo y generando más sufrimiento, o
tomamos la oportunidad de renacer, recibiendo lo que la vida nos
trae de nuevo, de diferente...
La tristeza es una invitación a ver qué hay más allá del dolor.
Incorporar la tristeza como parte del proceso sin rechazarla es
comenzar a incorporar la idea de que algo bueno está por venir.
40. Simpleza

Sería todo tan simple si fuéramos más sencillos.


Pero los seres humanos somos complejos por definición y
naturaleza.
Y, encima, complicados.
Nuestras historias y las historias que nos contamos nos hacen
complicados.
Con nuestros pensamientos podemos crear y creer mundos
siniestros asfixiantes o mundos fascinantes y coloridos.
Es todo un entrenamiento aprender a hacer simple lo complejo.
Sólo hay que darse cuenta de que en definitiva la realidad que vivís
es la que estás creando.
No te digo que sea fácil.
Sólo te digo que es posible si lo empezás a ver como posible.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
41. Regalo

Te regalaría un poco de mis ojos para que puedas ver el mundo con
esos colores que también quisiera regalarte.
Te regalaría un poco de liviandad y mucha, mucha alegría, mezcla
del baile que aún no te animás a bailar y pasión por la vida.
Te regalaría un espejo gigante para que puedas verte en grande y el
tiempo para mirarte largo rato para que puedas reconocer lo enorme
que sos y empezar a acariciarte.
Te regalaría una valija gigante para el viaje más fantástico de tu vida
al lugar que vos quieras, y sobre todo te regalaría el poder para que
lo vieras posible.
Porque todo es posible si vos lo ves posible.
Verlo posible y verte posibilidad: eso te regalaría.
Regalarte una sonrisa y esos abrazos de oso que me gusta dar.
Lo que no puedo regalarte son tus sueños, porque los sueños son
tan tuyos como tuya es la decisión de crearlos y creerlos.
Porque tampoco puedo regalarte eso: la decisión de que quieras que
pase.
La vida comienza a ser más fácil el día en que empezás a vivirla.
42. Magia

Ahí, exactamente ahí, donde nada se sabe, donde está todo por
descubrir, donde nace la incertidumbre y muere el miedo.
Justo ahí está la MAGIA: está el encuentro con uno mismo y sus
inquietudes, con uno mismo y las ganas, y eso... ¡vaya que es
mágico!
Ya sabés dónde te llevan tus enojos, ya sabés dónde te llevan las
broncas, el mirar para otro lado.
Vos ya sabés.
Ya sabés que esperar mucho de los demás es distraerte de lo que
podés esperar de vos mismo.
Ya sabés que no todos pueden tener la culpa de tus desgracias.
Hay que atreverse a vivir la magia, conectarse con la vida que uno
quiere vivir y hacerse cargo, tomar las riendas.
Arriesgarse, porque eso sí es un riesgo: saltar a lo desconocido, a lo
que uno no sabe de lo que es capaz, a romper mandatos y dejar de
mirar tanto la mirada de los otros.
VIVIR… DISFRUTAR… SER FELIZ.
De eso se trata.
43. Brindar sin culpa

Por estas horas se van intensificando los buenos mensajes


navideños, los buenos deseos, las canciones conocidas,
tradicionales, que marcan un mismo cantar que tiene que ver con la
historia de cada uno.
Mismos rituales, mismas preparaciones, ya está todo organizado, la
casa preparada, la mesa adornada, ya todos saben qué van a llevar
para comer...
Todo igual año tras año.
Pero en estas fiestas es inevitable que las ausencias se sientan más,
recrudece el dolor por los que ya no compartirán la mesa.
Muertes, separaciones, partidas a otros lugares, distanciamientos, la
vida tiene estas cuestiones y todo es cambio y movimiento... pero
cómo duele.
La silla vacía aparece como un espacio que no se llena con nada.
Sentir la ausencia es en parte también sentir que está presente,
presente en nuestros corazones como alguien a quien alguna vez le
dimos valor; por eso la tristeza, por eso el dolor.
Conectarse con la tristeza también forma parte de conectarse con la
alegría; o sea, conectarse con la vida.
Nadie se va del todo porque siguen en nosotros todos los recuerdos
de lo vivido.
Más allá del dolor, aprender a celebrar, porque si sentimos lo que
sentimos es señal de que estamos vivos y amamos.
Brindá sin culpa, brindá más allá de extrañar a los que faltan.
Brindá por la vida, y por los que están.
Brindá por todo y todos los presentes y los ausentes.
Los que están lejos o cerca.
Los que estuvieron y ya no están.
Abrazá con fuerza a todos.
Todo eso hace a la vida.
¡Feliz navidad!
44. And the winner is…

¿Quién gana?
Gana el que tiene ganas de que pase algo distinto, de marcar una
diferencia, de animarse a vivir plenamente.
Gana el que tiene ganas, el que vive sintiendo todo a favor y deja de
pelearse por esas cosas que pasan. Ésos son los que ganan.
Gana el que se atreve a ser como se le dé la gana, permitiendo al
otro ser tan otro, respetando sus diferencias.
Gana el que tiene ganas y se siente acariciado por la vida.
Gana el que no se toma las cosas tan en serio ni tan a pecho.
Gana el que se divierte y aprende a reírse a pesar de todo.
El que se arriesga a jugar esos juegos grandes, los que se sabe
cuándo empiezan pero nunca cuándo terminan.
Gana el que tiene ganas, el que disfruta cada momento y no se
queda con las ganas.
Gana siempre el que tiene ganas de tener ganas.
45. Sintonía

La mayoría de las personas que viven en sintonía con la vida y se


sienten plenas y exitosas no son especialmente talentosas, ni
carismáticas, ni hermosas, ni millonarias, ni inteligentes, ni vienen de
familias perfectas ni ricas.
Lograron sentirse así porque alguna vez tomaron la decisión y
desearon ser felices más allá de todo y de todos.
Son personas que no viven esperando la OPORTUNIDAD, sino que
toman el aquí y ahora con lo que hay como una gran oportunidad.
No buscan la aprobación ni se comprometen con la crítica del otro.
Sólo tuvieron un sueño y un compromiso con ellos mismos.
VIVIR...
DISFRUTAR...
SER FELIZ.
De eso se trata.
46. Perder todo

Quien ha perdido todo distingue perfectamente lo que es tener algo.


Quien ha sufrido por un mal amor sabe exactamente lo bien que se
siente estar en un buen amor.
Quien estuvo lejos sabe sentir la plenitud que da estar cerca.
Por eso no se viven vidas equivocadas ni se hacen malas
elecciones.
No hay fallas ni errores.
Porque todo lo vivido nos enseña a darnos cuenta de la diferencia.
Quien nunca vio la oscuridad de la noche, ¿cómo se da cuenta de la
luz que trae el día?
Bendito sea todo lo que hizo que aprendiera a valorar cada momento
de felicidad.
Bendigo a las piedras de mi camino que me hicieron hábil y fuerte.
Celebro lo bueno y lo malo, lo que fue simple y lo complejo.
Celebro la vida.
47. Plumazo

Es una gran ilusión pensar que podemos arrancar de un plumazo a


personas que están vinculadas a nuestras vidas.
Sería tan fácil...
Padres, hermanos, parejas, más allá del daño que sentimos que nos
hicieron, más allá del dolor, podemos dejar de tener relación,
podemos no verlos más, mudarnos a la otra punta del mundo,
borrarlos de nuestros contactos.
Pero el vínculo es para siempre, nos guste o no.
Nuestra alma y el alma familiar no saben de rechazos.
Quien puede estar en paz con sus vínculos, más allá de lo que haya
pasado, puede estar en paz con su vida y construir desde ahí un
futuro esperanzador.
Quien vive peleándose por desarmar aquello que no se desarma vive
una vida retorcida y poco fluida y genera conflictos a lo largo del
camino en diferentes relaciones, quedándose estático, sin fuerzas...
sin posibilidades.
Lo vivido con otras personas se incorpora en nuestro Sistema, en
nuestro Ser, y estas experiencias siguen viviendo en nosotros.
Incorporar, aceptar, agradecer lo vivido es el camino hacia el Buen
Vivir y para lograr esa paz interior tan deseada.
48. Dolor

Vamos, que después de todo no es tan malo el dolor.


El dolor nos permite conectarnos con nuestras emociones, nos da la
posibilidad de empezar a ver.
El dolor nos señala para dónde tenemos que mirar para sanar.
Nos muestra el camino y la dirección...
El dolor nos indica que estamos vivos y despiertos porque marca que
elegimos sentir, antes que adormecernos.
La anestesia nos evita dolores pero también nos quita la posibilidad
de movernos, de elegir... de decidir.
¿Cuánto tiempo en nuestras vidas vivimos anestesiados por temor al
dolor? ¿En qué lugares nos hemos quedado sin movernos por miedo
a sufrir?
Abrí los ojos.
Siempre es bueno ver, más allá del dolor.
Siempre es bueno ver... más allá.
Siempre es bueno ver.
¡Siempre!
49. Huir

No hay drogados felices.


No hay drogados divertidos.
Hay drogados que no están plantados en la vida y que miran la
muerte porque no están pudiendo tomar su historia y acariciar sus
heridas.
No hay drogados adultos.
Más allá de la edad que tengan, son niños que necesitan ser
cuidados, abrazados, reconocidos en su poder y en aceptarse como
son.
No hay drogados seguros ni drogados que deciden.
Hay drogados asustados que intentan huir de ellos mismos a otros
mundos, esperando encontrar sólo lo que está en ellos, no por
tontos... ¡por distraídos! Sólo miran a otro lado.
Si tan sólo se dieran la oportunidad de verse y de encontrarse, de
darse cuenta, de mirar la vida con todo lo que ésta trae.
Aprender lo maravilloso que es cuidarse y mimarse en vez de
lastimarse.
Que todo el placer y el disfrute está en ellos, y que el estar en
contacto con todas las emociones es lo que nos hace tan humanos.
Es comenzar a creer que no somos tan frágiles como para partirnos
en veinte mil pedazos.
Que la vida es increíblemente bella más allá de sus cuestiones.
No hay drogados felices.
Pegate el mejor viaje... al encuentro con vos mismo.
50. Caricias

Tu mano, mi mano.
Dos caricias, tu caricia que hace que me sienta vivo, mi caricia que te
dice que existís en mi mundo al reconocerte.
Sólo dos caricias que dicen tanto.
Acariciar eleva.
Hay caricias en forma de palabras o de gestos, o caricias que llegan
hasta el alma.
Una acción acaricia, como también el silencio oportuno donde sólo
se siente la presencia.
Caricias tan necesarias.
Caricias que hablan y dicen todo.
¿Cuántas caricias recibís?
¿Cuántas caricias estás dando?
¿Cuántas caricias dejás que te acaricien?
¿Cuántas caricias te das a vos mismo?
Caricias que rozan aunque no toquen, que jamás pasan
desapercibidas porque las caricias nos transforman.
51. Elegir

¿No será que estás queriendo obtener nuevos resultados usando


viejos recursos?
Si el postergar y el esconderte te sirvieron en algún momento,
¿pensás que pueden servirte ahora?
Si siempre esperás que las cosas cambien y finalmente no cambian,
¿qué hacés con tus sueños?
¿Qué estará pasando que lo que tanto querés hace mucho no está
llegando nunca?
¿A quién estás siendo leal no alcanzando el disfrute y la buena vida?
¿Quién puede verse reflejado en vos si vivís desde la frustración?
¿En serio pensás que la culpa la tienen las circunstancias? ¿O que la
vida no está siendo justa con vos?
¿Qué tenés que ver vos en todo esto?
Si toda tu vida te tapaste de trabajo sin mirar otra cosa, ¿es esto lo
que querés para este momento de tu vida?
¿Es ésta la vida que elegís?
¿Te merecés vivir mejor? ¿Alineado a tus deseos?
¿No habrá terminado el tiempo de pagar la deuda y vos la seguís
pagando por costumbre?
Date un minuto.
Tomate un tiempo...
Necesitás saber quién sos hoy. Revisar tus “quereres”, remontar
alguna ilusión y pedir permiso para diferenciarte del destino de los
otros.
Para que pase algo distinto.
Para comenzar a tejer otra historia y descubrir nuevas melodías y
nuevos colores.
Cambiá las llaves que en algún momento abrieron puertas que ya no
existen o simplemente no eran tus puertas, necesitás otras llaves
para nuevas puertas.
Todo está en tus manos.
Movete: no sos un árbol.
52. Amarse

Despedirse es poder crecer.


Los niños no forman parejas, sólo los adultos.
Hacer lugar.
Es poder dar vuelta y mirar.
Nadie ama lo que no se puede ver.
Nadie ama sin poder verse y reconocerse.
El arte de amarse es darse la oportunidad del maravilloso encuentro
entre dos almas que se acompañan en la danza de sus historias sin
intentar modificarlas, pero con la necesidad de dejarlas atrás con
amor, por amor.
El arte de amarse es aprender cómo amarte al amarme.
Si empiezo a amar lo que me trajo hasta vos, seguramente podré
amar lo que te trajo hasta mí.
Sin pretender cambiar algo.
Sólo permitirse hacer algo diferente sin sentir que dejo de pertenecer
a los míos.
Dejar atrás no es ni tirar ni esconder.
Dejar atrás es abrirse a lo que la vida tiene para mí.
El amar es un arte donde uno puede realizar la mejor creación.
53. Tiempo

Uno necesita tiempo para ir de un lugar al otro.


Y mientras exista una distancia entre dos lugares, entre dos
momentos, entre lo que es y lo que quiero, entre quien soy y quien
quiero ser... siempre existirá el tiempo.
El tiempo implica proceso, evolución, una semilla necesita tiempo
para germinar y más tiempo aún para convertirse en árbol.
Todo lo que crece y se desarrolla necesita tiempo.
Y, sin embargo, el tiempo es la variable que menos tenemos en
cuenta cuando estamos en procesos de cambio.
Quisiéramos que todo sea rápido y ya, casi en forma mágica... y esto
es lo que genera mucha ansiedad y angustia.
Todo tiene su tiempo...
Necesario.
Inevitable.
La vida nos impone sus tiempos para continuar nuestro aprendizaje.
Y si todavía no pasó, es porque tenemos que seguir aprendiendo.
Tomarse el tiempo, tenerse paciencia...
Dar tiempo es dar lugar, generar espacio, para lo que viene sólo con
el tiempo.
Respirá hondo, nada es eterno, esto también pasará.
Sólo aprendé a darte tiempo.
54. Mirar

Venimos de una historia y de una memoria familiar.


Un sistema que nos exige pertenecer a determinados costos.
Uno es leal y siente que pertenece a su sistema cumpliendo
determinados mandatos, determinadas formas de ser y estar en el
mundo.
Para algunos sistemas familiares disfrutar sería salir del sistema.
Para otros, tener éxito o dinero.
Para otros, expresar amor implicaría una forma rara y riesgosa de
relacionarse, mostrar las emociones, un riesgo de diferenciarse del
sistema.
La buena noticia es que uno puede comenzar a mirar y reconocer
estas cuestiones que nos atan con hilos invisibles a nuestros
orígenes, a nuestro sistema familiar.
Cuando uno puede ver comprende, tal vez, que hay otras maneras
de ser leales a nuestros sistemas, reconociendo que somos parte de
quienes nos antecedieron y gracias a ellos estamos acá.
Agradecer, asentir, sentir el permiso de hacer algo diferente con mi
vida y seguir perteneciendo.
Soy uno más de los míos y desde ahí elijo mi vida cada día, alineado
con mis ganas y mis sueños.
Como adulto decido, como adulto me hago cargo de mi vida.
Mirando al futuro sin ataduras.
55. Niño

Ese niño no sabe de broncas, sólo sabe amar.


Sin cuestionar, sin pretender demasiado... quiere amar y ser amado.
Ese niño no sabe de resentimientos, sólo quiere jugar sin hacer
trampa, quiere reír porque sabe hacerlo.
Ese niño no pretende aquello que le falta, porque se siente completo
cuando recibe una caricia o cuando no la recibe, porque no sabe que
le falta.
Es el adulto el que atrapa al niño, llenándolo de interpretaciones que
causan tanto sufrimiento.
Es el adulto el que lo calla en cada expectativa de cómo tienen que
ser las cosas.
Es el adulto el que lo moldea a la medida de lo que se espera, de lo
que se debe, de lo que es necesario.
Niño amordazado e inmóvil, preso de enojos y dolores, atado a
cuentos que le contaron y se contó... y se lo repitió más de una vez.
Ese niño sigue ahí, en tu interior, intacto.
Ese niño, tu niño, sigue esperando que lo vayas a buscar, que le des
un abrazo liberador.
Y que le cuentes que todo está bien.
Que puede soltarse, liberar sus emociones sin miedos, ya no hay
que temer.
Ese niño sólo quiere amar y seguir amando sin tantas vueltas, sin
tantas palabras dichas y calladas.
Ese niño te espera.
De su mano te ayudará a transitar el mundo de los adultos más
liviano, desde el juego y la alegría.
Está ahí. ¿Cuánto hace que lo dejaste solo?
Buscalo.
Encontralo.
Siempre te espera.
56. Buen amor

¡No, Juan Carlos! ¡No te confundas! Querer resolver los problemas


de tu pareja no sólo es difícil sino que es una misión imposible. ¡Y
demasiado para vos!
En cuestiones de pareja no todo es de pareja.
Hay asuntos que tienen que ver con cada uno y cada uno es el
responsable de resolver sus asuntos.
Ya lo decía el don pirulero: cada cual resuelve su juego (y el que no...
una prenda tendrá).
Es muy pretencioso como pareja querer solucionar la vida del otro.
¿En qué lugar nos ponemos? Termina siendo una carga muy pesada,
haciendo que la relación llegue a su fin.
Estar en pareja es sólo eso, ser pareja, nada más que eso, hacer
parejas sin pretender ser ni el salvador ni el bastón del otro.
El buen amor en una pareja es una danza donde todo es fluir, donde
es fácil llevar, más allá de los problemas cotidianos, sabiendo y
confiando en que el otro nos va a cuidar siempre.
Estar en pareja es fácil.
El desafío es encontrar un buen amor y quedarse en él.
No te digo que sea fácil, sólo te digo que es posible.
57. Desagotar la bañera

Durante una conferencia dentro de un instituto siquiátrico, uno de los


visitantes le preguntó al director qué criterio se usaba para definir si
un paciente debería o no ser internado.
–Bueno –dijo el director–, hacemos la prueba de la bañera.
La llenamos completamente, luego le ofrecemos al paciente una
cucharita, una taza y un balde y le pedimos que vacíe la bañera.
A partir de la forma como la vacíe, sabemos si hay que internarlo o
no.
–Ah, entiendo –dijo el participante–.
Una persona normal usaría el balde porque es más grande que la
cucharita y la taza.
–No –dijo el director–, una persona normal sacaría el tapón.
Usted qué prefiere: ¿una habitación con o sin vista al jardín?

¿Te pasa muchas veces que para resolver un problema usás tu


lógica de siempre? ¿Tus viejos y queridos paradigmas? ¿Te pasa que
usando esta lógica y estos paradigmas seguís sin resolver los
problemas?
¿Te podés ver reflejado en esta forma de ver el mundo en algún
miembro de tu familia?
En algún momento aprendimos cuál era la mejor forma de resolver
un conflicto o lograr algún resultado.
Tal vez en algún momento fue mejor obedecer y callar, alguna vez
supimos que conectarse con las emociones era peligroso.
Muchas veces para crear ciertos resultados nuevos tendremos que
pensar las cosas desde un lugar diferente, entendiendo que ya no
somos los mismos y que podemos descubrir que viejos recursos que
antes utilizamos ahora no nos sirven.
Hacer algo diferente.
Permitirse lo nuevo.
Actualizarse. ¿Quién soy ahora?
Tal vez te animes a dejar la taza, el balde o la cuchara y sacar el
tapón de una buena vez.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
58. Avanzar

Avanzar es ir para adelante y también es alejarse de lo de atrás.


Cuando uno avanza, se acerca a las metas, a todo aquello que
quiere alcanzar.
Y al mismo tiempo, necesariamente se aleja de todo aquello que
pasó.
Si avanzo dos pasos, me alejo dos pasos.
A veces pretendemos avanzar sin alejarnos, avanzar sin soltar.
Y no solamente que el trayecto se hace pesado sino que sólo queda
en el intento.
Si avanzamos, nos alejamos.
No hay otra manera de hacerlo.
Despedirse de lo viejo con amor, honrando y agradeciendo el camino
recorrido, es hacer lugar a lo que viene, a lo nuevo.
Darse cuenta de lo necesario: que soltar no es tirar, es sólo dejarlo
ahí sin cargar.
La vida sólo pretende de nosotros que seamos felices.
No digo que sea fácil, solo te digo que es posible.
¿Probamos?
59. Yo soy la víctima

Todos tenemos un argumento, que nos seduce y con el que


seducimos.
De nuestra historia tejemos el mejor cuento y nos damos el papel
protagónico, único.
Y así vamos, fascinados por la vid, mostrando hasta con orgullo la
víctima que llevamos dentro o que llevamos fuera.
No sé dónde pero cuanto más mostramos la víctima, más sentimos
que tenemos derechos.
Merecemos una recompensa, ¡y que alguien se haga cargo de
esto!No cualquiera soporta vivir una historia así.
Por eso merezco ahora lo mejor. ¿O quieren que se las cuente de
nuevo? Que la vida se haga cargo de entregarme todo: la mejor
pareja, los mejores hijos, el mejor negocio, el más grande de los
éxitos.
Lo quiero todo, ¡y YA! ¿O les vuelvo a contar mi historia? ¿Qué parte
no se entendió?
Uf, ¿no será mucho?
Salir del papel de la víctima abre la posibilidad de un nuevo
protagónico, dentro del mismo cuento, eligiendo otro final: el que más
tenga que ver con tus deseos.
Sin exigir tanto, siendo más prudente, más calmo.
¿Quién te prometió tanto?
¿Cuándo te compraste esa historia? ¿Víctima de quién sos?
Uno decide la vida que quiere vivir.
Entonces, ¿sos víctima de vos mismo?
Respirá profundo.
Agradecé cada día que viviste porque fueron esos días los que te
trajeron hasta aquí.
Empezá un nuevo capítulo sin quemar lo escrito.
Todo continúa y vos sos parte del todo.
60. ¿Qué, hay otro?

¿Te pasa que te enoja cuando no escuchás lo que querés escuchar?


Muchas veces quedamos atrapados en lo que suponemos como
OBVIO, SENTIDO COMÚN o simplemente “lo que corresponde”,
olvidándonos de que el otro es tan pero tan otro que “otrea”, que
tiene su particular forma de pensar, sentir, hacer.
Y más allá de que nos desilusionamos más de una vez, seguimos
esperando que pase siempre algo diferente de lo que pasa.
Y si el otro seguirá siendo tan otro, ¿por qué seguimos esperando
que sea como uno? Tal vez el camino sea comenzar a comprender
que vivir desilusionado de lo que la gente no hace, no dice o no
piensa siempre nos deja en un lugar de imposibilidad porque no
podemos hacer nada con lo que le pasa al otro.
Sí podemos hacer algo con lo que nos pasa a nosotros, y desde ahí
podemos abrir posibilidades para vivir más relajados y tranquilos.
La vida es 100% disfrutable y lo que nos quita el disfrute es esperar
demasiado de los demás.
61. Nuevos besos

Te inundás en pensamientos, te ahogás tratando de explicar por qué


no funcionó.
Conjugás todos los verbos en todos los tiempos en el “yo, tú,
nosotros” y siempre te quedás entrampado en el mismo lugar, en
esas preguntas sin fin: ¿qué fue lo qué pasó?, ¿qué no supimos
hacer?, ¿por qué el amor no alcanzó? Por momentos maldecís ese
día de ese primer beso y por momentos querés atrapar todo lo vivido
en un sueño que dura un ratito.
Repasás los viajes que quedaron pendientes y los desayunos que
faltaron.
Darle lugar al dolor y también aprender a poner el punto aparte para
saltar al otro renglón.
El punto hace lugar, genera espacio necesario para lo nuevo que
viene.
Estar disponible para volver a amar dependerá de vos, de que
puedas poner el punto aparte y no seguido.
Darse cuenta de que todo tiene un sentido, que no hay errores: sólo
aprendizajes.
Poner el punto, agradeciendo lo vivido.
Dejá de buscar explicaciones y abrite a nuevos besos que
seguramente vendrán a contarte el sentido que tuvo aquello que
dolió.
62. Padres e hijos

El amor entre padres e hijos se hace grande cuando podemos


aprender primero a ser hijos, respetar y honrar a los que nos dieron
la vida, sin juicios...
Es ahí donde uno puede dar a los hijos todo lo que pudo tomar de
sus padres.
Si no puedo tomar, ¿cómo podré dar? Nadie puede dar lo que no
tiene.
El amor que uno les da a los hijos es para que ellos puedan hacer lo
mismo con sus hijos o con sus proyectos, y hacer su camino sin
retenerlos.
Todos formamos parte y todo se transmite: formas de amar, formas
de integrar y de honrar lo más grande, permitiéndoles crecer.
Tomar en el corazón a los padres es, en definitiva, tomar la vida para
poder ir hacia adelante y dejar la casa de ellos en paz, en busca de
nuevos amores.
Buenos amores, buena vida.
63. Somos diferentes, nada más

Aceptar al otro tal como es.


Esto también es avanzar.
Esto también es seguir creciendo como familia, como sociedad.
Esto también es aprender que somos diferentes y esto no nos hace
ni mejores ni peores; nos hace distintos, sólo eso.
Y todos merecemos pertenecer y sentirnos incluidos más allá de que
no estemos de acuerdo.
Aprender que no necesitamos pensar igual o sentir lo mismo para
querernos o para compartir un encuentro.
¿A cuántos dejaste afuera de tu vida por ser diferentes?
Hacé un repaso primero de tu familia, después de amigos y de
vecinos.
Cuántos quedaron lejos…
¿A cuántos arrancaste de tu corazón porque no hicieron lo que vos
esperabas?
Si hay lugar para todos, ¿por qué no respetar mi espacio, tan
valorable como el tuyo?
Si se puede construir una gran alma donde se puede hacer lugar
para que entremos todos.
No importa cuán apretados estemos o si no acuerdo con el otro...
Todos tenemos derecho a tener un lugar.
¿Quién sos vos para decir que yo no?
¿Quién soy yo para decidir que vos no?
Aceptar al otro tal como es sin pretender cambiarlo es decirle: “Te
veo y te doy un lugar”.
Nada más sano.
Nada más digno.
Nada más amoroso.
Nada más inclusivo.
El amor siempre gana.
Estemos cerca.
Amen... (que así sea).
64. Buscar en otro lado

No llega...
Nos acercamos, nos ilusionamos, esperamos, pedimos, volvemos a
esperar, volvemos a pedir.
Sigue sin llegar… sufrimos.
No llega... nos desilusionamos.
Nos encogemos, nos entristecemos, volvemos a pedir, volvemos a
esperar.
Nos amargamos, rogamos, sufrimos, suplicamos.
Sigue sin llegar...
Nos desilusionamos una vez más, esperamos.
Hasta que, mágicamente, un día entendemos que no llega ni nunca
llegará.
No por maldad ni por no entender, no por egoísmo ni por capricho.
Jamás llegará porque nadie, nadie, nadie, puede dar lo que NO tiene.
Si eso que querés no llega, tal vez sea momento de comenzar a
buscarlo en otro lado.
Porque pedir lo que no se tiene para dar es mucho para el otro.
Y es desgastante para vos.
¡Dejá de reclamar y viví!
65. Estar donde quiero estar

Hoy, podría haber sido médico pero ése era el sueño de mis padres.
Podría haber sido pianista y nadador pero ése era el sueño de mi
madre.
Podría seguir trabajando en una empresa pero ésa era la seguridad
y el sueño de mis hijos y su mamá.
Podría hoy seguir estando casado pero ése era el sueño de tantos,
familiares y amigos.
Podría haber sido quien los demás hubieran querido que sea...
Podría...
Pero no fue.
Hoy no soy médico, soy psicólogo, como siempre lo soñé.
Tampoco soy nadador ni pianista... ¡y estoy feliz de no
serlo!Tampoco seguí trabajando en una empresa... mis alas me
invitaron a volar a otros rumbos siguiendo mi corazón y mi pasión.
Tampoco sigo casado, y soy leal a quien soy y estoy feliz de ver la
felicidad, hoy, de la que fue mi compañera de ruta durante veintisiete
años, y los valores que supimos transmitir a nuestros hijos.
Lo cierto es que podría haber sido tantas cosas, tantas...
Si hubiera cumplido con el deseo de todos y de tantos, cuántos
dolores hubiera evitado, cuántos movimientos sísmicos no hubieran
sucedido.
Seguro hubiera sido más fácil y más cómodo...
Pero hoy puedo decir ORGULLOSO que estoy en el lugar en que
quiero estar.
Que soy el único responsable y conductor de mi vida, que soy el
piloto de mi vuelo y el arquitecto que diseña cómo quiero vivir todos
los días.
Te invito a pensar. ¿De quién es la vida que estás viviendo? ¿Tuya o
de alguien más?
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
Viví tu vida, alcanzá tu propio vuelo.
¡Hoy te toca a vos!
66. Mi historia

Dejame a mí con mi historia, yo me ocupo de mis asuntos.


Yo soy el que tengo que sanar mis heridas, no vos.
No podés hacerlo por mí.
No te encontré para que me cures mis heridas, te esperé para que
abraces mis cicatrices.
Para comenzar una historia sin escombros, sin cenizas.
Dejame que yo me ocupo de mis penas, de mis asuntos pendientes.
Y yo te pido que vos hagas lo mismo con tus asuntos.
Cada cual atiende su juego, como el don pirulero.
Para compartir juntos, siendo pareja y nada más que eso.
Lo que la vida tiene maravillosamente compartible, ¿entendiste?
Entonces, ahora vení y abrazame.
67. Ahora me toca a mí

Todos tenemos nuestro guión de vida, como un libreto secreto.


Guiones que van pasando de generación en generación y se
manifiestan en el sistema familiar, son como modelos de
identificación ciegos que nos hacen muy pertenecientes a nuestra
familia y que sólo pueden ser modificados si se traen a la luz, si se
pueden ver.
Y cuando se ve, se sale de la inocencia.
Y la decisión de echar culpas ya pasa por la absoluta decisión que
toma el Ser Adulto.
¿Qué es más importante para mí? ¿Mis ideales o seguir pagando
deudas que ya están pagas? ¿Qué es lo que más me importa? ¿Mis
sueños, mi propia vida, mi salud, mi bienestar, mi abundancia? Por lo
tanto, ¿qué soy capaz de sacrificar? Poder ser leal a los míos sin
necesidad de partirme en veinte pedazos.
Sin necesidad de sacrificar mi decisión de ser feliz de una buena vez.
Agradecer a todos mis ancestros que me trajeron hasta aquí.
Por ellos hoy estoy en esta vida.
Pero llega un instante, un momento en que decido: ahora me toca a
mí.
Hacer algo diferente...
Después de todo, la mayor lealtad no es pegarse a viejas deudas
que ni siquiera son mías.
La mejor lealtad es hacer algo lindo y bueno con nuestra propia vida.
Ahora me toca a mí.
Y yo como adulto decido cómo quiero vivir.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
68. Ataduras

No cargamos a nuestra familia...


No estamos atados a nuestro pasado.
Nuestros orígenes no se cargan, somos parte de ellos, nos guste o
no.
No nacemos de generación espontánea: formamos parte, de ahí
venimos.
Y nuestro pasado no nos ata, nos constituye, nos hace ser quienes
somos.
Fue nuestro pasado el que nos trajo hasta aquí.
El pasado no ata, nos nutre, nos hace seres con historia.
Querer arrancar parte de la familia o del pasado es como querer
arrancarnos una parte de nosotros mismos.
Lo que nos tiene prisioneros no es aquello vivido ni de dónde
venimos: nos aprisiona la idea de que merecemos otra cosa que
aquello que nos pasó.
Nos encarcela el creernos con derecho a sacar de nuestra vida todo
aquello con lo que no estamos de acuerdo y que no nos gusta,
esperando que otro pueda darnos lo que no supimos tomar de donde
corresponde.
Para vivir mejor.
Para tener energía vital.
Para construir parejas sanas.
Para realizar algún proyecto.
Para alcanzar la paz interior.
Para todo eso, necesitamos viajar livianos.
Sin nada que nos ate las piernas.
Necesitamos mirar para adelante.
Como la vida.
69. Cuatro estaciones

Se enamoró de la promesa final.


Se enamoró de la ilusión de creer.
Acarició el río, que se fue rápido, y abrazó la espuma, que se esfumó
en minutos.
Se enamoró de esas rosas, que sintió eternas.
Se enamoró de lo que quiso enamorarse, de lo que se evapora
pronto, del aire suave y cálido donde supo esperar que algún día
pase algo diferente.
No es fácil respirar ese aire inventado porque lleva a asfixiarse.
Y volvió a esperar, apoyado en la ilusión de creer.
Pasaron las cuatro estaciones y un poco más, y él, que se enamoró
de lo que quiso creer y cansado de esperar, siguió esperando.
Nada calma cuando se espera que algo cambie.
Nada cambia si seguimos esperando en el mismo lugar que pase
algo con el otro.
Se enamoró de la promesa final, del cuento que nació de un juego,
donde las respuestas eran justo las que quiso escuchar.
Se enamoró de la ilusión, de creer en las promesas que nadie hizo.
Sólo las escuchó él.
Y cuando el dolor ya era mucho, el límite fue darse cuenta de que
todo seguiría igual, que no tenía sentido esperar.
Qué nadie puede dar lo que no tiene por más que quiera.
Así como se enamoró, se dio cuenta de que el buen amor no duele.
El buen amor fluye sin esfuerzo, se hace fácil como una danza donde
se comparte el mismo tiempo en la misma melodía.
Se enamoró del juego que terminó siendo distinto.
Y donde la rosa se marchitó.
Y cuando aparece la tristeza, fin del juego.
Se enamoró, y bienvenido el amor, que nos enseña en cada
experiencia a vivir en libertad, eligiendo la vida con todo lo que ella
nos trae.
Aprendió: el buen amor tiene que ser fácil y liviano.
¡Siempre!
70. Estrella, no satélite

Y así, casi sin querer y sin darnos cuenta...


Casi por costumbre ponés tus sueños entre paréntesis para
conformar a otros.
Dejas de lado tu sentir por miedo a dañar o a la desilusión que podés
causar si te mostrás tal como sos, si vivís tal como querés vivir.
Entonces es ahí donde te partís en veinte pedazos, donde tu mirada
queda atrapada en el ombligo del otro y donde, pudiendo ser estrella,
te convertís en satélite.
Hasta que llega un momento en que te das cuenta de que nada
alcanza para completar al otro.
Porque no sos vos el que tiene que completar a nadie, sólo venís a
este mundo a sentirte completo con todas tus partes, con tus luces y
con tus sombras.
Celebrá quien sos con mucho ruido, así todos se enteran, porque es
la mejor manera de estar con otro: siendo entero frente a otro entero.
71. Disfraces sin sentido

Alguna vez, en algún tiempo cualquiera...


Hice una pausa, frené el movimiento, solté el acelerador y respiré
profundo.
Pude darme cuenta de mis nudos, registrar mis malestares y darle
lugar a mi angustia.
Y más allá de que sentí que el mundo se me venía encima y que el
miedo era enorme, decidí encontrarme, decidí verme.
Decidí.
Estaba en la mitad de mi vida y ya los disfraces no podían
sostenerme.
El piso se movía demasiado y ninguna respuesta me calmaba.
Aparecieron nuevas preguntas que fueron difíciles de silenciar.
¿Quién soy? ¿Quién quiero SER? ¿Cómo quiero vivir la segunda
parte de mi vida?
¿Voy a seguir conformando a los demás o me animo a vivir como yo
quiero? Estas preguntas son las que aparecen cuando nos
permitimos cuestionarnos los lugares que vamos ocupando y que
nos alejan de aquello que llamamos felicidad.
Hoy estoy en el lugar en que quiero estar.
Amo cada día vivido, cada calle recorrida, cada tiempo compartido.
Cada lágrima y cada sonrisa, todo tuvo un sentido, todo lo vivido me
trajo hasta acá.
Pude abrazar cada momento, inclusive aquellos que no comprendí.
Honro a quienes me dieron la vida, y a aquellos que me
acompañaron en algún tramo de mi camino.
Todos tienen un lugar en mi corazón.
Hoy estoy en el lugar en que quiero estar.
Viviendo la vida que quiero vivir.
Me siento pleno, en sintonía con la vida.
Soy consciente de que no fue por arte de magia, que yo me moví,
decidí, y eso sí que es mágico.
Y desde este lugar quiero invitarte a hacer una pausa, un
INTERVALO.
Nadie dice que sea fácil, pero hoy vengo a decirte que es posible.
¿Te animás?
72. Decidir duele

Se insiste porque siempre se tiene la ilusión de que aparezca algo


nuevo donde siempre se encuentra lo mismo.
Se insiste por comodidad, por acostumbrarse a esperar que el otro
me traiga todo aquello que espero, que merezco y necesito.
Se insiste porque da miedo dejar de insistir, porque es más fácil
repetir que hacer algo nuevo.
Se insiste porque dejar de hacerlo tiene riesgos ¿Qué habrá del otro
lado? ¿Cómo será buscar agua en otro pozo?
Se insiste porque siempre es mejor echarle la culpa al otro, que no te
da lo que esperás, que tomar la decisión...
Porque decidir duele.
Decidir da miedo.
Decidir es correr riesgos.
Y decidir es comenzar a moverse.
No somos árboles, no fuimos plantados eternamente en un lugar.
Más allá del miedo, podemos movernos.
Sólo se trata de vivir, ésa es la historia.
73. Tratate bien desde hoy

No esperes que la vida te trate bien: ¡VOS APRENDÉ A TRATARTE


BIEN!Tratarse bien es dejarse en paz, silenciar tantos diálogos
internos que nos dejan siempre del otro lado de donde queremos
estar.
Tratarte bien es dejar de quejarte por lo que nunca llega.
Es escuchar tu voz y seguir tu corazón.
Es cuidarte, no exponerte en lugares donde ya sabés que la pasás
mal.
Tratarte bien es sentirte bien, es escuchar el sonido de tus ganas y el
ruido de tus incomodidades.
Es estar atento a lo que te va diciendo tu cuerpo, poder entender tus
síntomas y registrar tus dolores.
Tratarte bien no es sólo exigir respeto, sino aprender que si vos no te
respetás no te va a respetar nadie, nunca.
Tratate bien, porque se trata de pasarla bien.
Como dice el rabino Kaplan:“Esperar que el mundo te trate bien
porque eres una persona honesta es como esperar que el toro no te
embista porque eres vegetariano”.
Es tu vida... hacete cargo.
Si no es ahora, ¿cuándo?
Si no sos vos, ¿quién?
74. No esperes que te entiendan

Porque, después de todo, si vas a esperar que todos entiendan tus


elecciones, tus decisiones, tus ganas, tus quereres, que otros
aplaudan tus cambios, tus giros.
Si vas a esperar que el otro esté de acuerdo con tus locuras o valide
tu poder.
Si vas a esperar... tal vez se te vaya la vida.
Porque vos solo sabés de tus dolores, de tus necesidades, y lo que
es mejor para tu vida.
Vos sabés lo que te hace bien, vos sabés de tus pasiones y lo que te
da paz.
Sólo vos sabés...
Nadie más que vos.
Nadie tendrá por vos el coraje de hacer que pase lo que querés que
pase.
Porque nadie puede vivir tu vida.
Sólo vos.
Así que dejá de esperar aplausos, dejá de esperar que otros
decidan.
Dejá de esperar y empezá a vivir la vida que soñaste.
75. No vale esconderse

¡No lo hagas! ¡No te escondas!Después de todo, cada camino te


trajo hasta acá.
No sos perfecto, pero tampoco sos sólo tus errores.
Sos todo lo que fue y lo que no.
Lo que lograste y lo que te quedaste con las ganas.
Lo simple y lo complejo: sos todo.
Sos el ayer, y mucho más, sos el presente que aun así no es todo.
Y sos pura creación... si dejás de esconderte.
Sos la mezcla exacta de lo que se necesita para vivir feliz y alcanzar
tus sueños, sólo tenés que estar disponible.
Sos lo bueno más que lo malo, incluso en tus peores días.
Cuando dejes de quejarte por tu vida, aparecerás, haciéndote
presente, y serás aquella persona que siempre quisiste ser sin jamás
verla, sin darle lugar.
Recordá quién sos.
Respetá cada día vivido, cada amor sentido.
Cada herida en cada cicatriz, cada beso dado, cada “te amo”
pronunciado.
Cada caricia, cada desengaño y cada dolor.
El mundo está en tus manos sólo si podes verlo y sentirlo.
No sos perfecto, ni tenés una vida perfecta ni una familia perfecta,
pero tampoco sos sólo tus errores, si los hay...
Sos todo eso.
Y, sobre todo, sos posibilidad, sólo si vos tenés ganas.
76. Sin juzgar

¿Qué vas a ser cuando seas grande?


No lo sé.
Por el momento dejame ser chico y que me ocupe de mi mundo de
chicos.
Para eso vos tenés que ocuparte del mundo de los adultos y cuidar
que yo no entre en él.
No sé qué quiero ser cuando sea grande. ¿Cómo saberlo? Sólo
quiero jugar pero, si te preocupa eso, podés ocuparte de hacérmela
fácil, aceptándome desde ahora como soy como chico... con las
cosas que me salen más fáciles y con las que se me complican, sin
criticarme, sin juzgarme.
Aceptame con mis gustos, que pueden ser diferentes de los tuyos.
Aceptá mi forma de jugar y mis juegos preferidos, que por ahí no
eran los que vos planeaste para mí.
¿Me preguntás qué voy a ser cuando sea grande?
Quiero SER YO, descubrirme y vivir en libertad, sin miedo a no ser
adecuado.
SIN sentir que te decepciono, que no soy ese hijo que soñaste.
No me preguntes más qué voy a SER cuando sea grande: ¡ayudame
a SER… grande! Grande como persona, enorme con mi autoestima,
orgulloso de ser quien soy.
Dame la seguridad ahora que soy chico, así puedo llegar a ser un
adulto fortalecido, seguro y feliz.
Y ahora dejame, dejame seguir jugando y soñando.
Que cuando yo sea grande existirá un mundo que no se preocupe
por qué van a SER los chicos cuando sean grandes, sino que los
grandes se preguntarán qué harían ellos si volvieran a SER chicos...
y lo hagan.
77. Sueños olvidados

El abandono de personas es tan grave que está condenado


penalmente.
¿Se imaginan si el peso de la ley cayera cuando se tratara del
autoabandono?
Cuántas veces nos abandonamos, nos olvidamos de nosotros,
descuidando nuestra salud, haciéndonos daño, no dándoles lugar a
nuestras emociones y sentires.
Oprimir nuestros sueños hasta ahogarlos, olvidándonos de nuestras
pasiones.
Atornillarse en las penas, en lugares donde no queremos estar, eso
también es abandonarse.
Abandonarse es pensar que ya está, que no tiene sentido, que no se
puede cambiar o crecer o explorar lo nuevo.
Nada justifica el AUTOABANDONO porque ¡primero siempre estás
vos! Sin uno mismo, no hay nada: ni un otro, ni un proyecto ni un
futuro.
Buscate, encontrate en un sueño olvidado, en algo que quieras
mucho, pero mucho.
Abrazate en un mimo, en un regalo, en un espacio para compartir tus
ganas.
Pensá en eso, ¿de qué tenés ganas?
Encontrate, agarrate fuerte, criticate, analizate, tenete paciencia,
pero nunca, NUNCA te abandones.
78. Nuevos abrazos

Entonces, si todos queremos ser felices, ¿por qué muchos no lo


logran?
Porque muchas veces nos encariñamos tanto con nuestros guiones
de vida que nos cuesta soltarlos.
Eso explica por qué se vuelve a repetir lo mismo más de una vez
generando la misma insatisfacción y creando más malestar.
Y entonces, ¿por qué cuesta tanto cambiar? Es difícil cambiar algo
que no estoy pudiendo ver.
Primero necesito ver, para comprender cuáles son mis argumentos y
a quién estoy siendo leal con ellos. ¿A quién siento que traiciono si
vivo diferente?
Si no puedo ver qué me ata, seguiré pensando que es lo de afuera lo
que tiene que cambiar para que yo pueda ser feliz.
Entonces no somos tan autónomos como creemos.
Estamos atados a nuestros sistemas familiares, a nuestras creencias
de cómo son las cosas, que nos dejan siempre en los mismos
lugares, inmóviles, creyendo que nos movemos aunque sólo damos
vueltas (en el mismo lugar).
¿Y entonces?
Entonces, tal vez llega un día en que te das cuenta de que sos el
autor de tu vida, que el guión que te contaste ya no te es suficiente,
no alcanza para este momento y menos para alcanzar tus sueños.
Y te das permisos para que pase algo diferente, entendiendo que
hacerse cargo de la vida que querés tiene consecuencias.
Que no todos aplauden, es verdad.
Pero que muchos te abren los brazos, para nuevos abrazos.
Contarse un nuevo cuento.
Respetando y aceptando lo que pasó.
Hoy puedo ver quién soy, entiendo y honro todo lo que me trajo hasta
aquí. Pero hoy elijo cambiar mi historia.
¿Y entonces?
Entonces date cuenta de que tu vida es sólo tuya y el que decide ser
feliz sos vos.
79. Tu corazón late

Vas creando lo que te contás.


Entonces lo vivís como real porque, si vos lo crees, vos lo creas.
Si juzgás tu vida como desgraciada, si sentís que tu pasado te
condena y que sos el resultado de tanta crueldad y tanto sufrimiento,
ese mundo estás creando. ¿Cuántas posibilidades se abren desde
ahí? Y cuando digo que estás creando no digo que estés inventando,
porque todos tus dolores vividos fueron sentidos, nadie puede poner
en duda eso.
Sólo que hay formas, hay lugares desde donde mirar el dolor.
Hay maneras de ver el sufrimiento desde aquel que fuiste en
aquellos tiempos o desde quien sos aquí y ahora.
Ya no sos el mismo.
Es como aprender a acariciar las heridas sin que duelan tanto.
La vida sólo nos pide que fluyamos mirando para donde mira la vida:
siempre adelante.
Vos creás el mundo que te contás.
Tal vez hoy puedas empezar a crear otras posibilidades mirando tu
mundo con otros ojos.
Después de todo, tu corazón late y estás acá.
Y ya que estás acá, ¿qué tal si disfrutás?
80. Mis maestros

En el camino de mi vida fui encontrando GRANDES MAESTROS.


Aquellos que me enseñaron con caricias y otros con cachetadas
(que con el tiempo supe tomarlos como buenos regalos más allá del
dolor).
Hoy puedo darme cuenta que de todo y de todos aprendí, que no
podría haber llegado a SER quien soy hoy sin todos ellos.
Padres, hermanos, sobrinos, compañeros, parejas, amores, hijos,
pacientes, amigos, alumnos, empresas, todos fueron y son mis
maestros.
La vida tiene estas cuestiones que por momentos nos hacen grandes
y por momentos nos hacen muy chiquitos.
Y todo forma parte del mismo aprendizaje.
Quienes supieron estar a mi lado en momentos difíciles fueron los
que me enseñaron el valor de la ayuda y del acompañamiento desde
el mejor lugar.
Los que me soltaron la mano me enseñaron que el otro es el otro y
que hace lo que puede.
Y entonces, al sentirme solo, me permitieron aprender a confiar en
mis propios recursos, y fue magnífico descubrirlos y saber de qué
soy capaz.
Por eso hoy, en el Día del Maestro, vaya mi enorme agradecimiento
a todos y a cada uno, por haber sido y seguir siendo una gran
posibilidad en mi vida.
Hoy me siento pleno, pasando por un momento de vida en el que
respirar se hace fácil, y el vivir cotidiano me llena de felicidad y
alegría.
Hoy puedo decir que soy feliz, y mis maestros tuvieron mucho que
ver en todo esto.
A todos ellos va mi ¡GRACIAS!
81. Invitación

Tal vez ahora, en este momento, tengas la sensación de que no


podés dar vuelta la página, o cerrar algún capítulo en tu vida.
Tratás de arrancar esa hoja, y pasar rápidamente a la otra, a una
nueva, para poder escribir más palabras tiernas y dibujar más
sonrisas.
Sin embargo, hacés intentos una y mil veces y siempre volvés a ese
lugar, a esa misma página.
Entonces te invito ahora, en este momento, a cerrar los ojos e
imaginar esa página a la que estás volviendo siempre.
Estás ahí, con esa hoja enfrente, y la empezás a leer.
¿Qué dice? ¿Qué nombre figura ahí repetidamente?
¿Qué imágenes encierran esos renglones de ese capítulo que no
podés cerrar?
Recorrás palabra por palabra...
Vas registrando toda emoción que aparece, lindos recuerdos,
momentos dolorosos, desilusión, frustración, cariño, amor, tristeza…
¿Qué más hay ahí?
Más de una emoción y miles de pensamientos.
Más de un sentir y millones de palabras desordenadas y caóticas
que van y vienen en el tiempo y se mezclan todas ahí, en esa última
página: la que no podés pasar, la que no podés dar vuelta.
Entonces respirás hondo abrazando todas las emociones.
Y en este imaginario tomás un lápiz del color que vos quieras, un
color que llame la atención… ¡que se vea!Porque te das cuenta de
que falta agregar una palabra a esta hoja.
Tal vez sea eso lo que te esté impidiendo darla vuelta y seguir.
Una sola palabra...
Cortita.
Chiquita.
Profunda.
De esas palabras que se usan como llaves, que no sólo cierran, sino
que abren...
Entonces mirás todo lo escrito, lo bueno y lo malo, lo amado y lo
sufrido, lo tan temido y lo tan esperado.
Respirás profundo, decís SÍ a todo, y con ese lápiz del color que
elegiste escribís en el último renglón: ¡GRACIAS!
82. Café con leche

De chico odiaba el café con leche.


Nunca supe si por su sabor o porque mi mamá me obligaba a
tomarlo antes de ir al cole.
Ella decía que me haría bien para mis huesos, así que era
obligatorio.
Nadie salía de la casa sin tomar el tazón de café con leche.
Cuando se distraía, yo aprovechaba y lo tiraba en la pileta de la
cocina, pero ella se daba cuenta y me volvía a preparar otro.
En ese momento odiaba a mi mamá y más al café con leche: era una
lucha que jamás ganaba.
Recién a mis 50 descubrí que me encanta el café con leche y no lo
reemplazo con nada en mis desayunos.
Mientras lo tomo, recuerdo aquellas épocas de mi infancia y no
entiendo cómo podía tirar ese manjar. ¿Cuántas cosas vamos
cambiando sin enterarnos? Cambiamos porque simplemente nunca
somos los mismos.
Lo que necesitamos o queremos en un determinado momento de
vida no siempre coincide con lo que necesitamos o queremos ahora.
El tema no es el cambio, el tema es darse la posibilidad de probar.
Sólo se trata de actualizar...
Cuántas veces nos quedamos en determinados lugares pasándola
mal sin cuestionarnos si es lo que queremos en ese momento.
Lugares elegidos en el pasado, simplemente, porque éramos otros.
Parejas, trabajos, amigos, ciudades… ¿Qué hace que nos
quedemos en lugares de malestar?
El chico que fui odiaba el café con leche.
Al adulto que soy le parece delicioso, y me di cuenta sólo porque me
di la posibilidad de volver a probar.
Así somos en la vida.
Todo cambia y, como cantaba Mercedes Sosa, que yo cambie no es
extraño.
Date la posibilidad de lo nuevo: el miedo siempre está, pero vale la
alegría (no la pena).
83. Simplificá

Algunos aprendieron a complejizar lo simple.


Y la vida así transcurre muy pesada.
Crean mundos donde todos están en contra de ellos y viven desde el
resentimiento de las cosas que no pudieron ser (por culpa de otros).
Y el gran aprendizaje es entrenarse en el arte de hacer simple lo
complejo sin dar tantas vueltas.
Sin tanto Gre Gre para decir Gregorio.
Permitirse lo fácil, besar más y pelearse menos con el mundo.
Ser más concreto para pedir sin dar tantas vueltas.
Dejar de esperar que el otro se dé cuenta.
Abrazar cada momento disfrutando de lo que hay y no de lo que falta.
No es mucho.
Es simple... punto.
84. Abrazos apretados

Están esos abrazos que te elevan a otra dimensión.


Que te dan la sensación de flotar en el aire pero al mismo tiempo te
sentís firme y seguro.
Esos abrazos apretados, que acarician el alma y que rozan
íntegramente tu Ser.
Abrazos mudos que hablan tanto, abrazos en silencio, sin palabras
donde no hace falta decir nada, porque todo está dicho.
Esos abrazos que son la síntesis perfecta de un sentir expresado tan
sencillamente simple.
Abrazos que sanan, que acompañan, que iluminan.
Abrazos que te atrapan y en los que uno quiere quedarse así, tan
atrapado.
Esos abrazos a los que mudarse, con todo el equipaje, para
quedarse a vivir ahí... para siempre.
Abrazos con ganas, abrazos con brazos y con corazón.
Abrazos que tejen redes que protegen, que nos hacen tocar el cielo
sin movernos del piso.
Abrazos que, más que unir, enlazan dos mundos haciéndose uno.
Abrazos de amor que derriten sin deshacerte, que te desarman sin
perderte.
Son esos abrazos que te recuerdan que estás en el mundo del otro y
el otro en tu mundo.
Abrazos que abrazan fuerte, que se sienten... tan especialmente.
Te abrazo, me abrazás.
Nos abrazamos.
Pero por favor... no me sueltes.
85. Hijos y divorcios

Separaciones, divorcios...
Nuestros hijos, para crecer sanos y felices, no necesitan ni más
juguetes, ni colegios caros, ni más computadoras, ni grandes regalos
ni tantos idiomas.
Los hijos necesitan tener el permiso de AMAR a ambos padres por
igual, sin sentir que si aman a uno son desleales con el otro.
Para crecer sanos, ni siquiera se necesita tener a los padres juntos
en la misma casa, sí tenerlos siempre juntos en nuestros corazones.
Y para que esto ocurra hay que sacarlos del campo de batalla,
dejando que los chicos hagan cosas de chicos.
La separación es de la pareja, y no hay mejor enseñanza que
mostrarle a un hijo a salir de un lugar donde uno ya no quiere estar
más.
La separación es de la pareja: jamás de los hijos.
86. La letra chica

Todos queremos enamorarnos, todos nos enamoramos, y es ahí


cuando nuestro corazón empieza a latir más fuerte: sentimos que
caminamos sumergidos en una nube, sin tocar el piso.
Nuestra alegría se vuelve más potente, nuestros sueños son más
nítidos y nuestras ganas de vivir se hacen más intensas.
Todo de repente cambia de color, todo ahora es tan lindo, la vida nos
sonríe en cada esquina y nos parece que al fin hemos encontrado lo
que tanto buscamos.
Hermoso... ¿no?
Claro que sí, y cuando esto pasa... ¡wow! Qué bueno es disfrutarlo a
pleno y vivirlo así, intensamente.
Pero nos olvidamos de leer la letra chica, nos olvidamos de que,
cuando entramos en una relación de pareja, corremos ciertos
riesgos...
Nos pueden dejar de amar, podemos dejar de amar, podemos
enamorarnos de otr@, nos pueden abandonar, nos pueden engañar,
todo eso puede pasar... con tan sólo abrirse al amor y estar en
pareja.
Nos pueden desilusionar, nos pueden estafar, nos pueden maltratar,
nos pueden ignorar, nos pueden rechazar...
Pero todo esto no lo tenemos en cuenta.
Si uno se quedara solo, nada de esto podría ocurrir.
Pero si decidimos estar en pareja… ¡hay que asumir riesgos!Pero
vos elegís.
Si querés enamorarte o encontrar ese amor, leé la letra chica, revisá
el contrato: todo forma parte de vivir y de estar en pareja.
87. Te libero

Te insisto en que hay una vida mejor.


Me insistís en que nada puede cambiar.
Te muestro y cerrás los ojos.
Me muevo hacia adelante y te quedás atrás.
Te doy mi mano, te tomo, me soltás...
Tan enamorad@ de vos y vos tan enamorad@ de tu lealtad, que te
envuelve y te atrapa.
Y te amo sí... pero más amo la liviandad que propone mi vida.
Sólo puedo prometerte meterme en el pozo para ayudar a sacarte
pero no para quedarme ahí.
Y después de invitarte más de mil y una vez a volar de a dos,
creyendo que era lo mejor, entendí que no podías.
No por testarudez ni por cobardía, sino porque hoy necesitás estar
ahí.
Y yo no tengo tiempo de esperar lo que tal vez nunca llegue.
Entonces entendí que lo mejor para mí no siempre es lo mejor para
vos.
Honro tu destino y lo que es mejor para vos.
Y honro mi vida, mis ganas y lo que es mejor para mí.
Te libero con dolor y amor.
Agradeciendo lo vivido.
Y lo aprendido.
Nadie puede vivir la vida por el otro.
88. Me sale bien sufrir

Y así, te vas enamorando tanto de tus pesares y sufrimientos que


cuesta cambiar el argumento de tu novela.
Es como que te mirás al espejo y decís: “Me sale bien sufrir”.
Ser Caperucita Roja, inocente, ingenua, sin una pizca de maldad,
pura bondad, caminando en un bosque lleno de Lobos peligrosos,
malos y feroces dispuestos a complicar la vida de todo ser bueno y
amable que se cruce en el camino.
Finalmente tal vez llega el día en que te das cuenta de que ningún
personaje de víctima garantiza la felicidad ni los finales felices de los
cuentos.
Que si comenzás a mirar lo que jamás viste podés darte cuenta de
que sólo necesitás hacerte cargo.
Que merecés cuidado y respeto, no compasión.
Bajarse del personaje del sufriente para encontrar tu deseo.
Simplemente con tu necesidad...
Nadie merece nada en especial.
La vida no te debe nada.
Sólo vos sabés...
Sólo vos podés...
89. Puedo volar

Sólo falta encontrarte en el mundo porque en mis pensamientos y en


mis ganas ya estás.
Sé que existís, sólo nos falta encontrarnos en el mismo sueño.
Ahora que puedo verte sin distraerme, ahora que me permito sentir y
me permito volar, sé que puedo solo, pero mejor si lo hacemos
juntos.
Traspasar lo impensado de la mano, a la par.
Disfrutar de quienes somos sin querer cambiarnos.
Pura vida, sólo canciones de melodías tan nuestras que iremos
creando paso a paso.
No hay apuro si estamos en sintonía.
Dos adultos que se encuentran pueden hacer cosas de adultos,
conjugando el verbo proyectar: yo proyecto, tú proyectas, nosotros
proyectamos... abrazados.
Saboreando la vida.
Te busco, sé que estás.
Sólo falta encontrarnos.
En el mismo querer.
Coincidir en la vida.
90. Vale la alegría

Agradezco profundamente cada dolor que sentí en mi vida.


Cada inquietud, cada “no entender”.
Cada pregunta hecha sin respuesta, porque me llevaron a más
preguntas.
Agradezco cada dificultad, a lo funcional y lo no funcional de mi
familia.
Después de todo, fueron los mismos dolores, las mismas penas, los
que me trajeron hasta acá, y descubrir que la vida merece ser vivida
desde lo sano y fluido.
Que nada se compara con la inmensa felicidad que da vivir en
coherencia con quien uno es.
Y desde ese lugar puedo acompañar a otros que sufren, con sus
propios dolores.
Todo lo vivido vale la alegría (no la pena), y entender que la vida se
construye de momentos...
Todo pasa.
91. La vida es corta

Los grandes problemas actuales son los que se generan en las


redes sociales.
No es lo que vemos, sino el mundo que vamos construyendo a partir
de lo que nos muestran.
Un “visto” sin responder podría significar la desconsideración más
grande.
Un “me gusta” en una foto o comentario, en esa persona mucho más
atractiva que yo, la más cruel de las infidelidades.
Una foto de una fiesta a la cual no fui invitado puede ser tomada
como el desprecio más hiriente.
Ni hablar de los amigos que van incorporando a otros amigos, ¡a
cientos! Y a mí... ya no me habla tan seguido como antes.
Y, lo que es peor, yo sigo con la misma cantidad de amigos desde
hace años.
Esos viajes inalcanzables y esas fotos en esos restaurantes tan
lujosos, y las preguntas vuelven una y otra vez: ¿cómo hace para ser
tan feliz?, ¿cómo gana tanta plata?
¿De qué te estás distrayendo?
¿Cuáles son tus sueños?
¿Cuáles son las cosas de tu cotidiano a las que les pondrías un “me
gusta”?
¿Y a cuáles no?
Hay tanto por hacer con tu vida; por ejemplo, ser feliz, y vos ¿dónde
estás mirando?
La vida sólo tiene un sentido: para adelante.
Y para seguir ese sentido hay que mirar, estar atento, no dejarnos
atrapar por la vida de otros, porque los otros están ocupados
viviendo sus propias vidas.
La vida es corta, es cierto pero, bien vivida, alcanza. Y justamente no
la vas a encontrar en Facebook.
La encontrás en este momento, en tu aquí y ahora.
Disfrutá al máximo.
Sé feliz...
No te distraigas.
92. Mirar de frente

Mirame de frente...
Sí, de frente, no de costado...
Porque si me mirás de frente podrás ver mis ojos, y en mi mirada
podrás encontrar las respuestas que se tienen cuando se puede ver.
Cuando se mira en silencio, uno permite que el sentimiento exprese,
que la emoción salga, esa que sólo se entiende cuando se mira a los
ojos, de frente.
Cuando se mira a los ojos, a veces las miradas abrazan, besan,
piden, acarician el alma.
Mirame de frente y no por la miradas de otros, aprendé a mirarme
porque cuando uno mira a los ojos, hasta cambia el color de ojos,
porque aparecen más brillos, aparece tu reflejo.
Mirame, porque necesitamos ser mirados.
Soltá el celular, el Twitter y el Facebook y mirame... que no se
pierdan las palabras, que no se pierdan las miradas... así, de frente.
Porque si me mirás de frente podés ver mi mirada, que no la
entenderás si mirás para otro lado.
Mirame, te miro, te veo, nos encontramos.
Sólo mirame… y el resto vendrá solo.
93. Honrar la vida

La vida nos muestra todo y nosotros vemos sólo lo que podemos.


Desde nuestra autonomía podemos decidir cuándo, dónde, qué,
cómo y con quién nos detenemos a mirar, y cuánto tiempo vamos a
estar en cada momento.
Hay momentos que merecen detenerse y saborearlos de a poco.
Otros, en cambio, nos sugieren ir más rápido, saliendo pronto.
¿Cómo nos damos cuenta? Siguiendo nuestra intuición y nuestras
sensaciones.
Cuando algo aprieta, algo incomoda, algo asfixia, ése no es un buen
lugar para estar.
Cuando algo me exige más de lo que puedo dar, más de lo que yo
puedo ser, ese lugar hay que soltarlo rápido antes de encariñarse y
quedarse… Escuchar las señales.
Si la alegría me invade, todo fluye con facilidad y siento que me
expando... ése es mi lugar.
Ciudades, parejas, trabajos, amistades, socios... todo me tiene que
dar la sensación de paz y liviandad.
Si no... ese lugar no es para mí.
Honrar la vida es darse cuenta y decidir.
Para no permanecer y transcurrir.
Porque no es lo mismo que vivir... honrar la vida.
94. A la vuelta de la esquina

La vida se presenta a mi favor, me guiña un ojo y me habla al oído.


Me viste de esperanza y me muestra de dónde sacar las fuerzas que
me hacen ir para adelante.
En la reconciliación con todo lo que fue: ahí está el motor de
arranque, ahí comienza eso raro y que tanto buscamos que
llamamos FELICIDAD.
Ahí está la calma del corazón y la paz del pensamiento.
Cuando no pretendo cambiar o modificar lo que pasó tratando de
entender el porqué.
La pregunta del porqué lleva a la explicación y a más dolor.
Después de todo la vida se vive y no se explica.
Pasamos tanto tiempo queriendo entender y al final nos damos
cuenta de que nunca logramos entender nada.
Que el pasado sigue siendo tan pasado y el otro tan otro.
La vida me enseña sobre el respeto: ¿quién soy yo para querer
modificar algo que ya pasó o para querer que el otro cambie, sólo
porque yo lo necesito?
Entonces es necesario aprender a ser más humilde, hacerse chiquito
frente a lo grande del destino, y desde ahí hacerse grande para
tomar la decisión de ser feliz... ¡al fin!
Sin exigencias, sin culpas, permitir sentirse en paz.
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
95. En movimiento

Ser feliz no es para cualquiera...


Hay que tener cojones para ser feliz, para cambiar el relato que te
venís contando.
MOVERSE.
Soltar, arriesgar, desobedecer, permitirse, gritar, MOVERSE,
lastimarse, sufrir, llorar...
ANIMARSE.
Transpirar, que el miedo invada, que la soledad inunde...
Porque no todos aplaudirán nuestras decisiones y no a todos les
importa qué tan felices somos.
Desgarrar, penar, aceptar, ver, decidir, perder, incomodar.
Respetarse, valorarse, quererse, decir basta, caminar, correr.
Respetarse otra vez y otra vez y una vez más...
ANIMARSE, MOVERSE.
Sacudirse, dejar de victimizarse, entender que al que le tiene que
importar tu felicidad es a vos mismo.
Ser feliz no es para cualquiera porque ser feliz es una decisión; tal
vez, la más importante que tomemos en nuestras vidas.
¡Hay que tener cojones para ser feliz!
ANIMATE, MOVETE.
No te vengo a decir que sea fácil, sólo te digo que es posible.
Aquí y ahora.
96. La transformación

El miedo, la culpa, la comodidad, la lealtad a nuestros ancestros y las


creencias limitantes que voy construyendo me van esclavizando.
Creo que el miedo es el que rige nuestros actos, tanto por ausencia
como por excesiva presencia. Y no es sencillo salir de nuestra zona
de confort, de lo que conocemos, de lo que controlamos, aunque ese
control finalmente nos controle a nosotros mismos. Entonces, ¿cómo
me libero?
Asumiendo la culpa, no luchando contra ella: la pelea nos esclaviza
aún más.
Entendiendo que la culpa es la emoción que aparece cuando uno
rompe mandatos, cuando uno se guía por lo que siente y quiere.
Entonces, la culpa es la emoción que habla de CRECIMIENTO.
Porque para crecer a veces es necesario transformar ciertas
creencias heredadas.
Cuando puedo unir y abrazar muy fuerte el miedo, la culpa, la pasión
y sólo mi necesidad y puedo permitirme hacer algo diferente, el éxito
es el único desenlace posible.
Dejate llevar por tus ganas, que siempre están allí esperándote.
Los sueños no se cumplen: ¡los sueños se viven!
Hacete grande.
97. Cambiar para sentir

Uno puede ir por la vida sin querer ver, sin querer escuchar, sin
querer decir…
Uno puede vivir sin sentir. Éstas son tendencias que fuimos
aprendiendo de acuerdo con nuestra historia, con nuestra
experiencia tan personal, son recursos que alguna vez nos han
protegido, que nos sirvieron en un momento de nuestra vida, y así
pudimos cuidarnos.
Y nos sirvieron tanto que pensamos que siempre nos van a servir.
Es lo que sabemos hacer tan bien.
Pero nos olvidamos que el tiempo pasa y no somos los mismos.
En cada etapa de nuestra vida tal vez necesitemos otros recursos:
nuevos, inventados, pero diferentes...
¿Y cómo se da cuenta uno de que los recursos ya no le sirven?
Cuando uno los pone en práctica como siempre pero no lo calman: el
no ver ya no me da tranquilidad, el no escuchar me aleja de los
resultados que busco, el no decir me llena de angustia y el no sentir
me separa de los que quiero.
Cuando no siento mi vida fluir, es ahí que tengo que repasar mis
tendencias.
Si siempre fui orgulloso, si me cuesta dar el brazo a torcer, ¿es esto
lo que me está dejando en paz en este momento? ¿Es esto lo que
hace que logre vivir en bienestar?
Actualizar, de eso se trata.
Reconocer y agradecer todos aquellos recursos utilizados en el
correr de mi vida.
Reconocerlos para darme cuenta de si son los que necesito ahora.
Nunca somos los mismos...
Así como todo cambia... ¡que yo cambie no es extraño!
98. La vida, el amor

Querés y no te animás...
Amás y no avanzás...
A veces el AMOR da tanto miedo que nos paraliza.
Las experiencias pasadas en el amar a veces asustan, nos hacen
chiquitos frente a algo tan riesgoso como es el amor.
¡Tan riesgoso y tan grande!
¡Tan riesgoso y tan hermoso!
Imaginamos lo que finalmente sentimos, lo vemos tan imposible.
Necesitás crecer para salir del miedo, crecer para decidir y asumir
las consecuencias.
Después de todo, la vida es puro amor, y tenerle miedo al amor es
como tenerle miedo a la vida.
Nadie es tan vulnerable para no poder soportar lo que se quiere
evitar.
A veces nos cuidamos tanto que nos perdemos la posibilidad de vivir
la más hermosa historia de amor.
Por si sale mal...
¿Y si sale bien? Si te dejás llevar por el corazón, ¿qué te está
diciendo?
¿Cuál es tu deseo?
¡No estamos en una edad para quedarnos con las ganas!
Vale la alegría (no más penas) empezar a correr riesgos...
Por ese instante, por lo que sentís en ese beso o en ese abrazo que
quisieras que fuera eterno.
¡Creciste! Andá, salí de tu nido y arriesgate...
La vida es corta pero, bien vivida, alcanza.
99. Aquí y ahora

Simplemente sucede...
No te resistas.
Nos guste o no.
Estemos de acuerdo o lo neguemos.
Podemos intentar prevenir o intentar borrar.
Pero simplemente sucede.
Ya sé, no lo buscaste.
Pero sucede de todos modos.
Los grandes males de la humanidad tienen que ver con querer
controlar lo que sucedió, lo que ya fue, lo que ya es.
Sentirse libre es tener la capacidad de integrar lo que pasa sin juzgar
tanto...
Sólo transitarlo y vivirlo sabiendo que si sucede es porque lo
necesitamos...
Y es lo mejor.
Después de todo la vida es lo que nos va sucediendo y no lo que
suponemos que tiene que suceder.
Abrirse a lo nuevo, sin manuales.
Y, más allá de todo, animarse a disfrutar.
Todo está en el aquí y ahora.
100. Mis palabras

ESPACIO DISPONIBLE PARA QUE EL LECTOR ENSAYE “SU”


TEXTO BREVE SOBRE SU VIDA
¡No te pierdas el contenido exclusivo en
BajaLibros!

Twitter

Facebook

Instagram
Otros títulos de la colección
Table of Contents
Portada
Créditos
Acerca de Cien pensamientos para la vida
Quién es Marcelo Brosky
Hacia la felicidad
1. Encontrarse
2. Mujeres
3. Levante la mano
4. Sacudite
5. Hacer un intervalo
6. Soltar
7. Abrazos
8. Preguntarse
9. ¿Dónde quedó?
10. Enamorarse
11. Sueños
12. Decidir
13. ¡Ma...!
14. ¿Ganarse la vida?
15. La libertad
16. Secreto
17. ¿Hasta cuándo?
18. Espero
19. Darse cuenta
20. Crecer
21. Abrazo
22. Buda
23. Disfrutar
24. Padres
25. Sombras
26. Educación
27. Alma
28. Enamorate
29. Independencia
30. Adulto feliz
31. La vara alta
32. Búsqueda y deseo
33. Partes
34. Derecho absoluto
35. Preguntas
36. Juegos
37. Ser feliz
38. Encuentro
39. Etapas
40. Simpleza
41. Regalo
42. Magia
43. Brindar sin culpa
44. And the winner is…
45. Sintonía
46. Perder todo
47. Plumazo
48. Dolor
49. Huir
50. Caricias
51. Elegir
52. Amarse
53. Tiempo
54. Mirar
55. Niño
56. Buen amor
57. Desagotar la bañera
58. Avanzar
59. Yo soy la víctima
60. ¿Qué, hay otro?
61. Nuevos besos
62. Padres e hijos
63. Somos diferentes, nada más
64. Buscar en otro lado
65. Estar donde quiero estar
66. Mi historia
67. Ahora me toca a mí
68. Ataduras
69. Cuatro estaciones
70. Estrella, no satélite
71. Disfraces sin sentido
72. Decidir duele
73. Tratate bien desde hoy
74. No esperes que te entiendan
75. No vale esconderse
76. Sin juzgar
77. Sueños olvidados
78. Nuevos abrazos
79. Tu corazón late
80. Mis maestros
81. Invitación
82. Café con leche
83. Simplificá
84. Abrazos apretados
85. Hijos y divorcios
86. La letra chica
87. Te libero
88. Me sale bien sufrir
89. Puedo volar
90. Vale la alegría
91. La vida es corta
92. Mirar de frente
93. Honrar la vida
94. A la vuelta de la esquina
95. En movimiento
96. La transformación
97. Cambiar para sentir
98. La vida, el amor
99. Aquí y ahora
100. Mis palabras
¡No te pierdas el contenido exclusivo en BajaLibros!
Otro título de la colección

También podría gustarte