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Enrique A. Eguiarte B.
El teatro es la ilusión.
Felipe Hurtado.
Resumen
El artículo aborda la obra narrativa y teatral de Elena Garro, para presentar en
primer lugar, una extensa biografía de la escritora mexicana, en vista de que las
biografías existentes son muy parciales y omiten muchos datos esenciales de su
vida. En segundo lugar se hace el análisis temático y semiótico tanto de sus no-
velas y cuentos así como de su teatro. Finalmente se ofrecen unas conclusiones.
Palabras claves. Elena Garro, Los Recuerdos del Porvenir, teatralidad de la novela.
Abstract
The article deals with the narrative and theatrical work of Elena Garro, in order
to present, firstly, an extensive biography of the Mexican writer, in view of the fact
that the existing biographies are very partial and omit many essential facts about
her life. Secondly, a thematic and semiotic analysis is made of her novels and
short stories as well as her theatre. Finally, some conclusions are offered.
Keywords. Elena Garro, Los Recuerdos del Porvenir, theatricality of the novel.
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3 Ibid., 63.
4 Idem.
5 Cf. Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, México, Seix Barral,
1986, 26.
6 Octavio Paz, Sor Juana..., 41.
7 Octavio Paz, El Laberinto..., 32.
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una lucha en defensa de los valores religiosos, de tal manera que se olviden
los intereses agrícolas y la reforma agraria 10.
Todos estos elementos de disfraz y fingimiento que conforman inevitable-
mente la cultura y el ser del mexicano, en donde se da la “imposible posibi-
lidad” 11, son también una de las razones por las cuales Elena Garro en sus
obras, al partir de una realidad mexicana, no puede prescindir de ella y ésta
queda asumida y asimilada por sus personajes y por las situaciones que ella
refleja en sus obras, bien sean dramáticas o narrativas.
A lo anteriormente dicho podríamos añadir un aspecto más: Elena Garro
tuvo la oportunidad de penetrar en este elemento esencial de la mexicanidad a
través de su contacto no sólo con el teatro, sino particularmente con los gran-
des creadores teatrales con los que colaboró como escenógrafa: Villaurrutia,
Bracho y Usigli. Elena Garro logra descubrir al gesticulador, que late detrás
de todo mexicano, al igual que lo hiciera y lo plasmara Rodolfo Usigli en su
obra El Gesticulador. 12
Así, dentro de sus obras, Elena Garro va a destacar esta realidad: hay
máscaras que muchas veces se superponen, como las mismas pirámides del
mundo prehispánico. El conocimiento de la verdad y de la realidad será en
muchas ocasiones, por tanto, una labor arqueológica de búsqueda entre los
estratos del disfraz, de la actuación y de la máscara .
Sus obras teatrales están llenas de máscaras multiformes y multicolores,
como las mismas máscaras y disfraces prehispánicos. Personajes que no sólo
actúan delante de un público, sino que a esta primera máscara añaden una se-
gunda, ya que se encuentran actuando delante de los otros actores, intentando
engañarlos para poder dominarlos. Esto sucede dentro de la obra teatral de
Elena Garro Ventura Allende, en la que un indio es engañado por un Puerco,
ya que éste llora, finge inocencia y seduce con sus palabras al indio, quien al
final de la obra acaba convirtiéndose en una oveja (124).
Lo mismo sucede en la obra Andarse por las Ramas, en la que el personaje
“Lagartito” pretende engañar y seducir a Tina, por lo que finge ser un tipo de
persona distinta de lo que realmente es. Tina se mantiene siempre alejada de
“Lagartito”, pues sabe que sus palabras y sus actitudes son engañosas (92).
10 Esta es la lectura que hace Marta Portal de la guerra cristera a partir de su presentación
en la novela Los Recuerdos del Porvenir de Elena Garro: “Para la autora el conflicto religiosos fue
una ‘causa fabricada’ por el gobierno para distraer de la repartición de tierras y, de paso, acabar
con los campesinos descontentos. Se insiste: ‘Entre porfiristas católicos y los revolucionarios ateos
preparaban la tumba del agrarismo’ “Marta Portal, Proceso narrativo de la revolución mexicana,
Madrid, Cultura hispánica, 1977, 230.
11 Octavio Paz, El Laberinto..., 120.
12 Cf. Rodolfo Usigli, El Gesticulador, en AA. VV., Teatro mexicano contemporáneo, Madrid,
Aguilar, 1962.
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En otras obras teatrales de Elena Garro, se presenta esta realidad del fin-
gimiento y del deseo de engañar a los demás personajes, utilizando máscaras
y valiéndose de disfraces, de una manera real o metafórica, como ya se ha
comentado en apartados anteriores.
Dentro de su producción narrativa, este elemento se encuentra también
presente. Muchos de los personajes de sus novelas actúan, se disfrazan o fin-
gen delante de los demás personajes, para engañar, para defenderse o bien
para conseguir sus propios fines.
Este elemento es tan importante para Elena Garro que algunas de sus no-
velas están construidas en torno a este tema, el del engaño y del fingimiento,
como son La casa junto al río, 13 en donde todo gira en torno a unas personas
ambiciosas que fingen ser “los Veronda” los parientes de Consuelo -la prota-
gonista de la novela-, para poder así quedarse con todos sus bienes. Y esto
sucede también en la novela Un corazón en un bote de basura, 14 en la que el
argumento se ciñe a una breve anécdota, en la que está presente un disfraz
utilizado con el deseo de amedrentar y de conseguir un fin específico, siendo
que paradójicamente lo que se consigue es el efecto contrario.
En el presente apartado presentaremos, en primer lugar, algunos de los
casos que se dan de actuación o de fingimientos dentro de las novelas de Ele-
na Garro. En un segundo inciso presentaremos los casos de personajes que se
disfrazan -rememorando las antiguas representaciones masivas prehispánicas
a las que ya hemos hecho alusión- con el propósito de fingir o de engañar a
los otros personajes dentro de las obras narrativas de Elena Garro. En muchas
ocasiones el hecho de disfrazarse va a traer consecuencias carnavalescas o
bien trágicas para los mismos personajes.
13 Cf. Elena Garro, La casa junto al río, México, Grijalbo, 1996. A partir de esta nota todas
las citas de esta obra siguen la misma edición.
14 Cf. Elena Garro, Un corazón en un bote de basura, México, Joaquín Mortiz, 1996. A partir
de esta nota todas las citas de esta obra siguen la misma edición.
15 Robert Anderson afirma que la etimología náhuatl de la palabra Ixtepec nos remite a dos
palabras: «tepetl» que significaría cerro o montaña, altura; e «ixte» que significa obsidiana, re-
cordando que esta piedra era utilizada para hacer espejos en los que los adivinos contemplaban el
futuro. Por ello Ixtepec significaría «la montaña de obsidiana», o «la montaña del espejo». Desde
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Su propósito era distraer la atención de los militares esa noche, para dar
oportunidad a que el padre Beltrán huyera de Ixtepec 16.
La fiesta funciona como un espacio de ocultación, “no sólo porque esconde
el verdadero significado de la fiesta, sino porque en ella se ocultan carteles y
armas, que representan la reacción del pueblo contra los militares”. 17
Sin embargo la fiesta va a tener un final fatídico, y va a acarrear, como en
la celebrada por el funeral de Susana San Juan en Pedro Páramo, la muerte
del pueblo 18, terminando “en un eterno baile inmóvil y terrible”. 19 Esta fiesta
está estrechamente relacionada con el grito de Felipe Hurtado con el que se
cierra la primera parte de la novela: “¡Dígale a Nicolás que estrene la obra de
teatro!” (143).
Este grito hace referencia directa a la obra teatral explícita, que tanto Hur-
tado como los Moncada y Conchita habían preparado en el teatro levantado en
casa de don Joaquín. Sin embargo este grito apunta también a esta nueva repre-
sentación teatral en un sentido amplio, ya que todo el pueblo actúa y de alguna
manera se estrena una obra de teatro. “A su vez la fiesta en casa de los Arrieta
tiene por misión continuar lo que había quedado interrumpido en la primera
parte: la recuperación de la ilusión a través de la falsedad dramática” 20.
Lo que se pretendía en la primera parte de la novela con el estreno teatral,
era el devolverle a Ixtepec la ilusión (72). Esta obra teatral en sentido lato,
consigue temporalmente los mismos efectos que la obra teatral explícita, ya
que los preparativos de la fiesta y su celebración causaron, en un primer mo-
mento, un clima de ilusión y de felicidad inusitados entre los habitantes de
Ixtepec (194). Mientras las máscaras estuvieron en su lugar, duró la ilusión.
Una vez que Rosas se quita la máscara y les deja entrever a los habitantes de
el principio de la novela se hace alusión a las apariencias y al contemplarse. Cf. Robert Anderson,
«La Realidad temporal en Los Recuerdos del Porvenir», en Explicación de textos literarios, IX, (25-
26) 1980-1981, 26-27.
16 Cf. Antonieta Eva Verwey, op. cit., 32. Ioanna R. Bartow hace una comparación entre la
fiesta en casa de los Arrieta presentada por Los Recuerdos del Porvenir y la fiesta organizada con
motivo de la muerte de Susana San Juan en Pedro Páramo, y llega a la conclusión que, indepen-
dientemente del motivo de la fiesta, ambas conducen trágicamente a la muerte del pueblo: «The
two works share many plot details such as that of the fiestas: one in response to Susana San Juan’s
death in Pedro Páramo and the other for the pourpose of distracting General Rosas in Recuerdos.
Although they have different causes, they both assure the death of the town”. Ioanna Bartow,»I-
solation and madness: Collective Memory and Women in Los Recuerdos del Porvenir and Pedro
Páramo» en Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol. XVIII, 1, Otoño 1993, 2.
17 Cristina Galli, «Las formas de violencia en Los Recuerdos del Porvenir», en Revista
Iberoamericana, LVI, 150, 1990, 219.
18 Ioanna Bartow, art. cit., 2.
19 María M. Caballero W., Femenino plural. La mujer en la literatura, Pamplona, EUNSA,
1998, 87-88.
20 Javier de Navascués, “La teatralidad...”, 16.
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Ixtepec que él ya sabía que todo era un engaño, desaparece la ilusión para
dejar lugar al desencanto y a la tragedia.
En esta fiesta 21, pues, se da el fingimiento y la actuación 22. Todos mien-
ten. Hay un contraste entre las apariencias y la realidad. 23
El general, en un principio, se muestra complaciente y educado:
El general Francisco Rosas, alto, silencioso, con el sombrero tejano
echado para atrás, las botas muy brillantes, el pantalón y la camisola
militar de gabardina clara, apareció entre nosotros rodeado de las tres
jóvenes y entró en el zaguán de los Arrieta […] se descubrió despacio,
esbozó una sonrisa que parecía una burla y se inclinó respetuoso ante
su huésped. Sus asistentes lo imitaron y el grupo avanzó por el corre-
dor iluminado saludando a los invitados con breves inclinaciones de
cabeza.(197)
21 El mismo motivo de una fiesta en la que los anfitriones actúan delante de los invitados,
es presentada por Augusto Roa Bastos en su novela Hijo de Hombre, en la que se dedica uno de
los capítulos a hablar de una fiesta que, paralelamente a la fiesta de Ixtepec, el pueblo de Sapukai
ofrece en honor del capitán Mareco y de su ejército. Al igual que en Ixtepec, el capitán Mareco,
-como el general Rosas- a pesar de su juventud, se mantiene ajeno a la fiesta, mientras que las
damas del comité organizador y las maestras se desviven por atender a los militares. Todo ello es
una mascarada, pues el pueblo no aprecia a los militares, sino que les tiene un gran miedo, por lo
que desean halagarlos y así comprar de alguna manera su favor: «Las damas de la comisión pro
templo hacían los honores y atendían solícitas el ambigú, secundadas por las maestras y las demás
muchachas que se turnaban para servir a los invitados(...) El capitán Mareco no bailaba, lo que
no dejaba de extrañar a jóvenes y viejos, pues él mismo no era más que un muchacho, a quien
el mando y las circunstancias comunicaban una forzada madurez». Augusto Roa Bastos, Hijo de
hombre, Barcelona, Plaza & Janés, 1994, 192. La fiesta se convierte también, como en Ixtepec, en
motivo de espectáculo para la gente común del pueblo (193). En esta fiesta se presenta disfrazado
un hombre perseguido a muerte por el capitán Mareco, sin ser reconocido por él (193-194). La
fiesta al igual que la de Ixtepec termina de manera teatral e irónica, ya que de pronto el recinto de
la fiesta es invadido por un grupo de leprosos que hacen huir a todos los invitados, y la convierten
en un grotesco carnaval de monstruos humanos con máscaras purulentas que bailan al son de la
música de un arpista ciego (195).
22 « La fiesta de los Arrieta -ese episodio que tanto gustaba a Octavio Paz- desencadena
una serie de comportamientos teatrales (...)Todos mienten: los rico de la ciudad fingen simpatía
por los militares y éstos, a su vez, siguen conscientemente la treta dejándose halagar». Javier de
Navascués, “Historia real ...”, 245.
23 “The ultimate contrast of appearance versus reality culminantes the long list of opposites
that exist side by side (...) in so many Garro’s other works, both narrative and dramati. Garro’s pre-
sentation of simultaneously existing dichotomies that ultimately resolve themselves in new levels
of authority illustrates the nascence of dynamic tension that can be grasped palpably by the read-
er.” Catherine Larson, “The Dynamics of Conflict in ‘¿Qué hora es?’ and ‘El duende’ “, en Anita
Stoll (ed.) A Different..., 115.
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del pueblo se encargan de servir a los militares. En Los Recuerdos del Porvenir,
la simulación y el fingimiento es manifestado por la diana honrosa que resuena
al entrar los militares en la casa del doctor Arrieta, causando el asombro de
muchos de los convidados:
Don Pepe Ocampo corrió a hablar con el maestro Batalla que desde
el fondo del jardín contemplaba asombrado el paso de la comitiva. Y
entonces estalló la diana (197).
Lo que los habitantes de Ixtepec ignoran, es que el general se les ha ade-
lantado en la actuación, y él ya sabe que la fiesta es una parodia, una trampa.
Por ello, con gran sarcasmo y gusto, se une a ella actuando también, fingiendo
que no sabe nada, para dejar que el plan siga su curso y poder aprehender al
padre Beltrán y a sus secuaces.
A través de Inés, criada de las Montúfar y novia a su vez del sargento
Illescas (259), el general Rosas estaba informado de que esa noche el Padre
Beltrán, vestido con las ropas del loco Juan Cariño, acompañado por los Mon-
cada y el sacristán don Roque, iban a intentar huir hacia Tetela, aprovechando
la distracción de los militares.
A lo largo de la fiesta, las diferentes personalidades de Ixtepec se esfuer-
zan en fingir amabilidad y cortesía con los militares. Por su parte el general
Rosas intenta corresponder a la cortesía fingida con una cortesía irónica, pues
sabe los verdaderos motivos de la fiesta. Así, saca a bailar cortésmente a las
tres señoritas que habían ido a buscarlo y responde educadamente a todas las
personas que se dirigen a él.
Llegado el momento oportuno, los militares expresan su deseo de retirar-
se, ya que, de acuerdo al plan preestablecido, Rosas debe abandonar la fiesta
para supervisar la emboscada que les han puesto al Padre Beltrán y a sus
compañeros. El anuncio de la partida de Rosas hace que los ixtepequeños se
estremezcan y que intenten retener el mayor tiempo posible al general Rosas
y a los militares. Para ello le piden a Isabel que saque a bailar al general.
Éste acepta, y por unos instantes más, baila con Isabel. Sin embargo, pronto
es interrumpido y debe abandonar la fiesta, no sin antes dejar prisioneros,
sutilmente, a sus anfitriones dentro de la fiesta, afirmando que volverá a cerrar
la celebración:
–Por desgracia tengo que ausentarme– agregó Rosas, sonriendo a
su vez.
–¿Ausentarse?... ¿Otra vez nos amenaza con dejarnos?... ¿Y la fies-
ta?... ¡Era para usted general!
Francisco Rosas la miró hasta el fondo de los ojos mitad con admi-
ración, mitad con curiosidad.
–Tengo que ausentarme– repitió.
–Pero...¿va usted a volver?– suplicó la señora como pidiendo una
última gracia [...]
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27 “(...)Todos cuidamos que ‘nadie falte el respeto a las señoras’, noción universal, sin duda,
pero que en México se lleva hasta sus últimas consecuencias. Gracias a ella se suavizan muchas
de las asperezas de nuestras relaciones de «hombre a hombre»(...) Octavio Paz, El Laberinto ..., 41.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 113
ramillete, como parte de su papel de caballero ante una anciana gentil y ama-
ble, siendo que él en su fuero interno se siente una vez más ridículo y quisiera
arrojar lejos de sí el mencionado ramillete floral. El texto subraya, con una
sonrisa irónica, la actuación de ambos personajes:
[...] La puerta de Dorotea se abrió y ésta salió a la calle precipitada.
–¡General!...¡General!...
[...] Y Dorotea sin alientos[sic] por la carrera le tendió el ramillete
de rosas y jazmines que había olvidado sobre su silla de tule. El militar
enrojeció y cogió las flores [...] Y se alejó sin atreverse a arrojar el ramo.
Se sentía observado por la anciana que en mitad de la calle, inmóvil,
sonriente lo veía alejarse (181).
Justo Corona acepta las flores que Dorotea le ha regalado, así como la as-
censión de grado, de coronel a general. A pesar de las flores, Rosas no acepta
el fracaso de Justo Corona, por lo que tendrá que idear un nuevo plan para
descubrir lo que Ixtepec le quiere ocultar.
Mascarada y Anagnórisis
Dentro de Los Recuerdos del Porvenir se dan otros casos más de actuación
y de fingimiento, con el deseo de engañar a otros personajes, o bien de simular
alguna situación. Así hay una actuación en el comportamiento de las Montúfar
frente al coronel Corona, quienes intentan convencerlo de su propia inocencia
e ignorancia (173- 176).
Por otro lado, la noche en la que se organiza la fiesta en la casa del doctor
Arrieta, “la fiesta de las decentes” (231), las amantes de los militares, que no
habían sido invitadas a la fiesta por razones evidentes, deciden abandonar a
los militares para comenzar un nuevo tipo de vida lejos de Ixtepec. Para ello
se dirigen a la caballeriza, en donde le piden al caballerango Fausto, que les
ensille diversos caballos, y así poder cumplir sus planes (234).
Al llegar a la caballeriza se percatan de que Fausto está ebrio, por lo que
éste festeja la presencia de las amantes de los militares. Las mujeres, a pesar
del estado de ebriedad del caballerango, fingen delante de él, diciéndole que
van a dar un paseo y dejando que la fantasía etílica del hombre, complete el
argumento. Sin embargo, después del aparente éxito conseguido, se van a dar
cuenta de que el caballerango también estaba fingiendo y que logra engañar-
las, frustrando diametralmente sus planes, ya que después de decirles que va
a ensillar los caballos que le han pedido, lo único que hace es fugarse de la
caballeriza, dejando a las amantes sin posibilidad de huir (237).
Otro fingimiento más lo hace don Joaquín delante del general Rosas, la
noche en que éste va, junto con sus subalternos y la banda militar, “a tronar un
conejo” (142), a coger a Felipe Hurtado para quitarle la vida. Todo el tiempo,
don Joaquín finge amabilidad y bonhomía, con el deseo de persuadir al gene-
ral de su amistad y así poder conseguir que éste le perdone la vida a Felipe
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 115
28 Cf. Mark Frisch, “Absurdity, Death and Search for Meaning in Two of Elena Garro’s Nov-
els”, en Anita Stoll (ed.) A Different..., 189.
29 «La nostalgia en Consuelo hace que experimente el deseo de volver a su suelo natal de
donde salió cuando era niña cerrando así, el círculo vital que inició en su niñez. Regresar es una
forma de volver a vivir.» Marta A. Umanzor, op. cit., 135.
30 Cf. M. Patricia Mosier, «Protagonista y lector como detectives: Punto de vista en La casa
junto al río de Elena Garro», en Texto crítico, 1987, 13 (36-37), 93.
31 Cf. Anita Stoll, « La casa junto al río as Mythic Pattern», en Anita Stoll (ed.) A Different
..., p. 162 ; Cf. Michèle Muncy, «Elena Garro and the Narrative of Cruelty», en Anita Stoll (ed.) A
Different..., 156.
32 “The color black is present in objects such as the umbrellas and clothing; there are also
words conveying a sense of black such as ‘noche’, ‘oscuridad’, ‘tinieblas ‘ (...) The murderer Ra-
mona is always described in terms of blackness or darkness. While we normally think of black as
symbolic for death, it also traditionally represents the beginning, germinal stage of all processes.”
Anita Stoll, “La casa...”, 164.
116 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
41 Ibid., 163-164.
42 Cf. Mark Frisch, art. cit., 187.
120 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Un primo de Úrsula, Jesús, planea una estratagema para hacer que Úrsula
abandone al amante eslavo y restablezca la relación con su amante francés
André, quien pertenece a una clase social superior a Dimitri.
Para ello hace que Martín, un amigo suyo, se disfrace de espía ruso con
un astracán, para amedrentar a Úrsula y hacer que ésta abandone al amante
eslavo. Sin embargo Úrsula, en lugar de abandonarlo, huye con él, con lo que
queda frustrado el deseo y los planes de Jesús y la pantomima resulta fallida.
Mientras planea la farsa, Jesús finge en todas las ocasiones que se encuen-
tra con Úrsula, presentándose como una figura tutelar y jovial ante ella (42-43).
Esta actitud de Jesús despierta en Úrsula la confianza en él. Por ello, una
vez que la mascarada rusa ha comenzado, con el “hombre del gorro de astra-
cán” persiguiendo por todas partes a Úrsula, ésta recurre a Jesús para pedirle
ayuda y consejo, siendo que Jesús es el director y principal guionista de la
farsa de la que Úrsula es víctima:
Al mediodía, Adela le avisó que abajo esperaba el señorito Jesús.
Bajó como una exhalación y encontró a su primo tan elegante como
siempre, esperándola de pie en el salón [...]
–Pues por la urgencia de los recados que me dejó Adela, pensé que
querrías verme. Es igual, mira para estar a la moda te pondré un ultimá-
tum: pasado mañana a las cinco vendré a buscarte y nos iremos a cazar
conejos a la finca. Por supuesto que tú como París bien valen una misa.
De modo que desafío la cólera de Alfonso– dijo alegre (66).
André también resultó involucrado en la farsa del “hombre del gorro de as-
tracán” y de principio había ya asumido el papel que Jesús le había asignado
en sus planes: el de convertirse en el salvador de Úrsula y el que la rescatara
de las manos del amante eslavo:
–Mira Úrsula, debes salir de este mundo de fantasía... vendré por ti
a las once de la mañana. Así no irás a ver al hombre ese del gorro de
astracán. ¡Debes salir de tantas fantasías! ¿No cambiarás de opinión?-
preguntó ansioso.
Úrsula negó con la cabeza. Parecía triste. André la tomó por la barbilla:
–Allí te olvidarás de todo. (69).
Paralelamente al texto bíblico que hemos citado al principio, se presentan
una serie de signos que deben ser descifrados. Así, se nos dice en la novela
que el misterioso “hombre del gorro de astracán”, de pronto le regala a Úrsula
un libro en el que están contenidos algunos cuadros. Misteriosamente junto a
algunos de estos cuadros están anotadas unas horas y lugares.
A Úrsula este hecho le confirma en la idea de que el “hombre del gorro de
astracán “ es un espía que desea advertirle del peligro que implica el man-
tener una relación sentimental con Dimitri. Sin embargo para Martín y para
Jesús, estos elementos son parte del juego y el motivo del libro les sirve para
reforzar el engaño:
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 121
–Mira que soy imbécil. ¿Sabes que estás guapísima? Deberías ca-
sarte conmigo. Juntos podríamos hacer barbaridades. ¡Eso sí que sería
un buen golpe!– dijo alegre.
–¿Lo dices en serio? –preguntó Úrsula mirándolo a los ojos.
–¿En serio? ¡Es lo único serio y sensato que he dicho en mi vida!
[...]
Ordenó al taxi su dirección y resolvió su inexistencia [de Úrsula]. En
realidad Úrsula sólo tomaba forma cuando estaba frente a él, después
se desdibujaba en una mancha aureolada por su propia risa, que ella
compartía (36).
Por último, finge también Charlotte, la novia oficial de André, quien in-
tenta hacer que todo vuelva a la normalidad una vez que son descubiertas las
palabra escritas con jabón por Úrsula en el espejo del salón (9).
mientos que ella debe tener, o del castigo que debe recibir de parte de la vida,
por lo que le reitera que ya ha sufrido suficiente y que se convierte ahora en
su mesías, en la persona que la ha de llevar a comprar el traje y preparar así
el momento gozoso de la fiesta:
–Mira para compensarte, te llevaré a una recepción el lunes. Tu
abuelita Pili se encargará de comprarte el vestido.
Pili avanzó hasta mí con aire consternado, me pasó la mano por los
cabellos y sonrió con dulzura.
–Sí hijita. No llores; eres una niña. Mira, mañana, después del entie-
rro, iremos a buscar un traje de fiesta para ti. No creo que tu mamacita
se oponga ¡ya has sufrido bastante! Sí has sufrido demasiado, con tanta
locura que hay en tu casa... (54)
La actuación y el fingimiento de la abuela -con todos los matices anterior-
mente señalados- resulta tan convincente, que Irene vacila y llega a pensar
que el juicio que se había hecho sobre su abuela y su padre es erróneo, y que
en realidad su abuela lo que busca es su bien y que le tiene un profundo ca-
riño. Comienza así a caer en el juego engañoso que Gerardo y Pili cruelmente
le han preparado:
Me sentí confundida y enrojecí con violencia, invadida por senti-
mientos contradictorios. La muerte de mi abuelo me liberaba de vivir
con Pili y Gerardo, que ahora no me parecían tan diabólicos. Tal vez
los había juzgado injustamente y en realidad me tenían afecto, ya que
su primer pensamiento era el de consolarme. La promesa de un traje y
de una fiesta me distrajeron del hecho misterioso de la muerte de mi
abuelo (54).
Una vez que el terreno ha sido abonado y que Irene confía en ellos y cree
que realmente la van a llevar a la fiesta, Pili va con ella a recorrer tiendas. Lo
que busca Pili es que desaparezca de Irene el último sentimiento de duda, y
así alimente y haga crecer la ilusión que resultará después vana, y poder de
esta manera, herir más profundamente a la joven, pues a mayor ilusión, mayor
sufrimiento si esa ilusión se malogra. Para ello Pilar finge cariño, dulzura e
interés por su nieta, mostrándose solícita y servicial. Esto provoca una vez más
un conflicto interno en Irene:
Mi abuela y yo fuimos a recorrer tiendas. Pili desplegó ante mí ves-
tidos lujosos que no pude apreciar debido al cansancio y al estupor que
me invadía.
–¡Mira éste!...¡Mira éste!, ¡te iría tan bien...!
¿Porqué debía escoger justamente esa mañana un traje de baile si
antes no lo tuve nunca? Deseaba ir a mi casa y la solicitud de mi abuela
paterna, su voz cariñosa y su sonrisa humilde, me produjo un sentimien-
to de culpa, pero recordaba a Natalia y pensé que traicionaba a las dos.
(65).
124 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Por otra parte, el traje rojo se convierte para Irene en el símbolo del fuego
con el que ella podría quemar toda la mezquindad y la mediocridad que la
rodea y poder irradiar vida, calor y luz (54).
La última actuación –antes de dejar caer a Irene el abismo de su deses-
peración, del darse cuenta de las actuaciones de su padre y de su abuela–, la
realiza Gerardo, su padre, quien la acompaña a la casa de su madre, Natalia.
Ahí despliega una actuación protectora y paternal, subrayando todos aquellos
elementos que tienen que ver con el bien de Irene. Ésta por su parte cree que
es verdad lo que su padre ha dicho, y por primera vez en la novela, se siente
protegida por él. El fingimiento del padre no sólo prepara cruelmente la de-
cepción de Irene, sino que ella misma le sirve de instrumento a Gerardo para
atacar a Natalia y poder hacerle ver sus defectos y su propia debilidad (73).
Según cuenta el relato, Irene está plenamente convencida de la veracidad
de las afirmaciones de su padre y de Pili, por lo que auténticamente vive en
su interior un revuelo de sentimientos encontrados, de dolor y gozo al mismo
tiempo, cayendo de lleno en la trampa a la que las acciones fingidas de su
padre y de su abuela le han conducido:
[...] yo luchaba entre el placer producido por el juicio de mi abuela,
el dolor por la muerte de mi abuelo Antonio y el regocijo por aquel pri-
mer traje y aquella primera fiesta (74).
Finalmente la abuela desvela su fingimiento, no sin antes disfrutar de las
últimas cuatro horas del engaño, alargando su placer de dañar a Irene a través
del aplazamiento del momento de descubrir su simulación. Así, sabemos que
a las diez de la mañana salen de la casa y en lugar de dirigirse a la tienda
de la francesa, en donde se encuentra el vestido rojo que le había gustado a
Irene, se encaminan primero a otras tiendas, en las que la abuela le obliga a
Irene a probarse una serie interminable de trajes, para aumentar su deseo de
reencontrarse con el vestido rojo (78).
La actuación fatal y final tiene sus propios presagios. Una vez que van
camino de la tienda de la francesa, Irene observa el rostro de su abuela que de
pronto se demuda, como si se deshiciera de una máscara y asumiera su actitud
acostumbrada de ruindad y crueldad, y se dispusiera a hacer algo maligno:
Pancho nos llevó a la tienda de la francesa. En el trayecto me asustó
la tensión del rostro de mi abuela: se diría que se preparaba para hacer
algo perverso (85).
Ha llegado el momento magistral en donde la abuela va a actuar delante
de la francesa, presentándose como una víctima de su nieta —uno de los pa-
peles favoritos, y que ella representaba frecuentemente (35) —, que a su vez
es presentada como una joven sin conciencia y sin escrúpulos, ya que no le
da importancia al ir a una fiesta, y vestida llamativamente de rojo, a pesar de
la muerte reciente de su abuelo, a quien decía amar tanto. Con ello Pili lo-
gra realzar la frivolidad y falsedad de Irene, socavando cruelmente, al mismo
126 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Irene en esos momentos se percata de toda la trama tan cruel que su padre
y Pili han tejido en contra suya, y que no puede disculparse ni justificar de
ninguna manera su actuación, ya que se encuentra envuelta sutilmente en las
redes de lo planeado por su padre y por Pili (79).
Una vez en la casa de Natalia, Gerardo y Pili quieren repetir su juego. Esta
vez con Natalia, madre de Irene. Para ello le hacen propuestas encontradas, al
hacerle ver que no se puede ir a una fiesta al estar de duelo, acentuando sus
palabras con un tono trágico y utilizando diminutivos como “papacito”, para
dulcificar y disfrazar la intención malévola. Por otra parte, le sugieren que si
quiere que Irene vaya a la fiesta- una vez que se ha sentado bien claro que
ésta es una profanación del recuerdo del abuelo- que ella ponga dinero para
comprarle a Irene el vestido (85).
Natalia, finalmente rompe su silencio y les hace ver que ella no es tan in-
genua como para creer su fingimiento y que ya es hora de dejar de representar
papeles crueles y de lastimar a la gente sin motivo, pues ella ha sido su vícti-
ma en otras muchas actuaciones que ambos han realizado:
–Sabía que jugaban con ella como han jugado conmigo– contestó
con aire cansado (81).
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 127
el coche con Eugenio Yáñez, le confiesa que tiene en su propia casa una copia
de todos esos archivos 43.
Asimismo, cuando Eugenio Yáñez lo lleva en su coche hacia su casa, Eu-
lalio deja caer su máscara y declara abiertamente que no existe ningún tipo
de amistad que le una a ninguno de los otros obreros e incluso llega a afirmar
que si Ignacio, con quien ha aparentado una mayor cercanía, llega a fallar, es
preciso “echarlo a los leones” (23), frase que estremece a Eugenio y que de
pronto le hace abrir los ojos y saber que con Eulalio debe tener más cuidado.
Eulalio es el gesticulador que asume el papel de Judas. Es el que actúa
como traidor, como el que entrega a aquellos por los que ha fingido cercanía
y amistad.
Eulalio finge ser un obrero con ideas revolucionarias y se mezcla con los
obreros inconformes. Para acentuar su papel de revolucionario y convencer a
los demás de su autenticidad, toma continuamente la palabra en largos mo-
nólogos en los que habla disparatadamente, llenando su discurso de lugares
comunes y de frases propias del marxismo y del comunismo:
De pronto Eulalio rompió el silencio; empezó a hablar con vehe-
mencia en una jerga revolucionaria en la que abundaban las palabras
carcomidas en las tribunas políticas. Ignacio, el amigo del orador aceptó
con paciencia aquel diluvio de palabras, mientras que Pedro y Tito ob-
servaban con curiosidad la estatura mínima de Eulalio y su abundante
gordura, como si fuera la primera vez que lo veían (21).
Sin embargo, más adelante se nos revela la verdadera identidad de Eula-
lio. Él no es un obrero común y corriente, sino que se trata de un infiltrado.
Eulalio es “una oreja del gobierno” (53), un traidor, un espía puesto por las
autoridades para informarles de los diversos movimientos de los huelguistas
y para tenerles al tanto de los nombres de los dirigentes del movimiento y de
sus diversos planes. Se mezcla entre los obreros para ocultar sus verdaderas
intenciones. Actúa ante los demás obreros para convencerlos de su fingida
autenticidad.
Todo ello le lleva al protagonista a la conclusión de que México es un
pueblo de vendidos 44, de actores y gesticuladores, que por una determinada
remuneración económica, renuncian a sus ideales y a su propia identidad,
para convertirse en actores a los que se les pide una determinada actuación,
o el desempeño de un papel, sin importar el que tengan que fingir o el que
tengan después que traicionar a aquellos que han pensado que sus palabras
43 Elena Garro, Y Matarazo no llamó..., México, Grijalbo, 1991, 23. A partir de esta nota,
todas las citas siguen la misma edición.
44 Carlos Fuentes en su obra La Frontera de cristal se refiere a México y a su gente como
un pueblo de agachados: «Unos cuantos chingones esclavizan a una bola de agachados». Carlos
Fuentes, La Frontera de cristal, Madrid, Alfaguara, 1996, 235.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 129
45 «Asimismo hay detalles pequeños de la historia mexicana de la época que también han
sufrido alguna transformación. El P. Beltrán no es otro que el P. Oro, sacerdote de Iguala, asesinado
por el ejército federal.» Javier de Navascués, «Historia real...”, 234.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 131
46 - «Yo lo vi entrar... Juan Cariño entró dos veces pero la primera vez era el padre vestido
con la ropa del señor presidente. Entonces saliste tú con el bulto de la ropa y se lo llevaste a casa
de Dorotea en donde esperaba el señor presidente, que se vistió y se vino y tú te trajiste la sotana
del padre. ¿Te acuerdas? Fue la misma noche que le dieron la pedriza a don Roque. ¡Quién sabe
desde cuándo estaría el padre escondido en la casa de Dorotea!...
-Así fue. No había lugar para Don Roque y para mí. El estaba muy mal herido y yo tenía que
irme, y si no hubiera sido por mis amigos hace ya mucho que estaría fusilado- aceptó el padre». (244)
47 María M. Caballero W., op. cit., 88; Cf. Javier de Navascués, “Historia real...”, 233.; Cf.
Marta Portal, op. cit., 230.
48 El disfraz es utilizado a menudo en las obras de teatro de Elena Garro. Así en Andarse
por las ramas, en un momento determinado, Polito, uno de los personajes, para romper con el am-
biente de excesiva formalidad y rigidez puritana de su padre, se coloca de pronto una caperuza de
arlequín llena de cascabeles y baila al ritmo del ‘Danubio Azul’(87). «Polito se pone la caperuza
arlequinesca, con sus tintineantes cascabeles haciendo funcionar el accesorio escénico hasta en-
tonces muerto, que ahora efectivamente, con sonido y movimiento, toma su papel de representante
de la espontaneidad». Anne-Grethe Ostergaard, art. cit., 58. Sobre este tema, Cf. Sylvia Balder-
rana-Virginia Gutiérrez, op. cit., 112.
132 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
vestidos son una prueba más para el juicio. El sacerdote no puede ocultar su
enfado y protesta contra la decisión de Rosas:
–Sí señor, se le dará ropa interior limpia, pero seguirá usted vestido
como está. Es una prueba...
El sacerdote no contestó. Rojo de ira, firmó sus declaraciones y salió
del despacho de Rosas sin despedirse (247).
Al loco Juan Cariño, por su parte, se le hace saber que deberá asistir al
juicio vestido con la sotana del sacerdote, con lo que no sólo se reitera la idea
de la trágica farsa que Rosas está preparando, sino que también se le obliga
a permanecer disfrazado hasta el día en el que se le conceda la libertad. El
enfado del loco no hace sino provocar la risa del general Rosas:
[...] pero al oír que tendría que asistir al juicio vestido con la sotana
del sacerdote, estalló en cólera [...]
–¿El general ignora que desde 1857 existe la separación entre la
Iglesia y el Estado? [...]
–Entonces, ¿cómo se atreve a volver permanente este fortuito cam-
bio de investiduras? ¡Quiero hace constar mi protesta por este nuevo
atropello! -Y Juan Cariño ordenó al taquígrafo que hiciera valer su pro-
testa y la mala fe de su adversario el usurpador [...] (248)
49 “From the moment Julia had gotten off the troop train at Ixtepec, she was considered a
danger to any and all men: an “alien presence” and different from all other women. The very way
she talked, walked, and looked at a man left her imprint forever engraved in his mind’s eye”: Betti-
na Knapp, Elena Garro’s Recollections of Things to Come: ‘Exiles from happiness’ “, en Confluencia,
Spring 5 (2), 1990, 74.
50 Patricia Rosas Lopátegui, «Los espacios ...”, 102.
51 Cf. Sandra M. Cypess, “The Figure ...”, 122.
52 Cf. Marta A. Umanzor, op. cit. , 93.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 135
58 En la obra de Elena Garro Un Hogar sólido, se habla de Vicente Mejía, un personaje pa-
ralelo al general Rosas, quien baila con una mujer vestida con un traje rosa, teniendo sus acciones
un trasfondo de insinuación erótica:
Vicente.- ¡Tú no cambiaste para bien, Jesusita! A todo le pones pero. Antes tan risueña que
eras. ¡Lo único que te gustaba era bailar polkas! (Tararea «Jesusita en Chihuahua» y hace unos pa-
sos) ¿Te acuerdas cómo bailamos en aquel Carnaval? (Sigue bailando) Tu traje rosa giraba, giraba
y tu cuello estaba muy cerca de mi boca... (19).
59 En la obra de teatro de Elena Garro Los Pilares de doña Blanca, en la que la protago-
nista, Doña Blanca actúa delante de cuatro caballeros, ella es presentada en escena llevando un
paraguas de color rojo, como símbolo de la pasión, pero es también un disfraz, como lo va a ser el
mismo vestido de Isabel en Los Recuerdos del Porvenir. Así en el texto se hace un paralelismo entre
el paraguas (sombrilla) rojo y las «narices»:
“Blanca.- ¡Ya voy amor! (Salta encima de la muralla, y se pasea alrededor de la torre. Abre su
sombrilla roja)
Caballero Y.- (Entrando) ¡La luna con el sol en la mano! (Blanca lo mira y sonríe) ¡Tanta luz!
¡Tantas luces! Ardo: ¡me deslumbro!
Blanca.- (Jugando con su sombrilla) ¿Y no te da miedo quemarte hermoso? (p.40)
[...]
Blanca.- Y si tú me miraras ¿qué encontrarías?
Alazán.- A ti.
Blanca.-(Desilusionada) ¿A esta cara contaminada de narices?
Alazán.- ¡No! A tu rostro anterior a tu sombrilla roja.
Blanca.- Odio a mi sombrilla roja (Tira la sombrilla roja al interior de la torre) (48-49).
«These metaphors are concretized in symbolic stage objects(el paraguas, los corazones, la torre,
los pilares) to dramatize the fact that for Blanca, desire tends to become real» . Gloria Orenstein,
op. cit., 114. «Mientras que Julia usa colores suaves como rosado pastel, a Isabel le gusta el rojo
que simboliza la pasión, el sacrificio, la vida y la muerte para los aztecas» Marta A. Umanzor, op.
cit., 95. “It is interesting that when she enters the hotel to become his woman and sleep with him,
she wears a ‘vestido color de rojo’, while Julia’s dress had been a lighter tone of ‘rosa’ when she
escaped. The two young women wear dresses of the same color family, but different tones -another
element linking them together.” Cf. Sandra M. Cypess, «The Figure...», 126.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 137
cena, mientras que Isabel sufre una metamorfosis, pues se transforma en una
piedra al final de la novela.
Esta misma Antonina era tan amante de los disfraces y de los fingimientos,
tal vez por su propio desequilibrio, que estuvo por tres veces en el convento
de las Clarisas, en donde se disfrazaba con el hábito de monja, para después
salir del convento y volver a disfrazarse de señorita :
[...] rezaba mucho y a veces quería meterse de monja y marchaba
con las Clarisas. Volvía unos meses más tarde...¡Pobre Antonina! Tam-
bién ella era muy buena, una inocente [...] (90).
[...] Tres veces entró al convento y tres veces salió (45).
63 Idem.
140 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
por la ventanilla del coche olvidándose así del asunto, pues para ellos -Martín
y Jesús-, todo ha sido un simple juego:
Ahí recargado estaba el hombre del gorro de astracán. Lo traía pues-
to como montera de torero [...]
–Vamos a comer con el loco ese de Abdulla, que me mata de la risa,
y a olvidar la historia, Martín. La vida es un juego imprevisible.
Martín arrancó el coche y tiró por el gorro por la ventanilla.(84)
Conclusión
Una antigua leyenda azteca cuenta que a Quetzalcóatl se le había tribu-
tado un culto divino y su nombre se encontraba escrito en el mismo panteón
indígena, sin preguntarse si realmente era un dios o sólo un hombre. Él era el
que les había enseñado la agricultura, así como las diferentes artes y oficios.
Para las diversas funciones sagradas utilizaba una máscara que ocultaba su
rostro. Un buen día llegó a su palacio un terrible enemigo suyo, Tezcatlipoca
-cuyo nombre significa “espejo humeante” 66- y fingiendo amabilidad y corte-
sía, le presentó un regalo envuelto en algodón.
Quetzalcóatl no pudo contener su curiosidad y sin hacer caso a las adver-
tencias, abrió el regalo. Lo que Tezcatlipoca le obsequiaba era un espejo. En
ese espejo Quetzalcóatl pudo contemplar su propio rostro, el de un hombre
avejentado y no el de un dios. El espejo le hizo darse cuenta de la máscara y
de la falsa personalidad que hasta entonces le habían atribuido. La leyenda
cuenta que esa misma noche Quetzalcóatl rompió las normas morales que él
mismo había establecido, pues se embriagó, cometió acciones inmorales y se
marchó lejos de Tula en dirección al este, de donde prometió regresar algún
día 67.
Las obras de Elena Garro son como el espejo de Tezcatlipoca, pues son
una invitación a percatarse de los fingimientos, de las máscaras y disfraces
con los que se quiere ocultar en muchas ocasiones la realidad.
Elena Garro demuestra en sus obras el profundo conocimiento que tiene
del ser del mexicano y del ser humano en general. Es plenamente consciente
de la importancia que tiene la máscara y el fingimiento dentro de las relacio-
nes humanas, en donde en muchas ocasiones se ocultan las verdaderas inten-
ciones o se asumen actitudes falsas con el propósito de engañar o de presentar
una imagen tergiversada de la propia persona.
En muchas ocasiones las relaciones interpersonales podrían entenderse
desde el mismo título de una de las novelas de Elena Garro, Reencuentro de
personajes. En toda relación humana se daría, según Garro, un encuentro entre
las diversas máscaras y personajes que la persona ha creado o bien que le han
asignado, dependiendo del papel que juega dentro de un determinado grupo
humano.
Desde esta perspectiva, se vuelve muy difícil una relación interpersonal
auténtica, ya que este camino está lleno de escollos. Abundan las máscaras,
los fingimientos, el deseo de aparentar y en ocasiones hasta el disfraz, real
o metafórico. Hay fingimientos y simulaciones que traen la ilusión, como el
que promete el teatro, tal y como lo presenta Felipe Hurtado dentro de los
Recuerdos del Porvenir. Hay también simulaciones siniestras, con las que se
pretende engañar y causar un daño, como lo hace Pili dentro de Un traje rojo
para un duelo.
Abunda el teatro, abunda la actuación, cada hombre y mujer lleva dentro
de sí mismo un gesticulador que necesita encontrar el espejo de Tezcatlipoca
para con él contemplar su verdadero rostro y abandonar las máscaras y los
fingimientos.
Introducción
Elena Garro utiliza dentro de sus obras teatrales el recurso del teatro den-
tro del teatro, como ya se ha afirmado anteriormente. Este elemento le sirve
para un doble fin. Por una parte para subrayar y acentuar la verdad y la esen-
cia, frente a las apariencias, los fingimientos y la mentira, y por otra parte,
para presentar cómo en ocasiones los límites entre la realidad y la teatralidad
son muy sutiles, ya que pueden llegar a confundirse.
El primer fin ha quedado resaltado en la obra teatral Felipe Ángeles, en la
que el juicio se lleva a cabo dentro de un teatro —el Teatro de los Héroes—,
con lo que se acentúa la falsedad y la hipocresía que latía detrás del juicio del
general revolucionario mexicano, cuya sentencia condenatoria era ya sabida
antes de que se abriera la sesión judicial inicial, pues era deseo explícito del
jefe máximo de la nación que muriera.
El segundo propósito se cumple dentro de la obra teatral La Dama Boba.
En ella se da el secuestro de un actor, ya que uno de los espectadores lo con-
funde con un profesor auténtico y se lo lleva a su pueblo para que dé clases de
la misma manera que lo hacía dentro del escenario, confundiendo la realidad
con la ficción, y creyendo que lo que veía en el teatro era realidad.
En las novelas de Elena Garro el teatro no puede estar ausente, ya que des-
de niña ella sintió una profunda inclinación hacia el arte dramático. Además,
como ya hemos afirmado con anterioridad, ella recibió una formación teatral
definitiva en su juventud, de mano de varios personajes destacados del arte
escénico mexicano. Por todo ello, Elena Garro al incluir dentro de su novelas
el teatro, no hace sino plasmar un elemento que para ella le era muy cercano
y sumamente familiar.
En el presente apartado presentaremos las referencias explícitas al teatro
que Elena Garro hace dentro de su obra narrativa. Así, hablaremos en primera
instancia, de la única representación teatral que se prepara y se ensaya -aun-
que nunca se representa explícitamente- a la que se hace referencia dentro de
la novela Los Recuerdos del Porvenir.
En segundo lugar, presentaremos las referencias al teatro y a diversos au-
tores dramáticos que se hace dentro de la novela corta Un traje rojo para un
duelo. Finalmente haremos alusión a las diversas ocasiones en las que los
146 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
to represent for them a spectacle which break the static or petrified time of the town”. Daniel
Balderston, art. cit., 43.
71 Javier de Navascués, “Historia real...”, 243.
72 Cf. Ioanna Bartow, art. cit., 11; Cf. Marta Portal, op. cit., 229.
148 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Felipe Hurtado “cuando propone llevar a escena una pieza de teatro, sabe
que la ilusión que se crea a través de la palabra poética, cambiará por unos
instantes la realidad sórdida de Ixtepec”. 78
Por ello, al comenzar un nuevo año y congregarse los notables ixtepeque-
ños en una de sus tradicionales veladas llenas de refrescos de colores, dulces
variados y de conversaciones lánguidas, vanas y monótonas, Isabel Moncada
propone el hacer teatro, el comenzar a romper el aburrimiento con el remedio
mágico propuesto por Felipe Hurtado:
De pronto Isabel se detuvo.
–¡Hagamos teatro!- dijo acordándose de las palabras de Hurtado.
Este la miró con entusiasmo.
–Sí, ¡hagamos teatro! (105).
A raíz de la propuesta de Isabel –en clara oposición a las personas mayo-
res, defensoras del statu quo de aburrimiento, como un destino ex voluntate
Dei 79– su hermano Nicolás, y el mismo y misterioso Felipe Hurtado, aban-
donan la casa para ir en busca de un libro de teatro, fuente textual de donde
puede surgir el remedio que le dé nueva vida a Ixtepec.
“Llueve y es el primer día del año”, podría decir un haiku que describiera
ese instante en el que los jóvenes salieron a buscar el libro de teatro para dar
los primeros pasos hacia la convocación y la configuración de la ilusión dentro
del pueblo. Es el tiempo y la circunstancia adecuada para invocar, como si se
tratase de un ritual mágico, los poderes destructores del tedio que posee el
teatro.
A pesar de la lluvia, los jóvenes consiguen traer el libro debajo de una
manta. El momento mágico ha llegado. La voz de Felipe Hurtado, el curandero
de la ilusión, va leyendo poco a poco los parlamentos de una obra de teatro,
acompañado por el rítmico caer de la lluvia, anticipando lo que será la puesta
en escena de la misma, así como la gran representación implícita que va a
realizar todo el pueblo delante del general Rosas, cuyo final fatídico va a hun-
dir a Ixtepec en la tragedia. Las palabras teatrales son mágicas, milagrosas,
arrebatadoras:
Y sin atender a las llamadas de los mayores, el joven se lanzó al
jardín seguido de Nicolás. Volvieron los dos con el cabello goteando
agua y los rostros lavados por la lluvia. Debajo del brazo, envuelto en
una cobija, el extranjero traía un libro que mostró a sus amigos (105).
Por los canales de los tejados caían grandes chorros de agua que
acompañaban la voz de Hurtado. Las palabras fluían mágicas y milagro-
sas como la lluvia. Los tres hermanos lo escuchaban absortos [...] (106).
80 Ibid., 81.
81 Los colores no son algo arbitrario en Elena Garro. El hecho que Isabel vaya de rojo antici-
pa el propio final de la obra y nos hacen recordar que incluso en ese momento, cuando sea amante
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 151
El hecho de que el vestido de Isabel sea de color rojo, va a ser, por una
parte, un símbolo de que la representación comenzada en la casa de la tía
Matilde se va a continuar en la magna representación implícita que todos los
habitantes de Ixtepec van a realizar frente a Rosas y su estado mayor en la
casa de doña Carmen Arrieta. Representación que va a tener un final trágico
para el pueblo en general, ya que después de ella algunos de los miembros
más notables de la sociedad ixtepequeña son juzgados y fusilados. En esa fies-
ta fatídica, Isabel lleva un vestido rojo y con ese vestido rojo va a permanecer
hasta el final de la misma novela, en la que se va a convertir en una piedra.
El vestido rojo de Isabel la convierte, por otra parte, en una actriz 82,
uniendo los dos momentos, tanto el de los ensayos teatrales explícitos dentro
de la casa de la tía Matilde, en los que Isabel va vestida de rojo, como su per-
manencia dentro del Hotel Jardín, como amante del general Rosas, en el que
Isabel no tiene otro vestido que el rojo que llevó para acudir a la fiesta fallida
en la casa de doña Carmen.
Además de los vestidos que preparan la representación, los actores se dis-
ponen también a vivir de la ilusión del teatro. Es más, el ser parte del reparto
teatral, hace que tanto Conchita como Isabel vivan en una dimensión diferente
a la de los demás habitantes de Ixtepec. Ellas los contemplan desde la dimen-
sión nueva y mágica del teatro 83, conscientes de su labor mesiánica y prome-
teica, de devolver la ilusión, de hacer que ésta se encienda en todas las per-
sonas, pequeños y mayores, desterrando definitivamente el hastío que durante
tantos años ha imperado en el pueblo. La ilusión del teatro las envuelve como
un halo mágico que las hace resplandecer con una luz inusitada y cautivadora:
En Ixtepec corrió la voz del teatro mágico en casa de doña Matilde.
Isabel y Conchita, arrobadas ante su propia belleza, atravesaban mis
calles como dos reflejos más en el lujoso espectáculo de agosto (118).
Nicolás Moncada al subir al escenario bajo la mirada de su familia y la
dirección de Felipe Hurtado, queda subyugado por la fuerza que posee el
mismo teatro.
Y no sólo esto, sino que parte de la magia del teatro consiste en que sus
palabras adquieren de pronto una nueva dimensión, ya no sólo semántica o
semiótica, sino casi sacramental, ya que las realidades aludidas y evocadas
por el texto teatral, de pronto se hacen presentes de una manera real y no sólo
de Rosas, lo que Isabel hace no es otra cosa que actuar. La unión entre ambos momento de la obra,
la realiza el vestido rojo, que nos recuerda la representación provocada por Felipe Hurtado, pero
a la vez evoca el final de la fiesta fallida de Carmen Arrieta y el comienzo de la relación amorosa
entre Rosas e Isabel. En ambos momentos, ella viste de rojo, por lo que podemos afirmar que en
ambos instantes ella es actriz con la plena consciencia de serlo, sabiéndose observada y debiendo
realizar ante el público ciertas acciones.
82 Javier de Navascués, “Historia real...”, 246; Cf. Marta A. Umanzor, op. cit., 95.
83 Cf. Margarita León Vega, op. cit., 391.
152 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
90 Idem.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 157
Fuera del espacio teatral, en las calles de la ciudad, el halo mágico se esfu-
ma. Al bajar del taxi que le ha conducido hasta su casa, es consciente de que
el encanto ha desaparecido. Como si fuera una “cenicienta de juguete”(39), su
vida vuelve a oscurecerse y a ser la misma. Su esplendor y destellos míticos se
los debía a la energía mágica que el teatro temporalmente le había concedido:
[...] Pareció hundirse en un cansancio muy antiguo, las palabras se
habían reducido a letras y la risa anterior se había quedado esparcida
como un reguero de caracolas sobre las mesas del cafetín y los adoqui-
nes de las calles [...] Adela abrió la puerta y la señora le quitó la vela en
silencio y subió a su habitación. Se sentía descorazonada [...[ (35-36).
Otro personaje garriano que participa al igual que Úrsula de la magia del
teatro, es Mariana, protagonista de la novela Testimonios sobre Mariana, en
donde tres personas que han conocido y convivido con Mariana, cuentan sus
recuerdos, para a través de esos retazos de vida, ayudar al lector a reconstruir
la personalidad y la figura de Mariana.
Entre esos fragmentos de la vida de Mariana, hay uno que nos dice que
ella guarda una estrecha amistad con un joven director de teatro (42), y que en
ocasiones, Mariana desvía la conversación a su tema favorito: el hablar sobre
teatro (133), sobre obras específicas y autores dramáticos concretos. El hablar
sobre teatro, le ayuda a Mariana a evadirse de la situación tan penosa en la
transcurre su vida. El tema teatral es algo que por una parte apasiona a Ma-
riana y, en consecuencia, le brota a ésta de una manera espontánea y natural:
Esa noche al llegar a mi casa encontré a Mariana esperándome en
la escalera. Era muy tarde y su presencia me molestó. Pretendía pasar
la noche en mi casa y le negué la hospitalidad. Quiso marcharse en
seguida, pero la detuve y le ofrecí un café. Ella ignoró mi rudeza y llevó
la conversación al teatro: “Los Secuestrados de Altona justifican al dic-
tador totalitario”, me dijo. Siguió conversando: “La toma de conciencia
de Sartre es la explicación filosófica de la voluntad de poder adquisitivo
en el burgués” [...] Al despedirme me besó en ambas mejillas y se fue
sonriendo a la soledad de las calles vacías (133).
Mariana no sólo habla de teatro, sino que sabemos que también asiste a
él. Así, estando en Nueva York, a donde ha ido a acompañar a su esposo, Au-
gusto, y es perseguida por sus dos amantes, Barnaby y Vicente, Mariana va a
visitar un estudio de actores y es invitada al teatro. Sin embargo, la función
teatral pierde para Mariana su esplendor, ya que Augusto y Barnaby deciden
acompañarla. Ella, resignada, asiste a la función. Sin embargo, al encontrarse
rodeada por sus dos guardianes, se ensimisma y permanece ausente durante
la representación teatral. Vicente, por su parte, está convencido de que si
asiste al teatro podrá ver a Mariana y así sucede. Logra verla y ser testigo de
la tristeza de Mariana:
[...] (Vicente) Buscaría a Mariana ¿Dónde? En el teatro donde daban
la obra de O’Neill. Conseguí billetes para las funciones de la tarde y de
160 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Conclusión
En algunas de las novelas de Elena Garro está presente el teatro explíci-
tamente hablando, de igual manera que dentro de sus obras dramáticas utiliza
el recurso del teatro dentro del teatro.
Sin duda, la obra en la que esto es más patente es en Los Recuerdos del
Porvenir, en la que se habla de una representación teatral que es preparada
entre un grupo de jóvenes del pueblo ayudados por algunas personas mayores.
Sabemos que el grupo ensaya y que se han preparado para la representación,
tanto un escenario como unos vestuarios adecuados para que los actores pue-
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 161
dan desempeñar mejor su papel. La finalidad que persigue esta obra teatral,
según el argumento de la novela, es la de combatir el gran mal de Ixtepec: la
rutina, el hastío y la desilusión.
El teatro les promete dar a los habitantes del pueblo el remedio que tanto
tiempo habían buscado para mejorar su situación. A pesar de que se hacen
todos los preparativos y de que el pueblo por unos momentos se ve sumergido
en el mundo de la ilusión teatral, la obra no llega nunca a representarse explí-
citamente. Sin embargo queda flotando en el aire el grito de Felipe Hurtado,
el director de la obra, como una exhortación a estrenarla. Y en realidad dentro
de Los Recuerdos del Porvenir hay un estreno teatral implícito, el que se lleva a
cabo en la fiesta que las principales familias de Ixtepec les ofrecen a los mili-
tares y que va a tener un desenlace fatal. La ilusión que había prometido traer
el teatro es una ilusión fugaz, pasajera y trágica, pues acarrea la muerte de
algunos de los habitantes del pueblo y, después del entusiasmo embriagador
inicial, deja a Ixtepec sumergido en una desolación absoluta.
Lo teatral no es sólo un elemento generador de ilusión para Garro, según lo
presenta en sus obras narrativas. Es también un elemento fáustico, ya que la
familiaridad con el teatro le puede conferir al ser humano un carácter histrió-
nico. Esto provoca una ausencia de sinceridad en la conducta, ya que queda
condicionada por la simulación y el fingimiento. De esta manera, se pueden
alcanzar una gran cantidad de éxitos mundanos. Sin embargo, el precio que
hay que pagar, según lo presenta Garro, es el que la vida se convierta en
parte de una obra irónica con un desenlace fatal. Cuando se está a punto de
conseguir la meta más deseada, todo debe terminar trágicamente. Con ello se
subraya la inutilidad de los esfuerzos histriónicos anteriores. Todo esto queda
patente en Un traje rojo para un duelo.
El teatro como recinto espacial es también para Elena Garro dentro de
su novela Un corazón en un bote de basura, un espacio sagrado y mágico.
Es sagrado pues en el se pronuncian palabras y se representan acciones que
conciernen al destino y a la naturaleza propia del hombre. El teatro, como
espacio, es mágico y contagia de esa magia e ilusión a las personas que se en-
cuentran dentro de él. El hechizo del teatro hace que las personas posean un
halo y un esplendor diferente que se desvanece al alejarse del espacio teatral.
Finalmente, el teatro aparece como un elemento que despierta la pasión y
que llena continuamente la mente de algunas personas, quienes hablan conti-
nuamente de teatro, asisten al teatro e incluso se relacionan con actores y otras
personas involucradas en el mundo de las representaciones teatrales, como
puede verse en la novela Testimonios sobre Mariana.
El teatro, entendido como espacio, arte y representación explícita está pre-
sente, dentro de las obras narrativas de Elena Garro, quien refleja con ello,
que el teatro no se encuentra ausente de su pensamiento a pesar de que ella
esté escribiendo obras en prosa, como son las novelas.
162 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
LAS METAMORFOSIS
Introducción
Dentro de la Odisea en el canto IV aparece Proteo. Es éste un dios menor
del mar, que tiene la habilidad de transformarse en todos los seres que exis-
ten sobre la tierra. De asumir su forma por unos instantes, para confundir y
amedrentar a sus enemigos 91. Este personaje sabe todas las cosas y sólo si es
capturado mientras tiene su forma propia de anciano, responde a las pregunta
que se le plantean. La Odisea nos narra el plan que Menelao y sus hombres
tramaron para poder capturar a Proteo y preguntarle el nombre del dios que
les impedía volver a la patria.
Al igual que Proteo, algunos de los personajes de las obras de Elena Garro
-tanto teatrales como narrativas- sufren metamorfosis. De pronto cambian de
forma y asumen una forma nueva, en ocasiones de una manera temporal, en
otros casos su nueva forma es dramáticamente permanente. La pregunta a la
que responden estos seres metamorfoseados es la relativa a la verdadera iden-
tidad, tanto de las personas como de las circunstancias que las rodean, como
puede ser el tiempo.
El cambio de forma tiene que ver con el nuevo tipo de relaciones que se
van a establecer, con la nueva percepción que se da desde una nueva perspec-
tiva, con la simultaneidad de todos los planos temporales.
Es importante también el aclarar, que la metamorfosis no es un elemento
característico del género teatral. Sin embargo sí lo es del teatro propio de Ele-
na Garro, ya que está presente en algunas de sus obras como Un Hogar Sólido,
El Rey Mago, Ventura Allende, Los Pilares de Doña Blanca y La Dama Boba.
La metamorfosis responde a la noción barroca 92 del Gran Teatro del Mun-
do, en el que se da un conflicto entre la apariencia y la realidad. Entre lo que
las cosas parecen ser y lo que en realidad son. Elena Garro desea desvelar
la verdad que late detrás de las máscaras y de los disfraces. La metamorfosis
pone de manifiesto, al igual que los demás recursos utilizados por Garro, la
contraposición entre el ser y el aparecer. Todo ello lleva al desengaño, e invita
a no quedarse con las máscaras, sino a profundizar en lo que las cosas son.
En el presente apartado abordaremos el tema de las metamorfosis dentro
de las obras narrativas de Elena Garro, y presentaremos algunos casos, en los
que explicaremos el significado que tiene el cambio de forma, bien sea tem-
poral o definitiva.
Metamorfosis Lapidaria
Al final de la Novela de los Recuerdos del Porvenir, una vez que Rosas ha
fusilado a Nicolás, el hermano de Isabel, y que esta no ha podido hacer nada
para evitarlo, por haber llegado fatalmente tarde al cementerio –lugar de los
fusilamientos–, Isabel y Gregoria se sientan en unas piedras cerca del cemen-
terio y se quedan ahí llorando su desgracia.
Por la tarde, después que los soldados ya han enterrado a los muertos, Gre-
goria habla con los militares y le invita a Isabel a ir al Santuario de la Virgen
para pedirle a esta que le saque del cuerpo el recuerdo del General Rosas.
Isabel, sin responder nada, se deja llevar por Gregoria, la vieja criada, que
habla con lenguaje dulce 93, y juntas se dirigen hacia el santuario rodeando el
pueblo, para evitar ser vistas 94.
Una vez llegadas al monte en el que se yergue el santuario, emprenden
de rodillas la ascensión hacia él. A pesar de los rezos de Gregoria 95, Isabel
repentinamente se levanta y corre hacia abajo expresando su deseo de volver
a ver a Rosas:
[Isabel] Llevaba sangre en las rodillas, el traje rojo desgarrado y
polvo gris en los rizos. El sol se estaba hundiendo y su último resplandor
naranja sacó reflejos sombríos a la seda roja. La joven se puso de pie y
echó a correr cuesta abajo.
–¡Aunque Dios me condene quiero ver a Francisco Rosas otra vez!”
(293).
93 «Gregoria le habló en el idioma dulce de las criadas viejas, tan conocido para Isabel, y así
se estableció una amistad entre la anciana sirvienta y la nueva querida de Francisco Rosas»(251).
94 «Desde aquí las veo rodeando el pueblo, pues Gregoria no quiso atravesarlo: le dio miedo
que vieran a Isabel y que Isabel los viera. Y me fueron rodeando, caminando por las faldas de los
cerros que me guardan»(292).
95 «Como a las siete de la noche las dos venían subiendo la cuesta que ahora miro, Gregoria
rezaba en voz muy alta y de pronto sus palabras tomaron formas de conos azules, lagartijas son-
rientes y pedazos enormes de papel que bailaron frente a los ojos de Isabel...» (293).
96 “exists within an androcentric framework and at the last moment, cannot overcome the
ideology of subordination in which she has been schooled”. Sandra M. Cypess, “The Figure...”, 127.
164 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
97 «El final de la heroína es un acto supremo de fingimiento que supera la misma teatralidad.
Más que teatro habría que hablar de metamorfosis. Isabel se transforma en piedra, símbolo del
silencio amoroso y de su eternidad». Javier de Navascués, “Historia real...”, 248.
98 Bettina Knapp, art. cit., 69- 77.
99 Michael Hardin, “Inscribing and incorporating the Marginal: “(P) Recreating the Female
Artist in Elena Garro’s Recollections of Things to Come”, en Hispanic Journal, XVI, 1, 1995, 147.
100 Ibid., 70.
101 Idem.
102 Michael Hardin, art. cit.., 147.
103 “(...) the stone also serves to give voice to the female which had been essentially silenced
by the patriarchal institutions of the major indigenous civilizations, the Catholic church, and the
Spanish and Mexican political structures”. Michael Hardin, art. cit.., 150.
104 Patricia Rosas Lopátegui, «Los espacios ...”, 106.
105 Cf. Marta A. Umanzor, op. cit., 97.
106 Cf. Adriana Méndez Rodenas, art. cit., 846.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 165
“Buda” y “Cristo”
El tiempo tiene la capacidad de romper la realidad y hacer que ésta se di-
vida y se multiplique, de tal manera que haya muchas formas de vivirla, o más
bien, que puedan coexistir simultáneamente una serie de realidades diversas.
Para Elena Garro, “el tiempo puede plegarse o dilatarse a expensas de
quien lo percibe. Puede cosificarse o entrelazarse con la naturaleza” 116.
El tiempo “se torna muchos tiempos, y en ese juego de tramoya se devanan
épocas, momentos, semanas, días, transmutándose del tiempo cronológico, le-
gal perentorio, en temporalidad poética, rebelde irreductible”. 117
Esto sucede dentro del cuento “El día que fuimos perros”, dentro de La
Semana de Colores. En él se nos narra cómo dos hermanas, Eva y Leli –que
son las protagonistas de muchos de los cuentos del libro–, de pronto salen al
jardín de su casa para encontrarse con su perro Toni, y mágicamente rompen
con el devenir normal del tiempo, ya que el día se divide en dos, y ellas se
transforman en perros 118, a pesar de que la gente que las rodea las sigan vien-
do como lo que son, como personas:
[...] penetró con cautela por el día que avanzaba paralelo al otro. Yo
la seguí. Nadie. El día estaba solo y era tan temible como el otro 119.
Sin embargo ellas sufren esa metamorfosis, y desde su perspectiva de perros
contemplan la realidad, así como el lento avanzar de las horas y los minutos:
Nadie vino a visitar el día de Toni, del “Cristo “y del “Buda”. La
casa estaba lejos, metida en su otro día. Las campanadas del reloj de la
iglesia no indicaban nada. El suelo empezó a volverse muy caliente: las
lombrices entraron en sus agujeros, los pinacates buscaron los lugares
húmedos debajo de las piedras, las hormigas cortaron hojas de acacia,
que les servían de sombrillas verdes (76).
Súbitamente escucharon un ruido en el pueblo, y como no estaban atados
por cadenas, como lo estaba el perro Toni, salieron a la calle el perro “Buda”
y el “Cristo”, para contemplar una riña entre dos hombres, en la que uno de
ellos pierde la vida. Los que acuden al lugar de los hechos contemplan a las
niñas desde la realidad del mundo y del día “de acá”, siendo que las niñas
están viviendo en “otro día”, desde su propia realidad canina. Por ello no pue-
den responder a las preguntas que les hacen:
[...] A lo lejos aparecieron varios hombres con fusiles [...] El estruen-
do se detuvo cuando llegaron junto al hombre herido.
–¿Tú lo mataste?
–Yo mismo, pregúntenle a las niñas. Los hombres miraron a los perros.
–¿Ustedes lo vieron?
–¡Guau! ¡Guau!- contestó el “Buda”.
–¡Guau! ¡Guau!- respondió el “Cristo”.
–¡Pues llévenselo! (78).
Finalmente, por la noche, al volver a su casa, llevadas de la mano del
criado viejo –el mismo que aparecerá en otros cuentos–, se meten en la cama
y desde ahí pueden contemplar el intersticio que separa a los dos días, y en
ese momento pasan de un día a otro, abandonando definitivamente el día en el
que fueron perros, para quedarse en el día, en el momento de la realidad en el
que vuelven a ser personas:
Los perros se durmieron en el otro día, al pie del árbol, con la cadena
al cuello, cerca de las hormigas de sombrilla verde y las lombrices rojas.
Al cabo de un rato despertaron sobresaltados. El día paralelo estaba
118 Ibid., 50; Cf. Antonieta Eva Verwey, op. cit., 138.
119 Elena Garro, «El día que fuimos perros», en Elena Garro, Semana..., 74
168 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
allí, sentado en la mitad del cuarto [...] En el sueño, sin darnos cuenta,
pasamos de un día al otro y perdimos al día en que fuimos perros.
–No te asustes, somos perros...
Pero Eva sabía que ya no era verdad. (79-80)
Se da pues, en el relato, una transformación, una metamorfosis provoca-
da por la diferente vivencia del tiempo y de la distinta ubicación dentro del
mismo. Las niñas se transforman temporalmente en perros, y como tales, con-
templan la realidad y los diversos acontecimientos, para abandonar después
el día en el que fueron perros, con la metamorfosis que este día implicaba, e
instalarse en el día propio de las personas.
La corona de Fredegunda
¿Cómo se puede explicar que de pronto un personaje misterioso saque del
bolsillo de su chaqueta una corona de oro macizo con rubíes?
Y no sólo esto, sino que se sepa que esta corona ha pertenecido a la reina
goda Fredegunda. O bien que este mismo personaje extraiga de su bolsillo una
moneda de oro que había pertenecido a Isabel la Católica, o un anillo con una
esmeralda de Felipe el Hermoso. Lógicamente no hay una explicación.
Sin embargo desde la perspectiva de Garro todo tiene un orden, pues “to-
dos los tiempos son el mismo tiempo” 120 y mutuamente se implican y se inter-
cambian, haciendo que todo lo que les rodea se transforme de pronto, que todo
su entorno sufra una metamorfosis.
Así, súbitamente, el Madrid de la edad contemporánea, con sus calles y
edificios, repentinamente se transforma en un campo boscoso, en donde han
sido colocadas las tiendas de campaña de cuero de una horda goda.
El interior de una tasca típicamente madrileña sufre una metamorfosis y
se transforma en el interior de una tienda de campaña, en la que arde un fuego
donde se cuecen carne de vaca y de cordero.
La metamorfosis ratifica lo que anteriormente hemos afirmado: todos los
tiempos son un mismo tiempo y mutuamente se intercambian. Por ello no hay
tiempos mejores ni peores. Durante ciertos momentos especiales, es posible el
acceder a esos otros tiempos –abandonando el tiempo del que se ha partido,
con todo lo que le acompaña–, para comenzar a existir en otro tiempo con su
propia circunstancialidad.
Las dos mujeres, Lucía y Leli, quienes habían salido huyendo de la mise-
rable fonda de Fe y Fausto –en donde han padecido hambre y humillaciones–,
de pronto son testigos de cómo la pensión desaparece delante de sus ojos y se
transforma en un palacio antiguo:
120 Elena Garro, «La primera vez que me vi...», en Andamos huyendo..., 35.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 169
Conclusión
“La metamorfosis es un misterio que todavía no logro aclarar” (143). Esta
es la afirmación que Vicente hace en la primera parte de la novela Testimonios
sobre Mariana, para referirnos cómo Augusto -su esposo-, utilizó la metamor-
fosis como un arma infalible para poder destruir a Mariana, ya que cambiando
la imagen de la persona se la destruye en un cierto sentido.
La metamorfosis es para Elena Garro dentro de sus obras teatrales, una
herramienta para revelar la realidad que se esconde debajo de las apariencias
o de las máscaras.
En las obras narrativas, la metamorfosis tiene que ver, en primer lugar
con un rompimiento entre las apariencias y la realidad. Nos hacen pensar
en el concepto barroco del gran Teatro del Mundo, en donde se presenta el
conflicto entre el disfraz y la realidad. Isabel se transforma en piedra dentro
de Los Recuerdos del Porvenir, al igual que el indio Ventura se transforma en
una oveja en la pieza teatral Ventura Allende. La petrificación de Isabel, pone
de manifiesto el fatalismo tan mexicano, heredado de los aztecas, así como su
sentido de culpa y su apego a los mismos.
La metamorfosis también se da dentro de la narrativa de Garro como un
desenmascaramiento temporal, más que actancial. Con ello, lo que se quiere
afirmar es que un tiempo es a la vez todos los tiempos, estando separados por
una división muy sutil y accidental -no esencial- que en ciertos momentos
puede romperse para dejar paso libre de un tiempo a otro, como le sucede a
Lucía y Leli en el cuento “La corona de Fredegunda” en Andamos huyendo
Lola, en el que el Madrid contemporáneo se transforma en un bosque habitado
por los godos.
Por otro lado, se puede dar el caso que las metamorfosis pongan de mani-
fiesto no sólo que los planos temporales están superpuestos de manera simul-
tánea —presente, pasado y futuro—, sino también dentro de cada una de estas
dimensiones temporales, hay diversos estratos, por lo que se puede vivir un
mismo momento temporal desde diversas perspectivas, como le sucede a las
dos hermanas, Eva y Leli en el cuento “El día que fuimos perros”, en La Se-
mana de colores. En este relato ellas acceden a vivir un día no como personas,
sino como perros, contemplando la realidad desde esa perspectiva, sin que la
gente llegue a notar su propia metamorfosis en el tiempo.
La metamorfosis es pues para Elena Garro, no sólo “un misterio que to-
davía no puedo aclarar”, sino también una manera de expresar, en primer
lugar, el conflicto entre las apariencias y la realidad. Por otra parte, expresa
las diversas fracturas que pueden existir desde una perspectiva actancial —
especialmente en sus obras de teatro— , o bien una ruptura temporal, dentro
de sus obras narrativas.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 171
LOS CANTOS
Introducción
En el mundo prehispánico la música jugaba un papel preponderante. Se-
gún nos cuentan los cronistas, las magnas representaciones teatrales en las
que se involucraba todo el pueblo, los -mitotl 122 - eran acompañadas por can-
tos y bailes. A través de ellos, se participaba en el acontecimiento teatral
colectivo que tenía ciertamente un fuerte sentido cultual y religioso.
Dentro de los sacrificios, el canto y el baile eran elementos importantes,
pues daban pie también a magnas representaciones. Así, en el culto a Huitzilo-
pochtli, después de haber sacrificado a las diversas víctimas –algunos jóvenes
de ambos sexos–, formaban corros y bailaban al son de diversos instrumentos,
manteniendo un diálogo con el grupo de sacerdotes que acababan de realizar
los sacrificios. El pueblo entero asistía a contemplar estos hechos como si se
tratara de un espectáculo popular 123.
Tanta era la importancia de la música y su relación con el mundo de lo
sagrado y de lo cultual, que antes de la celebración de la fiesta del dios Quet-
zalcóatl –que solía hacerse el 3 de febrero– se compraba un esclavo y se le
disfrazaba con los diversos atuendos del dios: pico de pájaro, rodela, hoz,
zarcillos y calcetas de oro, etc. 124 Vestido de esta manera, el esclavo debía
recorrer durante cuarenta días la ciudad cantando y bailando al son de una
flautilla. La gente lo salía a ver y a regalarle muchas cosas, mientras disfru-
taban del espectáculo que tal personaje al son de su música les brindaba.
El día de la fiesta de Quetzalcóatl, a las doce de la noche, después de haber
escuchado música y cantos, era sacrificado al dios, para después ser comido
en un banquete ritual, que también era acompañado por bailes y música 125.
Todo sucedía entre la música y la danza; la vida y la muerte, la impetración
al dios y el sacrificio humano.
Esta tradición prehispánica subyace, de alguna manera, dentro de las
obras de Elena Garro. Ella retoma esta tradición, ya que dentro de algunas
de sus obras teatrales se incluyen canciones o bien cantos acompañados de
bailes, como pueden ser las rondas infantiles, que no sólo son cantadas por los
actores, sino incluso actuadas, de tal forma que los actores reproducen, con
ciertos matices propios de Garro, el juego de los niños. Esto sucede dentro de
la obra teatral, Los Pilares de doña Blanca, en donde el título mismo de la obra
nos remite a una conocida ronda infantil mexicana. En ella, los actores cantan
y bailan un trozo de esta ronda. Lo mismo sucede dentro de Ventura Allende.
En esta obra, en el momento más álgido, se canta y baila una ronda infantil,
“La Víbora de la Mar”. A pesar de la puerilidad aparente que este hecho
puede denotar, el final de la obra es trágico, ya que después de haber cantado
y bailado la ronda, el protagonista, Ventura Allende, queda esclavo en poder
del Puerco, quien lo transforma en una oveja, habiendo utilizado unos poderes
semejantes a los de Circe.
Paralelamente, dentro de su obra narrativa, Elena Garro incorpora algu-
nos cantos, con lo que se desea expresar la viveza de lo que se está narrando,
acentuando el realismo del hecho, o bien, ironizando lo referido.
Este recurso no sólo da una mayor verosimilitud a lo relatado, sino que,
dentro de la concepción garriana, acerca la narrativa al teatro y contextualiza
lo narrado en un momento determinado de la Historia de México.
El influjo del teatro es un elemento presente dentro de las obras narrativas
de Elena Garro. Su formación dramática, así como su experiencia al lado de
los grandes maestros del arte escénico, dejaron huellas indelebles en el es-
píritu creador de Elena Garro. Ella, al escribir algunos de los pasajes de sus
novelas, da la impresión de poder ver y oír a sus personajes, como si fueran
parte de una representación teatral, e intenta compartir con el lector estos
elementos que ella percibe, tanto visuales, como sonoros. Los visuales quedan
plasmados dentro de la narrativa a través de las descripciones, y los sonoros a
través de la referencia a música o cantos.
En el presente apartado hablaremos de la presencia de diferentes cantos
dentro de las obras narrativas de Elena Garro, y cómo estos cantos le confieren
al texto propio de la novela, un contexto nuevo y enriquecedor al completar
lo que la novela dice. Por otra parte, presentaremos cómo el canto refuerza la
verosimilitud, e inserta el relato en un momento determinado de la Historia de
México. El canto también le sirve a Garro para acentuar la ironía y el sarcasmo.
“La Adelita”
Dentro de Los Recuerdos del Porvenir, la canción surge de la mano del re-
cuerdo de los días felices de la infancia de doña Ana Moncada en Chihuahua.
Con añoranza de una época dorada, Ana rememora la ilusión con la que su
familia, especialmente sus hermanos, recibieron el movimiento revolucionario
mexicano (34).
Como símbolo de toda esa alegría y entusiasmo suscitado por la Revolu-
ción –que pronto sería ahogado en la misma sangre de sus hermanos, y visua-
lizado por la tristeza y el luto de su madre y sus hermanas–, Ana Moncada
recuerda la canción de “la Adelita”.
La canción da mayor realismo al relato, ya que lo contextualiza dentro del
momento revolucionario mexicano, en donde “la Adelita” se convirtió en una
especie de himno nostálgico, con el que hombres y mujeres se recordaban
mutuamente al estar separados por el conflicto bélico.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 173
Así pues “la Adelita” le sirve a Elena Garro no sólo como un elemento
evocativo 128 o conmemorativo, sino como un medio para darle un mayor rea-
lismo al relato, pero también para desmitificar una realidad, un tópico clásico
mexicano como puede ser la Revolución.
“Las Mañanitas”
Según afirma Octavio Paz, el mexicano es un ser silencioso que acalla sus
sentimientos. Sin embargo en algunos tiempos especiales, como pueden ser
las fiestas y el tiempo extraordinario que inaugura el amor, rompe su silencio y
se expresa abiertamente. Lo que no se ha dicho en pleno día, debe ser gritado
de noche, acompañado de instrumentos musicales sonoros, como son los que
utilizan los mariachis 129.
Por ello, desde esta perspectiva, no hay nada más romántico que inte-
rrumpir el sueño de la amada para expresarle todo el sentimiento que guarda
dentro de sí el corazón del amante. Y esto debe hacerse no de una manera
discreta, sino a gritos y acompañado de música y cantos. Para comenzar toda
serenata, el canto popular más típico son “Las Mañanitas”.
Elena Garro utiliza todo este sustrato mexicano de una manera irónica, ya
que nos presenta dentro de Los Recuerdos del Porvenir una serenata que se
abre típicamente con “Las Mañanitas”.
No obstante, se trata de una serenata muy particular, ya que no se intenta
comunicar un mensaje de amor, sino de desamor. La canción no se toca y can-
ta para despertar al ser amado y agasajarlo con el regalo del canto enamorado,
sino “para despertar a un cabrón”(141) :
–¡Muchachos, échense “Las Mañanitas” pa’despertar a un cabrón!
La Banda Militar obedeció la orden del General.
Y estas son las mañanitas
que cantaba el Rey David
y a las muchachas bonitas
se las cantamos así.
Despierta mi bien, despierta...
128 Así, por ejemplo, en la obra La Náusea de Jean-Paul Sartre, el protagonista Antoine
Roquentin acude a un bar y en ese bar escucha una canción y el texto nos proporciona las primeras
líneas de la letra de esa canción:
“-Madeleine, ponga algo en el fonógrafo, sea buena. Eso que me gusta, ¿sabe?: Some of these
days [...] Es un viejo rag-time con estribillo cantado. Se lo oí en 1917 a soldados americanos en las
calles de La Rochelle [...] En seguida vendrá el estribillo: es lo que más me gusta [...]
Some of these days
You’ll miss me honey.
Jean-Paul Sartre, La Náusea, Madrid, Alianza, 1995, 33 y 35.
129 Cf. Octavio Paz, El Laberinto..., 53.
176 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
Canciones de fusilados
Una vez que se ha decretado la persecución religiosa, los habitantes de Ix-
tepec, sueñan el que algún día llegue al pueblo el ejército del cristero Abacuc
[sic], para que los libere del yugo opresor de Rosas y de los demás militares.
Sin embargo, el que llega no es precisamente el ejército cristero, sino el ejér-
cito del gobierno mexicano que persigue a los cristeros. Esta nueva tropa que
llega a Ixtepec viene al mando del general Joaquín Amaro.
valece representado por ejemplo por algunas prendas de vestir que aluden al orden y la normativi-
dad tal como lo hacen los vestidos negros de la familia que desde la subida del telón, está reunida
tanto bajo ese sombrío denominador común, como bajo un apellido que esconde la identidad de
cada uno. Anne-Grethe Ostergaard, art. cit., 57.
133 “Como en las obras de los autores mencionados [Ionesco, Jean Tardieu y Georges Ne-
veux], hay en las de Elena Garro una tendencia a rehuir lo normal entre los planos de la acción
y del movimiento anímico de los personajes, y aprovechar las aristas de estos planos para montar
sobre ellas la trama. Hay también en estas piezas un contraste frecuente entre la actitud y el len-
guaje para lograr una hilaridad discreta. Pero Elena Garro tiene además sus propios recursos: da
a las locuciones comunes un valor autónomo y las conduce hasta la irrealidad. Como en la pieza
Andarse por las ramas en la que la frase en cuestión da lugar a una acción directa, fantástica e
increíble, pero de gran efecto simbólico y objetivo. María Elvira Bermúdez,»Dramaturgas» en
Diorama de la cultura del Excelsior, 5 de abril de 1959, 4.
178 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
134 Cf. Vicente Mendoza T., El Corrido Mexicano, México, FCE, 1984.
135 Cf. Jean Franco, Historia de la Literatura hispanoamericana, Barcelona, Ariel, 1990,
376.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 179
Alternados con las diversas estrofas del canto se nos va narrando la histo-
ria de Rafael:
“Adiós madre mía
mi teniente Flores
con la vida pago
todos mis errores...” 139
Una vez más, al igual que en el caso de “la Adelita”, o de las canciones
de los fusilados, el canto se relaciona con un momento concreto de la historia
de México. Ésta de pronto intersecta con la vida particular de una persona,
acentuando su desgracia e infortunio.
140 Idem.
141 Idem.
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 181
Conclusión
El ser del mexicano está unido al canto y a la música desde los mismos
orígenes prehispánicos, en los que el canto estaba vinculado con lo sagrado y
lo ritual. De la misma manera, cada una de las etapas históricas de México ha
estado vinculada a un tipo diferente de música y a diferentes cantos. Por ello,
dentro de las obras de Elena Garro no puede estar ausente el canto, como un
elemento propio de las raíces mexicanas.
Hemos podido constatar que en algunas de las obras narrativas de Elena
Garro, los personajes en un momento determinado, cantan. No sólo se hace
referencia a la acción de cantar, sino que el texto mismo refiere la letra de
aquello que ha sido cantado.
Con ello, Elena Garro prolonga, de alguna manera, sus propias obras tea-
trales -en las que en una gran cantidad de casos sus personajes entonan can-
ciones o bien bailan diversas rondas infantiles- en sus obras narrativas, va-
liéndose en ambas del canto para comunicar un determinado mensaje.
Así, dentro de sus obras narrativas, la presencia del canto le sirve a Ga-
rro para un triple fin. En primer lugar, para darle una mayor verosimilitud al
relato. De esta manera, lo narrado parece más verdadero, más real, como si
formara parte de los acontecimientos de la vida cotidiana, en los que hay ele-
mentos que les dan vivacidad, naturalidad. En segundo lugar, el canto puede
servir para ironizar aquello que se ha dicho en los parlamentos. Finalmente,
los cantos ubican el relato dentro de una etapa histórica de México, y permite
a los lectores una mayor identificación con los personajes y con todo aquello
que les rodea, ya que el canto está indiscutiblemente unido a su tiempo y a su
momento histórico.
V. CONCLUSIÓN GENERAL
Elena Garro ocupa un lugar trascendental dentro de la Literatura hispá-
nica contemporánea. Así lo ponen de manifiesto la gran cantidad de artículos
especializados y de tesis doctorales que se han hecho en torno a su obra, espe-
cialmente en el ámbito anglosajón. En el mundo hispánico, y particularmente
en el mundo de las letras mexicanas, su figura va surgiendo y resucitando cada
día con una mayor fuerza -como un ave fénix- de sus propias cenizas.
Ha pesado sobre Garro una leyenda negra por los diversos avatares de
su vida. Su desafortunado matrimonio con Octavio Paz y sus imprudencias
políticas -especialmente lo relativo al movimiento estudiantil de 1968- la con-
virtieron en un personaje controvertido, e hicieron que su vida oscureciera su
182 ENRIQUE A. EGUIARTE B.
obra. Sobre ambas ha pesado, a lo largo de varios años, una condena implícita
de silencio.
Por ello, en primer lugar, en la presente obra hemos hecho la reconstruc-
ción de la biografía de Elena Garro. Una labor que hemos calificado de arqueo-
logía crítica, ya que las fuentes que hablan de ella, se encuentran dispersas,
ocultas, y son a la vez muchos los errores que se han ido difundiendo sobre la
misma. Ha sido preciso recurrir a los textos de las entrevistas -publicadas e
inéditas- para poder establecer un criterio de verdad y distinguir los datos ver-
daderos de los falsos. Sólo desde este deslinde, ha sido posible la construcción
del entramado biográfico de nuestra autora.
En lo referente a sus escritos, hemos hecho la presentación, en primera
instancia de su obra narrativa, dividiéndola en novelas, cuentos y prosa varia.
Este arco narrativo abarca desde el primer escrito de Elena Garro, la nove-
la Los Recuerdos del Porvenir (escrita en 1953), hasta la última obra publicada
de manera póstuma en 1998, Mi hermanita Magdalena.
En segundo lugar hemos abordado las obras de teatro de Elena Garro,
revisando, en cada una de ellas, lo que la crítica ha escrito sobre las mismas.
Hemos buscado, en todas ellas, un grupo de constantes, inspirados fundamen-
talmente por las reflexiones sobre el drama de Anne Ubersfeld y Kurt Spang.
Entre ellas hemos destacado, en primer lugar, el desdoblamiento de la
actuación, es decir el hecho de que los personajes se encuentren actuando
no sólo para los espectadores sino también para los mismos personajes, asu-
miendo una falsa personalidad y fingiendo ser lo que en realidad no son. En
segundo lugar, hemos hecho hincapié en el teatro dentro del teatro, es decir
en las ocasiones en las cuales se lleva a cabo dentro de una obra teatral, otra
representación dramática. En tercera instancia hemos subrayado la presencia
de metamorfosis dentro de las obras teatrales, ya que repentinamente algunos
objetos o personas se transfiguran o se hace alusión a esta transformación.
En cuarto lugar hemos reseñado la existencia de cantos y estribillos dentro
de algunas de las obras teatrales de Garro, reiterándose, particularmente, las
rondas infantiles.
Una vez que constatamos la presencia y la repetición de las características
antes reseñadas dentro de las obras teatrales, comenzamos su rastreo dentro
de la obra narrativa completa de Garro, para poder así demostrar cómo su tea-
tro se prolonga dentro de su obra narrativa.
De esta forma, en un tercer capítulo, hemos demostrado cómo en la prosa
de Elena Garro -novelas o cuentos- están presentes una serie de caracterís-
ticas propias del teatro garriano. La antigua coreógrafa de grandes autores y
directores teatrales como Xavier Villaurritia, Julio Bracho y Rodolfo Usigli
nunca pudo desprenderse de sus moldes y de sus esquemas teatrales, ni si-
quiera cuando escribía prosa.
De esta manera, en primer lugar, dentro de este tercer apartado, hemos
hablado de los personajes que fingen o actúan delante de los demás, haciendo
LA MÁSCARA Y EL ESPEJO. ASPECTOS TEATRALES DE LA OBRA NARRATIVA... 183
Recuerdos del Porvenir, Un traje rojo para un duelo, y Testimonios sobre Ma-
riana. En la primera de ellas hablamos del intento teatral que Felipe Hurtado
hace en Ixtepec junto con los Moncada y Conchita Montúfar, para devolverle
la ilusión al pueblo. El proyecto teatral explícito fracasa, a pesar de los ensa-
yos, vestuarios y escenario, ya que Felipe Hurtado de pronto desaparece. En
Un traje rojo para un duelo, presentamos la figura del “Gran Rioja”, un amante
del teatro que tiene un final de obra trágica. En Testimonios sobre Mariana,
constatamos cómo los personajes continuamente asisten al teatro y la misma
Mariana expresa su gusto por las representaciones teatrales y por el mundo de
los actores y el teatro.
En cuarto término hicimos mención a las metamorfosis, refiriendo algunos
casos en los que a los personajes de las novelas les sucede algo similar a lo
representado en las obras teatrales, como es el caso, en primer lugar, de la
novela Los Recuerdos del Porvenir, en la que Isabel Moncada queda convertida
en una piedra al final de la misma. Este recurso está también presente en la
colección de cuentos La Semana de Colores, en el relato “El día que fuimos
perros”, donde Eva y Leli de pronto se transforman en dos perros, “Buda” y
“Cristo”, y como tales ven el mundo. En Andamos Huyendo Lola, el tiempo y
los espacios se trasforman, ya que de pronto Madrid se convierte en un campo
en el que se encuentra el campamento de la reina goda Fredegunda.
Finalmente hablamos de la presencia de los cantos y estribillos dentro de
las novelas Los Recuerdos del Porvenir y Mi hermanita Magdalena, así como
en la colección de cuentos Andamos huyendo Lola. En todos los casos, los
cantos hacían alusión a un momento determinado de la historia de México, y
servían para contextualizar el relato. De este modo, dentro de los Recuerdos
del Porvenir, hablamos de “la Adelita”, como una canción que contextualiza el
recuerdo de Ana Moncada en el periodo revolucionario. La banda militar toca
y canta “ Las Mañanitas” en la serenata irónica que Rosas le lleva a su rival,
Felipe Hurtado. En esta misma novela están también presentes las “canciones
de fusilados”, con las que se anuncia de manera proléptica el final fatal de la
novela. En Mi hermanita Magdalena, el canto anuncia el futuro itinerante de
Magdalena, a la vez que contextualiza el relato en el México contemporáneo.
Por su parte en Andamos huyendo Lola, el canto no sólo completa la historia
narrada por el texto, sino que recuerda el momento histórico mexicano del
imperio efímero de Maximiliano y Carlota.
Con todo ello hemos querido demostrar cómo en la prosa de Elena Garro
están presentes una serie de características propias del teatro garriano. He-
mos podido constatar que existen una serie de aspectos teatrales dentro de la
prosa de esta autora mexicana.
Enrique A. Eguiarte B.
Pontificium Institutum
Patristicum Augustinianum
Roma