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Marzo 30, 1938

Cuando los sacrificios se hacen de buena


voluntad, Jesús pone en ellos sus gustos
divinos, y los vuelve agradables y amables.
¡Oh Voluntad Divina, cómo eres amable,
solamente Tú me sabes amar de verdad y sólo
en Ti encuentro el refugio a todos mis males!
Pero me sentía oprimida al ver que aquellos
que me rodean sufren y hacen grandes
sacrificios por causa mía, cómo es doloroso
ver sacrificados a los demás; y mi dulce Jesús,
estrechándome entre sus brazos en acto de
compadecerme, todo ternura me ha dicho:
“Pobre hija mía, ánimo, no quiero que pienses
en esto. Tú debes saber que Yo puedo y sé pagar
bien aun los pequeños sacrificios, las atenciones
y mucho más los grandes sacrificios; Yo
numero todo, y ni siquiera un respiro hecho
por Mí lo dejo sin recompensa, y mucho más
si estos sacrificios son hechos a quien me ama,
a quien quiere vivir en mi Querer, entonces
siento como si me los hicieran a Mí mismo, y
Yo para hacer que estos sacrificios sean hechos
de buena voluntad, pongo en ellos mi gusto
divino, de modo que hago sentir el gusto, el
placer de hacer esos sacrificios, de modo que
sienten la necesidad de hacerlos, el gusto, el
placer en el sacrificio; son como la sal, los
condimentos a los alimentos, como el aceite a
las ruedas que antes caminaban con dificultad,
pero puesto el aceite corren. El gusto divino
vacía el sacrificio y lo vuelve ligero y
agradable. Esta es la causa por la que en
nuestro Amor creamos una pasión santa, un
gusto, un placer, que no sabemos estar si no
amamos a la criatura. Fue esta nuestra pasión
de amor la que nos hacía sentir la extrema
necesidad de testificar con nuestras obras el
amor hacia las criaturas, tanto que ninguno nos
rogó que creásemos un cielo, un sol, y tantas
otras cosas, y después de creadas las miramos y
sentimos tanto gusto y placer, que en nuestro
énfasis de amor exclamamos: ‘Cómo son bellas
nuestras obras, pero nos darán más gloria,
sentiremos más gusto, cuando nuestras obras se
den a las criaturas para amarlas y para hacernos
amar por ellas.’ Entonces, a nuestra pasión de
amor, a la extrema necesidad de amar se
agregaba la locura, el delirio de amor, tanto, que
no nos contentamos solamente con las obras, el
amor llegó a tanto, que sentimos la necesidad
de poner también la Vida. En efecto, ¿qué
cosa no me hizo hacer esta necesidad de amor
que sentía en Mí? Me hizo sufrir penas
inauditas, sufrí las humillaciones más
humillantes y hasta la misma muerte entre
espasmos atroces.”
Libro de Cielo. Marzo 30, 1938. Volumen 35
“Hágase tu Voluntad En la Tierra Como En El
Cielo”

“Hija mía, Yo no miro tanto los sacrificios,


sino al amor con el cual se hacen y a la unión
que tienen conmigo, así que cuanto más el
alma está unida conmigo, tanto más aprecio
sus sacrificios. Así que si el alma está más
estrechamente unida conmigo, los más
pequeños sacrificios los tomo como grandes,
porque en la unión está el cálculo del amor, y
el cálculo del amor es cálculo eterno que no
tiene término ni límite.” Octubre 17, 1910.
Vol. 9

“Amada mía, ¿quieres saber cuándo una obra


se hace por la persona amada? Cuando
encontrando sacrificios, amarguras y penas,
tiene virtud de cambiarlas en dulzuras y
delicias, porque esta es la naturaleza del
verdadero amor, la de transformar las penas
en alegrías, las amarguras en dulzuras; si se
experimenta lo contrario es señal de que no es
el verdadero amor el que obra.”
Noviembre 25, 1900. Vol. 4

“¡oh! cómo amo a quien llama a mis actos, se


une junto conmigo, y sobre el fuego de mi
mismo sacrificio y de mi Amor se sacrifica a sí
misma, para obtener el gran bien de que mi
Voluntad sea conocida y domine el querer
humano, fuente de todos los males de la pobre
criatura” Marzo 5, 1933. Vol. 31

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