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Thomassiny
Muerto Jesús mío, toda la naturaleza ha dado un grito de dolor al verte expirar
y ha llorado tu dolorosa muerte, reconociéndote como su Creador. Miles de
ángeles se ponen alrededor de tu cruz y lloran tu muerte; te adoran y te rinden
homenajes de reconocimiento, confesándote como nuestro verdadero Dios y te
acompañan al Limbo, a donde vas a beatificar a tantas almas que desde siglos
y siglos yacen en aquella cárcel oscura y te suspiran ardientemente.
Quiero llorar tanto sobre estas llagas para lavarlas con el agua de mis lágrimas,
quiero amarte tanto para curarte todo con mi amor y restituir a tu irreconocible
Humanidad su natural belleza, quiero abrir mis venas para llenar las tuyas con
mi sangre y llamarte nuevamente a vida.
Vida mía, mi Jesús, ¿qué no puede el amor? El amor es vida y yo con mi amor
quiero darte vida, y si no basta con el mío, dame tu amor y con él todo podré, sí,
podré dar vida a tu santísima Humanidad.
Pero, oh mi Jesús, aun después de muerto quieres decirnos que nos amas,
atestiguarnos tu amor y darnos un refugio, un albergue en tu propio corazón, por
eso, un soldado empujado por una fuerza suprema, para asegurarse de tu
muerte, con una lanza te desgarra el corazón, abriéndote una llaga profunda, y
Tú, amor mío, derramas las últimas gotas de sangre y agua que contiene tu
ardiente corazón.
Ah, cuántas cosas me dice esta llaga, producida no por el dolor sino por el
amor, y si tu boca está muda, me habla tu corazón y oigo que dice:
«Hija mía, después de haber dado todo, con esta he querido hacerme abrir un
refugio para todas las almas en este mi corazón; este corazón abierto gritará
continuamente a todos: “Vengan a Mí si queréis ser salvos, en este mi corazón
encontraréis la santidad y os haréis santos, encontraréis el consuelo en las
aflicciones, la fuerza en la debilidad, la paz en las dudas, la compañía en los
abandonos”.
Amor mío, si una lanza ha herido tu corazón por amor mío, te ruego que con
tus manos hieras mi corazón, mis afectos, mis deseos, toda yo misma, y que no
haya parte en mí que no quede herida por tu amor.
Unida con nuestra traspasada Mamá, que cae desmayada por el inmenso
dolor al ver que te traspasan el corazón, y como paloma vuela a tu corazón para
tomar el primer lugar para ser la primera reparadora, la reina de tu mismo
corazón, intermediaria entre Tú y las criaturas. También yo junto con Mi Mamá
quiero volar a tu corazón para oír cómo te repara y repetir sus reparaciones en
todas las ofensas que recibes.
No daré más vida a los pensamientos, pero si quisieran vida, la tomaré de tus
pensamientos; no tendrá más vida mi querer, pero si vida quiere, tomaré tu
santísima Voluntad; no tendrá más vida mi amor, pero si querrá vida la tomaré
de tu amor. Oh mi Jesús, toda tu vida es mía, ésta es tu Voluntad, éste es mi
querer.
El descendimiento de la cruz
Muerto Jesús mío, veo que se apresuran a bajarte de la cruz; y tus discípulos
José y Nicodemo, que hasta ahora habían permanecido ocultos, ahora con valor
y sin temer nada quieren darte honorable sepultura, y por eso toman martillo y
pinzas para cumplir el sagrado y triste descendimiento de la cruz, mientras que
tu traspasada Mamá extiende sus brazos maternos para recibirte en su regazo.
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Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión Compendio Dr. Thomassiny
9-36
Julio 4, 1910
…Así que son seis horas de mi Pasión que di a los hombres para bien morir,
las tres del huerto fueron para ayuda de la agonía, las tres de la cruz para ayuda
en el último suspiro de la muerte. Después de esto, ¿quién no debe mirar
sonriente a la muerte? Mucho más para quien me ama, para quien busca
sacrificarse sobre mi misma cruz. Mira cómo es bella la muerte y cómo hace
cambiar las cosas, en vida fui despreciado, los mismos milagros no hicieron los
efectos de mi muerte; aún sobre la cruz hubo insultos, pero en cuanto expiré, la
muerte tuvo la fuerza de cambiar las cosas, todos se golpeaban el pecho
confesándome por verdadero Hijo de Dios, mis mismos discípulos tomaron valor,
y aun aquellos ocultos se hicieron atrevidos y pidieron mi cuerpo dándome
honorable sepultura; Cielo y tierra a plena voz me confesaron Hijo de Dios. La
muerte es una cosa grande, sublime; y esto sucede también para mis mismos
hijos, en vida despreciados, pisoteados, aquellas mismas virtudes que como luz
deberían brillar entre quienes los rodeaban, quedan medio veladas, sus
heroísmos en el sufrir, sus abnegaciones, su celo por las almas, arrojan claridad
y dudas en los presentes, y Yo mismo permito estos velos para conservar con
más seguridad la virtud de mis amados hijos. Pero apenas mueren, estos velos,
no siendo más necesarios, Yo los retiro y las dudas se hacen certezas, la luz se
hace clara, y esta luz hace apreciar su heroísmo, se hace entonces aprecio de
todo, aun de las cosas más pequeñas, así que lo que no se puede hacer en vida,
lo suple la muerte, y esto es para lo que sucede acá abajo; y por lo que sucede
allá arriba es propiamente sorprenderte y envidiable a todos los mortales”.
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12-79
Enero 27, 1919
“Hija mía, entre tantas heridas que contiene mi corazón, hay tres heridas que
me dan penas mortales y tal acerbidad de dolor, que sobrepasan a todas las
demás heridas juntas, y éstas son: Las penas de mis almas amantes. Cuando
veo a un alma toda mía sufrir por causa mía, torturada, humillada, dispuesta a
sufrir aun la muerte más dolorosa por Mí, Yo siento sus penas como si fueran
mías, y tal vez más. ¡Ah! el amor sabe abrir heridas más profundas, de no dejar
sentir las otras penas. En esta primera herida entra en primer lugar mi querida
Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión Compendio Dr. Thomassiny
Mamá, ¡oh! cómo su corazón traspasado por causa de mis penas se vertía en el
mío, y Yo sentía a lo vivo todas sus heridas, y al verla agonizante y no morir por
causa de mi muerte, Yo sentía en mi corazón el desgarro, la crudeza de su
martirio, y sentía las penas de mi muerte que sentía el corazón de mi amada
Mamá, y por ello mi corazón moría junto, así que todas mis penas unidas con las
penas de mi Mamá, sobrepasaban todo; por eso era justo que mi Celestial Mamá
tuviera el primer puesto en mi corazón, tanto en el dolor como en el amor, porque
cada pena sufrida por amor mío, abría mares de gracias y de amor que se
volcaban en su corazón traspasado; en esta herida entran todas las almas que
sufren por causa mía y sólo por amor, en ésta entras tú, y aunque todos me
ofendieran y no me amaran, Yo encuentro en ti el amor que puede suplirme por
todos, y por eso, cuando las criaturas me arrojan, me obligan a huir de ellas, Yo
rápido vengo a refugiarme en ti como a mi escondite, y encontrando mi amor, no
el de ellas, y penante sólo por Mí, digo: “No me arrepiento de haber creado cielo
y tierra y de haber sufrido tanto”. Un alma que me ama y que sufre por Mí es todo
mi contento, mi felicidad, mi compensación de todo lo que he hecho, y haciendo
a un lado todo lo demás, me deleito y me entretengo con ella. Sin embargo, esta
herida de amor en mi corazón, mientras es la más dolorosa y sobrepasa todo,
contiene dos efectos al mismo tiempo: Me da intenso dolor y suma alegría,
amargura indecible y dulzura indescriptible, muerte dolorosa y vida gloriosa. Son
los excesos de mi amor, inconcebibles a mente creada; y en efecto, ¿cuántos
contentos no encontraba mi corazón en los dolores de mi traspasada Mamá?
Hija mía, entra en mi corazón y toma parte en estas mis heridas, compadece
mi despedazado corazón, suframos juntos y roguemos”.
Yo he entrado en su corazón, cómo era doloroso, pero bello, sufrir y rogar con
Jesús.
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Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión Compendio Dr. Thomassiny
14-7
Febrero 26, 1922
Estaba pensando en el gran bien que el bendito Jesús nos ha hecho con
redimirnos, y Él, todo bondad me ha dicho:
“Hija mía, Yo creé a la criatura bella, noble, de origen eterno y divino, plena de
felicidad y digna de Mí; el pecado la derribó de esta altura y la hizo caer hasta el
fondo, la desnobleció, la deformó y la volvió la criatura más infeliz, sin poder
crecer, porque el pecado le impedía el crecimiento y la cubría de llagas, que daba
horror el sólo verla. Ahora, mi Redención rescató a la criatura de la culpa, y mi
Humanidad no hizo otra cosa que, como una tierna madre con su recién nacido,
que no pudiendo tomar otro alimento, para dar la vida a su bebé, se abre el seno,
pone a su pecho a su niño, y de su sangre convertida en leche le suministra el
alimento para darle la vida. Más que madre mi Humanidad se hizo abrir en Sí
misma, a golpes de látigo, tantos orificios, casi como tantos pechos que hacían
salir ríos de sangre para hacer que mis hijos, pegándose a ellos pudieran chupar
el alimento para recibir la vida y desarrollar su crecimiento, y con mis llagas
cubría su deformidad y los volvía más bellos que al principio, y si al crearlos los
hice cielos tersísimos y nobles, en la Redención los adorné tachonándolos con
las estrellas brillantísimas de mis llagas para cubrir su fealdad y volverlos más
bellos; en sus llagas y deformidad Yo ponía los diamantes, las perlas, los
brillantes de mis penas, para ocultar todos sus males y vestirlos con tal
magnificencia de superar el estado de su origen, por eso con razón la Iglesia
dice: ‘Feliz culpa’, porque por la culpa vino la Redención, y mi Humanidad no
sólo los alimentó con su sangre, no sólo los vistió con su misma Persona y los
adornó con su misma belleza, sino que mis pechos están siempre llenos para
alimentar a mis hijos. ¿Cuál no será la condena de aquellos que no quieren
pegarse a ellas para recibir la vida y crecer, y para ser cubiertos en su
deformidad?”
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Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión Compendio Dr. Thomassiny
24-6
Abril 12, 1928
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