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del siglo XX. Su creador, Johannes Heinrich Schultz, lo ideó como método para lograr el
estado de relajación que se logra con la hipnosis. Desde entonces, se ha usado para
contrarrestar las sensaciones de tensión y ansiedad.
Este método puede generar hasta un 78 % de relajación en contraste con el estado inicial.
Es por esto que muchos terapeutas lo utilizan en pacientes con trastorno de ansiedad
social o generalizada.
Algunas variables, como la mejora del estado de ánimo, del rendimiento cognitivo y de la
calidad de vida en general siguen respaldando su uso en la actualidad.
A pesar de ello, siempre debe aplicarse con el aval de un especialista y no tomarlo como
un sustituto de una terapia farmacológica o psicológica en pleno desarrollo. En este
sentido, el entrenamiento de Schultz es más un abordaje complementario.
Ejercicios del entrenamiento autógeno de Schultz
Puede tomar unas semanas aprender por completo los pasos, algo que condiciona los
resultados que se obtienen. Antes de enseñarte el proceso, primero te sugerimos que
tengas en cuenta lo siguiente:
Se necesita un lugar tranquilo para los ejercicios. Debe ser un espacio sin ruidos ni
distracciones externas.
1. El peso
El primer ejercicio de un entrenamiento autógeno Schultz se centra en el peso.
Muchas de las terapias dirigidas por especialistas basan el método solo en este primer
paso. Se enfoca en las extremidades, con sentencias que repites en tu interior y luego en
voz baja.
Empieza concentrándote en tus brazos. Cierra los ojos y repite en tu mente, sin prisa y
visualizando en tu imaginación estas extremidades, la siguiente frase: “mis brazos me
pesan mucho”. Repítela 6 veces en un espectro de tiempo de 3 minutos. Es decir, trata de
hacerlo cada 30 segundos. Luego, finaliza con voz tenue: “estoy muy tranquilo”.
Vuelver a aplicar de nuevo el proceso, pero esta vez enfocado en tus piernas. Recuerda
que debes hacerlo con los ojos cerrados y sin moverte. Cuando termines, haz pequeñas
flexiones de estas extremidades para salir del estado de relajación.
2. El calor
Se realiza después del ejercicio anterior, aunque sin salir del estado semihipnótico, en
caso de que se desee hacer la sesión completa. Esta vez te concentrarás en el calor de
las extremidades.
La sentencia será la siguiente: “Mis brazos están muy calientes”. Repítela 6 veces en tu
mente a lo largo de 3 minutos. Finaliza en voz baja con la sentencia: “Estoy muy
tranquilo”.
La terapia continúa con la disminución del ritmo cardíaco; algo que contribuye a
controlar los niveles de presión arterial y obtener así mayor relajación. El objetivo es sentir
los latidos, de manera que logres conectarte con ellos durante 3 minutos. Si usas música,
procura que esté a un volumen bajo.
La frase que repetirás en tu mente es “mi corazón late tranquilo y normal”. Hazlo durante
el mismo número y tiempo que los ejercicios anteriores, siempre tratando de sentir los
latidos en los intervalos en que permaneces en silencio. Al terminar el último ciclo
dices “estoy muy tranquilo”.
4. Regulación de la respiración
Cuando la menciones por última vez di en voz baja: “Estoy muy tranquilo”. Debes inhalar
y exhalar de manera profunda durante este ciclo. Evita hacerlo por la boca y tómate el
tiempo para sentir cómo al aire entra y sale de tus pulmones.
5. Regulación abdominal
Durante este ejercicio te concentrarás en toda el área abdominal, con tanta intensidad
como lo has hecho durante los primeros. La sentencia que repetirás 6 veces de manera
interna es la siguiente: “Mi abdomen está caliente”. Finaliza diciendo en voz baja: “Estoy
muy tranquilo”.
No es suficiente con repetir de manera inercial esta y las demás frases. Tienes que
dirigir toda tu atención a las zonas que correspondan. Puede que durante la primera
sesión te resulte complicado, aunque con el tiempo lograrás perfeccionar las técnica.
6. Enfriamiento de la frente
Al ser la última etapa de la sesión, finalizarás diciendo en voz baja: “Brazos firmes,
respiración profunda y ojos abiertos”. Inmediatamente después abrirás los ojos y saldrás
del pequeño trance moviendo las extremidades y levantándote de forma lenta.
Para qué se usa el entrenamiento autógeno de Schultz
Ya sea que se opte por hacerlo de manera total o parcial, el entrenamiento autógeno de
Schultz se ha aplicado a lo largo de casi 100 años para diferentes propósitos.
Aquellos que han sido respaldados por la ciencia son los siguientes.
Tal y como señalamos al comienzo, no debe usarse como sustituto de cualquier fármaco
recetado por un especialista. El entrenamiento siempre debe verse como un
complemento.
Este entrenamiento puede resultar útil para aquellas personas que tienen que lidiar con
dolores de cabeza. Es mucho más útil para la cefalea tensional, aunque también se
puede usar para la migraña.
Los pacientes deben ser prudentes con los resultados a esperar. Aun así, se puede usar
como alternativa en caso de que otros tratamientos resulten poco efectivos.
Las técnicas para la reducción del estrés ayudan a los pacientes oncológicos a lidiar con
la ansiedad asociada.