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MIENTRAS EL TIEMPO PASA

Poemas escritos en otro tiempo


MIENTRAS EL TIEMPO PASA
Poemas escritos en otro tiempo

José Juan Poveda

Ediciones La Tienda del Kirguise

Colección Poesía
VI

*
Santander
2015
© Primera edición, abril de 2015

© José Juan Poveda Sierra, 2015

© Ediciones La Tienda del Kirguise


latiendadelkirguise@gmail.com

© Prólogo: José Juan Poveda Sierra


© Epílogo: José Juan Poveda Sierra
© Ilustraciones portada e interior: Elsa Poveda Calvo
© Ortocorreción: José Juan Poveda Sierra

I.S.B.N.: 978-84-606-7845-8
D.L. SA 296-2015
Impreso en Imprenta Pellón
Bº La Torre 117B. 39012 Monte, Santander.
La poesía se nutre de palabras,
Miles de palabras que trae y lleva el viento.
Es universal y no tiene dueño.
Son palabras ajenas, que no nos pertenecen.
Crecen con nosotros y forman parte de nuestro cuerpo.

A Marta y a mis hijos, con todo mi amor.


Prólogo .............................................11

ÍNDICE
Salamanca ........................................14
El hambre y el llanto ........................17
A pesar de todo ................................18
Ese viento airado ............................. 22
Melancolía ....................................... 24
Flor de pitiminí ............................... 26
La rosa ............................................. 28
Ríos de miedo.................................. 30
¡Qué más me da! ...............................32
Dulces muchachas ........................... 34
París................................................. 36
El amor.............................................39
Niños del mundo ............................. 42
Salir de mañana ................................45
Silencio ............................................ 50
La noche ...........................................52
Pobreza ............................................ 54
Cuestión de fe...................................56
Te detesto lunes ................................58
Vivir................................................. 60
Repensar el pasado ...........................62
Meditaciones sin sentido ................. 64
Tristes versos ................................... 66
Prólogo
Nos situamos en los años sesenta del siglo pasado. Años de
cambio, años de represión. Las estructuras políticas del régimen
eran rígidas y opresoras. Grupos minoritarios se movían en la
oposición al régimen franquista. Éramos rebeldes, militantes y
clandestinos. Son los años del mayo-68 parisino, del contubernio
de Múnich, de las protestas estudiantiles, del juicio de Burgos,
del Proceso 1001, del crecimiento económico, de la pérdida de las
colonias en África, de la marcha verde y de la muerte del Franco.
Era época de militancia. Éramos pocos pero creíamos en el cambio.
Noches en vela, multicopista vietnamita, siembras de octavillas,
conferencias y recitales subversivos, manifestaciones callejeras, horas
en comisaría. Escribíamos poesía, pero no la leíamos en público. Era
una manifestación personal, para exponer ausencias, inquietudes,
angustias. Era una poesía intimista, con influencias de Machado,
Gabriel Celaya, Blas de Otero y sobre todo Cesar Vallejo, pero
también Neruda, Alberti, León Felipe. En el año 68 viajé a París.
Fue una época de libertad, realizando trabajos para sobrevivir. No
necesitábamos más. De aquellos tiempos de cambio son estos versos.
Versos sencillos, muy personales, tenía veinte años. En mi segundo
regreso a París en 1979-80 escribí los últimos poemas, llenos de
sombras y desamparo. Estaban guardados en cuadernos, dentro de
un cajón y han viajado conmigo. Yo los escribí, Marta los dio a luz y
Elsa los ilustró con mucho encanto. Ahora quiero compartirlos con
vosotros. De corazón.

En Santander, primavera del año 2015.

11
MIENTRAS EL TIEMPO PASA
Poemas escritos en otro tiempo

José Juan Poveda


Salamanca

Alegre vocerío infantil


estudiantil algarabía. Suave perfume
de la tarde declinante, néctar
sonoro del sol que muere,
cielo azul, amarillas espigas
campo yermo…
¡cuánto habéis hecho por mí!

Torres de mi ciudad,
sombrías callejuelas, doradas
piedras, piedras soñadoras
aire luminoso
-el que Unamuno amó-
aulas sombrías
¡cuánto habéis hecho por mí!

14
El hambre y el llanto

-I-

Cuando el hambre sale a la calle,


inunda la calle, atruena
calle por calle. Cuando llena de niños
rabiosos los estercoleros
el hambre,
de miradas suplicantes
las terrazas de los bares,
el hambre,
de miradas desmayadas,
los montones de comida,
el hambre,
de miradas de dolor
la calle,
de gritos de urgencia
la calle,
de pasos precipitados,
la calle.
Cuando apremia
agobia hasta las piedras,
hasta el aire, el hambre
hasta las veletas, el hambre
hasta los patos del estanque.

Ese hambre silencioso


ante las puertas,
junto a los letreros de neón,
junto a las copas de vino.
Esa nube de hambrientos,
esa epidemia,
rebosa las sacristías,
los cepillos rebosa. Aflije
los cartelones, las salas del sanatorio
los comulgatorios…
los fusiles…

17
-II-

Ahora es el llanto.
También ayer lo fue.
Llanto, un niño
vomita en el Perú.
Fiebre, un adulto escupe
sangre en Indostán.
Estertor , un negro se asfixia
en el Congo.
Miedo, en Angola fusilan
de nuevo al hombre.
Frío, las vacas sagradas
deambulan por Calcuta.
Egoísmo, nuestros generales
instruyen en Vietnam.
Desprecio, ponemos precio
al subsuelo en Irán.
Amargura, una madre en Nigeria
suprime a su hijo el pecho.
Violencia, en Ibiza los ingleses
compran el sol.

Ahora, sigue siendo


llanto en el mundo.

18
A pesar de todo

Ahogado en mi sangre
a cuestas con la vida voy,
pensando,
en cargar la noche a mis espaldas,
empolvar el alma,
tupir los sentidos
y echarme al vivir rutinario
y luminoso.
Echarme- manos en los bolsillos-
con alegría.

20
Ese viento airado

Gime el viento
airado. Colérico
el viento asola.
Viento triste que ronda
entre mis cosas.
Ese viento enloquecido
me empuja
contra lo humano, despavorido.
Ese viento impaciente
sobre mis ansias aulla.
Aterrorizado destroza
mi carne y deja jirones
de eternidad en mi alma.
Alma azul, que no muere.

Gime el viento
airado.

Ese viento
que toma el sendero
de lo divino.

22
Melancolía

Manolita
tu sonrisa dice
el sabor amargo de los días siete
y en los días que se te mueren
palpo un burlón amarillo bilioso
que me conmueve.

Sufres en ti,
ausente la viril tenaza,
de tus pechos céreos,
de tus rojos labios,
de tus caderas blancas…ausente
la roja sombra maciza
de tus marfilínos huesos,
de tus muslos fríos,
Manolita.

Cuando la tarde de los trinos


Manolita, se muera,
marchite el canto multicolor
de las flores…
cuando se canse el sol colorado,
pálida luna su paseo inicie
Manolita… cuando
por tus venas, el gusano de la noche corra,
escupe rauda tu melancolía,
Manolita
y sueña, sueña, sueña…

24
A todas las adolescentes

Flor de pitiminí

¡Qué bonita!
la flor de pitiminí.

¡Que bonita está!


con su collar azul
de lágrimas azules, la niña
flor de pitiminí.

¡Qué coqueta!
sus pechitos blancos, la niña
¡tilín, tilín¡

¡Qué tontuela!
¡que amorosa!
¡qué risueña!
con sus once pétalos
-once sueños azules-
la niña
¡flor de pitiminí!

¡Qué bonita!
la flor de pitiminí.

26
La rosa

Mira
¡qué triste la rosa!
nace con la mañana, tiembla
al atardecer y se va.

Mira verdecer la hoja.


Mírala. Mira cómo se seca.

Mira la gota.
¡Qué ágil cae!
Ya se hundió, mira
para no volver, en el mar
la gota.

Mira
qué poca cosa la hoja,
la rosa y la gota.

Son, mira como yo soy,


un eterno niño que sueña.
Nada más.
Nada más. Poca cosa.

28
A César Vallejo
Ríos de miedo

Ríos de miedo corren. Mares


corren. Cielos de miedo infernales
buscan el anónimo de los retretes.

Un hombre pasa.
Su miedo con el cinturón sujeta.
Eructa.

El bimano rebuzna.
Saca el mechero
y al mapamundi prende fuego.

Pánico en las pelvis.


Malestar entre las piernas.
Se orina una niña.
Un cojo no se orienta.

Mata la chinche el paria.


Caza el moscardón al vuelo.
Los sumandos suma
de la luz del día.
El zapato tira. Bajo la cama arroja.
Como un bocadillo,
emparédase entre un astro
y la pata de la tumba,
quiero decir del trillo.
Como un torrezno. Sueña.

Sofocan mi fóvea
un cojo con su cojera,
un ciego con su ceguera,
la lotería y la lotera,
un hombre de paisano
un militar
un cura
el farol que no alumbra
la niña que no aumenta…
Un perro, en su prisa,
se cuela en la cloaca.

30
Para jugar mañana,
vende una niña su trenza.
Cunde el pánico en la bolsa
de los desheredados. La vieja
ya perdió la cuenta
de los rosarios.
¡Sobresalto! Un guardia civil camina
con cuatro zapatos,
¡con cuarenta zapatos!
con cuarenta llantos
y una muela.

La madre concede a la sombra


un muerto vivo.
Aborta un feto
fofo, verde.
Se confunde el deudo,
la dentadura cambia al muerto.
Los empleados del seguro
no aseguran. El recluta
y el sargento,
el metalúrgico y la puta,
la comadre y la beata
se lavan las tripas con tinto.

Matan el pavor.
El gusanillo matan.
Ríos de miedo corren. Mares
corren. Cielos de miedo infernales
buscan el anónimo de los retretes.

Y no sé qué haremos
cuando se llenen las tinajas
cuando se llenen los peroles
cuando se llenen los tinteros,
con los quintales de miedo
en las gargantas,
con las hectáreas de miedo
entre las piernas.

31
¡Qué más me da!

¡Qué más me da!


que no queden huellas
que nadie se asuste,
si el desgarrón lo llevo
aquí dentro,
aquí mismo, hondo.
¿Qué ganancia con él?

¡Qué más me da!


¡Y a mí qué!, después de todo,
si sigue igual de gris el cielo,
si las gentes igual, siguen
caminando.

¡Qué más me da!


si aquel hombre su refresco
tomando sigue,
si la piedra tan compacta está,
como antaño,
si el cementerio, muerto
cada día un poco más.
Si ni Dios mismo se entera.

¡Qué más me da!


si por otra parte me basto
para desgajar yo solo la vida.
Para morir- ya digo-
no necesito a nadie.

32
¡Qué más me da!
que el niño su primera mentira
diga, que rellene
el adulto otra quiniela,
que la niña de miedo se orine,
que el rosario continúe el cura,
desde la cima.

Sí. ¡Qué más me da!


¡Y a mi qué! repito,
después y antes de todo,
si está solo el hombre,
si es trizas, jirón,
miseria, despojo…
Nada, nada. ¡Oh sí! Todo, todo.
Si se basta a sí mismo para gozar,
para abotonarse mismo,
se basta solo.
Si para reír, para hundirme
me basto solo.
Sí ¡qué más da! Solo, solo.
¡Y a mí qué después de todo!

33
A todas las muchachas
que esperan en
las aceras del mundo

Dulces muchachas

¡Cómo me duelen las dulces muchachas del mundo¡


¡Qué cerca os siento
lejanas muchachas!
Vuestras rojas blusas
vuestras faldas twist
vuestras diademas de colores
¡cómo surcan mis nervios!

¡Cómo fremitan mis ansias!


Mis anhelos Katerine
mis tendones Sonia
mis acetábulos Claudine!
Tus labios cómo me ahogan
Cristina. Tus trenzas
Inés, cómo me encogen.
Tus iris marinos
Josefina,
tus iris salados
Betina,
¡cómo me arrugan!

Vuestras tardes tristes


de niebla y bombillas,
vuestras grises tardes
de lluvia sin alma,
vuestras noches frías,
¡cómo me amargan!

Cuán cerca los tacones


siento. En las aceras, sonoros
del mundo, los tacones,
tacones que tropiezan,
tacones suplicantes,
tacones con fiebre,
tacones sedientos…

34
La ventana abierta
irrumpen violentamente
a mi corazón,
buenas muchachas,
que se peinan deprisa,
que se pintan las cejas,
con prisa y sin espejo,
solitarias muchachas
que beben de largos vasos
el hondón.
Miran sobre el hombro.

Ansiosas. Con nervios. Sin nombre.

En los rincones de mi alma


habitan. Por las callejas oscuras
de mi alma pasean.
Sobre las piedras frías
-frías y duras- de mi alma
sueñan.

¡Cómo me duelen las dulces muchachas del mundo!


Cómo me duelen
vuestros dolores, Sofía
Rosa, Denise,
Alicia, María,
Moníque, Simone,
Marthe…
muchachas ocre,
muchachas gris,
muchachas malva,
muchachas
muchachas
muchachas todas del mundo
sin meta y sin domicilio.

¡Cómo me duelen las dulces muchachas del mundo!

35
París
Louvre
Concorde
La Seine
Nôtre Dame

Hoy pedimos de balde.

En los semáforos verde no sale,


la noche trae lluvia sobre Pigalle,
París se ha puesto todas sus pieles,
un cache-nez largo dobla la calle,
en Tour Eiffel vocea duro el suicida,
la muchacha en su lecho, al impaciente
talle calma pide. Al gendarme en Cité
la mano le quedo tiesa en el aire.

Louvre
Concorde
La Seine
Nôtre Dame

Hoy pedimos de balde.

Hay huelga de minutos en Montmartre,


en la Asamblea , el presidente somete el asunto
a debate. Gratis hace la jeune fille
streaptease esta tarde.
Boulevard Saint-Michel. El cortejo pasa
de femmes de ménage. Mutis de aves.
Preciso es sembrar de trinos la hez
de la boca en sombra al caminante.

Louvre
Concorde
La Seine
Nôtre Dame

Hoy pedimos de balde.

En el tableau-noir lloran los palotes.


Un hombre se arrastra de puro nadie.

36
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto….
la he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!

G.A. Bécquer

El amor

Voy,
la vista en las estrellas perdida.
Voy -qué remedio- la vista
errante entre las piedras.

Voy
sumido en las sombras
transido por la pena
caminando sin saber,
a cualquier parte.
Para detenerme
no queda tiempo ya.

Voy
en busca de la tierra
que no me sonríe
en pos de los cielos
que no me ansían.

39
Voy sin sombra.
Sin pasos voy. Con desconsuelo
de polvo vivo,
con vacío de pájaro muerto,
con polvo en la solapa,
sin color….

¿La he visto?.
La tierra no me contesta. Los cielos
tampoco. Ella
no conoce mis ojos. Yo no
conozco su nombre.
¿La he visto? Ni hoy ni ayer.
Pasó tal vez de largo. Sin mirar.
Pasó altiva, como ayer, como siempre.
¡Como nunca!

Hoy como mañana.


Mañana como ayer, creo
-que remedio- en Dios.

40
Niños del mundo

Niño moribundo
Que al mundo llegas
¡cómo te pesa ya la vida!
¡cómo te pesa ya la muerte!

Triste estafado,
pudiendo ser célula
cómo te pesa el cuerpo,
pudiendo ser nube
adulto infantil…
cómo te duele el babero.
La noche y el zapato
cómo te duelen, óvulo fecundo.

Legión de seres indefensos,


¡niños todos!
cómo me ahoga vuestro llanto,
vuestro escaso diente,
vuestro mamar ansioso,
vuestra sed,
vuestra inexperiencia y vuestra pena,
cómo me escuecen,
tras de la frente.

Niño con tres duodenos


y mil cálices ¡que culpa tienes!
¡Tú qué sabes!
Si, qué culpa tienes niño bizco
y qué culpa los niños enanos del mundo,
¡qué culpa los raquíticos
y los niños sin Dios!

Niño triste, alegre


hipócrita, babosa torpe, hoy
incrédulo, adulto resentido mañana.
¡quítame un beso¡
¡quitadme un beso niños todos¡
antes que os vistan la máscara
antes que os sellen con sangre
antes que os den con ceniza en la frente.

42
A Edith Piaf y George Brassens
que me acompañaron

Salir de mañana

Salir de mañana,
pisar del parque hojas secas,
resonar los tacones en la acera
de la gran ciudad desierta.

Salir de mañana
con la niebla, sentir
la ciudad dormida, callada
morir la ciudad.

Salir para ver de mañana


lloviendo o nevando dormitar
los leones de Concorde, en silencio.

Salir para ver -no viendo-


muchachas tendidas en los lechos,
serenos dormidos en las puertas,
los sin techo dormidos al sereno.

Salir de mañana para oler


el tufo liento de las mil camas,
de las mil sábanas de la ciudad.

45
Salir de mañana para oír
el silencio, antes del ruido,
mucho antes del vértigo.
Salir, para ver les femmes de ménage
bostezar, cuando van al trabajo,
ver legiones de fantasmas
y sonámbulos
al asalto del metropolitano.

Salir de mañana.
Pasar junto al Louvre. Entrar.
Ver llorar a Monna Lisa.
No encontrar su sonrisa.
Al arcángel San Miguel hecho un cuatro,
al turista llegado de lejos
hacer cola en el museo,
los gendarmes de la noche
junto a un árbol ver,
roncando… los borrachos...

Salir de mañana
para ver todo esto.

46
Se le vio caminando entre fusiles por una calle larga,
salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada.
A. Machado.

No salgas a la calle

-I-

No salgas Federico
hoy a la calle. Esperando
está la muerte para llevarte.
Las hordas de la cruz
y de la espada, del tricornio,
vienen para matarte.
En cada esquina una daga.
En Granada, esta noche
ni una estrella luce,
ni las farolas
ni los candiles,
ni la luna blanca.
Un fusil en cada ventana.

No salgas Federico.
Esta noche no salgas.

-II –

Nocturno paseante
solitario, ¿ Por qué nadie te avisó
en aquella noche amarga?
¿por qué amigo mío
hermano, Federico
osaste con tu sonrisa sola?
¡si ellos eran tantos!

¡Qué noche aquella de calma mala,


qué triste el mundo,
qué huérfanos todos!
Te hirieron,
como a una alimaña,
te clavaron como a un ladrón.

48
-III –

¡Ay compañero!
Nos robaron tu canción,
tu alegría asesinaron.
Por nada, compañero nuestro
del alma.
¿Dónde estaban los amigos?
¿Dónde tu gente?
Tú, Federico
completamente solo
muriendo por la causa.

-IV –

Amanecer sangriento.
El sol no quiso calentar
llovía.
Lágrimas de todas las nubes
cayeron aquel día sobre Granada,
para tapar tu sangre
-caliente todavía- para lamer
tu cuerpo ya sin peso,
tus cabellos sueltos al aire,
tu mirada, ya tranquila.
Lluvia fría para tu alma, triste
al abandonarte.

A tu entierro fueron todos.


No escoltaron tu féretro
guardias civiles,
que estaban allí todas las niñas
buenas del mundo,
con sus trenzas. Todos tus gitanos,
apaleados, Antoñito el Camborio,
el de Montilla, Amparo…
con su miedo en la garganta,
con su pena sobre el hombro.

No salgas Federico hoy a la calle,


esperando está la muerte
para llevarte.

49
Silencio

Lloro mi soledad. Lloro


la amargura de mi pecho dolorido,
el silencio resbala por las paredes.
Es como una bola. Una bola asfixiante
de fuego. Lo puedo tocar, lo oigo
al silencio. Sale de mis huesos
rebota en los muebles y
vuelve a entrar.
Es un silencio intemporal, sin cuerpo,
sin ojos, sin cabellos,
lo siento agarrado a mi garganta.
Me duele.
El silencio vive en mi corazón
el corazón de un hombre muerto.

50
La noche

Suenan los minutos de cuco


en medio de la noche.
La noche que unos
aprovechan para nacer
y otros para morir.
La noche que nunca acaba
¡cuándo llegará el alba! con el ruido,
los gritos, los insultos, el
rechinar de las máquinas.
Esta noche es solo mía,
absolutamente. ¡De nadie más!
El cuco cuenta las horas,
el metrónomo
marca la cadencia, mi
corazón los minutos,
los incontables minutos de
esta noche que es sólo mía.
Tengo un amor que es como la noche,
nunca termina,
sólo duerme cuando viene el día.

52
Pobreza

Las ondas trajeron la noticia,


un niño con nueve años cumplidos
había cortado la correa sujeta al cuello,
mientras otro hermano
sujetaba al padre,
por la cintura, colgado de un árbol.

Las ondas trajeron la noticia.


un padre con nueve hijos,
sin pan para alimentarlos.

La noticia caliente, de un padre


sin pan, de un árbol
bastante alto, un cinturón
con su hebilla y un niño…
un niño y sus ocho hermanos.

Era en Portugal, setiembre


de mil novecientos setenta y tantos.

54
Cuestión de fe

J’ai besoin d’un mouchoir,


pour essuyer mes larmes, chaque jour.

J’ai envie d’une femme,


pour exprimer l’amour, chaque jour.

Je cherche un icône,
pour prière, en solitaire, chaque jour.

Par ce que si je ne trouve


pas un mouchoir,
une femme et un icône,
mes larmes vont noyer
l’amour et la foi.

J’aspire plutôt à l’amour.


La foi est toujours avec moi.

56
Te detesto lunes

Te detesto lunes,
porque te impones sobre mi silencio,
porque eres racional
y necesitas el martes, sanguinario,
el miércoles y todos los días,
la semana toda,
lunes implacable,
lunes sin tregua,
porque me sometes a tus condiciones,
porque eres principio amenazador,
de todo y de nada,
de un ciclo de rutina,
porque me recuerdas, la obligación
de trabajar para vivir,
o simplemente de vivir…
perdido ya el sábado, el descanso,
el olvido,
el no pensar o simplemente
dejarse llevar.

Te detesto lunes,
Te detesto, te detesto.

58
Vivir

Ahora que lo pienso,


vivir se ha puesto duro últimamente,
cargar la noche a cuestas,
insoportable,
empujar el futuro, día a día,
minuto a minuto, contra el pasado,
asfixiante. Soportar el presente,
todo un acto de fe,
creer que estoy vivo, luchar
contra mi cadáver, matar
al suicida que vive dentro, encerrar
mis temores, el miedo,
con siete llaves y tirarlas al mar…

Porque bien pensado, cada minuto


que no vivo, es un minuto que muero.
Así de sencillo, cada
noche que desgrano,
cada rayo de sol que pierdo
cada tren que pierdo
cada día que pasa y no me entero.

60
Repensar el pasado

Si fuera verdad que sólo


se vive una vez,
si fuera verdad, que el tiempo pasado,
no volverá. Los veinte
años, los veranos
llenos de luz
el primer amor,
el primer llanto…

Si fuera verdad, que la


vida del hombre
es una minúscula parte del tiempo,
que la noche acecha al día,
el asesino a la paloma,
como la sombra al cuerpo…

Si fuera verdad...

62
Meditaciones sin ningún sentido

A veces me pregunto, cuando cae la tarde,


a solas con mi mesa y con mi libro,
por qué se afana el hombre en acumular cacerolas,
coches, hipotecas
cosas raras
cuadros, zapatos, músicas. Me pregunto.
Me pregunto y no encuentro respuesta
por el justo valor de esos gestos
incesantes, insolentes, intolerables
-diríase que programados-
acostarse y levantarse
coger el tren, el autobús o incluso
hasta puede que el automóvil, peinarse
vestirse, desayunar.
Y más, hacer cola,
contestar que si como buen subordinado
y en última instancia, hacer lo que te plazca,
gritar, tomar café, reír
y apuñalar a tu vecino, en cualquier rincón
o en una esquina cualquiera de tu alma,
comer, seguir sonriendo a todo el mundo
y acabar el día reventado,
abotonarse, desabotonarse,
vestirse, desvestirse
y hasta puede que hacer el amor.

No cabe duda que hay que tener valor


y seguir coleccionando cosas,
casas, juguetes, fetiches, hombres, mujeres,
niños, viejos, perros, días y días
y aún más días…
sin contar -claro está- las noches.
Hace falta audacia.
De todos modos, me vais a perdonar
si sigo sin entenderlo.

64
Tristes versos

Yo no sé porque escribo versos


tan tristes, si el cielo es muy azul
y es un radiante día de primavera.

Yo no sé porque estoy triste


y soy capaz de escribir estos versos.
Enterrado el pasado, parto a cero.
El futuro es solo mío,
en los días venideros no
habrá nubes grises
ni vientos fríos y las noches
las noches serán cómo
manchas blancas,
largas,
el amor germinará de nuevo
y mi cuerpo se llenará de ruido
de colores, de risas.
Mis cabellos no serán blancos.

Yo no sé por qué siento


ganas de llorar,
si sólo tengo treinta y siete años,
si soy un recién nacido
si las estrellas cantan en mi pecho.

Es primavera y no lo sé,
hace calor. Pasa una gaviota
delante de mi ventana.

Yo no sé
por qué soy capaz de escribir,
los versos más tristes hoy.

66
Esta primera edición de
«Mientras el tiempo pasa»,
de José Juan Poveda,
se terminó de imprimir en Monte
en el mes de abril
del año 2015

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