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INTERSECCIONES

1
© Marita Cabrera®

Julio 2022

Montevideo URUGUAY

ISBN
Fotografía y poesía. El poema y la imagen. ¿Es
posible conseguir un buen efecto al
combinarlos, tocar la sensibilidad de quien lo
recibe/ percibe, de forma tal que sea la
emoción y no la técnica lo que impere?

Esa es la intención. Ese es, también, el riesgo,


si el resultado es que una prime sobre la otra,
desdibujándose, por tanto, el deseo de la
autora. Se ha investigado en la práctica de la
técnica.

La transdisciplinariedad como suele llamarse


a esta actividad del artista, aparece en algunos
estudios académicos:

“Las artes de nuestro siglo se caracterizan por


la tendencia a moverse hacia las zonas de los
límites en los que cada forma de arte individual roza
las fronteras de las demás, a menudo invadiendo su
territorio. Los límites de la zona favorecen la mezcla
y producen nuevas formas de arte, y por lo tanto es
presentando con un resultado que supera una
simple suma de factores, un carácter presente con
respecto a los datos iniciales.”

(Espátola, 2008:10)
Por mi parte, mi incursión en la poesía es más
antigua que en la fotografía.

Un día comencé a introducir textos, poemas


completos, partes de poemas, frases
específicas que la imagen me sugería, en fin,
dejar fluir mi sensibilidad ante la imagen.

O a veces, mirando un texto, buscar en la


carpeta de fotos, aquella que más se plegara a
mi intención de obtener un producto final que
buscara tocar al otro, generarle un impacto.
Que es visual, sí, pero va a lo hondo, se dirige a
lo más profundo de sus sentimientos. Y cada
quién lo visualiza con toda la carga emotiva del
momento, con toda la historia que arrastra, del
día o de la vida entera.

Encuéntrense, entonces, con mi trabajo.


C.V.

No se pasa por la vida, se funde una en ella


se desgrana entre los dedos ,se tamiza
se amalgama cada momento
cada individuo cada lugar
como si el mundo , nuestro,
fuera a disolverse
estallara.
Pero si así fuera, estemos preparados
resguardemos pequeños trozos
de cada quien de cada tarea
conocimiento utilidad sonrisa o lágrima.
Así lo humano
lo eternamente carne, lo banalmente mortal
se convirtiese en eterno destello
luminaria ,sendero
entre la conciencia de la finitud
y el deseo perpetuo
de no haber escrito en el aire
de no haber tirado a la ventisca
el sueño más resguardado
la eterna intención de no perderse
entre los hilos fatales de la fábula
M DE MARZO

Ellas avanzan con la historia a cuestas


les calza sin ceñirlas
el camino en puja
un signo
una trinchera
no se elude, se semilla
no hay mordaza que las pueda
las vendas
despojos en el suelo de las plazas
esa canción en el viento
canto de guerra
ese viento
subverso
vino desde el inicio
una mujer lo trajo a horcajadas
sobre el día
esa mujer
multiplicó los peces
no cabían en sus manos
con las mechas de su pelo tejió
una red
para contener el alimento del
mundo.
JESÚS NO VENDRÁ A SALVARSE

No habrá milagro, no habrá clemencia


será sólo una sucesión de latidos sin ecos
será sólo una oración en la niebla.
Yo estaré hincada sobre las promesas,
la cabeza inclinada, la mirada seca
susurrando apenas un nombre, dos nombres.
Buscaré en la tormenta los retazos,
las hilachas
las cuentas perdidas de aquel amuleto.
Soplaré despacio desprendiendo arterias.
La sangre golpeará entre las grietas
y el suelo será el hogar, el techo, la mesa.
El altar y la ofrenda.
EN SEPIA

Nos encontré en unas fotos.


Caminábamos descalzos
por calles vacías, al amanecer.
¿En qué momento dejamos de bailar “Slowly”
con los ojos cerrados, dime, ¿cuándo?
EL PREMATURO INCENDIO DE LAS MIRADAS

Es duro el declive
y sin embargo
desde el polvo construimos presente
desde el barro sembramos futuro
desde la mirada
inauguramos
el prematuro incendio de las miradas.
VOS

La vida nos nació -así-


para que confluyéramos.
Y anduvimos sabiéndonos
entre la gente
-entre minutos- los que pudimos,
nos ahogamos hasta quedar sin aire .
Entonces
nos urgía alimentarnos en los otros
para sobrevivir.
Esquinas, puertas
rutina para restaurarse, reinventarse .
Y quedar a merced de ella, la vida,
la que nos nació,
para de nuevo coincidir, reincidir
salvándonos.
Hasta que un día la vida te abandonó.
Y yo des/cribo ahora tu recuerdo
y me pregunto si el sabor este, de mi boca,
es el mío.
YA ES TARDE

Lo cotidiano
el reloj el calendario los semáforos
la caja del supermercado los envases
reciclables
la reserva por internet la tarjeta y las cuotas.
Nos volvimos socios.
Perdimos al estío, olvidamos los atardeceres,
Hipotecamos la noche.
La encerramos en un blíster.

EN CRUZ

Qué minúsculo engaño de cadencia


pálido espasmo en la garganta
huelo la humedad bajo mis palmas abiertas
estoy en cruz sobre la hierba
escuchando un llamado a lo lejos.
No puedo ir.
No.
SOLEDADES

Gimen los caracoles


encallados en el ángulo del desvelo.
Cruje la piel reseca.
La boca
turbia de sed, vacila.
Entre los pétalos mustios
los dedos se desorientan.
No encuentran ningún punto cardinal.
Nocturna orfandad.
Vigilia inalterable.
LA HORA AZUL

Ha llegado la hora azul


la de las tímidas luces.
Con paso silencioso
se avecina ese manto inquietante
donde abrigar los temores
tal vez unos brazos sedientos
se aventuren
-la noche siempre-
territorio cómplice
el capullo está, siempre está, el capullo.
DES/CREO

Tengo los estantes llenos de poemas ajenos


y no hay ya una letra
que no me sepa a plagio si la escribo.
Todo está dicho.
Subyugados los lectores por las estanterías
atadas las elecciones
al target de los programas culturales
del horario central
desmaniatados flashes y micrófonos,
no dejan ver
la cara del último autor del bestseller.

LA CARA CONTRARIA DE LA LUNA

Se preguntaban
por qué la niña miraba hacia el cielo
siempre.
No sabían
que ella buscaba la cara contraria de la luna.
JUNIO 1º

Tomo un café, mirando la ciudad


mis medias de abrigo mis pantuflas la estufa
el vidrio de la ventana está helado
se nubla con el aire tibio de mi respiración.
Con mis dedos dibujo una figura sin rostro
su cabeza es sólo una esfera.
Otro desconocido sin ojos ni sonrisa
en mi ventana acá en este octavo piso
donde las luces de la ciudad tintinean
como en una fiesta.
Le dibujo ojos, a ese rostro
Ahora ya no es un desconocido
Es un prójimo que me mira.

Y creo que tiene frío.


“Quizás mi única noción de patria
es esta urgencia de decir NOSOTROS
MarioBenedetti

Y ahí estás, patria mía, asomada en los rostros.


Estás ahí, en los huesos, en las pancartas
trincheras
en las manos denuncia
en los pies que se repiten y otros que se
inauguran.
Patria, nunca hay pies ausentes, los retienes en
la memoria.
Patria mía, iremos caminando hacia la justicia
mañana y más mañanas hasta que el último
de los últimos predadores,
hasta que el último agonizante ejecutor
susurre donde y cuando y hasta que antes
de cerrar los ojos para ingresar al infierno
eterno, confiese.
Nosotros, madre, Matria , seguiremos intactos
por las horas de las horas,
marchando en silencio.
Marchando.
A MIGUEL HERNÁNDEZ, POETA DE ESPAÑA

En Alicante el poeta decía


he de elevar un tanto la cabeza
para atisbar el celeste del cielo.
El horizonte
es un cuadrado surcado por barrotes.
Mi corazón
está ahora ofrendado sobre la mesa del hogar.
Tómalo, hijo,
deshoja capa a capa la carne en el retablo
para llegar al lecho y dormir.
Sabido es que el hambre desata los pesares
y ahoga la esperanza.
La patria necesita tus manos
tus acentos tu rabia tu empecinada frente
cual el toro en la plaza.
La banderilla en tu mano
herirá a la injusticia de muerte temprana.
Es mi sangre la que grita en la arena
("y por doler, me duele hasta el aliento")
buscando enjugar con mis torpes manos
los rojos lamentos de los olivares.
OTOÑO

Cruje el ocre bajo los pies


tirita la desnudez de la madera
testigo callado del paso del tiempo.
La máscara del musgo
mortaja
del estío que perdimos.
ECO DE MI SANGRE

Esta sangre retumba en retirada


ya no hay ecos de batallas
acaso un movimiento
como augurio de vanguardia
acaso una estrategia
- celada al ocaso del escudo-
como aquella arena en el reloj
cayendo
cayendo
un reloj de arena
que una mano gira
de forma interminable
en esa arena
la huella
las plantas quemadas
en la luz de los espejos en el suelo
esa arena hiriendo la mirada
esa arena quemándose en mis
manos
estas pobres manos no desbrazan
no más
aquel pelo enmarañado
gemido añejo del vino
brincando entre las piedras
las retamas los macachines de jugo dulce
dulzura de infancia en ojos de asombro
esos ojos midieron la distancia
entre la flor y el hormigón
cruzaron todas las calles
desgastaron zapatillas tacones madrugadas
hasta llegar a la obediencia
los semáforos los carteles no pasar
las rayas amarillas no adelantar
dos metros de distancia
este hoy donde la cifra -que es vida-
no es la tuya, hoy pero tal vez quién dice,
te toque en otro día, cualquier día
en este calendario de bordes difusos
tus colores se fugaron
detrás de un arco iris de espejismo
husmeando como un perro
en busca de su humano.

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