Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DE ANTONIO MACHAD O
(NOTAS SOBRE UN SONETO ESCRITO EN SEGOVIA )
ma del libro que aparece por primera vez en 1924 . Se trata simplemente
de una añadidura que el poeta adosa a su tercer y último . libro de versos .
Porque lo que va a venir posteriormente es ya otra cosa : Poesías Com-
pletas, Mairena y Abel Martín (5) . Sin embargo, Nuevas Canciones, po r
su peculiar estructura y características, se prestaba a esta inclusión .
En el conjunto de la obra machadiana J . M . Valverde ha distinguid o
tres etapas . La primera correspondería a su primer libro, Soledades
(1902), ampliado luego a Soledades, Galerías y Otros poemas (1907) .
Partiendo de un subjetivismo típicamente romántico —Lapesa ha es -
tudiado la relación que existe entre Bécquer, Rosa'ha y Machado (6)
el poeta se esfuerza por descubrir dónde pueda estar su más auténtic a
verdad . Es una etapa de introspección que se reviste formalmente, e n
el libro que la encarna y representa, de las galas modernistas —al us o
en aquellos tiempos— de las que Antonio Machado renegará en su s
etapas posteriores, pero de cuyos hechizos jamás se libró . El Modernis-
mo supone, como se sabe, una reacción contra el prosaísmo líric o
—valga la expresión— del último tercio del siglo xix (Campoamor ,
Núñez de Arce) y, por tanto, una vuelta a la interioridad —«al hond o
palpitar del espíritu», dirá Machado— tan devotamente cultivada po r
los románticos rezagados que son Bécquer y Rosalía . En este sentido
Machado es perfectamente coherente con el sentir general de su tiempo .
Pero el buceo intimista, propenso siempre a la egolatría y, por l o
tanto, a la esterilidad lírica, pronto cansará a un espíritu tan sensibl e
al prójimo como el de Antonio Machado . Antonio Machado necesit a
escuchar la voz del otro :
6—
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
-7
JOSE L . GIRO N
8
NOCHE OSCURA DE A. MACHADO
10 --
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
12 —
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
- 13
tamente en la poesía tradicional, donde era frecuente un tipo de cons-
trucción en base a una máxima (de carácter moral, amoroso, etc .) y a
una ejemplificación de ese pensamiento concentrado que se pretende
enseñar . No es nada extraño que en Antonio Machado se repita e l
esquema tradicional . Sabemos que uno de los frutos más perdurable s
que produjo en la formación de Machado la Institución Libre de En-
señanza es precisamente el aprecio constante de la tradición literari a
española. El empleo abundante del romance en la obra del poeta, la
admiración por los primitivos (Berceo) y la afición a un tipo de poesí a
gnómica («Proverbios y Cantares», por ejemplo) constituyen repetida s
pruebas de esta presencia de lo tradicional en Machado . Como vetemos
más adelante, el mismo sentido «conceptista» sobre el que gravita este
soneto nos recuerda la poesía de Cancioneros, tan propensa a este tip o
de juegos conceptuales (27) .
14 =
cura es lo sensato») parece integrar los dos aspectos anteriores . Amor,
como relación dialéctica de amante/amada . En esta relación la locur a
es la única actitud cuerda.
El uso polisémico del vocablo nos da una primera pista que con -
duce hacia el retorcimiento conceptista de la poesía amorosa cancio-
neril .
En este primer cuarteto se encuentra la caracterización negativa de
un tipo de amor (actitud del enamorado, del amante) del que hay qu e
huir. Se atribuyen al falso amor una serie de rasgos distintivos, en u n
perfecto paralelismo, por medio de una adjetivación doble a base de
un término positivo y otro negativo . Así, «pacato» (pacífico, manso ,
quieto) encuentra su expresión negativa en «sin peligro» . La misma idea
viene expresada, de una manera henchida, que diría Juan de Valdés ,
por el adjetivo y, en forma de lítotes, por el sintagma «sin peligro» .
También los sintagmas (con valor de auténticos adjetivos) «sin vend a
ni aventura» encuentran su expresión gramaticalmente positiva en l a
oración adjetiva «que espera del amor prenda segura» . El amor que
no es ciego es calculador y egoísta . No es amor, por tanto . La caracte-
rización de este amor nefasto se hace por activa y por pasiva . La cons-
trucción formal del tinglado adjetival alcanza, además, una geometría
artificiosa y conceptual por medio del quiasmo : «pacato —sin peligro /
sin venda ni aventura— que espera prenda segura» . Un amor tan
fuertemente señalado por negras tintas insistentemente resaltadas (quías-
mo, lítotes) no puede ser sino un «triste amor» . Un amor egoísta, u n
amor que no es amor, «porque en amor locura es lo sensato» . La pa-
radoja —que es un recurso típicamente conceptista— cobra ahora, a
la luz del análisis, su verdadero sentido ; nos entrega su prístina verdad
trabajosamente velada por el artificio del cuarteto .
Si dedicamos una atenta mirada a los aspectos morfosintácticos ,
encontraremos una nueva prueba de cuanto llevamos dicho . Sintáctica -
mente el pensamiento que este cuarteto nos comunica se presenta es-
tructurado en Tina oración compuesta por subordinación causal . Caus a
es garantía, ordinariamente, de pensamiento lógico . Se da una orden,
un consejo, y, a continuación, la razón en que se apoya . Precepto y
razón . La sintaxis es también conceptista . Mucho más, la particular
sintaxis de la subordinación causal que es una proposición enteramen-
te lógica, un verdadero juicio en que se atribuye a un sujeto una cua -
- 15
JO SE L . GIRO N
lidad por medio del verbo copulativo «es» . La ausencia del artículo en
«amor» y «locura» proporciona a los sustantivos un carácter de clasi-
ficador, frente al carácter identificador que posee el sustantivo actua-
lizado por el artículo (28) . El sustantivo no actualizado posee un valo r
genérico y abstracto, conceptual . Al mismo grado de abstracción se
llega mediante la sustantivación del adjetivo con el netro «lo»» («l o
sensato») . Conviene observar que este grado de abstracción pertenece ,
así intensificado, al último endecasílabo, donde se expresa la razón de l
precepto por medio de un lenguaje fuertemente conceptualizado . Los
tres primeros versos del cuarteto ofrecen una tonalidad descriptiv a
evidente . Abundan los adieti,ros : como tales, en forma de sintagmas
preposicionales con carácter adjetival, o en forma de oración adjetiva .
El último verso es conciso, sobrio, apretado . Ni un solo adjetivo . Puro s
conceptos .
La métrica del cuarteto baila también al son de esta música . El
primer verso es lento y solemne : cuatro acentos intensivos (4 .a , 6 a,
8 a, 10 .a ) más el acento de la primera sílaba que pondera la importan-
cia del precepto : «Huye .» La intensidad va decayendo en el segundo
(3 .a , 6 y 10 . a) y tercer endecasílabo (6 . a y 10 a), para volver a cobrar
su importancia sentenciosa en el cuarto (4 a, 6 . a y 10 .a ) . Los versos son
fluidos ; los encabalgamientos de los tres primeros, suaves ; la estruc-
tura general del cuarteto, cerrada (el último endecasílabo cierra perfec-
tamente el cuarteto) . Todo se confabula para expresar una armoní a
lógica que, aparentemente, se contradice con el significado léxico d e
los términos empleados («peligro», «venda», «aventura», etc .) . Ahí
está la paradoja que irrumpe vigorosamente en el cuarto endecasílabo .
Volvamos ahora a la primera redacción del soneto —y de este pri-
mer cuarteto en particular— tal como la encontramos en la versión de l
Cancionero Apócrifo :
16 —
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
— 17
JOSE L . GIRO N
18 —
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
— 19
JOSE L. GIROLA f= :='T
20 —
está por completo ausente el sentido de la temporalidad, según el pro-
pio Mairena . Explicación por «contrarios» . Este soneto de Calderón
arranca así :
— 21
siguen —dentro del apartado que he llamado «ejemplificación» (v .
5-14)— las «consecuencias» de esa torpeza (v . 9-14) . Comentamos ahora
tales consecuencias expuestas en los dos tercetos .
Ya hemos hablado del distinto significado de la palabra «ceniza »
en los versos 8 y 9 . Aquí —verso 9— significa nada, resultado de l a
aniquilación, y este significado es mucho más operante en virtud de l a
antítesis —expresada en forma de oración adversativa yuxtapuesta —
que funciona en el verso a base de la contraposición del término «ce-
niza» al término «llama» . «Llama» es amor por antonomasia desde la
«fiamma» petrarquesca ; está en la misma línea metafórica, y de fuent e
literaria, de «brasa» y «fuego» de los anteriores versos .
En el verso 11 subyace también un sentido antitético soportad o
por la oposición «flor/fruto» . Son términos de la naturaleza utilizado s
con frecuencia por Machado para expresar la realidad del amor en su s
variadas formas de posible entendimiento . En la poesía de Antonio
Machado hay una constante identificación metafórica de PRIMAVER A
y AMOR . Es una clave lírica del poeta . Creo que ha sido Luis Ro-
sales (31) el primero que ha puesto en claro esta cuestión . Los cono-
cidos octosílabos
«La primavera ha venido :
nadie sabe cómo ha sido »
expresan —según la interpretación de Rosales— el insondable misteri o
del amor . Parece ser que este sentido es el único que explica satisfactoria .
mente el célebre pareado . Sabemos (32) que los también conocidos ver-
sos del poema «A un olmo seco» :
«Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacía la vida ,
otro milagro de la primavera »
señalan una muy concreta circunstancia personal del poeta . El poem a
brota cuando los primeros síntomas serios de la enfermedad de Leonor
han causado un terrible pánico —quizá un fúnebre presagio— en e l
ánimo de Machado . Entonces canta, casi desesperadamente, su espe-
ranza de que la primavera del amor obre el milagro que la primaver a
meteorológica no ha desdeñado :
«con las lluvias de abril y el sol de mayo ,
algunas hojas verdes le han salido» .
22 —
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
-23
producto —ya se ha dicho— de la influencia, más o menos subterránea ,
de la poesía de Cancioneros bien conocida, presumiblemente, por do n
Antonio . Pero puede también responder —¿por qué no?— a la íntim a
necesidad psicológica de justificar una conducta hasta cierto punto in -
sólita en el cincuentón profesor de Instituto que, de la noche a l a
mañana, tras haber blasfemado quizás del «fuego de la vida» («Glo-
sando a Ronsard»), se lanza a una aventura sentimental sin preceden-
tes desde la ya lejana y neblinosa primavera soñarla de Leonor .
El segundo terceto, pese a continuar la misma línea temática del
anterior, ofrece un tono diferente . Ya vimos en los cuartetos que al
talante conceptista del primero seguía el tono descriptivo del segundo .
Lo mismo ocurre ahora con Ios tercetos . El primero representa un mo-
mento reflexivo ; el segundo se nos muestra menos razonador y má s
pictórico, más directo, más descriptivo .
Hay una breve gradación de adjetivos («Negra llave», «aposent o
frioa) que preparan el ánimo del lector para la zambnllida espeluznan -
te en una metáfora cara a Machado y de profunda raigambre clásica, s i
bien intensificada en nuestro poeta merced a la aportación de la filo-
sofía bergsoniana . La vida del hombre es un fluir del tiempo o, si s e
quiere («parta rhei» heraclíteano), un fluir en el tiempo . Así, pues, el
tiempo corre hacia su término, hacia su mansión, situada —y aquí, la
presencia de la mitología clásica— en el infierno, «aposento del tiempo» .
Infierno, según los clásicos, es el lugar de los muertos . Los adjetivo s
NEGRA y FRIO apuntan a esa última y desolada realidad . Luis Cer-
nuda confirma este punto de vista : «Pero en esa temporalidad que e s
para Machado condición primaria de la poesía, podemos suponer alg o
diabólico ya que el infierno es "la espeluznante mansión del tiempo ,
en cuyo círculo más hondo está Satanás dando cuerda a un reloj gigan-
tesco por su propia mano"» (33) .
A la misma idea de la muerte y del término del tiempo se dirige l a
significación de la serie de adjetivos de los dos últimos versos . DE-
SIERTA, TURBIO, VACIO connotan muerte, aunque en distinto gra-
do, como vamos a ver .
«Desierta cama» —toda la serie forma una gradación in crescendo
que se quiebra bruscamente al final— evoca soledad, es decir, muert e
de amor, ausencia del mismo . La soledad llevada al extremo subjeti-
vista de la autocontemplación es una forma vacua y estéril de narci -
24 —
sismo . Sabemos que a partir de Soledares, Galerías y Otros Poema s
Antonio Machado reniega para siempre de un sentimiento subjetivo ,
encerrado en la torre de marfil del propio yo y sin posible proyección
al «otro» . El tema de la salida de sí mismo hacia el «otro» está expre-
sado, en muchos pasajes de Machado, por la metáfora del ESPEJ O
que presenta estrecha relación con la no menos frecuente de los OJOS .
ESPEJO es, la mayoría de las veces, la expresión antitética de la pre-
tendida trascendencia de la propia subjetividad . Espiguemos algunos
textos . Del poema «Los ojos» :
«Cuando murió su amada 7 c
pensó en hacerse viej o
en la mansión cerrada ,
solo, con su memoria y el espejo,
donde ella se miraba un claro día .
Como el oro en el arca del avaro ,
pensó que guardaría
todo un ayer en el espejo claro .
Ya el tiempo para él no correría . »
De «Proverbios y Cantares» (en Nuevas. Canciones) :
I
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas ;
es ojo porque te ve .
II I
Todo narcisismo
es un vicio feo ,
y ya viejo vicio .
IV
Mas busca en tu espejo al otro,
al otro que va contigo .
VI
Ese tu Narcis o
ya no se ve en el espejo
porque es el espejo mismo .
— 25
JosE L . GIRO \
26 —
confirmativo, matizada inmediatamente por una adversativa (de sentido ,
porque lo que hay es simplemente una yuxtaposición) . Y todo ello com-
pletado por una oración temporal . Los adjetivos son escasos . El inciso
que representa la inflexión tonal con que ha de leerse el sintagma entr e
comas «sin flor» viene a reforzar el sentido adversativo y contradictori o
propio del terceto (36) . En suma, sitaxis entrecortada y conceptual, pa-
ralela en todo a la del primer cuarteto .
Esta sintaxis se remansa en el segundo terceto hasta parar en un a
escueta y pausada sucesión de frases nominales que cierran el poema .
La emoción se intensifica hasta sobreponerse totalmente a los valore s
lógicos y conceptuales . La adjetivación, más abundante ahora, impone s u
ritmo de lentitud, sobre todo, cuando está construida con evidente arti-
ficio : QUIASMO del verso 12 (NEGRA LLAVE/APOSENTO FRIO) ,
ruptura de sistema en los versos 13 y 14 (ya se ha visto) .
Los efectos derivados de la métrica aúnan sus esfuerzos a favor de
la distinción de planos —conceptual y descriptivo— en uno y otro ter-
ceto . El primero está constituido por tres versos de estructura cerrada ,
sin encabalgamientos bruscos, como corresponde a un sentencioso dis-
currir lógico . Por el contrario, en el segundo terceto hay dos encabalga-
mientos bruscos (v . 12 y 13, y 13 y 14) . Además, y pese a la unifor-
midad general en los dos tercetos, la acentuación del segundo se recarg a
con un acento más que la del primero (primer terceto : 3/6/10 ; 4/6/10 ;
3/6/10 . Segundo terceto : 2/4/8 ;10 ; 3/6/8/10 ; 2/4/8/10) . Como se
ve, hay una perfecta simetría entre los «ictus» rítmicos de los endecasí-
labos primero y tercero de cada terceto (correspondiente a la simetrí a
más externa y perceptible de la rima) ; pero es que, además, el ritmo h a
adquirido una solemne lentitud en el último terceto del poema, lentitu d
que corrobora el clímax emocional que ya habíamos oteado desde la s
atalayas semántica y morfósintáctica, respectivamente .
La versión de estos dos tercetos en el Cancionero Apócrifo me pare-
ce inferior artísticamente a la comentada, no sólo por la ausencia de l a
dantesca metáfora «aposento del tiempo» (en el Cancionero, la vulgar
y casi ripiosa «aposento frío de su cuarto»), sino también por el obstácu-
lo que supone, para la maravillosa fluidez hacia el fatal desenlace de lo s
últimos versos, la introducción de la retórica y amanerada interjecció n
• «oh» . Sin embargo, la ruptura del sistema gradual que significa la sole-
dad y la muerte (CAMA, ESPEJO, CORAZON) está expresada con ma -
- 27
JosE L. GIRO N
CONCLUSIONE S
28 —
NOCHE OSCURA DE A . MACHAD O
_-- 29
_ NOTAS
30 —
NOCHE OSCURA DE A. MACHADO
-31