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por
Genara Pulido Tirado
tes que arrojan luz sobre ese permanente esfuerzo de englobar a los poetas
en generaciones o grupos generacionales porque, si bien es cierto que en
torno a los setenta se produce una gran renovación poética en España, ésta
se canaliza de distintas formas que no pueden ser en modo alguno atribui-
das únicamente a los llamados «novísimos». Si existe una generación de los
setenta, término más adecuado a mi juicio, tendremos que examinar todas
las poéticas implícitas en ella así como sus concretas propuestas renova-
doras, punto este en el que Antonio Carvajal ocupa un lugar destacado, y
el mismo poeta, crítico lúcido siempre, se ha encargado de realizar su
particular «ajuste de cuentas» con Castellet y su obra en una «Carta gratu-
latoria a José María Castellet» (2001).
Aunque fue publicado en 1968, Tigres en el jardín tuvo una larga gesta-
ción puesto que, como ha declarado el mismo poeta (Valls, 1995, p. 173),
ya en 1965 tenía escritos unos trescientos poemas, entre los que él mismo
hace una selección tras la que quedan cien, Carlos Villarreal, el maestro y
amigo, le deja setenta y cinco, Vicente Aleixandre le quitó otro. Tigres en el
jardín es, por tanto, un libro que sufre una larga y profunda depuración a
pesar de la juventud de su autor. De hecho, su primer libro, reeditado
ahora junto a Tigres en el jardín, si bien se dio a conocer públicamente en
1975, Casi una fantasía, es anterior a éste, de 1963, no publicado antes,
como ha confesado el propio Carvajal, porque el carácter peculiar de la
obra no hacía aconsejable darla a conocer en ese momento: «Éste era un
libro extravagante en relación con lo que era la poesía de aquel tiempo y
me aconsejaron que no lo publicara porque iba a significar, más que un
nacimiento, un aborto de poeta» (García, 1984, p. 20).
Al final, el libro aparece formado por cuarenta y un poemas distribuidos
en cuatro partes: «Retablo con imágenes de arcángeles», donde se expone
la anunciación, advenimiento y triunfo del amor; «Naturaleza ofrecida»,
reflexión a partir de un bodegón de Bernardo Olmedo sobre el placer de
vivir y lo cotidiano; «Poemas de Valparaíso», en los que ahonda en los
temas ya tratados e introduce la ironía; y «Oda sobre tres luces diferentes»,
formado por tres sonetos. En estos poemas domina el alejandrino –olvida-
do desde finales del modernismo hasta los años cuarenta– y el soneto (de
los treinta y cinco sonetos sólo cuatro están escritos en endecasílabos), con
alguna aparición del endecasílabo en sonetos y romances y un único poe-
ma en verso libre, «Clima». El tema incuestionable es el amor –los demás
elementos aparecen en función de éste– y la obra destaca claramente por
su carácter sensual, preciosista y jubiloso. Veremos a continuación la
recepción crítico-literaria que recibió Tigres en el jardín, pues el libro no
pasó inadvertido en modo alguno, y cómo pudo contribuir dicha recep-
ción a fijar una imagen del poeta parcial o errónea y determinar, a su vez,
la visión de sus libros futuros.
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Tras explicar la posición de los poetas que están surgiendo en ese mo-
mento por el mismo clima social y cultural que produce la aparición del
cansancio y el escepticismo que desemboca en el abandono por parte de
determinados grupos como los «hippies» de la sociedad industrial y de
consumo, Umbral no sólo señala la nota de barroquismo, sino que la
considera negativamente: «Hay, como se ve, un incipiente barroquismo
amenazando la estructura de estos sonetos» (ibidem, p. 4).
Emilio Miró, sin embargo, se ocupa de llamar la atención sobre el
sensualismo, «Poesía para los sentidos, donde pájaros y flores, árboles y
plantas, son verdaderos protagonistas» (1969, p. 6), y situar el libro en
relación a la tradición:
lo primero que atrae y es de destacar es la fusión de una factura tradicional o
eterna (la amorosa) con un rico lenguaje, una palabra ardorosa y sensual,
desbordada y pagana, que se relaciona con la última poesía sensorial, verbal,
y nos trae los ecos de esos magníficos poetas cordobeses que son Ricardo
Molina (muerto recientemente), Juan Bernier, Pablo García Baena, ese grupo
de Cántico... (ibidem)
Pero el poeta y crítico sabe que toda poesía es social porque todo poeta es
un hombre inmerso en su tiempo, en una sociedad concreta de la que
recibe unas influencias específicas que le obligan a escribir de una manera
y no de otra; además, toda poesía se mide en función de su autenticidad.
La poesía de Carvajal no es para Talens, a pesar de su aspecto formalista y
su temática tradicional, una poesía escrita fuera de su época; como nota el
crítico, existe una «postura humana ante la realidad, lejos de todo idealis-
mo religioso» (ibidem), lo que demuestra la lectura «laica» de unos poemas
en los que el elemento religioso es frecuentísimo, pero éste se ofrece ínti-
mamente relacionado con el amor en unos poemas sensuales y optimistas
que sólo cambian de tono a medida que avanza la obra. Talens no deja de
señalar la presencia de la muerte o el dolor y el pesimismo que desprende
la «Oda sobre tres luces diferentes» en tanto que sólo se ofrecen tres posi-
bilidades de solución: el suicidio (oda 1), la indiferencia y la postración
(oda 2) o el inicio de otra vida sin esperanza pero con serenidad (oda 3: «Y
después de estar sucios y con la carne helada,/ ¡vamos al agua quieta donde
fulge el verano,/ vamos al mar sereno que nunca nos traiciona!»). A pesar
de todo hay que decir que este primer libro es el más alegre de nuestro
poeta, el dolor apenas si aparece, y está marcado por cierta ironía que nada
Surgimiento y consolidación de otra poética de los setenta 283
tiene que ver con obras posteriores en las que el autor demuestra haber
conocido el lado más oscuro de la vida.
El tema abordado por Talens encerraba no poca importancia en la época,
de ahí que en alguna entrevista el compromiso del escritor vuelva a surgir
como tema fundamental y que el poeta exponga claramente su idea al
respecto, idea que encierra una concepción de la poesía que va a mantener
hasta la actualidad:
La auténtica misión del arte no es degradarse para que todos lo entiendan,
sino estar en una altura a la que todos podamos llegar. Soy partidario de la
superación social, de la posibilidad de llegar a lo que siempre ha estado veda-
do. Y no que el arte se rebaje al nivel de su impotencia o ignorancia. Creo que
es un error la demagogia de dar todo al hombre, ya que entonces desaparecen
todos los estímulos. Y hay que tener en cuenta que la poesía no es un artículo
de consumo. (Blanco, 1971, p. 10)
antólogo no debe dar abasto entre lo que puso de más y lo que no puso–, o en
un renacer de «la escuela barroca granadina-antequerana», en palabras de
Prat. El neogongorismo de Carvajal, sobre todo el que el crítico guilleniano
también ironizó con razón, se convirtió en un tópico perverso de la crítica,
uno de esos juicios de que la historia literaria está llena y cuya razón es poco
menos que la pereza (Vilas, 1996, p. 129).
Notas
1. Sobre las características más destacadas de las sextinas carvajalianas, ver
Genara Pulido Tirado, «Silvestra de sextinas», en Antonio Chicharro (ed.),
Antología consultada de Antonio Carvajal, Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Granada, en prensa.
2. Sobre el valor simbólico y poético de los títulos de las obras carvajalianas, ver
Genara Pulido Tirado, «Sobre los títulos en la poesía de Antonio Carvajal:
inertextualidad y síntesis poética», Serta, en prensa
Referencias bibliográficas
Almeda Boix, Margarita (1989): «Retablo con imágenes de arcángeles», de Anto-
nio Carvajal, veinte años después, Epos. Revista de Filología de la UNED, 5,
pp. 253-270.
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Prat, Ignacio (1977): Casi una fantasía, de Antonio Carvajal, in: Prat (1982,
pp. 195-197).
– (1981): Sobre Siesta en el mirador, de Antonio Carvajal, in Prat (1982, pp. 202-
205).
– (1982): Estudios sobre poesía contemporánea. Taurus, Madrid.
Prieto, Lola (1998): Antonio Carvajal, poeta, Ideal. Cultura y espectáculos, 4 de
enero, p. 64.
Talens, Jenaro (1969): «Tigres en el jardín». Consideración acerca de la poesía de
Antonio Carvajal, Patria (Literatura, artes plásticas), 20 de abril, pp. 8 y 10.
Umbral, Francisco (1969): «Tigres en el jardín», de Antonio Carvajal, Poesía
Española, nº 194, febrero, pp. 3-5.
Valls, Fernando (1995): Vida y tradición: la poesía de Antonio Carvajal, Turia, nº
34, pp.163-188.
Valverde, Rafael (1986): Aproximación al ángel en la poesía de Antonio Carvajal.
Facultad de Filosofía y Letras, Granada, [Memoria de Licenciatura].
Vellido, Juan (1997): Antonio Carvajal, poeta, Ideal. Artes y Letras, 8 de marzo,
p. 3.
Vilas, Manuel (1996): El poeta Antonio Carvajal, el crítico Ignacio Prat, los nueve
novísimos: un episodio de historia literaria, Poesía en el Campus, nº 34, pp. 16-
24.
Villarreal, Carlos (1986): Noticia para un itinerario, texto preliminar a «Diez
sonetos exclusos, más coetáneos, de Serenata y navaja», Poesía, nº 26, julio.
Resumen
En el año 2001 se reeditaron dos obras fundamentales para reconstruir la historio-
grafía poética española de la segunda mitad del siglo XX. La primera de ellas es
Nueve novísimos poetas españoles, la antología de Josep Maria Castellet que sirvió
para lanzar a los que durante décadas han sido considerados los protagonistas
principales de la poesía española de los años setenta. La segunda, Tigres en el
jardín, del poeta Antonio Carvajal, autor no incluido en aquella antología que,
desde su obra primera, presentaba un sólido proyecto poético que difería clara-
mente del de los «novísimos». En este trabajo hacemos un balance de la recepción
crítico-literaria que tuvo Tigres en el jardín así como una síntesis de sus carac-
terísticas más destacadas: las que ponen de manifiesto el surgimiento de una
poética nueva en el marco de la renovación que se imponía en esos momentos y
que, sin embargo, es muy distinta de la que propuso Castellet, poética que treinta
años después muestra claramente una valía que ha logrado superar con creces
modas efímeras y estéticas impuestas.