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Shalom alejem,
Congregarás el pueblo, los hombres, y las mujeres, y los niños, y tu extranjero que habita
dentro de tus ciudades, para que oigan y aprendan, y así teman al Señor, vuestro Dios, y
guarden todas las palabras de esta ley para cumplirlas, y para que los hijos de ellos, que
no tuvieron conocimiento de estas cosas, oigan, y aprendan a temer al Señor, vuestro
Dios, todos los días que viviereis sobre la tierra (…)” (ídem. 31:12-13).
Está más que claro que el principal objetivo de oír la lectura de la Toráh es que
conozcamos a Dios y Su Voluntad, y de esa manera sepamos cómo vivir vidas que Le
agradan y Le honran. Noten que esto debe realizarse en el lugar que Dios escogiere. Aquel
lugar es la Santa Ciudad de Yerushaláim, que significa “Temor Completo.” Un verdadero
creyente es aquel que teme a Dios por completo; es decir, que reverencia al Rey del
universo con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. En otras palabras,
sabemos que somos auténticos creyentes si adoramos a Dios, nuestro Amo, con todo lo
que somos: con todo lo que pensamos, deseamos y sentimos, con todo lo que hacemos y
con todo lo que tenemos. Somos íntegros y no llevamos una doble vida, pues todo
nuestro ser y toda nuestra vida está sometida al Señor y resulta en una ofrenda viviente
consagrada a Dios. Ahora bien, no podemos vivir vidas justas y dedicadas a Adonai si no
sabemos nada acerca de Él. ¿Cómo adoraremos a Dios si no Le conocemos? ¿Cómo Le
conoceremos si no pasamos tiempo siendo enseñados por Él? ¿Y cómo aprenderemos de
Él si no es únicamente por la lectura y la exposición fiel de Su Palabra? En verdad
necesitamos de la Biblia, que es la Palabra de Dios. Ella es nuestra fuente de toda verdad,
sabiduría y autoridad. Por eso Moshé enseña esta mitzváh de leer públicamente las
Escrituras, ya que es el único modo que tenemos para conocer a Dios, saber cuál es Su
Voluntad para con nosotros, y así poder apartarnos del mal.
La Toráh esta semana nos llama a examinarnos a los ojos de Dios y a arrepentirnos
de nuestros pecados todos los días, sabiendo y creyendo que Él es Fiel y tiene poder para
limpiarnos y acercarnos de vuelta a Él por medio de Su Ungido. En estos diez días de
arrepentimiento, volvamos a Dios y convirtámonos en discípulos del Rebe Yeshúa
Ha’Mashíaj, el Profeta anunciado por la Toráh y el Libertador de Israel que nos da a
conocer a Dios el Padre Celestial y nos enseña a vivir vidas conformes al corazón de
Hashem.
Shabat Shalom.