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Nuestras acciones revelan nuestros valores. Los padres en particular demuestran a sus
hijos lo que consideran importante y valioso. De tal palo tal astilla no solo es un cliché trillado, es
una verdad repetida en nuestros hogares. Qué experiencia prueba que los hijos siguen
frecuentemente el estilo de vida de sus padres, repitiendo sus éxitos y errores.
Timoteo es un excelente ejemplo de alguien que fue influenciado por parientes entregados a Dios.
Su madre, Eunice, y su abuela Loida eran creyentes judías que ayudaron a modelar su vida y
promovieron su crecimiento espiritual.
Los padres y los abuelos tenemos el gran privilegio de poder pasar a nuestros hijos un legado
eterno mejor que cualquier herencia terrenal que podamos reunir: nuestra fe en Dios.
Una madre y una abuela fieles guiaron a Timoteo a Cristo y el ministerio de Timoteo ayudó a
cambiar el mundo.
La palabra bendecir, está definida como una de las formas de manifestar la gracia divina en favor
de alguien.
También es la declaración de la bondad de Dios sobre una persona, la cual se concreta una vez que
se expresa.
Cuando bendices a tus hijos, vas a desatar sobre ellos la cobertura divina de Dios y su mano obrará en favor
de ellos, por medio de la oración.
La importancia de un abuelo
Los abuelos están en una etapa de la vida que los padres de un niño aún no
han experimentado. Es por esto que pueden aportar al desarrollo de sus nietos
de una forma tan especial. Generalmente, con un ritmo ya menos ajetreado, un
abuelo tiene el tiempo para analizar más la vida; fue Dios quien lo diseñó así,
y Él mismo instruye a los abuelos a jugar un papel especial en la vida de los
más pequeños. En Deuteronomio 4:9, por ejemplo, Moisés dice a los
israelitas: “Guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides
de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días
de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”.
Aunque la mayor influencia de un niño debe venir de sus padres, la relación
de un nieto con su abuelo le dará otro tipo de enseñanzas que pueden
complementar —no remplazar— enormemente las responsabilidades paternas.
Un ejemplo hermoso
Génesis 50:23 nos da un hermoso ejemplo de lo que significa ser abuelo: “Los
hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José”.
El abuelo José probablemente sabía muy bien lo que el columnista Doug
Larson quiso decir cuando escribió: “¡No hay muchas cosas más bellas que
ver a tus nietos peleando por estar en tu regazo!”. José debió haber
aprovechado esos preciados momentos para contar historias que lograran fijar
las mentes de sus nietos y bisnietos en su especial herencia, tanto pasada como
futura. Como dice un viejo refrán, “los nietos son el puente al futuro de los
abuelos, y los abuelos el puente al pasado de sus nietos”. Un abuelo debería
ser el mejor de los historiadores, capaz de conectar al niño con sus raíces y
enseñarle tradiciones familiares que contribuirán a su sentido de
estabilidad.
El gran legado
Entonces, ¿cuál es ese gran legado que podemos dejar a nuestros nietos? Así
como planificaríamos para dejarles una herencia material, debemos planificar
y prepararnos para darles un legado de experiencia, conocimiento y sabiduría.
Estas seis áreas del desarrollo de un niño pueden ser un buen lugar para
comenzar:
1. Conocimiento del camino de vida de Dios
2. Desarrollo de carácter
3. Madurez emocional
4. Habilidades sociales
5. Responsabilidad
6. Habilidades físicas
Estas cualidades no son inherentes a un niño; sólo las adquiere cuando
seguimos el consejo de Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino…”. Y,
con seis décadas de caminar por la vida, un abuelo seguramente ha aprendido
cuál es el mejor camino a seguir. La vida de un abuelo es un tesoro de
conocimiento en cada una de estas áreas, lleno de lecciones aprendidas que, si
se transmiten efectivamente, pueden cambiar la vida de sus nietos. El reto es
analizar lo que han experimentado y aprendido acerca de estos seis aspectos
de la vida y luego encontrar maneras apropiadas y sencillas de enseñarlas a
sus nietos. Son estas historias familiares y experiencias —las oportunidades de
enseñarles y el amor que alimentamos al hacerlo— lo que ellos más apreciarán
en el futuro.