Está en la página 1de 7

Cuando nos involucramos con nuestros hijos en la instrucción formativa, debemos

tener todo el panorama en mente. Al comenzar con la instrucción formativa es


importante tener en cuenta las siguientes cinco perspectivas:
 Recordar que la Escritura es nuestra historia personal.
 Desarrollar hábitos piadosos.
 Aplicar la Escritura a la vida.
 Ser ejemplo de fuerza espiritual.
 Crecer en una relación madura con tus hijos.
Tener en mente estas cinco perspectivas u objetivos hará que nuestra instrucción
formativa tenga energía y forma.

La Escritura es nuestra historia personal


En Deuteronomio 6:20-25, Moisés retó al pueblo de Israel a seguir a Dios
recordando su provisión. Sus palabras tuvieron poder porque los israelitas
conocían su historia y al Dios que se había revelado a Abraham, Isaac y Jacob. La
historia de Israel repetía una y otra vez quién era Dios y lo que había hecho por
ellos. Leían, recitaban, cantaban, coreaban y memorizaban su historia. Sus leyes
dietéticas los protegían de las enfermedades que padecían otras naciones, así
que hasta su comida era un recordatorio de la protección y provisión del pacto de
Dios. Esta revelación por parte de Dios, que moldeaba la cultura, le dio a Israel
una clara identidad y propósito en medio de las circunstancias que enfrentaba.
Esto mismo es verdad para nosotros. Dios se ha revelado en las Escrituras
diciéndonos quiénes somos y por qué fuimos creados. La Escritura es nuestra
historia. La creación, la caída y la redención son el contexto para entender la vida.
Si desligamos esto de la vida espiritual de nuestros hijos, ellos no podrán entender
por qué están en esta mundo, ni cómo el pecado los ha afectado, ni cómo la
redención restaura lo que el pecado ha destruido.
Imagina a un consejero que está escuchando los problemas de la vida del
aconsejado y, sin antes hacer preguntas para entender su trasfondo y las
circunstancias, se apresura a darle consejos y más consejos. Puede que lo
aconseje bien, pero sin profundidad. Esa vaga ayuda no servirá para mucho. Lo
mismo es cierto cuando instruimos a nuestros hijos sin darles el contexto de su
propia historia.
La Escritura nos enseña mucho sobre el mundo en que vivimos. Nos enseña que
Dios creó el mundo. Nos enseña sobre el pueblo de Dios en el pasado y cómo la
promesa de Dios acerca de la redención en Génesis 3:15 se ha ido desarrollando
a través de los siglos. Pero la Escritura enseña mucho más. La Escritura es la
historia que nos habla de nosotros mismos.
La revelación de Dios no trata solo de parientes espirituales y físicos que son
distantes, sino que trata sobre cada uno de nosotros, llamándonos por nuestros
nombres. Debemos dejar que todas las implicaciones y el poder de esa verdad
nos inunden y bañar a nuestros hijos con la verdad. De lo contrario, las profecías,
provisiones, promesas y declaraciones de la Biblia no motivarán nuestra
conversación y nuestro comportamiento, y nuestros hijos tratarán la Biblia como
una historia ajena a ellos, como si se tratara de un reportaje más del noticiero de
la tarde.
Esto es lo que quiero decir. Nos podemos sentir emocionados con algún acto de
heroísmo que haya salido en las noticias e incluso remarcar lo grandioso de que,
en este mundo deprimente, todavía ocurran esporádicamente algunos actos de
¿Quieres que tus hijos sean valientes y audaces? Trae a la vida a David, el
niño pastor, enfrentando al león y al oso como preparación, por parte de Dios,
para desafiar a Goliat. La historia de David no es solo una historia de la Biblia.
Es parte de la historia de nuestros hijos porque David es su hermano mayor
en la fe. Su valor es un ejemplo para nuestros hijos cuando enfrenten sus
propias batallas.
valor. Pero piensa en la lealtad de la familia que se inspire en el apego personal al
héroe y en el orgullo y la imitación que esto generaría. La situación difícil, triste y
sin esperanza de los que mueren de hambre en una lejana tierra puede mover
nuestra compasión y crear en nosotros un propósito para responder en algún
momento por algún medio. Pero piensa en el esfuerzo tenaz e incansable que
haríamos si un miembro de la familia se estuviera muriendo de hambre o sufriera
una desgracia catastrófica.

¡Qué gran diferencia hace la perspectiva! La fe, la esperanza y la confianza de los


héroes de la fe (de la Biblia y de la historia de la iglesia) nacen de involucrarse
personalmente con la revelación de Dios. Estos héroes se vieron a sí mismos
dentro de la historia de Dios que se estaba desarrollando. El glorioso reino de
Cristo y las luchas del mundo invisible de la realidad espiritual deben ser tan
reales y urgentes para nuestros hijos y para nosotros como las historias que se
cuentan en nuestras reuniones familiares. Los protagonistas de las narrativas de la
Biblia deben estar tan accesibles en nuestros corazones como la abuela, la
hermana y el tío. Entonces, ¡saber quién es Dios y lo que ha hecho será un
elemento importante en nuestra instrucción y disciplina! Debemos aprender esto
en nuestras propias vidas. David dice en el Salmo 34:8-11: “Prueban y vean que el
Señor es bueno; dichosos los que en Él se refugian. Teman al Señor, ustedes sus
santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos se debilitan y tienen
hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta”. Después debemos
enseñar esto a nuestros hijos. “Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a
enseñarles el temor del Señor”. La Escritura no solo se trata de pueblo de Dios en
la antigüedad; se trata de nosotros y de nuestros hijos también. La Biblia es
nuestro álbum familiar.
Déjame proyectar de manera breve nuestra historia.
El inicio de Génesis describe cómo Dios creó el universo. Después de la creación,
se echó a perder por la caída. La única esperanza del hombre para la redención
es por medio de la provisión que Dios hizo en Su Hijo.
Los libros históricos de la Biblia recalcan e ilustran la necesidad que tenemos de
un Salvador. Las narrativas nos muestran la fidelidad de Dios. Nos recuerdan las
bendiciones y las maldiciones del pacto. Trazan la genealogía del Redentor
prometido. Proporcionan la situación histórica en general para el ministerio de los
profetas.
Los libros poéticos hacen una crónica muy gráfica de las experiencias personales
de conocer a Dios en el contexto de las alegrías, penas, problemas y aflicciones
de la vida. Los escritores expresan el temor del Señor mientras responden a los
retos de la vida. Contrastan la sabiduría con la necedad y nos equipan con
poderosas herramientas para recibir la Palabra del Señor y comunicarla a nuestros
hijos.
Los libros proféticos pronuncian el juicio sobre Israel por extraviarse. El plan de
Dios para la salvación, por su misericordia, está tejido en el mensaje del juicio. Los
profetas ilustran de manera poderosa el verdadero arrepentimiento y la
restauración.
Los evangelios son dramáticos. La vida de Cristo despliega todas las promesas,
los tipos y las sombras del Antiguo Testamento y demuestra la autenticidad de la
revelación de Dios. ¡Él es poderoso para hacer que todas las cosas sucedan! El
Mesías llega en el tiempo y el espacio para cumplir toda justicia. Las epístolas
interpretan y aplican el ministerio del Redentor prometido en Génesis 3:15.
Tú y tus hijos viven en el tiempo entre la creación y los nuevos cielos y la
nueva tierra. Tu experiencia del mundo sensorial solo se puede entender e
interpretar por el lugar que ocupa en la historia redentora de Dios. Solo la
Escritura le puede dar sentido a tu experiencia de vida. A la luz de la verdad
bíblica, el humanismo es hueco y no satisface. Solo la Palabra de Dios puede
dar verdadero consuelo. Las palabras sentimentales de los hombres son
como curitas sobre heridas profundas. Solo la Biblia contiene el consejo
duradero que no nos desilusionará ni nos sacará del camino de Dios. Un
objetivo principal de la instrucción debe ser mostrarles a tus hijos quién es
Dios y qué es lo que ha hecho, mostrarles su historia en las páginas de las
Escrituras. Haz de la Biblia tu álbum familiar, no la historia de alguien más. La
Biblia no trata de “ellos” y “entonces”, sino de “nosotros” y “ahora”.

Cristo es el corazón de las Escrituras. Él está ahí como la Palabra creadora en


Génesis y como el Salvador exaltado en Apocalipsis. Apocalipsis 1 al 20 registra el
poder de Dios para mantener a la iglesia segura en medio de la persecución. Los
capítulos 21 y 22 profetizan que Dios encaminará todo hacia el glorioso fin de
exaltar a Cristo ante las naciones, al tiempo que trae el juicio sobre todas las
cosas creadas y establece su reino glorioso y eterno.
Les debemos mostrar a nuestros hijos la conexión vital que existe entre la
poderosa historia de la redención en Cristo que está en las Escrituras y su
experiencia diaria. La instrucción que les demos solo tendrá sentido dentro del
contexto de la historia de las Escrituras que les dirá quiénes son y que les hablará
del Dios que los hizo y les ofrece salvación.

Enseñar a los niños a desarrollar hábitos piadosos


El segundo objetivo es enseñar a nuestros hijos a desarrollar hábitos de vida que
reflejen la verdad. La instrucción temprana resulta en patrones resistentes al
cambio, tanto buenos como malos. “Instruye al niño en el camino correcto y aun
en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22:6).
Los niños pequeños escuchan y prestan atención a la instrucción que es firme,
tiene autoridad y se da con amabilidad, pero que también representa justamente
los límites que los padres establecen. Cuando los niños viven sin una presentación
clara y consistente de la realidad bíblica, su naturaleza pecadora les leerá e
interpretará la realidad. Sus corazones harán un camino que satisfaga sus
codicias y deseos para complacerse a sí mismos.
La instrucción temprana, que interpreta las experiencias de la vida y reta las
actitudes y respuestas del corazón con palabras justas, prepara el terreno del
corazón para el trabajo del Espíritu Santo. Pablo reconoce el poder de este
proceso en la vida de Timoteo. La vida espiritual de Timoteo estaba ligada a la
enseñanza temprana de las Escrituras como dice en 2 Timoteo 1:5 y 3:14-15:

Tú quieres que tus hijos “Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual


desarrollen el hábito de la animó primero a tu abuela Loida y a tu madre
oración para los tiempos de Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy
tentación. Imagina que uno de convencido. Pero tú, permanece firme en lo
ellos tiene cuatro años y que se que has aprendido y de lo cual estás
enoja con sus hermanos por convencido, pues sabes de quiénes lo
cada ofensa, real o imaginaria. aprendiste. Desde tu niñez conoces las
Tú quieres lograr más que solo Sagradas Escrituras, que pueden darte la
escuchar y solucionar el sabiduría necesaria para la salvación
conflicto del día. Tú quieres que mediante la fe en Cristo Jesús”.
él se vuelva a Dios en oración Las características de adiestramiento que la
cuando esté tentado a enojarse. Escritura da se describen con detalle en las
Conversa con él por la mañana. palabras familiares de 2 Timoteo 3:16-17:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil
“Hoy puedes estar tentado a para enseñar, para reprender, para corregir y
enojarte con tu hermana. para instruir en la justicia, a fin de que el
Cuando estés tentado, quiero siervo de Dios esté enteramente capacitado
que vengas con mamá o con para toda buena obra”.
papá y te ayudaremos a orar
para que Dios te dé gracia. Dios La devoción a Dios que tenía David cuando
te puede ayudar cuando estés era muchacho se entiende cuando describe
tentado a enojarte.” el camino de la pureza: “¡Cómo puede el
joven llegar una vida íntegra? Viviendo
Si tu hijo pequeño puede conforme a tu palabra. Yo te busco con todo
aprender a acudir a ti para que el corazón; no dejes que me desvíe de tus
lo guíes al trono de la gracia mandamientos. En mi corazón atesoro tus
para encontrar misericordia y dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas,
ayuda en su tiempo de Señor! ¡Enséñame tus decretos! Con mis
necesidad (Hebreos 4:16), él labios he proclamado todos los juicios que
aprenderá a ir ahí por sí mismo has emitido. Me regocijo en el camino de tus
en los años futuros. estatutos más que en todas las riquezas. En
tus preceptos medito, y pongo mis ojos en
tus sendas. En tus decretos hallo mi deleite,
y jamás olvidaré tu palabra” (Salmo 119:9-
16).

Poner en práctica las Escrituras en la vida diaria


Los niños necesitan la instrucción para poner en práctica los temas de la Escritura
sobre la autoridad, la obediencia, la resolución de conflictos y los roles dados por
Dios en las relaciones. La vida diaria ofrece decenas de oportunidades para
conectar la Escritura con la vida, desde mochilas perdidas hasta amistades rotas y
malas calificaciones. Decenas de oportunidades para la enseñanza se evaporan
sin darnos cuenta, mientras nos apresuramos en nuestros días pensando que es
suficiente el tiempo devocional con nuestros hijos. Nuestras respuestas a las
circunstancias y a las crisis de la vida diaria hacen real nuestra teología.
Las historias de la Biblia brillan con ilustraciones de niños cuyo conocimiento de la
Escritura se tradujo en una acción obediente y valiente. Las palabras de David
hacia Saúl suenan ingenuas e infantiles frente al ejército filisteo y las terribles
amenazas de Goliat: “¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo!
Yo mismo iré a pelear contra él”. (1 Samuel 17:32). Pero la vida espiritual de David
y su experiencia como niño pastor resuenan con su derecho a hablar. “A mí me
toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una
oveja del rebaño… este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos… el
Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder
de ese filisteo” (1 Samuel 17:34-37).
La plática valiente de David con Saúl, y el resultante reto a Goliat, no salieron de
una fantasía insensata e infantil. David creía en el poder y la autoridad de Dios. El
Dios que sacó a Israel de Egipto era el mismo Dios que lo había librado del oso y
del león. Su confianza venía de enfrentar al oso, pidiendo a gritos ayuda a Dios y
conociendo la salvación de Dios. Saúl vio a Goliat y éste parecía enorme, mientras
que Dios y sus promesas parecían pequeños. Por su parte, David vio a Goliat y a
la multitud de los filisteos junto con la historia de Israel y sus propios encuentros
peligrosos que aparecieron en su mente, y entonces puso en práctica lo que sabía
sobre Dios y sus promesas. Como resultado, Dios se veía enorme al lado del
gigante finito y terrenal. “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo
vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel,
a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos… y todos
los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de
lanza. La batalla es del Señor, y Él los entregará a ustedes en nuestras manos” (1
Samuel 17:45-47).

Cuéntales a tus hijos las historias bíblicas de otras personas jóvenes que
pusieron en práctica la verdad de las Escrituras en los eventos de sus vidas.
Sadrac, Mesac y Abed-Nego (Daniel 3); Daniel (Daniel 1:8-21; 6:1-28), Ester; la
pequeña criada en la casa de Naamán (2 Reyes 5:1-15) y Miriam cuando se
acercó a la hija de Faraón (Éxodo 2). Todos estos jóvenes fueron valientes y
tuvieron convicción gracias a la capacitación de las Escrituras. Pusieron en
práctica la verdad que habían recitado y cantado sobre los eventos de sus
vidas, y esa verdad impuso sus preferencias.

Ser ejemplo a nuestros hijos de fuerza espiritual


La manera más segura de enseñarles a nuestros hijos a poner en práctica la
verdad de Dios en las circunstancias de la vida es cuando nosotros somos
ejemplo de esa verdad que presentamos. La paternidad que muestra una relación
vital con Dios en todas las alegrías y tormentas de la vida es irresistible a los niños
y jóvenes. En cambio, la manera más segura de endurecer los corazones de
nuestros hijos hacia Dios y sus caminos es cuando “aparentarán ser piadosos,
pero su conducta desmentirá el poder de la piedad” (2 Timoteo 3:5).
Para nuestros hijos, su hogar es el laboratorio de la vida. Ellos creerán que la fe
cristiana es el principio rector si nosotros conocemos a Dios… y no solo
conocemos de Dios. Cuando los niños crecen y se convierten en adultos jóvenes
en nuestras iglesias buscan desesperadamente una fe que tenga la calidez y la
fuerza de una relación íntima con el Dios viviente y los cimientos seguros de la
sana doctrina que resistirá las tormentas de la vida. La relación con Dios es la
confianza vehemente de que su pueblo puede conocer al Dios Soberano de la
Biblia en todas las experiencias de la vida. Nuestra relación con Dios atraerá a
nuestros hijos para que se acerquen a Él como la fuente de consuelo y descanso.

Crecer en una relación madura con tus hijos


Esfuérzate por crecer en una relación mutua para vivir y trabajar juntos para el
reino de Cristo. La vida cristiana se vive en comunidad. A través de la historia
redentora, el pueblo de Dios ha sido testigo de los maravillosos hechos de Dios y
se ha gloriado por su protección y provisión. Las futuras generaciones también
están a la vista. Debemos anunciar a los demás que nuestra familia forma parte
del pueblo de Dios en la historia redentora. Esperamos la misma fidelidad y
provisión de Dios en nuestra familia física como en nuestra familia espiritual.
Ambas trabajan juntas para proclamar el reino de Cristo hasta que Él venga.
Josué declara esta esperanza en el capítulo 24:15: “Por mi parte, mi familia y yo
serviremos al Señor”.
Los mismos temas están en los Salmos. El Salmo 48:12-14 nos dice: “Caminen
alrededor de Sión, caminen en torno suyo y cuenten sus torres. Observen bien sus
murallas y examinen sus fortificaciones, para que se lo cuenten a las generaciones
futuras. ¡Este es nuestro Dios eterno! ¡Él nos guiará para siempre!”.
El Salmo 78:3-7 nos recuerda: “Mis labios pronunciarán cosas que hemos oído y
conocido y que nuestros padres nos han contado. No las esconderemos de sus
descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus
proezas y de las maravillas que ha realizado. Él promulgó un decreto para Jacob,
dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus
descendientes para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que
habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos. Así ellos pondrían su
confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus
mandamientos”.
En el siguiente capítulo examinaremos el patrón principal en la Biblia para
entender este llamado: Deuteronomio 6.

También podría gustarte