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La desigualdad global es un concepto que mide la distribución del ingreso entre

todos los habitantes del planeta, sin importar el país donde viven. Esta dimensión de la
desigualdad ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas, debido al
proceso de globalización y al crecimiento económico de algunas regiones del mundo. Sin
embargo, estos cambios podrían no ser permanentes, y la desigualdad global podría
volver a aumentar en el futuro. Este fenómeno se conoce como el boomerang de la
desigualdad global, y tiene implicaciones importantes para el desarrollo humano y la
justicia social.

En el artículo de Kanbur et. Al (2022) objeto de análisis se examina la evolución


de la desigualdad global desde 1980 hasta 2030, utilizando datos del Banco Mundial y
proyecciones del FMI. Los autores descomponen la desigualdad global en dos
componentes: la desigualdad entre países y la desigualdad dentro de los países. La
primera se refiere a la diferencia de ingresos entre los países, ponderada por su población.
La segunda se refiere a la diferencia de ingresos entre los individuos dentro de cada país.

Los autores encuentran que la desigualdad global ha disminuido desde 1980 hasta
2016, pasando de un índice de Gini de 0.69 a 0.62. El índice de Gini es una medida que
varía entre 0 y 1, donde 0 significa una distribución perfectamente igualitaria y 1 significa
una distribución perfectamente desigual. La principal razón de esta caída es la reducción
de la desigualdad entre países, que ha pasado de un índice de Gini de 0.55 a 0.42. Esto se
debe al rápido crecimiento de los ingresos per cápita en países de ingresos medios como
China e India, que han reducido la brecha con los países de ingresos altos, y por tanto la
desigualdad entre países.

Sin embargo, esta tendencia podría revertirse en los próximos años, debido a un
cambio en el componente entre países de la desigualdad. Los autores proyectan que la
desigualdad global podría aumentar desde 2016 hasta 2030, pasando de un índice de Gini
de 0.62 a 0.64. La razón principal es el aumento de la desigualdad entre países, que podría
pasar de un índice de Gini de 0.42 a 0.46. Esto se debería a que los países de ingresos
medios se acercarían a los niveles de ingresos de los países de ingresos altos, pero al
mismo tiempo se alejarían de los países de ingresos bajos, que seguirían rezagados en el
crecimiento. Así, el relato de la caída de la desigualdad global podría ser temporal, y un
boomerang requeriría nuevas políticas para combatir la desigualdad en el futuro.

Los autores advierten que sus proyecciones son inciertas y dependen de varios
supuestos y escenarios. Por ejemplo, una recuperación desigual de la crisis del Covid
podría adelantar el boomerang, o una mayor convergencia entre los países podría
retrasarlo. Además, sus estimaciones no tienen en cuenta otros aspectos relevantes para
medir la desigualdad global, como la distribución de la riqueza, el acceso a los servicios
públicos o las oportunidades educativas.

El boomerang de la desigualdad global plantea varios interrogantes sobre las


causas y las consecuencias de este fenómeno, así como sobre las posibles soluciones para
evitarlo o mitigarlo. Para profundizar en estos temas, se puede recurrir a otras fuentes
académicas que han estudiado la desigualdad global desde diferentes perspectivas.

En primer lugar, Milanovic (2016) ofrece una visión histórica y comparativa de la


desigualdad global y sus implicaciones para el desarrollo humano. En este caso, el autor
distingue entre tres conceptos de desigualdad: la desigualdad entre ciudadanos del mundo
(similar a la definición utilizada por Kanbur et al.), la desigualdad entre países (sin
ponderar por población) y la desigualdad entre individuos dentro del mismo país (sin
tener en cuenta el país). El autor muestra cómo estos tres conceptos han evolucionado a
lo largo del tiempo, y cómo se relacionan con las olas de globalización y los cambios
tecnológicos. El autor también analiza cómo la desigualdad global afecta a la identidad,
la movilidad, la migración y el conflicto.

En segundo lugar, los estudios de los académicos Piketty et al. (2018) presentan
una base de datos sobre la distribución del ingreso y la riqueza a nivel mundial, y analizan
las tendencias y los determinantes de la desigualdad en el largo plazo. Los autores
combinan diferentes fuentes de información, como las cuentas nacionales, las encuestas
de hogares, las declaraciones fiscales y las listas de ricos, para construir series
homogéneas y comparables de la desigualdad para más de 100 países desde 1980 hasta
2016. Los autores encuentran que la desigualdad ha aumentado en casi todas las regiones
del mundo, con algunas excepciones como Europa o Asia oriental. Los autores también
examinan los factores que explican estas dinámicas, como las políticas fiscales, las
instituciones, la educación, la globalización o la innovación.

En tercer lugar, Rodrik (2018) examina los dilemas y los desafíos que plantea la
globalización para la gobernabilidad democrática y la justicia social. El autor argumenta
que existe una tensión entre la integración económica internacional, la soberanía nacional
y la democracia, que dificulta la capacidad de los países para diseñar políticas que
respondan a las preferencias y necesidades de sus ciudadanos. El autor propone una serie
de principios y reformas para mejorar el funcionamiento del sistema económico mundial,
y para hacerlo más compatible con el desarrollo inclusivo y sostenible.

Finalmente, En su obra, Stiglitz (2019) expone una serie de medidas para combatir
la desigualdad y estimular un crecimiento más equitativo y sostenible. El autor rechaza el
modelo de capitalismo neoliberal que ha dominado las políticas económicas desde los
años ochenta, y que ha originado una concentración del poder económico y político, una
debilitación de los derechos laborales y sociales, una destrucción del medio ambiente y
una pérdida de credibilidad en las instituciones. El autor plantea un modelo de capitalismo
progresista que incremente el papel del Estado en la regulación, la inversión pública, la
redistribución y la provisión de bienes públicos. Igualmente, el autor también insta a una
mayor cooperación internacional para afrontar los problemas globales como el cambio
climático, el comercio injusto o los paraísos fiscales.

La desigualdad económica se ha convertido en uno de los grandes problemas


sociales de nuestro tiempo, especialmente en los países desarrollados. La desigualdad
económica es un fenómeno complejo y multidimensional que afecta negativamente a la
cohesión social, la democracia y el desarrollo humano. La brecha entre ricos y pobres se
ha ampliado en las últimas décadas, tanto dentro como entre los países, debido a factores
como la globalización, la tecnología, las políticas públicas y la cultura. Para reducir la
desigualdad económica se requieren acciones coordinadas y sostenidas a nivel local,
nacional e internacional, que promuevan una distribución más justa de la riqueza, el poder
y las oportunidades.
BIBLIOGRAFÍA

Kanbur, R., Ortiz-Juarez, E., & Sumner, A. (2022). The global inequality
boomerang. VoxEU.org. https://voxeu.org/article/global-inequality-boomerang

Milanovic, B. (2016). Global inequality: A new approach for the age of


globalization. Harvard University Press.

Piketty, T., Saez, E., & Zucman, G. (2018). World inequality report 2018. World
Inequality Lab.

Rodrik, D. (2018). Straight talk on trade: Ideas for a sane world economy.
Princeton University Press.

Stiglitz, J. E. (2019). People, power, and profits: Progressive capitalism for an age
of discontent. W.W. Norton & Company.

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