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Pero no fui educado para él, ni para la felicidad, ni para el placer. Porque fui advertido
Cada día, entonces, todavía es una ardua conquista, una transgresión, una desobediencia
muerto.
La vida, por tanto, no me ha endurecido, ese sea tal vez mi mayor logro.
Que me palpen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna vez tuve o me queda, toda arma
que sirva para volverse temible, para someter, para acumular, para ser poderoso, para triunfar
ceguera…
No entiendo al mundo. Me parece, como dice Serrat, que ha caído en manos de unos locos
Mi vida es apenas un instante en el océano del tiempo y es como si quisiera que ese instante
el elogio del “sálvese quien pueda”. La práctica y la prédica del desamor y de la histeria.
Me descorazona la idiotez colectiva. La idealización de lo superfluo. El asesinato de la
Me conmovió, no hace tanto, que el cosmólogo Sagan, en un artículo extenso, escrito como
desde un punto perdido en el infinito del espacio desde el cual el mundo se observa como una
“Besen a sus hijos, escuchemos a esos hombres, sigámoslos. Leamos a los poetas, no
permitamos que el misterio de la existencia deje de estremecernos cada día, porque es el costo
más alto que podemos pagar por nuestra necedad y nuestra omnipotencia.
La vida de un árbol merece nuestra devoción y nuestro más grande regocijo; al amparo gozoso
de su sombra, acariciados por la tibieza de la luz del sol y arrullados por el sonido mágico e
irrepetible de su follaje, mecido por la mano invisible del viento, estaremos a salvo de la
alienación y de la orfandad; siempre y cuando seamos capaces de apreciar esa gloria mientras
Que la muerte no nos hiera en vida, que la ferocidad no nos pueda el alma. Que nada troque
Que una caricia nos atraviese como una flecha jubilosa y radiante.
Oscar Martinez
LA CONSCIENCIA HUMANA.