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Programas de Revisoría Fiscal…

¿Cuáles son los objetivos de los programas de trabajo?

a. Asegurar que se cumplirá la planeación mensual elaborada por el revisor fiscal.

b. Hallar oportunamente las irregularidades en las diversas operaciones de la empresa


para informarlas por escrito, como lo establece el numeral 2 del artículo 207 del
Código de Comercio.

c. Detectar a tiempo, con carácter preventivo, los riesgos de deficiencias, errores,


fraudes, lavado de activos, financiación del terrorismo, corrupción administrativa y
pérdidas de importancia material en las actividades del ente económico.

d. Identificar las incorrecciones materiales en el manejo, la presentación y las


revelaciones de todo tipo de información, no solamente la financiera.

e. Obtener certeza del cumplimiento de las normas legales, estatutarias y


reglamentarias, y de las decisiones de la asamblea general de accionistas (o de la
junta de socios, en las sociedades de personas) y la junta directiva (donde exista este
órgano de dirección).

¿En qué se basan los programas de trabajo?

En el conocimiento previo de la empresa y su entorno, en la evaluación (inicial y


posterior) del control interno y en la planeación –mes a mes– que debe elaborar el
revisor fiscal para un año completo.

¿Cuándo deben hacerse los programas de trabajo?

Preferiblemente a los pocos días de haberse posesionado el revisor fiscal y haber


llevado a cabo las labores en las que debe basarse. Podrían hacerse inicialmente para
el primer mes siguiente y, después, poco a poco, según los hallazgos de deficiencias y
de riesgos, ir preparando o ajustando los programas para cada uno de los meses
siguientes. Para esto es muy útil tener en cuenta la planeación mensual de actividades
de revisoría fiscal y el cronograma anual de las mismas.

Si el revisor fiscal tiene colaboradores, ¿cómo debe manejar los programas de


trabajo con ellos?

Es necesario que el revisor fiscal tenga por lo menos una reunión con sus
colaboradores en la que les dé a conocer el objetivo y el contenido general de los
programas de trabajo, y las instrucciones que considere necesarias para su aplicación.
Es conveniente que escuche los comentarios y preguntas de sus colaboradores en
relación con estos programas de trabajo, y los tenga en cuenta para aclarar y ajustar
dichos programas.

Finalmente, el revisor fiscal –o un supervisor que él designe– deberá revisar el cabal


cumplimiento de cada programa de trabajo.
Cómo organizar el trabajo de revisoría fiscal

Si por algún motivo no se pudo cumplir con todos los puntos del programa de trabajo,
el revisor fiscal debe averiguar con sus colaboradores la razón de esta situación y
hacer las modificaciones necesarias para los siguientes meses.

“las responsabilidades profesionales del revisor fiscal se pueden dividir en dos


grandes grupos: las que tienen que ver con la fiscalización y las que se
encuentran relacionadas con el aseguramiento”

Al recibir el nombramiento de revisor fiscal, el profesional asume retos de suma


trascendencia, que van unidos a las exigencias legales para esta función. Nuestra
opinión es que, tal como lo ha sostenido, de igual manera, el Consejo Técnico de la
Contaduría Pública, las responsabilidades profesionales del revisor fiscal se pueden
dividir en dos grandes grupos: las que tienen que ver con la fiscalización y las que se
encuentran relacionadas con el aseguramiento.

El revisor fiscal debe desarrollar un plan de trabajo que le permita cumplir a cabalidad
estas dos responsabilidades centrales, teniendo en cuenta el tiempo durante el que
ejercerá su función. En consecuencia, al desarrollar su estrategia anual de
revisoría fiscal (aunque algunos revisores fiscales pueden tener períodos
superiores a un año), deben diferenciarse estos dos tipos de
responsabilidades, y establecer las actividades que se desarrollarán para cumplir los
requerimientos técnicos y legales.

1. Actividades de fiscalización

Esta responsabilidad es la que más debe consumir tiempo, porque implica una
labor continua, permanente, y de seguimiento y vigilancia. Precisamente, el
hecho de la permanencia y la continuidad son los elementos que generan mayores
amenazas al cumplimiento de los principios éticos, en especial, amenazas de abogacía
y familiaridad. Esto, por cuanto al tener que emitir certificados de manera recurrente y
tener que estar evaluando permanentemente las actividades de la entidad, el
profesional puede caer fácilmente en la tentación de asumir una función de veto frente
a las decisiones administrativas, incurriendo en una acción propia del control previo, el
cual es incompatible con la función de evaluador.

Por antonomasia, las certificaciones son, en sí mismas, amenazas a la independencia,


porque obligan a que el profesional examine un hecho para dar fe pública, en muchos
casos, de manera concomitante con la operación. Si la certificación no se expide o
se hace de manera que no satisfaga las expectativas de la administración,
podría llegar a tener consecuencias indeseables para la entidad, lo cual genera
un elemento de presión para la independencia del revisor fiscal.

Es bueno recordar que el revisor fiscal no está obligado a certificar cuanto


asunto se le ocurra a la administración o a un tercero. En realidad, su obligación
en términos de certificación está más ligada a la función de colaboración con las
entidades estatales, incluida en el numeral 3 del artículo 207 del Código de Comercio,
y reglamentada en los múltiples decretos y normas que exigen que emita este tipo de
documentos sobre multitud de situaciones. Creemos que la proliferación de
certificaciones ha sobrepasado al sector público y ha llegado hasta el privado, donde,
para tener cierta seguridad sobre situaciones incluso contractuales, muchos terceros
solicitan certificaciones de diversa índole, en muchos casos, sobre asuntos que no
tienen que ver con la profesión, porque en el medio colombiano está acendrada la
práctica de asegurarse contra los riesgos a través de la figura del revisor fiscal.

Los principales temas que ameritan su inclusión en la estrategia de revisoría fiscal y,


por lo tanto, en el cronograma de actividades del año, son los siguientes:

 Seguimiento al manejo contable y documental de la entidad.


 Revisión del cumplimiento de las obligaciones tributarias de la entidad.
 Previsión de las certificaciones obligatorias en función de la regulación que
afecte a la entidad.
 Procedimientos para efectuar seguimiento a las actividades de prevención del
lavado de activos y contrabando.
 Efectuar seguimiento a las actas de los órganos sociales y otros organismos
colegiados que tomen decisiones importantes en la entidad.

Estas actividades requieren la ejecución de procedimientos recurrentes y no solamente


las pruebas para el cierre del ejercicio. Por consiguiente, son trabajos que deben
planearse para ser ejecutados durante todo el año, haciendo uso de las técnicas
de auditoría, ante la inexistencia de técnicas específicas de fiscalización. Las
desviaciones importantes que se encuentren, o las advertencias significativas que
deban hacerse, tienen que efectuarse tan pronto la situación se detecta, dada la
obligación contenida en el numeral 1 del artículo 207 del Código de Comercio.

2. Actividades de aseguramiento

De acuerdo con el Decreto 2420 de 2015, las materias sobre las que el revisor fiscal
debe desarrollar trabajos de aseguramiento son 3:

 Información financiera histórica


 Cumplimiento normativo
 Control interno

Esto implica la emisión de 3 opiniones diferentes incluidas en el mismo


informe (pese a que pueden hacerse en informes separados). En cuanto al primer
tema, consideramos importante anotar que, el revisor fiscal debe acordar con su
cliente la necesidad de emitir informes intermedios, por cuanto el aseguramiento
sí es en este caso sobre estados financieros y, al entregar un informe intermedio,
tendría que dar aplicación a la NITR 2410. Esto no significa que, si no hay estados
financieros intermedios, el revisor fiscal solo se ocupe de las cifras al acercarse al final
del año, porque el numeral 5 del citado artículo 207 le impone la obligación de
inspeccionar asiduamente los bienes sociales, por lo cual debe efectuar pruebas, por
supuesto de menor alcance, pero por lo menos analíticas, para observar el
comportamiento de las cifras contables.
En relación con el cumplimiento y con el control interno, consideramos que resulta más
práctico distribuir las pruebas durante el año, lo que, a su vez, permite cumplir los
numerales 1 y 6 del mismo artículo. Por consiguiente, en la estrategia, se puede
efectuar una categorización de riesgos de los procesos o áreas críticas dependiendo de
la forma de organización de la entidad, y desarrollar programas de trabajo específicos
para ellas, emitiendo los informes correspondientes.

Lo anterior, distribuye el trabajo en el tiempo para disminuir la carga al cierre


del año y así poder garantizar la cobertura del trabajo. Por supuesto, al final del
año es inevitable desarrollar todos los programas de trabajo necesarios para poder
emitir la opinión sobre los estados financieros. Sin embargo, si durante el año se han
hecho evaluaciones de cumplimiento y control interno, será más sencillo efectuar el
seguimiento a los asuntos no corregidos, y hacer una evaluación general de los ciclos
transaccionales para soportar la opinión sobre estas materias.

Leidy Yuliana Rojas


Ced 1020406501
Revisoría Fiscal C8MA

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