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Gobierno de
Andueza Palacio, Raimundo,

La elección presidencial y sus consecuencias: El Consejo Federal reunido el


6 de marzo de 1890, elegía por unanimidad al abogado guanareño Raimundo
Andueza Palacio para suceder en la presidencia de la República a Juan
Pablo Rojas Paúl durante el bienio 1890-1892, en conformidad con lo
establecido en la Constitución de 1881. Esta elección fue recibida con
universal beneplácito. Ministro de Relaciones Interiores de Rojas Paúl,
Andueza Palacio había sido designado como candidato oficial por el propio
mandatario a quien reemplazaba en la presidencia. A pesar de ser liberal,
Andueza estaba apoyado por destacados representantes del conservatismo y,
dentro de su propio partido, había logrado el consenso de guzmancistas y
antiguzmancistas. Asume la presidencia el 19 de marzo de 1890 y en su
discurso inaugural, afirma ser un demócrata de convicciones. Representa,
además, el triunfo del civilismo. Integra su gabinete con una mayoría de
civiles: Sebastián Casañas en Relaciones Interiores; Marco Antonio Saluzzo
en Relaciones Exteriores; Vicente Coronado en Hacienda; José Tadeo
Monagas, hijo, en Crédito Público; Eduardo Blanco en Instrucción Pública y
Juan Francisco Bustillos en la Secretaría de la Presidencia; los únicos
militares del gabinete son el general Julio F. Sarría en la cartera de Guerra y
Marina y el general Neptalí Urdaneta en la gobernación del Distrito Federal.
Existe para entonces en el país la más absoluta libertad de expresión y ni
siquiera una caricatura que pinta al nuevo presidente vestido de mujer es
objeto de censura. El clima de euforia que acompaña los primeros meses del
gobierno de Andueza Palacio es también el resultado de una extraordinaria
bonanza económica que vive Venezuela por el alza del precio del café.
Durante el año económico 1890-1891, las exportaciones venezolanas
superan por primera vez la cifra de Bs. 100.000.000 y el presupuesto
alcanza el monto récord de Bs. 53.719.804. Como lo apunta Manuel Alfredo
Rodríguez «...se mira por todas partes el áureo resplandor de las
"morocotas" y "pachanos" y la cerveza de los años del Centenario del
nacimiento de Bolívar deja paso al fino y picante coñac "Henessy", tipo tres
estrellas...». Sin embargo, desde los inicios del nuevo gobierno, el problema
de la reforma constitucional, planteado durante el último año de la
administración de Juan Pablo Rojas Paúl (1889), vuelve a convertirse en el
gran tema de actualidad y provoca una de las primeras crisis del régimen. El
expresidente Rojas Paúl se había hecho la idea de que manejaría al
presidente Andueza al modo guzmancista y que el nuevo primer mandatario
se limitaría a hacer la reforma constitucional para devolverle la silla; sin
embargo, Andueza se siente lo suficientemente fuerte como para prescindir
de cualquier mentor político. Lo confirma en sus propósitos su hombre de
confianza y figura central de su gabinete, Sebastián Casañas, a quien el
público, por lo férreo de su carácter, compara con Bismarck y aplica el
apodo burlón de Canciller de Hierro. Ante esta situación, Rojas Paúl
resuelve expatriarse y viajar a La Habana (agosto 1890).

La obra de gobierno: La bonanza fiscal le permite a Andueza Palacio


ejercer con esplendor una política de dádivas y subvenciones, con miras a
crearse una clientela electoral propia. Durante su breve gobierno, le toca
inaugurar muchas de las obras iniciadas durante períodos anteriores: el
acueducto de Barquisimeto (5.4.1890), el tramo ferrocarrilero Aroa-
Barquisimeto y el hospital Vargas de Caracas (1891). Decreta la
transformación de los colegios nacionales de primera categoría de
Maracaibo y Valencia en universidades del Zulia y Carabobo
respectivamente (29.5.1891); crea el Ministerio de Correos y Telégrafos
(27.6.1891); inicia la construcción de un edificio para colegio de señoritas
situado en la nueva urbanización El Paraíso (edificio cedido en 1902 en
enfiteusis a las hermanas de San José de Tarbes); manda edificar el grupo
escultórico en homenaje a José Félix Ribas, ejecutado por Eloy Palacios, en
la plaza Ribas de La Victoria y finalmente, ordena la refacción del Palacio
Federal de Caracas y la remodelación casi total del Palacio Legislativo del
Capitolio. En marzo de 1891, se conoce en Caracas el laudo sobre los
límites entre Colombia y Venezuela, sometido en 1881 al arbitraje de la
Corona española; el resultado, netamente desfavorable a Venezuela, anula
las ventajas conseguidas en el Tratado Santos Michelena-Lino de Pombo,
negociado en 1833, el cual no había sido ratificado en su momento por el
Congreso Nacional y le cede a Colombia la casi totalidad de la península de
la Guajira, así como una vasta porción del territorio situado al occidente del
Orinoco que se convertía en corriente fronteriza entre ambos países. Sin
embargo, a pesar de su carácter lesivo para los intereses nacionales, el laudo
español pasó prácticamente desapercibido ante al debate, iniciado en el
Congreso, acerca del proceso de reforma constitucional, el cual se
presentaba basado en 2 proyectos sucesivos.

La reforma continuista: El primer proyecto buscaba establecer que el


Congreso pudiera hacer enmiendas a la Constitución, sin tener que convocar
a una asamblea constituyente, ratificando además el nombre de Miranda
para el antiguo estado Guzmán Blanco, así como la elevación de las antiguas
secciones Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón a la categoría de estados.
Sancionada el 9 de abril de 1891, la Constitución reformada fue promulgada
por el Ejecutivo el 16 de abril de 1891. El segundo proyecto, presentado el
25 de junio de 1891, contemplaba cambios sustanciales, entre ellos el
regreso a la división territorial de 20 estados; el sufragio universal directo y
secreto; la representación proporcional de las minorías en los cuerpos
deliberantes y, sobre todo, la extensión a 4 años del período presidencial.
Las reformas parciales de la Carta se harían conforme a lo establecido por la
recién promulgada Constitución, pero la reforma total solo podría decidirla
una asamblea constituyente ordenada por las dos terceras partes del
Congreso y por los dos tercios de las asambleas legislativas de los estados.
El proyecto, sometido a la consideración de las legislaturas estatales, fue
aprobado por todas, pero al acercarse la fecha de reunión del nuevo
Congreso, que coincidía con la fecha en que debía terminar el bienio de
Andueza (20.2.1892), el gobierno se dio cuenta de que carecía de la mayoría
necesaria para llevar a cabo sus planes; en efecto, a pesar de su política
sistemática de subvenciones y dádivas, Andueza Palacio no había logrado
aplacar la oposición que definía sus intenciones como un intento de
permanecer en el poder. Los legisladores se encontraban divididos en 2
bandos: los «continuistas» o partidarios de Andueza, que apoyaban la
inmediata vigencia de la reforma aprobada por las legislaturas y como,
según esta, el período presidencial finalizaba el 20 de abril de 1894, el
mandatario en ejercicio podía continuar como presidente por 2 años más; los
«legalistas», por lo contrario, se pronunciaban por la vigencia de la reforma
solo a partir de 1894, debiéndose proceder para la próxima elección
presidencial según lo estipulado en la Constitución de 1881. Uno de los
destacados voceros del legalismo era el expresidente Rojas Paúl, quien
había regresado a Venezuela a mediados de 1891; se le ofrece una legación
en el exterior para alejarlo y ante su negativa, es expulsado del país
(26.10.1891). La ruptura abierta entre Andueza y Rojas Paúl solo sirve para
animar la oposición al continuismo. Ante esta situación, el Ejecutivo se
propuso obstaculizar la reunión del Congreso. El 14 de marzo de 1892,
Andueza Palacio lanzaba un Manifiesto a la nación, valiéndose de la
aprobación de las asambleas legislativas estatales para proclamar la vigencia
inmediata de la reforma constitucional propuesta, desconociendo de hecho,
el poder del Congreso Nacional. El «golpe de Estado» de Andueza desata la
contienda armada.

La Revolución Legalista: Joaquín Crespo, retirado desde enero de 1892 a su


hato guariqueño de El Totumo, declara la guerra al gobierno en nombre del
legalismo. De inmediato Andueza designa a su ministro y consejero
Sebastián Casañas, el principal artífice de la maniobra continuista,
comandante en jefe del ejército expedicionario encargado de someter el
alzamiento (18.3.1892). En Caracas, la Corte de Casación y la Corte Federal
acuerdan suspender sus sesiones, mientras la insurgencia que adopta el
nombre de Revolución Legalista, se extiende rápidamente por todo el país.
El ejército expedicionario de Casañas hace contacto con las fuerzas de
Crespo en las márgenes del río Apure (10.4.1892), pero no logra derrotar o
dispersar la insurrección. El regreso de Casañas a Caracas provoca una
crisis en el bando gubernamental; el Canciller de Hierro es destituido del
mando del Ejército, mientras el ministro de Guerra Julio F. Sarría y el jefe
de la guarnición de Caracas, Domingo Monagas, presionan a Andueza para
que renuncie; violentas manifestaciones recorren las calles de Caracas; la
situación pronto se hace insostenible. Finalmente, el 17 de junio de 1892,
Andueza decide renunciar a la presidencia y salir del país rumbo a
Martinica, dejando encargado del Poder Ejecutivo al consejero federal núm.
1, Guillermo Tell Villegas.

Temas relacionados: Bienios; Revolución Legalista.

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