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EL ARBOL DE LOS PAJAROS SABIOS

Iván Darío Amaya Rodríguez

Hace un tiempo, volaba por ahí un pájaro carpintero de lo más


particular, pues usaba lentes, pero realmente eso no era lo de
extrañar, ese carpinterito tenía una gran curiosidad, y por eso sus
compañeros le decían “loco curioso de atar”. Y en esas voladas que se daba
observando campos y llanuras; bosques y praderas, un día al parecer sin nada
especial, pasó que encontró un árbol enorme, suculento a su mirar, pero que además
de eso tenía algo especial, estaba lleno de pájaros de todas las especies, de colores de
gama sin par, y hacían mucho escándalo de verdad. Claro, no hay que ser un gran
curioso, para que algo así te haga parar.

Y así fue, que el curioso carpintero revoloteó entusiasmado desde la copa, hasta lo
más bajo. Vio muchas ramas, llenas de hojas y algunas flores, también se encontró una
corteza enorme con un tallo igual, y raíces que asomaban del suelo que denotaban
bastante más. Y decidió posarse en la cima y conocer algunos pájaros que estaban en
el lugar.

Los primeros conocidos, unos jóvenes canarios venidos de la llanura de allá, le


contaron que ellos eran felices en el lugar, las más viejas aves, eran muy sabias y
simpáticas y les gustaba enseñar. Y los canaritos ávidos de aprender, sabían cosas
asombrosas que un pájaro normal no llega a soñar. Y fue entonces que el curioso se
dijo, que raro este lugar.
“-Todo lo que existe sea viejo o sea nuevo, se tiene que enseñar-”, es el lema de este
árbol peculiar. Y claro como buen curioso, quiso saber cuál era la razón de tal hablar.

De rama en rama, conoció pájaros de todos colores y


de todo cantar, aprendió de ellos mil cosas y un
poquito más. A medida que bajaba de la cima hacia el
suelo, la sabiduría de los pájaros se crecía como el
mar.

También, encontró ramas secas, y sin embargo,


hermosas… que denotaban una historia especial, y
más de uno le contó historias de los pájaros que se fueron entre las nubes, y sus
andanzas por este lugar.

De otros, no tan simpáticos ni tan sabios que al final se fueron porque no tenían donde
andar.

Después de mucho pajarear, para no decir curiosear, fue llegando al tronco y sus
raíces, por cierto, ahí le dio por reflexionar…

¿Cómo reflexiona un pájaro…? o más bien ¿cómo un carpintero curioso, descubrió en


un árbol pájaroverso?, ese mundo de sabiduría, con una gran disposición de enseñar…
pero seguían en su cabeza de pájaro, las preguntas: ¿quién sembró ese árbol?, ¿quién
invitó tantos pájaros?, ¿hasta dónde podía crecer?, lo más importante claro, ¿y sí, un
bosque de estos árboles se puede plantar?

Obvio un pájaro, que se haga semejantes preguntas, tiene mucho que estudiar…
aprender de pájaros más sabios, leer hojas de hojas, y de tanto aprender, volar de
verdad no con alas físicas, sino con las del entendimiento, y trascender entre tanto
sabio, entre tantas ramas y hojas, más allá de la copa del árbol, donde el sol brilla
como una verdad.

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