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Meditación
Cada vez que nos hacemos la señal de la cruz, invocamos a Dios como
Padre, Hijo y Espíritu Santo confesando lo esencial de nuestra fe cristiana: la
Santísima Trinidad. Sin embargo, nos resulta muy difícil comprender algo de este
misterio de Un sólo Dios en Tres personas distintas.
Comencemos con dos ejemplos que tal vez nos ayuden. En primer lugar,
pensemos que a las personas sólo podemos conocerlas bien cuando hablan y
cuando actúan. Porque sólo nos damos a conocer, revelamos lo que sentimos y
pensamos, cuando hablamos y cuando obramos. De modo semejante, Dios se nos
ha dado a conocer obrando la historia de la Salvación y revelándose en ella a través
de acciones y palabras. Justamente todo que hemos estado celebrando a lo largo de
la Cuaresma y del tiempo Pascual, en especial la muerte, resurrección y ascensión
de Jesús y su envío del Espíritu Santo a la Iglesia, nos ha revelado que Dios es
único, es uno sólo; pero en su intimidad hay una comunión de Tres Personas
distintas: el Padre Creador; el Hijo redentor y el Espíritu Santo santificador. Dios se
ha manifestado desde el principio como el Creador y origen de todo. Ahora bien, en
la plenitud de los tiempos “Dios amó tanto al mundo que entregó a su propio Hijo
para salvarnos”, que es Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Y Jesús nos ha
revelado que en la intimidad divina existen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo;
porque Dios es amor y el amor exige comunión de Personas. Por tanto, los
cristianos creemos en un Único Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo; y que
llamamos la Santísima Trinidad.
El otro ejemplo es que una cosa es tener un trato formal con alguien y
conversar de cosas exteriores a nosotros como el clima o el estado del tráfico; y otra
muy distinta es tener un trato de amistad con alguien con quien compartimos lo que
sentimos y pensamos; lo que esperamos y soñamos. Pues bien, Dios quiere tener
con nosotros una relación de este segundo tipo, de amistad. Él quiere que lo
conozcamos en su intimidad y se nos ha dado a conocer, se nos ha revelado; y
quiere que nosotros también nos abramos a Él para ser amigos.
Al respecto decía el Papa Francisco en el Regina Coeli del 7 de junio de
2020: “Dios Padre ama tanto al mundo que, para salvarlo, da lo más precioso que
tiene: su único Hijo, que da su vida por la humanidad, resucita, vuelve al Padre y,
junto con Él, envía el Espíritu Santo. La Trinidad es por lo tanto Amor, totalmente al
servicio del mundo, al que quiere salvar y recrear. Y hoy pensando en Dios, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, ¡pensemos en el amor de Dios! Y sería bueno que nos
sintiéramos amados: “¡Dios me ama!”. Este es el sentimiento de hoy.
Por último, creemos que el hombre es imagen y semejanza de Dios. Sí,
somos imagen de Dios Trinidad, de Dios que en su intimidad es comunión de
personas. Es claro que alcanzaremos nuestra mayor realización como personas en
la medida que vivamos la comunión y la entrega sincera de nosotros mismos a los
demás por amor. Como bien nota E. Leclerc: "Estamos llamados a vivir el misterio
de la comunión trinitaria en todas nuestras relaciones humanas, a actualizarlo y
manifestarlo. Vivir la vida divina es vivir en el corazón mismo de la comunión
trinitaria; es vivir esta
Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:
1. ¿Cuándo rezo me relaciono con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de modo
personalizado?
2. ¿Contemplo la Santísima Trinidad para conocerme a mí mismo y mi vocación a
la comunión?
3. ¿Experimento a la Santísima Trinidad como la “Familia Divina” de la que formo
parte?
4. ¿Procuro que en mi comunidad vivamos relaciones sanas y fraternas, propias
de una buena familia, reflejo en el mundo de la familia trinitaria?
5. ¿Comprendo que para ser más persona tengo que donarme en el amor a los
demás?
Oración
Contemplación
Acción
Durante esta semana me comprometo a donar mi amor en un gesto concreto y
verdadero a alguien de mi entorno.