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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA DE PANAMÁ

DERECHOI ADMINISTRATIVO

FACULTAD
DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

LOS ELEMENTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO

PROFESORA
YESENIA PALMA

ELABORADO POR
MARITZA MIRANDA
MARYURIS MIRANDA 4-745-218
ELENA MORALES
CÉSAR OROCÚ
MAYDELIS QUIJADA

GRUPO #7
ÍNDICE

Introducción
Elementos del Acto Administrativo………………………………………………………. 4
Clasificación de los elementos del Acto Administrativo……………………………….. 5
De los elementos materiales o esenciales del Acto Administrativo………………….. 6
Normativa…………………………………………………………………………………… 8
Conclusión……………………………………………………………………………..…… 9
Anexo
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo incluye la doctrina, normativa y jurisprudencia sobre los distintos


elementos que configuran el Acto Administrativo. Entre las Clasificaciones de los
elementos del Acto Administrativo, nos encontramos con la clasificación de elementos
materiales o esenciales: motivo, contenido, fin y elementos formales: sujeto,
procedimiento y forma; los cuales son necesarios para la validez de todo acto
administrativo.
ELEMENTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO

En términos simples, un acto administrativo constituye la aplicación concreta de una


facultad genérica otorgada por el ordenamiento jurídico a la Administración Pública.
Estas facultades determinan la competencia de un ente u órgano administrativo.

La competencia conlleva el conjunto de poderes legalmente autorizados en favor de


una Administración Pública. Estos poderes o facultades están dispuestos en el
ordenamiento jurídico, y una vez verificado el supuesto hipotético que condiciona
el dictado del acto administrativo, la Administración Pública ya no es
simplemente competente, sino obligada para dictar el acto administrativo singular
que dimana de la facultad otorgada (4).
De allí que podamos definir al acto administrativo como aquella manifestación de
voluntad unilateral de la Administración Pública en ejercicio de la función
administrativa capaz de crear, delimitar o extinguir una relación jurídica subjetiva (5).

Un acto administrativo es válido, en tanto concurran en su formación una serie de


requisitos regulados por el propio ordenamiento jurídico. Tales requisitos se
denominan elementos del acto administrativo.

Para que un acto administrativo se estime valido, deben estar presentes los
elementos que lo integran en la forma que el ordenamiento jurídico administrativo lo
dispone, naciendo así, un acto administrativo perfecto, es decir, aquel que cuenta
con todos sus elementos en forma legal. (6)

Los elementos constituyen el modo en que el ordenamiento jurídico determina la


formación y manifestación del acto administrativo (7).

Se suele distinguir entre elementos formales y elementos esenciales o materiales.


Los primeros están referidos a los presupuestos del acto, es decir a los elementos o
requisitos que deben estar de previo a la emisión del acto y a la manera en que dicho
acto debe manifestarse o materializarse. Los elementos formales del acto
administrativo son: sujeto, procedimiento y forma.

Los elementos esenciales o materiales están referidos a la sustancia del acto. Los
elementos que concurren a su formación y determinan su validez. Estos elementos
se denominan: motivo, contenido y fin.

CLASIFICACIÓN DE LOS ELEMENTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO


Esos elementos son las cualidades jurídicas que debe reunir una conducta de la
Administración destinada a producir un efecto jurídico, para producirlo efectivamente
y lograr su finalidad (Ortiz, acto administrativo, Lecciones de Derecho administrativo,
1973, T. II).

A) Clasificación de los elementos

Se pueden clasificar en este orden o siguiendo estos criterios:

a) Subjetivos

b) Objetivos y

c) Formales
Se habla de que son elementos subjetivos porque atañen al autor del acto: la
Administración Pública y su órgano o ente correspondiente.

a) Subjetivos: Esta noción contiene dos aspectos:

i) Competencia ii) Regularidad de la investidura del funcionario

i) Competencia: titularidad de las situaciones subjetivas de naturaleza


administrativa y se refiere a las potestades y derechos de la Administración
(competencia activa) y a sus deberes y obligaciones (competencia pasiva).

La competencia se -puede clasificar con base en estos criterios: -

— Materia
— Territorio

— Tiempo

— Grado

— Personas

ii) Regularidad de la investidura del funcionario


El agente público debe estar debidamente nombrado. Ello significa que las normas "que
regulan la relación laboral administrativa se deben cristalizar e incidir en dicho agente.
Equivale al acto de nombramiento, toma legal de posesión del cargo o status, de
conformidad con las formalidades procedimentales ejercicio legaí del puesto público,
etc.
Se trata del funcionario o agente público de derecho. El que tiene defectos o
irregularidades en la investidura se le denomina "agente público de hecho". Está
regulado en la LAP (Ley de Administración Pública), según los artículos 115 a 119- Lo
define el numeral 115 así: será funcionario de hecho el que hace lo que el servidor
público regular (conforme a derecho), pero del todo sin investidura o en su caso, con
una investidura inválida o ineficaz.
b) Objetivos
Los elementos objetivos son:
— Presupuesto de hecho
— Fin
— Causa
— Motivo
— Contenido
c) Formales
Los elementos formales del acto administrativo son: el procedimiento y la forma
de manifestación del respectivo acto administrativo.
DE LOS ELEMENTOS MATERIALES O ESENCIALES DEL ACTO
ADMINISTRATIVO: MOTIVO, CONTENIDO, FIN

El primer elemento esencial o material del acto administrativo es el motivo. El acto


administrativo debe estar fundado en una verdad real, es decir hechos ciertos.
El motivo es aquel presupuesto factual que la norma jurídica propone, que le da
fundamento a la emisión y aplicación del acto. Como el acto administrativo es el
ejercicio de una potestad, dicho acto sólo puede emitirse en función del presupuesto de
hecho tipificado por la norma jurídica correspondiente.
El acto administrativo no puede ser una mera voluntad caprichosa de la administración,
sino el resultado de la ponderación de hechos o actos jurídicos que motiven su
actuación. Ese motivo es la génesis del acto administrativo provocado por una
necesidad social o pública, una realidad externa al funcionario. Este evento exterior
puede ser de múltiple naturaleza: un hecho natural o humano (conducta), un conjunto
de hechos en relación, una situación jurídica, una condición o cualidad determinada.
El segundo elemento esencial del acto administrativo es el contenido. Se refiere a lo
que dispone el acto, es por así decirlo, la parte dispositiva del acto administrativo. Es el
cambio que introduce en el mundo jurídico. Es la parte del acto que dispone una
sanción, una autorización, una licencia, un permiso, una concesión, etc.
Es en virtud del contenido, que el acto administrativo produce efectos jurídicos (10).
En lo que respecta al fin como elemento esencial del acto administrativo, se manifiesta
que la Administración Pública tiene un cometido único, la satisfacción del interés
público. Esa satisfacción del interés público se logra de diversas maneras, siendo una
de ellas a través de la emisión de actos administrativos. En principio se entiende que
todo acto administrativo, como ejercicio concreto de una competencia genérica, tiende a
la satisfacción del interés común. Por ello se afirma que, el fin del acto administrativo,
será en consecuencia, la satisfacción del interés público, que constituye el fin general
de todo acto administrativo y a su vez, el fin específico será a satisfacción del interés
público que está a cargo de esa competencia.
NORMATIVA

Ley 45 del 2000


Artículo 201. Todo acto administrativo deberá formarse respetando sus elementos
esenciales: competencia, salvo que esta sea delegable o proceda de la sustitución;
objeto, el cual debe ser lícito y físicamente posible; finalidad, que debe estar acorde con
el ordenamiento jurídico y no encubrir otros propósitos públicos y privados distintos, de
la relación jurídica de que se trate; causa, relacionada con los hechos, antecedentes y
el derecho aplicable; motivación, comprensiva del conjunto de factores de hecho y de
derecho que fundamentan la decisión; procedimiento, que consiste en el cumplimiento
de los trámites previstos por el ordenamiento jurídico y los que surjan implícitos para su
emisión; y forma, debe plasmarse por escrito, salvo las excepciones de la ley,
indicándose expresamente el lugar de expedición, fecha y autoridad que lo emite.
CONCLUSIÓN

Los actos administrativos poseen ciertos elementos característicos y cualidades


propias:
- Tiene naturaleza cuasi-judicial y resulta directamente ejecutable.

- Debe ser objetivo y dictarse mediante un procedimiento administrativo (así se


trata de evitar la arbitrariedad en la actuación administrativa).

- Competencia: la Ley determinará en cada caso el órgano competente que


corresponda para realizar una actuación administrativa. Este órgano tendrá que
cumplir ciertos requisitos como la imparcialidad o la capacidad de obrar. De no
ser así, el acto podría ser impugnado.

- Causa o finalidad del acto: el objetivo de cualquier acto administrativo es la


satisfacción del interés general respetando los principios y normas del
ordenamiento jurídico.

- Contenido: a pesar de que el acto administrativo se encuentra regulado y no


debería de contener más que los elementos esenciales o legales, en ciertas
ocasiones la Administración tiene facultad para introducir elementos accidentales
o eventuales en sus actos.

- Forma: la actuación de la Administración está sometida a ciertas formalidades, el


acto debe realizarse por escrito y en determinadas ocasiones tendrá que
motivarse.

- Notificación y publicación: los actos administrativos deberán notificarse a los


interesados y, en determinadas ocasiones, tendrá que ser publicado.
ANEXO
Sentencia Contencioso de Corte Suprema de Justicia (Panamá), 3ª de lo
Contencioso Administrativo y Laboral, 28 de Marzo de 2019

Ponente Abel Augusto Zamorano

Fecha de Resolución 28 de Marzo de 2019

Emisor Tercera de lo Contencioso Administrativo y Laboral

VISTOS:

El licenciado J.M.G., actuando en nombre y representación de la Dirección General de Ingresos


(Ministerio de Economía y Finanzas), en virtud de poder conferido por el licenciado D.A.H.P., en su
condición de D. General de Ingresos, ha interpuesto demanda contencioso administrativa de nulidad
para que se declare nula, por ilegal, la Resolución N°TAT-APPI-009 de 3 de abril de 2018, emitido por
el Tribunal Administrativo Tributario.

Al hacer el examen de las piezas procesales que constan en el expediente, para determinar la
admisibilidad de la demanda presentada, en atención a los requisitos establecidos por la Ley que
regula la materia contencioso-administrativa, se observa que adolece de defectos que impiden su
procedencia, en atención a las siguientes consideraciones:

Tal como consta en el expediente, a fojas 22 a 55, el acto demandado, la Resolución N°TAT-APPI-009
de 3 de abril de 2018, emitido por el Tribunal Administrativo Tributario, resuelve “ADMITIR como
prueba los estudios de precios de transferencia, para los periodos fiscales 2013 y 2014, …”, al resolver,
como ente de segunda instancia, el recurso de apelación contra el Auto S/N de 15 de mayo de 2017,
emitido por el D. General de Ingresos, a través del cual no se admitieron dichas pruebas dentro del
procedimiento de liquidación adicional a nombre de CESPA PANAMA, S.A., que le sigue dicha
dirección, revocando con ello decisión adoptada por la primera instancia.

La descripción de la actuación administrativa demandada lleva a este tribunal a señalar, en primero


lugar, e tipo de actos administrativos contra los cuales procede la acción contencioso administrativa,
pues atendiendo lo dispuesto en el artículo 42 de la ley 135 de 1943, modificada por la ley 33 de
1946, Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, es un requisito esencial para ocurrir en
demanda ante el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, entre otros supuestos, que el objeto de
la misma “se trate de actos o resoluciones sean definitivas, o de providencias de trámite, si estas
últimas deciden directa o indirectamente el fondo del asunto, de modo que le pongan término o
hagan imposible su continuación”.

Consecuentemente, por disposición legal, no todos los actos administrativos que pronuncia la
Administración, en el ejercicio de las facultades que la ley le confiere, son objeto de control de
legalidad judicial por medio de acción contencioso administrativo; y, en tal caso, el acto que resuelve
el fondo del asunto o pone fin al procedimiento, es el acto definitivo que causa estado en sede
administrativa, quedándole al interesado expedito su derecho de impugnación ante la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, ante tales circunstancias.

D., el acto administrativo definitivo es considerado como aquel que resuelve sobre el fondo del
problema planteado por la necesidad administrativa o la petición del particular, y produce efecto
externo creando una relación entre la administración y las demás cosas o personas. “Su nota
fundamental está en su autonomía funcional, que le permite producir derechos y obligaciones y
lesionar o favorecer por sí mismo al particular. Se trata siempre de manifestaciones de voluntad, que
en forma definitiva definen el negocio planteado a la administración, sin supeditar su efecto a
condiciones o plazos suspensivos.” (ORTIZ, E., “Materia y objeto del contencioso-administrativo,” en
la Revista de Ciencias Jurídicas, 5: 47, 89 (S.J., 1965).

El carácter definitivo y resolutivo del fondo u objeto de una cuestión planteada, va relacionado con la
producción de efectos jurídicos de que se trate, creando o no relaciones jurídicas, derechos y
obligaciones, que deben estar contenidos y previstos en la propia emisión del acto, respetando sus
elementos esenciales, los cuales se aprecian claramente definidos en el numeral 1 del artículo 201 de
la Ley 38 de 2000.
Artículo 201. Los siguientes términos utilizados en esta Ley y sus reglamentos, deben ser entendidos conforme
a este glosario:

1. Acto administrativo. Declaración emitida o acuerdo de voluntad celebrado, conforme a derecho, por una
autoridad u organismo público en ejercicio de una función administrativa del Estado, para crear, modificar,
transmitir o extinguir una relación jurídica que en algún aspecto queda regida por el Derecho Administrativo.
Todo acto administrativo deberá formarse respetando sus elementos esenciales: competencia, salvo que ésta
sea delegable o proceda la sustitución; objeto, el cual debe ser lícito y físicamente posible; finalidad, que debe
estar acorde con el ordenamiento jurídico y no encubrir otros propósitos públicos y privados distintos, de la
relación jurídica de que se trate; causa, relacionada con los hechos, antecedentes y el derecho aplicable;
motivación, comprensiva del conjunto de factores de hecho y de derecho que fundamentan la decisión;
procedimiento, que consiste en el cumplimiento de los trámites previstos por el ordenamiento jurídico y los que
surjan implícitos para su emisión; y forma, debe plasmarse por escrito, salvo las excepciones de la ley,
indicándose expresamente el lugar de expedición, fecha y autoridad que lo emite.

2. ...

(Lo resaltado es nuestro)

Es por ello que la doctrina distingue o clasifica los actos administrativos, en atención a diferentes
aspectos, diferenciándose el acto definitivo, del acto interlocutorio o de mero trámite que, como su
nombre lo indica, concierne al desenvolvimiento del trámite, posibilitándolo u obstaculizándolo. El
jurista argentino, A.G., en su Tratado de Derecho Administrativo, distingue los actos definitivos de los
interlocutorios, explicando cuáles son los que pueden ser impugnados en sede jurisdiccional,
señalando lo siguiente:
Podemos también adelantar ahora que igualmente pueden distinguirse en el caso de los actos unilaterales
individuales, en actos “definitivos” o equiparables a ellos (“los que impiden totalmente la tramitación del
reclamo o pretensión del administrado,” v. gr., una orden de archivo de las actuaciones, o una decisión que
niega al particular el derecho de defenderse, o el acceso a las actuaciones, o la defensa letrada, etc.) y en
actos “interlocutorios” o “de mero trámite.”
Estos últimos son actos que producen un efecto jurídico directo, pero sin decidir el fondo de la cuestión central
planteada: Un pase, un traslado, una vista concedida parcialmente, una medida ordenando o denegando la
producción de una prueba, un acto relativo a la forma de producción de determinada prueba, el pedido de un
dictamen o informe, etc.

La diferencia entre unos y otros reside en que los recursos administrativos utilizables contra ellos de acuerdo
con el decreto 1.759/72, son distintos en el caso del acto administrativo que decide el fondo de la cuestión o
paraliza el procedimiento y en el caso del acto que decide una cuestión de trámite.

A su vez, ambos se distinguen de los actos o medidas preparatorias en que estas últimas no son recurribles,
mientras que los primeros sí lo son, sin perjuicio de la diversidad de recursos aplicables y de que en principio
sólo los actos definitivos o los que impiden la continuación del trámite son por ello siempre revisables
judicialmente

(GORDILLO, A., Tratado de derecho administrativo y obras selectas, P. General, Capítulo X


Clasificación Jurídica de la Función Administrativa, Buenos Aires, F.D.A., 2013, 11ª ed. , pág. X-6)

Por consiguiente, los actos que no causan estado, siendo estos aquellos que no contienen una
decisión que revisar, desde el punto de vista procesal no pueden ser recurridos judicialmente y
pudiendo, en algunos casos, recurrirse solo dentro del procedimiento administrativo, pero no son
objeto de control de legalidad judicial, esto de acuerdo a los parámetros legales establecidos. Con
respecto a este tema, la doctrina ha planteado la diferencia entre los actos interlocutorios,
provisionales o de mero trámite, con aquellos que tienen efecto definitivo, determinando inclusive las
esferas en las que pueden ser recurridos, y así el jurista R.D., nos expone que:
Los actos administrativos definitivos y los actos interlocutorios, provisionales o de mero trámite son siempre
impugnables en sede administrativa, mientras que sólo son impugnables en sede judiciales los actos
definitivos.

(DROMI, R., El Acto Administrativo, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997, 3ra. Edición, p.24)

La exigencia legal de que la demanda sea presentada contra un acto definitivo y que resuelva el
fondo de lo planteado, se sustenta en una razón de lógica – jurídica: dicho acto es el que contiene la
decisión o voluntad de la Administración con respecto a la solicitud o petición que frente a ella se
realiza y es el que produce realmente los efectos jurídicos que afectan al administrado y que se
pretenden anular. En este sentido, la declaratoria de ilegalidad de los actos interlocutorios o de
comunicación, preparatorios o de mero trámite, no alcanzan al acto originario o que causa estado;
por consiguiente, carecería de efectividad jurídica demandar estos actos, cuando persistiría la
ejecutoriedad y fuerza legal del acto que causa estado. Excepcionalmente, la ley ha permitido la
demanda contra actos de mero trámite, cuando estos decidan indirectamente el fondo o pongan fin
o impidan la continuación del procedimiento administrativo, que no es el caso que nos ocupa.

Dentro de este contexto legal y doctrinal, corresponde señalar que el acto demandado no revoca la
decisión final adoptada sobre la liquidación adicional que la Dirección General de Ingresos expide a
nombre de la empresa CESPA PANAMÁ, S.A., en concepto de recargo para los periodos fiscales 2013
y 2014, por Impuesto Complementario, en virtud del recurso de apelación interpuesto por la
empresa; acto administrativo que constituiría el acto definitivo y que causa estado, contra el cual
correspondería el control de legalidad judicial. Más bien, el acto administrativo demandado
simplemente decide sobre la apelación del Auto S/N de 15 de mayo de 2017, relativo a la no
admisión de unas pruebas, lo que constituye un acto interlocutorio o de mero trámite, dentro del
procedimiento administrativo que se sigue, y contra el cual no procede el control de legalidad
judicial.

Sin menoscabo de que lo expuesto constituye un defecto que impide la tramitación de esta causa, se
advierten otras falencias que también confirman dicha consecuencia, en esta ocasión relacionada con
el tipo de acción contenciosa ejercida por la Dirección General de Ingresos.

Se observa en el libelo de la demanda que la autoridad administrativa que se constituye como parte
actora, solicita, a través de una acción de nulidad, que aparte de declararse nulo por ilegal el acto
demandado, en su lugar se mantenga la no admisión de las pruebas decretada por ella en la primera
instancia, y que fue revocada por la autoridad de segunda instancia, en el proceso que sigue, por el
acto demandado. Esta pretensión nos lleva a analizar dos situaciones en particular: si se ejerció el tipo
de acción apropiado y si el ente administrativo puede recurrir en contra del acto administrativo que
se dicta en alzada.

Al respecto, es importante distinguir entre la acción de plena jurisdicción y la acción de nulidad, las
cuales tienen características y finalidades especiales y diferenciadas; esto en razón de que la ley
establece distintas acciones para que una persona pueda tutelar sus derechos, ante la administración
de justicia, por lo que debe haber congruencia entre el tipo de acción y el derecho susceptible de
tutela.

Al respecto, es necesario advertir que, en adición a los requisitos generales o comunes que debe
cumplir todo tipo de demanda y sobre todo, ante la jurisdicción contencioso administrativa, entre los
presupuestos específicos para presentar demandas de nulidad, la ley 135 de 1943 dispone que puede
ser presentada por cualquier persona, en cualquier caso en que la Administración incurra en injuria
contra derecho (artículo 22); en cualquier tiempo (artículo 42a); que el acto sea individualizado con
precisión (artículo 43a); y la posibilidad de que cualquier tercero puede coadyuvar o impugnar la
demanda (artículo 43b).

Un elemento que generalmente contribuye a diferenciar entre las demandas de nulidad y las de
plena jurisdicción, es si el acto es de carácter general o individual, que aunque no tiene carácter
absoluto, ente la ausencia de solicitar el restablecimiento de un derecho como pretensión y tenga
como finalidad salvaguardar el orden jurídico, y cuando el actor no sea la persona a quien el acto le
ha creado una situación jurídica en particular, estas excepciones no están presentes en la causa que
nos ocupa, pues estamos ante un negocio jurídico administrativo que está decidiendo sobre una
situación particular, y quien se presenta como parte actora constituye el organismo que le
corresponde decidir, en primera instancia, sobre dicha situación.

Otro elemento importante de diferenciación del tipo de acción que se debe ejercer lo constituye el
interés que muestre el demandante en las acciones contencioso-administrativas, toda vez que la
acción de nulidad se interpone por un ciudadano que muestra interés general de que los entes
públicos actúen conforme al orden legal, procurando el restablecimiento de dicho orden; en cambio,
la acción de plena jurisdicción, es interpuesta cuando hay un derecho subjetivo lesionado o al menos
un interés directo del agraviado por el acto administrativo impugnado.

Resulta incuestionable que, en este caso, quien interpone la acción tiene un interés legítimo en el
acto administrativo impugnado, pues, como ente administrativo, es el organismo que adoptó la
decisión primaria, que fue revocada por el Tribunal Administrativo Tributario, cuando el administrado
interpuso un recurso de apelación dentro del procedimiento administrativo tributario que le sigue. Es
decir, es la entidad administrativa a la que se le revocó la decisión adoptada y que se encuentra
inconforme con lo decidido por el órgano de alzada.

Bajo esa perspectiva, se evidencia que la naturaleza de la pretensión es de carácter subjetiva, sobre
todo cuando menciona en su demanda las razones de su desacuerdo; equivocando de este modo el
tipo de acción ejercida al presentar una demanda como contencioso-administrativa de nulidad, lo
que a todas luces desnaturaliza la finalidad de ese tipo de acción, que es el restablecimiento del
ordenamiento jurídico abstracto.

Del mismo modo, estimamos conveniente advertirle a la Dirección General de Ingresos que, dentro
de un procedimiento administrativo la Administración Pública es parte de la relación jurídico
administrativa, de conformidad con las potestades que la ley le otorga dentro de su función pública,
entre las cuales encontramos la facultad de decisión para proceder al reconocimiento o declaración
de derechos y obligaciones hacia el administrado u otro ente, bajo los rigores del principio de la
estricta legalidad; y a la vez, también confiere facultades de autotutela y control de legalidad interno
de sus propios actos, ejercido a través de los recursos establecidos en la vía administrativa, así como
la facultad de revocatoria.

Dentro de este contexto, conviene recordar que la organización administrativa se integra


verticalmente, quedando subordinado los organismos de rango inferior, de acuerdo a los parámetros
legales establecidos; contando el organismo superior con las potestades de control y vigilancia de las
acciones del inferior, ejercidos a través de los medios jurídicos determinados por la ley, el control de
legalidad interno sobre sus propias actuaciones; y en este caso, dicha subordinación y control se
materializa a través de la facultad que se le confiere al Tribunal Administrativo Tributario de revisar
las impugnaciones administrativas, en materia tributaria, de las decisiones adoptadas por la Dirección
General de Ingresos.

Dentro de este contexto, conviene recordar que la Administración Pública, frente al administrado, en
el ejercicio de la función pública y dentro de un procedimiento administrativo en el que se integra
una relación jurídica, representa una unidad en dicha relación, y que dicha subordinación en la
decisión debe respetar los principios de buena fe y confianza legítima, puesto que no se puede
obviar que el Estado se encuentra en una posición privilegiada respecto al administrado.

Es así que, dentro del contenido del artículo 42 de la ley 135 de 1943, modificada por la ley 33 de
1946, Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, también se dispone como requisito,
que se haya producido el agotamiento de la vía gubernativa, cuya finalidad de darle a la
Administración la oportunidad de corregir o enmendar sus propios errores, es decir, se pueda revocar
el acto administrativo que afecte o cause perjuicio, o no se ajuste a derecho, a través de un control
de legalidad interno de la decisiones administrativas, pues es ejercido por la propia Administración
Pública en el proceso de formación de su voluntad; entendiéndose agotada la vía gubernativa al
ejercerse los recursos administrativos procedentes, promovidos y sustentados oportunamente; o si
estos recursos no son resueltos dentro de los dos meses siguientes, se entienden negados por el
fenómeno jurídico conocido como silencio administrativo.

Luego, entonces, la jurisdicción contencioso administrativa, en un Estado de Derecho, constituye un


control de legalidad judicial, con el propósito de garantizar y salvaguardar los derechos e intereses
legítimos de quien pueda verse afectado con una actuación pública, cuando se trate de acciones de
plena jurisdicción, las cuales deben ser ejercidas dentro del plazo de dos meses a partir de la
notificación del acto; y de salvaguardar y restablecer el orden jurídico en general, cuando se trate del
control de legalidad abstracto.

Dentro de este contexto, se advierte que la acción presentada por la Dirección General de Ingresos,
del Ministerio de Economía y Finanzas, no se ajusta a la naturaleza de una acción de nulidad, puesto
que se desprende de la demanda que lo que requiere es que esta autoridad judicial revise sus
desacuerdos con la decisión del Tribunal Administrativo Tributarios, entidad administrativa que tiene
la función de conocer en segunda instancia de sus decisiones dentro de los procedimientos
administrativos tributarios, pretendiendo que este Tribunal Judicial ejerza como tribunal de tercera
instancia, y no de control de legalidad.

Las deficiencias expuestas, deja en claro la improcedencia de la acción contencioso administrativa


presentada, por consiguiente, y de conformidad con las circunstancias expuestas, al pretermitir el
cumplimiento de requisitos esenciales para que esta S. pueda tener conocimiento de esta demanda,
la misma resulta improcedente con fundamento en lo dispuesto en el artículo 50 de la Ley 135 de
1943, que dicta que “no se le dará curso a la demanda que carezca de alguna de las anteriores
formalidades...”.

En mérito de lo expuesto, el Magistrado Sustanciador, en representación de la S. Contencioso-


Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la Ley, NO ADMITE la demanda contencioso administrativa de nulidad interpuesta
por el licenciado J.M.G., actuando en nombre y representación de la Dirección General de Ingresos
(Ministerio de Economía y Finanzas), en virtud de poder conferido por el licenciado D.A.H.P., en su
condición de D. General de Ingresos, para que se declare nula, por ilegal, la Resolución N°TAT-APPI-
009 de 3 de abril de 2018, emitido por el Tribunal Administrativo Tributario.

N.;

ABEL AUGUSTO ZAMORANO

CECILIO A. CEDALISE RIQUELME -- LUIS RAMÓN FÁBREGA SÁNCHEZ

KATIA ROSAS (Secretaria)

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