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“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos
una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente
unidos en una misma mente y en un mismo parecer (propósito).” I Corintios 1:10
“Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una
misma cosa.” Filipenses 2:2.
El apóstol Pablo tuvo que enfrentar tantas voces diferentes que le decían ser los únicos y
especiales, tuvo que sufrir menosprecios por no ser reconocido ni siquiera como apóstol, sin
embargo en medio tantas voces discordantes, él siguió predicando la belleza de la unidad.
¿Está dividido Cristo? Dividir la Iglesia es tan absurdo como tratar de dividir el cuerpo
humano, y el cuerpo de Cristo lo conformamos todos aquellos que hemos sido lavados por
su sangre, los que le servimos por amor y gratitud, los que guardamos la esperanza de su
venida, los que tenemos a Jesús como nuestra única cabeza y fundamento de la Iglesia.
“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las
riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Colosenses 2:2-3
Hoy más que nunca necesitamos entender que Dios nos ha llamado a estar en unidad como
iglesia en un cuerpo, el cuerpo de Cristo. La influencia que la sociedad tiene sobre nosotros
es muy seductora y la idea del individualismo (Tendencia de una persona a obrar según su propia
voluntad, sin contar con la opinión de los demás individuos que pertenecen al mismo grupo y sin atender a las
ha ido entrando en nuestra cultura. Las redes
normas de comportamiento que regulan sus relaciones)
sociales son muy fuertes, pero carecen de un sentido de unidad. Es decir, cada quien piensa
lo que quiere. Eso crea comunidades con verdades relativas, y se pierde el concepto de una
verdad absoluta. No estoy en contra de la libertad de expresión, pero detrás de todo esto se
esconde un gran peligro: una falta de autoridad.
No fuimos llamados a pensar como cada uno quiera, sino que fuimos llamados a pensar
como Cristo piensa. Tenemos un modelo perfecto a imitar. Cuando seguimos a Jesús,
formamos parte de Su cuerpo. La Biblia nos enseña que en el cuerpo de Cristo, Cristo mismo
es la cabeza. Muchos jóvenes y muchos cristianos quieren tomar este lugar que le
corresponde únicamente a Jesús. Aunque cada cristiano fue llamado para una actividad
específica en este cuerpo, Dios no está de acuerdo con la individualidad. Él es un Dios de
unidad.
La palabra división lo dice claramente: di-visión (dos visiones). No puede haber dos visiones,
ni tres, solo una. Cuando todos avanzamos en la misma dirección, llegamos a un propósito.
No hay nada que el hombre pueda hacer que haga un cambio profundo en la sociedad. El
único que lo puede hacer es Jesús. Tú y yo conocimos al Señor y Él nos llamó a darlo a
conocer a nuestra generación. El hecho de que seamos cristianos no significa que seamos
perfectos, sino que hemos sido sanados y hemos sido perdonados.
Cuando juegas a la cuerda, hay una persona jalando a cada lado y quien gana es el que estira
más fuerte. Bueno, en las relaciones ocurre lo mismo, la diferencia aquí es que al final
pierden los dos, porque en realidad no hay nada más importante que el amor unos con
otros. En una relación correcta, las dos partes tienen que estar del mismo lado de la cuerda
luchando contra el lado opuesto que es aquél donde se encuentra el problema, jalar juntos y
vencer el problema.
Santo es alguien apartado para Dios. El Señor te ha apartado para Su obra. Tú no vives a la
manera que el mundo te impone, tú vives como Dios quiere. Tal vez pudieras hacer lo que tú
quisieras en este momento, pero no es así. Tú vives lo que te conduce en la voluntad de
Dios, sabiendo que dentro de Su voluntad está el ser miembro de Su cuerpo. Cada miembro
del cuerpo humano tiene su función, y lo mismo pasa con el cuerpo de Cristo.
No son los líderes espirituales los responsables de hacer la obra de Dios. Somos todos como
cuerpo de Cristo los que debemos mostrarle al mundo Su amor en palabras y en acciones.
Una de las mayores razones por la que las personas se cambian de iglesia es por problemas
de relaciones. Eso no es nada más que inmadurez. Cuando tú te vas por roces con otra
persona, estás agrietando la obra de Dios, porque significa que te importa más ganar la
pelea que permanecer unido como parte del cuerpo de Cristo.
Mantenernos unidos como un cuerpo en Cristo es esencial para cumplir con la misión que el
Señor nos ha encomendado. La obra de Dios debe ser prioridad en nuestras vidas. Tenemos
que cuidar nuestro corazón para impedir que pensamientos equivocados lleguen y nos
hagan perder el rumbo. Identifica las trampas que el enemigo quiere usar para aislarte y no
caigas en ellas. El anhelo de Dios es que permanezcamos fieles en unidad con Cristo y con Su
iglesia.
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:21
Finalmente, Pablo predicó tanto sobre la unidad y sin embargo sus detractores no se
cansaron en buscarle tres pies al gato con tal de seguir desunidos, por eso los invito a
meditar en los verbos que él enfatizó para alcanzar la unión de la Iglesia: