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EDIFICACIÓN SABIDURÍA Y LLENURA

(Siete Por Tres)


Texto: Hechos 9:31
INTRODUCCIÓN
Amados hermanos, hoy centraremos el sermón en el verso 31 del capítulo 9 de
Hechos, donde la Escritura nos muestra la evidencia de iglesias locales que están
funcionando de acuerdo a los planes y propósitos de Dios, y por lo tanto en la
manera que Dios dispuso que la iglesia funcione.
Empezaremos hablando del término EDIFICACIÓN, se traduce de una palabra
griega compuesta “OIKODOMEO” (OIKOS, hogar, y DEMO, construir), y se refiere
al acto de construir, como cuando edificamos una casa. Se usa también
figuradamente, en el sentido de edificar o promover el crecimiento espiritual y el
desarrollo del carácter de los miembros de una iglesia local como edificio espiritual.
Leamos 1ª Corintios 3:6-9. La idea es aprender que el progreso es resultado del
esfuerzo en común o de vivir en comunión unos con otros como un solo cuerpo en
Cristo Jesús.
Un recién convertido es una persona que fluctúa todavía, que no está bien
establecida en el Señor. La meta es que se establezca; que este firme, que su
vida sea bien fundamentada en el Señor. La edificación es especialmente
necesaria a los nuevos convertidos (Mateo 28:20), pero es un proceso continuo en
el que toda la iglesia debe estar involucrada. Pablo, el apóstol inspirado, llamó a
este proceso “el perfeccionamiento de los santos” (Efesios 4:12) “…A fin de
perfeccionar a los santos”. La idea es que, por medio de la enseñanza, el ejemplo
y la corrección; cada uno llegue a un estado completo en Cristo, para que esté
bien equipado y capacitado para hacer la obra del ministerio en la iglesia,
obedeciendo la voluntad de Dios. La Iglesia es como un “edificio” (casa espiritual)
que está en continua construcción. (1ª Pedro 2:4-5) “…Vosotros también, como
piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo”. La Biblia a
menudo habla de edificios. Dios mismo es un constructor y el primer edificador,
Hebreos 3:4 “…Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las
cosas es Dios…”
A Dios siempre lo vemos edificando: En el A.T. el arca habla de construcción, el
altar habla de construcción, el tabernáculo habla de construcción. Esdras y
Nehemías fueron enviados al pueblo del Señor construyendo, edificando. ¡DIOS
ES UN EDIFICADOR! Al leer el Nuevo Testamento, uno ve que: el Señor edificó la
iglesia (Mateo 16:18), y espera que siga siendo edificada (Efesio 4:12). Si la
iglesia ha de ser edificada, una cosa absolutamente esencial es que nosotros la
edifiquemos. Veremos aquí Siete Cosas que Nosotros Podemos Hacer para Edificar
la Iglesia.

I. EDIFICACIÓN
La mutua edificación, así como la edificación del cuerpo de Cristo por parte del
liderazgo cristiano, es uno de los imperativos del NT. Les compartyo 7 asuntos
que producen edificación en la iglesia.
1. Asistir Fielmente a las Reuniones
Una buena forma de ayudar a edificar la iglesia es por medio de asistir fielmente
(Mateo 6:31-34) Pregunta: ¿Estaremos buscando primeramente el reino, si
faltamos por cualquier cosa? Todo lo que se hace en las reuniones tiene el
propósito de edificar: la enseñanza, las oraciones, los cantos, los testimonios, las
predicaciones.
Al cantar, animamos a otros, (Colosenses 3:16) al dar, al asistir, etcétera. No
solamente el domingo sino también el jueves. El congregarse no es un formulismo
eclesiástico, sino una orden del Señor, y el culto y todo lo que la iglesia es, debe
estar centrada en Dios, pero Dios ha diseñado todo esto teniendo amor por Su
iglesia y para bendecir al producto de su adopción. Debemos ayudar a esto, con
una actitud de orden, respeto, reverencia, entusiasmo. (1ª Corintios 14:26; 14:40)
«…¿Qué hay pues entre vosotros hermanos cuando os reunís…» «…40 Hágalo
decentemente y en orden”. Por el contrario, la inasistencia desalienta. Una de las
razones de asistir es para estimular y exhortar a otros (Hebreos 10:23-25). Si
tomáramos en cuenta que nuestra ausencia es tropiezo a otros, trataríamos de
asistir siempre – 1ª Corintios 10:32-33. «…32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a
gentiles, ni a la iglesia de Dios; 33 como también yo en todas las cosas agrado a
todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean
salvos…»
¿Por qué no te comprometes a estar en cada servicio para ayudar a edificar la
iglesia? ¿Qué es lo que te estorba? Pregunta a Dios en oración para descubrirlo y
desecharlo de tu vida.
2. Buscar y Compartir el Conocimiento
Una de las cosas más fundamentales para la edificación es el conocimiento de la
Palabra de Dios. 1ª Pedro 2:2 nos dice que la “leche espiritual” son los primeros
rudimentos de la Palabra de Dios. Pero veamos lo que nos enseña Efesios 4:15-16
(acerca del continuo crecimiento).
Hechos 20:32 – “…Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los
santificados…” Cuando ya hemos crecido un poco, la Palabra siempre puede
hacernos crecer más. El propósito de este conocimiento es saber cómo podemos
llegar a ser partícipes de la naturaleza divina y mantener una relación con Dios,
(Juan 17:3). Aprender nosotros y compartir con otros el conocimiento de la
Palabra, ayuda a la edificación de la iglesia. Todos, en cierta forma, debemos
llegar a ser maestros a otros a nuevos conversos (necesitan mucha enseñanza). A
nuestros hijos, a los jóvenes, varones y mujeres (Tito 2:3-4, 6).
Para esto, aprovechemos las muchas vías en que este conocimiento puede llegar a
nosotros: el estudio personal. Romanos 10:17 nos enseña que es imposible que la
fe pueda crecer sin leer la Palabra de Dios diariamente. Aprovechen los estudios y
materiales impresos de los que hoy disponemos. Aún los medios como el internet
pueden ser usados para edificación personal pero siempre recuerden esto:
“escudriñadlo todo, retened lo bueno”. Los estudios en la congregación (domingo)
y la oración (miércoles), las Conferencias Bíblicas, los estudios en los hogares y
principalmente el discipulado persona a persona, están orientados a este
propósito. Que este conocimiento sea aplicado en su vida – No siendo oidores
olvidadizos. Santiago 1:22 “…Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos…” Solo así, nuestro
crecimiento (edificación) podrá tener repercusión efectiva en otros (1ª Timoteo
4:13-16).
3. Entender que La Motivación es el Amor
El amor edifica a la iglesia – 1 Corintios 8:1 “…El conocimiento envanece, pero el
amor edifica…” Es mandado por Jesús, y es el distintivo de los verdaderos
discípulos – Juan 13:35 “…En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros…” Si los hermanos se aman unos a otros, se
hacen el bien entre ellos, la iglesia se edifica. Amor (ágape)= Amor de buena
voluntad – que busca el bienestar del otro a costa del sacrificio de uno mismo.
El amor debe ser la motivación (la razón detrás) de todas nuestras acciones – 1
Corintios 13:1-8 “…Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe…» Uno de los
problemas de los cristianos de Corinto fue la falta de esta clase de amor entre
ellos.
4. Buscar y Promover la Unidad
Hay actitudes individuales que son la base para la unidad y para la edificación.
Leamos Efesios 4:2-3. Humildad, mansedumbre, soportándoos con paciencia,
amor, paz. ESTAS SON ACTITUDES INDIVIDUALES que promueven la unidad.
Leamos Filipenses 2:1-5. Unánimes (unidos para un mismo propósito), dar mayor
estima e importancia a los hermanos. IMPLICA PASAR BASTANTE TIEMPO
JUNTOS. No solo unidad en la doctrina, sino abrir oportunidades para practicar el
amor fraternal que Jesús quiere que tengamos (esfuerzos individuales, no
responsabilidad de la iglesia) paseos, deportes, actividades recreativas. Veamos
cuáles son los beneficios de pasar tiempo juntos:
1. Aumenta el conocimiento de nosotros y de nuestras necesidades –
2. Sabremos mejor de nuestros problemas y preocupaciones, para compartir
la carga (Gálatas 6:2) “…Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y
cumplid así la ley de Cristo…”
3. Provee protección contra el pecado y las influencias mundanas. Estaremos
mejor pasando más tiempo en compañía de los hermanos.
Ahora bien, si podemos conversar, comer, recrearnos juntos, ¿No podremos
también salir a predicar y enseñar a otros juntos? ¡LA UNIDAD EDIFICA A LA
IGLESIA!
5. Hablar la Verdad en Amor
Nuestro hablar, nuestras palabras, deben ser usadas para edificar – Efesios 4:29
“…Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para
la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes…” No hablar mentiras ni
palabras deshonestas, esto implica hablar bien de la iglesia. (Efesios 4:25) “…Por
lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque
somos miembros los unos de los otros…”
Hable positivamente de la iglesia, (por más que usted vea fallas o cosas para
criticar) – Filipenses 2:14 “…Haced todo sin murmuraciones y contiendas…”
Si por último usted se ve tentado a criticar, hágalo amorosamente (crítica
constructiva) y esté dispuesto a proponer soluciones e involucrarse en el trabajo.
No hablemos las cosas solo para quejarnos. Los que observan mucho y hacen
poco siempre son los más quejumbrosos y criticones. Si usted es una persona que
no trabaja en la iglesia, no espere que los hermanos tomen muy en serio sus
críticas. Si usted trabaja más en la iglesia, dos cosas van a pasar:
1. Al esforzarse así, usted no va a tener tiempo para criticar
2. Verá que la obra no siempre es fácil, y por lo tanto llegará a ser más
misericordioso.
Hable más de los logros y posibilidades. Tenga fe y diga como Caleb: “…más
podremos nosotros…” (Números 13:30). Josué y Caleb vieron las cosas desde la
perspectiva de la fe, cuando la mayoría estaban desanimados y sin fe.
Deberíamos usar nuestras palabras más para invitar, para enseñar, para bendecir;
en lugar de malgastar nuestras palabras en destruir. ¡EDIFIQUEMOS HABLANDO
LA PALABRA!
6. Ser Líderes Servidores
El liderazgo en la iglesia es por medio del servicio humilde. ¿Cómo ejercían
liderazgo los apóstoles? ¿Cómo lo ejercen los pastores? Enseñando lo que el
Señor mandó dando el ejemplo. (Filipenses 4:9) “…Lo que aprendisteis y recibisteis
y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros…”
Debemos servir a otros con los talentos que el Señor nos ha dado. 1ª Pedro 4:11
“…Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra,
ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo…”
Reconocer a quienes trabajan y dirigen en esta forma, edifica a la iglesia, y es
señal de madurez y crecimiento – 1 Tesalonicenses 5:12-13 “…Os rogamos,
hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el
Señor, y os amonestan; 13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa
de su obra. Tened paz entre vosotros…”
7. Oremos Juntos por la Edificación
La oración fue un factor clave en la edificación de la iglesia en el comienzo –
Hechos 12:5 “…Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía
sin cesar oración a Dios por él…” Hechos 2:42 “…Y perseveraban en la doctrina de
los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones…” Hechos 9:31 “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea
y Samaria; y eran edificadas”.
La Escritura nos enseña a orar por la iglesia (Efesios 6:18). Oremos cada día para
que la iglesia pueda ser edificada. Oremos que más puertas se abran para la
edificación (reuniones, estudios, etc.). Oremos para que los perdidos puedan ser
salvados (Romanos 10:1). Oremos para que la palabra del Señor pueda “correr”
libremente (2 Tesalonicenses 3:1). Oremos para que Dios dé el “crecimiento” (1
Corintios 3:1).

II. EL TEMOR DE JEHOVÁ


El rey bíblico David, que tenía un gran don con las palabras, escribió mucho acerca
de temor de Dios. En una ocasión él usó la palabra yirah para describir el miedo
normal a ser perseguido. Dijo: “Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha
cubierto” (Salmos 55:5). Sin embargo, la mayoría de las veces que usaba la
palabra yirah él se refería a un temor reverente hacia Dios, que incluía un
profundo respeto y amor hacia Él y Su Palabra.
Por ejemplo, él exclamó: “Bienaventurado el hombre que teme al Eterno, y en sus
mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la
tierra; la generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa,
y su justicia permanece para siempre” (Salmos 112:1-3). Con estos antecedentes,
demos una mirada a los siete atributos del temor divino en la Biblia.
1. Es un regalo que él nos hace
El amor genuino de Dios acompaña la conversión verdadera y es el resultado de
someterse a él y recibir su Espíritu. Note cómo describe Isaías 11:1-3 algunas de
las cualidades del Mesías, Jesucristo. Leamos.
El apóstol Pablo también muestra que Dios cumple un papel para inculcarnos el
respeto y temor apropiados, al mismo tiempo que nosotros hacemos nuestra
parte. Como Pablo indica, “Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el
que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Filipenses 2:12-13).
2. Produce humildad
Cuando alguien verdaderamente teme a Dios, se somete a él sin importar el costo.
Esta persona se asombra y tiembla con un temor apropiado ante Dios y su Palabra
y este sentimiento no es algo pasajero. Como David escribió, “Tema a Dios toda la
tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo” (Salmos 33:8). Dios
mostró por medio del profeta Isaías su deseo de que tengamos este tipo de
actitud: “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el
Señor; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu [es decir, que se
humilla y arrepiente], y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2).
Vemos también esto en Noé, quien mostró un respetuoso temor de Dios cuando
recibió las abrumadoras instrucciones para construir una gigantesca arca. Hebreos
11:7 nos dice: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que
aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”.
Proverbios 22:4 destaca las bendiciones que produce este tipo de actitud reverente
hacia Dios: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del
temor de Dios”.
Este tipo de temor reconoce cuán pequeños somos ante la infinita majestad de
Dios y nos protege para que no tengamos más alta opinión de nosotros mismos
que la que corresponde. También nos ayuda a ser considerados y no arrogantes
hacia los demás, especialmente cuando hablamos de nuestra fe y creencias. Como
Pedro explica, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante
todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1ra Pedro
3:15).
3. Nos enseña obediencia
El temor de Dios desarrolla en nosotros un intenso deseo de obedecerlo y
complacerlo por sobre todas las cosas para evitar decepcionarlo, y también nos
hace darnos cuenta de que tendremos que rendirle cuentas. Así, el temor divino es
mucho más que un simple respeto por Dios; es mucho más profundo, porque está
consciente de que habrá un día de juicio ante él.
El apóstol Pablo escribió: “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes,
serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras
estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor [aquí él
usa la palabra phobos] del Señor, persuadimos a los hombres …” (2do Corintios
5:9-11).
David entendía la conexión entre el temor de Dios y la obediencia cuando escribió:
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Buen entendimiento tienen
todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre”
(Salmos 111:10). Esta obediencia y reverencia hacia Dios también motivó a David
a relacionarse con otras personas que tenían este mismo temor respetuoso. Él
declaró: “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus
mandamientos” (Salmos 119:63).
Este temor de Dios llevó a David a dedicar uno de los salmos a la obediencia sobre
honrar el día del Señor. Notemos lo que dice el salmo 92: “Altísimo Señor, ¡qué
bueno es darte gracias y cantar himnos en tu honor!” (Dios Habla Hoy). El día que
Dios ha santificado, debe ser consagrado a Dios alejándonos de los asuntos de
trabajo de los días laborales para dedicarnos a la alabanza y adoración a Dios, que
es la mejor manera de ocupar el tiempo que desde el primer siglo, la iglesia de
Cristo tomó para reunirse: el primer día de la semana. Esto es bueno, no solo a
los ojos de Dios sino también para el hombre, beneficioso para el corazón,
agradable y bendito”.
El camino de vida de Dios puede resumirse en este versículo: “El fin de todo el
discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el
todo del hombre” (Eclesiastés 12:13).
4. Desarrolla valentía espiritual
Otro atributo que procede del temor de Dios es el coraje espiritual. Una vez más,
David lo expresó muy bien: “El Eterno es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
El Eterno es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se
juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer
mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no
temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado ”
(Salmos 27:1-3). Cuando uno teme a Dios más que a los hombres, es más fácil
llenarse de valor para enfrentarse a ellos y defender sus principios. Vemos un
ejemplo de esto en Hechos 5, cuando los apóstoles fueron ante los poderosos
líderes judíos y recibieron amenazas de violencia si continuaban predicando acerca
de Jesús. Pedro y los otros apóstoles respondieron: “Es necesario obedecer a Dios
antes que a los hombres” (v. 29). Seguidamente fueron víctimas de una paliza y
se les amonestó a dejar de predicar en el nombre de Jesús, ¡pero ellos no se
amedrentaron y siguieron haciendo lo correcto ante Dios!
Pablo también alentó a su joven compañero y ministro Timoteo para que
desarrollara el valor de Dios y evitara el temor cobarde, exhortándolo así: “Por lo
cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino
de poder, de amor y de dominio propio” (2nd Timoteo 1:6-7).
5. Nos ayuda a evitar el pecado
Otra cualidad que acompaña al temor correcto es el rechazo al pecado y el seguir
el camino de justicia de Dios. Como nos dice Proverbios 8:13, “El temor del Eterno
es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa,
aborrezco”. Más adelante, Proverbios 16:6 añade: “Con misericordia y verdad se
corrige el pecado, y con el temor del Eterno los hombres se apartan del mal”.
Pablo amonestó a los cristianos en Corinto con estas palabras: “Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne
y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2do Corintios 7:1).
¡Debemos esforzarnos por no perder nunca ese temor de Dios que nos ayuda a
huir del pecado y sus mortales consecuencias!
6. Desarrolla y Fomenta el Liderazgo Servidor
Uno de los requisitos para servir a Dios es temerlo correctamente. Siguiendo el
sabio consejo de su suegro, Moisés levantó líderes con las siguientes cualidades:
“… varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la
avaricia” (Éxodo 18:21).
Josafat, uno de los reyes justos de Judá, hizo lo mismo: “Y puso jueces en todas
las ciudades fortificadas de Judá, por todos los lugares. Y dijo a los jueces: Mirad
lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar del Eterno, el
cual está con vosotros cuando juzgáis. Sea, pues, con vosotros el temor del
Eterno; mirad lo que hacéis, porque con el Eterno nuestro Dios no hay injusticia, ni
acepción de personas, ni admisión de cohecho. Puso también Josafat en Jerusalén
a algunos de los levitas y sacerdotes, y de los padres de familias de Israel, para el
juicio del Eterno y para las causas. Y volvieron a Jerusalén. Y les mandó
diciendo: Procederéis asimismo con temor del Eterno, con verdad, y con corazón
íntegro” (2º Crónicas 19:5-9).
Aquellos que tienen temor de Dios resisten el impulso de aprovecharse de otros
abusando de sus puestos de autoridad. El gobernador judío Nehemías registró un
excelente ejemplo de esto cuando escribió: “Pero los primeros gobernadores que
fueron antes de mí abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el
vino más de cuarenta siclos de plata, y aun sus criados se enseñoreaban del
pueblo; pero yo no hice así, a causa del temor de Dios” (Nehemías 5:15).
Por otro lado, existe un tipo de miedo equivocado, no apropiado para quienes
ejercen el liderazgo. Vemos un ejemplo de esto en Deuteronomio 20:8, cuando
Dios les dijo a los israelitas por medio de Moisés: “Después los jefes se dirigirán de
nuevo al ejército y dirán: Si alguno tiene miedo y le falta valor, que se vaya a su
casa para que no acobarde también a sus compañeros” (Dios Habla Hoy). Aquí
vemos que quienes carecen de fe y valor pueden desanimar a otros y crear
inestabilidad, lo cual indica que no son aptos para guiar al pueblo de Dios.
7. Promueve el Amor a Dios
La Iglesia primigenia se caracterizaba por un temor y amor a Dios que fomentaba
un compañerismo muy afectuoso entre los hermanos. Nuestro pasaje lo describe
así (Hechos 9:31): “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y
Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban
fortalecidas por el Espíritu Santo”.
Así, el temor de Dios debe manifestarse en amor hacia Dios y hacia otros
cristianos. El apóstol Juan mostró que debemos evitar caer presa del miedo
cobarde y paralizante y de la preocupación, y que en cambio debemos tener
confianza en el amor de Dios hacia nosotros, en el amor que le tenemos a él, y en
el amor hacia aquellos que verdaderamente le temen. Leamos lo que Juan
escribió en 1ra Juan 4:16-19. Vemos aquí que el temor y el amor de Dios
ahuyentan el tipo equivocado de temor. En suma, ojalá todos desarrollemos ese
temor de Dios apropiado y necesario, aquel que nos lleva a amarlo a él y a nuestro
prójimo y a evitar el miedo cobarde poniendo a Dios primero en nuestras vidas.
¡Esto es lo que la Biblia quiere decir cuando nos insta a tener temor de Dios!
Siete Por Tres (cierre)
III. Llenura del Espíritu Santo Lectura Bíblica Juan 1:9-18
Una vez que tomamos la decisión de dar nuestras vidas a Cristo, nuestro tiempo
en comunión con Él es lo más importante y no podemos dejar esto a un lado. Sea
que estemos cansados, con mil actividades por hacer, con familia o trabajo,
tenemos que disponer un tiempo en la presencia de Dios; de no ser así, veremos
entre nosotros mismos el resultado, tal como lo expresaba Pablo a la iglesia de
Corinto.
El mundo espera que cada cristiano sea casi perfecto. No podemos ser testigos
eficaces si no somos llenos del Espíritu de Dios. Los creyentes llenos del Espíritu,
que viven y transmiten el carácter de Cristo, son medios eficaces en las manos del
Señor para traer convicción y convencimiento a los pecadores y recibir la salvación.
Una vez que tomes la decisión de pasar tiempo con Dios, es importante que
consideres las siguientes condiciones para que el Espíritu de Dios se manifieste en
tu vida:
7 condiciones para ser lleno del Espíritu Santo:
1. Haber Recibido el Perdón
Antes de proceder al perdón de Dios, tenemos que haber creído para así llegar al
arrepentimiento por todo lo que no ha agradado a Dios. Pedir perdón a Dios por
nuestros pecados es importante para ser llenos por el Espíritu de Él. “Quien
encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón”
(Prov. 28:13).
Dios en su naturaleza es un Dios que perdona cuando nuestro arrepentimiento es
sincero. “Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los
que te invocan” (Sal. 28:13).
2. Ser hijos de Dios
“Por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo” (Gal.
4:6). Creer en el hijo de Dios y entregarle nuestras vidas para perdón de pecados
nos hace hijos de Dios. “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de
llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Juan 1:12). Entonces,
ser hijos de Dios nos ha hecho posible ser llenos del Espíritu Santo.
3. Tener Sed
Tener sed de la presencia de Dios y buscarlo a Él, nos conduce a ser saciados por
el Espíritu de Dios con ríos de agua viva. “En el último y gran día de la fiesta,
Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva” (Juan 7:37).
4. Tener Fe
Por creer en Jesús recibimos al Espíritu de Dios. “Para que en Cristo Jesús la
bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos
la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:13-14).
5. Tener Esperanza
Dios es fiel y cumple sus promesas. Una vez que has entregado tu vida a Cristo, la
espera se vuelve importante en el cumplimiento de Su Palabra y Sus promesas
para Sus hijos. “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder
desde lo alto” (Lucas 24:49).
6. Orar
Disponer tiempo para estar en la oración es importante para una vida llena del
Espíritu de Dios. Si tuvieras que describir tu vida de oración, en una palabra ¿Qué
elegirías? ¿Fiel? ¿Eficaz? ¿Gozosa? ¿O elegirías palabras como irregular,
inconsistente, o “bah”?
Yo también he estado allí. Y hasta hace poco, no me había preocupado; pensaba
que era normal y que todo estaba bien. Pero después me di cuenta de que estar
contento con una vida de oración mediocre evidencia anemia espiritual. Hace que
Dios parezca opcional en vez de supremo, y distante en lugar de accesible a través
de la fe en Cristo. Me di cuenta de que Él es digno de mucho más que mis
excusas y mi pereza. Una vida de oración más gozosa puede estar más cerca de
lo que piensas, incluso si no tienes idea de cómo llegar allí. Dios quiere que
disfrutemos de Él en oración; a veces todo lo que se necesita es una pequeña
rampa que nos lleve a la carretera de la oración gozosa y la comunión más
profunda con Dios.
7. Apropiarse de la Verdad Escrita
Declarar La verdad y creerla, es parte importante de la vida cristiana para que el
Espíritu Santo obre en nuestras vidas y sucedan milagros en Su nombre, “porque
todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros,
para la gloria de Dios” (2ª Corintios 1:20).

CONCLUSIÓN
Tomemos en cuenta que finalmente esta iglesia no será lo que nosotros hagamos
de ella, sino lo que el Señor a dispuesto. Pero Dios nos ha dado a nosotros la
responsabilidad por edificarla. Hemos visto aquí Siete por tres (21) cosas que
podemos hacer por la gracia de Dios para edificar la iglesia. Hagamos cada una de
estas cosas, de corazón, en una manera tal que Dios sea complacido y exaltado.
Quizás yo no puedo hacer algunas cosas especiales que tú haces, y tú no puedes
hacer algunas de las cosas que yo hago, pero hay muchas cosas que podemos
hacer juntos para ayudar a esta familia a ser unida para crecer, y para traer a
otros al Señor.
“…Sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación…” (Romanos 14:19)

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