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DECIMOSÉPTIMA HORA
De las 9 a las 10 de la mañana
Mi Jesús, amor infinito, mientras más te miro más comprendo cuánto sufres.
Ya estás todo lacerado y no hay parte sana en Ti; los verdugos enfurecidos al
ver que Tú en medio de tantas penas los miras con tanto amor, que tu mirada
amorosa formando un dulce encanto, casi como tantas voces ruegan y suplican
más penas y nuevas penas, y estos, si bien inhumanos, pero también forzados
por tu amor, te ponen de pie, y Tú, no sosteniéndote caes de nuevo en tu propia
sangre, y ellos, irritados, con patadas y con empujones te hacen llegar al lugar
donde te coronarán de espinas.
Con esa caña que tienes en la mano reparas por tantas obras buenas vacías
de espíritu interior, e incluso hechas con malas intenciones. En los insultos y en
esa venda reparas por aquellos que ponen en ridículo las cosas más santas,
desacreditándolas y profanándolas, y reparas por aquellos que se vendan la vista
de la inteligencia para no ver la luz de la verdad.
Con esta venda impetras para nosotros el que nos quitemos las vendas de las
pasiones, de las riquezas y los placeres. Mi Rey Jesús, tus enemigos continúan
sus insultos, y la sangre que escurre de tu santísima cabeza es tanta, que
llegándote hasta la boca te impide hacerme oír claramente tu dulcísima voz, y
por eso no puedo hacer lo que haces Tú, por eso vengo a tus brazos, quiero
sostener tu cabeza traspasada y dolorida, quiero poner mi cabeza bajo esas
espinas para sentir sus pinchazos.
Pero mientras digo esto, mi Jesús me llama con su mirada de amor y yo corro,
me abrazo a su corazón y trato de sostener su cabeza. ¡Oh, cómo es bello estar
con Jesús, aun en medio de mil tormentos! Y Él me dice:
«Hija mía, estas espinas dicen que quiero ser constituido rey de cada
corazón; a Mí me corresponde todo dominio; tú toma estas espinas y pincha
tu corazón y haz salir de él todo lo que a Mí no pertenece y deja las espinas
dentro de tu corazón como señal de que Yo soy tu Rey y para impedir que
ninguna otra cosa entre en ti. Después gira por todos los corazones, y
pinchándolos haz salir de ellos todos los humos de soberbia, la
podredumbre que contienen, y constitúyeme Rey de todos».
Mi coronado Jesús, mi pobre corazón herido por tu amor y traspasado por tus
penas no puede vivir sin Ti, por eso te busco y te encuentro nuevamente ante
Pilatos. ¡Pero qué espectáculo conmovedor! ¡Los Cielos se horrorizan y el
infierno tiembla de espanto y de rabia! Vida de mi corazón, mi mirada no puede
soportar el mirarte sin sentirme morir; pero la fuerza raptora de tu amor me obliga
a mirarte para hacerme comprender bien tus penas; y yo entre lágrimas y
suspiros te contemplo.
¡Mi Jesús, no te reconozco más por como has quedado reducido! ¡Tu estado
ha llegado a los excesos más profundos de las humillaciones y de los dolores!
¡Ah, no puedo soportar tu visión tan dolorosa!
«Hija mía, ven entre mis atados brazos, apoya tu cabeza sobre mi seno y
verás dolores más intensos y acerbos, porque lo que ves por fuera de mi
Humanidad no es otra cosa que el desahogo de mis penas interiores. Pon
atención a los latidos de mi corazón y oirás que reparo las injusticias de los
que mandan, la opresión de los pobres, de los inocentes pospuestos a los
culpables, la soberbia de aquellos que para conservar las dignidades, los cargos,
las riquezas, no dudan en romper cualquier ley y en hacer mal al prójimo,
cerrando los ojos a la luz de la verdad.
Con estar así humillado ante este injusto juez, quiero hacer comprender a
todos que solamente la virtud es la que constituye al hombre rey de sí
mismo, y enseño a quien manda, que solamente la virtud, unida al recto saber,
es la única digna y capaz de gobernar y regir a los demás, mientras que todas
las otras dignidades, sin la virtud, son cosas peligrosas y deplorables. Hija mía,
haz eco a mis reparaciones y sigue poniendo atención a mis penas».
Amor mío, veo que Pilatos, al verte tan malamente reducido, se siente
estremecer y todo impresionado exclama:
Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
«¿Será posible tanta crueldad en los corazones humanos? ¡Ah, no era esta mi
voluntad al condenarlo a los azotes!»
«Pero dime, ¿qué has hecho? Tu gente te ha entregado en mis manos, dime,
¿Tú eres rey? ¿Cuál es tu reino?»
«¿No sabes Tú que está en mi poder el liberarte o el condenarte?» (Jn 19, 10)
Pero Tú, oh amor mío, queriendo hacer resplandecer en la mente de Pilatos la
luz de la verdad le respondes:
Entonces Pilatos, como movido por la dulzura de tu voz, indeciso como está,
con el corazón en tempestad, creyendo que los corazones de los judíos fuesen
más piadosos, se decide a mostrarte desde la terraza, esperando que se muevan
a compasión al verte tan desgarrado, y así poderte liberar.
Jesús, amor mío, deja que te sostenga, porque veo que no sosteniéndote en
pie bajo el peso de tantas penas, vacilas. Ah, en este momento solemne se
decide tu suerte, a las palabras de Pilatos se hace un profundo silencio en el
Cielo, en la tierra y en el infierno. Y después, como en una sola voz oigo el grito
de todos:
Vida mía, Jesús, veo que tiemblas, el grito de muerte desciende en tu corazón,
y en estas voces descubres la voz de tu amado Padre que dice:
Ah, oyes también a tu Mamá, que si bien traspasada, desolada, hace eco a tu
amado Padre: «¡Hijo, te quiero muerto!» Los ángeles, los santos, el infierno,
todos a voz unánime gritan: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Así que no hay alma que
te quiera vivo. Y, ay, ay, con mi mayor rubor, dolor y horror, también yo me siento
obligada por una fuerza suprema a gritar: «¡Crucifícalo!»
«¿Por qué tanta sangre será derramada en vano? ¿Por qué mis penas serán
inútiles para tantos? ¡Ah, hija, sostenme que no puedo más, toma parte en mis
penas, tu vida sea un continuo ofrecimiento para salvar las almas y para
mitigarme penas tan desgarradoras!»
Corazón mío, Jesús, tus penas son las mías y hago eco a tus reparaciones.
Pero veo que Pilatos queda atónito y se apresura a decir:
«No tenemos otro rey que el Cesar, y si tú no lo condenas no eres amigo del
Cesar; loco, insensato, crucifícalo, crucifícalo». (Jn 19, 15)
Pilatos, no sabiendo qué más hacer, por temor a ser destituido hace traer un
recipiente con agua y lavándose las manos dice:
«¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» (Mt 27, 25)
Pero mientras reparas todo esto, el corazón te sangra por el dolor de ver al
pueblo escogido por Ti, fulminado por la maldición del Cielo, que ellos mismos
con plena voluntad han querido, sellándola con tu sangre que han imprecado.
Ah, tu corazón desfallece, déjame que lo sostenga entre mis manos haciendo
mías tus reparaciones y tus penas; pero tu amor te empuja aún más alto, e
impaciente ya buscas la cruz. Vida mía, te seguiré, pero por ahora repósate en
mis brazos, y después llegaremos juntos al monte calvario; por eso permanece
en mí y bendíceme.
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“Hija mía, del amor devorante pasa a mirar mi Amor obrante. Cada alma
concebida me llevó el fardo de sus pecados, de sus debilidades y pasiones, y mi
Amor me ordenó tomar el fardo de cada uno, y no sólo concebí a las almas, sino
las penas de cada una, las satisfacciones que cada una de ellas debía dar a mi
Celestial Padre. Así que mi Pasión fue concebida junto Conmigo. Mírame bien
en el seno de mi Celestial Mamá. Oh cómo mi pequeña Humanidad era
desgarrada, mira bien como mi pequeña cabecita está circundada por una
corona de espinas, que ciñéndome fuerte las sienes me hace derramar ríos de
lágrimas de los ojos, y no puedo moverme para secarlas. Ah, muévete a
compasión de Mí, sécame los ojos de tanto llanto, tú que tienes los brazos libres
para podérmelo hacer, estas espinas son la corona de los tantos pensamientos
malos que se agolpan en las mentes humanas, oh, como me pinchan más estos
pensamientos que las espinas que produce la tierra.
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4-181
Marzo 6, 1903
Y yo: “Seguro que te querrán; siendo Tú el Ser más amable, ¿quién tendrá la
osadía de no quererte?”
Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
Nos hemos ido, y cuando llegamos a un punto donde había mucha gente, ha
sacado su cabeza de dentro de mi interior y ha dicho aquellas palabras que dijo
Pilatos cuando lo mostró al pueblo: “Ecce Homo”. Y comprendía que aquellas
palabras significaban si querían que el Señor reinase como su Rey, y tuviese el
dominio en sus corazones, en las mentes, y obras; y aquellos respondieron:
“Quítenlo, no lo queremos, más bien crucifíquenlo, a fin de que sea destruida
toda memoria suya”. ¡Oh, cuántas veces se repiten estas escenas! Entonces el
Señor ha dicho a todos: “Ecce Homo”.
Al decir esto sucedió un murmullo, una confusión, quién decía: “No lo quiero
por Rey mío, quiero la riqueza, otro el placer, otro el honor, quién las dignidades
y quién tantas otras cosas más. Con horror yo escuchaba estas voces y el Señor
me ha dicho:
Entonces todo afligido me ha dicho: “Hija mía, retirémonos, has visto cómo
ninguno me quiere, o a lo más me quieren unido con alguna cosa que a ellos les
agrada, Yo no me contento con esto, porque el verdadero reinar es cuando se
reina solo”.
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5-21
Octubre 12, 1903
¿Pero quién puede decir todo lo que oigo en mi interior? No tengo palabras
para expresarlo; más bien lo poco que he dicho me parece haberlo dicho
incoherente, y así creo que debe ser al hablar de las cosas de Dios, por cuan
alto y sublime uno pueda hablar, siendo Él increado y nosotros creados, no se
puede decir de Dios mas que balbuceos.
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11-91
Abril 24, 1915
“Hija mía, los dolores que sufrí son incomprensibles a mente creada; pero
mucho más dolorosos que aquellas espinas se clavaban en mi mente todos
los pensamientos malos de las criaturas, de modo que de todos estos
pensamientos de las criaturas ninguno se me escapaba, todos los sentía en Mí,
Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
así que no sólo sentía las espinas, sino también el horror de las culpas que
aquellas espinas clavaban en Mí”.
“Hija mía, sólo las almas que viven en mi Voluntad pueden darme
verdaderas reparaciones y endulzarme espinas tan punzantes, porque
viviendo en mi Voluntad, mi Voluntad se encuentra en todas partes, y ellas
encontrándose en Mí y en todos, descienden en las criaturas y suben a Mí y
me traen todas las reparaciones y me endulzan, y hacen cambiar en las mentes
las tinieblas en luz”.
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12-7
Mayo 2, 1917
Cómo es que Jesús moría poco a poco.
“Hija mía, ánimo y firmeza en todo, o qué, ¿no quieres imitarme? También
Yo moría poco a poco, conforme las criaturas me ofendían en sus pasos, Yo
sentía el desgarro en mis pies, pero con tal acerbidad de espasmos, capaces de
darme la muerte, y mientras me sentía morir no moría; conforme me ofendían
con sus obras Yo sentía la muerte en mis manos, y por el cruel desgarro Yo
agonizaba, me sentía desfallecer, pero la Voluntad del Padre me sostenía,
moría y no moría; conforme las malas palabras, las blasfemias horrendas de las
criaturas se repercutían en mi voz, Yo me sentía sofocar, ahogar, amargar la
palabra y sentía la muerte en mi voz, pero no moría. Y mi desgarrado corazón
conforme palpitaba, sentía en mi latido las vidas malas, las almas que se
arrancaban, y mi corazón estaba en continuos desgarros y laceraciones;
agonizaba y moría continuamente en cada criatura, en cada ofensa, no
obstante, el amor, el Querer Divino, me obligaban a vivir. He aquí el porqué de
tu morir poco a poco, te quiero junto Conmigo, quiero tu compañía en mis
muertes, ¿no estás contenta?”
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Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
14-52
Agosto 19, 1922
“Hija mía, mis penas son incomprensibles a la naturaleza humana, las mismas
penas de mi Pasión fueron sombras o semejanzas de mis penas internas. Mis
penas internas me eran infligidas por un Dios Omnipotente, al cual ninguna
fibra podía esquivar el golpe; las de mi Pasión me eran infligidas por los
hombres, los cuales no teniendo ni la omnipotencia ni la omnividencia, no podían
hacer lo que ellos mismos querían, ni podían penetrar en todas mis fibras
internas. Mis penas internas estaban encarnadas y mi misma Humanidad
era transformada en clavos, en espinas, en flagelos, en llagas, en martirio, tan
crueles que me daban muertes continuas, éstas eran inseparables de Mí,
formaban mi misma Vida; en cambio las de mi Pasión eran extrañas a Mí, eran
espinas y clavos que se podían clavar, y queriendo se podían también quitar, y
el solo pensamiento de que una pena se puede quitar es un alivio; pero mis
penas internas, que eran formadas por la misma carne, no había ninguna
esperanza de que se me pudieran quitar, ni disminuir la agudeza de una espina,
del traspasarme con clavos. Mis penas internas fueron tales y tantas, que las
penas de mi Pasión las podría llamar alivios y besos que daban a mis penas
internas, que uniéndose juntas daban el último testimonio de mi grande y
excesivo amor por salvar a las almas. Mis penas externas eran voces que
llamaban a todos a entrar en el océano de mis penas internas, para hacerlos
comprender cuánto me costaba su salvación. Y además, por tus mismas penas
internas, comunicadas por Mí, puedes comprender en algún modo la intensidad
continua de las mías. Por eso date ánimo, es el amor lo que a esto me empuja”.
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Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
17-26
Diciembre 24, 1924
…“Hija mía, las penas que sufrí en este seno virginal de mi Mamá son
incalculables a la mente humana, ¿pero sabes tú cuál fue la primera pena
que sufrí desde el primer instante de mi Concepción y que me duró toda la vida?
La pena de la muerte. Mi Divinidad descendía del Cielo plenamente feliz,
intangible de cualquier pena y de cualquier muerte, y cuando vi a mi pequeña
Humanidad sujeta a la muerte y a las penas por amor a las criaturas, sentí tan a
lo vivo la pena de la muerte, que por pura pena habría muerto de verdad si la
potencia de mi Divinidad no me hubiera sostenido con un prodigio, haciéndome
sentir la pena de la muerte y la continuación de la vida, así que para Mí fue
siempre muerte, sentía la muerte del pecado, la muerte del bien en las
criaturas y también su muerte natural. ¡Qué duro desgarro fue para Mí toda
mi Vida! Yo, que contenía la vida y era el dueño absoluto de la vida misma, debía
sujetarme a la pena de la muerte. ¿No ves a mi pequeña Humanidad inmóvil y
moribunda en el seno de mi querida Madre? ¿Y no la sientes en ti misma cómo
es dura y desgarradora la pena de sentirse morir y no morir? Hija mía, es tu vivir
en mi Voluntad lo que te hace partícipe de la continua muerte de mi Humanidad”.
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19-28
Junio 20, 1926
Ecce Homo. Jesús sintió tantas muertes por cuantos gritaron crucifícalo.
Quien vive en la Divina Voluntad toma el fruto de las penas de Jesús. El
ideal de Jesús en la Creación era el reino de su Voluntad en el alma.
“Hija mía, cuando Pilatos dijo ‘Ecce Homo’, todos gritaron: ‘Crucifícalo,
crucifícalo, lo queremos muerto’. También mi mismo Padre Celestial y mi
inseparable y traspasada Mamá, y no sólo aquellos que estaban presentes sino
Luisa Piccarreta Las 24 Horas de la Pasión
Compendio Dr. Thomassiny
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20-40
Diciembre 24, 1926
¡Oh! cómo me costaron estas muertes; morir y vivir, vivir y morir, fue para Mí la
pena más desgarradora y continua, mucho más que mi Divinidad, si bien era
Conmigo una sola cosa e inseparable de Mí, al recibir de Mí estas satisfacciones
se ponía en actitud de justicia, y si bien mi Humanidad era santa y también era
la lamparita delante al Sol inmenso de mi Divinidad, Yo sentía todo el peso de
las satisfacciones que debía dar a este Sol Divino y la pena de la decaída
humanidad que en Mí debía resurgir a costa de tantas muertes mías. Fue el
rechazar la Voluntad Divina dando vida a la propia lo que formó la ruina de la
humanidad decaída, y Yo debía tener en estado de muerte continua a mi
Humanidad y voluntad humana, para hacer que la Voluntad Divina tuviera vida
continua en Mí para extender ahí su reino. Desde que fui concebido, Yo
pensaba y me ocupaba en extender el reino del Fiat Supremo en mi Humanidad,
a costa de no dar vida a mi voluntad humana, para hacer resurgir a la humanidad
decaída, a fin de que fundado en Mí este reino, preparase las gracias, las cosas
necesarias, las penas, las satisfacciones que se necesitaban para hacerlo
conocer y fundarlo en medio de las criaturas. Por eso todo lo que tú haces, lo
que hago en ti para este reino, no es otra cosa que la continuación de lo que
Yo hice desde que fui concebido en el seno de mi Mamá. Por eso si quieres
que desenvuelva en ti el reino del Eterno Fiat, déjame libre y no des jamás vida
a tu voluntad”.
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