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Los primeros meses de la vida forman

una etapa sumamente importante para


el desarrollo de diversos procesos, que
se culminarán con la adquisición de una
comunicación con el entorno a través
del lenguaje mediante la palabra, que
se denomina técnicamente lenguaje
oral (comprensión y expresión oral).
Durante el primer año de vida (los 10-12 primeros
meses de edad) se desarrolla la etapa pre verbal o
pre lingüística, que constituye el camino que el niño
sigue para poder comunicarse con el entorno y su
familia. Así, en esta etapa van aparecer y
mantenerse cada vez más conductas, tanto a nivel
visual como auditivo, motriz y cognitivo, que
preceden al habla que el niño utilizará. Entre ellas
encontramos las siguientes:
El contacto y seguimiento visual, que implican que el niño
muestra atención a su entorno (tanto objetos quietos o
móviles, como animales y personas).

Escuchar el sonido, localizando la fuente de la que


proviene (objeto, persona, etc.).

Imitar los movimientos a nivel buco-facial que llevan a la


emisión de los sonidos del habla.

Aptitud pragmática temprana, que conlleva las reglas


básica de la conversación (uso de los turnos en la
comunicación, interacción social, etc.).
Todo ello se traduce en un proceso muy complejo;
que se irá desarrollando en el niño a través de
diversas etapas que se desencadenarán
sucesivamente a lo largo del primer año de vida. De
este modo, el niño establece como inicio de la
comunicación el llanto, que demanda diferentes
aspectos básicos (hambre, dolor, atención…), para
posteriormente lograr la emisión de sonidos
guturales y vocálicos, que generalmente pretenden
llamar la atención del adulto.
Posteriormente empezará a distinguir el tono de la
voz (diferenciando significados) y a balbucear, lo
que le permitirá tener interés por las demás
personas y objetos, además de diversificar su
atención (hasta entonces enfocada en su propio
cuerpo); también imitará sonidos y demandará a
través del gesto hasta llegar a la producción de las
primeras palabras. En esta fase del desarrollo, el
niño posee una buena comprensión verbal, con una
capacidad expresiva limitada (simplificación del
lenguaje adulto), sentándose durante este período
las bases para el desarrollo de la etapa verbal.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente,
podemos considerar la etapa pre-verbal como
fundamental y condicionante en el desarrollo del
lenguaje y su uso en el contexto. Por ese motivo, en
las patologías de origen neurológico que presenten
asociada una alteración a nivel del lenguaje es
imprescindible una evaluación especializada del
niño durante la etapa pre-verbal, así como
considerar una atención logopédica temprana, que
asiente unas bases para la consecución de la
comunicación verbal.
Se busca identificar y reconocer un esquema claro y
preciso del desarrollo de las intenciones que usa el
niño para comunicarse, por cuanto éstas son las
habilidades básicas del lenguaje, para ello se
estudia el desarrollo de las mismas, en niños entre 9
a 24 meses pertenecientes a dos contextos
diferentes:
Para esta investigación, se toma la base teórica que
inicia Halliday (1982) en el estudio y análisis de la
intención comunicativa, el autor propone el
concepto de funciones básicas del lenguaje,
conformada por las funciones: instrumental,
regulativa, interaccional, personal, heurística e
imaginativa, complejizándose en su evolución en
otras nuevas, que se denominan pragmática y
matética.
Se opta por la combinación de los enfoques cuanti-cualitativo, la
metodología cuantitativa se encuadra en el modelo "cuasi-experimental",
con ese propósito se selecciona una población de 30 (treinta) infantes
entre 9 y 24 meses de dos sectores diferentes de la ciudad de San Salvador
de Jujuy. Para formar las dos muestras, se analiza la procedencia de los
pequeños que viven con sus familias; es decir su pertenencia, sea a un
contexto urbano céntrico (Muestra A - Jardines Maternales) o un contexto
urbano periférico (Muestra B - Sala de Juego del Hospital), careciendo de
un grupo control.
Dentro de las metodologías cualitativas, se apela al enfoque etnográfico,
por cuanto ofrece una dimensión global del desarrollo de la intención
comunicativa y se articula con la metodología cuantitativa también
empleada.
Tras el estudio de las intenciones comunicativas en
pequeños, se concluye que existe coincidencia en la
aparición y evolución de las funciones básicas
lingüísticas descriptas teóricamente, con las
investigadas. Hay un predominio en ambas
muestras de las funciones básicas: instrumental,
regulatoria e interactiva, sobre las restantes. En
todos los niños aparecen las conductas
comunicativas presimbólicas durante la función
personal, con gestos pre-simbólicos y con
vocalizaciones pre-verbales que se prolongan más
allá de lo esperado, durante el primer año de vida
del niño.
Se halla un predominio de los usos funcionales del lenguaje, llamados
"protoimperativos", por cuanto se definen como un intento directo de
conseguir la atención del adulto para un objeto o un suceso. Los usos
protoimperativos se desarrollan principalmente durante los 16 primeros
meses de vida. La función personal, aparece como una bisagra entre las
tres primeras y la complejización de las posteriores. Estos resultados
coinciden con el lenguaje denominado "protodeclarativos" y es aquí
cuando se advierte que los pequeños realizan intentos para conseguir que
el adulto sea quien haga algo. Las discusiones se centran en ejes
complejos, relacionados con el significado que tiene para el cuidador
(madre- docente), el lugar del lenguaje y su escasa relación con el
carácter evolutivo de las intenciones comunicativas del niño.
Los niños y niñas aprenden a través del juego, y eso
incluye aprender el lenguaje. El juego interactivo brinda
oportunidades agradables para que la persona adulta y el
niño o niña se comuniquen. Prueba una variedad de
juegos para encontrar los que le gustan a su hijo. Prueba
también actividades lúdicas que promuevan la interacción
social. Los ejemplos incluyen cantar, recitar rimas infantiles
y/o hacer juegos interactivos. Durante estas interacciones,
colócate frente al niño o niña y cerca del nivel de los ojos,
para que sea más fácil para él o ella verte y escucharte.
Imitar los sonidos y las conductas de juego del niño
o niña fomentará más la vocalización y la
interacción. También les alienta a copiar a la
persona adulta y tomar turnos. Asegúrate de imitar
cómo juega el niño o niña, siempre que sea un
comportamiento positivo. Por ejemplo, cuando una
niña hace rodar un coche, usted gira un automóvil.
Si él o ella choca el coche, tú también chocas el
tuyo. Sin embargo no le imites si comienza a lanzar
coches.
Los gestos y el contacto visual pueden construir una base
para el lenguaje. Anima al niño o niña al modelar y
responder a estos comportamientos. Exagera tus gestos.
Usa el cuerpo y la voz cuando te comunique; por ejemplo,
extiende la mano para señalar cuando digas "mirar" y
asiente con la cabeza cuando digas "sí". Usa gestos que el
niño o niña pueda imitar fácilmente. Los ejemplos incluyen
aplaudir, abrir las manos, estirar los brazos, etc. Responde
también a los gestos del niño o niña: cuando mire o señale
un juguete, entrégalo o sigue las instrucciones para que
juegue con él. Del mismo modo, señala el juguete que
desea antes de levantarlo.
Es natural sentir la necesidad de completar el lenguaje
cuando un niño o niña no responde de inmediato. Pero es
muy importante darle muchas oportunidades para
comunicarse, incluso si no está hablando. Cuando hagas
una pregunta o veas que el niño o niña quiere algo, haz
una pausa durante varios segundos mientras lo mira
expectante (lo que vulgarmente yo llamo "no pisar las
oportunidades de comunicación"). Esté atento a cualquier
sonido o movimiento del cuerpo y responda rápidamente.
La rapidez de tu respuesta ayuda a al niño o niña a
entender la importancia de la comunicación.
Si lo haces, ayudas al niño o niña a seguir lo que estás
diciendo. También les facilitas imitar su discurso. Si la
persona no es verbal, intenta hablar principalmente con
palabras sueltas. (Si estás jugando con una pelota, usted
dice "pelota" o "rodar"). Si el niño o niña está hablando
utilizando palabras sueltas, utiliza frases cortas, como
"rodar la pelota" o "lanzar la pelota". Sigue la regla de "una
más": generalmente utiliza frases con una palabra más de
lo que el niño o niña con autismo usa.
En lugar de interrumpir la temática del niño o
niña, sigue hablando sobre su tema. Utilizando la
regla de “una más”, narra lo que el niño o niña
está haciendo. Si está jugando con un
clasificador de formas, podría decir la palabra
"en" cuando pone una forma en su ranura. Podría
decir "forma" cuando sostiene la forma y "volcar
formas" cuando las tira para comenzar de nuevo.
Al hablar sobre lo que le interesa al niño o niña, le
ayudarás a aprender el vocabulario asociado.
Las tecnologías de asistencia y los apoyos visuales pueden
hacer algo más que reemplazar el habla. Pueden fomentar
su desarrollo. Los ejemplos incluyen dispositivos y
aplicaciones con imágenes que el niño o niña toca para
producir palabras. En un nivel más simple, los apoyos
visuales pueden incluir imágenes y grupos de imágenes
que el niño o niña puede utilizar para indicar peticiones y
pensamientos.
El programa PECS (Picture Exchange
Communication System o Sistema de
Comunicación por Intercambio de Imágenes) tiene
el objetivo de enseñar a los niños con autismo
ciertas estrategias para la comunicación y la
interacción social. De modo que los pequeños
adquieren, de forma gradual y progresiva, las
habilidades necesarias para comunicarse con
naturalidad a través del intercambio de imágenes o
pictogramas.
El modelo TEACCH (Treatment and Education of Autistic and Related
Communication Handicapped Children o Tratamiento y Educación de
niños con Autismo y Problemas de Comunicación relacionados) se
basa en la:
• Estructuración del ambiente: organizando de forma óptima de los
espacios físicos, los horarios, los materiales, etc.
• Utilización de materiales e indicaciones visuales.
• Colaboración de la familia, empleando en casa los mismos
materiales y técnicas.
Este método se adapta a la perfección a las necesidades especiales
de los niños con autismo y facilita, así, su aprendizaje y el correcto
desarrollo de habilidades sociales y de comunicación.
El Modelo de Denver, también conocido como ESDM, es un método
práctico aplicado a la atención temprana para niños con autismo
(TEA). El objetivo de este modelo es trabajar sobre aspectos
específicos del desarrollo de toda persona, como lo son los
espacios cognitivos, socioemocionales y lingüísticos.
El Modelo Denver de atención temprana en la educación infantil, es
un recurso imprescindible para promover oportunidades de
comunicación de niñas y niños con TEA, esto a través del trabajo
de habilidades de comunicación y cognición social.
Durante la infancia temprana las personas estamos expuestas a
conocimientos infinitos en formas de interacciones, experiencias y
sensaciones. Estímulos que los niños y niñas con TEA podrían recibir
de distintas formas. Por ello existen programas como el Modelo de
Denver, dirigido especialmente a ellos.
Afortunadamente vivimos en una época en la que
existen muchos avances científicos que pueden
ayudar a las niños, niñas, adolescentes y adultos
con TEA, con los que podemos mejorar
significativamente la calidad de vida de las
personas y fomentar un adecuado desarrollo social
y emocional para todos.

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