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Francisco Rodríguez
Es indiscutible que uno de los elementos que no pasa desapercibido en cualquier decoración navideña es
la Estrella de Belén. Con la ayuda de los ordenadores, los avances en traducciones de lenguas orientales y los
nuevos hallazgos arqueológicos, hoy en día tenemos la posibilidad de investigar, desde el punto de vista
astronómico, qué pudo ser realmente esta estrella. Las conclusiones obtenidas andan aún por el terreno de las
hipótesis pero permiten descartar algunos sucesos astronómicos que se relacionaban (y aún se relacionan
erróneamente) con la Estrella de Belén.
Estrellas Anunciadoras
Desde el principio de los tiempos los hombres de todas las culturas han encontrado en el cielo la ayuda
para poder saber cuándo plantar o recoger las cosechas y también han interpretado distintos acontecimientos
astronómicos (cometas, novas, eclipses...) como símbolos de acontecimientos desastrosos, malos tiempos por
llegar o como presagio de algo grande que estuviese a punto de suceder.
Por otra parte también las religiones han relacionado sus divinidades con estrellas o planetas. En el
antiguo Egipto las crecidas del Nilo y el renacimiento anual de Osiris venían anunciadas por el orto helíaco de
la estrella Sirio (primera aparición anual de la estrella en el cielo). Las culturas centroamericanas consideraban
al planeta Venus como la metamorfosis del dios Quetzalcóalt, de éste modo cada vez que reaparecía el planeta
se celebraban grandes ceremonias en el famoso templo azteca de Tenochtitlán. El mismo Buda nació también
bajo la luz fulgurante de alguna estrella, al igual que Krisna. Incluso existen leyendas romanas que hablan de la
aparición de una estrella al nacer el emperador romano Julio César y la de un cometa al morir éste.
No es de extrañar que la Estrella de Belén tenga una buena dosis de verdad al relacionarla con tan
histórico acontecimiento. Pero no hay que pasar por alto que existe también la posibilidad de que sea un mito.
Un hecho inventado para dar mayor grandiosidad al nacimiento de Jesús. Pero ¿y si existió? ¿Qué pudo ser? A
continuación veremos las distintas hipótesis existentes acerca de la naturaleza de la estrella de Belén.
¿Un cometa?
Seguro que si le pidiéramos a un grupo de personas que nos hiciera una estrella para colocarla en el
Belén, la mayoría la dibujaría con la misma forma. Un cuerpo con cinco, seis o muchas puntas, acompañado de
una cola acabada en dos, tres o varias puntas. No hay duda:
están pintando un cometa. ¿Por qué?
¿Un planeta?
Si nos levantamos muy temprano y aún es de noche, podremos ver al planeta Venus con un brillo
cegador hacia el este. Debemos recordar que Venus es el objeto celeste más brillante que puede verse en el
cielo después de la Luna.
Es posible que pudiera confundirse la estrella de Belén con algunos de estos planetas y algunos
investigadores así lo creen. Pero debemos tener en cuenta que estos objetos han sido observados con cierta
exhaustividad desde tiempos inmemoriales (dos milenios antes de Cristo como mínimo) y eran sobradamente
conocidos. De modo que resulta un poco extraño que el objeto que le llamara la atención a los Reyes Magos
fuera un planeta. Si de verdad eran sabios y conocían el cielo, los planetas no serían más que un objeto celeste
rutinario.
Existen otras curiosas hipótesis que incluyen meteoros, bólidos y lluvias de estrellas fugaces. El
divulgador astronómico británico Patrick Moore ha propuesto que la estrella de Belén bien podría tratarse de un
bólido especialmente luminoso, el cual diera la señal a los magos para iniciar su viaje. Un bólido es un meteoro
muy brillante que se hace visible en el cielo durante pocos segundos y que destaca muchísimo por su alto brillo.
Moore introdujo posteriormente otro bólido que habría aparecido en Belén a la llegada de los magos
explicándose de esta forma el texto bíblico. El primer bólido iniciaba el viaje, el segundo anunciaba el destino
final. No es difícil que esto pudiera darse realmente; pero los bólidos, a pesar de su espectacularidad, son
fenómenos astronómicos relativamente comunes y los magos deberían conocerlos sobradamente.
Otras hipótesis
Algunos astrónomos como Mark Kidger (investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias) o
Humphreys (de la Royal Astronomical Society) disponen de una hipótesis no centrada en un objeto u
acontecimiento en concreto, sino en varios. Su hipótesis se basa en fijarnos primeramente en la conjunción
planetaria del año 7 a.C.; Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis habría llamado poderosamente la
atención a los Reyes Magos como ya hemos explicado. Posteriormente en el año 6 a.C. Marte, Júpiter y Saturno
se agruparon muy cerca entre ellos en una zona del cielo reducida (no se trata de ninguna conjunción) de nuevo
en la constelación de Piscis. Si bien el suceso no tuvo nada en especial, los Reyes Magos estaban ya
sobreavisados, así que a la menor señal de alarma, iniciarían la partida. Algo que llegaría con la nova del año 5
a.C. la cual se mantendría visible durante más de 70 días, tiempo suficiente para que los Reyes Magos llegaran
a ver a Jesús. De esta forma Kidger y Humphreys identifican la Estrella de Belén como una sucesión de
acontecimientos astronómicos sucedidos durante dos años.
Es indudable que aún no hay nada claro acerca de la naturaleza de la estrella de Belén. Distintos
investigadores poseen distintas hipótesis acerca de ella pero no hay aún unanimidad sobre el fenómeno que guió
a los Reyes Magos a Belén. Algunas hipótesis son descartables casi de inmediato y otras tienen buen aspecto.
Cada uno puede quedarse con la que prefiera; mas con cierto escepticismo porque, como hemos recalcado, no
olvidemos que sólo se tratan de hipótesis… si es que la Estrella realmente existió.