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Autora: Cecilia Castillo

Antecedentes históricos de las luchas de las mujeres por el reconocimiento de sus


derechos fundamentales.

Referir los antecedentes históricos de las luchas de las mujeres por el reconocimiento de
sus derechos fundamentales, es amplio y complejo; dado a que desde tiempos remotos, la
mujer ha sido erróneamente considerada un objeto y no un sujeto de derecho. Siendo
subordinada y discriminada a la figura del hombre dominante como cabeza y proveedor de la
familia, limitándola por mucho tiempo culturalmente, a la simple figura del hogar. Dicho
comportamiento fue prolongándose durante épocas subsiguientes, configurándose el sistema
patriarcal como base de toda la sociedad. En ese sentido, la mujer estaba totalmente
excluida de la vida social, económica y política, dentro de la sociedad, la totalidad de las
leyes eran elaboradas por hombres y por consiguiente el reconocimiento de derechos se
circunscribía al género masculino. Esto sin duda evidencia no sólo desigualdad sino además
discriminación a la mujer. Lo que ha traído a terreno, una tarea que quedó pendiente por
mucho tiempo después de que fueran promulgados en la Francia del Siglo XVIII, los
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Así, se encuentra bien entrado el Siglo XX,
específicamente las décadas de los sesentas y sobre todo de los setentas, buscando
respuestas al porqué de la discriminación de la mujer e intentando revertir siglos de carentes
derechos fundamentales que trascienda el hecho de que las mujeres no son seres de
segunda, que su humanidad al igual que la de los hombres tiene la misma altura de
necesidades y metas, por lo tanto la misma intención de ser reconocidas.

Esta nueva actitud, llevó y ha llevado a las mujeres a organizarse en movimientos


feministas a propósito de promover cambios como los protagonizados por las luchas
feministas de varias protagonistas y destacando por la relevancia de sucesos en la historia
las francesas, británicas y estadounidenses, cuyo reconocimientos de derechos no fue
efímero porque ha perdurado en el tiempo logrando su internacionalización y conduciendo a
incentivar significativos logros legislativos como el alcanzado por la Comisión de la Condición
Jurídica y Social de la Mujer entre 1947 y 1962, que se centró en establecer normas y
formular convenciones internacionales que cambiaran las leyes discriminatorias y
aumentaran la sensibilización mundial sobre las cuestiones de la mujer. En sus aportaciones
a la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Comisión defendió con
éxito la necesidad de suprimir las referencias a “los hombres” como sinónimo de la
humanidad, y logró incorporar un lenguaje nuevo y más inclusivo.

Esta Comisión inició una evaluación de la condición jurídica y social de la mujer a escala
mundial. Se llevó a cabo amplias investigaciones gracias a las cuales se obtuvo un detallado
panorama país por país de la situación política y jurídica de las mujeres, que con el tiempo
serviría de base para la redacción de los instrumentos de derechos humanos. Esto dio lugar
a la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer de 1953, que fue el primer
instrumento de derecho internacional en reconocer y proteger los derechos políticos de las
mujeres; también esta Comisión, fue la responsable de redactar los primeros acuerdos
internacionales sobre los derechos de la mujer en el matrimonio, a saber, la Convención
sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada de 1957 y la Convención sobre el consentimiento
para el matrimonio, la edad mínima para contraer matrimonio y el registro de los
matrimonios de 1962. Además, contribuyó al trabajo de las oficinas de las Naciones Unidas,
como el Convenio relativo a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y
la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor de la Organización Internacional del
Trabajo (1951), que consagró el principio de igual salario por trabajo igual.

Es así, como en 1963, los esfuerzos para consolidar las normas relativas a los derechos
de la mujer condujeron a la Asamblea General de las Naciones Unidas a solicitar a la
Comisión que elaborara una Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la
mujer, que la Asamblea aprobó en última instancia en 1967. A dicha declaración siguió en
1979 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer (CEDAW), un instrumento jurídicamente vinculante cuya redacción también corrió a
cargo de la Comisión. En 1999, el Protocolo Facultativo de la Convención introdujo el
derecho de presentar una demanda para las mujeres víctimas de discriminación.
Cabe destacar, que a medida que en el decenio de 1960 comenzaban a acumularse las
pruebas que demostraban que las mujeres se veían desproporcionadamente afectadas por la
pobreza, la Comisión concentró su trabajo en las necesidades de las mujeres en las esferas
del desarrollo comunitario y rural, el trabajo agrícola, la planificación familiar y los avances
científicos y tecnológicos. La Comisión alentó al sistema de las Naciones Unidas a ampliar su
asistencia técnica para acelerar el progreso de la mujer, especialmente en los países en
desarrollo. Siendo el 1975, declarado Año Internacional de la Mujer, una idea que contó con
la adhesión de la Asamblea General y cuyo objetivo era llamar la atención sobre la igualdad
entre mujeres y hombres y sobre la contribución de aquellas al desarrollo y la paz. Aquel año
estuvo marcado por la celebración de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en
Ciudad de México, a la que siguió en el periodo 1976-1985 el Decenio de las Naciones
Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. Posteriormente se celebraron más
conferencias mundiales en Copenhague (1980) y Nairobi (1985). También se crearon nuevas
oficinas de las Naciones Unidas dedicadas a las mujeres, en particular el Fondo de
Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Instituto Internacional de
Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW).
Esos esfuerzos cristalizaron la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la
mujer, aprobada por la Asamblea General el 20 de diciembre de 1993. En 1994, la Comisión
de Derechos Humanos nombró una Relatora especial sobre la violencia contra la mujer, sus
causas y consecuencias, con el mandato de investigar e informar sobre todos los aspectos
de la violencia contra las mujeres. Asimismo, la Comisión sirvió como órgano preparatorio
para la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, en la que se aprobó
la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Tras la Conferencia, la Asamblea General
dio a la Comisión el mandato de desempeñar un papel central en la supervisión de la
aplicación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y de asesorar al Consejo
Económico y Social en consecuencia. Se creó una nueva oficina de las Naciones Unidas
para la promoción de la igualdad de género: la Oficina del Asesor Especial en Cuestiones de
Género y Adelanto de la Mujer.
Esto revela que en las últimas décadas la visión de la mujer ha experimentado grandes
cambios producto de su progresiva participación en las esferas política, social, profesional y
laboral, entre otras, en procura de reivindicar sus derechos inspirados en los principios de
igualdad y justicia social ante los hombres. El papel social de la mujer se hace cada vez más
relevante y significativo. Su acceso a la educación en todos los niveles se ha conseguido de
forma generalizada en gran parte de los países del mundo; y las oportunidades de
participación en el mercado laboral también se han incrementado significativamente; sin que
ello implique que el problema de la discriminación laboral femenina esté totalmente
superado, porque a la luz de las cifras y realidades, estos avances no han sido todavía
suficientes para mejorar totalmente, las condiciones de las mujeres. En algunas experiencias
comparadas, bajo la aparente igualdad se ocultan situaciones en las cuales se sigue
manteniendo la segregación laboral, evidenciada en bajos salarios, mayores tasas de
desempleo para este género, peores formas de contratación, desprotección social o la simple
ubicación en categorías bajas de puestos de trabajo respecto a la mano de obra masculina.
De forma más concreta, algunas diferencias entre mujeres y hombres en el acceso al
mercado de trabajo, se evidencia en su empleabilidad en puestos directivos o que involucran
toma de decisiones; siendo excepcional la presencia de mujeres en los mismos. También, en
un contexto de situación de violencia, la mujer es la víctima más propensa a diversos tipos de
agresión en nuestra sociedad. La violencia en contra de la mujer constituye un grave
problema de salud pública y de violación sistemática de sus derechos humanos, que muestra
en forma dramática, los efectos de la discriminación y subordinación de la mujer por razones
de género en la sociedad. El ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, en materia
de violencia basada en género, se ha visto afectado significativamente además por las
concepciones jurídicas tradicionales, basadas en paradigmas positivistas y sexistas.
Hasta hace unas décadas se creía, desde una perspectiva generalista, que el maltrato a
las mujeres era una forma más de violencia, con un añadido de excepcionalidad y con una
causa posible en una patología del agresor o de la víctima. Desde los años setenta, en el
siglo veinte se reconoce su especificidad y el hecho de que sus causas están en las
características estructurales de la sociedad. La comprensión del tema, entonces, reclama
unas claves explicativas que van desde la insistencia en su especificidad, comprensible sólo
desde un análisis que incluya la perspectiva del género, hasta la implicación en ella de
distintos ámbitos e instancias sociales, pasando por la denuncia de su frecuencia y su
carácter no excepcional, sino común. Todas las mujeres son víctimas potenciales del
maltrato y la violencia basada en género debido a que en todas las sociedades, se ha
desarrollado y pervivido la desigualdad entre los sexos. Además, las distintas formas de
violencia contra las mujeres son tácticas de control con el objetivo de mantener y reproducir
el poder patriarcal sobre las mujeres, para descalificarlas, y ante ese poder que les niega el
goce, disfrute y ejercicio de sus derechos, por lo que debe erigirse el Estado como garante
de los derechos humanos, aprobando leyes que desarrollen las previsiones constitucionales,
ya se han promulgado algunas y el caso venezolano no es la excepción, más falta mucho por
hacer aún, porque mientras persista la desigualdad, la discriminación, la violencia y el
maltrato a la mujer, se seguirán planteando la defensa de los derechos fundamentales de
ésta como persona en derecho a vivir en dignidad, libre de violencia, en igualdad de
derechos, equidad y oportunidades de inalienable e indivisible derechos humanos
fundamentales.
En definitiva, es de resaltar, que cuando se habla de derechos para todos y todas,
significa que las mujeres exigen ser tratadas como seres humanos con el derecho a la
integridad física, es decir a la integridad de nuestros cuerpos; el derecho al trabajo, a la
educación, a la cultura, al acceso al poder; el derecho a una vida sexual y reproductiva plena
y sana; el derecho a conservar ingresos; el derecho a acceder a la tierra y a las facilidades
financieras; el derecho a ser tratadas con dignidad, en fin, gozar efectivamente, en igualdad
de condiciones y oportunidades, de los derechos de que gozan los hombres. En el fondo del
asunto, las mujeres han planteado reformular el concepto de los derechos humanos.
Plantearlo con la tan llevada y traída "perspectiva de género", con el fundamento de que si
bien es cierto que su reconocimiento comprende de manera general al hombre y a la mujer,
en la práctica, las leyes y las políticas en cada uno de los países, invisibilizan muchas veces,
las necesidades, deseos y demandas de las mujeres, al no tomar en cuenta sus
especificidades.

REFERENCIAS

Gouges, O. (1791). Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana.


www.ecured.cu/Declaracióndelosderechosdelamujerydelaciudadana. Consultado: 1
agosto, 2020.

Gonzalo, I., Vilela, M. (2010). Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres. Mundubat.

Instituto Interamericano de los Derechos Humanos. (2004). Los Derechos Humanos de las
Mujeres: Fortaleciendo su protección y promoción internacional. De la formación a la
acción. Agencia sueca de cooperación internacional para el desarrollo: ASDI.

Organización de las Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de los Derechos


Humanos, United Nations.

Organización de las Naciones Unidas (2014). Los Derechos de la mujer son Derechos
Humanos. Oficina del Alto Comisionado. Nueva York. Estados Unidos.

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