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Miquel Àngel Aguiló

Actividad 1:
Principios generales y técnica del levare.
Como respuesta paso a exponer, de forma sintetizada, las enseñanzas del
maestro Montenegro en estas primeras clases.

Aparición paulatina de la figura del director:


La figura del director no aparece, como lo conocemos hoy, de forma
inmediata. Digamos que va entrando gradualmente. Podemos decir que el
arte de la dirección ha ido surgiendo y perfeccionándose para resolver
necesidades que han ido surgiendo a lo largo de la historia, y en diferentes
países y culturas, bajo la experimentación esayo-error (sistema de evolución
natural)

En los cantos Gregorianos ya se documenta una ligera dirección con una


sola mano. Uno de los intérpretes oscilaba la mano para tratar de unificar al
grupo. Pero esta música no presenta complejidad rítmica y simplemente los
intérpretes entraban en el fluir general del grupo.
El compositor Josquin des Prés (1450-1521). Es ya una figura relevante que
fue, imitado por otros músicos de la época, por sus aportaciones. Pero
todavía no podemos hablar de la figura del director como tal.

Si avanzamos en el tiempo trasladándonos al barroco, encontramos las


primeras muestras de dirección (por parte de los compositores y maestros
de capilla). Estos solían utilizar un bastón, con él que sólo podían realizar
movimientos verticales. Esta técnica (además de limitada) aportaba el
sonido de los golpes a modo de metrónomo en las batidas. Como anécdota
tenemos el caso del compositor francés Lully (1632-1687) que fallece a
consecuencia de un golpe de bastón en su propio pié, que no fue amputado
a tiempo por su condición de bailarín.

Esta técnica “vertical” no podía abarcar la evolución musical y generaba un


problema en los compases de tres. “Modus Perfectus”. Además; a lo largo
de la evolución musical la complejidad creciente, hacía necesaria la figura
del director unificador y conductor musical.

Así mismo en Italia se empieza a introducir el movimiento lateral que dará pié
al movimiento de la cruz creando el espejo (con referencias a la señal de la
cruz, padre- hijo- espíritu santo). Poco a poco esto se estandariza y todo ello
va aportando y consolidando el hecho de marcar en el “aire” unas figuras
para poder controlar y organizar la materia musical.
Otras formas que aparecen son los teclistas, que colocándose en el centro
de la agrupación, tocan con la mano izquierda el bajo (bajo continuo) y con la
derecha van marcando el compás etc. Posteriormente al ir desapareciendo el
teclado (Clavicembalo) la figura del concertino va adquiriendo cierto
protagonismo, utilizando el propio arco o el cuello del violín para marcar las
diferentes entradas. En algunos casos estas dos figuras podían trabajar a la
par: El concertino se ocupaba de la orquesta mientras que el teclista lo hacia
de las voces.

Se dice que Franz Joseph Haydn (ya en lo que conocemos como clasicismo)
fue de los primeros en introducir la batuta en el estreno de su obra
La Creación.

Tras esta rápida y sintética aproximación a la evolución histórica de la figura


del director. Entramos en temas de preparación física para el director.

El maestro Montenegro hace en sus clases especial hincapié en la posición


relajada. Los movimientos del director deberán estar libres de tensiones,
pero con una musculatura tonificada. Los brazos aprovechan su peso, así
como la fuerza de la gravedad pero se apoyan en una línea imaginaria.

Primeramente debemos encontrar el perfecto equilibrio y para ello se nos


han propuesto diversos ejercicios de relajación y equilibrio combinados con
el buen tono muscular. (basculación de la cabeza desde el punto justo de
equilibrio, peso de los brazos usando la fuerza justa para frenar la caída libre,
rotaciones en el aire, movimiento de hombros y omóplatos con
independencia, dejando los brazos relajados etc…)

Todo ello con la finalidad de economizar y usar la energía justa, ya que,


cualquier movimiento extra puede inducir al intérprete a error. Cualquier
gesto mal ejecutado puede ensuciar el mensaje que el director quiere
trasmitir. Por tanto, sobre una tarima, el lenguaje corporal debe ser conciso
medido y relajado. Todo ello unido a las peticiones verbales e ideas
musicales que el maestro indica.
Finalmente el director adquirirá un lenguaje propio, fruto del
autoconocimiento, para dirigir, inspirar y conducir al grupo con precisión,
usando su cuerpo y sus conocimientos musicales. Y de la misma manera
que hemos aprendido a tocar un instrumento sin malos vicios ni tensiones; lo
debemos hacer como directores.
Entrando en materia: La anacrusa o levare.

Un gesto aparentemente tan simple como dar una entrada, debe tener toda
la información necesaria para poner en funcionamiento a la orquesta. Por
supuesto el tempo debe estar claro, pero también el carácter y el matiz.
Todo en un solo gesto. De la misma forma puede entenderse que dentro del
compás cada golpe (o batida) es en cierto modo, el levare del siguiente. Por
tanto hablamos de una continuidad.
(Quizá de ahí nace la idea de entrenar la musculatura en el movimiento
continuo, sin escalones innecesarios)

La anacrusa o levare es en realidad una anticipación de lo que va a suceder


o de lo que va a sonar, por tanto, el director siempre va mentalmente un poco
por delante del grupo y así lo marca, como mostrando el camino. A cada
gesto descendente puede precederle un levare (en general muy sutil).

Tenemos dos tipos de levare; Activo y Pasivo.


Para el activo damos la orden muscular de un pequeño latigazo o descarga
eléctrica impulsando ligeramente los brazos hacia delante. Esto provoca un
movimiento activo y rítmico que pone en funcionamiento a la orquesta.

El movimiento pasivo es un levare muy legato en el que no se produce esta


energía eléctrica, y el brazo sube y baja de forma regular y relajada.
Cuando hablamos de miembros relajados, nunca nos referimos a un relax
mórbido. Siempre todo dentro de un equilibrio muscular con unos apoyos en
determinados puntos que nos mantendrán dentro del llamado marco
referencial.

Marco referencial. Sería como un espació auto delimitado, donde ocurren


los movimientos del director para ser vistos y entendidos por la orquesta.
Donde establecemos una Altura (hasta la frente o los ojos). Una Anchura
(sería como si ponemos los brazos en jarra en la cintura y comprendería ese
ancho). Y una Base a la altura del ombligo.

Todo ello en conjunto, forma una serie de dibujos en el aire que marcan un
pulso concreto así como un carácter y unos matices, en definitiva:
Un lenguaje que debe ser entendido.

La técnica de dirección, a día de hoy, ya está bien establecida y estructurada


y cada maestro imprimirá con ella un carácter, creando su propia versión
musical.
Estas ideas brevemente expuestas y resumidas, son parte esencial de estas primeras clases.
Completamos las explicaciones con la aportación de unos videos.

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