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Paisaje,

ordenamiento y
sustentabilidad
Diálogos multidisciplinares
con la Arquitectura de Paisaje

Carla Filipe Narciso


Michelle Meza Paredes
(coordinadoras)
Centro de Investigaciones en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje
Licenciatura de Arquitectura de Paisaje
Paisaje, ordenamiento y sustentabilidad
Diálogos multidisciplinares con la Arquitectura de Paisaje
Nombre: Filipe Narciso, Carl, editor. / Meza Paredes, Michelle, editor.
Título: Paisaje, ordenamiento y sustentabilidad. Diálogod multidisciplinares con la Arquitectura de Paisaje
Identificadores: LIBRUNAM 2121738 (libro electrónico) | ISBN 9786073056021 (libro electrónico).
Temas: Arquitectura del paisaje -- México./ Urbanismo-- Aspectos ambientales-- México/ Desarrollo
urbano sustentable--México. /Protección del paisaje-- México / Urbanismo/Sustentabilidad.
Clasificación: LCC SB469.386.M49 (libro elect´ronico) | DDC 712.0946—dc23
Disponible en https://repositorio.fa.unam.mx.
Primera edición: diciembre de 2021

D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Arquitectura, Circuito escolar s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510,
México, Ciudad de México.
Hecho en México.
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Esta publicación se realizó gracias al Programa UNAM-DGAPA-PAPIME Proyecto PE108820.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
RECTOR
Enrique Graue Wiechers

FACULTAD DE ARQUITECTURA
DIRECTOR
Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes

COORDINADOR EDITORIAL
Xavier Guzmán Urbiola

EDITOR EN JEFE
Dr. Jesús Manuel Rubio Merino

EDITORA ASOCIADA
Zenia Lozano Medécigo

DISEÑO EDITORIAL Y FORMACIÓN


Israel Reyes Alfaro

CORRECCIÓN DE ESTILO
Miguel Ángel Hernández Acosta
Paisaje,
ordenamiento y
sustentabilidad
Diálogos multidisciplinares
con la Arquitectura de Paisaje

Carla Filipe Narciso


Michelle Meza Paredes
(coordinadoras)

Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Arquitectura
A María Luz Mucio, Beatriz Marín
y Karina Valenzuela por su apoyo invaluable
para la generación de esta publicación.
ÍNDICE Utiliza los números de
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8 Presentación a través del libro
Dr. Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes
Director de la Facultad de Arquitectura

10 Prefacio
Lucia Maria de Siqueira Cavalcanti Veras
Laboratorio de Paisaje
Universidad Federal de Pernambuco (Brasil)

18 Introducción
Carla Filipe Narciso (ciaup/unam)
Michelle Meza Paredes (lap/unam)

26 PARTE 1. PAISAJE
27 Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje
Blanca Ramírez Velázquez (uam-x)

44 Las bases conceptuales del paisaje para una posible


ley en México
Martín Checa-Artasu (uam-i)

66 Aportes a la conceptualización del paisaje desde la


movilización ciudadana
Francisco Javier de la Torre Galindo (uam-a)

89 PARTE 2. ORDENAMIENTO
90 Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México.
Instrumentos de politica territorial
Javier Delgadillo Macías (crim/unam)

112 Contenido y alcance de la estrategia nacional


de ordenamiento territorial en México
Federico Morales Barragán (ceiich/unam)

127 PARTE 3. SUSTENTABILIDAD


128 Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento
a la arquitectura sustentable
David Morrillón Gálvez (ii/unam)

147 Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación


para la sustentabilidad urbana
Natalie Rosales Pérez (El Colegio Mexiquense)
Presentación

Dr. Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes


Director de la Facultad de Arquitectura
Universidad Nacional Autónoma de México

L a Licenciatura de Arquitectura de Paisaje, la primera de México y


la más antigua en operación de Latinoamérica, fue aprobada por
el Consejo Universitario en 1984 y se imparte en la Facultad de Arqui-
tectura (fa), de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam),
a partir de noviembre de 1985. Desde sus inicios, el plan de estudios
sobresalió por su visión multidisciplinaria, por un entendimiento eco-
lógico del paisaje y un abordaje de los problemas de diseño en múl-
tiples escalas, desde las asociadas por tradición con la arquitectura y
el urbanismo hasta la escala regional, pero con mayor incidencia al
nivel del espacio público.
A pesar de ser una carrera relativamente nueva, hoy es indiscutible
su injerencia en un diseño de paisaje que integre las necesidades hu-
manas y del medio físico, así como sus posibilidades sobre la produc-
ción y reproducción de espacios de la vida cotidiana integrados desde
una visión multiescalar y multidimensional. Así, la arquitectura de
paisaje se caracteriza por una visión integral que conjuga los sistemas
naturales y culturales, además de que envuelve el planeamiento, el
diseño, la estética, la gestión y la asimilación de la simbiosis que se es-
tablece entre el medio ambiente natural y el ambiente construido, lo
que repercute en la la salud humana y ambiental en diversas escalas.
En los últimos años la disciplina ha destacado a nivel internacional
al integrar distintos ámbitos de aprendizaje (que van desde las ciencias
exactas hasta las humanidades), además de que permite una visualiza-
ción del paisaje más amplia e integral, urgente y necesaria frente a los

Utiliza este ícono para volver al índice  8


Presentación

problemas emergentes que atravesamos, como la urbanización des-


controlada, las injusticias sociales y ambientales y, sobre todo, el cam-
bio climático. En ese sentido, es fundamental establecer soluciones
basadas en la naturaleza, como por ejemplo la infraestructura verde,
el sistema de redes ecológicas y los corredores ecológicos-culturales,
las cuales proyectan un futuro resiliente, así como la restauración del
hábitat, ámbitos de actuación de la arquitectura de paisaje.
En este sentido, las condiciones territoriales y políticas, así como la
simbiosis que se establece en el contexto mexicano actual, marcan
la necesidad de que la disciplina se abra a nuevos debates, confor-
maciones teórico-metodológicas e integre escalas de acción contem-
poráneas, así como un diálogo más abierto y horizontal con y desde
las comunidades y sus paisajes.
Frente al panorama expuesto, el presente trabajo abona a la re-
flexión sobre el futuro de la disciplina, así como de la práctica misma,
desde la mirada de otras disciplinas como la geografía, el urbanismo,
la economía y el desarrollo sustentable, siendo al mismo tiempo un
referente para las nuevas generaciones de estudiantes de la Licencia-
tura de Arquitectura de Paisaje de la fa, de la unam, al ser incentivados
a construir sobre esos mismos debates y a accionar desde su práctica
profesional. Esto incita a explorar y a establecer nuevos debates críti-
cos, al incorporar a la discusión del diseño de paisaje los temas del
ordenamiento y la sustentabilidad, eje transversal de la unam y del
Plan de Desarrollo de la fa 2021-2025.
La relevancia de esta obra consiste en los aportes de distintas dis-
ciplinas que visualizan el paisaje desde ámbitos epistemológicos dife-
renciados, a los que se integra el diseño, lo cual, desde una perspectiva
de la sustentabilidad, fortalece el desarrollo nacional de una política
pública del paisaje, así como la necesidad y urgencia de politizar la mis-
ma, al incorporar arquitectos y arquitectas paisajistas a los cuadros de
tomas de decisión sobre la materia.

Presentación 9
Prefacio

Prefacio

Lucia Maria de Siqueira Cavalcanti Veras


Laboratorio de Paisaje
Universidad Federal de Pernambuco (Brasil)

G ene Roddenberry, un guionista de Texas apasionado por la


ciencia ficción, lanzó en 1966 una serie de televisión centrada
en la búsqueda de un nuevo mundo y nuevas civilizaciones en las ga-
laxias, lo que implicaba el vínculo social entre los hombres y la unión
entre los planetas. Ello significaba la superación de tensiones racia-
les, la avaricia y la corrupción, en un trabajo mutuo de exploración
del universo. Pionera en el género, la serie Jornada en las Estrellas,
también conocido como “Viaje a las estrellas”, sólo tuvo éxito en la
década de 1970 con una repetición de tres años de los episodios, los
cuales se convirtieron en películas en la década de 1990. Entonces se
popularizaron e instituyeron de forma intuitiva (y más allá de las dé-
cadas de 1970, 1980 y 1990) la comprensión del término viajes como
la búsqueda de ciertos temas que nos conciernen. Como afirma el
físico Lawrence Krauss, citado por Stephen Hawking: “Al enfatizar
el papel potencial de la ciencia en el desarrollo de la especie humana,
Star Trek muestra caprichosamente la poderosa conexión entre la
ciencia y la cultura”, que es, más que una diversión, un ejercicio para
expandir la imaginación.1

1 Stephen Hawking, “Introdução”, en A física de Jornada nas Estrelas-Star Trek,


Lawrence M. Krauss (São Paulo: Makron Books, 1996), 14-15.

10
Prefacio

Viajes, que amplían nuestra imaginación, también nos refieren a


los paseos y al verbo “caminar”, relacionado con muchos otros que
están asociados con la experiencia del desplazamiento como un
ejercicio de aquellos que están dispuestos a viajar, explorar, discutir,
construir y descubrir paisajes. En la apertura del libro Walkscapes: el
andar como práctica estética, el autor, Francesco Careri,2 señala que
caminar es la primera de las acciones simbólicas de transformar la
naturaleza en paisaje, siendo también uno de los gestos más impor-
tantes realizados por el hombre en su relación con el territorio.
En un recorte de tiempo secular, los viajes como caminatas están
asociados con el origen del paisaje como concepto, atribuido al relato
de la escalada de Francesco Petrarca al Monte Ventoux, en Francia,
en el siglo xiv, impulsado por el simple deseo de apreciar el paisaje
distante. Desde arriba, la mirada que barre el horizonte en escalas
de aproximación y distancia deja a Petrarca asombrado y aturdido.
Aturdido por la belleza del descubrimiento cuando la naturaleza vista
“se hace presente estéticamente a los ojos de un observador sensi-
ble y sentimental”3 y atónito porque la “[...] entrega a la naturaleza
como paisaje [...] se opone a una interpretación teológica y filosófi-
ca como una elevación a la contemplación del todo, familiar al poeta
a través de Agustín, pero que va más allá de su contexto”.4 Su viaje
transgresor le dio, como recompensa, un sentimiento ambiguo entre
el éxtasis mundano y el arrepentimiento cristiano, pero que aún va-
lida la realización de su experiencia paisajística reconocida como el

2 Francesco Careri, Walkscapes: el andar como práctica estética (Barcelona: Gusta-


vo Gili, 2009).
3 Joachim Ritter, “Paisagem. Sobre a função do estético na sociedade moderna”, en
Filosofia da paisagem. Uma antologia, coord. Adriana Veríssimo Serrão (Lisboa:
Centro de Filosofia da Universidade de Lisboa, 2011), 105.
4 Ritter, “Paisagem”, 97.

Prefacio 11
hito inaugural de una mirada sensible y moderna al mundo. Después
de todo, le pregunta el filósofo Jean-Marc Besse: “¿Cuáles son las ra-
zones y los fines reales de este movimiento que impulsa irresistible-
mente al sujeto a tratar de ver las cosas?”.5 La pregunta planteada a
Petrarca se desarrolla desde Petrarca, para tratar de responder a las
preocupaciones que nos hacen emprender otras jornadas.
Hay muchas motivaciones para leer e interpretar paisajes em-
prendidos en innumerables viajes, desde la fantasía de poetas, artis-
tas y sentido común, hasta filósofos, geógrafos, arquitectos, historia-
dores, biólogos, agrónomos, sociólogos, antropólogos, economistas,
legisladores e ingenieros; por ejemplo, establecer una red compleja
de intereses para responder a diferentes enfoques de los fenómenos
observados. Esto es lo que hace el conjunto de siete autores que
generaron este libro, basado en las distintas aproximaciones y mira-
das al paisaje desde Latinoamérica y cómo éstas pueden establecer
diálogos entre sí, con vistas a una intervención integral, reflexiva y
critica, que tenga implicaciones reales en términos socio-territoriales.
Estructurado en tres momentos, el enfoque del paisaje es explí-
cito inicialmente en la polisemia de los conceptos, en la discusión
de los instrumentos jurídicos y la participación social y, luego, en los
otros dos momentos, está implícito en el desarrollo de la política de
planificación territorial y en los proyectos que buscan sostenibilidad
basada en preocupaciones mundiales sobre el cambio climático.
“¿Quién habla de paisaje y cómo habla?”, es la pregunta planteada
por Francisco Javier de la Torre y la cual impulsa su texto y puede exten-
derse a todos los demás autores. En su caso, el paisaje se discute en los

5 Jean-Marc Besse, Ver a terra: seis ensaios sobre a paisagem e a geografia (São
Paulo: Perspectiva, 2006), 10.

Prefacio 12
centros urbanos, con la movilización social y la creación de movimien-
tos ciudadanos; es un nuevo camino para el reconocimiento del dere-
cho al paisaje como uno de los derechos de la ciudad. Esta prerrogativa
impregna los fundamentos de su conceptualización y preocupación so-
cial en el texto de Blanca Ramírez, y está en el centro de la discusión
emprendida por Martín Checa-Artasu, quien, apoyado por normas de
alcance internacional, establece las bases conceptuales para una com-
prensión del paisaje necesaria para la construcción de instrumentos
legales en México (incluso hoy con paisajes legalmente desprotegidos).
La protección y su falta también están relacionadas con las polí-
ticas públicas y los procesos de planificación sometidos a acuerdos
institucionales y de gobernanza, en ejercicios que apuntan a articu-
lar la población, los recursos y las instituciones. Éste es el enfoque
explorado por Javier Delgadillo, quien analiza la política regional y la
planificación territorial adoptada por las instituciones públicas mexi-
canas. Aquí la palabra “paisaje” no es explícita, pero se hace referen-
cia a la identidad de los lugares como un potencial endógeno para
el desarrollo local, así como a la necesaria participación social en los
procesos de planificación.
La relación entre planificación y desarrollo espacial en México
también es explorada por Federico Morales Barragán, quien discute
la Estrategia Nacional para el Ordenamiento Territorial, incorporan-
do, en su concepto, la obligación de participación social que está pre-
sente en las reglas establecidas para América Latina. Si esta región
es un aspecto territorial de mayor interés en este texto, la sosteni-
bilidad de la arquitectura con la que trata David Morillón Gálvez se
refiere también a una visión global, la cual tiene por objetivo cons-
truir edificios con poco o ningún impacto ambiental, lo que implica
la adopción de instrumentos que respeten las condiciones climáticas
de México y que tengan repercusiones globales.

Prefacio 13
La preocupación por el cambio climático y la “renaturalización”
de las ciudades como estrategia para pensar en el futuro constitu-
yen el desafío trabajado por Natalie Rosales, que finaliza este viaje
mostrando que la dicotomía ciudad-naturaleza que distancia a los
ciudadanos del mundo natural debe ser discutida en pautas de plani-
ficación, diseño y gestión urbana, avanzando hacia la sostenibilidad
y reduciendo los impactos relacionados con los aspectos climáticos.
La preocupación puntual con las ciudades es, de hecho, una señal
de la comprensión de que la tierra es una en diferentes escalas de
ocupación del territorio, y que la naturaleza en la ciudad, más que el
ornamento o la recreación, es una condición vital de nuestra existen-
cia, lo que asocia la estética a la ética ambiental. Después de todo,
como nos enseña Merleau-Ponty, la naturaleza “es nuestro suelo, no
lo que nos espera, sino lo que nos sostiene”.6
Discutir el derecho a disfrutar del paisaje, el proceso de participa-
ción social en las políticas públicas orientadas a su gestión, conserva-
ción y futura transformación y acciones dirigidas a la sostenibilidad
del planeta lidera el conjunto de textos de los autores de este viaje
paisajístico. Si el paisaje, como concepto, sólo aparece explícitamen-
te en la primera parte del libro con los fundamentos, instrumentos
legales y movimientos ciudadanos; las otras dos partes nos llevan al
desafío del diálogo necesario entre disciplinas, al explorar las políti-
cas públicas para la planificación espacial y la búsqueda por adoptar
estrategias de planificación que nos llevan a ciudades sostenibles,
cuestiones intrínsecamente relacionadas con el trabajo del arquitec-
to paisajista. Me parece que éste es el gran desafío de este viaje:

6 Maurice Merleau-Ponty, A natureza: curso do Collège de France (São Paulo: Mar-


tins Fontes, 2006), 4.

Prefacio 14
poder dialogar de manera multidisciplinaria con diferentes áreas de
conocimiento y alimentar los problemas que aborda el arquitecto
cuando se trata de paisaje.
El poder exploratorio del gesto de diseño requiere la apertura de
horizontes desde diferentes puntos de vista, en un proceso continuo
e inacabado que coloca al diseñador de paisajes entre innumerables
posibilidades. Es necesario explorar, abandonar la ruta y caminar
más allá de la idea del paisaje como territorio o entorno, para redes-
cubrirlo como un escenario para eventos sociopolíticos, y como una
herramienta de planificación, gestión y proyecto, que interrelaciona
la estética, la ética e identidad del lugar. El genio loci o el espíritu que
da sentido a los lugares,7 reivindicado por las críticas a la arquitectura
y el urbanismo posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se basa en
el gesto fenomenológico de regresar a los lugares lo que requiere
inmersión para proyectarlos, al amplificarlo por la comprensión de
los demás, y al tener en cuenta variables como las ecológicas, econó-
micas y político-sociales. Es un trabajo complejo y, para el arquitecto
paisajista, siempre se distancia de la idea de una pizarra en blanco
cuando la transformación “está asociada con la capacidad de crear
diálogos con lo que existe, dependiendo del conocimiento relativo del
lugar”.8 Si proyectar el paisaje también es un gesto de transformación
(ya que surte efecto en las preexistencias), este conocimiento relativo
de los lugares implica todo, desde teorías de conservación hasta otras
que necesariamente requerirán una comprensión multidisciplinaria.

7 Christian Norberg-Schulz, “O fenómeno do lugar”, en Uma nova agenda para a


arquitetura: antologia teórica (1965-1995), org. Kate Nesbitt (São Paulo: Cosac
Naify, 2008).
8 Lisa Diedrich, “Entre a tábula rasa e a museificação”, en Paisagem e património:
aproximações pluridisciplinares, Isabel Lopes Cardoso (Évora: Dafne Editora,
2013), 83-107.

Prefacio 15
Éstas son las preocupaciones que componen este libro y otras sal-
tarán a los ojos de los lectores. Cuando recibí la invitación de Carla
Filipe Narciso y Michelle Meza Paredes para escribir este texto, estan-
do en Brasil y, por lo tanto, físicamente lejos de la Ciudad de México
y las preguntas exploradas por los autores, me di cuenta, a medida
que avanzaba en su lectura, el tamaño del desafío de mi “viaje”. En
una primera lectura, me distancié de los textos, dejándolos asenta-
dos. En una segunda lectura, me di cuenta de lo mucho que había ig-
norado, redescubriendo en mi camino la filigrana entre líneas que los
propios autores nos ofrecen con innumerables desarrollos anclados
en temas contemporáneos. La escritura fluida de los siete autores,
profesores de diferentes universidades mexicanas, nos lleva de vuel-
ta a un viaje fértil y nos pone en contacto con sus preocupaciones, en
muchos casos, también replicadas en Brasil.
Al igual que el barco Enterprise de la tripulación de Jornada en las
Estrellas (Star Trek), este libro permitirá que se multipliquen muchos
más viajes, incorporando un conjunto de preocupaciones pluridisci-
plinarias, esenciales para la discusión y los desafíos de la arquitec-
tura del paisaje. Finalmente, agradezco la invitación y la oportuni-
dad de haber leído este libro de primera mano y, por lo tanto, ante
cualquier lector, de tener el privilegio de aprender de los autores.
¡Por el conocimiento que nos trae este libro, les deseo una excelen-
te lectura!

Referencias bibliográficas
Besse, Jean-Marc. Ver a terra: seis ensaios sobre a paisagem e a geogra-
fia. São Paulo: Perspectiva, 2006.
Careri, Francesco. Walkscapes: el andar como práctica estética. Barce-
lona: Editorial Gustavo Gili, 2009.

Prefacio 16
Diedrich, Lisa. “Entre a tábula rasa e a museificação”. En Paisagem e
património: aproximações pluridisciplinares, Isabel Lopes Cardoso.
Évora: Dafne Editora, 2013.
Hawking, Stephen. “Introdução”. En A física de Jornada nas Estrelas-
Star Trek, Lawrence M. Krauss. São Paulo: Makron Books, 1996.
Merleau-Ponty, Maurice. A natureza: curso do Collège de France. São
Paulo: Martins Fontes, 2006.
Norberg-Schulz, Christian. “O fenómeno do lugar”. En Uma nova agen-
da para a arquitetura: antologia teórica (1965-1995), organizada por
Kate Nesbitt (São Paulo: Cosac Naify, 2008).
Ritter, Joachim. “Paisagem. Sobre a função do estético na socieda-
de moderna”. En Filosofia da paisagem. Uma antologia, coordinada
por Adriana Veríssimo Serrão. Lisboa: Centro de Filosofia da Uni-
versidade de Lisboa, 2011.

Prefacio 17
Introducción

Introducción

Carla Filipe Narciso


ciaup/unam
Michelle Meza Paredes
lap/unam

La Arquitectura Paisajista es el arte de ordenar el


espacio exterior en relación con el Hombre.
Francisco Caldeira Cabral1

L a arquitectura del paisaje es un término que se establece por


primera vez en 1828 a través de Gilbert Laing Meason, y como
título profesional en 1863 gracias a Frederick Law Olmsted. Durante
el siglo xix, este concepto estuvo muy asociado con la jardinería y el
diseño de paisajes a la escala del jardín debido a la influencia de los
jardines monárquicos. El cambio de paradigma hacia el diseño de
paisajes se dio fruto de la revolución industrial y del problema de in-
salubridad producto del crecimiento urbano desmedido, lo que llevó
a un aumento en los problemas de salud como la viruela, la difteria, la
gripe y la tuberculosis. Esto planteaba de forma urgente cambiar
la manera de integrar la industria a la ciudad y, a su vez, integrar la
naturaleza en la misma. Fue en este contexto y cambio de paradigma
que en la segunda mitad del siglo xix surge la construcción de una se-
rie de grandes parques que fueron determinantes en la definición de
la práctica del arquitecto paisajista. Como ejemplo de ello se pueden

1 Francisco Caldeira Cabral, Fundamentos da Arquitectura Paisagista (Lisboa: Insti-


tuto da Conservação da Natureza, 1993), 42.

18
nombrar el Central Park y el Prospect Park, en Nueva York; el Bois de
Boulogne, en París, y el Hyde Park, en Londres.
El uso del término arquitectura del paisaje lo establecieron Frede-
rick Law Olmsted, Beatrix Farrand y otros que fundaron la Ameri-
can Society of Landscape Architects (asla), en 1899, y en 1949 con la
fundación de la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas
(ifla). Sin embargo, el papel de la arquitectura de paisaje ha ido cam-
biando de forma necesaria por las transformaciones que los distin-
tos procesos de urbanización y explotación de los recursos han ido
produciendo diferencialmente, y por las implicaciones que han teni-
do en el paisaje a distintas escalas.
En la actualidad, América Latina, y particularmente México, se en-
cuentra en una situación de gran vulnerabilidad y riesgo –social, am-
biental, económico y político– a causa de diversos problemas como la
sobreexplotación de los recursos naturales, los efectos adversos del
cambio climático, la especulación y la mercantilización en el uso
del suelo, la ineficiencia de la política y gestión pública, y la falta de
planificación, estrategias y acciones en la escala urbano-regional, lo
cual ha impactado sobremanera en las diferentes formas de vida
en su contexto territorial. Algunas de las consecuencias más graves
son: 1) inundaciones; falta de agua, reducción en el área de recarga y
la extracción desmedida de los mantos acuíferos; 2) contaminación
del agua y de mantos freáticos; del suelo, y de la atmósfera –deri-
vada del uso de energía contaminante en transportes o de hidro-
carburos en la industria y la calefacción, y de la energía eléctrica
que genera compuestos volátiles–; 3) la generación y mal manejo de
basura, producto de los altos niveles de crecimiento de la población,
así como de las manchas urbanas (se estima que para 2050, 80% de
la población vivirá en ciudades); 4) la insuficiencia de alimentos y la
pérdida de actividades agrícolas debida a la falta de planeación y de

Introducción 19
la aplicación de políticas públicas, lo cual obliga a la importación
de productos básicos y limita la subsistencia y el equilibrio ecológico,
productivo y social; 5) la pérdida de reservas de suelo de conser-
vación, la pérdida de biodiversidad, la afectación en la calidad de
vida y la degradación ambiental; 6) la movilidad, por la deficiente
oferta de transporte público motorizado indispensable para 80%
de la población en México, la falta de infraestructura que posibilite
formas de movilidad no motorizada y un deficiente e inadecuado
diseño del espacio público urbano sin fundamentación ambiental;
7) la problemática de los espacios públicos periurbanos y las interre-
laciones ecológicas producidas entre dos conjuntos aparentemente
dicotómicos u oposicionales: el campo y la ciudad; 8) la afectación
y destrucción de las zonas costeras y los sistemas socioculturales
inherentes a éstas; 9) la proliferación descontrolada del turismo fa-
vorecida por políticas escenificadas como “Pueblos mágicos” y “eco-
turismo” que propicia una destrucción generalizada de los sistemas
ambientales y socioeconómicos.
Las situaciones anteriores emergen en torno a la discusión sobre
el estado de deterioro del paisaje y su actual enfoque sectorial. Ello
propicia la necesidad de replantear la arquitectura de paisaje desde
las formas de diseñar, planificar y gestionar el paisaje, desde y para la
sociedad, y para que ofrezca soluciones multiescalares (de forma
crítica y reflexiva), materializadas en acciones concretas. Lo anterior
al incorporar los principios de la sustentabilidad y los Objetivos de
Desarrollo Sostenible para 2030 de la Organización de las Naciones
Unidas. De esta forma, se asegura la minimización de los efectos del
cambio climático con repercusión en el mejoramiento de las prácti-
cas cotidianas, el bienestar y la calidad de vida de la población. Esa
necesidad y conciencia se ha vuelto parte de las agendas y compro-
misos institucionales a nivel gubernamental local, regional, nacional

Introducción 20
e internacional, por lo que la búsqueda de especialistas que interven-
gan en el paisaje a distintas escalas se ha vuelto indispensable.
Esto lleva a cuestionar ¿cuál es el propósito de la arquitectura del
paisaje en el siglo xxi? ¿Es para embellecer espacios públicos y priva-
dos con plantas y adoquines bien elegidos? ¿Para aumentar la salud
ecológica imitando sistemas y procesos naturales? ¿O para gestionar
las aguas pluviales y enfriar nuestro entorno construido al incorpo-
rar infraestructura verde? Estas son las preguntas que se hace Roxi
Thoren en su libro Landscapes of Change: Innovative Designs and Rein-
vented Sites.
El paisaje es la dimensión espacial y estética, asociada a una iden-
tidad y a un carácter, como resultado de la combinación única de fac-
tores y procesos ecológicos, culturales y socioeconómicos, así como
una de apreciación emotiva por parte de quien la observa o con ella
convive. A su vez, es un conjunto de componentes naturales y cultu-
rales interdependientes que constituyen un todo complejo con ex-
presión estética, con algún tipo de coherencia, organización deter-
minable, continuidad temporal y funcionamiento que identifican el
sistema. Por la riqueza de su forma, función y estructura, el paisaje
(a distintas escalas) está subsumido a los procesos divergentes de
acumulación de capital, lo cual está poniendo en riesgo su riqueza
y diversidad.
De esta forma es necesario generar discusiones multidisciplinarias
que permitan entender el paisaje en toda su complejidad, así como
las distintas formas de actuar sobre él. Esto a través de miradas de
distintos actores con un acercamiento transversal, y que permitan
reflexionar sobre temas como el cambio climático, el ordenamiento
de las zonas costeras, la producción alimentaria y las formas de go-
bernanza y reivindicación del paisaje por los movimientos sociales
(desde la memoria y el patrimonio). Lo anterior con la finalidad de

Introducción 21
generar puntos de encuentro, sobre todo desde la arquitectura de
paisaje, que permitan el estudio y la comprensión de los sistemas
culturales y naturales que la integran y los procesos asociados a ésta.
Ello presupone ordenar, crear y construir el espacio exterior en rela-
ción con el hombre, bajo los principios de la sustentabilidad.
En tal sentido, se vio la necesidad de generar un espacio de dis-
cusión multi y transdisciplinar con formas diferenciadas de aproxi-
mación al paisaje, al ordenamiento y a la sustentabilidad en diálo-
go con la arquitectura de paisaje. Lo anterior debido a que ésta es
la disciplina que permite, a través de un conocimiento integrado y
sistémico del paisaje (sistema-paisaje), llevar a cabo intervenciones
(acciones) que permiten (desde un conocimiento especializado e in-
tegral en el diseño) la planificación y gestión del paisaje, el desarrollo
de estrategias y proyectos de intervención que ofrezcan soluciones
multiescalares que se espacialicen en acciones concretas con princi-
pios de la sustentabilidad y que tengan incidencia en la minimización
de los efectos del cambio climático y en prácticas cotidianas saluda-
bles para la población. Para tal objetivo, el presente trabajo presenta
y discute trabajos de destacados académicos de distintas entidades
académicas nacionales, tanto internas a la unam (ceiich, crim, Insti-
tuto de Ingeniera y Centro Regional de Investigaciones Multidiscipli-
narias) como externas (uam y El Colegio Mexiquense). Fue una apor-
tación intensa de una participación diversificada y colectivizada que
puso en tela de juicio la necesidad inherente de que la arquitectura
del paisaje integre distintos conocimientos (pero también que las
demás disciplinas se integren a ésta, ya que su campo de acción se
limita a la escala de las estrategias).
Así, el trabajo se estructura en tres partes, cada una de las cua-
les procura reflexionar sobre el paisaje, el ordenamiento y la sus-
tentabilidad desde distintos ámbitos disciplinarios que convergen

Introducción 22
en generar bases interdisciplinarias para la intervención del paisa-
je desde el diseño. La primera parte, “Paisaje”, integra tres trabajos.
Blanca Ramírez Velázquez hace un análisis sobre el paisaje, categoría
polisémica con la cual se designa una “extensión de terreno que se
ve desde un sitio” y que ha sido retomada en los últimos tiempos de
manera diversa por disciplinas como la geografía, la arquitectura, la
arquitectura del paisaje, la antropología y la sociología a partir de al
menos estas visiones: como promesa de paraíso, desde el arte; como
documentación de los descubrimientos del mundo, desde diferentes
acercamientos en la academia, y como planeación y organización de
la sustentabilidad.
El segundo trabajo, de Martín Checa-Artasu, a partir de tres defi-
niciones con alto consenso y de ámbito internacional, establece las
bases conceptuales para entender qué es el paisaje y así poderlo in-
tegrar en una norma o en una ley. Se trata de una nueva mirada,
necesaria en el contexto mexicano, al paisaje, dado que éste es un
desconocido legal aun siendo un contenedor de valores y que puede
ser una herramienta para denunciar los conflictos ambientales y ge-
nerar mejores políticas territoriales.
El último trabajo, de autoría de Francisco Javier de la Torre Galin-
do, nos habla de la intensidad que ha alcanzado la urbanización ca-
pitalista en los centros urbanos y que está llevando a la desigualdad
a nuevos niveles y formas. Esta condición promovida por la cesión
de capacidades y responsabilidades del poder público a los grandes
capitales también ha generado la reproducción de movilizaciones
reivindicativas que construyen saberes y capacidades con lo que no
solamente adquiere contenido el derecho a la ciudad, sino que se
desdobla en nuevas expresiones como el derecho al paisaje. Esta ca-
tegoría ha estado presente en las discusiones teóricas y técnicas, sin
embargo, no ha logrado consolidarse como herramienta de análisis

Introducción 23
y acción por su constante vaciamiento de sentido. El presente texto
sostiene que los movimientos ciudadanos actuales están abriendo
un nuevo camino para el paisaje a partir de la aportación de pistas
para su reconceptualización.
La segunda parte del trabajo, “Ordenamiento”, está integrada por
dos trabajos. El primero, de Javier Delgadillo Macías, nos habla de
cómo la ocupación y organización del territorio mexicano a través
del tiempo ha requerido de procesos dirigidos de planeación desde
los distintos niveles de gobierno y mediante políticas públicas dise-
ñadas para su consecución. En la actualidad, la forma de mirar al
territorio nacional, a sus estados y a sus municipios, deriva de una
voluntad que surge de los acuerdos que se establecen en el aparato
jurídico político, pero, junto a ello, de arreglos institucionales y de
gobernabilidad participativa que se expresan como ejercicios de pla-
neación regional y territorial que se proponen organizar y potenciar
las interacciones entre la población, los recursos y las instituciones.
Estos acuerdos pueden ser concebidos y ejecutados como acciones
emanadas del diseño de políticas concertadas que se soportan en un
entramado institucional, pero que además están atentas a los cam-
bios inducidos por los procesos económicos en el territorio, que bien
pueden ser de origen interno o externo. El artículo presenta antece-
dentes y características actuales de la política regional y el ordena-
miento territorial impulsados por el gobierno federal con fines de
promover el desarrollo nacional y de las entidades federativas.
El segundo trabajo, de Federico Morales Barragán, se ocupa de la
relación entre el ordenamiento y el desarrollo territorial en la Estrate-
gia Nacional de Ordenamiento Territorial (enot). La primera sección
aborda concepciones sobre el ordenamiento territorial en términos
de su contenido y alcance; la segunda ofrece una interpretación acer-
ca de la relación de estos elementos en la enot. El contenido corres-

Introducción 24
ponde a su objeto y ofrece un soporte para una política de desarrollo
territorial que, a su vez, expresa su alcance.
Finalmente, la sección “Sustentabilidad” se compone de dos tra-
bajos. El de David Morillón Gálvez parte en un primer momento por
definir qué es sustentabilidad y sus bases, para luego relacionar la im-
portancia de ésta con la arquitectura. Después, presenta el concepto
de edificio sustentable y algunos proyectos en México, lo que permite
identificar hasta donde está el desarrollo, con acciones, programas
y proyectos, que incluyen la política pública (normas, financiamiento y
certificación, además de la investigación; así como la generación de
conocimiento, herramientas y proyectos demostrativos).
El último texto, de Natalie Rosales Pérez, procura crear las condi-
ciones de sustentabilidad urbana de transiciones fundamentales que
se requerirán para reconvertir la situación actual de las ciudades. El
escrito brinda un marco para vislumbrar en qué manera la renatu-
ralización (como estrategia de una planeación para la sustentabili-
dad) puede contribuir a gestionar este proceso de transformación
urbana. Al hacerlo, aporta elementos para introducir naturaleza en
la ciudad, bajo distintas escalas y tipologías, y a partir de ello activar la
restauración ecológica de nuestras ciudades.

Referencias bibliográficas
Caldeira Cabral, Francisco. Fundamentos da Arquitectura Paisagista.
Lisboa: Instituto da Conservação da Natureza, 1993.

Introducción 25
Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje

Parte 1
PAISAJE

En esta parte se presentan tres trabajos. El primer de ellos, “Aproxi-


maciones teóricas al concepto de paisaje”, es una mirada desde
la geografía crítica a este concepto y hace un recorrido sobre su
evolución en las distintas disciplinas, con especial énfasis en la geo-
grafía regional. “Las bases conceptuales del paisaje para una posible
ley en México”, a través de un recorrido histórico, retoma algunas
posturas sobre el paisaje para centrarse en la ausencia de una ley
específica en el país, así como la urgencia de ésta, ya que las formas
de explotación asociadas a los modelos económicos actuales están
llevando a una destrucción masiva de los recursos naturales y cultu-
rales. “Aportes a la conceptualización del paisaje desde la moviliza-
ción ciudadana” pone a discusión el paisaje como una herramienta
de defensa de los movimientos sociales y hace propuestas para su re-
conceptualización desde los procesos de gestión y gobernanza social.

26
e

Aproximaciones teóricas
al concepto de paisaje

Blanca Ramírez Velázquez


uam-Xochimilco

E n los últimos años, el concepto de paisaje ha ganado un lugar


importante en la discusión sobre diferentes procesos que se
dan sobre la superficie de la tierra. Utilizado como sinónimo de espa-
cio, llama la atención que, a pesar de haber nacido académicamente
en el ámbito de la geografía, en la actualidad lo han retomado dife-
rentes disciplinas como la arquitectura, la arquitectura del paisaje, la
antropología, y ha sido un elemento importante para documentar la
historia del mundo a partir de la pintura y del arte.
Es una categoría difícil de definir ya que puede tener diferentes
acepciones y sirve para caracterizar una “extensión de terreno que se
ve desde un sitio” o bien un sitio que se integra en una pintura.1 Pero
también puede referir a escenas que guardan materialidad, valores,
emociones, tradiciones, conocimiento y técnica o bien a elementos
que son observados y que conceptualizan y se adecuan a las necesi-
dades de la humanidad. Puede ser un elemento del cual se escribe
en literatura y, posteriormente, del cual se lee, se usa como base de

1 Real Academia de la Lengua, consultado el 15 de octubre de 2021. https://www.rae.


es/drae2001/paisaje.

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 27


planeación o de organización de la naturaleza o, bien, se admira y se
representa en una pintura.
Desde esa perspectiva y utilizado de estas formas tan diversas,
se puede afirmar que el paisaje une a la naturaleza con el arte y la
estética, cuando éste se pinta o se representa; a la naturaleza con
la religión y las creencias de los grupos sociales, cuando es parte del
escenario que representa a los dioses de una creencia específica;
como una forma de documentar los cambios que se dan en un lugar;
además de que vincula al arte con la representación de adelantos
tecnológicos de la modernidad; liga a la naturaleza con las ciencias
que la explican y analizan y, por último, es parte de las utopías sobre
el futuro del mundo y la degradación actual de la naturaleza a través
de la planeación y de la búsqueda que se tiene de la sustentabilidad.
Exponer y explicar esta visión tan amplia y polisémica es una ta-
rea difícil que llevaría tiempo y espacio para hacerlo. Por esta razón,
he escogido cuatro formas de ver y utilizar el concepto que integran
y vinculan las perspectivas anteriores y que nos pueden ayudar a
definirlo y orientar su utilización dentro de diferentes campos: el pai-
saje como promesa del paraíso en las religiones; los paisajes de la
representación de la modernidad; la ciencia moderna y el paisaje, y
el paisaje en la planeación de la sustentabilidad del siglo xxi. Se elige
esta organización del trabajo por la importancia que tiene hacer una
contextualización histórica del uso de la categoría que permita, en
un trabajo posterior, profundizar en el desarrollo contemporáneo de
las escuelas que han adoptado su uso y su manejo desde diferentes
áreas del conocimiento.
Es preciso evidenciar que este análisis lo haré desde mi postura
de geógrafa a partir de una visión crítica de los enfoques tradiciona-
les que hay sobre el concepto. Asimismo, utilizará muchos de los ele-
mentos que se integraron en el 2005 en un trabajo previo elaborado

Parte 1. Paisaje 28
por Blanca Rebeca Ramírez y Liliana López Levi, y cuyos postulados
quedaron plasmados en el libro Espacio, paisaje, región, territorio y
lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo. Como quedó
manifiesto en ese documento, es preciso enfatizar que en ningún
caso se está haciendo un aporte exhaustivo sobre el tema ni se está
incluyendo a todos los autores que han trabajado con la categoría de
paisaje; por el contrario, la extensión que se tiene para esbozar es-
tos temas requiere de un ejercicio de selección de posturas, autores
y áreas del conocimiento que han trabajado con ella como las que
se presentan en este aporte. Dejo para futuros trabajos la amplia-
ción de estas ideas y pongo a consideración esta contribución, con el
objetivo de que permita una reflexión amplia en el futuro que haga
posible profundizar sobre el tema.

1. El paisaje como promesa del paraíso en las religiones


La naturaleza que dominó a la humanidad al inicio de su desarrollo
fue por mucho tiempo un elemento que la gobernaba y la amenaza-
ba. Muchas culturas le dieron una dimensión misteriosa a su existen-
cia, misma que explicaron a partir de deidades que vivían fuera de
este mundo a quienes les daban la fuerza y el poder sobrehumano
que manifestaban. Si la naturaleza, en su existencia real, era amena-
zante, había que modificarla creando paisajes que contuvieran
las imágenes de los dioses que la crearon y que venían a la Tierra para
implorar su control y dominio. Así surgieron los jardines romanos
y griegos que, a través de esculturas de las divinidades, recreaban
espacios modificados que permitían escenificar los lugares en donde
podían habitar en este mundo, cambiando el carácter natural del me-
dio ambiente para convertirlo en un paraíso de los Dioses del Olimpo
o bien para representar el que a Adán y Eva les fue prometido como
paraíso en el cristianismo.

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 29


Las culturas del desierto también crearon su propia idea de paraí-
so a partir de la generación de jardines, como los de los persas y los
de Babilonia. Estos últimos fueron declarados Patrimonio de la Hu-
manidad a pesar de que algunos autores cuestionan aún su existen-
cia.2 Los jardines islámicos jugaban con las fuentes y la abundancia
de agua, que en la realidad les era escasa, para recrear espacios que
les permitieran contender con un paraíso de abundancia hídrica
que organizaba la forma de vivir de sultanes y clases altas.
El medioevo también tuvo su forma de organizar la naturaleza en
jardines y durante los siglos xvi al xix tuvieron dos formas en Euro-
pa: los que se vincularon con la meditación de los monjes (espacios
en donde las iglesias y monasterios preparaban a feligreses para
su contacto con Dios a través de generar una naturaleza alterada
y organizada que lo permitiera) y los jardines barrocos (laicos en
esencia, que servían de presentación de los castillos de la realeza y
que eran más organizados y tenían estructuras geométricas que los
contenían). Además, estos espacios tuvieron diferentes manifesta-
ciones de acuerdo con los países donde se ubicaban, destacando los
geométricos en Francia (como Versalles) y los ingleses, que se vincu-
laban con paisajes griegos y romanos en una naturaleza menos or-
ganizada y más natural, pero sin duda tocada y alterada por la mano
humana.
Ya en la modernidad del siglo xx, y perteneciente a esta visión
laica de los jardines, en algunas ciudades se desarrollaron proyectos
urbanos que eran integrados por extensiones amplias que alterna-
ban con las construcciones, lo que daba como resultado un paisaje

2 E. Kluckert, Grandes Jardines de Europa. Desde la antigüedad hasta nuestros días


(Colonia, Könemann, 2000).

Parte 1. Paisaje 30
natural que contrastaba con las ciudades industriales del siglo xix. Así
se contempla el desarrollo de Nueva York con el parque central, que
ahora es parte fundamental de la ciudad, y en México zonas como
Polanco y la colonia Hipódromo Condesa, basadas en la concepción
de ciudad jardín que cambia el paisaje de éstas y aun la fisonomía de
las urbes.

2. Los paisajes de la representación de la modernidad


El paso del oscurantismo del medioevo a la edad moderna del capi-
talismo generó cambios importantes en la forma como se percibió y
usó el paisaje en dos sentidos. Primero, la necesidad que generó el
despliegue de nuevos continentes y lugares a partir de las expedicio-
nes iniciadas en el siglo xv y xvi por América, Asia y África abrieron la
posibilidad de encontrar nuevos entornos con sus respectivos paisa-
jes que había que documentar.
La naturaleza encontrada abría un despliegue de paisajes cam-
biantes y diferentes a los conocidos en el viejo continente. De esta
manera, el desarrollo de la cartografía permitió representar en ma-
pas los descubrimientos y documentar los paisajes de las nuevas tie-
rras encontradas por los europeos. Cabe destacar que estos docu-
mentos poseen una expresión artística que nos remite al momento
cuando se hicieron. Es la representación de una naturaleza que se
estaba descubriendo para Europa y que aparecía en una nueva geo-
grafía que vincula el paisaje en su escala continental, o bien urbana
con el arte y la geografía.
Técnicamente, para hacer estos testimonios usaban tintas de
dibujo a mano, con lo cual presentaban las novedades de espacios
(nuevos en su momento), lo que habla también de la formación tan
amplia e integral que tenían los encargados. La característica fun-
damental era la unión de paisajes de lugares para muchos desco-

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 31


nocidos y la integración del límite continental o urbano, pero con el
contenido paisajístico de los aspectos que conjuntaban, mezclados
con decoraciones artísticas que se adherían al paisaje cartográfico o
físico que se estaba representando. La concepción de paisaje como
un espacio contenedor de recursos es fundamental para entender la
manera como se desarrollaban.
Este tipo de paisajes requeriría un estudio detallado de sus par-
ticularidades y de sus características, con el fin de documentar en
específico lo que se hacía en un momento de la historia de la huma-
nidad y la manera como se vinculó con una forma de hacer ciencia
de representación que utilizaba elementos artísticos relevantes para
su exposición.
El segundo cambio importante en la manera como se concibe el
paisaje en la modernidad se adscribe, de acuerdo con algunos es-
pecialistas en el tema,3 a su utilización como forma de representar
el desarrollo del capitalismo y la impronta que éste dejó en algunos
territorios: la necesidad de plasmarlo en lienzos impulsó el arte y la
pintura de los siglos xix y xx, incluyendo técnicas recién descubiertas,
predominando la laicidad (dejan de lado los temas religiosos o los de
la nobleza) y, sobre todo, destaca el hecho de que los paisajes podían
ser atrapados por la naturaleza misma. Así, aminoró la importancia
que tenía en la pintura la documentación de la vida interna de los
palacios y la iglesia, así como la cotidiana de las cortes y se privile-
giaron paisajes externos. Dependiendo de la corriente pictórica, se
incursionó en diferentes temáticas: el romanticismo de Blake y Tur-
ner nos llevan a los puertos y los barcos que surcaban los mares en

3 Nicolás Ortega, “Paisaje e identidad. La visión de Castilla como paisaje nacional


(1876-1936)”, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles 51 (2009).

Parte 1. Paisaje 32
el comercio internacional a partir de un uso de luces y sombras que
los destacaban; mientras el simbolismo permite ver la vida cotidiana
que Goya y Novalis muestran en sus obras.
Con el tiempo, el impresionismo permitió ver paisajes que repre-
sentaban riveras o ríos, como los de Monet y Manet; así como fábri-
cas con sus humaredas o ferrocarriles en movimiento, hasta llegar el
expresionismo que deconstruye los paisajes y permite representar-
los a la manera de Picasso y Klimt. Interpretar la realidad del mundo
a partir del paisaje exterior fue posible a partir de las innovaciones
tecnológicas que se produjeron en ese momento, ya que la pintura
se trasladó del taller al exterior cuando pudo ser almacenada en tu-
bos, lo que permitió que la figuración de la realidad fuera plasmada
en el lienzo in situ.4
A México llegó el paisajismo con Landesio, traído por Clavé (quien
fue el maestro de paisajistas mexicanos como José María Velasco).5
Esta vinculación entre paisaje y arte permitió documentar una gran
variedad y cantidad de cambios económicos y sociales que se pro-
dujeron durante el inicio del capitalismo en los países en donde se
desarrolló, y aun en otros que permanecían con cambios lentos y
poco perceptibles, pero en donde la naturaleza, las costumbres y las
condiciones en las que se desarrollaban, manifestaban diferencias
claras con la de los países industrializados. Las pinturas de Gauguin
en Tahití son un ejemplo claro de paisajes que eran documentados
mediante la pintura.

4 Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte (Madrid: Debate, 1998).


5 Blanca Rebeca Ramírez y Liliana López Levy, Espacio, paisaje, región, territorio y
lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo (México: unam/Instituto de
Geografía/Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Divisiones de CyAD
y csh, 2015), 205.

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 33


3. La ciencia moderna y el paisaje
Si la modernidad del capitalismo introdujo al paisaje en el arte, es
posible afirmar que también lo insertó en el mundo académico y en
el desarrollo innovador de las ciencias que nacían y se desarrollaban
en ese momento. Sin duda, el paisaje es una categoría moderna y es
la geografía quien le da importancia en un tránsito que va de Hum-
bolt, como instrumento de acercamiento a las nuevas tierras que se
conocían a partir de las expediciones y se aprendían a partir de sus
paisajes, hasta Vidal de la Blache, geógrafo francés que hace resur-
gir a la geografía regional y salva esta ciencia del fraccionamiento y
su posible desaparición a partir del surgimiento de otras ciencias6 a
principios del siglo xx.
Con la idea de que el paisaje refleja un orden en donde la natu-
raleza y la cultura quedan comprendidas, en el siglo xix se genera
una categoría unitaria e integradora de las combinaciones y de los
componentes que se presentan en el mundo. Por ello a éste se le
toma como un instrumento que se requería al momento de los des-
cubrimientos para poder sintetizarlos en paisajes o regiones. Desde
esta perspectiva y en este sentido, ambas categorías pueden ser con-
sideradas como sinónimos a pesar de su especificidad cuando se les
adscribe a la representación o al arte.
La dicotomía que existía entre la forma de la Tierra y sus condi-
ciones físico-geográficas analizadas por la escuela de Sauer7 y la de
Berkeley, con el énfasis en la cultura, quedan integradas a partir de la
unidad que tienen paisajes específicos. Éstos adquieren condiciones

6 Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, Informe de la Comisión Gulben-


kian para la reestructuración de las ciencias sociales (México: Siglo xxi/Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, unam, 1996).
7 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar, 205.

Parte 1. Paisaje 34
de homogeneidad relativa a su interior y se diferencian con otros a
partir de la noción integrada que les da estudiarlos en su forma apa-
rencial como paisajes. Desde esta perspectiva, los límites y diferen-
cias entre naturaleza y paisaje quedan poco claros y, en ocasiones, se
sobreponen al igual que el uso de las categorías de región y paisaje.
A pesar de la importancia que pudo tener el paisaje para integrar
las partes de la geografía que quedaron divididas entre la física y la
humana con la generación de ciencias nuevas y el fraccionamiento
del conocimiento, el uso de éste fue relegado y sustituido por el de re-
gión, debido a las críticas que se le hicieron a su carácter descriptivo y
por identificarlo más con la pintura y el arte que con la ciencia. Desde
entonces se inició una tendencia para trabajar como categorías sinó-
nimas paisaje, región o lugar, cometiendo un error teórico que es nece-
sario resolver pues no necesariamente refieren a lo mismo (tal como
se evidenció en el texto de Ramírez y López Levi ya mencionado).
En la actualidad se ha moderado su uso a partir de ciertas prácti-
cas que sirven para adentrarse en el conocimiento de algunos espa-
cios a través de cuatro visiones al interior de la academia y las cuales
usan el paisaje como elemento de integración y de definición. La pri-
mera reproduce la visión moderna tradicional en donde el elemento
de síntesis del conocimiento geográfico lleva al paisaje, en ocasiones,
a ser semejante a la geografía regional.8 La segunda es a partir de
la idea de flâneur, que arquitectos y diseñadores paisajistas utilizan
como técnica de acercamiento al espacio; al integrar el lugar en las
dimensiones que lo componen con el objetivo de construir, renovar

8 Manuel Mollá Ruiz-Gómez, “El paisaje visto desde la geografía regional. Un de-
safío”, en El espacio en las Ciencias Sociales. Geografía Interdisciplinariedad y
Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora: El Colegio de
Michoacán, 2013), 85-102.

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 35


o embellecer. Utilizan al paisaje como contexto para su acercamiento
al conocimiento del espacio o de su obra de transformación de éste.
La tercera es una propuesta que se hace desde la dimensión cultural
de la geografía en donde Nogué la usa como una forma de transfor-
mación del espacio o como apropiación de éste. La cuarta y última vi-
sión se enmarca en el giro culturalista y la sobre determinación cultu-
ral de los procesos que se originó con la posmodernidad,9 en donde
la categoría de paisaje adquiere nuevamente un impacto importante
sobre todo para definir las transformaciones culturales de la socie-
dad. Éste se define ahora como una imagen cultural y una forma de
representación y simbolización del entorno tal y como Crosgrove10
y otros autores lo han propuesto. Ello permite un movimiento de
la concepción natural y artística tradicional del paisaje a una que lo
considera como un símbolo o un texto, es decir lo que simboliza
o lo que se habla del paisaje tal y como lo hacen los posestructuralis-
tas, o bien como performance11 que se adscribe a las nuevas formas
de representación artística.

4. El paisaje en la sustentabilidad del siglo XXI


La cuarta forma que adopta el uso de la categoría de paisaje se con-
textualiza en el periodo de la ruptura de los paradigmas del siglo
xxi en donde éste, como naturaleza intacta o en proceso de ago-
tamiento, se ubica en una postura conservacionista de escasez en
donde es preciso racionalizar el uso de los recursos naturales para
mantenerlos para las generaciones del futuro. Así nace la utopía de

9 Joan Nogué, La construcción social del paisaje (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007).
10 D. Crosgrove, Social Formations and Symbolic Landscape (Madison: University of
Wisconsin Press, 1998).
11 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar, 205.

Parte 1. Paisaje 36
la sustentabilidad como un nuevo paradigma del desarrollo y de la
transformación del mundo que lo retoma como elemento de análi-
sis, planificación y organización para la sostenibilidad.12
Son varias las posturas que se adoptan en esta visión paisajística
tanto en los ámbitos urbanos como rurales: la de los paisajes rurales
sustentables que refieren al uso de agriculturas orgánicas y de todas
las prácticas que pudiesen deteriorar el medio ambiente generando
paisajes sustentables para el futuro; la de la ciudad que se convierte
en paisaje y es retomada por arquitectos y paisajistas con el fin de
pintar de verde a partir de la vegetación que se pueda insertar en
entornos específicos y otras acciones como captación de aguas plu-
viales, la generación de azoteas verdes que produzcan alimentos o
tengan recursos para mejorar la calidad del aire en las urbes y otras
que tienen en común la finalidad de que la ciudad pueda también ser
autosustentable y, de ser posible, autosuficiente.
A las anteriores hay que agregar otras como las de Florida13 sobre
la ciudad creativa. Ésta propone generar al interior de la urbe paisa-
jes diferenciados y con tecnologías alternas en renovaciones inmobi-
liarias y de elementos constructivos innovadores que los conviertan
en islas o enclaves urbanos de posmodernidad. Ahí comer, divertirse
y trabajar se organiza en formas que pueden ser identificadas como
paisajes especiales de homogeneidad relativa, diseñados para las
clases llamadas creativas. Estos espacios pueden ser identificados
claramente en el recorrer de la ciudad y se distinguen por el uso de
tecnologías alternas suponiendo con ello que tienden a fomentar la
sustentabilidad futura de la ciudad.

12 Blanca Rebeca Ramírez, “Procesos territoriales, escalas y utopías”, en Ciudades


(Puebla: Red Nacional de Investigación Urbana, 2003), 9-13.
13 Richard Florida, Las ciudades creativas (Barcelona: Paidós, 2009).

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 37


Por otra parte, el turismo puede generar también paisajes sus-
tentables a partir del uso racional de sus recursos, reproducción de
actividades tradicionales y zonas que pueden ser visitadas calcan-
do sus condiciones naturales como serían las que genera el turismo
ecológico, los paisajes para ascender o bien aquellos que pueden ser
visitados en sus condiciones naturales.
Por último, en la sustentabilidad se identifican también paisajes
que ponen en riesgo la reproducción futura de entornos urbanos y
rurales reconociendo las zonas de tiraderos de basura, la acumula-
ción de residuos en los mares, en las tierras que fueron agotadas por
una explotación excesiva o inapropiada y que adquieren condiciones
de diferenciación sobre otros entornos que las identifican como pai-
sajes. ¿Cómo pasan de ser paisajes a ser ecosistemas?, es una postu-
ra que se debe valorar y profundizar para definir las diferencias o las
similitudes que existen entre ambas categorías y, en su caso, si pue-
den ser tratadas como categorías sinónimas que hablen de procesos
similares o diferenciados.

Reflexiones finales
Como se puede apreciar en este recorrido sintético sobre la diversi-
dad de usos y orientaciones concretas a las que puede dar lugar el
uso de paisaje, la complejidad de su tratamiento y en ocasiones has-
ta las dificultades que existen para integrarlo adecuadamente en el
lenguaje (sea académico, artístico o de planificación) son temas que
requieren ser profundizados y trabajados en programas de estudio
o en investigaciones específicas. En ocasiones, al usar esta catego-
ría nos referimos a las condiciones de homogeneidad que presentan
los recursos y aspectos que conforman el medio ambiente, pero en
otras lo usamos para sintetizar elementos físicos con humanos que
son propios de una región o un lugar en específico que marcan dife-

Parte 1. Paisaje 38
rencias claras al interior del paisaje mismo o con otros. Sin embar-
go, puede ser también utilizado para integrar diferencias que se en-
cuentran en localizaciones semejantes, lo que facilita el tratamiento
a partir de la denominación de paisaje en lugar de referirnos a otras
categorías del análisis territorial.
El carácter diverso que tiene en las formas de utilización del
concepto más que facilitar su tratamiento lo complejiza, ya que es
necesario saber claramente desde dónde estamos usando la catego-
ría y para qué la requerimos. Esto con el fin de evitar idealizaciones
que lleven a pensar en el paisaje como una dimensión romántica del
medio ambiente como una naturaleza viviente e intacta que todavía
está en condiciones de explorar y explotar o hasta como dimensión
de relación con lugares que no existen en la Tierra y nos vinculan con
promesas de existencia en otros mundos.
La profundización del uso de paisaje como un elemento para la
planeación requiere de un tratamiento más profundo y especial ya
que en sí mismo pudiera hacer una contribución específica. Baste
decir, para los efectos de este trabajo, que en países como España
el paisaje juega un papel muy importante en la generación de polí-
ticas públicas que le dan una connotación social, pero también que
permite conocerlas y transformarlas.14 Esta visión ha generado en
España toda una corriente paisajística que sería necesario trabajar
aparte, ya que está influenciada de manera directa por las políticas
de la Comunidad Económica Europea y por la forma específica como
se adoptaron en este país. Asimismo, es preciso profundizar en la

14 Rafael Mata Olmo, “El paisaje, carácter y percepción social del territorio. Conoci-
miento, políticas públicas y experiencias”, en El espacio en las Ciencias Sociales.
Geografía Interdisciplinariedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín
Checa Artusu (Zamora: El Colegio de Michoacán, 2013), 593-618.

Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 39


manera como este concepto se ha desarrollado en México y ha sido
adoptado por algunas posturas teóricas, muy ligadas con la visión
moderna del mismo y de la corriente española que la promueve. Al-
gunos avances quedan manifiestos en los trabajos de Manuel Molla15
y de Nicolás Ortega,16 quienes han trabajado muy directamente con
El Colegio de Michoacán, ubicado en La Piedad, en el mismo estado.
Por último, mucho se habló en este texto del paisaje como una
forma de representación de la realidad del mundo natural y social
que es preciso integrar a partir de la descripción, análisis y hasta
evaluación de sus elementos y de las condicionantes que permiten
su reproducción y existencia. La necesidad de representar el espa-
cio exterior, de transformarlo y hacerlo bello y dejar plasmada esa
transformación y belleza es sin duda uno de los ejes centrales con
las cuales el paisaje sigue manteniendo su vigencia y primacía como
categoría de análisis para el manejo del espacio. Sin embargo, es pre-
ciso preguntar: ¿Por qué, para qué y para quiénes es importante la
representación y la transformación de cuáles paisajes? ¿Cómo les da-
mos un uso social más que individual e ideológico con proyectos que
mejoren las condiciones de vida de los habitantes? Estas preguntas
son de crucial importancia para transformar la descripción paisajís-
tica con la que se ha trabajado hasta el momento y convertirla en vi-
siones más analíticas que permitan hacer de ella un instrumento real

15 Manuel Molla, “El trabajo de los geógrafos en defensa del paisaje y en la prevención
de riesgos naturales”, en El espacio en las ciencias Sociales. Geografía Interdisci-
plinariedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora:
El Colegio de Michoacán, 2013), 233-251.
16 Nicolás Ortega, “Geografía e interdisciplinariedad: la valoración moderna del pai-
saje en España”, en El espacio en las Ciencias Sociales. Geografía Interdisciplina-
riedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora: El
Colegio de Michoacán, 2013), 127-231.

Parte 1. Paisaje 40
para la innovación social del futuro. La dejamos como un pendiente
para contribuciones posteriores sobre el tema.

Referencias bibliográficas
Checa-Artusu, Martín y Pere Sunyer Martín. El Paisaje: reflexiones y
métodos de análisis. México: Universidad Autónoma Metropolita-
na-Iztapalapa/Ediciones el Lirio, 2017.
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University of Wisconsin Press, 1998.
Florida, Richard. Las ciudades creativas. Barcelona: Paidós, 2009.
Frolova, M. “Los orígenes de la ciencia del paisaje en la geografía
rusa”. Scripta Nova, Revista electrónica de geografía y ciencias socia-
les 5 (2001): 79-104.
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Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje 43


Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México

Las bases conceptuales


del paisaje para una posible
ley en México

Martín Checa-Artasu
uam-Iztapalapa

¿Una ley del paisaje para México?


Preguntarse sobre si es necesaria o no una ley que permita que el
paisaje se convierta en una herramienta para la gestión territorial,
ambiental y para la protección de ciertos territorios por sus carac-
terísticas culturales no es un asunto baladí. No lo es por la serie de
acciones, estudios y reivindicaciones que desde distintos ámbitos,
tanto la universidad como la sociedad civil, se han dado sobre esa
necesidad en la última década. Acciones que pasan por la publica-
ción de varios libros, la celebración de jornadas y congresos y por
la publicación de numerosos artículos que sería prolijo mencionar
por la extensión pactada de este texto.1 Incluso, en cierto caso, algún
trabajo ya incide en la necesidad de esa relación entre el paisaje y

1 Sobre esta cuestión hablamos en: Martín M. Checa-Artasu, “Paisaje y políticas pú-
blicas en México. Una relación por resolver”, Nodo. Arquitectura. Ciudad. Medio
Ambiente 13, núm. 25 (2019); y con especial detalle en: Checa, “Un nuevo desper-
tar de la cultura del paisaje en México”, en Cultura del paisaje de Latinoamérica,
coord. Rubens Andrade (Río de Janeiro: Paisagens hibridas/Universidad Federal de
Rio de Janeiro, en prensa).

44
la legislación.2 También lo es por toda la serie de acciones desde la
sociedad civil, ya sea generando reflexiones y debates o por la defen-
sa de paisajes en ciudades como Ensenada, Chihuahua, Guanajuato,
Apaxco, etcétera.3
Como se ha indicado en otros trabajos, el paisaje apenas aparece
en el corpus jurídico mexicano.4 Se trata de apariciones puntuales,
marcadas más por la moda o por la cercanía hacia determinados
planteamientos de quienes son gestores de lo público que por una
real voluntad de incardinar el paisaje y sus utilidades en la gestión
territorial y ambiental. Un ejemplo de ello es la reciente considera-
ción de las unidades del paisaje en determinados documentos pro-
gramáticos generales y estratégicos de la Secretaria de Desarrollo
Territorial y Urbano (Sedatu). Una inserción que sólo asume para el
paisaje su consideración fisiográfica y a ratos como unidad ecológica,

2 Armando Alonso Navarrete y Martín M. Checa-Artasu, Legislación y paisaje. Un de-


bate abierto en México (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-
Azcapotzalco, 2020). Este libro coral fue premiado como el mejor trabajo teórico y
tuvo una mención honorífica en la IV Bienal Latinoamericana de paisaje 2020, lo
que refleja el interés general por concretar en algún momento la relación entre la
normatividad y las posibles utilidades del paisaje.
3 Martín M. Checa-Artasu, “En defensa del paisaje en México. Algunos ejemplos”, en
Paisaje y territorio. Articulaciones teóricas y empíricas, coords. M. Checa-Artasu
y P. Sunyer Martín (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana, Uni-
dad Iztapalapa: Editorial de Lirio, 2017).
4 Martín M. Checa-Artasu, “Oportunidades y carencias para una cultura del paisaje en
México. Algunas notas”, en Paisaje y territorio. Articulaciones teóricas y empíricas,
coords. M. Checa-Artasu, A. García Chiang, P. Soto Villagrán y P. Sunyer Martín
(Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/Tirant Lo
Blanch, 2014); Martín M. Checa-Artasu, “La cultura del paisaje en México: algunas
reflexiones”, Bitácora Arquitectura 26 (2013), 8-16, y Miguel Ángel Cancino, “¿Es
necesaria una ley sobre el paisaje en México? Problemas a enfrentar para su ade-
cuada legislación”, en Legislación y paisaje. Un debate abierto en México, coords.
Armando Alonso Navarrete y Martín Checa-Artasu (Ciudad de México: Universidad
Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, 2020).

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 45
omitiendo sus características antrópicas y, por ende, culturales.5 Una
inserción coyuntural que viene a aprovechar el potencial de la carto-
grafía automatizada ya generada por más de una década en México
y una línea de trabajo desarrollada por determinados investigadores
en el país apegados a la ecología del paisaje.6 En otros rubros, como
el territorial y el ambiental, la situación es más compleja. Por ejem-
plo, la principal ley ambiental de México, la Ley General del Equilibrio
Ecológico y la Protección del Ambiente (lgeepa), no menciona apenas
nada respecto al paisaje. Sin embargo, curiosamente es desde esa
misma ley donde el uso de éste como elemento de ordenamiento
puede tener visos de aplicación en México.7 Por un lado, a partir de
los ordenamientos ecológicos comunitarios, un mecanismo recogi-
do en esa ley, se puede plantear con un enfoque desde el paisaje, a
través de un análisis de unidades de éste. De esa forma se le incor-
pora como un componente más y de forma indirecta, y se anexa a
los principios etnoecológicos que deben considerarse para el desa-
rrollo de esas comunidades, como ya se ha hecho en algún caso.8

5 Sobre esto basta consultar la Estrategia Nacional de ordenamiento territorial 2020-2024


donde el paisaje sólo se menciona diez veces, con esas características mencionadas.
6 A. G. Priego Santander y M. A. Esteve Selma, “Análisis de la complejidad y hetero-
geneidad de los paisajes de México”, Papeles De Geografía, núm. 63 (2017): 7-20.
https://doi.org/10.6018/geografia/2017/259991.
7 José Juan González Márquez, Ana Laura Adán Reséndez y Ana María Pacheco Ruiz,
“La protección del paisaje a través del ordenamiento del territorio”, en Legislación
y paisaje. Un debate abierto en México, coord. Armando Alonso Navarrete y Martín
M. Checa-Artasu (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azca-
potzalco, 2020), 135-164.
8 A. Arreola (coord.), Ordenamiento territorial del municipio Calakmul, Campeche,
un estudio enfocado a las funciones del paisaje (Ciudad de México: Comisión Na-
cional de Áreas Naturales Protegidas, 2008); Alejandro Hernán Mendoza, “Análisis
del paisaje urbano como herramienta de ordenamiento territorial. Caso: Malinalco,
Estado de México” (tesis de licenciatura, Facultad de planeación urbana y regional,
Universidad Autónoma del Estado de México, 2015).

Parte 1. Paisaje 46
De igual forma, ha sido desde esa ley que se han generado los in-
tentos más serios hasta la fecha de introducir el paisaje en el pano-
rama legal estableciendo la existencia y protección de los llamados
paisajes bioculturales y como instrumento de gestión en las áreas
naturales protegidas.9
Muy reciente, a partir de la definición que del paisaje se hace en
la ley ambiental del estado de Baja California Sur,10 se ha presentado
una iniciativa para introducir en la Constitución de ese estado el dere-
cho al paisaje como uno más que debe ser considerado para el bien-
estar integral de la población y del territorio. Se trata de un intento
inédito y que con mucho supera, conceptualmente, lo que se ha he-
cho con relación al paisaje en México.11 Ésta es una superación que
se atreve a mostrar el paisaje como un elemento consustancial al
territorial y por tanto a preservarlo y gestionarlo para el bien común.
Ante este panorama, creemos que es necesaria una ley del paisaje
para México ante los excesos y el grave deterioro del territorio na-
cional en el último medio siglo. Una ley que, de lograrse, debería ser
considerada por varias secretarias de Estado y no sólo por una, dado
que el paisaje es un concepto transversal y vertebrador.

9 Martín M. Checa-Artasu, “Los paisajes bioculturales. ¿Una nueva oportunidad para


proteger y gestionar el paisaje en México?”, en Legislación y paisaje. Un debate
abierto en México, coord. Armando Alonso Navarrete y Martín M. Checa-Artasu
(Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, 2020).
10 Ley de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente del Estado de Baja California
Sur, Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Baja California Sur, 30 de noviembre
de 1991, reformada el 20 de julio de 2010. Esta legislación considera el paisaje como
objeto de protección del derecho y lo define tomando la definición del Convenio Eu-
ropeo del Paisaje. https://contraloria.bcs.gob.mx/wp-content/uploads/Ley-de-Equi
librio-Ecologico-y-Proteccion-al-Ambiente-del-Estado-de-Baja-California-Sur.pdf.
11 Ezequiel Lizalde, “Proponen que el paisaje sea un derecho humano”, Tribuna de
Los Cabos, 26 de agosto, 2020, https://tribunadeloscabos.com.mx/noticias/baja-
california-sur/proponen-que-el-paisaje-sea-un-derecho-humano-48306.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 47
Definiendo el paisaje
Ante lo arriba mencionado, y como agente activo desde casi una dé-
cada en esa preocupación por el paisaje, creo que es preciso reflexio-
nar sobre los elementos fundamentales que están contenidos en
el concepto de paisaje en vista a que sean considerados como las
bases conceptuales para una posible ley mexicana o, en todo caso,
para poderlo introducir de forma correcta en las normas existen-
tes. Ello es necesario dada la falta de conocimiento e interpretacio-
nes sesgadas que sobre el paisaje, como concepto, se observa en
distintos sectores profesionales como los abogados, urbanistas e in-
cluso arquitectos e ingenieros y expertos en patrimonio.
Creemos que es posible establecer las bases conceptuales a través
de alguna de las definiciones de paisaje que a la fecha tienen mayor
fortaleza, ya sea por su valor jurídico por su amplio consenso o por su
voluntad de integrar a las opiniones y voces de un amplio marco te-
rritorial. Las tres definiciones, que hemos escogido en este análisis, si
bien todas han tenido un notable proceso de discusión y un significati-
vo grado de consenso, no tienen la misma temporalidad. Al contrario,
muestran la lenta evolución que el paisaje como concepto e idea ha
tenido en los últimos 25 años. Ello se detecta por la progresiva intro-
ducción de más características para tener en cuenta en dicho concep-
to. A continuación, desgranamos cada una de esas tres definiciones:
La primera es la definición de paisajes terrestres y marítimos
protegidos entendidos como la quinta (V) categoría de área natural
protegida por la Unión Internacional de Conservación de la Naturale-
za (iucn, por sus siglas en inglés) donde éstos son:12

12 Adrian Phillips (ed.), Directrices de manejo para las áreas protegidas de la cate-
goría V de la uicn: Paisajes terrestres y marinos protegidos (Gland/Cambridge:
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, 2002), 5-7.

Parte 1. Paisaje 48
Un área protegida en la que la interacción entre los seres humanos y
la naturaleza ha producido un área de carácter distintivo con valores
ecológicos, biológicos, culturales y estéticos significativos, y en las que
salvaguardar la integridad de dicha interacción es vital para proteger y
mantener el área, la conservación de su naturaleza y otros valores.

La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, creada en


1948, es una institución internacional con cerca de 1 300 organizacio-
nes miembro, entre éstas Estados y agencias gubernamentales, pe-
queñas y grandes ong, agencias de desarrollo económico, institucio-
nes académicas y científicas, así como asociaciones empresariales.
Desde 2008, México está adherido como Estado miembro a través de
la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. También for-
man parte de la iucn 23 organizaciones no gubernamentales mexica-
nas y tres centros de investigación de dos universidades.13
La definición del paisaje de la iucn surge en 1994 debido a la reno-
vación y adecuación de las categorías de área natural protegida que
había diseñado la propia iucn en 1978. Se trata de una definición que
se debe posicionar en el marco de políticas públicas de conservación
de la naturaleza y que sólo considera paisaje aquello que está conte-
nido en un área natural.
Como ya mencionábamos, desde 2008 México es Estado miem-
bro de la iucn, por ello ha ido incorporando los presupuestos y pro-
puestas de esta entidad a las leyes nacionales en la medida de lo
posible. Este hecho ya sucedió en años precedentes, pues se adapta-
ron jurídicamente las características de las áreas naturales a proteger

13 Para conocer las entidades mexicanas que son miembros de la iucn consultar
https://www.iucn.org/es/quienes-son-nuestros-miembros.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 49
a las diseñadas por la iucn;14 con la salvedad de la categoría V, la de
paisajes terrestres y marítimos protegidos, que a la fecha aún no está
recogida en ninguna norma o ley mexicana. Por lo que ésta es una
oportunidad para insertar al paisaje en la normatividad, a pesar de
las limitaciones de esta definición y su antigüedad.
La segunda definición surge del Convenio Europeo del Paisaje que
determina que el paisaje es:15 “Cualquier parte del territorio, tal como
es percibida por las poblaciones, y cuyo carácter resulta de la acción
de factores naturales y humanos y de sus interrelaciones”.
El Convenio Europeo del Paisaje (cep) se firmó el 20 de octubre
de 2000 en Florencia y se ratificó en 2004. Éste, así como la defini-
ción de paisaje, surgen tras un largo debate de más de una década,
protagonizado por expertos de distintas áreas (derecho, geografía,
ordenamiento territorial, ecología, etcétera) a través de diversas reu-
niones y la elaboración de varios documentos programáticos. Nos
referimos a la Convención Benelux sobre la Conservación de la Natu-
raleza y la Protección del paisaje de 1982, la Carta del Paisaje medite-
rráneo de 1993, la Declaración de Cork “Hacia una política integrada
en el desarrollo rural” de 1996 y los Principios directrices para el de-
sarrollo territorial sostenible del continente europeo, acordados en

14 Esto se puede constatar con el Decreto por el que se reforma y adiciona diversas
disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente,
para fortalecer la certificación voluntaria de predios donde, entre otros, se modifica
el Artículo 46, adaptando el nombre y las características de las áreas naturales pro-
tegidas a los considerandos en esa cuestión de la iucn. Diario Oficial de la Federa-
ción, 16 de mayo, 2008, 5-7.
15 Council of Europe. European Landscape Convention. CETS, 176 (Dordrecht: CoE
Publications, 2000), 17.

Parte 1. Paisaje 50
Hannover en 2000.16 Hoy, el cep se ha convertido en marco normati-
vo orientativo para leyes nacionales y regionales en 37 países, adhe-
ridos al Consejo de Europa, mismos que han reconocido el convenio
y, en no pocos casos, ya han desarrollado leyes nacionales y subna-
cionales (provinciales, autonómicas, departamentales, etcétera) don-
de el paisaje es un elemento para el ordenamiento y la gestión del
territorio. Se trata, por tanto, de una definición que tiene una amplia
aplicación a nivel territorial además de tener, una consideración legal
ampliamente establecida. En este punto, hay que comentar que es
la única de las definiciones que usaremos en este trabajo que tiene
esa condición. Sin embargo, hay que mencionar que esta definición,
así como el propio cep, no se puede aplicar en términos jurídicos en
México. Ello no impide que pueda tomarse el propio convenio y esta
definición como ayuda para entender el propio concepto de paisaje y
sus posibles aplicaciones legales.
La tercera definición es la que nos presenta la Iniciativa Latinoa-
mericana del paisaje (lali), formalizada en 2012 que define al paisaje
como: “Un espacio/tiempo resultado de factores naturales y huma-
nos, tangibles e intangibles, que, al ser percibido y modelado por la
gente, refleja la diversidad de las culturas”.17
Tomando los propios considerandos de la Iniciativa Latinoameri-
cana del paisaje (lali) (2012), ésta es:18

16 Marina Frolova, “La evolución reciente de las políticas de paisaje en España y el


convenio europeo del paisaje”, Proyección 6 (2009): 11.
17 VV.AA. La Iniciativa Latinoamericana del paisaje (Medellín: The Latin American
Landscape Initiative [LALI], 2012), 9.
18 La Iniciativa Latinoamericana del paisaje, 12.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 51
[…] una declaración de principios éticos fundamentales para promover el
reconocimiento, la valoración, la protección, la gestión y la planificación
sostenible del paisaje latinoamericano, mediante la adopción de conve-
nios que reconozcan la diversidad y los valores locales, nacionales y re-
gionales, tanto tangibles e intangibles del paisaje, así como los principios
y procesos pertinentes para salvaguardarlo.

La lali surge de una serie de discusiones en el marco de la Internatio-


nal Federation of Landscape Architects (ifla) en 2006. Cuatro años más
tarde, en el congreso mundial de ifla en Suzhóu (China), en octubre de
2010, éstas se formalizarán con la petición de aval a la Unesco para la
creación de un convenio internacional del paisaje. Este hecho derivará
en toda una serie de reuniones académicas convocadas por la Unesco
y la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas (ifla) y será en
el capítulo de América de esta organización, y en especial por el interés
destacado de los representantes de los países latinoamericanos, que
éstos desarrollen una declaratoria específica para la región.
lali toma como referentes el Convenio Europeo del paisaje y la
Declaración de Florencia sobre el Paisaje, del 21 de septiembre de
2012 en el 40 Aniversario de la Convención de Patrimonio Mundial
de la Unesco. Cabe decir que el texto programático de lali, así como
la definición, se formalizaron en agosto de 2012 en Medellín, Colombia.
Ésta fue una declaración de intenciones emanada desde la sociedad
civil organizada de varios países latinoamericanos, con especial pre-
sencia de asociaciones de arquitectos del paisaje y de la ifla. Sus con-
tinuas reuniones y su impulso han servido para sumar a la iniciativa
toda una serie de cartas del paisaje en distintos países latinoameri-
canos (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecua-
dor, México, Perú, Uruguay y Venezuela) y para potenciar, en algunos

Parte 1. Paisaje 52
casos, debates en torno a la creación de legislación en algún país
latinoamericano a través de diferentes nodos jurídicos propiciados
desde esta normativa.19
A pesar de lo novedoso de la lali y de su voluntad de cubrir un
amplio marco territorial, en los países latinoamericanos no tiene una
validez legal que la acredite como tratado internacional y, por tanto,
su aplicabilidad jurídica es nula. Sin embargo, dado el amplio con-
senso, derivado de su gestación, de la definición y el hecho que Mé-
xico se enmarque en ese marco territorial, se trata de una definición
a tener muy en cuenta. Más ahora que esa misma definición se ha
articulado en el Convenio Latinoamericano del paisaje, instrumento
creado por la propia lali con el ánimo de convertirse una carta orien-
tativa internacional.

Los elementos claves para las bases conceptuales del paisaje


Del somero análisis realizado en torno a las tres definiciones pre-
sentadas se desprende una serie de elementos clave propios del
concepto de paisaje que, a nuestro entender, deberían ser estima-
dos en un proceso de establecimiento de bases normativas para
éste. De alguna manera, éstos buscarían superar las dificultades in-
herentes a este concepto que han inhibido su presencia en la legis-
lación mexicana. 20 Así, a nuestro entender cualquier uso del paisaje

19 Es el caso, por ejemplo, del anteproyecto de ley de protección, gestión y ordena-


miento del paisaje propuesto por Red Argentina del Paisaje. Consultable en http://
www.redargentinadelpaisaje.com/index.php?b=y.
20 L. Martín-Retortillo Baquer, “Problemas jurídicos del paisaje”, Argensola: Revista
de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses 85 (1978): 27.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 53
desde el derecho y vinculado a alguna ley debe tener en cuenta las
características que enunciamos enseguida.

La percepción clave para que exista el paisaje


La primera se refiere al carácter primordial que tiene la percepción,
pues a través de ésta el hombre conecta lo que percibe con los senti-
dos (el paisaje) con el espacio geográfico, que puede haber sido apro-
piado por él o por otros y que calificamos como territorio según el cep,
o espacio/ tiempo, según la definición de la lali. A partir de este hecho,
tan simple y a la vez, tan humano, el paisaje deviene en un concep-
to que nos ayuda a tratar de comprender el entorno que nos rodea,
convertido en una especie de escena con la que podemos interactuar.
Es precisamente en este punto, el de la comprensión del paisaje,
donde se da un ejercicio que a través de los múltiples mecanismos
de la percepción humana revela la riqueza de posibilidades y matices
que permite una lectura del paisaje. El hecho de comprenderlo va
más allá de lo que percibimos en primera instancia. Se busca enten-
der la real estructura de lo que percibimos de determinada manera
según nuestros conocimientos y experiencia y también, en una suer-
te de fenomenología, nos permite tomar conciencia de nuestra es-
pacialidad, asombrarnos por la belleza o la fealdad de lo que vemos
o incitarnos a la contemplación extasiada o a la denuncia más acre
ante la naturaleza más o menos modificada por el hombre.
Como se ve, el papel del hombre a partir de la percepción y de
la comprensión es determinante, tanto es así que sin él no existe el
paisaje.21 De ello deriva que este último deba ser considerado una

21 Eugenio Turri, Il paesaggio come teatro (Padua: Marsilio, 1998), 14.

Parte 1. Paisaje 54
conceptualización plenamente humana, anclada, muy probablemen-
te, en el proceso de evolución del hombre que atendía a su compor-
tamiento respecto al medio geográfico que le rodeaba y que hoy ha
devenido un orden inteligible que puede ser comprendido, interpre-
tado y también comunicado.22

El paisaje es escena e interacción


Un segundo aspecto inherente al paisaje que se desprende de al me-
nos dos de las definiciones analizadas (cep y lali) y se vislumbra en
la de la iucn es su carácter dual.23 El paisaje se construye en torno a
la dualidad: impronta y matriz o si se quiere: escena e interacción.
Así, el paisaje, debido a su carácter de constructo humano, permite
conectar la escena (lo que percibimos) con la acción (lo que se ha
construido) de forma inminente, directa y usando la racionalidad y el
discernimiento. Ello hace que el paisaje sirva para interpretar el en-
torno en el que vivimos y establecer con él interacciones y vínculos.
Precisamente, la dualidad del paisaje tiene otra característica, pro-
bablemente, una de las más importantes, que algunos autores llaman:
materialidad del paisaje.24 Se trata ésta de un concepto que no es otra

22 Juan Vicente Caballero Sánchez, “Los valores paisajísticos. Elementos para la ar-
ticulación entre teoría e interpretación del paisaje”, Cuadernos Geográficos 51
(2012): 246.
23 Augustin Berque, Ecoumène. Introduction à l’étude des milieux humains (París:
Editions Belin, 2000), 147 y 153.
24 Rafael Mata Olmo, “El paisaje, patrimonio y recurso para el desarrollo territorial
sostenible. Conocimiento y acción pública”, Arbor 184, núm. 729 (2008): 155; Ser-
gio Zubelzu Mínguez y Fernando Allende Álvarez, “El concepto de paisaje y sus ele-
mentos constituyentes: requisitos para la adecuada gestión del recurso y adaptación
de los instrumentos legales en España”, Cuadernos de Geografía, Revista Colom-
biana de Geografía 4, núm. 1 (2015): 155-172.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 55
cosa que los elementos tangibles e intangibles y las relaciones que se
observan en la comprensión del paisaje y de los valores que subyacen
en esas relaciones. Así, por un lado, el paisaje deviene un elemento
tangible cuando descubrimos, inmersos en él, los usos del espacio
geográfico desde una perspectiva abiótica, biótica y antrópica; usos
que son resultado de las dinámicas propias de la población que ha-
bita ese espacio. Así también se disciernen las experiencias sociales
y culturales marcadas por la historia o los procesos socioeconómicos
de todo tipo que ha sufrido ese espacio. Todo ello convierte al paisaje
en una construcción social y en una proyección cultural de quien lo
habita y lo vive de forma cotidiana y que descubrimos quienes
lo observamos.25
Por otro lado, la intangibilidad del paisaje, lo que no se ve pero
está ahí, y que es el resultado de la interrelación del hombre con
el espacio geográfico, también convierte al paisaje en una construc-
ción social y un producto cultural, pues lo conecta inevitablemente,
a conceptos tales como: poder, identidad, clase, género y etnicidad
que revelan significados, símbolos, ideologías y representaciones
de los distintos grupos sociales con relación a un espacio geográ-
fico que analizamos desde el paisaje. 26 Es desde la intangibilidad
del paisaje que podemos acercarnos a las características políti-
cas de éste, que son los efectos y las representaciones ideológicas

25 Joan Nogué i Font, “Paisaje, territorio y sociedad civil”, en Retorno al paisaje. El saber
filosófico, cultural y científico del paisaje en España, eds. J. Mateu Bellés y M. Nieto
Salvatierra (Valencia: evren, Evaluación de Recursos Naturales, S.A. 2008), 226.
26 Joan Nogué i Font, “El paisaje como constructo social”, en La construcción social
del paisaje, ed. Joan Nogué (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007), 12.

Parte 1. Paisaje 56
de determinadas dinámicas sociopolíticas y culturales que, refleja-
das en el paisaje, se dan en los espacios geográficos. 27
En un primer nivel analítico de esas características políticas hay
que decir que el paisaje puede tener distintas funciones, usos y has-
ta diferentes entendimientos conceptuales dependiendo si lo anali-
za un artista plástico, un urbanista, un ingeniero o un ecólogo.28 Se
trata pues de conocimientos distintos, percepciones diferenciadas y,
por ende, asignación de valores al paisaje diversos. Algunas de esas
actividades profesionales tienden a propiciar y fortalecer una mirada
política del paisaje. Nos referimos en concreto a aquellas activida-
des que se basan en la intervención en el espacio geográfico como
el urbanismo, la arquitectura, la ingeniería o incluso la geografía y
los estudios ambientales. Así, en tiempos relativamente recientes, en
aquellos países donde existen leyes que dan protagonismo al paisa-
je, ya sea en la ordenación del territorio o en la gestión de éste vemos
el desarrollo de políticas públicas que no son otra cosa que acciones
concretas que valorizan y dan uso al concepto del paisaje.
Un segundo nivel de análisis en relación con las características
políticas del paisaje proviene de una rica reflexión intelectual surgida
en el mundo anglosajón a mediados de la década de los ochenta del
pasado siglo en respuesta a un hartazgo hacia las posiciones propias
de un racionalismo antropocéntrico y las consecuencias de éste. Una
nutrida bibliografía y varios autores aparecen como referentes de

27 Kathryn Moore, “Is landscape philosophy?”, en Is landscape? Essays on the iden-


tity of landscape, eds. G. Doherty y Ch. Waldheim (Oxon/Nueva York: Routledge,
2016), 291.
28 Gareth Doherty y Charles Waldheim, “What is landscape? “, en Is landscape? Es-
says on the identity of landscape, eds. Gareth Doherty y Charles Waldheim (Oxon/
Nueva York: Routledge, 2016), 12.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 57
esas posiciones y nos acercan a toda la serie de componentes políti-
cos que se atisban a través de aquello que expresa lo intangible del
paisaje: ideología, significados, representaciones, grupos hegemóni-
cos, identidad, etcétera. Hay otro orden político, relacionado con lo
mencionado, que nos alerta que tras el paisaje hay una organización
política con sus normas y reglas que se refleja en éste, convirtiendo
el análisis del paisaje en un ejercicio de política activa.29

El paisaje es evolutivo
A partir de la definición de la lali debemos considerar una caracte-
rística del paisaje a tenerse en cuenta en un proceso de objetivación
jurídica: es evolutivo y ello puede considerarse como una serie de
sucesiones donde se identifican los cambios que se pueden observar
en él. Efectivamente, el tiempo es un factor de acumulación de esos
elementos tangibles e intangibles que dejan rastros en el espacio
geográfico reflejado en el paisaje.30 No se trata de una acumulación
sin más. Esos elementos dotan de identidad propia a ese paisaje y
marcan la continuidad de cómo se ha dado la relación del hombre
con el medio natural.

El paisaje integra hombre y naturaleza


De todas las definiciones que hemos considerado se desprende que
el paisaje es un concepto analítico de la realidad; un análisis que ade-

29 Don Mitchell, “New Axioms for Reading the Landscape: Paying Attention to Politi-
cal Economy and Social Justice”, en Political Economies of Landscape Change, eds.
J. L. Wescoat y D. M. Johnston D. (Londres: Springer, 2008), 32-33.
30 Andrés Guhl, “Paisajes como elemento de análisis del pasado, presente y futuro de
la relación entre la sociedad y su entorno”, en Apuntes de 80 ambientalistas colom-
bianos, ed. M. Marino (Bogotá: Colegio Verde de Villa de Leyva, 2008), 338.

Parte 1. Paisaje 58
más conlleva una capacidad muy significativa: el paisaje permite inte-
grar hombre y naturaleza, rompiendo así, una dicotomía anclada en
el racionalismo mecanicista. Esta cualidad del paisaje es primordial
para revalorizarlo, pues así se convierte en un elemento que fortale-
ce el discurso de integración del hombre en los procesos naturales
que reclaman los nuevos planteamientos derivados de la ecología
política y que derivan en un nuevo humanismo que busca alternati-
vas a un sistema con altas tasas de deterioro ambiental y proclive a
la deshumanización. Esa misma característica explicaría el papel del
paisaje como baremo de calidad de vida y bienestar que numerosos
estudios ya documentan fehacientemente.31 De igual forma, al aten-
der a la capacidad del paisaje de integrar hombre y naturaleza lo
convierte en una construcción social, donde ambos elementos están
entrelazados expresando una variedad de resultados tan rica como
las posibles relaciones que se dan entre ellos.

El paisaje como bien común


Numerosos estudios, surgidos al calor del Convenio Europeo del pai-
saje, posicionan con cierta claridad al paisaje como un bien común
en tanto un recurso social y cultural poseído por un colectivo huma-
no que ve en él valores tangibles e intangibles asociados con relacio-
nes sociales y políticas construidas a lo largo de tiempo.32 El hecho

31 C. Ward-Thompson, “Linking landscape and health: The recurring theme”, Landsca-


pe and Urban Planning 99, núms. 3-4 (2011): 187-195; Laura Menatti y Antonio Ca-
sado da Rocha, “Landscape and Health: Connecting psychology, aesthetics, and phi-
losophy through the concept of affordance”, Frontiers in psychology 7 (2016): 1-17.
32 Sobre este asunto ver: Martín M. Checa-Artasu, “El paisaje como bien común y como
un derecho, Algunas reflexiones”, Biblio3W, Revista Bibliográfica de Geografía y
Ciencias Sociales XXIII, núm. 1251 (2018), http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1251.pdf.

Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 59
de que un colectivo amplio, como una sociedad o una comunidad, lo
pueda considerar como propio promueve y obliga a un uso equitati-
vo para todos, probablemente gestionado por la comunidad que lo
considera como suyo. De esta forma, cumple con una de las princi-
pales características de un bien común, que sólo lo es si un colectivo
lo considera como suyo. El paisaje, además, cumple otras característi-
cas para ser bien común: es insustituible y es, también, multifacético,
tanto como ejercicio de percepción como de interpretación, lo que
conlleva que cualquier hombre puede percibir el paisaje porque es
intrínseco a la naturaleza humana. De esa consideración de bien co-
mún se desprende la posibilidad de que el paisaje sea considerado
como un derecho humano capaz de potencializar el cumplimiento de
otros como los derechos al agua, a un medio ambiente saludable, a la
justicia ambiental y espacial, a la vivienda, al aire, a la salud, etcétera.

Conclusiones
En estas breves líneas hemos desgranado las bases conceptuales
para entender qué es el paisaje y en especial para considerarlas en
el caso de que éste forme parte de una norma o de una ley. Como
se ve, dichas bases superan con mucho la mirada decimonónica y ci-
catera que todavía impera en el contexto mexicano donde el paisaje
es sólo lo bello. Superan también la mirada sesgada, excluyente y,
hegemónica impuesta por la Unesco a través del concepto de los pai-
sajes culturales, creados por expertos pero que anulan la amplitud de
miradas que éste tiene como elemento referencial de territorios com-
plejos con necesidades concretas y que en muchos casos han sido o
están siendo agredidos. Pensamos que una nueva mirada al paisaje
se hace necesaria en el contexto mexicano, dado que el paisaje es
contenedor de valores y puede ser una herramienta para denunciar
los conflictos ambientales y generar mejores políticas territoriales. Un

Parte 1. Paisaje 60
contenedor de valores que alumbra una serie de conceptos medu-
lares para tener en cuenta por los legisladores y decisores legales,
como lo señalamos en estas líneas, como un ejercicio más de difusión
social y de interlocución política a hacer desde la academia.

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Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 65
Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana

Aportes a la
conceptualización del paisaje
desde la movilización ciudadana

Francisco Javier de la Torre Galindo


uam-Azcapotzalco

Introducción
En los últimos años, las discusiones sobre lo urbano han recuperado
la idea del derecho a la ciudad que Lefebvre1 propuso cinco décadas
atrás y que distintos autores2 han retomado para conceptualizar de
distintas maneras las reivindicaciones de movimientos urbanos. No
obstante, otras posturas críticas3 advierten sobre los usos del con-
cepto que llegan a vaciarlo para convertirlo en solamente un eslo-
gan. Aunque no se ha logrado un consenso sobre su definición, el
derecho a la ciudad ha funcionado como bisagra entre los derechos

1 Henri Lefebvre, Le droit à la ville (París : Editions Anthropos, 2009).


2 David Harvey, Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana
(Madrid: Ediciones Akal, 2013); Jordi Borja, Revolución urbana y derechos ciuda-
danos (Madrid: Alianza, 2013); Miguel Ángel Ramírez Zaragoza, coord., El derecho
a la ciudad en la Ciudad de México. Aportes para su debate en el siglo xxi (México:
Colofón, 2017).
3 Manuel Delgado, El espacio público como ideología (Madrid: La Catarata, 2011). Ma-
nuel Delgado, “Elogio y rescate de Henri Lefebvre. La usurpación de ‘El derecho a la ciu-
dad’ por las nuevas políticas urbanas”, El País, https://elpais.com/elpais/2018/03/16/
seres_urbanos/1521194122_492095.html?id_externo_rsoc=TW_CC.

66
humanos y la producción de nuevos derechos en el ámbito urbano.
El derecho al paisaje es uno de ellos.
Este texto no plantea profundizar en los procesos de construcción
conceptual del derecho al paisaje –que se encuentran en sus prime-
ras fases–, pero sí se propone abonar a la comprensión compleja de
una categoría que ha sido desdibujada por su uso dominante en dos
ámbitos: el creativo, de diseño y arte, y el técnico-planificador. Para
ambos, el paisaje parece agotarse en elementos físicos que pueden
ser moldeados o delimitados por sus funciones.
Sin embargo, la categoría de paisaje y su más reciente bandera (el
derecho al paisaje) reflejan que estamos en un momento de reapro-
piación y, por lo tanto, de reconceptualización. A diferencia de otras
categorías que son concebidas exclusivamente desde la teoría, pare-
cería que el paisaje comienza a recibir aportaciones desde la acción co-
lectiva que opera la diversidad de nuevas movilizaciones ciudadanas
en la ciudad. Dos asuntos se deben destacar de esto. El primero es
que la aparición de movilizaciones ciudadanas es consecuencia de la
reproducción de problemáticas que alimentan los procesos y las for-
mas de la desigualdad. Entonces, las aportaciones al paisaje vienen
desde contextos de tensión y conflicto que tienen lugar en la ciudad.
El segundo asunto se refiere a la heterogeneidad en el uso de paisa-
je desde la diversidad de reivindicaciones. Es decir, el paisaje, como
cualquier otra categoría que aparece con fuerza en los debates, es
reapropiado por distintas posturas, actores y situaciones.
De esta forma, el interés de este ensayo parte de la pregunta
¿quién habla de paisaje y cómo lo hace? Para dotar de elementos a la
respuesta, el objetivo es identificar los aportes a la conceptualización
del paisaje que se están generando desde las movilizaciones ciuda-
danas vigentes en la Ciudad de México.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 67


El texto se estructura en tres partes. En la primera se plantean
dos pistas sobre la reciente disputa por el paisaje a partir de insu-
mos mediáticos de actores no críticos de la realidad. El propósito de
esta sección es incluir en la revisión al paisaje las posturas flexibles
que lo utilizan para ocultar otros intereses. La segunda realiza una
aproximación a los debates teóricos del paisaje. Se destacan cuatro
enfoques (artístico, geográfico, normativo y político) que abonan a
la complejidad de su conceptualización en la actualidad. Para cerrar
este texto, la tercera parte contextualiza brevemente el proceso
urbano de la Ciudad de México, sus avances e impactos negativos
que generan la aparición de movimientos ciudadanos. Estos actores,
desde sus acciones, capacidades y formas de acción política, colocan
tres aportes a esta compleja conceptualización del paisaje que per-
manece abierta.

Primera parte: dos pistas sobre la disputa por el paisaje


El paisaje parece ser también un proceso comunicativo que logra
configuraciones dominantes de acuerdo con la hegemonía de ciertos
mensajes. Este dominio no está libre de contradicciones y esta pri-
mera parte del texto tiene el propósito de mostrar algunas de ellas a
partir de dos pistas sobre la disputa por el paisaje.

Primera pista: los vaivenes de la defensa del paisaje


Durante la primera mitad del año 2016, el espacio escultórico de la
Ciudad Universitaria (cu) de la Universidad Nacional Autónoma de
México (unam) fue el centro de una discusión mediática sobre el pai-
saje. Distintas voces reaccionaban ante la nueva presencia del edifi-
cio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; entre ellas estaba
la del arquitecto Teodoro González de León quien expresaba:

Parte 1. Paisaje 68
[…] me atrevo a suponer que más allá de la “inconsciencia” de quienes
diseñaron y construyeron este triste edificio, hubo mala fe, pues aprove-
charon la ambigüedad técnica del llamado “plan estratégico de desarro-
llo de la unam”, que no es un plan; mucho menos es estratégico y ha sido
utilizado para avalar que el edificio está dentro de la “normativa”.4

González no sólo calificaba la intención de quienes promovieron la


construcción de aquel edificio, sino que valoraba el papel del marco
normativo y sus instrumentos que, desde su perspectiva, avalaban
la irrupción de un artefacto con pocas cualidades y con importante
impacto sobre el paisaje. El arquitecto declaraba que:

Es todo naturaleza. Se creció un edificio blanco, tonto, mal diseñado, co-


rrientemente diseñado, y se levantó allí atrás, tapando la vista que se
tenía de los volcanes, los cuales no aparecen siempre, pero cuando lo
hacen es glorioso; y ahora no, se acabó.5

Distintos medios reproducían el descontento sobre el edificio H y


la exigencia por demoler al menos algunos pisos. En la revista Ar-
quine, el movimiento Salvemos el Espacio Escultórico exigía “la de-
molición de los cuatro niveles superiores del nuevo edificio, una
solución que, aunque pueda parecer radical es la única manera de
restaurar la integridad de la obra artística, en la que el paisaje […] es

4 Nicolás Vázquez, “Gallina ciega”, Portavoz, 24 de febrero, 2016, http://portavoz.tv/


espacio-escultorico-edificio-h/.
5 Ángel Vargas, “El edificio H de Ciencias Políticas debe ser demolido, opina González
de León”, La Jornada, 4 de marzo, 2016, https://www.jornada.com.mx/2016/03/
04/cultura/a06n1cul.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 69


Imagen 1. Espacio escultórico y los artefactos irruptores 1.
Fuente: fotografía del autor, 25 de abril de 2019.

parte integral”.6 El Economista y Mural abrieron espacio al reclamo;


en el primero se decía que “el edificio H afecta el paisaje artístico”,7
el segundo comunicaba que “sectores de la comunidad artística e
intelectual denunciaron férreamente el daño visual, demandan-
do la demolición total o parcial del Edificio H”.8 Incluso Proceso dio
voz a los reclamantes, quienes afirmaban que “sí invade, a pesar de
la distancia de aproximadamente 300 metros, la percepción visual
y emocional que provoca la espléndida obra de arte paisajístico”.9

6 Arquine, “En defensa del Espacio Escultórico”, Arquine, 2 de febrero, 2016, https://
www.arquine.com/en-defensa-del-espacio-escultorico/.
7 Vicente Gutiérrez, “No hay escapatoria, hay que demoler el edificio en la unam”, El
Economista, 22 de febrero, 2016, https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/
No-hay-escapatoria-hay-que-demoler-el-edificio-en-la-UNAM-20160222-0032.
html.
8 Francisco Morales, “Salva la UNAM… pero al edificio H”, Reforma, 1 de julio de 2016.
https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=882961&md5
=ab6bfb8455ab6eed0e9257f156ce3001&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe.
9 Blanca González Rosas, “El ‘edificio H’ y el desamparo del Espacio escultórico”, Pro-
ceso, 15 de mayo, 2016, https://www.proceso.com.mx/440594/desamparo-del-
espacio-escultorico.

Parte 1. Paisaje 70
Imagen 2. Espacio escultórico y los artefactos irruptores 2.
Fuente: fotografía del autor, 25 de abril de 2019.

Dos testimonios más señalan con claridad el enfoque sobre el paisaje


de este movimiento. En The New York Times, Pedro Reyes aseguraba
que “no se puede mover la lava, no puedes mover el paisaje. Tienes que
mover el edificio”.10
Sin embargo, con los días el reclamo cedió y poco a poco han apa-
recido otros artefactos arquitectónicos que se suman a la transforma-
ción de las visuales del Espacio Escultórico. La imagen 1 permite ver
uno de los edificios que el aprovechamiento de intensidades está im-
pulsando en la zona colindante a cu de los Pedregales de Coyoacán. En
un giro de 180°, la imagen 2 permite ver que esos artefactos también
se reproducen por la Avenida Insurgentes y, desde ahí, van quedando
como elementos de la nueva configuración del espacio escultórico.
Nada de esto generó reclamos de los personajes antes señala-
dos. Tal vez el mismo Teodoro González permite comprender que

10 Victoria Burnett, “Un edificio ensombrece el Espacio Escultórico de la unam en Ciu-


dad de México”, The New York Times, https://www.nytimes.com/es/2016/06/02/
un-edificio-amenaza-el-espacio-escultorico-de-la-unam-en-ciudad-de-mexico/.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 71


Imagen 3. La gran irrupción.
Fuente: fotografía del autor, 28 de julio de 2016.

la defensa del paisaje está determinada por cómo se entiende o se


conceptualiza. Tres décadas atrás, las torres de Arcos Bosques (de su
autoría) se impusieron sobre el paisaje cooperativista de Palo Alto.
Esta vez no se trató de un daño a las visuales de un espacio, sino a la
forma de vida de un grupo social que ha sido uno de los principales
ejemplos de producción social del hábitat.
Paradójicamente, González señaló de forma acertada que se trata
de la mala fe de quienes aprovechan la ambigüedad técnica y norma-
tiva en beneficio de sus propios intereses. Su torre Manacar de 2018
aprovechó –se podría decir, de mala fe– la normativa que le permitió
acceder a una intensidad de alto impacto en la zona de Mixcoac.
Así, el paisaje, desde estos vaivenes, se puede entender como un
asunto multidimensional porque involucra materialidad, intencio-
nalidad, progresividad o movimiento. Depende del observador y su
localización y postura ante lo observado. Pero domina la idea de pai-
saje como componente artístico, captado desde la percepción visual
y emocional, porque el paisaje es inmóvil y natural.

Parte 1. Paisaje 72
Segunda pista: el paisaje de la mercadotecnia inmobiliaria
Uno de los actores preponderantes en la más reciente fase de la ur-
banización de la Ciudad de México es el desarrollador inmobiliario el
cual, en realidad, se refiere a la articulación de distintos actores como
promotores, diseñadores, constructores, inversores, gestores, con-
sultores, así como legisladores, asesores y demás funcionarios. La
publicidad de algunos de estos actores permite interpretar no sola-
mente su idea de paisaje, sino sus usos. La siguiente tabla recupera
fragmentos del discurso mercadotécnico de los inmobiliarios.

Tabla 1. El paisaje de los inmobiliarios

Tipo
Actor Discurso
de actor

La arquitectura vertical es la materialización de


querer alcanzar el cielo. Es una estructura que va
hacia arriba y lleva consigo un sentido de comuni-
dad, de jardines flotantes, ventanales continuos y
espacios abiertos donde la luz del sol se instala en
cada esquina del lugar, permitiendo una completa
Be Grand Inmobiliaria unión entre lo urbano, lo tecnológico y lo natural.
Lo más interesante es que dentro de una ciudad
como la nuestra, este modelo de arquitectura es el
más viable debido a que no se invade más terreno
de la superficie, sino que todo el complejo se eleva.
Esto hace que se preserven las áreas verdes, y se
creen otras en las alturas.

Mítikah es un proyecto integral que busca armoni-


zar su entorno y mejorar la calidad de vida de las
Proyecto
Mítikah comunidades aledañas. El proyecto está encami-
inmobiliario
nado a mejorar el entorno priorizando el tránsito
peatonal de manera ágil y seguro.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 73


Tipo
Actor Discurso
de actor

Sobre el proyecto Rubén Darío 225 (residencial,


115,000 m2). El concepto arquitectónico principal
se rige en la relación con el Bosque de Chapultepec
logrando una extensión del mismo donde el am-
biente se transporta e integra a lo largo de las ex-
tensas terrazas y jardines privados incorporando
las tres fachadas principales. Este concepto otorga
Sordo Diseñador y un efecto de unidad y continuidad con el contexto,
Madaleno desarrollador así como de extrema armonía.
Arquitectos inmobiliario La segunda zona de áreas públicas se ubica en
el tercer nivel general con vista directa al Castillo de
Chapultepec a la altura de la copa de los árboles […].
El proyecto logra su eje rector con una integración
amable al contexto generando una plaza de acceso
al conjunto remetiendo sus límites y brindando un
espacio urbano amplio donde se distribuyen los
accesos tanto vehiculares como peatonales.

Fuente: elaboración del autor con base en sitios web de los actores.11

Estos tres fragmentos evidencian cinco aspectos del paisaje inmobilia-


rio: 1) la penetración del discurso global sobre la ciudad compacta y la
redensificación, en la escala local; 2) la invisibilización del proceso de
exclusión por medio de los beneficios de la tecnología, la localización
y las vistas; 3) lo sustentable y lo sostenible se vacían de contenido por
la etiqueta “verde” que elimina las condiciones socioambientales; 4) se
simula una preocupación por el entorno y la comunidad aledaña, por
lo peatonal y la seguridad; 5) se vuelve a valorizar lo privado sobre lo
público, aunque este último es aprovechado como insumo de venta.

11 Be Grand, https://begrand.mx/completeliving/que-es-la-arquitectura-vertical/; Mí-


tikah, http://www.mitikah.com.mx/galeria-exteriores.html; Sordo Madaleno Arqui-
tectos, http://www.sordomadaleno.com/es/.

Parte 1. Paisaje 74
Tabla 2. El paisaje de los fideicomisos inmobiliarios

Tipo de
Actor Discurso
actor

El proyecto Parque Las Antenas refuerza el enfoque


estratégico de Fibra Danhos en la Zona Metropoli-
tana de la Ciudad de México, que es el mercado más
Fideicomiso de grande del país. El proyecto está ubicado en los lími-
Fibra
Infraestructura tes de las delegaciones Iztapalapa y Xochimilco don-
Danhos
y Bienes Raíces de existe una alta densidad poblacional, así como
una falta de opciones comerciales y de entreteni-
miento de calidad, abriendo una gran oportunidad
para capturar la demanda de la zona.

funo no realiza actividades que requieran el despla-


zamiento ni reubicación de comunidades. A la fecha
tampoco hemos adquirido propiedades que estu-
vieran ocupadas por grupos indígenas. Reconoce-
Fideicomiso de
mos que en México ocurre que grupos indígenas o
funo Infraestructura
mujeres pueden no tener reconocido legalmente su
y Bienes Raíces
derecho al uso de ciertas propiedades, pero que sus
tradiciones y costumbres lo validan. En caso de que
ello sucediera, funo está abierto al diálogo y comuni-
cación entre las partes involucradas.

Fuente: elaboración del autor con base en sitios web de los actores.12

Desde los fideicomisos se interpretan dos matices extremos sobre


los cinco aspectos del paisaje inmobiliario. El primer matiz es una cla-
ra declaración de la búsqueda de mercado y de ganancia. Desde ese
enfoque, las distintas zonas de la ciudad y sus habitantes son vistos
solamente como consumidores en potencia, eliminando todo rastro

12 Fibra Danhos, http://www.fibradanhos.com.mx/detalle-portafolio/8; funo, http://


funo.mx/esg/creando-comunidades-sostenibles/impactos-en-las-comunidades.php.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 75


de los procesos sociohistóricos de las comunidades. El segundo matiz
se refiere al intento por esconder los impactos de las intervenciones
inmobiliarias que no es posible sostener más por la multiplicación de
evidencias de los procesos de degradación, desplazamiento, despojo
y segregación que una amplia gama de movilizaciones ciudadanas
han denunciado en los primeros años de este siglo xxi.
De esta forma, el paisaje se comprende como un discurso flexible a
los intereses de quienes lo promueven, incluso sin necesidad de que
se demuestre coherencia con sus acciones. En este uso del paisaje
los componentes naturales y artificiales se utilizan de acuerdo con los
fines de quien emite el discurso, además de buscar la generación de
emociones aspiracionales que distinguen, al mismo tiempo de frag-
mentar y segregar. Así, las condiciones deficitarias de la ciudad son
propicias para estos discursos de reconstrucción del paisaje.

Segunda parte: algunos abordajes a la


disputa por el paisaje desde la teoría
Una revisión a las discusiones teóricas sobre el paisaje, que no in-
tenta ser exhaustiva, permitió identificar cuatro distintos enfoques:
desde el arte, la geografía, lo normativo y lo político.
Desde el foco del arte, Cresswell13 dice que el paisaje se ha enten-
dido como “porción de superficie vista desde un paraje o sitio par-
ticular”. Entre las cuatro formas de utilizar el paisaje que Ramírez y
López14 han identificado, está la del despliegue de paisajes desde la
pintura del realismo y el impresionismo en los albores del capitalis-

13 Blanca Rebeca Ramírez Velázquez y Liliana López Levi, Espacio, paisaje, región,
territorio y lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo (México: Insti-
tuto de Geografía/unam/uam, 2015), 65.
14 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar.

Parte 1. Paisaje 76
mo.15 Las autoras destacan que, desde las artes, el paisaje se compren-
día por su dimensión material y las emociones de cada momento.
Desde la discusión geográfica, el paisaje ha pasado por distintos
debates a lo largo del siglo xx. Schlüter, Passarge, Sauer y Brunhes lo
definieron “como una configuración […] resultante de la articulación
espacial de los elementos existentes en la superficie terrestre; […]
no es objeto sino expresión de algo que subyace”.16 En específico, Sauer
define al paisaje como forma de la tierra que depende de elemen-
tos físicos y culturales.17 Por su lado, Hartshorne, desde principios
de siglo xx, manifestaba las dos líneas de estudio: “la diferenciación
territorial o regional de la superficie terrestre”, y la “expresión del
ecosistema humano” como “relaciones entre hombre y su medio”.18
Si bien, a mediados del siglo xx el paisaje es desterrado de la geogra-
fía, su retorno estuvo enmarcado por el enfoque de sistemas19 y la per-
cepción de condiciones de un lugar y sus procesos particulares a través
de la dimensión cultural-simbólica.20 Así, Troll veía al paisaje como una
estructura perceptible de relaciones en el medio ambiente que puede
ser interpretada de forma global como en unidades y subunidades, y,

15 Las otras tres formas que señalan son: 1) manera como la humanidad cambia lo na-
tural del medio a paraíso; 2) la ciencia y la geografía integran al paisaje para analizar
consecuencias del capitalismo (nuevos continentes=recursos ilimitados); 3) subje-
tividad por el giro cultural, sustentabilidad, paisaje como instrumento de preserva-
ción de la naturaleza. Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar.
16 Arturo García Romero y Julio Muñoz Jiménez, El paisaje en el ámbito de la geogra-
fía (México: Instituto de Geografía, unam, 2001), 85-86.
17 Liliana López Levi y Blanca Rebeca Ramírez Velázquez, “Pensar el espacio: región,
paisaje, territorio y lugar en las ciencias sociales”, en Explorando territorios. Una
visión desde las ciencias sociales, ed. María Eugenia Reyes Ramos y Álvaro F. López
Lara (México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2012), 21-48.
18 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía, 86.
19 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía, 86.
20 López y Ramírez, “Pensar el espacio”.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 77


en la década de 1970, Rimbert afirma que el paisaje se recupera por la
condición de degradación ambiental.21
Con Nogué llega la idea del paisaje como producto social, es de-
cir, “resultado de la transformación colectiva de la naturaleza y como
proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado”. Se
trata de “centros de significación y de símbolos, que expresan pensa-
mientos, ideas y emociones”, son “miradas que son construidas y res-
ponden a una ideología de determinada forma de apropiación del es-
pacio”, por lo que “existen formas de paisaje múltiples, simultáneas,
diferentes y […] en competencia”.22 Aunque Bertrad23 afirma que la
geografía actual entiende al paisaje como estructura perceptible a
distintas escalas que varía en el tiempo y vincula elementos físicos,
bióticos y antrópicos, otros afirman que la novedad en el paisaje es
su carácter no objetual.24
Desde lo normativo y operativo, Delgadillo25 comenta que el paisa-
je ha sido utilizado como instrumento para la defensa de lo histórico
urbano ante el embate inmobiliario, aunque en realidad se ha trata-
do de un uso ambiguo, neutro y despolitizado del concepto. García y
Muñoz26 recuerdan que la utilidad del paisaje radica en su capacidad
de síntesis e integralidad, así como en la conformación de escena-
rios percibidos ante la complejidad medioambiental, es decir, puede
expresar la situación del territorio en cierto momento y el estado

21 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía.


22 López y Ramírez, “Pensar el espacio”, 36.
23 Citado en García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía.
24 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía.
25 Víctor Delgadillo, “Paisaje urbano histórico: (in)utilidad de un concepto de moda”,
Ciudades 120 (2018).
26 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía.

Parte 1. Paisaje 78
de las relaciones de sus componentes. No obstante, advierten los mis-
mos autores, el paisaje así entendido, expresa solamente una de las
partes de la realidad ya que depende de lo geográfico tanto como de
la interpretación individual o social que conduce a valoraciones par-
ciales.27 Así, Ramírez y López afirman que el paisaje se utiliza como
“integración de medio ambiente con procesos sociales”, como instru-
mento para planeación y ordenamiento, así como en diseño urbano-
arquitectónico y como componente de la sustentabilidad.28
Desde lo político, el paisaje se ha construido como producción
cultural, como contestación al poder político, pero también como es-
trategia de invisibilización de actores y prácticas, como forma de per-
suadir y difundir mensajes subliminales.29 Dice Lopes de Souza que
el paisaje es una representación visual que puede generar procesos
de mistificación, distorsión u ocultamiento de la realidad, es decir,
más que escenario para la vida, funciona como cortina que esconde
luchas, realizaciones y accidentes, y naturaliza relaciones sociales y
económicas que son contingentes.30 Así, el autor advierte que por su
condición de apariencia, es saludable desconfiar del paisaje y prefe-
rir la interpretación de las “relaciones entre forma y contenido, apa-
riencia y esencia”.31 En el mismo sentido, López y Ramírez señalan la
importancia de “identificar los espacios otros, aquellos que no han

27 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía.


28 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar, 97.
29 Marcelo Lopes de Souza, Os conceitos fundamentais da pesquisa sócio-espacial
(Río de Janeiro: Editora Bertrand Brasil Ltda), 2013.
30 Lopes, Os conceitos fundamentais.
31 Lopes, Os conceitos fundamentais, 49.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 79


Imagen 4. Paisaje disputado en la comuna Estación Central de Santiago.
Fuente: fotografía del autor, octubre de 2018.

sido reconocidos ni vistos”, entre ellos los de la “construcción social


de los paisajes a través del conflicto social y político”.32
Los cuatro enfoques sobre el paisaje refieren a una disputa por
su comprensión y su uso entre los objetos y las percepciones, entre
lo material y lo inmaterial, entre lo estable y lo procesual, entre lo
pasivo y lo activo, así como entre lo naturalizado y lo politizado. La
imagen anterior sintetiza estas disputas con la tensión entre dos ex-
presiones de hacer y habitar ciudad.
De esta forma, hablar de paisaje implica hablar de un construc-
to cultural y subjetivo;33 de un escenario producto de memoria y

32 López y Ramírez, “Pensar el espacio”, 37.


33 Lopes, Os conceitos fundamentais.

Parte 1. Paisaje 80
materialidad,34 de forma, apariencia, contenido y representación en
consonancia o en contradicción porque el paisaje revela y, al mismo
tiempo, encubre. Está vinculado con prácticas de significación,35 con
expresión simbólica de valores, comportamientos sociales y acciones
individuales que se realizan en un lugar.36 La ciudad como paisaje ex-
presa las formas de consumo, la relación dialéctica entre lo social y
lo físico, pero sobre todo implica la diversidad de significaciones que
pueden conducir al conflicto.37
Santos recuerda la vinculación del paisaje con la visión y aclara que
esta última depende de su localización porque desde ahí se definen
las escalas y las formas que la percepción (proceso selectivo de apre-
hensión) elige.38 La realidad, entonces, se diversifica a través de las
percepciones de las personas. En este sentido, Santos39 declara que el
paisaje urbano es el de mayor heterogeneidad por su diversidad de
tipos y niveles de producción. Así, el autor aclara que el paisaje se cons-
truye permanentemente por incrementos y sustituciones que cada
momento define, aunque lo global ha logrado subordinar lo local.

Tercera parte: tres aportes a la


conceptualización desde la movilización ciudadana
Acercarse a la conceptualización del paisaje que hacen las moviliza-
ciones ciudadanas en la Ciudad de México requiere reconocer algu-
nas de las características del contexto más reciente de la capital del

34 Citado en Lopes, Os conceitos fundamentais.


35 López y Ramírez, “Pensar el espacio”.
36 Michael Pacione, Urban Geography. A Global Perspective (Abingdon: Routledge, 2005).
37 Pacione, Urban Geography.
38 Milton Santos, Metamorfosis del espacio habitado (Barcelona: Oikos-tau, 1995).
39 Santos, Metamorfosis del espacio habitado.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 81


país. Un primer aspecto es el avance que ha logrado la democracia
electoral de la ciudad, pues desde 1997 vuelve a elegir a sus repre-
sentantes. Un aspecto vinculado con el anterior es la producción y
adaptación de un marco normativo amplio y en especial sobre la pla-
neación, lo urbano y la participación. Otro más es la presencia que
ha logrado el enfoque de derechos humanos que ha posicionado
a la ciudad en la vanguardia con relación al resto del país. La cuarta
vertiente es la reciente Constitución Política de la Ciudad de Méxi-
co que ha desatado una interesante serie de debates alrededor del
diseño de las iniciativas de sus leyes secundarias. Y un quinto tema
es transversal a los cuatro anteriores y se coloca como la contrapar-
te porque se refiere a la entrega progresiva de las determinaciones
sobre la ciudad al capital privado por medio de discursos globa-
les y vacíos.
Esta contradicción entre los primeros cuatro aspectos y el quin-
to está materializando la transformación de la ciudad a través de la
apropiación privada de sus posibilidades y capacidades desde el di-
seño de la política pública y sus instrumentos. Aunque el gobierno
actual (2018-2024) intenta reducir este impacto, las dinámicas y las
tendencias siguen su curso, los impactos se siguen reproduciendo y
las consecuencias se expresan en despojo, desplazamiento y frag-
mentación. Más que una condición física, esto se consolida de ma-
nera veloz como un escenario propicio para la reproducción de la
violencia y, por lo tanto, de la inseguridad.
Se trata de la degradación o desvanecimiento de lo público por
los vínculos entre los intereses privados y el aparato gubernamental
(ejecutivo, legislativo y judicial). Lo público se convierte en objeto de
intercambio mediante negociaciones ocultas y privadas. Sin embar-
go, lo público no puede ser objeto de privatización en su totalidad;

Parte 1. Paisaje 82
las múltiples reacciones ciudadanas continúan apareciendo ante los
embates de la urbanización capitalista, y su lucha es por redefinir el
problema público para transformar las políticas públicas.
El acercamiento a algunas de estas expresiones actuales de
movimientos ciudadanos permite identificar la complejidad de sus
configuraciones sociales y territoriales, así como la diversidad de
capacidades que desarrollan. 40 De estas últimas se destacan tres:
1) su construcción del conocimiento pasa por procesos de concep-
tualización con lo que le dan sentido a categorías como desigual-
dad, ciudad neoliberal, espacio público, derecho a la ciudad, coo-
perativismo, segregación y disputa urbana; 2) su acción implica el
acomodo o rediseño de metodologías que parten de procesos de
reconocimiento de casos y sus problematizaciones específicas y con-
juntas, para incluir la dimensión de las escalas, procesos cartográ-
ficos, diagnósticos, estrategias y propuestas que se concentran en
la idea de la investigación-acción (una versión actual de la consigna
“protesta con propuesta”), y 3) insisten en la apertura de espacios
de vinculación entre actores como organizaciones civiles, universi-
dades y otros grupos, con lo que proponen la construcción de una
agenda colectiva.
Estas capacidades se desarrollan en tiempos y espacios diferentes
de acuerdo con las formas de acción política ciudadana de que se tra-
te.41 Se pueden identificar cinco de estas formas: 1) el comunitarismo

40 Francisco Javier De la Torre Galindo, Blanca Rebeca Ramírez Velázquez y Rafael


Mora López, “Conceptos y debates sobre la segregación y la disputa urbana”, Revista
Investigación y Diseño núm. 5 (2020).
41 Francisco Javier de la Torre Galindo, “Aproximación a formas ciudadanas que re-
formulan lo público urbano de la Ciudad de México”, Anuario de Espacios Urbanos,
Historia, Cultura y Diseño (México: uam, 2019).

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 83


y cooperativismo desde el hábitat popular; 2) la formulación y apro-
piación de políticas públicas; 3) las reacciones vecinales a los proce-
sos de desplazamiento y segregación; 4) el not in my back yard de las
clases altas, y 5) el recurso ciudadano de la planificación urbana.
Este contexto contradictorio, la pérdida de lo público, su expre-
sión en el proceso urbano, y las capacidades y formas políticas de
las movilizaciones ciudadanas, dejan, al menos, los siguientes tres
aportes a la conceptualización del paisaje.

Primer aporte: la apropiación del proceso


La acción de las movilizaciones ciudadanas parte del reconocimiento
de la realidad como proceso que requiere la detección de sus actores
y sus impactos en la transformación del paisaje urbano, así como
la comprensión de las dimensiones social, cultural y ambiental, en la
determinación de lo político y jurídico, y viceversa. De acuerdo con ca-
da ubicación espaciotemporal de cada movimiento, se producen con-
ceptos, discursos, aspiraciones, demandas y reivindicaciones con lo
que operan estrategias de defensa y reacción.
Problematizar implica que reconocen la tensión, el conflicto y la
disputa en y por la ciudad, ante lo cual transforman espacios en lu-
gares públicos donde las particularidades se vinculan con las gene-
ralidades, es decir, se posibilita la construcción de lazos y redes para
reimaginar el proceso (la realidad) desde lo colectivo. Así, apropiarse
del proceso implica apropiarse de los lugares.

Segundo aporte: participar como actor en la disputa


Los movimientos ciudadanos reconocen al territorio como parte del
proceso que depende de apropiaciones subjetivas y objetivas en dis-
puta permanente y a distintas escalas. Entonces, la disputa es un espa-

Parte 1. Paisaje 84
cio que les permite colocarse como un actor que aspira a determinar
la redefinición de fronteras físicas y simbólicas que se conforman en la
tensión sostenida entre distantes proyectos de habitar la ciudad.
Aunque la disputa por la ciudad no es un fenómeno reciente, el
siglo xxi representa un giro radical en ella por su aceleramiento. Las
asimetrías y los despojos se vuelven exponenciales y se reflejan en
la apropiación simbólica y física de los lugares desde la escala global
y su configuración local. Se trata de un despojo material y, principal-
mente, histórico en la producción de lugares la cual lleva a los movi-
mientos a renovar sus formas y alcances más allá de la calle.

Tercer aporte: el relugarizar


A pesar de su reproducción, los movimientos reconocen que la pér-
dida del territorio y el desmoronamiento de los lugares avanzan sin
tregua. No obstante, esta condición es la misma que le otorga sen-
tido a su estrategia de hacer resurgir un saber-hacer el lugar desde
abajo y desde donde visibilizan aquello que oculta el proyecto y dis-
curso dominante.42 Ahí, en el lugar, importa lo cotidiano, lo inmedia-
to, la otredad y lo común.
El lugar así reproducido toma forma a partir de la manifestación
y la protesta con la mezcla de técnicas tradicionales como la toma
de espacios y las asambleas, técnicas de corte comunitario y festivo,
así como tecnología como el uso de redes sociales y otras técnicas,
metodologías y software que les permite sostener su acción en un
mundo cambiante.

42 Raquel Rolnik, La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda


en la era de las finanzas. Santiago: lom, 2017.

Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 85


Desde estas tres aportaciones, el paisaje se entiende como la es-
trategia sociopolítica que deja improntas tangibles e intangibles en la
memoria del territorio que está en disputa.

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Parte 1. Paisaje 86
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Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana 87


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Parte 1. Paisaje 88
Parte 2
Ordenamiento

E sta parte integra dos trabajos fundamentales desde el punto de


vista teórico y de la política sobre el ordenamiento territorial en
México. “Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México”
presenta antecedentes y características actuales de la política regio-
nal y el ordenamiento territorial impulsados por el gobierno federal
con fines de promover el desarrollo nacional y de las entidades fe-
derativas. Es un recorrido teórico que permite visualizar y compren-
der las relaciones entre el marco político-económico y las políticas
en México. “Contenido y alcance de la estrategia nacional de orde-
namiento territorial” establece la relación entre el ordenamiento y
el desarrollo territorial en la Estrategia Nacional de Ordenamiento
Territorial (enot) en el México actual y bajo la Cuarta Transformación.

89
Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial

Desarrollo regional
y ordenamiento territorial
en México. Instrumentos
de política territorial

Javier Delgadillo Macías


crim, unam

Introducción
El marco institucional de la planeación en México considera al orde-
namiento territorial como un instrumento cuyo fin es otorgar validez
y certeza a la voluntad racional que busca garantizar el equilibrio en-
tre los diversos intereses de los actores locales y regionales. De ahí
deriva la dimensión que convierte al ordenamiento territorial en un
concepto operativo que tiene plena expresión en la planeación terri-
torial como una búsqueda constante por un mejor aprovechamiento
del espacio físico y habitado.
En México el ordenamiento es competencia de dos ámbitos ins-
titucionales. En su vertiente territorial la competencia está asignada
a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu),
organismo que lo concibe como un proceso y un método a la vez,
cuya gestión permite orientar la evolución espacial del desarrollo
económico y social, y promover los establecimientos de nuevas re-
laciones funcionales entre regiones, pueblos y ciudades, así como
entre los espacios urbanos y rurales. La ordenación del territorio

Parte 2. Ordenamiento 90
también hace posible una visión coherente de largo plazo para guiar
la intervención pública y privada en el proceso de desarrollo local,
regional y nacional. La otra vertiente es la ambiental y ecológica cuya
competencia recae en la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat) con la responsabilidad de diseñar y operar los
ordenamientos ecológicos territoriales y las reglamentaciones en
materia ambiental. Basa su aplicación en el enfoque de procesos so-
cioambientales en el sentido de entender al territorio en dos dimen-
siones: como soporte biofísico donde se llevan a cabo actividades y
procesos socioeconómicos en combinación con los recursos existen-
tes, y como un recurso material que favorece el desarrollo territorial
y el de las comunidades que lo habitan.
La vertiente orientada hacia la planeación urbano-territorial, des-
de donde se desprenden los Programas Estatales de Ordenamiento
Territorial (peot), basa su operación en la Ley General de Asenta-
mientos Humanos promulgada en 19761 y en la nueva ley publicada
en 2016.2 La vertiente dirigida a la aplicación de la política ambien-
tal, cuyo instrumento principal son los Programas de Ordenamiento
Ecológico del Territorio (poet), se fundamenta en la Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente de 1988.3
El poet y el peot constituyen los dos instrumentos fundamentales
del ordenamiento territorial como instrumento de política pública.

1 Ley General de Asentamientos Humanos, Diario Oficial de la Federación, 26 de


mayo, 1976.
2 Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo
Urbano, Diario Oficial de la Federación, 28 de noviembre de 2016. Texto vigente.
Última reforma publicada dof, 06 de enero, 2020.
3 Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (lgpeepa), Diario
Oficial de la Federación, 28 de enero de 1988. Texto vigente. Última reforma publi-
cada dof, 05 de junio, 2018.

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 91


Al igual que en diversos países, el planteamiento inicial de estable-
cer un proceso de ordenación del territorio se basó en las directri-
ces generales enmarcadas en la Declaración de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, en Estocolmo
durante 1972. 4 En dicha Conferencia, el ordenamiento del territorio se
concebía como una estrategia integral, ya que comprendía la planifi-
cación y regulación en sus territorios de las actividades productivas,
la conservación de los recursos naturales y la mejora de la calidad de
vida de la población. En México, a partir de ese momento y a contra-
corriente, se diseñan e instrumentan políticas que en la acción son
contrarias al espíritu de integralidad que el ordenamiento territorial
supone; miran al territorio separado del medio ambiente y de los
subsistemas ecológicos del país, más como políticas sectoriales de
ordenamiento. Autores como Pablo Wong consideran que la estra-
tegia de Ordenamiento Territorial debe acercarse a la noción de De-
sarrollo Regional Sustentable, al procurar integrar conjuntamente las
dimensiones económica, social y ambiental.5 Por su parte, Antonio
Azuela ha señalado con insistencia que el ordenamiento territorial
se visualiza más como un instrumento administrativo que como una
herramienta de planificación del desarrollo.6 Otros autores como Pe-

4 Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales/Instituto Nacio­nal de Ecología


(Semarnat/ine). Manual del proceso de ordenamien­to ecológico (México: Secreta-
ría de Medio Ambiente y Recursos Naturales/Instituto Nacional de Ecología, 2006).
5 P. Wong, “Ordenamiento ecológico y ordenamiento territorial: retos para la gestión
del desarrollo regional sustentable en el siglo xxi”, Revista Estudios Sociales, núme-
ro especial (2010).
6 A. Azuela, “Distancias y disonancias del ordenamiento territorial en la legislación
mexicana”, en Política territorial en México. Hacia un modelo de desarrollo basado
en el territorio, coord. Javier Delgadillo M. (México: Secretaría de Desarrollo Social/
Instituto de Investigaciones Económicas, unam/Plaza y Valdés, 2009), 509-535; A.
Azuela, coord., El ordenamiento ecológico del territorio en México: génesis y pers-
pectivas (México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2007).

Parte 2. Ordenamiento 92
reira, Adame, Rosete y Alvarado, señalan que el ordenamiento terri-
torial se supedita a los programas de gobierno como un mecanismo
para el control administrativo del territorio en lugar de servir como
base para construir los programas de gobierno.7
No obstante que ambas políticas (la territorial y la ambiental) han
sido impulsadas a través del diseño de instrumentos adecuados a
cada uno de sus objetivos (en el primer caso, planes de desarro-
llo urbano y municipal y ordenamientos territoriales; en el segundo,
ordenamientos ecológico-territoriales), no existe en la práctica una
articulación entre dichos instrumentos, y de manera muy reducida
entre los distintos niveles de gobierno para la coordinación de las
políticas; de la misma forma, se carece de mecanismos ad hoc para
lograr su adecuada gestión.8 9
Esta ausencia de un sistema de ordenamiento territorial explícito,
que debiera ser integrado mediante un mando único, origina un excesi-
vo énfasis sectorial de las políticas de planeación, si bien territorialmen-
te focalizadas, con una clara descoordinación interinstitucional que ca-
racteriza al modelo de desarrollo y ordenamiento territorial en México.
No obstante, hay que señalar que en materia de planeación regional
se tienen resultados diversos emanados de esfuerzos propios de los
niveles estatales de gobierno y, en algunos casos, de consorcios munici-
pales que han promovido acciones de carácter mesorregional exitosos.

7 A. Pereira, S. Adame, F. A. Rosete y A. R. Alvarado, “Construcción metodológica de


un modelo de ordenamiento territorial para América Latina”. Revista RA XIMHAI
14, núm. 1 (2018): 127-147.
8 M. T. Sánchez, J. M. Casado y G. Bocco, “La política de ordenamiento territorial en
México: de la teoría a la práctica. Reflexiones sobre sus avances y retos a futuro”, en
La política de ordenamiento territorial en México: de la teoría a la práctica, coord.
M. T. Sánchez, G. Bocco y J. M. Casado (México: unam/Semarnat/inecc, 2013).
9 -

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 93


Sistema territorial/social

Políticas
e instituciones Mercado

Ordenamiento territorial

(Asentamientos humanos,
desarrollo urbano y política social)

Sedatu, Sedesol

Ordenamiento Ordenamiento de la
ecológico actividad económica

(Recursos naturales (Sectores productivos)


y política ambiental)
se, Sagarpa, Sectur,
Semarnat Sener, shcp

Sistema Sistema económico


natural/ambiental

Infraestructura Agentes sociales

Figura 1. Orientación funcional de la política de ordenamiento territorial en México, 2018.


Fuente: adaptado y actualizado de Pablo Wong.9

Antecedentes del desarrollo


regional y el ordenamiento territorial
En el ámbito de la planeación regional el ordenamiento territorial es
considerado como disciplina relativamente reciente y sujeta a diver-
sas interpretaciones. Algunas de las más avanzadas trascienden el

9 Wong. “Ordenamiento ecológico y ordenamiento territorial”.

Parte 2. Ordenamiento 94
sentido meramente ocupacional u organizacional de la población
y de sus actividades en el territorio, como aparentemente se despren-
dería del concepto en su acepción literal, ya que intervienen intere-
ses económicos y/o políticos que no siempre están en consonancia
con los intereses ciudadanos ni del cuidado del medio ambiente.
El ordenamiento territorial se convierte en un concepto operativo
cuando se liga a los procesos de planeación; por lo contrario, la falta
de planeación se traduce en anarquía territorial, mala utilización de
los recursos e ignorancia de sus potencialidades de aprovechamien-
to. Es una expresión espacial de las políticas económicas, sociales, cul-
turales y ambientales de la sociedad, y su dimensión abarca diversos
usos: como disciplina científica, como un instrumento de gestión y ad-
ministración y, de manera preponderante, como una política precon-
cebida que incorpora un enfoque multidisciplinario, global e integral.
También tiene una connotación funcional y prospectiva, siendo sus
objetivos el desarrollo socioeconómico equilibrado de las regiones, la
mejora de la calidad de vida, la gestión responsable de los recursos
naturales, la protección del medio ambiente y la utilización coherente
del territorio; tareas todas ellas de contenido eminentemente político.
Se parte de la idea de que el territorio deberá tener usos alternati-
vos generando criterios que permitan establecer cuáles son los más
adecuados, previa existencia de un poder político capaz de llevar a la
práctica las decisiones tomadas. Visto así, el ordenamiento territorial
es un instrumento dirigido a adaptar, acondicionar o innovar proce-
sos en el territorio y dar solución adecuada de sus múltiples necesi-
dades, además de considerar los vínculos con procesos externos y
aquellos derivados de la globalización y que inciden en cada lugar.
Pero el ordenamiento territorial no sólo debe ser concebido como
un instrumento técnico que se utiliza para contrarrestar el “desorden
espacial”, ya que para corregir los desequilibrios también se requiere

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 95


ubicarlos en perspectivas más amplias y multidimensionales, con un
enfoque territorial y no sólo sectorial, e incorporar en los procesos
una amplia dosis de congruencia con la vocación de cada región, de
la distribución territorial de los recursos humanos, naturales y ener-
géticos, y de las expresiones culturales y de tradiciones locales, junto
a las oportunidades que ofrecen los mercados internacionales. En-
tonces el ordenamiento territorial es un sistema operativo de la pla-
nificación territorial que, como lo señala Joaquín Farinós:

[…] se relaciona estrechamente con un amplio abanico de políticas loca-


les, regionales, nacionales y comunitarias, y de entre ellas especialmente
las de desarrollo regional, de urbanismo y vivienda, y de infraestructu-
ras. Sin embargo, todavía siguen predominando los enfoques, intereses
y competencias sectoriales sobre las horizontales/territoriales. Dado que
el espacio, suelo o territorio, es un bien limitado y su ordenación y uso
condiciona las posibilidades de desarrollo futuro, debe procurarse una
coherencia al conjunto de actuaciones a realizar sobre él.10

En esta dimensión, el territorio se convierte en un activo que se


usa de manera estratégica para priorizar qué y dónde se produce.
Además, en el marco del desarrollo económico regional se integra
al desarrollo urbano, ya que las economías de aglomeración urbana
son un factor para incrementar la competitividad, facilitar el acceso
a mercados internacionales, fortalecer el mercado interno y detonar

10 J. Farinós, “Gobernanza territorial para el desarrollo territorial sostenible: estado


de la cuestión y agenda”, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles núm. 46
(2008): 5-32.

Parte 2. Ordenamiento 96
el crecimiento de las economías regionales.11 La mejora de la compe-
titividad del territorio se centra en la promoción del desarrollo de los
territorios, identificando y movilizando su potencial u oportunidades
para el desarrollo que se derivan de su dotación de capital territorial,
que es un factor clave del desarrollo local y regional.12
De acuerdo con Hildenbrand,13 por capital territorial se entiende
las capacidades o potencial específico que caracterizan un lugar o
determinado ámbito territorial (ciudades, comarcas, áreas metropo-
litanas, etcétera), el cual constituye un conjunto de factores (ver re-
cuadro) que configuran la identidad del lugar y lo distinguen de otros
y, a su vez, definen su potencial de desarrollo endógeno.14
Determinar el potencial del ordenamiento territorial como proce-
so en el tiempo, implica reflexionar sobre la organización de las acti-
vidades humanas en el territorio, las cuales se vinculan y adquieren
también una connotación ambiental.15 Sin duda que hay razón en este
enfoque al contemplar que en la operación del ordenamiento territo-
rial es necesaria la convergencia de disciplinas u orientaciones diver-

11 F. Ochoa, Líneas estratégicas para el ordenamiento y desarrollo territorial del País


(Ciudad de México: Sedesol, 2005).
12 R. Camagni, “Towards a concept of territorial capital”, en Modelling regional sce-
narios for the enlarged Europe, R. Capello, R. Camagni, B. Chizzolini y U. Fratesi
(Berlín: Springer, 2008), www.mopt.org.pt/uploads/1/8/5/5/.../territorial_capi-
tal_masst.pdf; F. Alburquerque, Estrategias para el desarrollo económico local
(Sevilla: Instituto de Desarrollo Regional/Fundación Universitaria, Universidad de
Sevilla, 2008).
13 A. Hildenbrand Scheid, Gobernanza y planificación territorial en las áreas metro-
politanas. Análisis comparado de las experiencias recientes en Alemania y de su
interés para la práctica en España (Universitat de València: Servei de Publicacions,
2017).
14 R. Putnam, Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy (Princeton:
Princeton University Press, 1993), y “The Prosperous Community: Social Capital
and Public Life”, The American Prospect 13 (1993).
15 S. Boisier, “El retorno del actor territorial a su nuevo escenario”, Revista Ambienta
núm. 89 (2009): 112-141.

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 97


• Los recursos naturales y culturales (ecosistemas, paisajes, patrimonio
arquitectónico, histórico, etnológico, etcétera) como potencial para
el desarrollo de sectores económicos (minería, industria, agricultura,
turismo, energía solar y eólica, etcétera).
• El capital social (la capacidad de autoorganizarse mediante redes
de cooperación entre los actores públicos y privados basados en la
confianza mutua).
• Los recursos económico-territoriales (recursos financieros, la posi-
ción geoestratégica, el equilibrio del sistema de ciudades que propicia
un desarrollo económico regional equilibrado, la cohesión territorial y
el desarrollo sostenible, la accesibilidad de una ciudad o región –tanto
desde el exterior como internamente– por las redes de infraestruc-
turas como factor clave del funcionamiento de la economía urbana o
regional, etcétera).
• Los factores institucionales (el rendimiento de las instituciones en
cuanto a la producción de leyes y planes, la estabilidad de los gobier-
nos, etcétera).
• Los factores intangibles (el entorno creativo o milieu innovador, la cul-
tura empresarial, el capital de imagen, es decir, el reconocimiento de
valor asociado a la identidad o “marca” de un territorio, etcétera).

Recuadro 1. Los componentes del capital territorial. Fuente: Hildenbrand.16

sas que, en la práctica, hagan de las políticas territoriales (regionales,


urbanas, ambientales, metropolitanas, etcétera) un sistema ade-
cuado de actuaciones público-privadas convergentes. Además, éste
debe recaer en una modalidad emergente del papel del Estado y de
los gobiernos locales, a través de una nueva planificación regional,
organizacional y proactiva, donde el ordenamiento territorial puede
jugar un papel preponderante.16
Respecto a la operación de la política pública, la escala regional re-
presenta el nivel territorial más adecuado para impulsar estrategias
coordinadas de planificación y ordenamiento territorial de largo alcan-

16 Hildebrand, Gobernanza y planificación.

Parte 2. Ordenamiento 98
ce. La regionalización de los diferentes problemas o aspectos a resol-
ver resulta, bajo ese esquema, un ordenamiento explícito del territorio,
pero éste se ve cada vez más sujeto, en su dinámica de transformación
interna, a los aspectos externos, lo cual implica un acotamiento en las
decisiones locales de planificación de su sentido sectorial más tradi-
cional. Esto último debido a que el ámbito de acción del Estado se cir-
cunscribe a dirigir, promover y gestionar el desarrollo económico y la
política social en un ambiente de apertura y vínculos crecientes con la
globalización, a diferencia de antaño cuando intervenía con grandes
obras de infraestructura a través de la inversión en obra pública, y
hoy debido a su disminuida capacidad de intervención en la economía.

La globalización en la organización del espacio regional


En el nuevo esquema mundial los Estados ceden protagonismo y li-
derazgo ante los procesos de cambio tecnológico y económico de
las grandes empresas innovadoras, generalmente multinacionales.17
Esta condición impone nuevos retos a la tarea de alcanzar un orde-
namiento de las actividades productivas en el territorio mediante
estrategias de desarrollo regional equilibradas, y abre la posibilidad
de un nuevo aprendizaje derivado de las dinámicas globales que irra-
dian en el entorno local a través de la innovación tecnológica y la
organización empresarial. Entonces, la pregunta que surge es saber
si con la globalización se pueden diversificar las economías locales y
obtener beneficios sociales de mayor permanencia.

17 A. Vázquez-Barquero, Innovación, competitividad y desarrollo territorial, confe-


rencia dictada el 28 de abril de 2011 en El Colegio de la Frontera (Colef), Tijuana,
México. https://www.youtube.com/watch?v=9XsyBAXN1qE.

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 99


Para el contexto del ordenamiento territorial debe tomarse en
cuenta que la globalización se impone en espacios diferenciados. En
un ambiente de mayor integración económica, los países, las regiones
y las ciudades difieren entre sí por la cantidad, tipo de recursos y acto-
res económicos y culturales de que disponen. Sin embargo, los ritmos
de crecimiento dependen básicamente del desarrollo de las fuerzas
que impulsan el crecimiento y de los efectos de su interacción.18 Este
carácter desigual del desarrollo y su expresión en el territorio es lo
que mejor justifica una política de ordenamiento territorial, así como
la recuperación de la planificación como instrumento en el diseño de
políticas públicas con un claro contenido espacial. Esto ante la nece-
sidad de evitar el vasallaje de las fuerzas externas que pueden dejar
inviables del desarrollo a múltiples entornos locales.
De estos entornos periféricos el medio rural presenta una proble-
mática peculiar en un mundo donde se está transformando la división
internacional del trabajo. Frente a estos cambios, pareciera que a las
áreas rurales no les queda otra alternativa que especializarse en nue-
vas actividades productivas y de servicios específicos. En un ambiente
de crisis de producción en el campo y de un deterioro creciente de las
condiciones agrarias tradicionales, la posibilidad de incorporar a los te-
rritorios rurales en una agenda de desarrollo sostenido, tal y como lo
promueven en la actualidad instituciones y organismos internaciona-
les como la fao, se enfrenta a la restricción, para muchas de las comu-
nidades, de la escasez de recursos propios exigidos por estos modelos
(si bien para otras es una posibilidad de mejoramiento cuando poseen
un amplio potencial aprovechable). Sin embargo, tales posiciones no

18 Vázquez-Barquero, Innovación, competitividad y desarrollo territorial.

Parte 2. Ordenamiento 100


resuelven aún el sentido primordial de los entornos rurales como pro-
veedores de insumos básicos para la población, al mismo tiempo de
que son reservas naturales indispensables para la vida humana.
En esta dualidad, consideramos que el impulso de políticas de fo-
mento rural (enmarcadas en un enfoque territorial del desarrollo y
bajo criterios de complementariedad y compensaciones regionales)
posibilitan atenuar, en una primera fase, estas disparidades entre
áreas rurales disímbolas. En una segunda fase, a través de estrate-
gias de desarrollo local diversificadas y de acciones dirigidas de or-
denamiento territorial, permiten reducir las disparidades e incluso
potenciar el desarrollo de las zonas más atrasadas. En este sentido,
la respuesta local para enfrentar la diferenciación y la competencia
pasa por la formulación y ejecución de estrategias particulares de
desarrollo territorial instrumentadas a través de acciones que persi-
guen el aumento de la eficiencia del sistema productivo, la mejora en
la distribución de la renta y el mantenimiento irrestricto de los recur-
sos naturales y del patrimonio histórico y cultural existente.

La planeación territorial y su incidencia gubernamental


A México se le reconoce su larga tradición de políticas orientadas a
la organización y planificación regional y territorial. De la variedad
de instrumentos operados a lo largo del tiempo, el ordenamiento te-
rritorial se incorpora en la mayoría de la América Latina a principios
de la década de 1980 con distintas dimensiones, escalas y propó-
sitos. Las primeras leyes de ordenamiento territorial y las políticas
correspondientes datan de esa época, no obstante, como lo señala
Massiris, hay que reconocer que desde el decenio de los cuarenta se
aplicaron en la mayoría de los países estrategias de política regional
para combatir los problemas de disparidades y de la distribución y

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 101


concentración territorial de actividades económicas y de la pobla-
ción.19 Mientras que en Europa las políticas de ordenación territorial
proliferaron en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial
con el fin de iniciar la reconstrucción social y económica de los terri-
torios nacionales, en México los enfoques de planificación con énfa-
sis en la organización de los territorios y de las regiones tuvieron su
mayor impulso apenas a partir de la década de 1960 con el modelo
de sustitución de importaciones. Más adelante, con la insurrección del
neoliberalismo de finales de 1970 y principios de 1980, el ordena-
miento territorial cobra forma institucionalizada, por un lado como
política sectorial en materia ambiental a diversas escalas de gestión
y, por otro, con un enfoque propiamente territorial para la promo-
ción de comunidades rurales, municipios, ciudades, regiones, entida-
des federativas y, en general, para el conjunto del país.
El Estado mexicano fue en el pasado un animador importante del
desarrollo regional a través de la obra pública que tenía una fuerte
irradiación territorial; impulsó también proyectos específicamente
regionales como el desarrollo por cuencas hidrológicas, otros orien-
tados al desarrollo de polos y enclaves industriales minerometalúrgi-
cos, petroleros y petroquímicos sobre todo en las costas mexicanas.
Las etapas de acción estatal en materia de planeación territorial se
pueden resumir de la siguiente manera:
La primera etapa comprende de 1915 a 1940, en la cual destacan
políticas pioneras para el desarrollo regional, entre las que sobre-
salieron la promulgación de la Ley de Reforma Agraria de 1915 y,

19 Á. Massiris, Políticas latinoamericanas de ordenamiento territorial: realidades y


desafíos (Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2006).

Parte 2. Ordenamiento 102


sobre todo, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
de 1917, misma que da origen a un conjunto de leyes federales que
enriquecieron los instrumentos para la industrialización del país y las
grandes obras de infraestructura.
En la segunda, de 1940 a 1976, el Estado se fija como función prio-
ritaria el crecimiento económico de México, pero no se visualizó el
futuro de la estructura urbana y regional del país. Es la etapa en que
surgieron algunas políticas enfocadas al desarrollo regional, que se
dirigían hacia la desconcentración de las ciudades más pobladas a
nivel nacional y a la administración territorial, adecuada al modelo
de sustitución de importaciones. Se favoreció la industrialización de
la Ciudad de México, a través de políticas sectoriales y aisladas. Con la
creación de las Comisiones de Cuencas Hidrológicas en 1946, se ini-
ciaron los planteamientos del desarrollo regional, pero no se logró la
articulación regional con beneficios locales.
En la tercera etapa, de 1976 a 1988, inicia la institucionalización de
las políticas para el desarrollo urbano y regional, mediante la crea-
ción de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas.
Con la aprobación de la Ley General de Asentamientos Humanos, se
establecieron las bases del sector de desarrollo urbano y regional.
Si bien no se logró iniciar el proceso de ordenación del territorio, se
visualizó la necesidad, por parte del Estado, de intervenir en el pro-
ceso de planeación del desarrollo. Además, no se materializaron las
directrices para lograr que el desarrollo regional se consolidara en la
transformación espacial de la economía nacional.
En la cuarta etapa, de 1988 al 2000, se dirigieron los esfuerzos por
insertar a México en los mercados internacionales y formalizar la in-
tegración económica con los Estados Unidos de América. Se creó la
Secretaría de Desarrollo Social y se institucionalizó la política de com-

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 103


bate a la pobreza. En materia de política ambiental y ordenamiento
ecológico territorial, la aparición de la Ley General del Equilibrio Eco-
lógico y Protección al Ambiente (lgeepa) en 1988 vino a fortalecer el
interés y la práctica por el ordenamiento ecológico y la protección
al medio ambiente y con ello darle fortaleza a la dimensión espacial
(territorial) de la política pública con una mediación indispensable
de índole medio ambiental. A partir de 1995 (y hasta el año 2006) se
vive una etapa excepcional en cuanto a creación institucional, legal y
operativa en esta materia; sin embargo, a partir de allí, lo que se tie-
ne es un proceso de desmantelamiento de la política ambiental, que
afectó el desarrollo de las políticas de ordenamiento ecológico y en
especial, en su relación con el ordenamiento territorial.20
Una quinta etapa corresponde al periodo 2000-2012 marcado
significativamente por el cambio en la conducción política del país,
al asumir el gobierno de la República Vicente Fox Quezada, pri-
mer presidente proveniente de un partido distinto al pri. Después
se dio la continuidad de la política a partir de 2006 con la conduc-
ción de Felipe Calderón, ambos del Partido Acción Nacional. El sig-
no representativo de estos gobiernos fue de continuidad explícita
en las orientaciones de la política macroeconómica, en la políti-
ca nacional, en la política internacional y en las estrategias de ca-
rácter regional, metropolitano y territorial que han seguido cursos
similares a los gobiernos priistas que les antecedieron, es decir,
con un fuerte sesgo sectorial y de descoordinación institucional.
La sexta etapa va del año 2012 al 2018. Inicia con el gobierno de
Enrique Peña Nieto y representa el regreso del priismo a la dirección

20 Referencia aportada por el dictaminador anónimo.

Parte 2. Ordenamiento 104


institucionalizada del país. A lo largo de este sexenio es clara la conti-
nuidad del modelo neoliberal imperante desde 1982: se amplían los
acuerdos comerciales internacionales con prácticamente todas las
regiones del planeta y se diversifica la estructura económica nacio-
nal. En el ámbito federal también se denotan cambios en la forma de
organizar la institucionalidad pública y entre los cambios relevantes
está el de la modificación de las funciones de varias secretarías y la
creación de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano
(Sedatu), primera secretaría de Estado que unifica en sus funciones las
tareas de atención al desarrollo urbano y rural del país, y asume
las tareas de ordenamiento territorial. Esta institución tiene una clara
orientación de planeación con enfoque territorial que le es heredada
de la anterior Secretaría de Desarrollo Social, en la que se mantenía co-
mo responsabilidad (y desde donde se diseñaba y aplicaba) la po-
lítica regional y territorial del país y los ordenamientos territoriales
en sus diversas escalas. Respecto de la política ambiental, y en par-
ticular sobre el papel del ordenamiento ecológico institucionalizado,
como ya se señaló, lo que se observa es una continuación de la pér-
dida de interés y un avance en la reducción de la institucionalidad
que se había ganado entre 1995 y 2006. Actualmente a la Sedatu le
corresponden las competencias en materia de desarrollo urbano y
metropolitano, la política de infraestructura urbana y de vivienda, y la
atención a riesgos y vulnerabilidad socio territorial. A la Semarnat le
quedan las competencias relativas a la protección de flora y fauna y el
cuidado medio ambiental, y mantiene responsabilidades en materia
de estudios de impacto ambiental a diversas escalas y la normativi-
dad del ordenamiento ecológico territorial, cada vez menos utilizado.
Queda claro que a lo largo de cien años de la operación de po-
líticas soportadas en enfoques de planeación en México ha habido

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 105


avances sustantivos y se ha alcanzado una institucionalización que
permitió operar la arquitectura político-administrativa en todo este
lapso. Sin embargo, y no obstante los esfuerzos emprendidos por el
gobierno, el saldo actual es que el país presenta un desarrollo des-
igual entre regiones y una clara desarticulación entre sectores.
Se requiere entonces que el Estado promueva la participación
amplia de la sociedad en los procesos de planeación, ejecución y su-
pervisión de las acciones públicas a través de una nueva instituciona-
lidad que reconozca la necesidad de vincular intersectorialmente la
política ambiental con la territorial y valore a la planeación territorial
como el instrumento básico del desarrollo regional del país.

Ideas finales
La planeación territorial debe ser concebida como un instrumen-
to que persiga, en primer lugar, promover y consolidar formas de
ocupación y aprovechamiento del territorio compatibles con sus
ventajas comparativas, características propias y potencialidades. En
segundo lugar, se debe prevenir, controlar, corregir y, en su caso,
revertir los desequilibrios que se observan en el desarrollo territorial
del país. Por último, es necesario propiciar patrones de distribución de
la población y de las actividades productivas consistentes con la habi-
tabilidad, con el uso sostenible de recursos naturales y con la protec-
ción ambiental. Estas premisas permiten aprovechar los potenciales
de los territorios.
En el diseño de una política de planeación territorial integral es
preciso conjugar dos enfoques: uno que trate de dar una nueva
dimensión a la gestión de las políticas sectoriales integrándolas a di-
ferentes niveles territoriales y profundizando en el examen de sus
interacciones, es decir, un enfoque de multisectorialidad, y otro que

Parte 2. Ordenamiento 106


establezca un marco de integración territorial que tenga en cuenta
las distintas formas de organización política y espacial de la región.
Respecto del ordenamiento territorial y el ecológico hay que resaltar
que a partir de 1995 operan dos instrumentos para hacer planeación
territorial integral, el Ordenamiento Ecológico Territorial (oet), que es
el instrumento de política ambiental para regular el uso del suelo y
las actividades productivas con el fin de lograr un aprovechamiento
sostenible de los recursos naturales, y el Ordenamiento Territorial
(ot), que es considerado un instrumento de política territorial inte-
gral y una estrategia de desarrollo socioeconómico, la cual, mediante
la articulación de políticas sectoriales, busca promover patrones sus-
tentables de ocupación y aprovechamiento del territorio.21
A pesar de la reiterada intención por alcanzar la integralidad de
la política de ordenamiento territorial en todos sus ámbitos, aún se
carece de una visión colaborativa amplia, en gran parte, por la he-
rencia de una visión excesivamente sectorizada de la acción pública
y el poco respaldo pluriinstitucional que es indispensable y necesario
para una correcta gestión de los ordenamientos en ámbitos urbanos,
rurales ecológicos, ambientales, costeros y comunitarios.
Finalmente, dado el grado de asimetrías entre regiones, estados
y municipios en México, una nueva estrategia nacional-territorial y
las acciones de ordenamiento territorial deben contemplar el diseño
y aplicación de políticas diferenciadas, lo cual sin duda potenciaría
un desarrollo regional más equitativo para el conjunto del país y su-
maría a favor de la cohesión social y territorial hoy ausentes en el
panorama nacional.

21 Sánchez, Casado y Bocco, “La política de ordenamiento territorial en México”.

Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 107


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Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial 111


Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México

Contenido y alcance
de la estrategia nacional de
ordenamiento territorial
en México

Federico Morales Barragán


ceiich, unam

Introducción
La Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territo-
rial y Desarrollo Urbano (lgahotdu), publicada en el Diario Oficial de
la Federación en noviembre de 2016, determina que México debe con-
tar con una Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial (enot).
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), el
Banco Interamericano de Desarrollo (bid) y la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam) establecieron un convenio de colabo-
ración orientado a cumplir con dicho mandato. En este documento
se reflexiona acerca del vínculo entre el ordenamiento y el desarrollo
territorial en dicha estrategia.
La primera sección se ocupa de concepciones sobre el ordena-
miento territorial en términos de su contenido y alcance; la segunda
ofrece una interpretación acerca de la relación de estos elementos en
la enot; el contenido corresponde a su objeto y ofrece un soporte para
una política de desarrollo territorial que, a su vez, expresa su alcance.

112
Concepciones de ordenamiento territorial
La concepción amplia del ordenamiento territorial (ot) lo considera
como la expresión espacial de las políticas; la restringida, en cam-
bio, está ceñida a lineamientos referidos a la asignación de usos de
suelo, la construcción de infraestructura y la dotación de servicios y
equipamiento.
Según la fao en América Latina y el Caribe la acción estatal de-
dicada al ordenamiento territorial inicia en los años noventa con
políticas orientadas hacia la preservación de recursos naturales y
ecosistemas.1 Años más tarde, el rango de asuntos contemplados
por estas políticas se amplía y se incorpora el planteamiento de que
la construcción del ordenamiento exige la participación de todos los
sectores de la sociedad.2 El ot se considera entonces un asunto no
sólo técnico, sino también político. Esta posición plantea su construc-
ción tomando en consideración actores que operan desde distintas
escalas territoriales,3 asunto que se asocia con el debate en torno a
la gobernanza multiniveles.4
Merece destacarse que el fundamento de esta visión que incor-
pora la dimensión política en la construcción de las políticas de ot
se encuentra en una concepción del territorio que lo distingue de la

1 fao (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura). Pla-


taforma de Territorios Inteligentes. Ordenamiento Territorial, fao, s.f. http://www.
fao.org/in-action/territorios-inteligentes/componentes/ordenamiento-territorial/.
2 Jean Bonnal y colaboradores, El desarrollo territorial participativo y negociado
(dtpn). La facilitación para la gobernanza territorial (Buenos Aires: fao, 2013),
http://www.fao.org/3/a-mi207s.pdf.
3 Federico Morales y Fredy Jiménez, Fundamentos del enfoque territorial. Actores,
dimensiones, escalas espaciales y sus niveles (México: ceiich, unam, 2018), 43-50.
4 J. A. M. Termeer, Art Dewulf y Maartje Van Lieshout, “Disentangling scale ap-
proaches in governance research: comparing monocentric, multilevel, and adaptive
governance”, Ecology and Society 15, núm. 4 (2010): 29, http://www.ecologyandso
ciety.org/vol15/iss4/art29/.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 113


superficie del planeta. De acuerdo con Paruelo y colaboradores, “[el]
territorio no se entiende solamente como el entorno físico donde
están contenidos los recursos naturales, sino que comprende tam-
bién la actividad del hombre que modifica este espacio, en su devenir
histórico, muchas veces conflictivo”.5
En el origen de las políticas de ot en América Latina y el Caribe,
la fao6 ubica dos corrientes generales, una de corte ambientalista y
otra anclada en la promoción del desarrollo local. La primera, ade-
más de la orientación que le da su nombre, reivindica su carácter
participativo. En esta corriente se ubica, por ejemplo, el proceso que
dio lugar a la conformación de la Red Latinoamericana de Manejo de
Cuencas Hidrográficas en países como Chile, Bolivia, Ecuador y Perú.
La segunda vertiente se inscribe en la perspectiva del desarrollo
local. Ésta cobra mayor relevancia en un contexto delineado por la
instrumentación de políticas de desconcentración y descentraliza-
ción.7 Desde esa posición se promueve una mayor presencia de la
sociedad en la definición de las políticas.
En relación con los desafíos para el ot en América Latina, que ne-
cesariamente delinean su contenido y alcance, destacan los acen-
tuados desequilibrios socioespaciales que caracterizan a los países
del continente; también la escasa articulación y coherencia de aquel

5 José M. Paruelo, y colaboradores, eds., Ordenamiento Territorial Rural. Concep-


tos, métodos y experiencias (Buenos Aires: fao/fauba/Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca/Presidencia de la Nación, 2014), https://www.researchgate.net/
publication/271836802_ORDENAMIENTO_TERRITORIAL_RURAL_Concep-
tos_metodos_y_experiencias.
6 fao, Plataforma de Territorios Inteligentes.
7 Alberto Enríquez, “Desarrollo local y descentralización del Estado, retos y perspec-
tivas en Centroamérica. Una agenda de discusión”, Revista Pueblos y fronteras di-
gital 1, núm. 1 (2006), http://www.pueblosyfronteras.unam.mx/index.php/index.
php/pyf/article/view/260/260.

Parte 2. Ordenamiento 114


con el resto de las políticas, asunto que atañe no sólo al diseño,
sino también a la instrumentación. La raíz de este problema se
ubica en las tensiones que existen entre las perspectivas sectoria-
les y territoriales de planificación del desarrollo regional. El objeto
de la primera corresponde a las actividades económicas clasifica-
das con distinto grado de agregación (agropecuarias, extractivas,
manufactureras y comerciales, entre otras). Para la segunda pers-
pectiva las políticas se refieren a territorios, delimitados mediante
criterios diversos (ciudades, metrópolis, regiones y municipios, por
ejemplo). Las políticas sectoriales suelen aplicarse de manera indi-
ferenciada, se ejercen de la misma forma en cualquier territorio y
tienden, además, a tener escasos grados de articulación con otras
políticas. En cambio las políticas territoriales buscan construir una
acción pública integral para el conjunto del territorio en cuestión, lo
que otorga un papel central a la coordinación entre dependencias
gubernamentales.
La legislación y organización institucional desarrollada en América
Latina y el Caribe desde la década de 1990 en materia de ot (Bolivia,
Colombia, México y República Dominicana, por citar algunos casos)
no ha encarado de manera satisfactoria las tensiones entre las pers-
pectivas sectorial y territorial. Una excepción en alguna medida pro-
misoria se ubica en Costa Rica, donde con base en la Política Nacional
de Ordenamiento Territorial 2012-2040 se establecen ejes transver-
sales: la gestión del riesgo y el cambio climático, el enfoque de géne-
ro y el enfoque de derechos. Se incluyen, además, ejes estructurales
referidos a la calidad del hábitat, la protección y manejo ambiental y
la competitividad territorial.8

8 fao, Plataforma de Territorios Inteligentes.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 115


El problema de la vinculación y coherencia del ot con el resto de
las políticas justifica la discusión de sus concepciones en términos
de su contenido y alcance. Esta perspectiva permite abordar, al mismo
tiempo, la relación entre el ordenamiento y el desarrollo territorial.
Enseguida mostramos la referencia a dos experiencias emblemá-
ticas que ilustran las concepciones restringida y amplia del ot.
El Plan Estratégico Territorial Argentina 2016, a cargo del Minis-
terio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, sitúa el
objeto del ot en la identificación de problemas de infraestructura
e inversiones que son necesarias para el desarrollo territorial de la
nación.9 Según Kossoy, el foco de atención del plan es “dotar al terri-
torio nacional de infraestructuras y equipamientos que apoyen su
desarrollo socio-productivo con un carácter socialmente equitativo,
regionalmente equilibrado y ambientalmente sustentable”.10
Las fuentes citadas sugieren que el objeto de la política correspon-
de a la concepción restringida, cuya materia específica se refiere a la
infraestructura y el equipamiento. Esta posición no contradice que su
alcance se engarce, como soporte, con la concepción amplia del ot.
En la primera cita el objeto del ot se articula con la visión amplia
mediante la expresión “[…] que son necesarias […]”. En la segunda, ello
ocurre al decir “[…] que apoye su desarrollo [el del territorio nacional]”.
La estrategia utilizada en ese plan para identificar la infraestructura y
el equipamiento necesarios merece señalarse, pues se relaciona con el
diseño institucional que articula contenido y alcance de la política de ot.

9 Paruelo y cols., Ordenamiento Territorial Rural.


10 Mariana Kossoy, Plan Estratégico Territorial Argentina 2016 (Buenos Aires: Sub-
secretaría de Planificación Territorial de la Inversión Pública. Ministerio de Plani-
ficación Inversión Pública y Servicios, s.f.), http://cdi.mecon.gov.ar/bases/docelec/
fd1261.pdf.

Parte 2. Ordenamiento 116


El modelo territorial actual y deseado se construye desde una
aproximación sectorial que contempla aspectos ambientales, socia-
les, del medio físico y económicos. Ello da pie a formular estrategias
que corrijan carencias y promuevan potencialidades que se concre-
tan en una cartera de proyectos o iniciativas de infraestructura acor-
des con la estrategia. Además, se construye un análisis funcional del
territorio nacional.
El modelo actual del territorio expresa la interrelación existente
entre el medio biofísico –recursos naturales, infraestructura y equi-
pamiento– y el medio socioeconómico –población y actividades pro-
ductivas– que tiene lugar en las distintas regiones del país y que re-
presenta, al mismo tiempo, la dinámica de flujos de bienes y servicios
que las vincula. La imbricación entre ambos fenómenos expresa la
forma que adopta la organización del territorio nacional, su estructu-
ración espacial y configura su modelo actual.11
El objeto del ot en el caso argentino está acotado al ámbito de la
infraestructura y el equipamiento, aspectos cuya atención sigue una
lógica sectorial. Sin embargo, el alcance de esta política consiste en
ofrecer un soporte para el resto de las políticas, también instrumen-
tadas sectorialmente. Mediante esta aproximación se construye la
propuesta de ot para las diferentes regiones y el país en su conjunto.
La experiencia europea corresponde a una visión distinta, estre-
chamente ligada al concepto de cohesión territorial, que representa
un elemento estratégico de las políticas comunitarias.
El Libro Verde dedicado a la cohesión territorial evidencia lo
anterior, si bien la historia de la configuración y adopción del con-
cepto convertido en principio comprende ya varias décadas, como

11 Kossoy, Plan Estratégico Territorial Argentina 2016.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 117


lo señalan las contribuciones de la Comisión de las Comunidades
Europeas,12 Camacho y Melikhova,13 Cabeza-Morales14 y Fernández y
colaboradores,15 entre otros.
Esta discusión es relevante en América Latina y el Caribe, en pri-
mer término, por ser la región más desigual del mundo.16 En segundo
lugar porque el debate se ocupa de la concepción y construcción del
desarrollo desde una óptica que trasciende la aproximación secto-
rial, cuya limitación principal radica en ignorar la trama de relaciones
que da lugar a la especificidad de los territorios, explica su diversidad
y evolución.
De manera sucinta, la cohesión territorial se refiere a la búsqueda
de un desarrollo social y económico más equilibrado y sostenible al
interior de regiones, estados nacionales o entidades supranacionales
como la Unión Europea. Esto significa la reducción de polarizaciones
territoriales expresadas en términos de ingresos, oportunidades de
empleo y acceso a servicios; la articulación física interna y externa;

12 Comisión de las Comunidades Europeas, Libro Verde sobre la cohesión territorial.


Convertir la diversidad territorial en un punto fuerte (Bruselas: Comisión de las Co-
munidades Europeas, 2008), http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/
?uri=CELEX:52008DC0616&rid=10.
13 José Antonio Camacho y Yulia Melikhova, “Perspectiva territorial de la Unión Euro-
pea: el largo camino hacia la cohesión territorial”, Cuadernos Geográficos, núm. 47
(2010). http://revistaseug.ugr.es/index.php/cuadgeo/article/view/605/693.
14 Israel Cabeza-Morales, Cohesión territorial: organización para reducir los des-
equilibrios territoriales (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, s/f.), http://
www.revistas.unal.edu.co/index.php/bitacora/article/view/40147/html05.
15 Alfonso Fernández y colaboradores, “El concepto de cohesión territorial. Escalas de
aplicación, sistemas de medición y políticas derivadas”, Boletín de la A.G.E., núm. 50
(2009): 157-172.
16 Rudolf M. Buitelaar y colaboradores, Estrategias y políticas nacionales para la co-
hesión territorial. Estudios de caso latinoamericanos (México: Cepal, 2015).

Parte 2. Ordenamiento 118


la solidaridad entre territorios para evitar que la mejora de unos se
logre a costa del bienestar de otros; la construcción de un sentido de
identificación y pertenencia por parte de quienes habitan aquellas
demarcaciones y la configuración de nuevos espacios, subregionales
o regionales, de identificación y pertenencia.17
La cohesión territorial se refiere entonces a un concepto conver-
tido en principio fundamental de las políticas con enfoque territo-
rial y a la vez su propósito. También plantea una forma de analizar
la evolución de los territorios. Es necesario subrayar entonces que la
cohesión territorial es el objetivo y, a la vez, la ruta del desarrollo te-
rritorial, dicho de otra forma, su manifestación: hay desarrollo en los
territorios en tanto mejoran sus condiciones de cohesión. La referen-
cia al desarrollo territorial obliga a recordar sus objetivos señalados
en la Estrategia Territorial Europea (ete):

Desarrollo de un sistema urbano policéntrico y más equilibrado, junto


con el refuerzo de la colaboración entre los espacios urbanos y rurales.
A este respecto, se trata de superar el anacrónico dualismo entre campo
y ciudad.

Acceso equivalente a las infraestructuras y al conocimiento, mediante el


fomento de estrategias integradas de transporte y comunicación que sir-
van de ayuda para el desarrollo policéntrico del territorio comunitario [...]

17 Secretaría General de Planificación y Desarrollo Territorial (sgpdt), Libro Verde so-


bre la cohesión territorial. Convertir la diversidad territorial en un punto fuerte.
Contestación a las preguntas sobre el debate (Sevilla: Junta de Andalucía, 2009),
http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/portal_web/ot_urbanismo/or-
denacion_territorio/sgpdt_contestacion_libroverde_cohesion.pdf.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 119


Gestión prudente de la naturaleza y el patrimonio cultural [...] Este as-
pecto contribuye también a la conservación y perfeccionamiento de la
identidad regional y al mantenimiento de la diversidad natural y cultural
de las regiones y ciudades [...]18

Según la fao,19 la Agenda Territorial Europea 2020 (adoptada en


2011) se caracteriza por un enfoque centrado en las características
de cada lugar, como potencial de desarrollo endógeno, para impul-
sar la cohesión territorial en todas las escalas: local, regional y nacio-
nal; y al mismo tiempo hacer frente a los impactos, geográficamente
diversos, del cambio global.
El carácter amplio del ot europeo, en el sentido de concebirse
como la expresión espacial de las políticas, se aprecia en las distintas
facetas que contempla. En relación con la pobreza y la equidad orien-
ta inversiones públicas y privadas que tiendan a revertir situaciones
y procesos de exclusión. Respecto de la productividad de los asenta-
mientos humanos previene y corrige localizaciones inadecuadas de
éstos y de la infraestructura productiva, no sólo porque se ubiquen
en zonas de riesgo, sino también porque pueden estar insuficiente-
mente conectados a los mercados. En materia ambiental y preven-
ción de desastres se vela por el cuidado de los recursos naturales y
los espacios protegidos, y se definen pautas para minimizar efectos
sociales de eventos naturales extremos. En cuanto a la propiedad y
la tenencia de la tierra, los mecanismos de catastro contribuyen a la
delimitación territorial, hecho que precisa ámbitos de competencia

18 Camacho y Melikhova, “Perspectiva territorial de la Unión Europea”.


19 fao, Plataforma de Territorios Inteligentes.

Parte 2. Ordenamiento 120


y atención de las entidades gubernamentales. Finalmente, el ot se
orienta a promover medidas que favorecen la participación de los
ciudadanos.20
Lo anterior pone de relieve por qué la perspectiva de la gobernan-
za multiniveles merece tanta atención en la Unión Europea. Así, la
coordinación entre distintas entidades gubernamentales para aten-
der de manera coherente a los territorios se convierte en un desafío
permanente.

Contenido y alcance de la ENOT


El Artículo 24 de la Ley General de Asentamientos Humanos, Orde-
namiento Territorial y Desarrollo Urbano (lgahotdu) establece que
la enot:

[…] configura la dimensión espacial del desarrollo del país en el mediano


y largo plazo; establecerá el marco básico de referencia y congruencia
territorial con el Plan Nacional de Desarrollo, los programas sectoriales y
regionales del país en materia de Ordenamiento Territorial de los Asen-
tamientos Humanos, y promoverá la utilización racional del territorio y el
desarrollo equilibrado del país. En particular, deberá:

I. Identificar los sistemas urbano-rurales y la regionalización que es-


tructuran funcionalmente al país; asimismo, orientará la delimitación y
caracterización de las zonas metropolitanas estratégicas para impulsar
el desarrollo económico y reducir las disparidades regionales; II. Plan-
tear medidas para el desarrollo sustentable de las regiones del país, en

20 fao, Plataforma de Territorios Inteligentes.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 121


función de sus recursos naturales, de sus actividades productivas y del
equilibrio entre los Asentamientos Humanos y sus condiciones ambien-
tales; III. Proponer lineamientos para la dotación de la infraestructura,
equipamientos e instalaciones fundamentales para el desarrollo de las
regiones y el país, y IV. Plantear los mecanismos para su implementación,
articulación intersectorial y evaluación.21

El contenido de este Artículo manifiesta una concepción del ot don-


de coexisten las acepciones amplia y restringida, que corresponden
a su alcance y contenido, respectivamente. La estrategia configura la
dimensión espacial del desarrollo en la medida que aporta el marco
de referencia de planes y programas, regionales y sectoriales. Dicho
marco se define mediante el inciso II que establece la orientación
sostenible de la estrategia y el inciso I que sugiere una perspectiva de
regionalización a partir del análisis funcional. El inciso III, por su par-
te, se ocupa de la acepción restringida del ot, centrada en la dotación
de infraestructura, equipamiento e instalaciones.
Estas disposiciones dan fundamento a la estructura del proyecto
enot que debe ser sometido a consulta. Enseguida se mencionan sus
componentes distinguiendo su alcance y contenido.
Desarrollo, estructuración y gobernanza territoriales son los ejes
de la enot que se desglosan en distintas estrategias y lineamientos. La
atención se centra en los primeros tres y no en los lineamientos desglo-
sados por escala territorial: macroregiones y sistemas urbano-rurales.
El eje desarrollo ubica el alcance de la enot y se define como “[…]
el proceso de mejoramiento de la calidad de vida de la población en

21 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, “Ley general de asentamientos


humanos, ordenamiento territorial y desarrollo urbano” (México: H. Congreso de la
Unión, 2016), http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAHOTDU_281116.pdf.

Parte 2. Ordenamiento 122


el territorio nacional garantizando la justicia socioespacial y el apro-
vechamiento sostenible de los recursos naturales en el marco del
cambio climático con el impulso de las fuerzas sociopolíticas, cultura-
les, económicas y tecnológicas”.22
Dicho eje se integra por cuatro estrategias: 1) la justicia socioes-
pacial; 2) el desarrollo económico integral e incluyente; 3) el aprove-
chamiento y uso sostenible del suelo y los ecosistemas, y 4) la gestión
integral de riesgos y la adaptación al cambio climático.23
El eje estructuración territorial corresponde al contenido u objeto
de la enot, consiste en “la identificación, localización, articulación y
regulación de los usos del suelo en el Sistema Nacional Territorial
que vincula a las redes de infraestructura con los nodos estratégicos,
el equipamiento y los servicios en armonía con la preservación del
medio ambiente”.24
Sus estrategias son: 1) la localización estratégica de infraestruc-
tura, equipamiento y servicios; 2) la organización del conjunto de los
asentamientos del país, esto es, del sistema nacional territorial, y 3)
la protección y conservación del ambiente.25
La gobernanza, finalmente, esboza un diseño institucional cen-
trado en: 1) la conformación de espacios de diálogo, coordinación
y concertación; 2) la orientación a programas sectoriales, regionales y
especiales del Sistema Nacional de Planeación, y 3) la incidencia en
planes de ordenamiento territorial y ambiental correspondientes a
diferentes escalas.26

22 Adolfo Sánchez, coord., Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial. Versión


ejecutiva (México: unam-bid-Sedatu, 2019), 14.
23 Sánchez, Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial, 14-15.
24 Sánchez, Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial, 16
25 Sánchez, Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial, 16-17.
26 Sánchez, Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial, 17-18.

Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 123


Consideraciones finales
La discusión previa sugiere una aproximación que articula las con-
cepciones amplia y restringida del ot, que a su vez establece un vín-
culo entre aquel y el desarrollo territorial. Esta perspectiva permite
ubicar cómo se articulan ambos elementos en la enot.
Para construir el argumento se han esbozado la experiencia ar-
gentina y europea para ilustrar las concepciones restringida y am-
plia, respectivamente. El vínculo entre ambas concepciones puede
establecer en términos del contenido y alcance del ot.
La concepción restringida del ot, cuyo objeto concierne a la regu-
lación y orientación de los usos del suelo, la dotación de infraestruc-
tura, los servicios y el equipamiento, crea el soporte material para el
desarrollo territorial. La concepción restringida se articula con la am-
plía aportando una condición necesaria para el desarrollo territorial.
Lo anterior no significa que las políticas sociales, económicas o de
otra índole no tengan un carácter territorial –como cualquier relación
social lo tiene–, simplemente significa que dichas políticas no están
centradas en el objeto acotado del ordenamiento.

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Contenido y alcance de la estrategia nacional de ordenamiento territorial en México 125


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Parte 2. Ordenamiento 126


Parte 3
Sustentabilidad

E n esta última parte se procuró discutir desde distintas escalas


cómo se entiende desde la teoría y la práctica el concepto de sus-
tentabilidad. “Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento
a la arquitectura sustentable” pone a discusión el ámbito conceptual de
la sustentabilidad para posteriormente relacionarlo con la arquitectura
y su ejemplificación a través de distintas bases en la que se construye.
“Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la
sustentabilidad urbana” discute la importancia de la renaturalización
como estrategia de planeación sustentable para la restauración eco-
lógica de nuestras ciudades. Podemos inducir que el trabajo hace un
aporte a repensar la importancia de la arquitectura de paisaje como
una disciplina fundamental en la transformación actual del paisaje,
que absorbe los aportes de otras disciplinas manifiestos en un cono-
cimiento integral del sistema-paisaje y los principios de la sustentabili-
dad. Lo anterior con una aproximación interdisciplinaria para llevar a
cabo intervenciones que reconozcan los valores culturales, naturales
y económicos del territorio. Esto a través de soluciones innovadoras
que contemplen la fundamentación ambiental, técnica, estética, social
y cultural, a partir del diseño de paisaje como eje estructurador ha-
cia su aplicación inmediata desde una visión crítica y reflexiva frente
a la homogeneización de modelos transnacionales de intervención.

127
Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable

Sustentabilidad
y bases internacionales:
un acercamiento a la
arquitectura sustentable

David Morillón Gálvez


ii, unam

Sustentabilidad
En la actualidad existen diversos términos para referirse a la sustenta-
bilidad, la cual ha provocado debates por décadas, sobre todo en
si es sostenible o sustentable. Sin meterse en definiciones, ni a las ba-
ses etimológicas, se utilizará el término sustentable como sinónimo de
sostenible, no arbitrariamente, pues el marco legal de México, en su
legislación ambiental, sólo hace referencia al desarrollo sustentable.
En cuanto a su fundamento, de forma internacional se consideran
aspectos como los ambientales, económicos y sociales. Al referirse al
desarrollo sustentable, tomamos la definición del Informe Brundtland
(1987), para el cual es el desarrollo que satisface las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras
para satisfacer sus propias necesidades. Además, se ha completado
como el desarrollo que implica la mejora de la calidad de vida dentro
de los límites de los ecosistemas.

Parte 3. Sustentabilidad 128


El concepto de sustentable se ha tratado de llevar a las actividades
del ser humano y objetos de estudio. En el caso de la arquitectura, en
la actualidad se tienen términos para ello, tales como edificio de baja
energía o de alto rendimiento energético; edificio de energía cero –net
zero energy building–; edificio pasivo; edificio energía plus, de cero emi-
siones o cero carbono; edificio de cero descargas, anteriormente edifi-
cio autosuficiente; equilibrium house, casa o edificio ecológico. Además,
a lo largo del tiempo son diversos adjetivos los que se han utilizado
para relacionar el edificio con el ambiente, entre ellos: arquitectura bio-
climática, arquitectura ecológica, heliodiseño, arquitectura solar y edi-
ficios verdes, además de que surgieron otras definiciones como diseño
ambiental, ecodiseño, diseño natural y biodiseño, entre otros, todos
adjetivos para indicar un edificio de bajo o nulo impacto ambiental.

Edificio sustentable
Se refiere a la utilización de prácticas y materiales respetuosos del
medio ambiente, con ventajas ambientales en la planeación, diseño,
ubicación, construcción, operación y demolición de los edificios. El tér-
mino se aplica tanto a la renovación de edificios prexistentes como a la
construcción de nuevos. Tal vez parece una definición muy alejada de
los factores del desarrollo sustentable, pero sólo representa los crite-
rios del aspecto ambiental que debe considerar un edificio sustentable.
Mediante un continuo mejoramiento de la manera en que se ubi-
ca, diseña, construye, equipa, opera y reacondicionan los edificios,
se puede elevar el bienestar del mundo en forma considerable. Me-
jores prácticas de diseño y edificación pueden contribuir a enfrentar
retos ambientales como el agotamiento de los recursos naturales no
renovables, la disminución de residuos y la contaminación de aire,
agua y suelo. Además, será posible obtener beneficios para la salud
humana y prosperidad, así como el uso de tecnologías avanzadas

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 129


para el ahorro de energía, lo que permitirá generar reducciones en
la demanda de combustibles fósiles y en las emisiones de gases de
efecto invernadero (gei). Por último, el aprovechamiento de las ener-
gías renovables permitirá lograr el edificio sustentable.

Edificios: funcionamiento, impactos y sustentabilidad


Un edificio es resultado de un diseño, que incluye la selección de mate-
riales y del equipamiento (como los electrodomésticos, tecnología para
iluminación y climatización), lo cual lleva o condiciona la operación
de éste para que funcione. El funcionamiento del edificio dependerá de
entrantes, que son la energía, la electricidad y el gas, además del agua,
materiales, alimentos y muebles; en general, insumos varios que de-
penderán del tipo de edificio, etcétera. Como resultado de los entran-
tes en el edificio se tendrán salientes, tales como las emisiones de CO2,
aguas residuales, residuos sólidos, etcétera (ver figura 1).
Si el diseño y la selección de materiales es adecuado, entonces se
requerirán menos entrantes y en consecuencia se presentan menos
salientes. Para que el edificio sea sustentable, por medio del diseño,
selección de materiales, equipamiento y tecnología se deben generar
los entrantes y tratar los salientes. Pero, además, debemos conside-
rar que para disponer de los entrantes hubo un impacto ambiental
y energético en la extracción del material, fabricación del producto y
transporte al lugar donde se usara, y ello también es responsabilidad
del diseñador que los selecciona, por lo que debe cuidar y cumplir
con los requerimientos para lograr un edificio sustentable, desde la
cuna a la tumba, es decir, durante su ciclo de vida (ver figura 2).

Impactos ambientales de los edificios en México


A nivel mundial los edificios son responsables de 40% del consumo
anual de energía y hasta 30% de los gases de efecto invernadero (gei),

Parte 3. Sustentabilidad 130


Equipamiento y selección
de tecnologías

Figura 1. Entrantes y salientes del edificio para su funcionamiento.


Fuente: elaboración propia.

Energía y CO2 por la Energía y CO2 por


elaboración y transporte la demolición o
de los materiales de disposición final
construcción, energía del edificio y la
y tecnología tecnología

Diseño y materiales

Figura 2. Impacto durante el ciclo de vida, en los entrantes y saliente del edificio.
Fuente: elaboración propia.

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 131


relacionados con el uso de la energía (de acuerdo con la Iniciativa
para Edificios Sostenibles y Clima [unep-sbci], Promoviendo políticas
y prácticas para edificios y construcciones, establecida en 2008). Se
evidencia que, con la creciente y rápida urbanización en los países
más poblados del mundo, la construcción es esencial para lograr el
desarrollo sustentable.
En México las edificaciones son responsables de 20% del consumo
total de energía, 27.8% del consumo total de electricidad, 68% del con-
sumo de gas lp y 20% de las emisiones directas de dióxido de carbono.

Acciones y programas para el edificio sustentable


Varias instituciones académicas y de investigación se han incorpora-
do a las actividades relacionadas con la arquitectura bioclimática y
sustentable desde finales de la década de 1960, por medio de pos-
grados, especialidades, diplomados e incorporación de materias a la
currícula de las carreras de arquitecturas e ingenierías, además que
se han provisto de equipo y laboratorios. Entre las primeras institucio-
nes está la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad
Autónoma Metropolitana, la Universidad de Colima y la Universidad Au-
tónoma de Baja California (de forma más reciente, con estudios de
posgrado y actualización profesional, varias instituciones se sumaron
en los últimos 15 años).
En el país, la situación actual en materia de formación de recursos
humanos de licenciatura y posgrado, es ofertada por 29 instituciones
públicas y privadas (si este número se desglosa por dependencia au-
menta considerablemente; por ejemplo, en la unam, las instituciones
relacionadas con el tema son el Instituto de Ingeniería, la Facultad de
Arquitectura, el Instituto de Ecología y el Instituto de Energía Renova-
ble, y en la uam las unidades de Azcapotzalco, Iztapalapa y Cuajimal-
pa). Asimismo, aproximadamente 70 académicos e investigadores

Parte 3. Sustentabilidad 132


trabajan en el tema, con generación de conocimiento, el desarrollo
tecnológico y proyectos demostrativos.
Respecto al servicio profesional, en el país se dispone de 370 pro-
fesionistas y empresas que se anuncian para realizar construcción y
diseño de edificios sustentable. Los servicios que ofertan son de cer-
tificación y venta de productos (como materiales aislantes, equipos
fotovoltaicos, para la generación de energía eléctrica, equipos para
iluminación, etcétera).
En cuanto al conocimiento científico y tecnológico, existe una pro-
lífica producción de libros sobre arquitectura ecológica, autosuficien-
te, arquitectura bioclimática, metodologías para el diseño sustentable,
cero energías, bajo carbono, etcétera, en los cuales se proporciona
información para aprovechar y protegerse de las condiciones climáti-
cas del medio ambiente. Los trabajos sirven para difundir la importan-
cia de considerar al medio ambiente en el diseño arquitectónico y para
motivar una actitud consecuente con ello.
Además, se han realizado proyectos demostrativos y de trasferen-
cia tecnológica con el fin de mitigar los impactos de la edificación.
También existen proyectos para la sustentabilidad de los edificios en
los últimos 55 años. Algunos casos que han contribuido para tener
en el país los actuales programas sobre edificios sustentables son los
edificios sustentables como el Instituto de Energía Renovable-unam,
el Instituto Nacional de la Salud, el Museo de Sitio de Xochicalco, el
Centro Campestre Asturiano, el Club de los Pumas, la Biblioteca de
la uam-Azcapotzalco, los museos de la Ruta Zapata y la Universidad
Cristóbal Colón-Campus Calasanz, en otros (ver figura 3).
Hacia el final de la década de 1990 se construyeron más de cien
viviendas en Ciudad Juárez, las cuales tienen sistemas para el aprove-
chamiento de la energía solar, para climatización y calentamiento de
agua, así como ventilación subterránea, chimenea solar y elementos

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 133


1 2

3 4

1. Club Campestre Asturiano, 2. Instituto Nacional de Salud,


3. Instituto de Energía Renovable-unam 4. Museo de Sitio de Xochicalco.

Figura 3. Edificios sustentables en México.


Fuente: David Morillón Gálvez.

sombreadores, y dispositivos para el reuso de aguas grises, tratamien-


to de agua y ahorro de energía con mecanismos eficientes de ilumina-
ción, entre otros. Este proyecto tuvo apoyo, para pagar el sobrecosto,
por el Infonavit, quien otorgó al constructor 7% más de lo estipulado
para créditos de vivienda de interés social por incluir dichas tecnolo-
gías. Este proyecto se acerca a los criterios de vivienda sustentable
que actualmente se buscan con la llamada “hipoteca verde”.
El proyecto piloto Vivienda Sustentable de Conavi tuvo beneficios
por incorporar criterios de diseño bioclimático en la vivienda de inte-

Parte 3. Sustentabilidad 134


rés social. Así, se observa en 5 mil viviendas ahorros de energía por
4 807 MWh al año, dejando de emitir al ambiente 3 342.49 toneladas
de CO2 (si se climatizaran dichas viviendas con aire acondicionado
y cuya energía fuera de origen fósil), además de evitar el gasto por
conceptos de consumo de energía eléctrica.

Figura 4. Vivienda sustentable en Monterrey.


Fuente: David Morillón Gálvez.

Entre 2006 y 2008 se inició el proyecto de Valle Las Palmas (ver figura
5), una ciudad sustentable que considera la construcción de 200 mil vi-
viendas, zonas industrial, educacional, deportiva, comercial, etcétera,

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 135


Figura 5. Valle Las Palmas, Tijuana, BC, 2010.
Fuente: David Morillón Gálvez.

para 2030. En la actualidad se tiene el inicio de la vivienda económica,


la ciudad universitaria y una gran empresa. Éste es el primer proyec-
to que aplicó al financiamiento de los Desarrollos Urbanos Integrales
Sustentables (duis).

Bases normativas
A finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, las normas
eran las bases técnicas para el diseño bioclimático. Entre ellas resal-
tan las emitidas por el Infonavit y el imss.
Sin embargo, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la
Energía (conuee) ahora es el órgano del Gobierno Federal que lleva a
cabo la elaboración de Normas Oficiales Mexicana (nom), las cuales
son obligatorias para el ahorro de energía en los edificios, desde su
diseño mismo. Algunas de ellas son:

• NOM-008-ENER-2001, Eficiencia energética en edificaciones, no


residenciales, vigente en algunos reglamentos de construcción.
• NOM-020-ENER-2011, Eficiencia energética en edificaciones “Nor-
ma para la envolvente de edificios residenciales”.

Parte 3. Sustentabilidad 136


Otras normas se suman a dar bases para la eficiencia energética,
como son las relacionadas con materiales, electrodomésticos, ilumi-
nación, calentadores de agua y/o azotas verdes:

• NOM-018-ENER-1997, para caracterizar los materiales aislantes


para la construcción.

Asimismo, existen varias normas oficiales mexicanas para el ahorro


de energía por el uso de electrodomésticos: aires acondicionados,
lavadoras, refrigeradores, lámparas, etcétera

• Normas para la eficiencia energética en iluminación interior y ex-


terior de edificios (NOM-007-ENER-2005 y NOM-013-ENER-2004).
• NOM de vidrios (en desarrollo).
• NADF-008-AMBT-2005, Calentamiento de agua con energía solar,
para el uso obligatorio de calentadores solares de agua en un por-
centaje (aplica en edificios comerciales en la ciudad de México).
• NADF-013-RNAT-2007, Sistemas de Naturación de azoteas en el
Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
• Recientemente la NOM de lámparas, para eliminar el uso de las
lámparas incandescentes en pocos años.
• Proyecto de norma mexicana, relacionada con las R para los ma-
teriales y sistemas constructivos de la vivienda, promovida por la
Asociación de Empresas para Ahorro de Energía en Edificios.
• Cuatro NMX para eficiencia, instalación, sistema y terminología de
los calentadores solares de agua.
• NMX para edificaciones turísticas sustentables.

Además, existen normas oficiales mexicanas que Semarnat trabajó


para las energías eólica y fotovoltaica, así como normas para la pota-

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 137


bilización, el tratamiento y ahorro de agua; normas para el manejo de
residuos a nivel doméstico y como ciudad, y guías para el manejo y
aprovechamiento de las áreas verdes, y códigos que consideran to-
dos los criterios ambientales para la vivienda sustentable.
El Código de Edificación de Vivienda fue desarrollado por la Conavi,
en el capítulo 27, que lleva por título: Sustentabilidad. En él se conside-
ran los temas de energía, agua, residuos sólidos y áreas verdes.

Programas de financiamiento
Los instrumentos de financiamiento se iniciaron en la década de 1990
sobre todo para la adecuación de la vivienda existente, en temas de
ahorro de energía eléctrica. La institución a cargo fue el Fideicomiso
para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide), y posteriormente se crea-
ron el sistema de financiamiento del Infonavit y la Hipoteca Verde
(para la vivienda nueva). Este último es el instrumento con mayor
alcance, y contempla el ahorro de electricidad, gas, agua y aprove-
chamiento de la energía solar. Un poco después se creó un sistema
para financiar lo urbano, con enfoque bioclimático, por la Sociedad
Hipotecaria Federal (shf), conocido el instrumento como duis.

Ahorro de energía
Existe un financiamiento para la eficiencia energética en el sector de
los edificios comerciales y la vivienda otorgado por el Fide. Aunque
surgió para la adecuación de edificios, en tres rubros, ahorro de ener-
gía, en iluminación y en aire acondicionado, se sumó la sustitución de
refrigeradores y lavadoras. Dicho programa se amplió para el caso
de la vivienda nueva, además de la inclusión de calentadores solares de
agua. En sus inicios, este programa fue sólo para trabajadores de la
Comisión Federal de Electricidad.

Parte 3. Sustentabilidad 138


Hipoteca verde
La hipoteca tiene su base en recursos económicos. En una primera
etapa se consideran solamente las condiciones de diseño y tecnolo-
gías que permitan el ahorro de agua y de energía (gas y electricidad),
siempre y cuando pueda ser cuantificado el beneficio en dinero aho-
rrado mensualmente (esto es que se refleje en dinero no gastado por
el usuario o habitante de la vivienda en estos servicio). El ahorro será
un aumento en el monto de crédito que será otorgado por la institu-
ción financiadora. Además, se deben poder cuantificar los beneficios
ambientales, como la conservación de los recursos naturales y el CO2
no emitido o evitado, lo que permitará definir el nivel de sustentabi-
lidad de las nuevas viviendas.

Criterios e indicadores para


desarrollos habitacionales sustentables
Estos se refieren a los criterios e indicadores que se emiten para ca-
lificar si un proyecto o desarrollo habitacional es sustentable. Tie-
ne el atractivo de que el gobierno entrega los subsidios a vivienda
de interés social (económica) si se cumplen con las especificaciones
mínimas indicadas. El puntaje y los criterios e indicadores conside-
rados, así como los valores mínimos, se presentan para iniciar en el
programa por tipo de vivienda.
El cumplimiento de los criterios e indicadores para la vivienda
sustentable de la Conavi permitirá otorgar subsidios por parte del
gobierno federal.

Desarrollos Urbanos Integrales Sustentables (DUIS)


La Sociedad Hipotecaria Federal (shf) suma esfuerzos a través del
Grupo de Promoción y Evaluación de Desarrollos Urbanos Integrales

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 139


Sustentables (duis) para promover la integralidad y sustentabilidad
de los nuevos desarrollos urbanos, como áreas de desarrollo integral-
mente planeadas. Éstas, además de representar una expansión física
de la ciudad, contribuyen al ordenamiento territorial de los estados y
municipios, y promueven un desarrollo urbano más ordenado, justo
y sustentable. Asimismo, son motor del desarrollo regional, donde la
vivienda, infraestructura, servicios, equipamientos, comercio, educa-
ción, salud, industria, esparcimiento y otros insumos constituyen el
soporte para el desarrollo de proyectos económicos estratégicos ge-
neradores de empleo y detonadores de la economía, considerando
las prioridades y estrategias nacionales y regionales.

Sistemas de certificación
Aunque existe un programa de certificación de edificios de bajo im-
pacto ambiental, de la Procuraduría Federal de Protección al Ambien-
te (Profepa), no es clara la metodología y sólo tiene acreditado un
edificio. Por fortuna las iniciativas para el financiamiento permiten
ser sistemas de certificación de edificios sustentable. Sin embargo,
sólo existen dos sistemas para certificar, los de la Conavi y el Gobier-
no de la Ciudad de México (antes gdf), y mucha de la base en eficien-
cia energética se toma de lo elaborado para el Sello Fide.

Hipoteca verde
Los criterios generales y específicos de la hipoteca verde son: loca-
lización, social, calidad ambiental interior, materiales, energía, agua
y diseño. En el caso de energía considera dos apartados: ahorro de
energía eléctrica y ahorro de gas. Para el primer caso se incluyen las
lámparas fluorescentes, aislamiento en el techo y aire acondiciona-
do eficiente, doble vidrio en las ventanas, refrigerador de alta efi-

Parte 3. Sustentabilidad 140


ciencia, sellado de puertas y ventanas para evitar filtraciones, panel
fotovoltaico y bombeo por gravedad. Además de ofrecer el progra-
ma los costos por implementar las medidas, brinda los beneficios en
ahorro de dinero, energía eléctrica, kilos de gas, metros cúbicos de
agua y kilos de CO2 que se mitigarán con la vivienda. Dicho datos
se obtienen mediante un software que en principio maneja solamente
el Infonavit, para otorgar los créditos, pero más adelante permitirá
determinar qué tanto es sustentable una vivienda con los elementos
considerados y en comparación con las líneas base o consumos e
impactos en cada rubro.

Criterios e indicadores para


desarrollos habitacionales sustentables
El cumplimiento de los criterios e indicadores para la vivienda sus-
tentable de la Conavi permitirá la certificación a las viviendas bajo
valores mínimos y determinar qué tanto son viviendas sustentables.
Es necesario realizar una parametrización para tener bases para
la calificación, además de tener cuantificados los beneficios por dicha
calificación en cada lugar donde se construirá la vivienda.

Programas de Certificación de Edificios Sustentables


En el 2008 el Gobierno de la Ciudad de México emitió su Programa de
Certificación de Edificios Sustentables, con base en la normatividad
oficial mexicana, relacionada con el diseño, el manejo de la energía,
las energías renovables y la eficiencia energética. Lo mismo hizo para
el agua, los residuos y áreas verdes. Este sistema está constituido
por tres partes: calificación de edificios, programa de incentivos y
edificios por uso que son considerados. Éste es de los programas de
certificación que respeta la normatividad oficial y, en consecuencia,

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 141


permite tener métodos públicos para cumplir. Sin embargo, es algo
complejo, por lo que es un comité especializado quien califica.

DUIS
Los criterios de elegibilidad permitirán calificar cuándo un desarrollo es
o no sustentable. Estas bases están relacionadas con: condiciones geo-
gráficas, protección ambiental, condiciones de ordenamiento territo-
rial, condiciones generales de infraestructura, servicios y equipamientos
urbanos, estructura demográfica y socioeconómica, conceptos ar-
quitectónicos y medidas de sustentabilidad, impacto urbano, y ofer-
tar suelo y vivienda para todos los extractos sociales (especialmente
los de menores ingresos, con cuando menos 40% de la mezcla habi-
tacional destinada a dicho sector). Además, contemplan información
respecto al compromiso de financiamiento del Infonavit para los próxi-
mos años, oferta de empleo de genere autosuficiencia económica, par-
ticipación de desarrolladores privados y/o entidades estatales o muni-
cipales como promotores de vivienda (aportando tierra, vías de acceso
y transporte público suficiente y adecuado), proyecciones financieras
del proyecto y capacidad probada de los desarrolladores potenciales.

NMX-AA-164SCFI-2013
La norma mexicana para la certificación de edificaciones sustenta-
ble, emitida por la Semarnat, es muy completa en las temáticas. Sin
embargo, faltan métodos para poder aplicarla y para tener un efecto.
Por fortuna, ya hay certificadores.

Premio al Edificio Inteligente y Sustentable


En el sector privado, en la parte del valor inmobiliario, toma fuerza
el premio del Instituto Mexicano del Edificio Inteligente, una certifica-
ción de edificio inteligente y sustentable.

Parte 3. Sustentabilidad 142


Conclusiones
Se ha contribuido de forma holística con las bases para el desarrollo
de los modelos y herramientas para el diseño, evaluación y certifi-
cación de edificios sustentables. Entre las contribuciones se cuenta
con investigación y desarrollo tecnológico, así como política pública
en normatividad, programas de financiamiento y certificación. A
pesar de ello aún no se logra detonar de forma continua la cons-
trucción sustentable y la masificación del tema en México, por lo
que se requieren más instrumentos, coordinación de instituciones y
mantenimiento de las políticas públicas de forma continua, así como
cuestionar los instrumentos extranjeros, por no estar adaptadas a
las condiciones climáticas y legales. Dado lo anterior, no son eviden-
tes los beneficios de los edificios certificados y se ha desvirtuado el
mercado y el concepto. En el caso del programa de apoyo con fondos
extranjeros, las metodologías y las bases no corresponden a la rea-
lidad, no reflejan el reto y mucho menos el beneficio. Esto se debe
a que, en ocasiones, sólo se ha pretendido implementar tecnologías
extranjeras, con endeudamiento para el país.
En sus inicios, las certificaciones de edificios sustentables estuvie-
ron enfocadas a proyectos de la iniciativa privada, pero hoy se abren
a los intereses conjuntos de los gobiernos locales con la iniciativa
privada. Aunque nacieron con buena intención, hace falta parametri-
zar los beneficios de los criterios, para no quedar en una check list de
buenas intenciones.
Los atlas, las guías, manuales para el diseño bioclimático, la efi-
ciencia energética, así como la hipoteca verde, el código y los criterios
e indicadores, son herramientas disponibles para los estudiantes,
profesionistas, autoridades y funcionarios del gobierno, así como los
constructores y desarrollados de la vivienda, para lograr que los edi-
ficios que se construyan en México sean sustentables.

Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable 143


Es necesaria la continuidad de programas para la vivienda de
interés social-sustentable, como las normas, la hipoteca verde, los
sistemas de certificación de la Conavi, la Ciudad de México y Semar-
nat, con objeto de ir mejorando diseños y sistemas de financiamien-
to y certificación para realmente lograr la edificación sustentable.
Sobre el paquete de opciones tecnológicas, de los programas ofi-
ciales que permitirían la mitigación de CO2 (como la hipoteca verde,
el programa del Fide, los subsidios de la Conavi, los financiamientos
de shf para los duis), con sus actuales tendencias o metas para in-
troducir tecnología (en el caso de iluminación, cerrando la fábrica de
los incandescentes; en el de los sistemas fotovoltaicos, metiéndolos
en las vivienda y edificios), no se avizora un buen futuro si no hay
un programa o una norma oficial u obligatoria que integre las estra-
tegias de diseño, tecnología eficiente y generación de energía con
fuentes renovables. Asimismo, para el caso del agua y manejo gene-
ral de los insumos, deberán brindarse métodos para lograr edificios
sustentables. Además, es necesario cambiar de paradigma, dejando
atrás los proyectos que no toman en cuenta los impactos al ambien-
te, a la sociedad y al usuario en general. Por último, se deberán apro-
vechar los conceptos generados para encaminarlos hacia una cultura
para la sustentabilidad.

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Cambio Climático México. México: Semarnat, 2007.
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Parte 3. Sustentabilidad 146


Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana

Renaturalizar las ciudades:


una estrategia de planeación
para la sustentabilidad urbana

Natalie Rosales Pérez


El Colegio Mexiquense

Imagen 1. Vancouver Water front.


Fuente: fotografía de Juan Antonio Reynoso, 2019. Reimpreso con autorización.

El reto de transitar hacia ciudades sustentables


En las últimas décadas, el paradigma del desarrollo sustentable ha
planteado que se necesita una transición estructural y social hacia un
modelo alternativo de organización que abarque la dimensión ética
y ecológica del desarrollo, la protección del ambiente y la biodiversi-
dad, así como reconsiderar las necesidades, aspiraciones y priorida-

147
des humanas presentes y futuras, y los cambios en la distribución de
los costos y beneficios del desarrollo.1
En particular, la incorporación de la dimensión urbana a este
debate ha surgido de la reflexión de los retos y oportunidades que
representan las ciudades en temas de consumo de recursos y desa-
rrollo, y de los impactos ecológicos que las ciudades tienen en terri-
torios más amplios.
Se estima que aun cuando las ciudades sólo ocupan 2% de la su-
perficie terrestre, éstas consumen de 60 a 80% de la energía global,
más de 75% de los recursos naturales mundiales y producen 75% de
las emisiones de carbono.2
El crecimiento poblacional de las ciudades y los modelos de ocu-
pación del territorio, que han prácticamente eliminado las cubiertas
vegetales originales, sustituyéndolas por materiales para la construc-
ción de carreteras y para el equipamiento urbano, ha provocado la
artificialización de los biotopos naturales.
Los procesos de urbanización y el gran consumo de suelo afectan
la productividad de los ecosistemas a través de la pérdida de hábi-
tats, biomasa y almacenamiento de carbono. Lo anterior porque el
sólo cambio de uso de suelo de no urbano a urbano, y factores como
la contaminación, el microclima y el ruido, la fragmentación de há-
bitats y el efecto borde, impactan negativamente en la presencia de
flora y fauna y en la pérdida de biodiversidad.3

1 Natalie Rosales, Con los pies en la tierra: Avanzando en la transición, desde una planea-
ción para la sustentabilidad urbana (Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 2019), 13.
2 Mark Swilling y otros, City-level decoupling: Urban resource flows and the gover-
nance of infrastructure transitions: A report of the working group on cities of the
international resource panel (Nueva York: unep, 2013), 4.
3 Volker Welter, Biopolis: Patrick Geddes and the city of life (Cambridge: mit Massa-
chussets Press, 2002).

Parte 3. Sustentabilidad 148


Se pronostica que, si las tendencias actuales en la densidad de po-
blación y consumo de suelo urbano por habitante continúan y todas
las áreas con altas probabilidades de expansión urbana experimen-
tan cambios, para 2030 la cobertura del suelo urbano aumentará en
1.2 millones de km2, por lo que casi se triplicará el área de tierra urba-
na global del año 2000. Este aumento resultaría en una pérdida con-
siderable de hábitats en puntos clave de biodiversidad, en regiones
que no han sido perturbadas ya por el desarrollo urbano.4
Aunado a las alteraciones de los ecosistemas y sus funciones, así
como la explotación y transformación de paisajes productivos cada
vez más distantes, y a grandes huellas ecológicas, que rebasan los
límites eco-geográficos de prácticamente todas las ciudades, debe
sumarse la acelerada pérdida de áreas de valor ambiental en el inte-
rior de las urbes.
Cada vez más es posible observar cómo ecosistemas que original-
mente abarcaban una gran extensión, pero que ahora están estre-
chamente confinados en contextos urbanizados, presentan una serie
de problemáticas. Éstas son: asentamientos informales en áreas na-
turales protegidas; contaminación ambiental, ya que elementos natu-
rales como los ríos se han convertido en el basurero de los flujos ur-
banos, y pérdida de biodiversidad.
En este sentido, podemos argumentar que en nuestras ciudades
existe un desequilibrio naturaleza-ciudad, que se debe en gran medi-
da a la ausencia de criterios ambientales en las pautas de planeación,
diseño y gestión urbana. Esto ha generado una división dicotómica

4 Karen C. Seto, Burak Güneralp y Lucy Hutyra, “Global forecasts of urban expansion
to 2030 and direct impacts on biodiversity and carbon pools”, Proceedings of the
National Academy of Sciences 109, núm. 40 (2012), 16083.

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 149
ciudad-naturaleza y una profunda desconexión ciudadanos-mundo
natural que limita la protección efectiva del ambiente.
En nuestras ciudades, los procesos ecológicos que sustentan la
vida no son visibles. No sabemos de dónde vienen los recursos ne-
cesarios para su funcionamiento, ni a dónde van los residuos que
éstas generan.
La naturaleza urbana es escaza, y se restringe a zonas verdes ais-
ladas y dispersas, en donde la percepción ciudadana acerca de la
existencia y utilidad de estos espacios se limita a cuestiones orna-
mentales y de recreación.5 De ahí que exista un gran desconocimien-
to de los habitantes respecto de los ecosistemas naturales, y sean
pocos los esfuerzos por preservar y potenciar los valores naturales
existentes, tanto dentro del medio urbano como en las zonas circun-
dantes a las ciudades.
Sin embargo, si corrigen sus disfunciones, las ciudades ofrecen
también una serie de oportunidades para avanzar hacia escenarios de
sustentabilidad. Por un lado, desacoplando la urbanización del dete-
rioro ambiental y, por otro, permitiendo a sus habitantes desarrollar
actividades y un estilo de vida que los deje conectar y aprender de la
naturaleza y comprometerse con su cuidado.6
Bajo estos argumentos, a lo largo de las últimas cuatro décadas
hemos sido testigos de la construcción de diferentes discursos, pro-
puestas y estrategias para favorecer un urbanismo integral que no
sólo se fije en lo estético, sino en lo ético, asegurando formas inclusi-
vas y correctoras de los desequilibrios socioespaciales y ecológicos.

5 Michael Hough, Naturaleza y ciudad planeación urbana y procesos ecológicos


(Barcelona: Gustavo Gili, 1998).
6 Timothy Beatley, Biophilic Cities: integrating nature into urban design and plan-
ning (Washington: Island Press, 2011), 83.

Parte 3. Sustentabilidad 150


Desde la perspectiva de la sustentabilidad se han generado una
serie de planteamientos como lo son: un desarrollo a partir de las
condiciones ecológicas del lugar, autosuficiencia en insumos (agua,
energía, residuos); minimizar el impacto ambiental de las ciudades;
promover valores alternativos que fomenten el respeto y amor por la
naturaleza, y la creación de un habitus ecológico.
Estos nuevos imperativos del urbanismo contemporáneo, en el
marco del impulso a un desarrollo sustentable, nos llevan a plan-
tear una serie de transiciones fundamentales en muchos sentidos.
De acuerdo con Rosales éstas se refieren a las trayectorias actuales
de los sistemas urbanos, a nuestro entorno construido, al papel de
la participación ciudadana en el desarrollo de la ciudad, a nuestras
instituciones, y como conceptualizamos, planeamos, gobernamos y
manejamos el cambio urbano y re imaginamos nuestras ciudades
presentes y futuras.7
En el ámbito de la planeación territorial, significa moverse hacia
un enfoque más integral e integrado que, basado en ajustes incre-
mentales (adaptaciones), nos permita renovar nuestros entornos ur-
banos, y pasar a modelos territoriales alternativos de reorganización
de las condiciones de vida, en donde la naturaleza cobre protagonis-
mo y sea parte de la estructura urbana. Además, se deberá avanzar
hacia nuevas estrategias urbanas que aseguren el equilibrio entre
urbanización y conservación ecológica; recuperen y restauren espa-
cios ecológicos degradados; sean ecoeficientes; disminuyan las nece-
sidades de hiper movilidad, y propicien una mayor cohesión social.
Así, instaurar un urbanismo sustentable para afrontar de una
nueva forma los fenómenos urbanos, y la relación que tenemos en

7 Rosales, Con los pies en la tierra, 107.

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 151
la ciudad con la naturaleza, requiere de un proceso planeado y di-
rigido, el cual puede ser conceptualizado como “planeación para la
sustentabilidad”, es decir, un proceso de gestión del cambio para di-
reccionar una transición culturalmente integrada hacia un urbanis-
mo sustentable.8

Estrategias para avanzar en la transición


La visión descrita implica una renovada mirada en la que la planea-
ción urbana integre la mayor cantidad de elementos naturales en el
corazón de la ciudad y active procesos de recuperación y restauración
ecológica. Lo anterior porque el fomento, consolidación y protección de
naturaleza en suelo urbano ofrecen una serie de oportunidades para
avanzar hacia ciudades social y ecológicamente balanceadas.
Los espacios verdes proveen una serie de servicios ecosistémicos,
como limpiar el aire, proveer de agua y moderar las temperaturas
en un contexto de calentamiento global, y regenerar paisajes de-
gradados. También, tal y como señala la Organización Mundial de la
Salud, el verde urbano genera bienestar en la población, ya que, al
fomentar una interacción directa de la ciudadanía con la naturaleza
y proveer zonas para la interacción social y el recreo, se contribuye a
la salud física y mental de los habitantes de las ciudades. De hecho,
establece un radio mínimo de zonas verde por habitante de 10-15 m2
para garantizar un mínimo de calidad de vida urbana.9
Además, introducir elementos naturales en ambientes totalmente
urbanizados ayuda a profundizar los valores de naturalidad de los

8 Rosales, Con los pies en la tierra, 125.


9 Charles Price, Pierre Dube y World Health Organization, Sustainable development
and health: concepts, principles and framework for action for European cities and
towns (Copenhagen: oms, 1997).

Parte 3. Sustentabilidad 152


ecosistemas urbanos y favorecer un cambio de actitudes, valores y
comportamientos en torno a nuestra relación con la naturaleza en
las ciudades. En este contexto es que cobra relevancia la renatura-
lización como una nueva estrategia que puede avanzar la transición
hacia la sustentabilidad del desarrollo urbano. De ahí que resulte
crucial comprender las diferentes connotaciones del término y la for-
ma como se puede llevar a la práctica transicional una planeación
para la sustentabilidad.

La noción de naturación urbana


El concepto de renaturalización utilizado inicialmente dentro del cam-
po de la ecología se refiere a dos aspectos. El primero es la restaura-
ción ambiental de entornos. Es decir, hace referencia a procesos de
recuperación de la estructura y funcionamiento de un sistema natu-
ral degradado, con objeto de mejorar su integridad ecológica (enten-
dida como la capacidad para albergar una comunidad de organismos
vivos equilibrada, integrada y adaptativa). El segundo hace referencia
a procesos espontáneos de colonización. Es decir, el crecimiento es-
pontáneo de plantas.
Sin embargo, en el ámbito del urbanismo, el término ha adquirido
una connotación ligeramente distinta. De acuerdo con De Felipe y
Briz, la naturación urbana es la acción de incorporar o fomentar la
naturaleza mediante la recuperación de la flora y fauna autóctonas.10
Así, de acuerdo con Perch, el término se refiere a un proceso de
modificación de una porción del espacio, ya sea edificio, manzana,

10 Julián Briz Escribano e Isabel de Felipe Boente, “Red Internacional de Ciudades en Na-
turación (Ricen)”, Revista Agropecuaria 794 (1998): 695-699, http://www.magra
ma.gob.es/ministerio/pags/biblioteca/revistas/pdf_Agri/Agri_1998_794_695_
699.pdf.

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 153
barrio, parcela, paisaje o territorio, para convertirlo en un entorno
con características de un paisaje que visibilice el medio natural en la
ciudad.11 Esto a partir de una extensión o incorporación de elementos
naturales tanto en dirección vertical como horizontal de superficies
verdes, pero también a partir de la introducción de flora, fauna, escu-
rrimiento de aguas superficiales, actividad morfodinámica, etcétera.
Por otro lado, se refiere también a la conservación y restauración
de la estructura y funcionamiento de un sistema natural degradado.
Para ello plantea un proceso de rehabilitación de la naturaleza urba-
na que consiste en reducir, mitigar e incluso revertir los daños produ-
cidos en el medio físico para volver, en la medida de lo posible, a la
estructura, funciones, diversidad y dinámica del ecosistema original.
La rehabilitación se da a partir del logro de pequeñas mejoras en
ciertos componentes del sistema natural o mediante la protección de
pequeños enclaves. Por ejemplo, la restauración de diferentes ám-
bitos de un espacio degradado como taludes, cubiertas vegetales,
paisajes o la recuperación de hábitats para la fauna.
Así, el concepto implica introducir elementos naturales en ambien-
tes totalmente urbanizados, para incrementar su cantidad y diversi-
dad, dejando que la naturaleza entre y forme parte de la ciudad, pero
también la recuperación y restauración de espacios ambientales de-
gradados que permitan preservar y mejorar los procesos naturales,
y los servicios ecosistémicos que dan soporte a nuestras ciudades.
Si comparamos el crecimiento de una ciudad a lo largo del tiempo
es posible observar que donde la ciudad existe hoy antiguamente
había campo, huertos, zonas arboladas y tal vez algún arroyo. Aun

11 Pierre Pech, “Renaturalisation”, Hypergeo (2016), https://www.hypergeo.eu/spip.


php?article677.

Parte 3. Sustentabilidad 154


en las ciudades más grises, existen elementos naturales a nuestro
alrededor. Prestemos atención o no, están ahí, caminando bajo
nuestros pies, abriéndose paso entre el pavimento, escondiéndose
en nuestros cuerpos de agua, flotando el aire o volando sobre nues-
tras cabezas.
De ahí que, si bien el concepto de integrar la naturaleza en la ciu-
dad no es nada nuevo, ya que la naturaleza ha estado y está presente
en las ciudades a lo largo de toda su historia, el objetivo de renatura-
lizar los entornos urbanos sí lo es, ya que como el prefijo indica, sig-
nifica volver a lo natural. Además, involucra establecer un equilibrio
entre ambiente urbanizado y uno más natural.
La idea de renaturalizar va más allá de objetivos estéticos y orna-
mentales, surge de la necesidad de dar a nuestras ciudades de acero,
concreto y asfalto un componente de naturalidad y vida, crear am-
bientes más saludables, y es una apuesta por el desarrollo sustenta-
ble y la conservación del medio ambiente. Renaturalizar se muestra
entonces como una estrategia para desdibujar la dicotomía ciudad-
naturaleza, mejorar la calidad del medio ambiente urbano, activar
procesos de recuperación y restauración ecológica, y en un medio
para influir en el comportamiento individual de los ciudadanos para
“experimentar” la naturaleza de una manera productiva, significativa
y personal.
Bajo esta perspectiva, en este trabajo se considera que la rena-
turalización, conlleva a una serie de implicaciones que van más allá
del solo hecho de reverdecer nuestras ciudades. La primera es que
todo proceso de renaturalización, además de consideraciones sobre
aspectos bióticos y abióticos del sistema natural, debe incorporar
consideraciones sobre las funciones ecológicas de los distintos ele-
mentos naturales dentro del sistema urbano y estrategias tendientes
a la restitución de las formaciones vegetales climáticas o edáficas.

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 155
La segunda consideración es la protección de ecotopos. La rena-
turalización debe tener por objetivo preservar paisajes y elementos
naturales singulares y de interés, que permitan salvaguardar y po-
tenciar los valores ambientales y culturales existentes tanto dentro
del medio urbano como en las zonas circundantes a la ciudad.
La tercera consideración es su papel en el fomento de la biodiver-
sidad. Las áreas verdes pueden actuar como sumideros de biodiversi-
dad de las zonas naturales localizadas en el casco urbano y como
aportadoras de especies a otras zonas verdes de menor tamaño a
partir de sistemas verdes interconectados.
Por último, se encuentra la función social de los procesos de re-
naturalización. El fomento de entornos urbanos en los que la distri-
bución y accesibilidad de las áreas verdes sea equitativa para todos
contribuye a ciudades más justas desde el punto de vista social y
ambiental. Además, transitar hacia escenarios de sustentabilidad im-
plica la búsqueda de caminos en los que la ciudad y la naturaleza
puedan acercarse para promover valores alternativos. En este sen-
tido, tal y como sugiere Mac Harg, se debe aprovechar el potencial
educativo de los espacios verdes no sólo para el disfrute de los ciuda-
danos de un entorno urbano saludable, sino también para potenciar
un sistema de aprendizaje de los valores naturales y sociales de la
naturaleza urbana. Los procesos naturales deben estar integrados en
la estética de la ciudad, de forma que los procesos ecológicos sean
evidentes en el día a día de los ciudadanos.12
En suma, la renaturalización debe cumplir con el objetivo de in-
troducir espacios naturales dentro de la estructura de la ciudad,

12 Ian McHarg, Proyectar con la naturaleza/Design with nature (Barcelona: Gustavo


Gili, 2000).

Parte 3. Sustentabilidad 156


desde una base de restauración ecológica, brindando simultánea-
mente diversos beneficios tanto ambientales como sociales.

Tres elementos que debemos considerar


en la implementación de estrategias de renaturalización
de nuestras ciudades: distintas escalas, multifuncionalidad
y diversidad de tipologías
Aun cuando la escala de intervención destacada es la del barrio y ciu-
dad, debido a que las urbes son sistemas abiertos que dependen del
exterior, es indispensable que la renaturalización se vincule a una di-
námica territorial más amplia. Reverdecer y revitalizar el medio am-
biente urbano supone incrementar la complejidad y diversidad de los
elementos naturales en la ciudad. Para ello se debe contemplar una
diversidad de tipologías y escalas que van desde grandes parques y
jardines con distintos grados de extensión hasta espacios urbanos
(alineaciones arboladas en vías, calles y caminos; zonas ajardinadas
sin usuarios como taludes, espacios residuales junto a las infraes-
tructuras de transporte, espacios libres entre los bloques de edificios
residenciales, glorietas, y elementos urbano-arquitectónicos, como
fachadas, azoteas, pavimentos, estacionamientos, plazas públicas).
Por lo anterior, las estrategias para renaturalizar deben desarro-
llarse en dos niveles: el urbano regional y el urbano arquitectónico.
En la escala ciudad-región las estrategias deben considerar princi-
palmente la conexión entre los espacios, de forma que permitan per-
meabilizar los flujos ecológicos y sociales. La ciudad debe relacionarse
con su contexto ambiental de forma que paisajes naturales se inter-
penetren entre sí, posibilitando áreas de transición e interconexiones.
Muchos espacios pequeños dispersos no tienen el mismo valor
ecológico que uno grande de las mismas dimensiones, por la influen-
cia y perturbaciones y efectos periféricos. Así, para reducir el efecto

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 157
de aislamiento de poblaciones vegetales y animales de los espacios
abiertos, se debe procurar su conexión por corredores verdes, así
como por un sistema de espacios abiertos adicionales.13

Imagen 2. Sistemas integrados de espacios verdes que permitan la creación de un conti-


nuo natural alrededor de la ciudad que articule diversos enclaves de alto valor ecológico
y paisajístico. Esquema de anillo verde. Fuente: elaboración propia.

Otro aspecto para considerar en esta escala es la restauración de


espacios degradados y conservación de los sistemas naturales que
soportan la vida en nuestras ciudades. Se deben diseñar estrategias

13 Michael L. McKinney, “Urbanization, Biodiversity, and Conservation. The impacts


of urbanization on native species are poorly studied but educating a highly urbani-
zed human population about these impacts can greatly improve species conserva-
tion in all ecosystems”, Bioscience 52, núm. 10 (2002): 883-890.

Parte 3. Sustentabilidad 158


para conservar y restaurar los relictos de ecosistemas naturales ya
sea en los extrarradios o en las zonas centrales.14
Se debe plantear una estructura ecológica principal que permi-
ta evitar la fragmentación de hábitats, crear conectividades y redes
biológicas. Para ello, resulta de utilidad la noción de infraestructura
verde, que comprende a todo el sistema natural que soporta la vida,
posibilita los procesos ecológicos, sostiene la flora y la fauna y man-
tiene los recursos, con la finalidad de lograr un uso más eficiente y
sustentable del territorio en la escala local, urbana y regional.15 Esta,
debe incorporar dos elementos esenciales:

1. Equipamientos urbanos, con requisitos propios y específicos para


atender al esparcimiento, la socialización, la realización de ejerci-
cio físico o el contacto con la naturaleza de la población, y
2. Redes de infraestructuras que permitan la vinculación o conexión
espacial, y el movimiento de personas, fauna, viento y agua.

Por ejemplo, la infraestructura verde puede incluir drenajes natura-


les para regular el régimen hidrológico mediante el control de esco-
rrentías, erosión del suelo e inundaciones; garantizar la continuidad
y disponibilidad de la flora aumentando la biodiversidad, y actuar
como sumidero de CO2 y de otros elementos contaminantes.

14 Herbert Sukopp y Peter Werner, Naturaleza en las Ciudades (Madrid: Centro de


publicaciones de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Obras Públicas y
Urbanismo, 1989).
15 Mark A Benedict y Edward T. McMahon, Green Infrastructure: Linking Land-
scapes and Communities (Washington: Island Press, 2006).

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 159
Imagen 3. Infraestructura verde (Pasos de fauna). Una estrategia puede incluir aprovi-
sionar espacios para la movilidad de especies, que fomente la conexión de flujos y evitar
con ello la fragmentación de hábitats. Fuente: elaboración propia en la escala urbano-
arquitectónica.

Espacios multifuncionales
Una de las principales condicionantes en las ciudades para que éstas
se vuelvan sustentables es la autosuficiencia. Para que el desarrollo
de las actividades de una ciudad se pueda llevar a cabo se necesita
como soporte la explotación de recursos muchas veces alejados de
los entornos urbanos. Por ello la optimización del suelo urbano en
la producción de los recursos necesarios para el funcionamiento de la
ciudad (integrando paisajes multifuncionales y productivos, en forma
de espacios verdes abiertos como parques, bosques, hábitat silves-
tre y espacios para para la provisión de recursos y servicios ambien-
tales) contribuye a una ciudad-región autosuficiente.
Por ejemplo, la incorporación de espacios verdes con funciones
como la provisión de alimentos, dentro o en los alrededores del área

Parte 3. Sustentabilidad 160


urbana, contribuye a la seguridad alimentaria, a minimizar los im-
pactos de los actuales sistemas agroalimentarios y a desdibujar
la separación y especialización funcional campo-ciudad. También, la
producción de alimentos fomenta una conexión de los citadinos con
los ciclos ecológicos, por lo que constituye una herramienta de edu-
cación para la sustentabilidad.

Paisajes multifuncionales agricultura


periurbana. Recuperación, restauración
y aprovechamiento de zonas naturales
Para renaturalizar se deben aprovechar los lugares existentes que
cuenten con un cierto potencial para el desarrollo de espacios na-
turales, respetando los procesos ecológicos que se desarrollen en
los mismos, y condicionando el uso a la preservación y el cuidado de
estos procesos.
Para ello, se pueden recuperar lugares con potencial ecológico
como antiguas poblaciones forestales, zonas rurales degradadas,
riachuelos y drenajes naturales, zonas húmedas degradadas para
restauración ecológica o incremento de la biodiversidad.
En particular, resulta relevante potenciar las oportunidades que
tiene la ciudad para formar hábitats que enriquezcan la salud natu-
ral existente, conserven y fomenten la biodiversidad. Por ejemplo, el
fomento de humedales urbanos, además de regular la temperatura y
la humedad, atrae una importante cantidad de biodiversidad.

El incremento de la cobertura vegetal


En zonas densamente edificadas se puede incrementar la cobertura
vegetal con estrategias como la utilización de azoteas para tejados ver-
des, los jardines verticales en fachada y la incorporación de jardines en

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 161
Imagen 4. Arbolado con raíz aérea que constituye uno de los elementos distintivos de las
calles principales de Ubud, Bali. Fuente: fotografía “Naturaleza en la ciudad, o la ciudad
en la naturaleza”, Juan Antonio Reynoso, 2019. Reimpreso con autorización.

pequeños espacios como terrazas o balcones. También se encuentran


tecnologías como los sistemas de drenajes naturales (ecodrenos) y
los ecopavimentos.
De igual manera, se puede utilizar la presencia de elementos na-
turales que fomenten una conexión visual, como por ejemplo árbo-
les distintivos en aceras y vías principales.
Existen planteamientos como lo son la arquitectura viva o vegetal,
que consiste en la realización de estructuras vegetales que han sido
modificadas por el ser humano para conseguir estructuras arquitec-
tónicas que puedan ser transitadas o habitadas.16 Este tipo de arqui-

16 Alejandro Bahamon, Alexandre Campello y Patricia Perez Rumpler, Arquitectura


vegetal (Barcelona: Parramon, 2006).

Parte 3. Sustentabilidad 162


tectura hecha de madera, que no es talada, sino que está viva, puede
cumplir una función decorativa o escultórica dentro de la ciudad, y
evoca una mayor conexión visual con la naturaleza.

Reflexiones finales
La intención de este trabajo ha sido poner de relieve las oportuni-
dades que brinda la renaturalización para combatir el desequilibrio
naturaleza-ciudad y cumplir distintos objetivos de sustentabilidad
como lo son: reducción de la contaminación, una mejor gestión de
los recursos, la reducción de la huella ecológica de las ciudades, el
incremento de biodiversidad, salud física y mental, oferta de alimen-
tos, recreo y paisajismo, y cohesión social.
A lo largo del texto se han esbozado la multiplicidad de espacios
y formas en las que se pueden intervenir, en algunas ocasiones es-
pacios vacíos o infrautilizados en la ciudad, y emprender un proceso
de transformación urbana que parta desde la naturalización y res-
tauración ecológica. A partir de fomentar, incrementar y conectar
parques urbanos, pequeñas áreas verdes, patios y jardines comuni-
tarios y privados; reverdecer espacios, como paseos, plazas, estacio-
namientos y espacios ligados al tráfico; fomentar drenajes naturales,
humedales urbanos, superficies permeables semi naturales, huertos
urbanos, y poblar fachadas y azoteas con cubiertas verdes, será posi-
ble crear una estructura ecológica interconectada con la movilidad, el
consumo de energía, la gestión de recursos como el agua, la calidad
del espacio público y la educación y participación ciudadana. Esto
nos permitirá renovar la actitud de nuestras sociedades urbanitas en
torno a su forma de relacionarse con la naturaleza.
Sólo así las ciudades podrán transitar de ser los principales consu-
midores de recursos naturales y productores de residuos que impac-
tan el medio ambiente, a espacios naturales que permiten procesos

Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 163
Imagen 5. Entorno urbano donde los habitantes han logrado una profunda conexión
con la naturaleza. En la isla Santa Cruz, en Galápagos, cohabitan en armonía 2 200 per-
sonas, junto con pingüinos galápagos, leones marinos, iguanas, pelícanos, cormoranes y
otras especies endémicas como tortugas gigantes halcones, palomas y pinzones. Fuente:
Natalie Rosales, 2016.

ecológicos que apoyan la vida, mantienen la flora y la fauna, mejoran


la biodiversidad y promueven valores alternativos que fomenten el
respeto y amor por la naturaleza.

Referencias bibliográficas
Bahamon, Alejandro, Alexandre Campello y Patricia Perez Rumpler.
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Beatley, Timothy. Biophilic cities: integrating nature into urban design
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Parte 3. Sustentabilidad 166


Editado por la Coordinación Editorial
de la Facultad de Arquitectura de la unam.
Se utilizaron las tipografías Open Sans para
textos principales y Georgia para
textos secundarios.

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