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ordenamiento y
sustentabilidad
Diálogos multidisciplinares
con la Arquitectura de Paisaje
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Esta publicación se realizó gracias al Programa UNAM-DGAPA-PAPIME Proyecto PE108820.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
RECTOR
Enrique Graue Wiechers
FACULTAD DE ARQUITECTURA
DIRECTOR
Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes
COORDINADOR EDITORIAL
Xavier Guzmán Urbiola
EDITOR EN JEFE
Dr. Jesús Manuel Rubio Merino
EDITORA ASOCIADA
Zenia Lozano Medécigo
CORRECCIÓN DE ESTILO
Miguel Ángel Hernández Acosta
Paisaje,
ordenamiento y
sustentabilidad
Diálogos multidisciplinares
con la Arquitectura de Paisaje
10 Prefacio
Lucia Maria de Siqueira Cavalcanti Veras
Laboratorio de Paisaje
Universidad Federal de Pernambuco (Brasil)
18 Introducción
Carla Filipe Narciso (ciaup/unam)
Michelle Meza Paredes (lap/unam)
26 PARTE 1. PAISAJE
27 Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje
Blanca Ramírez Velázquez (uam-x)
89 PARTE 2. ORDENAMIENTO
90 Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México.
Instrumentos de politica territorial
Javier Delgadillo Macías (crim/unam)
Presentación 9
Prefacio
Prefacio
10
Prefacio
Prefacio 11
hito inaugural de una mirada sensible y moderna al mundo. Después
de todo, le pregunta el filósofo Jean-Marc Besse: “¿Cuáles son las ra-
zones y los fines reales de este movimiento que impulsa irresistible-
mente al sujeto a tratar de ver las cosas?”.5 La pregunta planteada a
Petrarca se desarrolla desde Petrarca, para tratar de responder a las
preocupaciones que nos hacen emprender otras jornadas.
Hay muchas motivaciones para leer e interpretar paisajes em-
prendidos en innumerables viajes, desde la fantasía de poetas, artis-
tas y sentido común, hasta filósofos, geógrafos, arquitectos, historia-
dores, biólogos, agrónomos, sociólogos, antropólogos, economistas,
legisladores e ingenieros; por ejemplo, establecer una red compleja
de intereses para responder a diferentes enfoques de los fenómenos
observados. Esto es lo que hace el conjunto de siete autores que
generaron este libro, basado en las distintas aproximaciones y mira-
das al paisaje desde Latinoamérica y cómo éstas pueden establecer
diálogos entre sí, con vistas a una intervención integral, reflexiva y
critica, que tenga implicaciones reales en términos socio-territoriales.
Estructurado en tres momentos, el enfoque del paisaje es explí-
cito inicialmente en la polisemia de los conceptos, en la discusión
de los instrumentos jurídicos y la participación social y, luego, en los
otros dos momentos, está implícito en el desarrollo de la política de
planificación territorial y en los proyectos que buscan sostenibilidad
basada en preocupaciones mundiales sobre el cambio climático.
“¿Quién habla de paisaje y cómo habla?”, es la pregunta planteada
por Francisco Javier de la Torre y la cual impulsa su texto y puede exten-
derse a todos los demás autores. En su caso, el paisaje se discute en los
5 Jean-Marc Besse, Ver a terra: seis ensaios sobre a paisagem e a geografia (São
Paulo: Perspectiva, 2006), 10.
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centros urbanos, con la movilización social y la creación de movimien-
tos ciudadanos; es un nuevo camino para el reconocimiento del dere-
cho al paisaje como uno de los derechos de la ciudad. Esta prerrogativa
impregna los fundamentos de su conceptualización y preocupación so-
cial en el texto de Blanca Ramírez, y está en el centro de la discusión
emprendida por Martín Checa-Artasu, quien, apoyado por normas de
alcance internacional, establece las bases conceptuales para una com-
prensión del paisaje necesaria para la construcción de instrumentos
legales en México (incluso hoy con paisajes legalmente desprotegidos).
La protección y su falta también están relacionadas con las polí-
ticas públicas y los procesos de planificación sometidos a acuerdos
institucionales y de gobernanza, en ejercicios que apuntan a articu-
lar la población, los recursos y las instituciones. Éste es el enfoque
explorado por Javier Delgadillo, quien analiza la política regional y la
planificación territorial adoptada por las instituciones públicas mexi-
canas. Aquí la palabra “paisaje” no es explícita, pero se hace referen-
cia a la identidad de los lugares como un potencial endógeno para
el desarrollo local, así como a la necesaria participación social en los
procesos de planificación.
La relación entre planificación y desarrollo espacial en México
también es explorada por Federico Morales Barragán, quien discute
la Estrategia Nacional para el Ordenamiento Territorial, incorporan-
do, en su concepto, la obligación de participación social que está pre-
sente en las reglas establecidas para América Latina. Si esta región
es un aspecto territorial de mayor interés en este texto, la sosteni-
bilidad de la arquitectura con la que trata David Morillón Gálvez se
refiere también a una visión global, la cual tiene por objetivo cons-
truir edificios con poco o ningún impacto ambiental, lo que implica
la adopción de instrumentos que respeten las condiciones climáticas
de México y que tengan repercusiones globales.
Prefacio 13
La preocupación por el cambio climático y la “renaturalización”
de las ciudades como estrategia para pensar en el futuro constitu-
yen el desafío trabajado por Natalie Rosales, que finaliza este viaje
mostrando que la dicotomía ciudad-naturaleza que distancia a los
ciudadanos del mundo natural debe ser discutida en pautas de plani-
ficación, diseño y gestión urbana, avanzando hacia la sostenibilidad
y reduciendo los impactos relacionados con los aspectos climáticos.
La preocupación puntual con las ciudades es, de hecho, una señal
de la comprensión de que la tierra es una en diferentes escalas de
ocupación del territorio, y que la naturaleza en la ciudad, más que el
ornamento o la recreación, es una condición vital de nuestra existen-
cia, lo que asocia la estética a la ética ambiental. Después de todo,
como nos enseña Merleau-Ponty, la naturaleza “es nuestro suelo, no
lo que nos espera, sino lo que nos sostiene”.6
Discutir el derecho a disfrutar del paisaje, el proceso de participa-
ción social en las políticas públicas orientadas a su gestión, conserva-
ción y futura transformación y acciones dirigidas a la sostenibilidad
del planeta lidera el conjunto de textos de los autores de este viaje
paisajístico. Si el paisaje, como concepto, sólo aparece explícitamen-
te en la primera parte del libro con los fundamentos, instrumentos
legales y movimientos ciudadanos; las otras dos partes nos llevan al
desafío del diálogo necesario entre disciplinas, al explorar las políti-
cas públicas para la planificación espacial y la búsqueda por adoptar
estrategias de planificación que nos llevan a ciudades sostenibles,
cuestiones intrínsecamente relacionadas con el trabajo del arquitec-
to paisajista. Me parece que éste es el gran desafío de este viaje:
Prefacio 14
poder dialogar de manera multidisciplinaria con diferentes áreas de
conocimiento y alimentar los problemas que aborda el arquitecto
cuando se trata de paisaje.
El poder exploratorio del gesto de diseño requiere la apertura de
horizontes desde diferentes puntos de vista, en un proceso continuo
e inacabado que coloca al diseñador de paisajes entre innumerables
posibilidades. Es necesario explorar, abandonar la ruta y caminar
más allá de la idea del paisaje como territorio o entorno, para redes-
cubrirlo como un escenario para eventos sociopolíticos, y como una
herramienta de planificación, gestión y proyecto, que interrelaciona
la estética, la ética e identidad del lugar. El genio loci o el espíritu que
da sentido a los lugares,7 reivindicado por las críticas a la arquitectura
y el urbanismo posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se basa en
el gesto fenomenológico de regresar a los lugares lo que requiere
inmersión para proyectarlos, al amplificarlo por la comprensión de
los demás, y al tener en cuenta variables como las ecológicas, econó-
micas y político-sociales. Es un trabajo complejo y, para el arquitecto
paisajista, siempre se distancia de la idea de una pizarra en blanco
cuando la transformación “está asociada con la capacidad de crear
diálogos con lo que existe, dependiendo del conocimiento relativo del
lugar”.8 Si proyectar el paisaje también es un gesto de transformación
(ya que surte efecto en las preexistencias), este conocimiento relativo
de los lugares implica todo, desde teorías de conservación hasta otras
que necesariamente requerirán una comprensión multidisciplinaria.
Prefacio 15
Éstas son las preocupaciones que componen este libro y otras sal-
tarán a los ojos de los lectores. Cuando recibí la invitación de Carla
Filipe Narciso y Michelle Meza Paredes para escribir este texto, estan-
do en Brasil y, por lo tanto, físicamente lejos de la Ciudad de México
y las preguntas exploradas por los autores, me di cuenta, a medida
que avanzaba en su lectura, el tamaño del desafío de mi “viaje”. En
una primera lectura, me distancié de los textos, dejándolos asenta-
dos. En una segunda lectura, me di cuenta de lo mucho que había ig-
norado, redescubriendo en mi camino la filigrana entre líneas que los
propios autores nos ofrecen con innumerables desarrollos anclados
en temas contemporáneos. La escritura fluida de los siete autores,
profesores de diferentes universidades mexicanas, nos lleva de vuel-
ta a un viaje fértil y nos pone en contacto con sus preocupaciones, en
muchos casos, también replicadas en Brasil.
Al igual que el barco Enterprise de la tripulación de Jornada en las
Estrellas (Star Trek), este libro permitirá que se multipliquen muchos
más viajes, incorporando un conjunto de preocupaciones pluridisci-
plinarias, esenciales para la discusión y los desafíos de la arquitec-
tura del paisaje. Finalmente, agradezco la invitación y la oportuni-
dad de haber leído este libro de primera mano y, por lo tanto, ante
cualquier lector, de tener el privilegio de aprender de los autores.
¡Por el conocimiento que nos trae este libro, les deseo una excelen-
te lectura!
Referencias bibliográficas
Besse, Jean-Marc. Ver a terra: seis ensaios sobre a paisagem e a geogra-
fia. São Paulo: Perspectiva, 2006.
Careri, Francesco. Walkscapes: el andar como práctica estética. Barce-
lona: Editorial Gustavo Gili, 2009.
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Diedrich, Lisa. “Entre a tábula rasa e a museificação”. En Paisagem e
património: aproximações pluridisciplinares, Isabel Lopes Cardoso.
Évora: Dafne Editora, 2013.
Hawking, Stephen. “Introdução”. En A física de Jornada nas Estrelas-
Star Trek, Lawrence M. Krauss. São Paulo: Makron Books, 1996.
Merleau-Ponty, Maurice. A natureza: curso do Collège de France. São
Paulo: Martins Fontes, 2006.
Norberg-Schulz, Christian. “O fenómeno do lugar”. En Uma nova agen-
da para a arquitetura: antologia teórica (1965-1995), organizada por
Kate Nesbitt (São Paulo: Cosac Naify, 2008).
Ritter, Joachim. “Paisagem. Sobre a função do estético na socieda-
de moderna”. En Filosofia da paisagem. Uma antologia, coordinada
por Adriana Veríssimo Serrão. Lisboa: Centro de Filosofia da Uni-
versidade de Lisboa, 2011.
Prefacio 17
Introducción
Introducción
18
nombrar el Central Park y el Prospect Park, en Nueva York; el Bois de
Boulogne, en París, y el Hyde Park, en Londres.
El uso del término arquitectura del paisaje lo establecieron Frede-
rick Law Olmsted, Beatrix Farrand y otros que fundaron la Ameri-
can Society of Landscape Architects (asla), en 1899, y en 1949 con la
fundación de la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas
(ifla). Sin embargo, el papel de la arquitectura de paisaje ha ido cam-
biando de forma necesaria por las transformaciones que los distin-
tos procesos de urbanización y explotación de los recursos han ido
produciendo diferencialmente, y por las implicaciones que han teni-
do en el paisaje a distintas escalas.
En la actualidad, América Latina, y particularmente México, se en-
cuentra en una situación de gran vulnerabilidad y riesgo –social, am-
biental, económico y político– a causa de diversos problemas como la
sobreexplotación de los recursos naturales, los efectos adversos del
cambio climático, la especulación y la mercantilización en el uso
del suelo, la ineficiencia de la política y gestión pública, y la falta de
planificación, estrategias y acciones en la escala urbano-regional, lo
cual ha impactado sobremanera en las diferentes formas de vida
en su contexto territorial. Algunas de las consecuencias más graves
son: 1) inundaciones; falta de agua, reducción en el área de recarga y
la extracción desmedida de los mantos acuíferos; 2) contaminación
del agua y de mantos freáticos; del suelo, y de la atmósfera –deri-
vada del uso de energía contaminante en transportes o de hidro-
carburos en la industria y la calefacción, y de la energía eléctrica
que genera compuestos volátiles–; 3) la generación y mal manejo de
basura, producto de los altos niveles de crecimiento de la población,
así como de las manchas urbanas (se estima que para 2050, 80% de
la población vivirá en ciudades); 4) la insuficiencia de alimentos y la
pérdida de actividades agrícolas debida a la falta de planeación y de
Introducción 19
la aplicación de políticas públicas, lo cual obliga a la importación
de productos básicos y limita la subsistencia y el equilibrio ecológico,
productivo y social; 5) la pérdida de reservas de suelo de conser-
vación, la pérdida de biodiversidad, la afectación en la calidad de
vida y la degradación ambiental; 6) la movilidad, por la deficiente
oferta de transporte público motorizado indispensable para 80%
de la población en México, la falta de infraestructura que posibilite
formas de movilidad no motorizada y un deficiente e inadecuado
diseño del espacio público urbano sin fundamentación ambiental;
7) la problemática de los espacios públicos periurbanos y las interre-
laciones ecológicas producidas entre dos conjuntos aparentemente
dicotómicos u oposicionales: el campo y la ciudad; 8) la afectación
y destrucción de las zonas costeras y los sistemas socioculturales
inherentes a éstas; 9) la proliferación descontrolada del turismo fa-
vorecida por políticas escenificadas como “Pueblos mágicos” y “eco-
turismo” que propicia una destrucción generalizada de los sistemas
ambientales y socioeconómicos.
Las situaciones anteriores emergen en torno a la discusión sobre
el estado de deterioro del paisaje y su actual enfoque sectorial. Ello
propicia la necesidad de replantear la arquitectura de paisaje desde
las formas de diseñar, planificar y gestionar el paisaje, desde y para la
sociedad, y para que ofrezca soluciones multiescalares (de forma
crítica y reflexiva), materializadas en acciones concretas. Lo anterior
al incorporar los principios de la sustentabilidad y los Objetivos de
Desarrollo Sostenible para 2030 de la Organización de las Naciones
Unidas. De esta forma, se asegura la minimización de los efectos del
cambio climático con repercusión en el mejoramiento de las prácti-
cas cotidianas, el bienestar y la calidad de vida de la población. Esa
necesidad y conciencia se ha vuelto parte de las agendas y compro-
misos institucionales a nivel gubernamental local, regional, nacional
Introducción 20
e internacional, por lo que la búsqueda de especialistas que interven-
gan en el paisaje a distintas escalas se ha vuelto indispensable.
Esto lleva a cuestionar ¿cuál es el propósito de la arquitectura del
paisaje en el siglo xxi? ¿Es para embellecer espacios públicos y priva-
dos con plantas y adoquines bien elegidos? ¿Para aumentar la salud
ecológica imitando sistemas y procesos naturales? ¿O para gestionar
las aguas pluviales y enfriar nuestro entorno construido al incorpo-
rar infraestructura verde? Estas son las preguntas que se hace Roxi
Thoren en su libro Landscapes of Change: Innovative Designs and Rein-
vented Sites.
El paisaje es la dimensión espacial y estética, asociada a una iden-
tidad y a un carácter, como resultado de la combinación única de fac-
tores y procesos ecológicos, culturales y socioeconómicos, así como
una de apreciación emotiva por parte de quien la observa o con ella
convive. A su vez, es un conjunto de componentes naturales y cultu-
rales interdependientes que constituyen un todo complejo con ex-
presión estética, con algún tipo de coherencia, organización deter-
minable, continuidad temporal y funcionamiento que identifican el
sistema. Por la riqueza de su forma, función y estructura, el paisaje
(a distintas escalas) está subsumido a los procesos divergentes de
acumulación de capital, lo cual está poniendo en riesgo su riqueza
y diversidad.
De esta forma es necesario generar discusiones multidisciplinarias
que permitan entender el paisaje en toda su complejidad, así como
las distintas formas de actuar sobre él. Esto a través de miradas de
distintos actores con un acercamiento transversal, y que permitan
reflexionar sobre temas como el cambio climático, el ordenamiento
de las zonas costeras, la producción alimentaria y las formas de go-
bernanza y reivindicación del paisaje por los movimientos sociales
(desde la memoria y el patrimonio). Lo anterior con la finalidad de
Introducción 21
generar puntos de encuentro, sobre todo desde la arquitectura de
paisaje, que permitan el estudio y la comprensión de los sistemas
culturales y naturales que la integran y los procesos asociados a ésta.
Ello presupone ordenar, crear y construir el espacio exterior en rela-
ción con el hombre, bajo los principios de la sustentabilidad.
En tal sentido, se vio la necesidad de generar un espacio de dis-
cusión multi y transdisciplinar con formas diferenciadas de aproxi-
mación al paisaje, al ordenamiento y a la sustentabilidad en diálo-
go con la arquitectura de paisaje. Lo anterior debido a que ésta es
la disciplina que permite, a través de un conocimiento integrado y
sistémico del paisaje (sistema-paisaje), llevar a cabo intervenciones
(acciones) que permiten (desde un conocimiento especializado e in-
tegral en el diseño) la planificación y gestión del paisaje, el desarrollo
de estrategias y proyectos de intervención que ofrezcan soluciones
multiescalares que se espacialicen en acciones concretas con princi-
pios de la sustentabilidad y que tengan incidencia en la minimización
de los efectos del cambio climático y en prácticas cotidianas saluda-
bles para la población. Para tal objetivo, el presente trabajo presenta
y discute trabajos de destacados académicos de distintas entidades
académicas nacionales, tanto internas a la unam (ceiich, crim, Insti-
tuto de Ingeniera y Centro Regional de Investigaciones Multidiscipli-
narias) como externas (uam y El Colegio Mexiquense). Fue una apor-
tación intensa de una participación diversificada y colectivizada que
puso en tela de juicio la necesidad inherente de que la arquitectura
del paisaje integre distintos conocimientos (pero también que las
demás disciplinas se integren a ésta, ya que su campo de acción se
limita a la escala de las estrategias).
Así, el trabajo se estructura en tres partes, cada una de las cua-
les procura reflexionar sobre el paisaje, el ordenamiento y la sus-
tentabilidad desde distintos ámbitos disciplinarios que convergen
Introducción 22
en generar bases interdisciplinarias para la intervención del paisa-
je desde el diseño. La primera parte, “Paisaje”, integra tres trabajos.
Blanca Ramírez Velázquez hace un análisis sobre el paisaje, categoría
polisémica con la cual se designa una “extensión de terreno que se
ve desde un sitio” y que ha sido retomada en los últimos tiempos de
manera diversa por disciplinas como la geografía, la arquitectura, la
arquitectura del paisaje, la antropología y la sociología a partir de al
menos estas visiones: como promesa de paraíso, desde el arte; como
documentación de los descubrimientos del mundo, desde diferentes
acercamientos en la academia, y como planeación y organización de
la sustentabilidad.
El segundo trabajo, de Martín Checa-Artasu, a partir de tres defi-
niciones con alto consenso y de ámbito internacional, establece las
bases conceptuales para entender qué es el paisaje y así poderlo in-
tegrar en una norma o en una ley. Se trata de una nueva mirada,
necesaria en el contexto mexicano, al paisaje, dado que éste es un
desconocido legal aun siendo un contenedor de valores y que puede
ser una herramienta para denunciar los conflictos ambientales y ge-
nerar mejores políticas territoriales.
El último trabajo, de autoría de Francisco Javier de la Torre Galin-
do, nos habla de la intensidad que ha alcanzado la urbanización ca-
pitalista en los centros urbanos y que está llevando a la desigualdad
a nuevos niveles y formas. Esta condición promovida por la cesión
de capacidades y responsabilidades del poder público a los grandes
capitales también ha generado la reproducción de movilizaciones
reivindicativas que construyen saberes y capacidades con lo que no
solamente adquiere contenido el derecho a la ciudad, sino que se
desdobla en nuevas expresiones como el derecho al paisaje. Esta ca-
tegoría ha estado presente en las discusiones teóricas y técnicas, sin
embargo, no ha logrado consolidarse como herramienta de análisis
Introducción 23
y acción por su constante vaciamiento de sentido. El presente texto
sostiene que los movimientos ciudadanos actuales están abriendo
un nuevo camino para el paisaje a partir de la aportación de pistas
para su reconceptualización.
La segunda parte del trabajo, “Ordenamiento”, está integrada por
dos trabajos. El primero, de Javier Delgadillo Macías, nos habla de
cómo la ocupación y organización del territorio mexicano a través
del tiempo ha requerido de procesos dirigidos de planeación desde
los distintos niveles de gobierno y mediante políticas públicas dise-
ñadas para su consecución. En la actualidad, la forma de mirar al
territorio nacional, a sus estados y a sus municipios, deriva de una
voluntad que surge de los acuerdos que se establecen en el aparato
jurídico político, pero, junto a ello, de arreglos institucionales y de
gobernabilidad participativa que se expresan como ejercicios de pla-
neación regional y territorial que se proponen organizar y potenciar
las interacciones entre la población, los recursos y las instituciones.
Estos acuerdos pueden ser concebidos y ejecutados como acciones
emanadas del diseño de políticas concertadas que se soportan en un
entramado institucional, pero que además están atentas a los cam-
bios inducidos por los procesos económicos en el territorio, que bien
pueden ser de origen interno o externo. El artículo presenta antece-
dentes y características actuales de la política regional y el ordena-
miento territorial impulsados por el gobierno federal con fines de
promover el desarrollo nacional y de las entidades federativas.
El segundo trabajo, de Federico Morales Barragán, se ocupa de la
relación entre el ordenamiento y el desarrollo territorial en la Estrate-
gia Nacional de Ordenamiento Territorial (enot). La primera sección
aborda concepciones sobre el ordenamiento territorial en términos
de su contenido y alcance; la segunda ofrece una interpretación acer-
ca de la relación de estos elementos en la enot. El contenido corres-
Introducción 24
ponde a su objeto y ofrece un soporte para una política de desarrollo
territorial que, a su vez, expresa su alcance.
Finalmente, la sección “Sustentabilidad” se compone de dos tra-
bajos. El de David Morillón Gálvez parte en un primer momento por
definir qué es sustentabilidad y sus bases, para luego relacionar la im-
portancia de ésta con la arquitectura. Después, presenta el concepto
de edificio sustentable y algunos proyectos en México, lo que permite
identificar hasta donde está el desarrollo, con acciones, programas
y proyectos, que incluyen la política pública (normas, financiamiento y
certificación, además de la investigación; así como la generación de
conocimiento, herramientas y proyectos demostrativos).
El último texto, de Natalie Rosales Pérez, procura crear las condi-
ciones de sustentabilidad urbana de transiciones fundamentales que
se requerirán para reconvertir la situación actual de las ciudades. El
escrito brinda un marco para vislumbrar en qué manera la renatu-
ralización (como estrategia de una planeación para la sustentabili-
dad) puede contribuir a gestionar este proceso de transformación
urbana. Al hacerlo, aporta elementos para introducir naturaleza en
la ciudad, bajo distintas escalas y tipologías, y a partir de ello activar la
restauración ecológica de nuestras ciudades.
Referencias bibliográficas
Caldeira Cabral, Francisco. Fundamentos da Arquitectura Paisagista.
Lisboa: Instituto da Conservação da Natureza, 1993.
Introducción 25
Aproximaciones teóricas al concepto de paisaje
Parte 1
PAISAJE
26
e
Aproximaciones teóricas
al concepto de paisaje
Parte 1. Paisaje 28
por Blanca Rebeca Ramírez y Liliana López Levi, y cuyos postulados
quedaron plasmados en el libro Espacio, paisaje, región, territorio y
lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo. Como quedó
manifiesto en ese documento, es preciso enfatizar que en ningún
caso se está haciendo un aporte exhaustivo sobre el tema ni se está
incluyendo a todos los autores que han trabajado con la categoría de
paisaje; por el contrario, la extensión que se tiene para esbozar es-
tos temas requiere de un ejercicio de selección de posturas, autores
y áreas del conocimiento que han trabajado con ella como las que
se presentan en este aporte. Dejo para futuros trabajos la amplia-
ción de estas ideas y pongo a consideración esta contribución, con el
objetivo de que permita una reflexión amplia en el futuro que haga
posible profundizar sobre el tema.
Parte 1. Paisaje 30
natural que contrastaba con las ciudades industriales del siglo xix. Así
se contempla el desarrollo de Nueva York con el parque central, que
ahora es parte fundamental de la ciudad, y en México zonas como
Polanco y la colonia Hipódromo Condesa, basadas en la concepción
de ciudad jardín que cambia el paisaje de éstas y aun la fisonomía de
las urbes.
Parte 1. Paisaje 32
el comercio internacional a partir de un uso de luces y sombras que
los destacaban; mientras el simbolismo permite ver la vida cotidiana
que Goya y Novalis muestran en sus obras.
Con el tiempo, el impresionismo permitió ver paisajes que repre-
sentaban riveras o ríos, como los de Monet y Manet; así como fábri-
cas con sus humaredas o ferrocarriles en movimiento, hasta llegar el
expresionismo que deconstruye los paisajes y permite representar-
los a la manera de Picasso y Klimt. Interpretar la realidad del mundo
a partir del paisaje exterior fue posible a partir de las innovaciones
tecnológicas que se produjeron en ese momento, ya que la pintura
se trasladó del taller al exterior cuando pudo ser almacenada en tu-
bos, lo que permitió que la figuración de la realidad fuera plasmada
en el lienzo in situ.4
A México llegó el paisajismo con Landesio, traído por Clavé (quien
fue el maestro de paisajistas mexicanos como José María Velasco).5
Esta vinculación entre paisaje y arte permitió documentar una gran
variedad y cantidad de cambios económicos y sociales que se pro-
dujeron durante el inicio del capitalismo en los países en donde se
desarrolló, y aun en otros que permanecían con cambios lentos y
poco perceptibles, pero en donde la naturaleza, las costumbres y las
condiciones en las que se desarrollaban, manifestaban diferencias
claras con la de los países industrializados. Las pinturas de Gauguin
en Tahití son un ejemplo claro de paisajes que eran documentados
mediante la pintura.
Parte 1. Paisaje 34
de homogeneidad relativa a su interior y se diferencian con otros a
partir de la noción integrada que les da estudiarlos en su forma apa-
rencial como paisajes. Desde esta perspectiva, los límites y diferen-
cias entre naturaleza y paisaje quedan poco claros y, en ocasiones, se
sobreponen al igual que el uso de las categorías de región y paisaje.
A pesar de la importancia que pudo tener el paisaje para integrar
las partes de la geografía que quedaron divididas entre la física y la
humana con la generación de ciencias nuevas y el fraccionamiento
del conocimiento, el uso de éste fue relegado y sustituido por el de re-
gión, debido a las críticas que se le hicieron a su carácter descriptivo y
por identificarlo más con la pintura y el arte que con la ciencia. Desde
entonces se inició una tendencia para trabajar como categorías sinó-
nimas paisaje, región o lugar, cometiendo un error teórico que es nece-
sario resolver pues no necesariamente refieren a lo mismo (tal como
se evidenció en el texto de Ramírez y López Levi ya mencionado).
En la actualidad se ha moderado su uso a partir de ciertas prácti-
cas que sirven para adentrarse en el conocimiento de algunos espa-
cios a través de cuatro visiones al interior de la academia y las cuales
usan el paisaje como elemento de integración y de definición. La pri-
mera reproduce la visión moderna tradicional en donde el elemento
de síntesis del conocimiento geográfico lleva al paisaje, en ocasiones,
a ser semejante a la geografía regional.8 La segunda es a partir de
la idea de flâneur, que arquitectos y diseñadores paisajistas utilizan
como técnica de acercamiento al espacio; al integrar el lugar en las
dimensiones que lo componen con el objetivo de construir, renovar
8 Manuel Mollá Ruiz-Gómez, “El paisaje visto desde la geografía regional. Un de-
safío”, en El espacio en las Ciencias Sociales. Geografía Interdisciplinariedad y
Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora: El Colegio de
Michoacán, 2013), 85-102.
9 Joan Nogué, La construcción social del paisaje (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007).
10 D. Crosgrove, Social Formations and Symbolic Landscape (Madison: University of
Wisconsin Press, 1998).
11 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar, 205.
Parte 1. Paisaje 36
la sustentabilidad como un nuevo paradigma del desarrollo y de la
transformación del mundo que lo retoma como elemento de análi-
sis, planificación y organización para la sostenibilidad.12
Son varias las posturas que se adoptan en esta visión paisajística
tanto en los ámbitos urbanos como rurales: la de los paisajes rurales
sustentables que refieren al uso de agriculturas orgánicas y de todas
las prácticas que pudiesen deteriorar el medio ambiente generando
paisajes sustentables para el futuro; la de la ciudad que se convierte
en paisaje y es retomada por arquitectos y paisajistas con el fin de
pintar de verde a partir de la vegetación que se pueda insertar en
entornos específicos y otras acciones como captación de aguas plu-
viales, la generación de azoteas verdes que produzcan alimentos o
tengan recursos para mejorar la calidad del aire en las urbes y otras
que tienen en común la finalidad de que la ciudad pueda también ser
autosustentable y, de ser posible, autosuficiente.
A las anteriores hay que agregar otras como las de Florida13 sobre
la ciudad creativa. Ésta propone generar al interior de la urbe paisa-
jes diferenciados y con tecnologías alternas en renovaciones inmobi-
liarias y de elementos constructivos innovadores que los conviertan
en islas o enclaves urbanos de posmodernidad. Ahí comer, divertirse
y trabajar se organiza en formas que pueden ser identificadas como
paisajes especiales de homogeneidad relativa, diseñados para las
clases llamadas creativas. Estos espacios pueden ser identificados
claramente en el recorrer de la ciudad y se distinguen por el uso de
tecnologías alternas suponiendo con ello que tienden a fomentar la
sustentabilidad futura de la ciudad.
Reflexiones finales
Como se puede apreciar en este recorrido sintético sobre la diversi-
dad de usos y orientaciones concretas a las que puede dar lugar el
uso de paisaje, la complejidad de su tratamiento y en ocasiones has-
ta las dificultades que existen para integrarlo adecuadamente en el
lenguaje (sea académico, artístico o de planificación) son temas que
requieren ser profundizados y trabajados en programas de estudio
o en investigaciones específicas. En ocasiones, al usar esta catego-
ría nos referimos a las condiciones de homogeneidad que presentan
los recursos y aspectos que conforman el medio ambiente, pero en
otras lo usamos para sintetizar elementos físicos con humanos que
son propios de una región o un lugar en específico que marcan dife-
Parte 1. Paisaje 38
rencias claras al interior del paisaje mismo o con otros. Sin embar-
go, puede ser también utilizado para integrar diferencias que se en-
cuentran en localizaciones semejantes, lo que facilita el tratamiento
a partir de la denominación de paisaje en lugar de referirnos a otras
categorías del análisis territorial.
El carácter diverso que tiene en las formas de utilización del
concepto más que facilitar su tratamiento lo complejiza, ya que es
necesario saber claramente desde dónde estamos usando la catego-
ría y para qué la requerimos. Esto con el fin de evitar idealizaciones
que lleven a pensar en el paisaje como una dimensión romántica del
medio ambiente como una naturaleza viviente e intacta que todavía
está en condiciones de explorar y explotar o hasta como dimensión
de relación con lugares que no existen en la Tierra y nos vinculan con
promesas de existencia en otros mundos.
La profundización del uso de paisaje como un elemento para la
planeación requiere de un tratamiento más profundo y especial ya
que en sí mismo pudiera hacer una contribución específica. Baste
decir, para los efectos de este trabajo, que en países como España
el paisaje juega un papel muy importante en la generación de polí-
ticas públicas que le dan una connotación social, pero también que
permite conocerlas y transformarlas.14 Esta visión ha generado en
España toda una corriente paisajística que sería necesario trabajar
aparte, ya que está influenciada de manera directa por las políticas
de la Comunidad Económica Europea y por la forma específica como
se adoptaron en este país. Asimismo, es preciso profundizar en la
14 Rafael Mata Olmo, “El paisaje, carácter y percepción social del territorio. Conoci-
miento, políticas públicas y experiencias”, en El espacio en las Ciencias Sociales.
Geografía Interdisciplinariedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín
Checa Artusu (Zamora: El Colegio de Michoacán, 2013), 593-618.
15 Manuel Molla, “El trabajo de los geógrafos en defensa del paisaje y en la prevención
de riesgos naturales”, en El espacio en las ciencias Sociales. Geografía Interdisci-
plinariedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora:
El Colegio de Michoacán, 2013), 233-251.
16 Nicolás Ortega, “Geografía e interdisciplinariedad: la valoración moderna del pai-
saje en España”, en El espacio en las Ciencias Sociales. Geografía Interdisciplina-
riedad y Compromiso, Marta Chávez Torres y Martín Checa Artusu (Zamora: El
Colegio de Michoacán, 2013), 127-231.
Parte 1. Paisaje 40
para la innovación social del futuro. La dejamos como un pendiente
para contribuciones posteriores sobre el tema.
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Martín Checa-Artasu
uam-Iztapalapa
1 Sobre esta cuestión hablamos en: Martín M. Checa-Artasu, “Paisaje y políticas pú-
blicas en México. Una relación por resolver”, Nodo. Arquitectura. Ciudad. Medio
Ambiente 13, núm. 25 (2019); y con especial detalle en: Checa, “Un nuevo desper-
tar de la cultura del paisaje en México”, en Cultura del paisaje de Latinoamérica,
coord. Rubens Andrade (Río de Janeiro: Paisagens hibridas/Universidad Federal de
Rio de Janeiro, en prensa).
44
la legislación.2 También lo es por toda la serie de acciones desde la
sociedad civil, ya sea generando reflexiones y debates o por la defen-
sa de paisajes en ciudades como Ensenada, Chihuahua, Guanajuato,
Apaxco, etcétera.3
Como se ha indicado en otros trabajos, el paisaje apenas aparece
en el corpus jurídico mexicano.4 Se trata de apariciones puntuales,
marcadas más por la moda o por la cercanía hacia determinados
planteamientos de quienes son gestores de lo público que por una
real voluntad de incardinar el paisaje y sus utilidades en la gestión
territorial y ambiental. Un ejemplo de ello es la reciente considera-
ción de las unidades del paisaje en determinados documentos pro-
gramáticos generales y estratégicos de la Secretaria de Desarrollo
Territorial y Urbano (Sedatu). Una inserción que sólo asume para el
paisaje su consideración fisiográfica y a ratos como unidad ecológica,
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 45
omitiendo sus características antrópicas y, por ende, culturales.5 Una
inserción coyuntural que viene a aprovechar el potencial de la carto-
grafía automatizada ya generada por más de una década en México
y una línea de trabajo desarrollada por determinados investigadores
en el país apegados a la ecología del paisaje.6 En otros rubros, como
el territorial y el ambiental, la situación es más compleja. Por ejem-
plo, la principal ley ambiental de México, la Ley General del Equilibrio
Ecológico y la Protección del Ambiente (lgeepa), no menciona apenas
nada respecto al paisaje. Sin embargo, curiosamente es desde esa
misma ley donde el uso de éste como elemento de ordenamiento
puede tener visos de aplicación en México.7 Por un lado, a partir de
los ordenamientos ecológicos comunitarios, un mecanismo recogi-
do en esa ley, se puede plantear con un enfoque desde el paisaje, a
través de un análisis de unidades de éste. De esa forma se le incor-
pora como un componente más y de forma indirecta, y se anexa a
los principios etnoecológicos que deben considerarse para el desa-
rrollo de esas comunidades, como ya se ha hecho en algún caso.8
Parte 1. Paisaje 46
De igual forma, ha sido desde esa ley que se han generado los in-
tentos más serios hasta la fecha de introducir el paisaje en el pano-
rama legal estableciendo la existencia y protección de los llamados
paisajes bioculturales y como instrumento de gestión en las áreas
naturales protegidas.9
Muy reciente, a partir de la definición que del paisaje se hace en
la ley ambiental del estado de Baja California Sur,10 se ha presentado
una iniciativa para introducir en la Constitución de ese estado el dere-
cho al paisaje como uno más que debe ser considerado para el bien-
estar integral de la población y del territorio. Se trata de un intento
inédito y que con mucho supera, conceptualmente, lo que se ha he-
cho con relación al paisaje en México.11 Ésta es una superación que
se atreve a mostrar el paisaje como un elemento consustancial al
territorial y por tanto a preservarlo y gestionarlo para el bien común.
Ante este panorama, creemos que es necesaria una ley del paisaje
para México ante los excesos y el grave deterioro del territorio na-
cional en el último medio siglo. Una ley que, de lograrse, debería ser
considerada por varias secretarias de Estado y no sólo por una, dado
que el paisaje es un concepto transversal y vertebrador.
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 47
Definiendo el paisaje
Ante lo arriba mencionado, y como agente activo desde casi una dé-
cada en esa preocupación por el paisaje, creo que es preciso reflexio-
nar sobre los elementos fundamentales que están contenidos en
el concepto de paisaje en vista a que sean considerados como las
bases conceptuales para una posible ley mexicana o, en todo caso,
para poderlo introducir de forma correcta en las normas existen-
tes. Ello es necesario dada la falta de conocimiento e interpretacio-
nes sesgadas que sobre el paisaje, como concepto, se observa en
distintos sectores profesionales como los abogados, urbanistas e in-
cluso arquitectos e ingenieros y expertos en patrimonio.
Creemos que es posible establecer las bases conceptuales a través
de alguna de las definiciones de paisaje que a la fecha tienen mayor
fortaleza, ya sea por su valor jurídico por su amplio consenso o por su
voluntad de integrar a las opiniones y voces de un amplio marco te-
rritorial. Las tres definiciones, que hemos escogido en este análisis, si
bien todas han tenido un notable proceso de discusión y un significati-
vo grado de consenso, no tienen la misma temporalidad. Al contrario,
muestran la lenta evolución que el paisaje como concepto e idea ha
tenido en los últimos 25 años. Ello se detecta por la progresiva intro-
ducción de más características para tener en cuenta en dicho concep-
to. A continuación, desgranamos cada una de esas tres definiciones:
La primera es la definición de paisajes terrestres y marítimos
protegidos entendidos como la quinta (V) categoría de área natural
protegida por la Unión Internacional de Conservación de la Naturale-
za (iucn, por sus siglas en inglés) donde éstos son:12
12 Adrian Phillips (ed.), Directrices de manejo para las áreas protegidas de la cate-
goría V de la uicn: Paisajes terrestres y marinos protegidos (Gland/Cambridge:
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, 2002), 5-7.
Parte 1. Paisaje 48
Un área protegida en la que la interacción entre los seres humanos y
la naturaleza ha producido un área de carácter distintivo con valores
ecológicos, biológicos, culturales y estéticos significativos, y en las que
salvaguardar la integridad de dicha interacción es vital para proteger y
mantener el área, la conservación de su naturaleza y otros valores.
13 Para conocer las entidades mexicanas que son miembros de la iucn consultar
https://www.iucn.org/es/quienes-son-nuestros-miembros.
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 49
a las diseñadas por la iucn;14 con la salvedad de la categoría V, la de
paisajes terrestres y marítimos protegidos, que a la fecha aún no está
recogida en ninguna norma o ley mexicana. Por lo que ésta es una
oportunidad para insertar al paisaje en la normatividad, a pesar de
las limitaciones de esta definición y su antigüedad.
La segunda definición surge del Convenio Europeo del Paisaje que
determina que el paisaje es:15 “Cualquier parte del territorio, tal como
es percibida por las poblaciones, y cuyo carácter resulta de la acción
de factores naturales y humanos y de sus interrelaciones”.
El Convenio Europeo del Paisaje (cep) se firmó el 20 de octubre
de 2000 en Florencia y se ratificó en 2004. Éste, así como la defini-
ción de paisaje, surgen tras un largo debate de más de una década,
protagonizado por expertos de distintas áreas (derecho, geografía,
ordenamiento territorial, ecología, etcétera) a través de diversas reu-
niones y la elaboración de varios documentos programáticos. Nos
referimos a la Convención Benelux sobre la Conservación de la Natu-
raleza y la Protección del paisaje de 1982, la Carta del Paisaje medite-
rráneo de 1993, la Declaración de Cork “Hacia una política integrada
en el desarrollo rural” de 1996 y los Principios directrices para el de-
sarrollo territorial sostenible del continente europeo, acordados en
14 Esto se puede constatar con el Decreto por el que se reforma y adiciona diversas
disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente,
para fortalecer la certificación voluntaria de predios donde, entre otros, se modifica
el Artículo 46, adaptando el nombre y las características de las áreas naturales pro-
tegidas a los considerandos en esa cuestión de la iucn. Diario Oficial de la Federa-
ción, 16 de mayo, 2008, 5-7.
15 Council of Europe. European Landscape Convention. CETS, 176 (Dordrecht: CoE
Publications, 2000), 17.
Parte 1. Paisaje 50
Hannover en 2000.16 Hoy, el cep se ha convertido en marco normati-
vo orientativo para leyes nacionales y regionales en 37 países, adhe-
ridos al Consejo de Europa, mismos que han reconocido el convenio
y, en no pocos casos, ya han desarrollado leyes nacionales y subna-
cionales (provinciales, autonómicas, departamentales, etcétera) don-
de el paisaje es un elemento para el ordenamiento y la gestión del
territorio. Se trata, por tanto, de una definición que tiene una amplia
aplicación a nivel territorial además de tener, una consideración legal
ampliamente establecida. En este punto, hay que comentar que es
la única de las definiciones que usaremos en este trabajo que tiene
esa condición. Sin embargo, hay que mencionar que esta definición,
así como el propio cep, no se puede aplicar en términos jurídicos en
México. Ello no impide que pueda tomarse el propio convenio y esta
definición como ayuda para entender el propio concepto de paisaje y
sus posibles aplicaciones legales.
La tercera definición es la que nos presenta la Iniciativa Latinoa-
mericana del paisaje (lali), formalizada en 2012 que define al paisaje
como: “Un espacio/tiempo resultado de factores naturales y huma-
nos, tangibles e intangibles, que, al ser percibido y modelado por la
gente, refleja la diversidad de las culturas”.17
Tomando los propios considerandos de la Iniciativa Latinoameri-
cana del paisaje (lali) (2012), ésta es:18
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 51
[…] una declaración de principios éticos fundamentales para promover el
reconocimiento, la valoración, la protección, la gestión y la planificación
sostenible del paisaje latinoamericano, mediante la adopción de conve-
nios que reconozcan la diversidad y los valores locales, nacionales y re-
gionales, tanto tangibles e intangibles del paisaje, así como los principios
y procesos pertinentes para salvaguardarlo.
Parte 1. Paisaje 52
casos, debates en torno a la creación de legislación en algún país
latinoamericano a través de diferentes nodos jurídicos propiciados
desde esta normativa.19
A pesar de lo novedoso de la lali y de su voluntad de cubrir un
amplio marco territorial, en los países latinoamericanos no tiene una
validez legal que la acredite como tratado internacional y, por tanto,
su aplicabilidad jurídica es nula. Sin embargo, dado el amplio con-
senso, derivado de su gestación, de la definición y el hecho que Mé-
xico se enmarque en ese marco territorial, se trata de una definición
a tener muy en cuenta. Más ahora que esa misma definición se ha
articulado en el Convenio Latinoamericano del paisaje, instrumento
creado por la propia lali con el ánimo de convertirse una carta orien-
tativa internacional.
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 53
desde el derecho y vinculado a alguna ley debe tener en cuenta las
características que enunciamos enseguida.
Parte 1. Paisaje 54
conceptualización plenamente humana, anclada, muy probablemen-
te, en el proceso de evolución del hombre que atendía a su compor-
tamiento respecto al medio geográfico que le rodeaba y que hoy ha
devenido un orden inteligible que puede ser comprendido, interpre-
tado y también comunicado.22
22 Juan Vicente Caballero Sánchez, “Los valores paisajísticos. Elementos para la ar-
ticulación entre teoría e interpretación del paisaje”, Cuadernos Geográficos 51
(2012): 246.
23 Augustin Berque, Ecoumène. Introduction à l’étude des milieux humains (París:
Editions Belin, 2000), 147 y 153.
24 Rafael Mata Olmo, “El paisaje, patrimonio y recurso para el desarrollo territorial
sostenible. Conocimiento y acción pública”, Arbor 184, núm. 729 (2008): 155; Ser-
gio Zubelzu Mínguez y Fernando Allende Álvarez, “El concepto de paisaje y sus ele-
mentos constituyentes: requisitos para la adecuada gestión del recurso y adaptación
de los instrumentos legales en España”, Cuadernos de Geografía, Revista Colom-
biana de Geografía 4, núm. 1 (2015): 155-172.
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 55
cosa que los elementos tangibles e intangibles y las relaciones que se
observan en la comprensión del paisaje y de los valores que subyacen
en esas relaciones. Así, por un lado, el paisaje deviene un elemento
tangible cuando descubrimos, inmersos en él, los usos del espacio
geográfico desde una perspectiva abiótica, biótica y antrópica; usos
que son resultado de las dinámicas propias de la población que ha-
bita ese espacio. Así también se disciernen las experiencias sociales
y culturales marcadas por la historia o los procesos socioeconómicos
de todo tipo que ha sufrido ese espacio. Todo ello convierte al paisaje
en una construcción social y en una proyección cultural de quien lo
habita y lo vive de forma cotidiana y que descubrimos quienes
lo observamos.25
Por otro lado, la intangibilidad del paisaje, lo que no se ve pero
está ahí, y que es el resultado de la interrelación del hombre con
el espacio geográfico, también convierte al paisaje en una construc-
ción social y un producto cultural, pues lo conecta inevitablemente,
a conceptos tales como: poder, identidad, clase, género y etnicidad
que revelan significados, símbolos, ideologías y representaciones
de los distintos grupos sociales con relación a un espacio geográ-
fico que analizamos desde el paisaje. 26 Es desde la intangibilidad
del paisaje que podemos acercarnos a las características políti-
cas de éste, que son los efectos y las representaciones ideológicas
25 Joan Nogué i Font, “Paisaje, territorio y sociedad civil”, en Retorno al paisaje. El saber
filosófico, cultural y científico del paisaje en España, eds. J. Mateu Bellés y M. Nieto
Salvatierra (Valencia: evren, Evaluación de Recursos Naturales, S.A. 2008), 226.
26 Joan Nogué i Font, “El paisaje como constructo social”, en La construcción social
del paisaje, ed. Joan Nogué (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007), 12.
Parte 1. Paisaje 56
de determinadas dinámicas sociopolíticas y culturales que, refleja-
das en el paisaje, se dan en los espacios geográficos. 27
En un primer nivel analítico de esas características políticas hay
que decir que el paisaje puede tener distintas funciones, usos y has-
ta diferentes entendimientos conceptuales dependiendo si lo anali-
za un artista plástico, un urbanista, un ingeniero o un ecólogo.28 Se
trata pues de conocimientos distintos, percepciones diferenciadas y,
por ende, asignación de valores al paisaje diversos. Algunas de esas
actividades profesionales tienden a propiciar y fortalecer una mirada
política del paisaje. Nos referimos en concreto a aquellas activida-
des que se basan en la intervención en el espacio geográfico como
el urbanismo, la arquitectura, la ingeniería o incluso la geografía y
los estudios ambientales. Así, en tiempos relativamente recientes, en
aquellos países donde existen leyes que dan protagonismo al paisa-
je, ya sea en la ordenación del territorio o en la gestión de éste vemos
el desarrollo de políticas públicas que no son otra cosa que acciones
concretas que valorizan y dan uso al concepto del paisaje.
Un segundo nivel de análisis en relación con las características
políticas del paisaje proviene de una rica reflexión intelectual surgida
en el mundo anglosajón a mediados de la década de los ochenta del
pasado siglo en respuesta a un hartazgo hacia las posiciones propias
de un racionalismo antropocéntrico y las consecuencias de éste. Una
nutrida bibliografía y varios autores aparecen como referentes de
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 57
esas posiciones y nos acercan a toda la serie de componentes políti-
cos que se atisban a través de aquello que expresa lo intangible del
paisaje: ideología, significados, representaciones, grupos hegemóni-
cos, identidad, etcétera. Hay otro orden político, relacionado con lo
mencionado, que nos alerta que tras el paisaje hay una organización
política con sus normas y reglas que se refleja en éste, convirtiendo
el análisis del paisaje en un ejercicio de política activa.29
El paisaje es evolutivo
A partir de la definición de la lali debemos considerar una caracte-
rística del paisaje a tenerse en cuenta en un proceso de objetivación
jurídica: es evolutivo y ello puede considerarse como una serie de
sucesiones donde se identifican los cambios que se pueden observar
en él. Efectivamente, el tiempo es un factor de acumulación de esos
elementos tangibles e intangibles que dejan rastros en el espacio
geográfico reflejado en el paisaje.30 No se trata de una acumulación
sin más. Esos elementos dotan de identidad propia a ese paisaje y
marcan la continuidad de cómo se ha dado la relación del hombre
con el medio natural.
29 Don Mitchell, “New Axioms for Reading the Landscape: Paying Attention to Politi-
cal Economy and Social Justice”, en Political Economies of Landscape Change, eds.
J. L. Wescoat y D. M. Johnston D. (Londres: Springer, 2008), 32-33.
30 Andrés Guhl, “Paisajes como elemento de análisis del pasado, presente y futuro de
la relación entre la sociedad y su entorno”, en Apuntes de 80 ambientalistas colom-
bianos, ed. M. Marino (Bogotá: Colegio Verde de Villa de Leyva, 2008), 338.
Parte 1. Paisaje 58
más conlleva una capacidad muy significativa: el paisaje permite inte-
grar hombre y naturaleza, rompiendo así, una dicotomía anclada en
el racionalismo mecanicista. Esta cualidad del paisaje es primordial
para revalorizarlo, pues así se convierte en un elemento que fortale-
ce el discurso de integración del hombre en los procesos naturales
que reclaman los nuevos planteamientos derivados de la ecología
política y que derivan en un nuevo humanismo que busca alternati-
vas a un sistema con altas tasas de deterioro ambiental y proclive a
la deshumanización. Esa misma característica explicaría el papel del
paisaje como baremo de calidad de vida y bienestar que numerosos
estudios ya documentan fehacientemente.31 De igual forma, al aten-
der a la capacidad del paisaje de integrar hombre y naturaleza lo
convierte en una construcción social, donde ambos elementos están
entrelazados expresando una variedad de resultados tan rica como
las posibles relaciones que se dan entre ellos.
Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 59
de que un colectivo amplio, como una sociedad o una comunidad, lo
pueda considerar como propio promueve y obliga a un uso equitati-
vo para todos, probablemente gestionado por la comunidad que lo
considera como suyo. De esta forma, cumple con una de las princi-
pales características de un bien común, que sólo lo es si un colectivo
lo considera como suyo. El paisaje, además, cumple otras característi-
cas para ser bien común: es insustituible y es, también, multifacético,
tanto como ejercicio de percepción como de interpretación, lo que
conlleva que cualquier hombre puede percibir el paisaje porque es
intrínseco a la naturaleza humana. De esa consideración de bien co-
mún se desprende la posibilidad de que el paisaje sea considerado
como un derecho humano capaz de potencializar el cumplimiento de
otros como los derechos al agua, a un medio ambiente saludable, a la
justicia ambiental y espacial, a la vivienda, al aire, a la salud, etcétera.
Conclusiones
En estas breves líneas hemos desgranado las bases conceptuales
para entender qué es el paisaje y en especial para considerarlas en
el caso de que éste forme parte de una norma o de una ley. Como
se ve, dichas bases superan con mucho la mirada decimonónica y ci-
catera que todavía impera en el contexto mexicano donde el paisaje
es sólo lo bello. Superan también la mirada sesgada, excluyente y,
hegemónica impuesta por la Unesco a través del concepto de los pai-
sajes culturales, creados por expertos pero que anulan la amplitud de
miradas que éste tiene como elemento referencial de territorios com-
plejos con necesidades concretas y que en muchos casos han sido o
están siendo agredidos. Pensamos que una nueva mirada al paisaje
se hace necesaria en el contexto mexicano, dado que el paisaje es
contenedor de valores y puede ser una herramienta para denunciar
los conflictos ambientales y generar mejores políticas territoriales. Un
Parte 1. Paisaje 60
contenedor de valores que alumbra una serie de conceptos medu-
lares para tener en cuenta por los legisladores y decisores legales,
como lo señalamos en estas líneas, como un ejercicio más de difusión
social y de interlocución política a hacer desde la academia.
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Las bases conceptuales del paisaje para una posible ley en México 65
Aportes a la conceptualización del paisaje desde la movilización ciudadana
Aportes a la
conceptualización del paisaje
desde la movilización ciudadana
Introducción
En los últimos años, las discusiones sobre lo urbano han recuperado
la idea del derecho a la ciudad que Lefebvre1 propuso cinco décadas
atrás y que distintos autores2 han retomado para conceptualizar de
distintas maneras las reivindicaciones de movimientos urbanos. No
obstante, otras posturas críticas3 advierten sobre los usos del con-
cepto que llegan a vaciarlo para convertirlo en solamente un eslo-
gan. Aunque no se ha logrado un consenso sobre su definición, el
derecho a la ciudad ha funcionado como bisagra entre los derechos
66
humanos y la producción de nuevos derechos en el ámbito urbano.
El derecho al paisaje es uno de ellos.
Este texto no plantea profundizar en los procesos de construcción
conceptual del derecho al paisaje –que se encuentran en sus prime-
ras fases–, pero sí se propone abonar a la comprensión compleja de
una categoría que ha sido desdibujada por su uso dominante en dos
ámbitos: el creativo, de diseño y arte, y el técnico-planificador. Para
ambos, el paisaje parece agotarse en elementos físicos que pueden
ser moldeados o delimitados por sus funciones.
Sin embargo, la categoría de paisaje y su más reciente bandera (el
derecho al paisaje) reflejan que estamos en un momento de reapro-
piación y, por lo tanto, de reconceptualización. A diferencia de otras
categorías que son concebidas exclusivamente desde la teoría, pare-
cería que el paisaje comienza a recibir aportaciones desde la acción co-
lectiva que opera la diversidad de nuevas movilizaciones ciudadanas
en la ciudad. Dos asuntos se deben destacar de esto. El primero es
que la aparición de movilizaciones ciudadanas es consecuencia de la
reproducción de problemáticas que alimentan los procesos y las for-
mas de la desigualdad. Entonces, las aportaciones al paisaje vienen
desde contextos de tensión y conflicto que tienen lugar en la ciudad.
El segundo asunto se refiere a la heterogeneidad en el uso de paisa-
je desde la diversidad de reivindicaciones. Es decir, el paisaje, como
cualquier otra categoría que aparece con fuerza en los debates, es
reapropiado por distintas posturas, actores y situaciones.
De esta forma, el interés de este ensayo parte de la pregunta
¿quién habla de paisaje y cómo lo hace? Para dotar de elementos a la
respuesta, el objetivo es identificar los aportes a la conceptualización
del paisaje que se están generando desde las movilizaciones ciuda-
danas vigentes en la Ciudad de México.
Parte 1. Paisaje 68
[…] me atrevo a suponer que más allá de la “inconsciencia” de quienes
diseñaron y construyeron este triste edificio, hubo mala fe, pues aprove-
charon la ambigüedad técnica del llamado “plan estratégico de desarro-
llo de la unam”, que no es un plan; mucho menos es estratégico y ha sido
utilizado para avalar que el edificio está dentro de la “normativa”.4
6 Arquine, “En defensa del Espacio Escultórico”, Arquine, 2 de febrero, 2016, https://
www.arquine.com/en-defensa-del-espacio-escultorico/.
7 Vicente Gutiérrez, “No hay escapatoria, hay que demoler el edificio en la unam”, El
Economista, 22 de febrero, 2016, https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/
No-hay-escapatoria-hay-que-demoler-el-edificio-en-la-UNAM-20160222-0032.
html.
8 Francisco Morales, “Salva la UNAM… pero al edificio H”, Reforma, 1 de julio de 2016.
https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=882961&md5
=ab6bfb8455ab6eed0e9257f156ce3001&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe.
9 Blanca González Rosas, “El ‘edificio H’ y el desamparo del Espacio escultórico”, Pro-
ceso, 15 de mayo, 2016, https://www.proceso.com.mx/440594/desamparo-del-
espacio-escultorico.
Parte 1. Paisaje 70
Imagen 2. Espacio escultórico y los artefactos irruptores 2.
Fuente: fotografía del autor, 25 de abril de 2019.
Parte 1. Paisaje 72
Segunda pista: el paisaje de la mercadotecnia inmobiliaria
Uno de los actores preponderantes en la más reciente fase de la ur-
banización de la Ciudad de México es el desarrollador inmobiliario el
cual, en realidad, se refiere a la articulación de distintos actores como
promotores, diseñadores, constructores, inversores, gestores, con-
sultores, así como legisladores, asesores y demás funcionarios. La
publicidad de algunos de estos actores permite interpretar no sola-
mente su idea de paisaje, sino sus usos. La siguiente tabla recupera
fragmentos del discurso mercadotécnico de los inmobiliarios.
Tipo
Actor Discurso
de actor
Fuente: elaboración del autor con base en sitios web de los actores.11
Parte 1. Paisaje 74
Tabla 2. El paisaje de los fideicomisos inmobiliarios
Tipo de
Actor Discurso
actor
Fuente: elaboración del autor con base en sitios web de los actores.12
13 Blanca Rebeca Ramírez Velázquez y Liliana López Levi, Espacio, paisaje, región,
territorio y lugar: la diversidad en el pensamiento contemporáneo (México: Insti-
tuto de Geografía/unam/uam, 2015), 65.
14 Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar.
Parte 1. Paisaje 76
mo.15 Las autoras destacan que, desde las artes, el paisaje se compren-
día por su dimensión material y las emociones de cada momento.
Desde la discusión geográfica, el paisaje ha pasado por distintos
debates a lo largo del siglo xx. Schlüter, Passarge, Sauer y Brunhes lo
definieron “como una configuración […] resultante de la articulación
espacial de los elementos existentes en la superficie terrestre; […]
no es objeto sino expresión de algo que subyace”.16 En específico, Sauer
define al paisaje como forma de la tierra que depende de elemen-
tos físicos y culturales.17 Por su lado, Hartshorne, desde principios
de siglo xx, manifestaba las dos líneas de estudio: “la diferenciación
territorial o regional de la superficie terrestre”, y la “expresión del
ecosistema humano” como “relaciones entre hombre y su medio”.18
Si bien, a mediados del siglo xx el paisaje es desterrado de la geogra-
fía, su retorno estuvo enmarcado por el enfoque de sistemas19 y la per-
cepción de condiciones de un lugar y sus procesos particulares a través
de la dimensión cultural-simbólica.20 Así, Troll veía al paisaje como una
estructura perceptible de relaciones en el medio ambiente que puede
ser interpretada de forma global como en unidades y subunidades, y,
15 Las otras tres formas que señalan son: 1) manera como la humanidad cambia lo na-
tural del medio a paraíso; 2) la ciencia y la geografía integran al paisaje para analizar
consecuencias del capitalismo (nuevos continentes=recursos ilimitados); 3) subje-
tividad por el giro cultural, sustentabilidad, paisaje como instrumento de preserva-
ción de la naturaleza. Ramírez y López, Espacio, paisaje, región, territorio y lugar.
16 Arturo García Romero y Julio Muñoz Jiménez, El paisaje en el ámbito de la geogra-
fía (México: Instituto de Geografía, unam, 2001), 85-86.
17 Liliana López Levi y Blanca Rebeca Ramírez Velázquez, “Pensar el espacio: región,
paisaje, territorio y lugar en las ciencias sociales”, en Explorando territorios. Una
visión desde las ciencias sociales, ed. María Eugenia Reyes Ramos y Álvaro F. López
Lara (México: Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2012), 21-48.
18 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía, 86.
19 García y Muñoz, El paisaje en el ámbito de la geografía, 86.
20 López y Ramírez, “Pensar el espacio”.
Parte 1. Paisaje 78
de las relaciones de sus componentes. No obstante, advierten los mis-
mos autores, el paisaje así entendido, expresa solamente una de las
partes de la realidad ya que depende de lo geográfico tanto como de
la interpretación individual o social que conduce a valoraciones par-
ciales.27 Así, Ramírez y López afirman que el paisaje se utiliza como
“integración de medio ambiente con procesos sociales”, como instru-
mento para planeación y ordenamiento, así como en diseño urbano-
arquitectónico y como componente de la sustentabilidad.28
Desde lo político, el paisaje se ha construido como producción
cultural, como contestación al poder político, pero también como es-
trategia de invisibilización de actores y prácticas, como forma de per-
suadir y difundir mensajes subliminales.29 Dice Lopes de Souza que
el paisaje es una representación visual que puede generar procesos
de mistificación, distorsión u ocultamiento de la realidad, es decir,
más que escenario para la vida, funciona como cortina que esconde
luchas, realizaciones y accidentes, y naturaliza relaciones sociales y
económicas que son contingentes.30 Así, el autor advierte que por su
condición de apariencia, es saludable desconfiar del paisaje y prefe-
rir la interpretación de las “relaciones entre forma y contenido, apa-
riencia y esencia”.31 En el mismo sentido, López y Ramírez señalan la
importancia de “identificar los espacios otros, aquellos que no han
Parte 1. Paisaje 80
materialidad,34 de forma, apariencia, contenido y representación en
consonancia o en contradicción porque el paisaje revela y, al mismo
tiempo, encubre. Está vinculado con prácticas de significación,35 con
expresión simbólica de valores, comportamientos sociales y acciones
individuales que se realizan en un lugar.36 La ciudad como paisaje ex-
presa las formas de consumo, la relación dialéctica entre lo social y
lo físico, pero sobre todo implica la diversidad de significaciones que
pueden conducir al conflicto.37
Santos recuerda la vinculación del paisaje con la visión y aclara que
esta última depende de su localización porque desde ahí se definen
las escalas y las formas que la percepción (proceso selectivo de apre-
hensión) elige.38 La realidad, entonces, se diversifica a través de las
percepciones de las personas. En este sentido, Santos39 declara que el
paisaje urbano es el de mayor heterogeneidad por su diversidad de
tipos y niveles de producción. Así, el autor aclara que el paisaje se cons-
truye permanentemente por incrementos y sustituciones que cada
momento define, aunque lo global ha logrado subordinar lo local.
Parte 1. Paisaje 82
las múltiples reacciones ciudadanas continúan apareciendo ante los
embates de la urbanización capitalista, y su lucha es por redefinir el
problema público para transformar las políticas públicas.
El acercamiento a algunas de estas expresiones actuales de
movimientos ciudadanos permite identificar la complejidad de sus
configuraciones sociales y territoriales, así como la diversidad de
capacidades que desarrollan. 40 De estas últimas se destacan tres:
1) su construcción del conocimiento pasa por procesos de concep-
tualización con lo que le dan sentido a categorías como desigual-
dad, ciudad neoliberal, espacio público, derecho a la ciudad, coo-
perativismo, segregación y disputa urbana; 2) su acción implica el
acomodo o rediseño de metodologías que parten de procesos de
reconocimiento de casos y sus problematizaciones específicas y con-
juntas, para incluir la dimensión de las escalas, procesos cartográ-
ficos, diagnósticos, estrategias y propuestas que se concentran en
la idea de la investigación-acción (una versión actual de la consigna
“protesta con propuesta”), y 3) insisten en la apertura de espacios
de vinculación entre actores como organizaciones civiles, universi-
dades y otros grupos, con lo que proponen la construcción de una
agenda colectiva.
Estas capacidades se desarrollan en tiempos y espacios diferentes
de acuerdo con las formas de acción política ciudadana de que se tra-
te.41 Se pueden identificar cinco de estas formas: 1) el comunitarismo
Parte 1. Paisaje 84
cio que les permite colocarse como un actor que aspira a determinar
la redefinición de fronteras físicas y simbólicas que se conforman en la
tensión sostenida entre distantes proyectos de habitar la ciudad.
Aunque la disputa por la ciudad no es un fenómeno reciente, el
siglo xxi representa un giro radical en ella por su aceleramiento. Las
asimetrías y los despojos se vuelven exponenciales y se reflejan en
la apropiación simbólica y física de los lugares desde la escala global
y su configuración local. Se trata de un despojo material y, principal-
mente, histórico en la producción de lugares la cual lleva a los movi-
mientos a renovar sus formas y alcances más allá de la calle.
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Parte 1. Paisaje 88
Parte 2
Ordenamiento
89
Desarrollo regional y ordenamiento territorial en México. Instrumentos de política territorial
Desarrollo regional
y ordenamiento territorial
en México. Instrumentos
de política territorial
Introducción
El marco institucional de la planeación en México considera al orde-
namiento territorial como un instrumento cuyo fin es otorgar validez
y certeza a la voluntad racional que busca garantizar el equilibrio en-
tre los diversos intereses de los actores locales y regionales. De ahí
deriva la dimensión que convierte al ordenamiento territorial en un
concepto operativo que tiene plena expresión en la planeación terri-
torial como una búsqueda constante por un mejor aprovechamiento
del espacio físico y habitado.
En México el ordenamiento es competencia de dos ámbitos ins-
titucionales. En su vertiente territorial la competencia está asignada
a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu),
organismo que lo concibe como un proceso y un método a la vez,
cuya gestión permite orientar la evolución espacial del desarrollo
económico y social, y promover los establecimientos de nuevas re-
laciones funcionales entre regiones, pueblos y ciudades, así como
entre los espacios urbanos y rurales. La ordenación del territorio
Parte 2. Ordenamiento 90
también hace posible una visión coherente de largo plazo para guiar
la intervención pública y privada en el proceso de desarrollo local,
regional y nacional. La otra vertiente es la ambiental y ecológica cuya
competencia recae en la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat) con la responsabilidad de diseñar y operar los
ordenamientos ecológicos territoriales y las reglamentaciones en
materia ambiental. Basa su aplicación en el enfoque de procesos so-
cioambientales en el sentido de entender al territorio en dos dimen-
siones: como soporte biofísico donde se llevan a cabo actividades y
procesos socioeconómicos en combinación con los recursos existen-
tes, y como un recurso material que favorece el desarrollo territorial
y el de las comunidades que lo habitan.
La vertiente orientada hacia la planeación urbano-territorial, des-
de donde se desprenden los Programas Estatales de Ordenamiento
Territorial (peot), basa su operación en la Ley General de Asenta-
mientos Humanos promulgada en 19761 y en la nueva ley publicada
en 2016.2 La vertiente dirigida a la aplicación de la política ambien-
tal, cuyo instrumento principal son los Programas de Ordenamiento
Ecológico del Territorio (poet), se fundamenta en la Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente de 1988.3
El poet y el peot constituyen los dos instrumentos fundamentales
del ordenamiento territorial como instrumento de política pública.
Parte 2. Ordenamiento 92
reira, Adame, Rosete y Alvarado, señalan que el ordenamiento terri-
torial se supedita a los programas de gobierno como un mecanismo
para el control administrativo del territorio en lugar de servir como
base para construir los programas de gobierno.7
No obstante que ambas políticas (la territorial y la ambiental) han
sido impulsadas a través del diseño de instrumentos adecuados a
cada uno de sus objetivos (en el primer caso, planes de desarro-
llo urbano y municipal y ordenamientos territoriales; en el segundo,
ordenamientos ecológico-territoriales), no existe en la práctica una
articulación entre dichos instrumentos, y de manera muy reducida
entre los distintos niveles de gobierno para la coordinación de las
políticas; de la misma forma, se carece de mecanismos ad hoc para
lograr su adecuada gestión.8 9
Esta ausencia de un sistema de ordenamiento territorial explícito,
que debiera ser integrado mediante un mando único, origina un excesi-
vo énfasis sectorial de las políticas de planeación, si bien territorialmen-
te focalizadas, con una clara descoordinación interinstitucional que ca-
racteriza al modelo de desarrollo y ordenamiento territorial en México.
No obstante, hay que señalar que en materia de planeación regional
se tienen resultados diversos emanados de esfuerzos propios de los
niveles estatales de gobierno y, en algunos casos, de consorcios munici-
pales que han promovido acciones de carácter mesorregional exitosos.
Políticas
e instituciones Mercado
Ordenamiento territorial
(Asentamientos humanos,
desarrollo urbano y política social)
Sedatu, Sedesol
Ordenamiento Ordenamiento de la
ecológico actividad económica
Parte 2. Ordenamiento 94
sentido meramente ocupacional u organizacional de la población
y de sus actividades en el territorio, como aparentemente se despren-
dería del concepto en su acepción literal, ya que intervienen intere-
ses económicos y/o políticos que no siempre están en consonancia
con los intereses ciudadanos ni del cuidado del medio ambiente.
El ordenamiento territorial se convierte en un concepto operativo
cuando se liga a los procesos de planeación; por lo contrario, la falta
de planeación se traduce en anarquía territorial, mala utilización de
los recursos e ignorancia de sus potencialidades de aprovechamien-
to. Es una expresión espacial de las políticas económicas, sociales, cul-
turales y ambientales de la sociedad, y su dimensión abarca diversos
usos: como disciplina científica, como un instrumento de gestión y ad-
ministración y, de manera preponderante, como una política precon-
cebida que incorpora un enfoque multidisciplinario, global e integral.
También tiene una connotación funcional y prospectiva, siendo sus
objetivos el desarrollo socioeconómico equilibrado de las regiones, la
mejora de la calidad de vida, la gestión responsable de los recursos
naturales, la protección del medio ambiente y la utilización coherente
del territorio; tareas todas ellas de contenido eminentemente político.
Se parte de la idea de que el territorio deberá tener usos alternati-
vos generando criterios que permitan establecer cuáles son los más
adecuados, previa existencia de un poder político capaz de llevar a la
práctica las decisiones tomadas. Visto así, el ordenamiento territorial
es un instrumento dirigido a adaptar, acondicionar o innovar proce-
sos en el territorio y dar solución adecuada de sus múltiples necesi-
dades, además de considerar los vínculos con procesos externos y
aquellos derivados de la globalización y que inciden en cada lugar.
Pero el ordenamiento territorial no sólo debe ser concebido como
un instrumento técnico que se utiliza para contrarrestar el “desorden
espacial”, ya que para corregir los desequilibrios también se requiere
Parte 2. Ordenamiento 96
el crecimiento de las economías regionales.11 La mejora de la compe-
titividad del territorio se centra en la promoción del desarrollo de los
territorios, identificando y movilizando su potencial u oportunidades
para el desarrollo que se derivan de su dotación de capital territorial,
que es un factor clave del desarrollo local y regional.12
De acuerdo con Hildenbrand,13 por capital territorial se entiende
las capacidades o potencial específico que caracterizan un lugar o
determinado ámbito territorial (ciudades, comarcas, áreas metropo-
litanas, etcétera), el cual constituye un conjunto de factores (ver re-
cuadro) que configuran la identidad del lugar y lo distinguen de otros
y, a su vez, definen su potencial de desarrollo endógeno.14
Determinar el potencial del ordenamiento territorial como proce-
so en el tiempo, implica reflexionar sobre la organización de las acti-
vidades humanas en el territorio, las cuales se vinculan y adquieren
también una connotación ambiental.15 Sin duda que hay razón en este
enfoque al contemplar que en la operación del ordenamiento territo-
rial es necesaria la convergencia de disciplinas u orientaciones diver-
Parte 2. Ordenamiento 98
ce. La regionalización de los diferentes problemas o aspectos a resol-
ver resulta, bajo ese esquema, un ordenamiento explícito del territorio,
pero éste se ve cada vez más sujeto, en su dinámica de transformación
interna, a los aspectos externos, lo cual implica un acotamiento en las
decisiones locales de planificación de su sentido sectorial más tradi-
cional. Esto último debido a que el ámbito de acción del Estado se cir-
cunscribe a dirigir, promover y gestionar el desarrollo económico y la
política social en un ambiente de apertura y vínculos crecientes con la
globalización, a diferencia de antaño cuando intervenía con grandes
obras de infraestructura a través de la inversión en obra pública, y
hoy debido a su disminuida capacidad de intervención en la economía.
Ideas finales
La planeación territorial debe ser concebida como un instrumen-
to que persiga, en primer lugar, promover y consolidar formas de
ocupación y aprovechamiento del territorio compatibles con sus
ventajas comparativas, características propias y potencialidades. En
segundo lugar, se debe prevenir, controlar, corregir y, en su caso,
revertir los desequilibrios que se observan en el desarrollo territorial
del país. Por último, es necesario propiciar patrones de distribución de
la población y de las actividades productivas consistentes con la habi-
tabilidad, con el uso sostenible de recursos naturales y con la protec-
ción ambiental. Estas premisas permiten aprovechar los potenciales
de los territorios.
En el diseño de una política de planeación territorial integral es
preciso conjugar dos enfoques: uno que trate de dar una nueva
dimensión a la gestión de las políticas sectoriales integrándolas a di-
ferentes niveles territoriales y profundizando en el examen de sus
interacciones, es decir, un enfoque de multisectorialidad, y otro que
Contenido y alcance
de la estrategia nacional de
ordenamiento territorial
en México
Introducción
La Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territo-
rial y Desarrollo Urbano (lgahotdu), publicada en el Diario Oficial de
la Federación en noviembre de 2016, determina que México debe con-
tar con una Estrategia Nacional de Ordenamiento Territorial (enot).
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), el
Banco Interamericano de Desarrollo (bid) y la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam) establecieron un convenio de colabo-
ración orientado a cumplir con dicho mandato. En este documento
se reflexiona acerca del vínculo entre el ordenamiento y el desarrollo
territorial en dicha estrategia.
La primera sección se ocupa de concepciones sobre el ordena-
miento territorial en términos de su contenido y alcance; la segunda
ofrece una interpretación acerca de la relación de estos elementos en
la enot; el contenido corresponde a su objeto y ofrece un soporte para
una política de desarrollo territorial que, a su vez, expresa su alcance.
112
Concepciones de ordenamiento territorial
La concepción amplia del ordenamiento territorial (ot) lo considera
como la expresión espacial de las políticas; la restringida, en cam-
bio, está ceñida a lineamientos referidos a la asignación de usos de
suelo, la construcción de infraestructura y la dotación de servicios y
equipamiento.
Según la fao en América Latina y el Caribe la acción estatal de-
dicada al ordenamiento territorial inicia en los años noventa con
políticas orientadas hacia la preservación de recursos naturales y
ecosistemas.1 Años más tarde, el rango de asuntos contemplados
por estas políticas se amplía y se incorpora el planteamiento de que
la construcción del ordenamiento exige la participación de todos los
sectores de la sociedad.2 El ot se considera entonces un asunto no
sólo técnico, sino también político. Esta posición plantea su construc-
ción tomando en consideración actores que operan desde distintas
escalas territoriales,3 asunto que se asocia con el debate en torno a
la gobernanza multiniveles.4
Merece destacarse que el fundamento de esta visión que incor-
pora la dimensión política en la construcción de las políticas de ot
se encuentra en una concepción del territorio que lo distingue de la
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127
Sustentabilidad y bases internacionales: un acercamiento a la arquitectura sustentable
Sustentabilidad
y bases internacionales:
un acercamiento a la
arquitectura sustentable
Sustentabilidad
En la actualidad existen diversos términos para referirse a la sustenta-
bilidad, la cual ha provocado debates por décadas, sobre todo en
si es sostenible o sustentable. Sin meterse en definiciones, ni a las ba-
ses etimológicas, se utilizará el término sustentable como sinónimo de
sostenible, no arbitrariamente, pues el marco legal de México, en su
legislación ambiental, sólo hace referencia al desarrollo sustentable.
En cuanto a su fundamento, de forma internacional se consideran
aspectos como los ambientales, económicos y sociales. Al referirse al
desarrollo sustentable, tomamos la definición del Informe Brundtland
(1987), para el cual es el desarrollo que satisface las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras
para satisfacer sus propias necesidades. Además, se ha completado
como el desarrollo que implica la mejora de la calidad de vida dentro
de los límites de los ecosistemas.
Edificio sustentable
Se refiere a la utilización de prácticas y materiales respetuosos del
medio ambiente, con ventajas ambientales en la planeación, diseño,
ubicación, construcción, operación y demolición de los edificios. El tér-
mino se aplica tanto a la renovación de edificios prexistentes como a la
construcción de nuevos. Tal vez parece una definición muy alejada de
los factores del desarrollo sustentable, pero sólo representa los crite-
rios del aspecto ambiental que debe considerar un edificio sustentable.
Mediante un continuo mejoramiento de la manera en que se ubi-
ca, diseña, construye, equipa, opera y reacondicionan los edificios,
se puede elevar el bienestar del mundo en forma considerable. Me-
jores prácticas de diseño y edificación pueden contribuir a enfrentar
retos ambientales como el agotamiento de los recursos naturales no
renovables, la disminución de residuos y la contaminación de aire,
agua y suelo. Además, será posible obtener beneficios para la salud
humana y prosperidad, así como el uso de tecnologías avanzadas
Diseño y materiales
Figura 2. Impacto durante el ciclo de vida, en los entrantes y saliente del edificio.
Fuente: elaboración propia.
3 4
Entre 2006 y 2008 se inició el proyecto de Valle Las Palmas (ver figura
5), una ciudad sustentable que considera la construcción de 200 mil vi-
viendas, zonas industrial, educacional, deportiva, comercial, etcétera,
Bases normativas
A finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, las normas
eran las bases técnicas para el diseño bioclimático. Entre ellas resal-
tan las emitidas por el Infonavit y el imss.
Sin embargo, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la
Energía (conuee) ahora es el órgano del Gobierno Federal que lleva a
cabo la elaboración de Normas Oficiales Mexicana (nom), las cuales
son obligatorias para el ahorro de energía en los edificios, desde su
diseño mismo. Algunas de ellas son:
Programas de financiamiento
Los instrumentos de financiamiento se iniciaron en la década de 1990
sobre todo para la adecuación de la vivienda existente, en temas de
ahorro de energía eléctrica. La institución a cargo fue el Fideicomiso
para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide), y posteriormente se crea-
ron el sistema de financiamiento del Infonavit y la Hipoteca Verde
(para la vivienda nueva). Este último es el instrumento con mayor
alcance, y contempla el ahorro de electricidad, gas, agua y aprove-
chamiento de la energía solar. Un poco después se creó un sistema
para financiar lo urbano, con enfoque bioclimático, por la Sociedad
Hipotecaria Federal (shf), conocido el instrumento como duis.
Ahorro de energía
Existe un financiamiento para la eficiencia energética en el sector de
los edificios comerciales y la vivienda otorgado por el Fide. Aunque
surgió para la adecuación de edificios, en tres rubros, ahorro de ener-
gía, en iluminación y en aire acondicionado, se sumó la sustitución de
refrigeradores y lavadoras. Dicho programa se amplió para el caso
de la vivienda nueva, además de la inclusión de calentadores solares de
agua. En sus inicios, este programa fue sólo para trabajadores de la
Comisión Federal de Electricidad.
Sistemas de certificación
Aunque existe un programa de certificación de edificios de bajo im-
pacto ambiental, de la Procuraduría Federal de Protección al Ambien-
te (Profepa), no es clara la metodología y sólo tiene acreditado un
edificio. Por fortuna las iniciativas para el financiamiento permiten
ser sistemas de certificación de edificios sustentable. Sin embargo,
sólo existen dos sistemas para certificar, los de la Conavi y el Gobier-
no de la Ciudad de México (antes gdf), y mucha de la base en eficien-
cia energética se toma de lo elaborado para el Sello Fide.
Hipoteca verde
Los criterios generales y específicos de la hipoteca verde son: loca-
lización, social, calidad ambiental interior, materiales, energía, agua
y diseño. En el caso de energía considera dos apartados: ahorro de
energía eléctrica y ahorro de gas. Para el primer caso se incluyen las
lámparas fluorescentes, aislamiento en el techo y aire acondiciona-
do eficiente, doble vidrio en las ventanas, refrigerador de alta efi-
DUIS
Los criterios de elegibilidad permitirán calificar cuándo un desarrollo es
o no sustentable. Estas bases están relacionadas con: condiciones geo-
gráficas, protección ambiental, condiciones de ordenamiento territo-
rial, condiciones generales de infraestructura, servicios y equipamientos
urbanos, estructura demográfica y socioeconómica, conceptos ar-
quitectónicos y medidas de sustentabilidad, impacto urbano, y ofer-
tar suelo y vivienda para todos los extractos sociales (especialmente
los de menores ingresos, con cuando menos 40% de la mezcla habi-
tacional destinada a dicho sector). Además, contemplan información
respecto al compromiso de financiamiento del Infonavit para los próxi-
mos años, oferta de empleo de genere autosuficiencia económica, par-
ticipación de desarrolladores privados y/o entidades estatales o muni-
cipales como promotores de vivienda (aportando tierra, vías de acceso
y transporte público suficiente y adecuado), proyecciones financieras
del proyecto y capacidad probada de los desarrolladores potenciales.
NMX-AA-164SCFI-2013
La norma mexicana para la certificación de edificaciones sustenta-
ble, emitida por la Semarnat, es muy completa en las temáticas. Sin
embargo, faltan métodos para poder aplicarla y para tener un efecto.
Por fortuna, ya hay certificadores.
Referencias bibliográficas
Comisión Intersecretarial de Cambio Climático. Estrategia Nacional de
Cambio Climático México. México: Semarnat, 2007.
Comisión Nacional de Vivienda (Conavi). Código de Edificación de Vivi-
enda. México: Conavi, 2008.
Comisión Nacional de Fomento a la Vivienda (Conafovi). Uso eficiente
de la energía en la vivienda. México: Conafovi, 2006.
147
des humanas presentes y futuras, y los cambios en la distribución de
los costos y beneficios del desarrollo.1
En particular, la incorporación de la dimensión urbana a este
debate ha surgido de la reflexión de los retos y oportunidades que
representan las ciudades en temas de consumo de recursos y desa-
rrollo, y de los impactos ecológicos que las ciudades tienen en terri-
torios más amplios.
Se estima que aun cuando las ciudades sólo ocupan 2% de la su-
perficie terrestre, éstas consumen de 60 a 80% de la energía global,
más de 75% de los recursos naturales mundiales y producen 75% de
las emisiones de carbono.2
El crecimiento poblacional de las ciudades y los modelos de ocu-
pación del territorio, que han prácticamente eliminado las cubiertas
vegetales originales, sustituyéndolas por materiales para la construc-
ción de carreteras y para el equipamiento urbano, ha provocado la
artificialización de los biotopos naturales.
Los procesos de urbanización y el gran consumo de suelo afectan
la productividad de los ecosistemas a través de la pérdida de hábi-
tats, biomasa y almacenamiento de carbono. Lo anterior porque el
sólo cambio de uso de suelo de no urbano a urbano, y factores como
la contaminación, el microclima y el ruido, la fragmentación de há-
bitats y el efecto borde, impactan negativamente en la presencia de
flora y fauna y en la pérdida de biodiversidad.3
1 Natalie Rosales, Con los pies en la tierra: Avanzando en la transición, desde una planea-
ción para la sustentabilidad urbana (Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 2019), 13.
2 Mark Swilling y otros, City-level decoupling: Urban resource flows and the gover-
nance of infrastructure transitions: A report of the working group on cities of the
international resource panel (Nueva York: unep, 2013), 4.
3 Volker Welter, Biopolis: Patrick Geddes and the city of life (Cambridge: mit Massa-
chussets Press, 2002).
4 Karen C. Seto, Burak Güneralp y Lucy Hutyra, “Global forecasts of urban expansion
to 2030 and direct impacts on biodiversity and carbon pools”, Proceedings of the
National Academy of Sciences 109, núm. 40 (2012), 16083.
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 149
ciudad-naturaleza y una profunda desconexión ciudadanos-mundo
natural que limita la protección efectiva del ambiente.
En nuestras ciudades, los procesos ecológicos que sustentan la
vida no son visibles. No sabemos de dónde vienen los recursos ne-
cesarios para su funcionamiento, ni a dónde van los residuos que
éstas generan.
La naturaleza urbana es escaza, y se restringe a zonas verdes ais-
ladas y dispersas, en donde la percepción ciudadana acerca de la
existencia y utilidad de estos espacios se limita a cuestiones orna-
mentales y de recreación.5 De ahí que exista un gran desconocimien-
to de los habitantes respecto de los ecosistemas naturales, y sean
pocos los esfuerzos por preservar y potenciar los valores naturales
existentes, tanto dentro del medio urbano como en las zonas circun-
dantes a las ciudades.
Sin embargo, si corrigen sus disfunciones, las ciudades ofrecen
también una serie de oportunidades para avanzar hacia escenarios de
sustentabilidad. Por un lado, desacoplando la urbanización del dete-
rioro ambiental y, por otro, permitiendo a sus habitantes desarrollar
actividades y un estilo de vida que los deje conectar y aprender de la
naturaleza y comprometerse con su cuidado.6
Bajo estos argumentos, a lo largo de las últimas cuatro décadas
hemos sido testigos de la construcción de diferentes discursos, pro-
puestas y estrategias para favorecer un urbanismo integral que no
sólo se fije en lo estético, sino en lo ético, asegurando formas inclusi-
vas y correctoras de los desequilibrios socioespaciales y ecológicos.
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 151
la ciudad con la naturaleza, requiere de un proceso planeado y di-
rigido, el cual puede ser conceptualizado como “planeación para la
sustentabilidad”, es decir, un proceso de gestión del cambio para di-
reccionar una transición culturalmente integrada hacia un urbanis-
mo sustentable.8
10 Julián Briz Escribano e Isabel de Felipe Boente, “Red Internacional de Ciudades en Na-
turación (Ricen)”, Revista Agropecuaria 794 (1998): 695-699, http://www.magra
ma.gob.es/ministerio/pags/biblioteca/revistas/pdf_Agri/Agri_1998_794_695_
699.pdf.
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 153
barrio, parcela, paisaje o territorio, para convertirlo en un entorno
con características de un paisaje que visibilice el medio natural en la
ciudad.11 Esto a partir de una extensión o incorporación de elementos
naturales tanto en dirección vertical como horizontal de superficies
verdes, pero también a partir de la introducción de flora, fauna, escu-
rrimiento de aguas superficiales, actividad morfodinámica, etcétera.
Por otro lado, se refiere también a la conservación y restauración
de la estructura y funcionamiento de un sistema natural degradado.
Para ello plantea un proceso de rehabilitación de la naturaleza urba-
na que consiste en reducir, mitigar e incluso revertir los daños produ-
cidos en el medio físico para volver, en la medida de lo posible, a la
estructura, funciones, diversidad y dinámica del ecosistema original.
La rehabilitación se da a partir del logro de pequeñas mejoras en
ciertos componentes del sistema natural o mediante la protección de
pequeños enclaves. Por ejemplo, la restauración de diferentes ám-
bitos de un espacio degradado como taludes, cubiertas vegetales,
paisajes o la recuperación de hábitats para la fauna.
Así, el concepto implica introducir elementos naturales en ambien-
tes totalmente urbanizados, para incrementar su cantidad y diversi-
dad, dejando que la naturaleza entre y forme parte de la ciudad, pero
también la recuperación y restauración de espacios ambientales de-
gradados que permitan preservar y mejorar los procesos naturales,
y los servicios ecosistémicos que dan soporte a nuestras ciudades.
Si comparamos el crecimiento de una ciudad a lo largo del tiempo
es posible observar que donde la ciudad existe hoy antiguamente
había campo, huertos, zonas arboladas y tal vez algún arroyo. Aun
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 155
La segunda consideración es la protección de ecotopos. La rena-
turalización debe tener por objetivo preservar paisajes y elementos
naturales singulares y de interés, que permitan salvaguardar y po-
tenciar los valores ambientales y culturales existentes tanto dentro
del medio urbano como en las zonas circundantes a la ciudad.
La tercera consideración es su papel en el fomento de la biodiver-
sidad. Las áreas verdes pueden actuar como sumideros de biodiversi-
dad de las zonas naturales localizadas en el casco urbano y como
aportadoras de especies a otras zonas verdes de menor tamaño a
partir de sistemas verdes interconectados.
Por último, se encuentra la función social de los procesos de re-
naturalización. El fomento de entornos urbanos en los que la distri-
bución y accesibilidad de las áreas verdes sea equitativa para todos
contribuye a ciudades más justas desde el punto de vista social y
ambiental. Además, transitar hacia escenarios de sustentabilidad im-
plica la búsqueda de caminos en los que la ciudad y la naturaleza
puedan acercarse para promover valores alternativos. En este sen-
tido, tal y como sugiere Mac Harg, se debe aprovechar el potencial
educativo de los espacios verdes no sólo para el disfrute de los ciuda-
danos de un entorno urbano saludable, sino también para potenciar
un sistema de aprendizaje de los valores naturales y sociales de la
naturaleza urbana. Los procesos naturales deben estar integrados en
la estética de la ciudad, de forma que los procesos ecológicos sean
evidentes en el día a día de los ciudadanos.12
En suma, la renaturalización debe cumplir con el objetivo de in-
troducir espacios naturales dentro de la estructura de la ciudad,
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 157
de aislamiento de poblaciones vegetales y animales de los espacios
abiertos, se debe procurar su conexión por corredores verdes, así
como por un sistema de espacios abiertos adicionales.13
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 159
Imagen 3. Infraestructura verde (Pasos de fauna). Una estrategia puede incluir aprovi-
sionar espacios para la movilidad de especies, que fomente la conexión de flujos y evitar
con ello la fragmentación de hábitats. Fuente: elaboración propia en la escala urbano-
arquitectónica.
Espacios multifuncionales
Una de las principales condicionantes en las ciudades para que éstas
se vuelvan sustentables es la autosuficiencia. Para que el desarrollo
de las actividades de una ciudad se pueda llevar a cabo se necesita
como soporte la explotación de recursos muchas veces alejados de
los entornos urbanos. Por ello la optimización del suelo urbano en
la producción de los recursos necesarios para el funcionamiento de la
ciudad (integrando paisajes multifuncionales y productivos, en forma
de espacios verdes abiertos como parques, bosques, hábitat silves-
tre y espacios para para la provisión de recursos y servicios ambien-
tales) contribuye a una ciudad-región autosuficiente.
Por ejemplo, la incorporación de espacios verdes con funciones
como la provisión de alimentos, dentro o en los alrededores del área
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 161
Imagen 4. Arbolado con raíz aérea que constituye uno de los elementos distintivos de las
calles principales de Ubud, Bali. Fuente: fotografía “Naturaleza en la ciudad, o la ciudad
en la naturaleza”, Juan Antonio Reynoso, 2019. Reimpreso con autorización.
Reflexiones finales
La intención de este trabajo ha sido poner de relieve las oportuni-
dades que brinda la renaturalización para combatir el desequilibrio
naturaleza-ciudad y cumplir distintos objetivos de sustentabilidad
como lo son: reducción de la contaminación, una mejor gestión de
los recursos, la reducción de la huella ecológica de las ciudades, el
incremento de biodiversidad, salud física y mental, oferta de alimen-
tos, recreo y paisajismo, y cohesión social.
A lo largo del texto se han esbozado la multiplicidad de espacios
y formas en las que se pueden intervenir, en algunas ocasiones es-
pacios vacíos o infrautilizados en la ciudad, y emprender un proceso
de transformación urbana que parta desde la naturalización y res-
tauración ecológica. A partir de fomentar, incrementar y conectar
parques urbanos, pequeñas áreas verdes, patios y jardines comuni-
tarios y privados; reverdecer espacios, como paseos, plazas, estacio-
namientos y espacios ligados al tráfico; fomentar drenajes naturales,
humedales urbanos, superficies permeables semi naturales, huertos
urbanos, y poblar fachadas y azoteas con cubiertas verdes, será posi-
ble crear una estructura ecológica interconectada con la movilidad, el
consumo de energía, la gestión de recursos como el agua, la calidad
del espacio público y la educación y participación ciudadana. Esto
nos permitirá renovar la actitud de nuestras sociedades urbanitas en
torno a su forma de relacionarse con la naturaleza.
Sólo así las ciudades podrán transitar de ser los principales consu-
midores de recursos naturales y productores de residuos que impac-
tan el medio ambiente, a espacios naturales que permiten procesos
Renaturalizar las ciudades: una estrategia de planeación para la sustentabilidad urbana 163
Imagen 5. Entorno urbano donde los habitantes han logrado una profunda conexión
con la naturaleza. En la isla Santa Cruz, en Galápagos, cohabitan en armonía 2 200 per-
sonas, junto con pingüinos galápagos, leones marinos, iguanas, pelícanos, cormoranes y
otras especies endémicas como tortugas gigantes halcones, palomas y pinzones. Fuente:
Natalie Rosales, 2016.
Referencias bibliográficas
Bahamon, Alejandro, Alexandre Campello y Patricia Perez Rumpler.
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Beatley, Timothy. Biophilic cities: integrating nature into urban design
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Sukopp, Herbert y Peter Werner. Naturaleza en las Ciudades. Madrid:
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Swilling, Mark y otros. City-level decoupling: urban resource flows and the
governance of infrastructure transitions: A report of the working group
on cities of the international resource panel. Nueva York: unep, 2013.
Welter, Volker M. Biopolis: Patrick Geddes and the city of life. Cam-
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