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JOSEPH PEREZ La Espana de los Reyes Catoélicos combig2 * ©1986 Edicién. Editorial Swan, S. L. Avantos & Hakeldama. Derechos reservados para todo el mundo. Prohibida la reproduccién total o parcial sin el consentimiento escrito de los editores. © 1992 Informacién y Revistas, S.A.- CAMBIO16 Hermanos Garcia Noblejas, 41 - 28037 Madrid LS.B.N.: 84-7679-213-1 Depésito Legal: B-6494-1992 Impresién y encuadernacién: Printer IGSA Impreso en Barcelona - Espana Portada: EDUARDO ARROYO La llegada de los Reyes Catélicos I al trono. (1474-1479) una monarguia poderosa que ocupa répidamente una fuerte posicién en Europa. Tres fechas delimitan esta ascensién: 1469: Ja infanta Isabel que, el aio anterior, ha sido procla- mada oficialmente heredera de la corona de Castilla, contrae matrimonio con Fernando, primogénito del rey de Aragén,, 1474: a la muerte del rey Enrique IV, Isabel se proclama reina de Castilla. 1479: Fernando sucede a su padre, Juan II, como rey de Aragon; dos de los tres territorios que componen la peninsula s@ encuentran reunidos bajo un mismo cetro. El matrimonio y la llegada de tos Reyes Catélicos al trono! comprometen el porvenir, Fernando e¢ Isabel fandan la Espafia moderna, pero tienen que librar diez afios de comba- tes anres de verse aceptados como soberanos legitimos y reco- nocides como los duefios indiscutidos del Estado, La crisis estalla en 1474, a la muerte de Enrique IV, apodado el Impo- tente. Isabel se enfrenta a muy fuertes oposiciones: en el incerior, por parte de los que discuten sus titulos e intencan conservar el ejercicio del poder; en el exterior por parte de Portugal, inquietada por la formacién del bloque Castilla- Acagon. La crisis se desarrolla en varios planos y plantea tres tipos de problemas: E: ULTIMO TERCIO DEE SIGLO XV ve constituirse en Espafia — Un problema dindstico: ,A quién corresponde, por derecho, la corona de Castilla? jIsabel es, acaso, una usurpa- dora? — Un problema politico: ;¢Quién ocuparé el primer lugar en el Estado, el poder real o los Grandes? — Un problema diplomiatico: ;Aceptari Portugal ver constituirse un bleque hegemdnico que lo excluye y rompe el equilibrio. politico de 1a peninsula? Una guerra de sucesién, una guerra civil, y ademaés una invasiGn extranjera, éste es el precio que Espaiia tiene que pagar antes de afirmarse como una de las primeras potencias de Occidente. EL PROBLEMA DINASTICO Nos recuerda, ademas con todo igual, a Jo que sera la disputa del carlismo, en el siglo XEX: si se le concede tal importancia, es que la solucién de este problema compromete cuestiones de fondo, importantes por otras causas, sobre la naturaleza y la realidad del poder. Esto no quiere decir que se trate de un falso problema o de un problema despreciable; cada partido tiene un interés evidente en apelar a su derecho y a su legitimidad. En teoria todo es sencillo; Castilla ignora la ley sdlica y Ja corona se transmite por la vfa de la primogenitura, pasando los varones, no obstante, delante de las mujeres. De hecho, todo s¢ complica. Juan Ii, rey de Castilla (1406- 1454) se habia casado dos veces: — de una primera unién con Maria de Aragén habia nacido un hijo, el fururo Enrique IV; — de un segundo matrimonio, con Isabel de Porcugal, tuvo una hija, la furura Isabel la Catdlica, nacida en 1451, yun hijo, el infante Alfonso, nacido en 1453. En su testamento, Juan I fijaba asi el orden de sucesién al trono, totalmente conforme al derecho constitucional cas- tellano: — Enrique y sus hijos; — en su defecro, Alfonso y sus hijos; — en su defecro, Isabel, Al convertirse en rey, Enrique IV (1454-1474) se habia casado también dos veces: — Por primera vez con Blanca de Navarra, pero, a pesar de doce afios de vida en comtin, el matrimonio no se habla consumado nunca, segin dicen los expertos?, lo que habia ocasionado su anulacién, formalizada por el obispo de Segovia en 1453. — Por segunda vez con Juana, hermana de Alfonso V rey de Portugal. En 1462, al cabo de siete afios de vida en comin, ja reina trae af mundo una nifia, Juana, a la que las Cortes, inmediatamencte reunidas en Madrid, reconocen como here- dera del trono. En ese momento, no se alza ninguna oposi- cién; mds tarde tan sdlo, ciertos nobles que firmaron el acta de 1462 protestarén y sostendrdn que les coaccionaron. Ense- guida, en efecto, se murmura, después se afirma publicamente, que la infanta no es ta hija del rey, sino del favorito don Beltran de la Cueva, y se la empieza a !lamar con el apodo de Beltraneja, alusién mas que evidente a su nacimiento ilegitimo y a la identidad de su padres. Una fraccién importante de la nobleza castellana entabla contra el rey una violenta campafia politica que desemboca en el manifiesto del 28 de septiembre de 1464: se acusa en particular a Enrique IV de encregar ei Estado a su favorito don Beltran de la Cueva y se le conmina a desheredar a la infanta Juana, hija presunta de este tilcimo. Incapaz de reprimir esta oposicién, el rey tiene que acepear las condiciones de los nobles: el 30 de noviembre deshereda a su hija (sin declararia ilegitima, no obstante) y teconoce a su hermand Alfonso como heredero del trano. No contentos ain por estas concesiones, los nobles vuelven a la carga, el afio siguiente: en junio de 1465, en Avila, destiruyen a Enrique IV y proclaman rey en su lugar a Alfonso. La muerte de Alfonso, en 1468, es lo que empuja a Isabel a fa escena politica, Basdndose en el testamento de Juan Il, se considera, desde ese momento, heredera de la corona. En septiembre en 1468, el acuerdo de los Toros de Guisando testablece la autoridad de Enrique IV, pero a costa de una concesién capital: el rey deshereda por segunda vez a la infanta Juana y ceconoce los derechos de Isabel. En balde intentard retractarse de este punto y rehabilitar a la que consi- deré siempre como su hija; Isabel no cesara jams, desde ese momento, de apoyarse en el acta de 1468 para reivindicar sus derechos a la corona. Toda esta disputa dindstica gira pues, por lo menos en apatiencia, alrededor de secretos de alcoba de la corte de Casti- lla: la infanta nacida en 1462 ;era la hija del rey o de su favorito? El que la reina haya Wlevado una yida mas bien libre, nadie lo pone en duda; el que haya tenido amabilidades con don Beltran de la Cueva, es probable, pero es ya menos seguro. Los contemporaneos, es cierto, no dudaban en esprimir otro argumento: de todas formas, la infanta Juana no podia ser la hija del rey puesto que éste era impotente.,, ;Cémo saberlo? El P, Azcona que, en nuestros dias, ha revisado de muy cerca el expediente Iega a las conclusiones siguientes: Enrique IV no parece haber sido del todo impotente?; afirmé siempre que la infanta Juana era su hija legitima, inchiso, cuando bajo la presién de los nobles conjurados, se veia obligado a desheredarla. Los propios nobles que decian que les obligaron, en 1462, a proclamar a Juana heredera no pretendieron enseguida que su nacimiento era ilegitimo; se limitaban a poner en duda sus derechos a la corona; mds tarde tan solo, deseando hacer propaganda, emplearin este argu- mento. ¢Qué crédito, por lo demds, puede concederse 2 unos hombres que cambian de opinién en funcién de la coyuntura politica? Los mismos que, en 1464, y después en 1468, publi- caa con la maxima crueldad el inforcunio conyugal del rey, se adhieren a la infanta Juana contra Isabel, cuando se abre la sucesion, en 1474, y don Beltrdn de Ja Cueva, el padre putative de Ja infanta, forma parte de elios... Por fin, Isabel, a quien debfa beneficiar esta disputa, no atacé nunca @ Enrique IV por lo que respecta a su vida conyu- gal (dejaba que lo hicieran sus propagandistas...); se limitd siempre al aspecto estcictamente juridico del problema: el testamento de Juan I] y el acta de los Torus de Guisando que le daban los fundamentos para reivindicar para si misma la corona después del fallecimiento de Alfonso. Y Azcona con- cluye: Juana no es una bastarda; fue victima de disputas politi- cas que la superaban y cuyo envite era el poder. En contra de Enrique [V, los nobles presentacon, primero a su medio her- mano Alfonso, después a su medio hermana Isabel; creian que de esta forma dominaban al soberano. Error de calculo, Io vamos a ver: Isabel (juna usurpadora?) al acceder al trono sabra defender sus derechos, sobre todo contra los que, al denigrar a Enrique 1V y al minar su autoridad, habran contet- buido imprudentemente a abricle ampliamente el camino del poder, EL PROBLEMA POLITICO LA NOBLEZA CONTRA EL ESTADO Esce es el problema esencial que las discusiones en torno a la virilidad de Encique IV y sus desengafios conyugales no deben hacernos olvidar: fa crisis dindstica disimula mal el violento enfrentamiento entre un poder real débil y una nobleza ambiciosa, rurbulenta, sin escripulos. Es un problema de personalidad: Juan II y Enrique FV fueron soberanos velei- dosos; Isabel serd mas enérgica. También es un problema de relacién de fuerzas. La alta nobleza castellana es de origen muy reciénte; las grandes casas de los ricos hombres del siglo XV (Jos que en el siglo siguiente van a llamarse Grandes de Espatia) no se remonta mas alld de 1368, con poquisimas excepciones. Son tos discurbios, de fina- les del siglo XIV (crisis consecutiva a Ia peste negra, Iuchas politicas, guerra civil) los que favorecieron la constitucién de una poderosa aristocracia hacendada, Dos hombres se dispu- tan el trono: Pedro el Cruel y Enrique de Trastémara; el segundo lo consigue, pero, para conservar e! poder, tiene que fecompensar a sus partidarios, acrecentar su mimero me- diante el reparto de tierra, de privilegios: las mercedes de Enrique {las mercedes enriqueflas) refuerzan considerable- mente el poder de la aristocracia: Enrique enajena vastas por- ciones del patrimonio real, se deshace en beneficio de la nobleza de una parte de los ingresos del Estado, sin hablar de las concesiones propiamente politicas, Asi se constituye una aristocracia ambiciosa, sélida, rica: ademas de sus dominios, de sus rentas, saca sustanciales beneficios del comercio, ya que tiene vinculacién con la Mesta, agrupacién de ganaderos de ovejas merinas, y con los exportadores de lana‘. En el transcurso de su reinado, Juan I (1406-1454) se esfuerza por ir a contracorriente, por restablecer la aucoridad del Estado, por reconquistar parte del terreno perdido por la corona en materia de administracién, de justicia, de recupera- cién de impuestos. Alvaro de Luna simboliza esta politica; el pueblo le apoya, pero el favorito no puede contar con la alianza de una sdlida clase media; los nobles conjurados obli- gan al rey a destituirlo; Alvaro de Luna muere en el patibulo en 1453 Enrique I'V sucede a Juan I y, a partir de 1455, dos parti- dos se perfilan en la nobleza; se trata de ganar la confianza del nuevo soberano y de asegurar posiciones determinantes en el seno del Estado, Se codician, sobre todo, los maastrazgos, los grandes maestrazgos de las drdenes militares (Santiago, Cala- trava, Alcdntara) fuentes de riqueza, de prestigio y de poder. Enrique IV se anda con rodeos, arbitra, duda en tomar partido con franqueza entre los clanes tivales. No obstante, se termina por observar la ascensién de Beltran de la Cueva, un advene- dizo, convertido en el hombre de confianza del rey: Los nobles Jo envidian, lo cemen, sospechan que es otro Alvaro de Luna; uno de los mas cruelmente decepcionados es el marqués de 8 ‘Yillena, Juan Pacheco, amigo de infancia de Enrique ['V... El 23 de mayo de 1464, Beltrin de la Cueva se convierte en gran maestce de Santiago. De inmediato los nobles se unen, lanzan un violento manifiesto contra el rey; atacan su vida privada, a su circulo de moros y judios, las mercedes otorgadas a Beltran de la Cueva al que se acusa de ser el amante de la reina; reprochan a Enrique IV que tiene sometidos 2 vigilancia a su medio hermano Alfonso, a su medio hermana Isabel, y le conminan, sin reservas, a proclamar al primero heredero del trono. Es la primera alusién al problema dindstico; se inscribe en un contexto que no deja duda alguna sobre el sentido politico de la operacién: los nobles coaligados intentan debili- tar el poder real, imponer su voluntad y asegurarse el! primer lugar en el Estado, Creyéndose incapaz de resistir, Enrique IV da marcha atrds, acepta las condiciones de los conjurados: reconoce a Alfonso como su heredero; destituye a Beltran de la Cueva que se convierte en duque de Alburquerque, pero renuncia al gran maestrazgo de Santiago. Los nobles no se consideran satisfe- chos; acusan al rey de no mantener sus compromisos; recluran tropas y, el 5 de junio de 1465, en el transcurso de una ceremo- nia grotesca (la farsa de Avila) destituyen a Enrique [V y proclaman rey a su hermano Alfonso, entonces de once afios y medio de edad... A] mismo tiempo, se prosigue la campaiia de desprestigio contra Enrique IV, su vida privada, sus desenga- fios conyugales; también aqui, las circunstancias en las que se plantea una vez mas el problema dindstico, indican clara- mente Ja meta que se persigue: obligar al rey a capitular, a librar el Estado a los nobles; todas los medios son buenos: calumnias contra su vida privada, chantaje de guerra civil, guerra civil... Enrique IV cuenta con apoyos en el pais: ciertos aliados en Ia nobleza, en las ciudades; duda en !anzarlos a la ~ batalla; cree que puede discutir, contemporizar, convencer a sus adversarios; en este juego, va de concesidn en concesidn, dilapida la autoridad que le queda y pierde una tras otra todas g tas bazas, Es una leccién que Isabel y su marido aprenderin: el poder no se comparte. Isabel, precisamente ya esta en primer plano, en 1468, gracias a la muerte inopinada de su medio hermano Alfonso. Sin haberlo querido, se presenta como heredera al reino. Los nobles sostienen su candidarura, puesto que necesitan. un nuevo simbolo para enfrentar a Enrique IV. ;Qué pueden temer de ella, una nifia de diecisiete afios? Gracias a ella, reinurdn por persona interpuesta, Isabel reivindica sus dere- chos, firmemente, pero tiene mucho cuidado con tornar par- tido en la lucha politica y con aparecer como la candidata de una faccién. Enrique I'¥ cede una vez mds: para salvar su trono, para intentar restablecer en parte una autoridad que se tambalea, firma los acuerdos de los Toros de Guisando; con lagrimas de sangre, deshereda una vez mds a su hija y reco- noce a Isabel como heredera. Cree que gana tiempo; espera volverse atras en sus concesiones, cuando el momento sea favorable. Demasiado tarde: los nobles no lo pecmitirin y desde ese momento los allegados a Isabel esgrimirdn las armas juridicas que hardn de ella, seis afios después, la soberana de Castilla, Este repaso demasiado rapido a un periodo de disturbios permite algunas conclusiones; pone en el lugar que Je corres- ponde la disputa dindstica: los nobles conjurados no se preocu- paban por apartar a una princesa ilegitima (;Acaso Juana lo era?)}; lo que deseaban era poner en duda la auroridad del rey, debilitar su poder para poder asentar mejor el de ellos. No dudaron para ello en desacreditar a la persona del soberano, en recutric a la guerra civil o a la amenaza de guerra civil; pensaron incluso, en cierta ocasién, en 1460, en solicitar el apoyo de una potencia extranjera, Aragén. El envite era fuerte para la aristocracia: se trataba para ellos, de conservar y, si fuera posible, de acrecentar los inmensos beneficios econdmi- cos, politicos y sociales que le habian proporcionado los distur- bios de los reinados precedentes; eso sdlo era posible con un poder real débil; se intenté pues debilitarlo mas atin, La para- lo doja, la artimatia de la historia, fue que de esta forma, los nobles conttibuyeron poderosamente a instalar en Espafia y por mucho tiempo un Estado fuerte, una monarquia respe-- tada, una autoridad indiscutible. EL PROBLEMA DIPLOMATICO La invasién musulmana de 711 quebrd para siempre la unidad politica de 1a peninsula Ibérica. La reconquista seri obra de cristianos divididas. Poco a poco se constituyen, en el norte, comunidades nacionales; reino de Asturias, después . reino de Leén, reino de Navarra, reino de Aragén, condados catalanes... Estas comunidades se reagrupan; el reino de Casti- lla absorbe el reino de Ledn; una unién matrimonial suelda el bloque Aragén-Caralufia; entre tanto, Portugal se constituye en reino independiente. En el siglo XV, tres grupos de territorios dividen la penin- sula (dejemos de lado Navarra, que esta a caballo en los Piri- neos); tenemos de oeste a este; Portugal, Castilla, Aragdn, equilibrio fragil, inestable, que cualquier unidn matrimonial puede poner en tela de juicio. Por su situacién, por sv riqueza, por su economia en expansién, Castilla ocupa una posicién clave: aliéndose a uno u otro Estado que la rodean. Puede inclinar la balanza hacia el ceste o el este y asegurarse una hegemonia duradera en la peninsula, un papel de primer plano en Europa, Esto explica las intrigas, las rivalidades, las luchas de influencia en torno a las posibles herederas, Las posibilidades de Isabel para acceder al trono de Castilla pare- cen cada vez mayores, ella va a ser la mas codiciada, la mas buscada en esta feria de muridos que se abre hacia 1468. Se puede ignorar el proyecto grotesco de Enrique IV que planeaba casat a su hermana cone] gran maestre de Calatrava, Pedro Girén, un carcamal; era una forma excelente de librarse de una posible rival, pero no se tomaba en serio; ademas 1 Enrique [V no habia insistido demasiado, Aparte de Girdn, Isabel tiene tres precendiences: — El rey Alfonso V de Portugal; si esa boda se llevara a cabo, la infanta Juana, hija de Enrique IV, se desposaria con el heredero del trono portugués, el fururo Juan I; — Fernando de Aragon, hijo del rey de Aragén Juan Il; — Carlos de Guyena, hermano del rey de Francia Luis XI. Tres pretendientes, tres opciones politicas, tres elecciones que comprometen el porvenir. En 1469 Isabel escoge a Fer- nando de Aragén. No nos imaginemos ninguna historia de amor: ciertamente Fernando es un joven y apuesto muchacho, pero Isabel no fo ha visto todavia nunca cuando toma su decisién, Mas que los sentimientos, es la razén, Ja politica quienes imponen esta decisién; mejor si esta decisidn es, ade- més, la mds afortunada desde yn punto de vista fico y moral, La politica, la razén de Estado tienen mas peso que todo lo demas: Aragén frente a dificuleades de todo tipo, necesita la alianza castellana, Isabel cuenta con la participacién de Aragén para hacer valer mejor sus derechos a la corona de Castilla. El contrato matrimonial fija con precisién las obligaciones de unos y otros. Esta opcidn serd probablemente la mis seria, la r mas cimentada racionalmente; {Pero cémo impedir que los pretendientes excluidos no guarden rencor? En 1474, cuando se plantea el problema de la sucesién, Portugal se pronuncia contra Isabel, como es ldgico, y Francia igual, a pesar de la amistad que la une con Castilla desde hace mucho tiempo. Asi se levantan los obstdculos que los Reyes Catdlicos tendran que superar antes de comenzar a reinar: las pretensio- nes dindsticas de la hija de Enrique [V; las ambiciones politi- cas de la alta nobleza; las inquietudes de Portugal ante la constitucién de un bloque hegernénico Castilla~Aragén. Asi se explican. los acontecimientos de 1474-1475 y de los afios siguientes: guerra de sucesidn, guerra civil, invasién extran- jera, son las hiporecas que hay que levanzar antes de las gran- des empresas del reino: restablecer la autoridad del Estado, 12 termunar la Reconquista, hacer de Espafia una porencia internacional, LA GUERRA DE SUCESION Engique IV muereen Madrid, el 12 de diciembre de 1474. Al dia siguiente, Isabel se hace prociamar reina de Castilla, en Segovia, ciudad que desde hace mucho tiempo le es adicta; unos mensajeros incitan a las otras ciudades del reino a prestar juramento a la nueva sobecana. Esta rapidez siria a nobles y ciudades ante un hecho con- sumado; imposible, desde ese momento, negociar, discutir, pactar una adhesion de manera a obtener los mayores benefi- cios posibles; hay que pronunciarse a favor o en contra, sin garantias de ningin tipo. La osadia por parte de Isabel, es indudable; zcSmo no darse cuenta, también, de que se juega el codo por el todo? Si los nobles se negacan a inclinarse? ;Si las ciudades del reino tardaran en adherirse? De hecho, Isabel se apunta algunos éxitos: Avila, Vallado- lid, Tordesillas, Toledo, el Pais Vasco, no ponen ninguna difi- cultad en reconocerla como reina; pero Burgos, la regién de Zamora y la mitad sur del reino quedan a la expectativa o francamente hostiles. La nobleza se divide: los Mendoza, Enriquez, Velasco, Pimentel se adhieren; el marqués de Villena y sus seguidores estén en la oposicién. Idéntica situacién en el alto clero, muy unido a Ja aristocracia: el cardenal Mendoza esta a favor de Isabel; Carrillo, arzobispo de Toledo, también... por lo menos hasta marzo de 1475, hasta que comprenda que Isabel no es Enrique IV, que no hay nada que esperar del nuevo poder; se Pasa entonces al otro bando y lo que le impulsa a actuar de esta forma, do son escripulos juridicos, es una reaccién de viejo feudal, consciente del peligro que representa para él y sus semejantes la joven monarquia que se instala. En resumidas cuentas, en el transcurso del invierno 1474- 1475, la situacién se mantiene indecisa. Ningan entusiasmo real alza a Ja nacién en torno a Isabel; tarmpoco se alza contra ella ninguna oposicién franca; sorprendidos, sus adversarios acechan la ocasién favorable para intervenir. Ea e! plano diplomatico, la situacién es peor. Francia esta en guerra con Aragon y ocupa Perpignan, en marzo de 1475; sé niega a renovar su alianza con Castilla y se aproxima a Portugal. En mayo de 1475, las tropas portuguesas invaden Castilla; en el mismo momento, los nobles hostiles a Isabel pasan a su vez al ataque. Se trata, en principio, de defender los derechos a Ja corona de la Infanta Juana, hija de Enrique IV, entonces de trece afios de edad, la misma infanta que algunos de sus parti- darivs actuales declaraban bastarda no hace mucho... Su tio, el rey Alfonso V de Portugal, se casa con ella el 29 de mayo para indicar claramente que no renunciard. El ejército portugués entra sin combatir en Zamora y Toro; intenta apoderarse de Burgos, donde cuenta con apoyos, y unirse a los franceses que tienen que atacar en Navarra y en el Pais Vasco. La campatia de 1475-1476 es decisiva: Fernando de Atagén asedia Burgos, después Zamora, vence a los portugueses en marzo de 1476, ocupa Toro en diciembre. Al mismo tiempo, las ofensivas francesas en Catalufia y en el Pais Vasco son rechazadas. La guerra se prolonga todavia durante tres afios, pero los Reyes Catdlicas supieron resistir los primeros asaltos, los mas peligrosas; no dejan de consolidar su posicién personal en el interior del reino, de asentar su autoridad, El cratado de Alcagovas, en septiembre de 1479, pone fin a las hostilidades y a la guerra de sucesién: Portugal evacua los territorios ocupa- dos, reconoce a Isabel y a Fernando como reyes de Castilla, renuncia a cualquier pretensién dindstica; como contrapartida, Castilla se compromete.a no interferir la expansién portu- guesa a lo largo de las costas de Africa; la desgraciada infanta Juana queda condenada a‘ acabar sus dias en un convento. NOTAS ' En 1494 una bula del Papa Alejandso VI confiere a Fernendo ¢ Isabel el_ titulo de Reyes Catdlicos que Ilevanin también sus sucesores; les corresponde, en efecto, dat a conocer el Evangelio en las tiecras desconocidas que sus sibditos acaban de descubrir. 1 La teina «estaba virgen incorrupta come avia nascidus segiin se puede leer en ei acta de anulacién del matrimonig (cf. AZCONA, p. 21). El doctor Gregorio MARANON ba intentado, en nuesteos dfes, pruponer un diagnéstico segiin lus textos de los cronistas contemporineos; cree puder apuntar en Enrique IV signas de timidez sexual y un cierto mimero de comple- jos, pero duda en pronunciarse sbiertamente; le entendemos; cf, Ensayo bioldgico sobre Enrique #" de Castilla 7 sm tiempo, Madtid, Espasa Calpe (colecciSn Austral, nimero 196), 4 Cf los trabajos de L. SUAREZ FERNANDEZ, Nebleza » monarguda, Valladolid, 1959, y de L VALDEON BARUQUE, Enrique I de Castilla, Valla- dolid, 1966. > Estos dos matrimonios hubieran renido como consccuencia el arruinar las pretensiones de Isabel 2] trono de Castilla; [sabel se habria convertida en reina de Portugal, mientras que su rival, espusa det heredero partugués, habria encon- trado apoyo de su marido y de un fuerte partido castellano para reivindicar la corona de Castilla, La reorganizacién del reino Il N 1479, EL MISMO ANO en que finaliza la guerra de suce- sién, Fernando hereda la corona de Aragén. Ya estin pues los dos grupos de territorios reunidos, el poder de los reyes establecido. Queda por organizar esta unién, por restablecer el orden en el reino, por rehacer el Estado, por darle prestigio y autoridad. @UNIDAD NACIONAL © UNION PERSONAL? Se escribe y se repite demasiado a menudo que la unidad nacional de Espafia data del matrimonio de los Reyes Catéli- cos. No es del todo exacto. Los dos grupos de territorios (los paises de la corona de Aragdn: Aragén, Catalufia, Valencia y los palses de la corona de Castilla) se encuentran simplemente asociados gracias a la unién personal de sus soberanos. Desde €se momento hay, ciertamente, una politica y una diplomacia comunes, pero, por lo demis, los dos Estados conservan su originalidad, sus leyes, sus instituciones, sus costumbres. Las conquistas exteriores se atribuyen, a su vez, a uno u otro de los dos Estados miembros: las Indias, Granada y Navarra se incorporan a la corona de Castilla; Napoles a la corona de Aragon. Mas que una unidn nacional, conviene pues hablar de una doble monarquia, de una etapa en Ia via de Ia unificacidn, 17 una umificacion que, por otra parte, no existira realmente hasta el siglo X VILA. En 1479, lo que tenemos, es pues una doble monarquia, una unidn personal, Los dos soberanos, los dos Estados ése encuentran situados, por lo menos, en igualdad? No parece nada cierto. Por derecho, Isabel es reina de Castilla, Fernando, rey de Aragém,-ni mis, ni menos. Desde este punto de vista, las cosas estin claras; Isabel puso mucho interés en disipar cualquier posible equivoco. Esto lo demuestran tres documentos: 1, El contrato matrimonial del 7 de marzo de 1469 garan- tiza a Fernando prerrogativas importantes, pero estipula for- malmente que el poder supremo pertenecerd a Isabel, reina- de Castilla. 2. La proclamacién de Segovia, el 13 de diciembre de 1474 declara a Isabel «reina y propietaria» del reino; Fernando queda reducido al rango de principe consorte (su Jegitimo marido), El partido atagonés y el propio Fernando, que espe- raban mis, quedan decepcionados. 3. Para calmar estos recelos se elabora, el 15 de enero de 1474, la concordia de Segovia, designada oficialmence bajo el titulo de acuerdo para el gobierno del reino: todos los docu- mentos oficiales serdn redactados en nombre del rey y de la reina; el nombre del rey aparecerd antes que el de la reina, pero las armas de la reina precederdn a las del rey; el producto de los impuestos recaudados en Castilla serd destinado priori- tariamente a Castilla; el saldo se utilizard de comin acuerdo entre los soberanos; idéntico procedimiento para los impues- tos en Aragén; la ceina se reserva el derecho de dotar las funciones piiblicas en Castilla; los beneficios eclesiasticos se dotarin de comin acuerdo, pero Ia reina tendrd la ultima palabra en caso de conflicto; los asuntos judiciales y adminis- trativos se regulan de comin acuerdo por los soberanos cuando estan reunidos, por uno u otro cuando estén separados, Estos textos, que son de derecho piiblico, no dejan duda alguna sobre la preeminengia de la reina en Castilla, Fernando 18 €s asimuado a un rey consorte. s¢ ve hasta que punto se han equivocado al dar demasiada importancia al lema Tanto monta, mal transcrito, casi siempre, y mal interpretado. Mal transcrito: se le presenta a menudo con la forma Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando, y se ptetende ver en esto el simbolo de una pefecta igualdad, de un acuerdo rotal entre los dos soberanos. Histéricamente, nada més alejado de Ja verdad, lo acabamos de ver; filolgicamente, es absurdo: mzon- tar no ha tenido nunca en espafiol el sentido que se le querrfa dar en este caso, Todo cambia si se considera la f6rmula correcta tal y como se puede leer en los documentos, las monedas, los monumentos de la época: Tanto monta. Estas dos palabras acompafian al yugo que figura en las armas del rey de Aragdn; comentan el significado del emblema, E] nudo gordiano que Alejandro corta con la espada, al no poderlo desatar: Tanto Monta (cortar como desatar): romper, desatar es lo mismo, viene a ser lo mismo, éste es pues el sentido de la formula que no es sino el lema personal del rey de Aragén?. Esto en cuanto al derecho: los dos Estados, Castilla y Ara- gon, permanecen cuidadosamente diferenciados, los dos sobe- ramos conservan su preeminencia, cada uno en su reino. De hecho desde el 28 de abril de 1475, Isabel concede a su marido una amplisima delegacién de poderes: lus dos soberanos actian de comin acuerdo; cooperan estrechamente en todas las grandes empresas del reino. Castilla, finalmente, occupa en la doble monarquia una posicién preponderante, porque tiene una extensién mucho mayor que Aragén, esté mds poblada, es mas dindmica: — Mayor extensidn: la corona de Castilla comprende Galicia, Asturias, la regi6n de Santander, las mesetas de Casti- la la Vieja y Castilla la Nueva, Extremadura, La Mancha, Andalucia y la regién de Murcia; jas provincias vascas estdn unidas administrativamente. La corona de Aragén se com- pone esencialmente de Aragén propiamente dicho, de los condados catalanes, del antiguo reino de Valencia y de las Islas Baleares. La desproporcién es flagrante. 19 — Mas poblada: la demografia, como es natural, refleja esta ventaja castellana, pero con circunstancias agravantes: las densidades son netamente mas fuertes en Castilla, Se estima generalmente que la corona de Castilla debfa contar con cuatro millones y medio de habitantes a finales del siglo XV, frente a un millén aproximadamente de la corona de Aragon, es decir, que Castilla, con una excensidn tres veces mayor que Aragon, contaba con cuatro veces mds habirantes. — Mas dindmica: esta desproporcién es tan sélo un aspecto de una situacién general netamente favorable a Casti- Ila. Esta es, en la segunda mitad del siglo XV, un pafs en plena expansidn: la ganaderia crashumante de las ovejas merinas, sélidamente organizada y encuadrada en una poderosa corpo- racién, la Mesta, alimenta el mercado nacional e internacional con lana de excelente calidad, muy buscada y muy valorada. El mercado de la lana favorece las corrientes comerciales en torno a tres ciudades que aseguran su explotacién: Medina del Campo, la ciudad de las ferias, donde se negocian las compras y las ventas; Burgos, sede de los principales negociantes, a la vez exportadores ¢ importadores; Bilbao el puerto de embar- que. El eje Medina del Campo-Burgos-Bilbao orienta hacia Europa del Norte ta actividad de los castellanos: los comer- ciances de Burgos disponen en Nantes, Rouen, Brujas y Lon- dres, de colonias influyentes y prdésperas}, Al sur del pais, algunos italianos se han instalado desde hace mucho tiempo en Sevilla, etapa en la ruta comercial de! Aclantico, que tierras adentro suminiscra aceite y vino en abundancia, y otros acticu- los de exportacién. Por fin, las ciudades del interior participan también en la expansién general, segtin su vocacidn particular: Salamanca, capital universitaria; Valladolid, sede de la cancille- ria, la alta corte de justicia de! reino; Segovia, Toledo, Cérdoba, Cuenca tienen actividades artesanas o industriales nada des- preciables, Aragén, en cambio, parece mucho menos favorecido. El puerto de Barcelona, en otro tiempo tan préspero, ran sélo conoce una actividad moderada, consecuencia de «la decaden- 20 cia catalana» iniciada desde el principio del siglo XV, mds apreciable a partir de los afios 14504. En estas condiciones, la unién entre los dos grupos de tercitorios no podia establecerse sobre una base estrictamente paritaria; se trata de un pais en expansidn que se une a un pais en regresién. Por este motivo el eje de gravedad del nuevo conjunto se sitta en Castilla. Excluyendo a los catalanes del comercio con las Indias, algunos afios mis tarde, el derecho tan sélo consagrar4 una situacién de hecho; se limitara a expresar relaciones reales. Por derecho como de hecho, en la doble monarquia de los Reyes Catdlicos, Castilla esta en la vanguardia, Esto tendra consecuencias graves y duraderas. En el plano personal ciertamente, el acuerdo politico entre los dos soberanos no se desmentird nunca: Fernando actuard como rey de Castilla, con las mismas responsabilidades y la misma auroridad que Isabel, por lo menos hasta la muerte de Ia reina; en 1504 vuelve a ser simple rey de Aragén y tan sdlo ejerce el poder en Castilla en calidad de regence: Pero desde un punto de vista mds general, las nuevas estructuras juridicas y estata- les que se edifican bajo el reinado de los Reyes Catdlicos se tesentiran del desequilibrio entre las partes constituyentes de la doble monarquia: la Espafia nueva, ser primero, sera ante todo Castilla; las tradiciones castellanas, las instituciones caste- llanas, la mencalidad castellana inspiraran, la mayoria de las veces, la politica espafiola; con algunas excepciones, son hom- bres de Estado castellanos quienes dirigiran esta politica; la lengua de Espaiia, en fin, la de los diplomaticos y Jos militares, de los escritores y los misioneros, en la época de la grandeza imperial y de la preponderancia politica y cultural, ser4 el castellano, En gran medida, la Espafia moderna nace bajo los Reyes Catdlicos y es una Espafia fuertemente marcada por la primacia de Castilla. Comprobar no es juzgar, se puede pen- sar, No obstante, que una unién basada en un equilibrio menos inestable, al obligar a tener en cuenta ciertos valores més propiamente catalanes, habria podido compensar lo que la mentalidad castellana tenia, quiz, de excesivo y de exclusivo. 21 LA RESTAURACION DEL ESTADO 1. La Santa Hermandad y el Orden Publico Denunciemos, en primer lugar, una falsificacién histérica, montada pieza por pieza por los cronistas oficiales y asalaria- dos, demasiado interesados en ensombrecer el reino prece- dente para exaltar mejor la obra de los Reyes Catélicos. No, el reinado de Fernando ¢ Isabel no es un comienzo absoluto; la sola presencia de los soberanos no basté para asegurar, como por encanto, el orden, la justicia, la paz social; como prueba a lista de crimenes reprimidos atin en 1492-1493, mas de quince afios después de la guerra de sucesién, Es un lugar conmin de la historiografia de los Reyes, y mas especialmente de Isabel, que s€ convierte a menudo en hagiografia, el empezar cualquier estudio del reinado por un capitulo sobre Ja anarqufa anterior, la que hacia estragos antes de 1475: el bandidaje elevado al rango de una institucién piblica, los crimenes impunes, el desorden en todas partes, la justicia en ninguna. Después de 1475 renace la calma, una policia eficaz persigue a los malhe- chores, garantiza a los comerciantes y a los viajeros la libre circulacién en todas las vias del reino... Imagen ideal, imagen falsa. Hay que matizar el cuadro, devolver a cada cual lo que le corresponde. Azcona se ha esforzado por hacerlo como un historiador escrupuloso; de 1454 a 1464 transcurren en Casti- lla diez afios de paz y de justicia; después de 1464, es cierto, los disturbios comienzan como consecuencia de desacuerdos poll- ticas, pretensiones de la nobleza, disputas dindsticas, pero no hasta el punto de justificar una condena sin paliativos al reinado de Enrique IV, No se resta nada a los Reyes Catdlicos insinuando que, en muchos puntos, se limitaron a proseguir con mayor eficacia, més autoridad e inteligencia, una labor esbozada por sus predecesores: restaurar el Estado, reforzar el poder real frente a lo feudal; su obra en materia de orden publico se inscribe en este plano: con la Santa Hermandad, esta guardia encargada de garantizar la seguridad de los cam- 22 pos y de las vias, se trata de crear un instrumento eficaz al servicio exclusiva del Estado?. Esto ya se habia ideado cuando los Reyes Catdlicos toman el poder. No pensamos en los precedentes medievales, las Hermandades, alianzas temporales de ciertas ciudades, que eran bastante diferentes, sino sobre todo en el intento hecho en 1473. La Hermandad de Villacastin, creada en aquel afio, es mucho més original, en efecto: ejerce su autoridad sobre el conjunto del territosio; se le da como misién propia el mante- nimiento del orden. Esta es realmente la inspiracién esencial de la Santa Hermandad, fundada el 19 de abril de 1476, en las Cortes de Madrigal; Isabel moderniza Ia institucidn, !a hace més eficaz, pero no la crea completamente. En Madrigal, se plantean los principios generales y la organizacién de con- junto: la Sante Hermandad se encarga de ceprimir el bandi- daje y los crimenes cometidos en los campos; cada municipio de mas de cuarenta familias (doscientos habitantes aproxima- damente) tiene que recaudar un impuesto especial para pagar a dos jueces y sostener una brigada de cwadrilleros; en cuanto un crimen se da a conocer, Ja brigada local persigue a sus autores hasta los I{mites de su circunscripeién territorial, des+ pués pasa el relevo a la brigada mas prdxima y as! sucesiva- mente hasta el arresto de los culpables que son juzgados de inmediato. Mobilidad, eficacia, justicia répida y expeditiva, éstas som las caracteristicas de la insticucién. En los meses siguientes, se completa el dispositivo me- diante retoques sucesivos: en Valladolid, el 15 de junio de 1476, se decide adscribir un caballero a cualquier conjunto de més de cien familias (cuatrocientos habitantes), un hombre de armas a todo grupo de mis de ciento cincuenta familias (seis- cientos habitantes). Finalmente, la asamblea general de Due- fias, desde el 25 de julio hasta el 5 de agosto de 1476, organiza Ja Santa Hermandad en el plano nacional: el reino se divide en distritos; cada distrito elige representantes; se constituyen gru- pos mdviles (capitanfas) que vienen a afladirse a las brigadas locales fijas (cwadrillas); se designa un consejo superior, un 23 comandante en jefe de la Hermandad, Alfonso de Aragon, hermano del rey, y se dota a la institucién de un presupuesto importante. Tal y como fue organizada en 1476, la Santa Hermandad se concibe como una insticucién temporal; se prolonga, no obstante, su existencia en 1477, después en 1480; se piensa incluso en transformarla en ejército permanente y se conce- den algunas de sus contingentes durante la guerra de Granada. A la larga, sin embargo, numerosos municipios acaban por quejarse de jas cargas fiscales que reptesenta para ellos el mantenimiento de esta milicia; la Santa Hermandad questa caro; se suprimen pues, en 1498 los érganos centrales para conservar tan s6lo las cvadrillas locales encargadas, como a! principio, de la represién del bandidaje en los campos. Organismo al mismo tiempo policial y judicial, la Santa " Hermandad constimyé, al principio del reinado, una fuerza de apoyo muy apreciable para unos soberanos preocupados por afianzar su poder: el Estado se veia docado de una fuerza de intervencién capaz de hacer reflexionar a los malhechores, ciectamente, pero también a los nobles indisciplinados y de desempefiar un papel de apoyo en la iltima guerra de la reconquista. Una vez desempefiado este papel accesorio, la Santa Hermandad recobra, durante mas de un siglo, su fun- cién primitiva, la de una guardia rural eficaz, temida y respetada. 2. El gobierno del reino El mantenimiento del orden representa inicamente un paso previo a una tarea mucho més dificil e importante: el restablecimiento en todos los ambiros de la autoridad del Estado. En el transcurso de Ja sesién de las Cortes de Toledo, después del final de la guerra de sucesién, los Reyes Catélicos, reorganizan en profundidad los poderes piblicos segin unos “principios y gracias a unas instituciones que, esencialmente, 24 seguiran en vigor durante mds de un siglo y se asegurarin de manera duradera la preeminencia de la corona, Una alca corte de justicia se instala en Valladolid, la Canci- Meria, encargada de tramitar en ultima instancia procesos civi- les y criminales; después dela toma de Granada, una segunda Cancilleria se creard en la antigua capital del reino moro. El reparto de las competencias se hace con toda naturalidad entre las dos jurisdicciones: Valladolid conserva sus atribuciones para los cerritorios situados al norte de la Sierra Morena, encargandose Granada del resco, Los soberanos confian ade- mas a un legista, Montalvo, la responsabilidad de reunir los textos juridicos dispersos, para ofrecer a los jueces y a los litigantes referencias precisas e indiscutibles, primer incento ain insuficiente, para sustituir la confusién de las costumbres medievales por unas reglas mas estrictas y uniformes Otra tentativa, mds eficaz y mas lograda, la siguiente: se teorganiza la administracion de jas ciudades mas importantes poniéndoles a la cabeza un representante del gobierno central, investido de poderes judiciales y politicos muy extendidos. En este ambito, los Reyes Catélicos innovan menos de lo que se ha dicho; se limitan a tomar nota de una evolucién empezada desde hace mas de medio siglo y a generalizar la instituci6n de los corregidores que algunos de sus predecesores habian comenzado a instalar, con caricter excepcional y temporal. Las ciudades siguen sometidas a una oligarquia urbana restringida: los regidores (0 veinticuatros) se transmiten el cargo de padres a hijos y se ceservan exclusivamente los oficios municipales: jueces (alcsider), inspectores (fieles), etc. pero la autonomia relativa de la que disponian ain ciertos municipios pierde mucha de su importancia con la generalizacidn del sistema de los corregidores, funcionarios reales con poderes volunraria- mente imprecisos, pero muy amplios: judiciales, puesto que el corregidor tramita algunos asuntos en primera o segunda ins- tancia; administrativos, porque el corregidor preside por dere- cho las reuniones del consejo municipal (aywntamiento) y porque ninguna decisién es valida sin su aprobacién;politicos, 25

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