Está en la página 1de 27
Boletin del Instiwuto de Historia Argentina y Americana “Dr, . Ravignaci™ “Tarcera Serie, adm. 1, 1°F semesice de 1989 ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS PROBLEMAS DEL COMERCIO EN HISPANOAMERICA DURANTE LA EPOCA COLONIAL* Rucaizro Romano“ Antes que nada quisiera indicar cual serd el orden en el que iratar€é cl tema de este: corto ensayo. Intentaré Presentac cémo se desarrolls —por qué fases y con qué interferen- cias— e] comerciv enue Hispanoamérica y Espafia y, més allé de esta con Europa, Lucgo quisiera ¢xaminat ¢s¢ comercio tan particular que es el de los esclavos. Por til- limo, tralaré de mostrar cémo los productos curopeas entran en el circuito comercial interior del mundo americano, con Jos bienes de produccién americana (de manera competitiva, naturalmente), En suma cl esquema serd cl siguieme: ver a pantir del comercio internacional (mercancfas y esclavos), cme se articulan comercios interregionales (0 interamerica- os), intrarregionales y locales. Una aclaraci6n mas de orden general. En este problema det comercio enue Espafia, Europa y América, me simaré del lado americano. Las relaciones comerciales entre el viejo y ¢l nuevo mundo han sido bien estu- diadas en Jos diferentes planos: institucional, iécnico, geogréfico, cuantitativo.! No tengo ningGn deseo de establecer un balance (y menos aun un resumen) de estos tra- bajos. Quisicra ms bicn retomar los elementos disponibles, pero para invertir total- mente la dplica: on vez de mirar América desde Europa, me pascaré a lo largo de las coslas americanas para ver Ilegar las mercaderias y los barcos europeos. Esto me obli- gard a revisar toda una serie de puntos. Asi, por cjemplo, un esclave negro exportado * El tema de esto cnsayo ha sido Ja materia de custro seminarios en el Institut Universitaire des Hautes Etudes Intemationales de Gincba en enero de 1985. Agradcaco a los panicipanies —en particular » bas carta Lucius enn Miklos Molnar— por sus criticas y sugestioncs. “+ | ILESS., Paris, 1 Atcaléndonos a los etésicon: C. H. Haring, Camercia y Navegacién entre Espada y las Indias, Mé- xico, 1939; J. von Klaveron, Europaische Wirtschafisgeschichle Spanien in 16 und 17 Jahrhundert, Stiut- gan, 196Q pp. 144-176; H. y P. Chaunu, Sevitle ex J’ Aulantique (1504-1650), Paris, 1955-1959, 13 volmenes; L. Gareia Fuentes, £1 comarcio espariol con América, 1650-1700, Sevilla, 1980; A. Garcin Ba quero Gonuéloz, Cadiz y ef Atldntico (1717-1778), Sevilla, 1976, véase tmbién M. Borrego PM, "Tréfjec comercial dé Expaita con Indias, 1700-1711", on La Burguewia Gaditana, 1650-1868, Cadiz, 1916. 23. de Africa por un comerciante europeo, representa para exte ditimo un “valor”. un ob- jeto de espoculacién sobre la diferencia entre el procio de compra mas los gastos de transporte y el precio final de vents. Pero para el comprador americano (el importa - dor) este mismo esclavo ¢s ciertamente un valor, pera también y sobre todo una fuen- te de energia, un motor... Esta fuente de energia que 61 importa, la estimard on rela- cién con la siwacién americana de disponibilidad iocal de energia (entiéndase sabre todo los trabajadores indigenas, pero también Jos mestizos) y on relacién al interés que tendrd en cmplear esta fuente de energia en ciertos lrabajos mas que en otros (asf por ejemplo, en el cultive de Ia cafia de aziicar mas que en Ta ganaderla). De Ja misma manera, fas Hega- dag de metales preciosos a Europa re- Gréfico 1: Tonelaje det trdfico Sevilia- presentan para quienes los reciben Hispanoamérica, 1500-1650 (idas y regre- una fuente de enriquecimicnto y qui- sos}. Por quinquenios. 24s (subrayo el quiadis) una fuente de inflacién, Pero para el americano que ] sees TONELAJE PONDERADO (en blanco} dl athe ve partir estos mismos metales pre- NUMERO DE NAVIOS (eu negro) tec00 | 1900 ciosos, esta exportacién 3 una fuente se fle empobrecimicnto de la masa monetaria en circulacién en América . Salvo rarisimas excepciones es- te comercio siempre ha sido visto a partic de Europa y on particular de Es- pafia. Por Io tanto, lo repito, el dnguio de observacian elegido pucde ser de- cisivo. Comencemos con un rolato “clasico” y, en Ja medida de les posible, neutro, es decir con ef examen del conjunto del comercia oficial (imporlaciones mag exportaciones cn tonelaje) entice el viejo y el nucvo mundo entre 1510 y 1778 (dof comercio “libre”, nos ocuparemos mas adelante). Hay tres grificos a nuestra dis- posicisn: Navios TONELAIE MEDIO DE u UN NAVIO 1506 1550: 1600: 1650 Fuente: Flugene y Pierro Chaunu, Seville et PAdantique, 1304-1650, t. Vil, Paria, 1957, pig. 47- 24 Gréfico 2: Tonelaje dat iréfico comercial espanol con Hispanoamérica Tonoladas: 1100 14) eh | Li) | Wi Mil a Ay | | PT TO aa yeh it Fuente: Ubigatdo Garcia Fuentes, El comorcio sspafiol con Anica, 1650-1700, Sevitta, Ecevole de Estwing Hispana amencanos, 1980, pig. 734 Gréfico 2: Tonelaje dat irdfico comercial espatot con Hispannamérica a EEECEEEEEEEEE- EEE EE HEHE a Pote TA r s aH t Hy 4 at Bee FARE REE EEC CEE HI PAC HEH te; i ct L Le 5 a He coe aor | : T 0. CVE COE 1 im t om #ee*2s ea a og 6 eo oe 8 ey Fenis: Annionia Garcia Baquere Gonzrdicz, Cidie y a! Altice. 1747-1778, toro Il, Yercera paris, Sevilla, 1976, 25 Estos grifieos dan el tonclaje global de jas relaciones comerciales oficiales éntre Es+ pala y América, Sc los ha crilicado? y yo mismo haré otro tanto més adelante. Pero la tendencia que se manifiesta a partir de estas curvas es bastante clara. Enconuramos: a) una primera fase de crecimiento regular hasta 1620; b} una caida sucesiva hasta 1715-1720; ¢) un luerte crecimiento después de esta focha y hasta 1778.3 ‘Si retomamos cl examen de este trafico, ya no en tonelaje sino en valores,* Ile- garemos a constataciones bastante similares. Pero no todo cs tan simple. Por un lado las evaluaciones de tonelaje son discuti- bles. Por el otro, las imporjaciones (importaciones desde ¢l punto de vista espafiol) de molales preciosos son objeto de un fuerte contrabando, Y Jo que es aun més grave, es- te contrabando no tiene una tasa consiante... Aumenta de manera irregular; dismimu- ye... Los estudios de Michel Morineau, son en este sentido absclusamente decisivos:s Las fases indicadas procedentemente, son cntonces discutibles, fuertemente discuti- bles. Todavla mas discutibles si nos situamos del lado americano. En efecto, estos bareos, cstos tonelajes, ,qué representan? Los puertos americanos que reciben el comercio éspafiol son log siguientes: Ve~ racruz, Portobelo y Cartagena. A csto hay que agregar algunes cnvfos excepcionales hacia otros puertos (sobre todo a Buenos Aires). Es escncialmente desde estos puertos, que se orguniza 1a redistribucién hacia cl resto de la masa continental, de la misma manera que la salida de las mecancfas ame- ricanas (sobre (odo metales preciosos) hacia Espatia.’ Un esquema grosero, por supuesto. Pero un esquema al fin. Observemas ahora lo que pasa cn Buenos Aires, Segin cl trabajo procioso de 2 Michel Marineiu, Jaugey et Méthodes de Jauges Ancierines et Nowvelies, Paris, 1966, 4. En realidad habeia que tomar en consideracién otre trffico: el que une Acapuleo con Manila, Dudé cn hacerlo por muchas razones. Antes qué nuda considero qué Ia bibliografia de la cual dispanemos (W. Schuntz, The Manifa Galzon, Nueva York, 1939: Pierre Chamu, "Le galion de Manille", en Annales (£.6.C.), 1951, 4, pp. 447-462: M. L. Diaz Trechuelo, "Dos nuevos dorroteros del galoén de Manila (1790- 1773Y', en Anuario de Estudios Americanos, XM 1956, pp. 1-83; Pierre Chana, Les Psifippines ef le Pa- cifique des Iberiquen (XVfé, XV8, XVITEG siecles), Paris, 1960, no permite aventurarse uy lejos, Ademéa, ‘hay que considerar que esta relacién Acapulco-Manila, vincula dos mandos, pero podemos considerarla también come una relacién intercolonial, Eme iréfloo tiene una doble significacién pata Hispanoamérica: 8) representa una posibilidad de aprovisionamicnto en. productos que de otra msnera tendefa ama gran dificullad en conseguir: porcelana, seda, especias; ‘h} pera abre también Ja via a un enprroe drenaje de plata (amoncdada y en barras) hacia el conunente asidtico. 4 Para jus evalu sen valor véase H. y Pierre Chaunu, Seville... pp. 59; L. Gurciz Fucntes, £2 Comercio..., pp. 381 y ss A. Gurcia Buguera, Cadiz... pp. $41 y'ss. 3 Estos estudios estin ahora reumidos y ensiquecidas en M. Marineau, Jncroyables Gazaties et Rabe deux Mejaur, Parts, 1985. © La redistribucién hacia tos paises de la fachada del Pacifico, s¢ hacia transbordando las mereancias en Porto belo, dosde donde eran wransportadas por el istmo hasta Panamd, paca ponir desde allf hacia el Vi- rreinulo det Pert (y ung minima parte hacia Acapulea). 26 L@ Grafivo 4: Llegada de metales preciosos desde Hispancamérica, 1581-1720. {En millones de pesos) [[_] Tata! conocido 0 estimate | Total segdn Hamilion tintarior a 20 millones de pesos después de 1631-95), | Llegados de fuera de Espana $eRE8 = S885 8 Fuente Michaal Manneau, Inconimyablas gaseties ef fabulex matatne Paris, 7 5g & 8 Zacarias Moutoukias,’ entre 1648 y 1702 Itegan alli 34 barcos “oficiales”. Medio bar- co por afi... Calculemos groseramente: 100 toneladas de mercancias... Y Bue- nosAires en ésta época no es més que un gran pueblo* al que 100 toneladas podrian serle suficientes, pero también es el puerto que sirve para aprovisionar todo un espacio que va hasta Cérdoba, Tucumaén, Mendoza; ademds de todo el Paraguay actual y toda- via una parte de Chile y ef Alto Pert... En realidad, este enorme espacio ha sido mejor aprovisionade que lo que indica este medio bareo anual. Sabemos, siempre por Zacarias Moutoukias,® que ademas de Jos 34 darcos llegados legalmente, hubo 124 “arribadas maliciosas” de bareos extr: Jeros y espafioles. En suma, contra 34 barcos oficiales hubo por io menos 124 oficio- sas, Sobre el Lolal, los primeros no representan més que ¢l 21,11%.... Volviende a los 124 barcos oficiosds, encontramos lo siguiente: holandeses 62 0,00%) portugueses: 30 (24.20%) franceses 7 6.64%) espafioles 13 (10,499) ingleses 12 (9.04%) Antes que nada, ,qué son estas “arribadas””? Se trata de escalas a las que un bar- co se ve constrefido producto del mal tiempo o de averfas. Se pedia 1a autorizacién de entrar a puerto —segtin Jos usos del mar y siguiendo los articulos de numeresos trata- dos de navegacién y comercio—, y después, de desembarcar y comerciar el cargamen- to, Estas arribadas eran entonces llamadas “arribadas maliciosas” ya que en realidad, no habia ninguna verdadera razén de fuerza mayor para pedir la autorizacién de entra- da a puerto. Estamos entonces de alguna manera, en presencia de un contrabando se- milegal. O si se prefiere, de un contrabando efectuado con cl acuerdo complactente (e interesado) de Jas autoridades locales. Volvamos a estos barcos. Todos juntes, oficiales y oficiosos, hacen un total de 161 navigs; los espafioles, off iales y oliciosos, no son mas que 47, e3 decir que repre- sentan solo el 29,19%. Aqui entonces, tres constataciones importantes. a} A través del comercio del pretendido “monopolio” espafiel (jun colador!...) 1 legamos a conclusiones parciales, y sobre todo, que defozman totalmente ia realidad, 7 Zacnrlas Moutoukias, “Le Rio de la Plata et Tespace peruvien au XVTI@ siecle: commerce et contre hands par Buenos Aires, 1648-1702", tesis de tereer ciclo, F.ILE.S.S. jp de Momookiss completa y aclara el Horo ‘clfsico” (auaque entvejecido) de A. P. Ce Poriupues no ria.da Prata (1548-1640), San Pablo, 1944, F Su poblacién, grosso mado, ex de 3.359 habitantex en 1658 yde 8.908 cn 1720: cf. N. Besio Mozeno, Buenos Ais, Estudio erice le su poblaciGn (1546-1930), Buenos ites, 1939, pp. 384 388, 2 Montoukias, Le Rio de Ja Piata..., pp. 206, 10 Pero lus formas de eslos “comercics” son miltiples, y mis que de cmtrabando hsbsia que hablar de. “comercio directo”; véase el bello ensayo de C. Malamud, “Espafia, Francia y cl ‘comercio directo’ coin él espacio permana (1695-1730)", en J. Pantana (comp,) La ecanoinéa exparioln at final def Antigua Régionen, vol. Il, Comercio y Catonins”, Madrid, 1982. MVéase S, Villalobos, Comercio y cantrahanda en el Rio de la Pluia y Chile, Buenos Aires, 1985, particu- latmente pp. 11 28 b) Es el contrabando semioficial ¢l que marca el riuno (habria que agregarle el contrabando en el sentido estricto del érmino, cuya existencia conocemos pero que fo podemos medi), ¢) Todo esto indica antes que nada que la caida del comercio en el siglo XVI, es un hecho que se refiere a la crisis de Espaita, pero no asf a América, quicn tiene toda- via la fuerza de absorber productos europeos. Por otra parte, el pequefio cuadro citado mis arriba, que indica las nacionalida- des de los barcos, cs rico en ensefianzas. En efecto, si eliminamos los portugueses, cu- ya fuerte presencia se explica por la proximidad de sus bases brasileias, me parece significativo que holapdeses, ingleses y franceses se-ubiquen ea el orden enunciado. Esta situacién que he presentado para el caso de Buenos Aires, podemos encon- trarla en otros espacios. Asi por ejemplo, zqué hacen entre 1695 y 1726, 148 barcos franceses en Ins costas del Peri? Durante el mismo perfoda, cudntos son los barcos espanoles én estas mismas costa’? Entre 1689 y 1705, solo hay dos flotas mercantes espafiolas hacia el Peri... De la misma manera, qué hacen 50 barcos franceses en Veracruz, enue 1701 y 17077 ¥ solo esioy hablando de los franceses. Pero hay numergsas heellas de holan- deses, ingleses, suecos, danescs, prusianos; corsarios, piratas, comerciantes (;ddnde situar 1a frontera?) quienes progresivamente invaden el espacio américano. El hecho es que a partir de mediados del siglo xvu (e incluso antes), el “mono- polio” espafol es mas una doclaracién de principios que una realidad. En 1634 los ho- landeses ocupan Curacao, Saint Eustatius y Tobago; en 1640 los franceses se instalan en La Tortuga (lo que llevard en 1695 a la particién cntre Francia y Espatia de La Es- pafiola, que s¢ transforma, para la parte francesa, en Haiti y para la parte cspafola, en Santo Domingo); en 1654 los ingleses ccupan Jamaica y hacia 1671 los dancses ocu- pan Santo Tomds. Estas islas, grandes y pequefias, constituyen no solo una infiltracién de las potencias extranjeras en el interior del “imperio” espanol, sino tambiéa la for- macidén de bases desde las cuales, bajo todas las formas posibles, se organiza el con- trabando (tanto en el sentido estricto como en el mas amplio) hacia Hispanoamérica,\? Miremos de cerca una de estas buses de contrabanda, Jamaica entre diciembre de 1718 y septiembre de 1719. Un barco espafol que uansportaba gacao entre Ia Guayra y Veracruz naufraga en sepliembre de 1718 sobre las costas de Jamaica. Su capitan es hecho prisionero pera se diviette observando lo que allf sucede. En Port Royal contabiliza un movimiento de 393 barcos en el espacio de 10 meses. Por 10 me- nos 20] tienen destino hacia Hispanoamérica; 13 van hacia Curagao. Es muy probable que también una buena parte de los otros, tengan como destino Hispanoamérica.\« 12 C, Malamod, at. cit, p27. 13. Para este conjunto de problemas Ia biblivgraffa es bastante vasia. Véass panicularmente J, von Kla- voren, Europaische..., p. 176; H. Kellehenz, "St. Thomas, Trefipankt dex Kacibischen Handels”, en Lavei- namerita Studien, 11, 1982: del miso, Die beriehungan Harkburgs ru Spanien wad dem Spanischen Amt- stler in der Zatt von) 740 big 1806, Wiesbaden, 1963, pariculacmente pp, 235-246; E, Cordova Welio, Com- patias hotandesas dé navegacién, opentes de Ja colonisacién neerlandeta, Sevilla, 1964; M. Gutiérres, de ‘Aree, La colenizacice danesa en tas fslas Virgenes, Sevilla, \945; R. B. Sheridan, Sugar and Slavery. An economic history of the Britich West Indies, 1623-1775, Aylesbury, 1974; C. Ch. Guslings, The Dutch in the Caribbean ard on the Wild Coast, 1580-1680, Assen, 1971 MCF. V. Lee Brown, “Contraband Trade - A factor in the Decline of Spain's Empire in America", Hixpanie American Historical Review, VIII, 1928, nim, 2, p. 182. 29 Pero limitémonos a las 201 embarcaciones que sabemos fehacientemente cstaban des- tnadas a contrabando hacia América hispana; 201 barcos entonces, El movimiento global —ida y vuelta— entre CAdiz y América —durante 24 muses— nos da tus si- guientes cifras: suns 23 Daroos ww» 14 barcos ‘Treinta y siete barcos en 24 meses contra, por le menos, 201 en 10 meses. Ci- fras como estas son las qué nos hacen comprender, no tanto ta debilidad espafiola ota fuerza inglesa (temas imporlantes pero qué importan a quienes se-interesan en 1a his- toria interna de América), sino la capacidad de absorcién del mundo hispanoamerica- no. Se podré decir que s¢ trata de un fenédmeno local, limitado al Caribe. Pero deci: ‘esto significa no comprender que el Caribe constimye 1a Have de todo el sistema his anoamericano, A wavés del Caribe, se tocan a3 piezas macstras del imperio espatiol: ‘México, por supuesto; pero también a través del istmo de Panamé, Peri, Sin mencio- nar que a través de Cartagena se implica Colombia. Estamos entonces frente a un fendmeno masivo compuesto por tres variables: a) la primera —la mas importante— esid representada por la sed inmensa de w- do un continents; una sed que el patrén natural —Espaiia— no es capaz de saciar; b) una cnorme capacidad de agresién de purte de los holandeses en primer lugar (durante el siglo Xvil), luego, de los ingleses, con grandes infiluraciones francesas (aunque también suecas, danesas, prusianas); ¢) una incapacidad administativa espafilola —que sé traduce en correpcidn 10- tal—15 que transforma las costas del continente americanc en un verdadero colador, donde nada es mAs facil que embarcar o desembarcar mercancias y meiales preciasos. He dicho corrupcida. Pero ycudl es el significado de esta palabra? Seria absurdo limitarse a simples consideraciones de orden moral. No estamos frente.a una dit cién administrativa sino frente a oira organizaciGn, un sistema paralelo, Entre 1687 y 1703 un espatiol, Gregorio de Robles, realizé un extraordinario viaje a América. A su regreso a Espafia relata, ante ¢] Consejo de Indias, no tanto sus aventuras camo sus abservaciones sobre los lugares de contrabando.* He tratado de cartografiar las indi- caciones de Gregorio de Robles. Finalmente renuncié ante un hecho bastante simple: hubiera hecho falta cartografiar todas las islas y todas las costas (o casi) de América... Este espafiol pasa también un mes en Jumaica: en este lapso verd partir en direccion a Ingiaterra 10 harcos cargados de mercancias (y plata), que se habian procurado con “sn comercio” en el interior del “imperio” espafiol. Pero el pasaje mas interesante de este libro, en mi opinién, esti constituido por 15Quisiers subrayar qe empleo ta pulabea “corrupeiéa” sin ninguoa implicancia moral, sino-en et sentido “estructural” de von Klaveren, “Dic Historische Erecheinung der Kormuption”, en Vierteljahrschrift far So- tiadund Wirtschafisgeschichte, XLIV (1957), XLV (1958) y XLVI (1959); del mismo, “Fiskalismus, Mer~ kantilisinas, om, Drei Ai der Fianz-und Winschafispolitik wahrend des Ancion Regime”, en Vierteljahrschrifi fir Sozialund Wertschafisg eschichte, XLWO (1960), G. de Robles, Amériea a fines det sighe XVII - Noticias de fas Iugores de vontrabande, V."Tau Anzo- ogui, Valladolid, 1980 30 Ja pagina en Ia que ceficre los argumenios que le dicron cn Cuba para justificar ol con- teabancly len Cuba) cniraba raras beces embarcucién espaiiola y, cuando sucedia, les Hfebava tan caro por cada género, que s¢ hacia intolerable mayormente no querien- do recibir sus fructos, en que consistian sus caudaics. Que cllos bien savian no era If- cle comerctar Con extranjeros, pero que su esirema necesidad se lo dispensava, pues de otro modo, no podrian mantenetse respecte de que aquclios les davan sus géneros a precios competentes, y les recivian sus fructos que consisten en tabaces, corambre, Bacas, y algiin achote” ¢p.30). 1 icxto cs claro, Las incs variables a las que hice alusién mds arriba son eviden- les: a) de Espafia llegan pocas mercancias, caras, y vendidas solamente conura plata; b) la ncccsidad empuja entonces a los cubanos al conteabando; ¢) tos extranjeras les taen bienes a precios razonables y aceptan ser pagados (y agrego al menos en parte y al menos durante un primer momento) en productos loca- les. Argumentos de este tips podrian haber sido suscriptos sin ninguna reserva por peraanos y mexicancs, colombianos y chilenos, por ta simple y buena razén de que corresponden a una situacion real, Ei hecho es que Espaila, a partir de las primeras décadas del siglo XVI, es inca- paz de ascgurar el aprovisionamiento de América en todos les productos que necesita. Pere al mismo tiempo la primera te prohibe a ta scgunda la produccién de estos mi3- mos productos (icf hierro por ejemplo!). Estis son las carencias espafiolas que los exlranjeros compensan. Y se Hepa asi a situaciones paradojales: el contrabando, ef “comercio directo” (para rewmnar la feliz expresién de C. Malamud), llega a represen- lar dos, ucs, cinco, 10 veces cl comencio oficial. Asi, “en Nueva Espaita, cerca de 1/3 del comercio era legal, y los otros 2/3 restantes de conirabanda™.1? En suma: a) hay una incapacidad espanola de aprovisionar su “imperio™ americanu; b) csta incapacidad fue compensada en parte, por el “comercio directo” (y el contrabande en ¢l sentido esiricte del téemino). Pero jhasta qué punto bubo compensacién? ;Hispanoamérica tuvo la capacidad oe ubsorber ms bienes que los que se le ofrecian en rclidad? Todo cl problema esta alli, ‘Un comercio intemacional (incluso en régimen de monopolio colonial) esta for- mado por dos componentes: a) la capacidad de exporter y de imporiar de un pais “A” (en este caso Espafia); b) la capacidad de importar y exportar de un pais “8” ( en este caso La colonia). En realidad habia dos incapacidades espafiolas: pura exporiar y para importar. La “colonia” respondié a estas dos incapacidades a iravés de un Ilamado a terceros paises. Incapacidades tanto mis grandes si se piensa que América tenia una capacidad de absorcidn —y de exportacién— infinitamente mas geande que la que exploid Es- pai. Pero gpor qué esta incapacidad espahola? Cree que la cazén es bastante simple. 47 ©. Malnmu: mim. 1, 1981, p. 29. I comercto directo de Buropa con América cn el siglo xvnr, en Quinto Centenario, 3 Mispanoamérica s visla por la metrépoli como una fuente (parasitaria) de renta; ¥ pa- ra los “extranjerns” como un mercado, una fuente de “bencficio”. Atrapade entre los dos, cl mundo amoricano se encuentra sofocade. Sofocado fo solo por la absurda legislacién espafola (prohibicién de plantar vifias u olivos; pro- hibicion de exploiar las minas de hierro)'® que aunque haya sido violada, candiciond Ja estructura productiva del continente americano, sino también sofocado por los acto~ res del comercio directo quienes, a su vez, imponen —con precios més bajos qne fos Practicados por log espaitoles— una estructura comercial bastante parecida a la practi- cada por Espafia; llevan a América tejidos, productos sidertirgicos, papel, y extraen sobre todo mctalcs preciosos, 1778; cl gran cambio? La famosa autorizacién de “libre comercio” es, ante to- do, mucho menos liberal que lo que se puede creer. Indudablemente mejora ia posi- cién de Espatia en rclacién con América. Pero ta estructura de las relaciones comer- ciales cambia Muy poco... En el fondo, es el problema de conjunto de las famnsas reformas ilusitadas de los Borbones en América lo que se plantea: esias Gcnen un gran significado en el contexto espaftal, en Espafia y en America, Pero representan poca cosa en el coniexia americano considerado en si mismo, en toda su densidad... ‘Y aqui el problema alcanza toda su importancia, Alexandce von Humboldt, a fines del siglo xvut, evaluaba el comecio {inclu- yendo el contrabando) de Hispanoamérica con el resto del mundo (incluyendo Asia) de la manera siguiente: importaciones SDniillones 200 mil pesos ‘exportaciones: en productos agricolas 30) millones de pesos en metales preciosos 38 millones 501) mil pesos total exportaciones 68 millones 500 mil pesos Sé muy bien que se trata de evaluaciones. Pero confieso que prefiero netamente. las evaluaciones de von Humboldt a ciertos (ciertgs, ng todas) cdlculos de la historio- gratia contempordnea, Esta evaluacién nes introduce en el corazén del problema del Comercio exterior de América hispana, que no es otra cosa qué la historia del drenaje de jos metales preciesos. Y gcudl es entonces la diferencia enue las canudades de me- tales preciosos producides y exportados? In otras palabras: :qué queda en América de las manedas que son acufadas aqui. de los metatcs preciosos que se producen? Entre 1766 y 1791, log metales preciosos expartados de Veracruz (en direccién a CAdiz, pero también a la Habana, Puerto Rico, Las Antillas) represcntan, cn conjun- to, 379 millones de pesos, Durante esie mismo lapso de tiempo fa produceidn de las minas mexicanas fue de 468 millones de pesos. Pero hay que agregar a las salidas, al menos dos millones de pesos anuales por contrabando, Entonces, en el espacio de 25 afios, no ha podido quedar en el pais més de. un millén de pesos por afio.® Para el pe- 34 Par cate problema en el comtexto-peruanu wéase R. Levillier, Gobernanies del Perd, Madrid, 1921- 1926, TX, p. 249: X1, pp. 67-69: XH, pp. 299-200 at A. von Hlumbuldt, Bmruye Potitico sobve el Reyne de Nueva Espata (INI), 1. A. Onega y Medina, México, 1966, p. 510. 30 Told, p. 502. 32. iodo comprendido entre el fin del xvii y el principio def xX —cuando hay ua aumento de la produccién minera, pers también de la yotividad comercial internacio- nal— von Humboldt también se encuentra en sus cAlculos can un millon de pesos. anuales que quedan en México. ¥ concluye: “este cAloulo, fundady on datos exactos, explica el motivo por el que el pafs, cuyas minas son las mas ricas y las que dan un producto mas constante, no posee uaa grande masa de numerario, y por qué el jornal siempre se sostiene a baja precio”. Comercio {e impuestos y derechos de diversa naturaleza) absorben la plata. Y todavia hay que considerar a México un pais afortunaco, si es verdad (al menos pare- ce probable) que de los 90 millones de pesus de la reserva monctaria disponible para fos 13 6 14 millones de habitantes de Hispunoamérica, mds de fa mitad esté concen trado en México.2 El error, como siempre, esi en juzgar fa fuerza, la riqueza de un pais, en los aspeclos mas lamatives: el corercio, la industria. Las realidades profundas estan en otro tado. Asi, para mantenemos en el con- texto mexicano (que ¢s Ci¢rlamentn aquel det cuat disponcmos de més documenta- cidn), el valor de Ja produccién anual en 1810, se distribuye de la siguiente manera: agricultura 106 millones 285 mil pesos (56%) manufacturas 55 millones 386 mil pesos (294) minas 28 millones 451 mil pesos (15%) Por supuesto, todos fos productos agricolas no pasan por el mercado, lejos de clo. Pero ya una buena parte. de los productos manuolacturados debe pasar por e] mer- cad. En sintesis, est ifras, como lo dive Brading, “‘demuestran que la economia in- terior, tanto por el valor de la produccién coma por el del intercambio comercial (lo gual es mas importante porque la mayoria de los articulos industriales se vendian) cla- ramente superaba el sector externa dé la econom(a colonial”. Recordemos, por ejem- plo, que la actividad minera en 1803, abyorbia alrededor de 28 6 30 mil personas. Co- mo lo destacaba von Humboldt: 1/200 de la poblacién. El comercio imernacional, cntonces, no ¢s —cn el contexto americano—- cl ma- Lor que nos quieren hacer creer, Un frenc, mas bien. En tres siglos de rclaciones comerciales entre Espaiia y mas all de Espatia, en- tre Europa y América, 205 posible descubrir fases, porfodas? Lina vez mAs, nos cncontramos ante una doble perspeciiva. Del lado espaitol, se puede decir que después del alza del siglo X¥1, hay una caida luego de 1620; una re- epperaci6n parcial a partir de 1680 y mas franca alrededor de 1740-1750. Pero esto es verdad —le repito— solo para Espatia considerada en si migma, $i sc mira Je parlici- pacién del trifica comcreial espafiol en ef conjunte del comercio internacional, babré gue reconocer que aquella se reduce progresivamente a partir det inicio del siglo XVI y hasta fines del XVII, aun dacante ef perfodo (a partir de 1740-1750) en que se asiste 2 fbid,, p. 53. 1, Baiding, Miuteras y Couercianies on af México Horbdnice (1250 1810), Méxi Ibid, p39, A. von Humboldt, Ensayo Pel EES ty a la recuperacién de la actividad comercial oficial. Esto es aun mds cierto, si se consi- deran dos elementos: a) la imporiacia creciente —on el comercio de exporlacién espaiiol hacia Amé- rica— de produetos de origen exuranjero; b) la participacién —también esta constantemente creciente—- de extranjeros (italianas, al principio; franceses, holandeses, ingleses luego) que intervienen via Se- villa o Cadiz en las actividades comerciales con los puerios americanus. Lo que acabo de indicar sobre la caida progresiva dei peso espanol, encuentra una confirmacidn en el hecho de que Ja participacisn de navios de construccién espa- fola en el wafico “oficial” de América, disminuye progresivamente:> espuitoles “'criolios” otros (en porcentajes) 1506-1550 99,30 =e 0.70 1551-1600 82,50 2:30 15,19 1601-1650 59,33 2651 14,14 1651-1700 31,00 72,60 29,50 1717-1778 22,15 426 73,59 Disminucién, entonces, durante ¢] siglo XVII, en ventaja de los barcos de cons- truccién americana y durante el xviii en relactén con los de canstruccién extraajera, Todo esto confirma el debilitamiento progresive de Espafia, pero sobre todo re vela, a mis ojos, la siluaciin ambigua ea que s¢ chcontraba Hispanoameérica, Colonia de Espafia, podria haber producido toda una parte de sus bienes que esti obligada a importar del exjerior. Se puede decir entonces, que 1a actividad comercial tal como {ue impuesta por Espafia, constimyé un freno a las posibilidades productivas dé Amé- rica. Ver alli un “polo de desarrollo capitalistico” constituye una gran fantasia... Pero la verdadera ambigiiedad empieza cuando Espafia se muestra incapaz de traducir cn téminos conercios fa politica comercial que habia quecidlo imponer a Amé- tica. Es alli que interviene Ja presencia del contrabando y, en general, del comercio di- recto. En suma, agistimos al cuso de un cenuo dominado (América) que no puede con- tar verdaderamente con cl centro dominador (Espatia) ¥ que estd obligado a recurrir a otres centros, sin por ello llegar a romper el esquema estructural impuesia desde el principio por el centro dominador, Veamos un ejemplo clarificador. Willian Walton, en su Present State of the Spanish Colonies, presenta dos fcturas simuladas de mer- cancias envindas de Inglavera hacia Hispanoamérica Timea su refiere a mercan- cias enviadas de Inglaterra a Ciidiz y de alli hacia América: en este caso al valor ini- cial de 100 libras en Londres, se agregan 71 libras de gastos diversos (impuesins, fle- tes, sogura...), En el caso del envio directo de Inglaterra a América se agregan solo 20 Tibras. Es docit que en cl primer caso las 1000 libras se convierten en 171 y en cl se- gundo solo en 120. La regla, nos dice Walton, es duplicar ot precio original mas los gastos, y entonces, en el primer caso se vendera al consumidor americano a 342 librax 2 Scgin UL. y P. Chaumi, Sevilte..., VE, 6, pp. 156-167; Guerin Raqucts, Cibde..., p. 238 3% Willian Walton, Present Siaie of the Spanish Colonies, Londres, 1810. _ Garola Fuentes, 2! Comercia..., p. 206; A. a4 y en cl segundo a 240, to que representa una economfa de 102 libras haciendo el co- mercio directo. Hecho ciertamente considerable para el consumidor americano; pero le gue debe llamar nuestra atencién, no €s tanto esta “economia” incontestable, sino sobre todo el hecho de que et sistema de formacién de precios es absolutamente idén- tico en los dos casos. La regia no cambia: ¢l precio de un bien importado a América —-sca cual sea— se ha duplicado (y aun triplicado) en refacién con su precio original mds los gastos, En suma, el comercio directo, intérlope, ¢] comrabando, han jugado —a niveies menores— sobre los mismos pardmetros que el comercio aficial, jExisti algin momento en el que Hispanoamérica escapé a esta ambigiicdad? Crev que si: el siglo Xv. iPor qué cl siglo Xwu? En general se puede decir que este fue un siglo de gra- cia, cl momenta de una gran ocasion (perdida, si se quiere) para Hispanoamérica.2 En el contexto det comercio internacional este “estado de gracia”, esta gran ocasién, est4 ligada a una siluaci6n particular, En el momento en que se inicia la ruina del comercio de monopolio, el nuevo comercio directo recién comienza a afirmarse, y es exacta- menic porque sid en sus comienzos, que se mucstra nuis abicrto, mas disponible. 1Qué signilica abierto, ms disponible? Alge bastante simple: durante et siglo XVH se manifiestan sucesivamente las grandes oleadas holandesas, inglesas, francesas (aunque este orden cronotdgico no es rigureso), y eslos “comerviantes-contrabandis- las” accpian en pago de sus mercancfas, bicnes de procuccitm local (sin por ello re- nunciar a ta plata}. Mas tarde, al contrario, los “extranjeras” se alincan completamente sobre el es- quema espaol: plata, mas plata, y siempre plata, amén de algunos productos muy preciosos. A propésite de estos utlimos, una pequevia consideracién que sole ¢n apa- riencia nos aleja de nuesiro tema. Durante el siglo xvi, tos diferentes espacios de América prescatan todavia una cierta muitiplicidad de producciones, aun si durante el XVILes cuando sc implania el sistema de plantaciOn, Pero cs recién en el XVIN que em- pieza la verdadora especializacién de Jos cultivos, que Hegard hasta los alligenies mo- nocululvas del XIX y XX. En la formaciou de estos, el comercio internacional (tanto ¢l “oficial” como el “directo”) tuvo su cuota de responsabilidad. Pero un cxamen del comercio de Hispanoamérica con Europa, estaria incomple- 10 si no examinamos el wafico de una mercancia particular: los esclavos. Entre 1500 ¥ 1810, cerca de un millén de esclavos fueron dirigidos facia Hispa- noamérica. Una ciira simple y clara, Pero, como vercmos lucie, es menos clara dé lo que parece. Empecemos por ¢) lugar de origen de Ia “'mercancia”, Africa, por supuesto. Es luego de Ja Jenta —pero eficaz— exploracién metédica de las costas alricanas hecha por los portugucses, que empieza et interés no solo por cl oro y los colmillos de los elefanies, sino también por los hombres. Las primeras raczias peemiten Hevar a Portu- eal algunos prisioneros, ouya situacion oscila enire la del esclavo y el abjeto exdtico Pero répidamente, percihen que se trata de una gran fuente de riqueza. Primero, esta masa humana, ¢s dirigida hacia Europa (radicionalmente importadora de esclavos nficies”, pero —10 Jo olvidemos— tambign exporladora de-csclavos cristianas). Al 27 Me permito remitir a un lange ensayo sobre Ta “eristy gener quoaparecerd présimamente el sigh XVII, Principio se trata solo de “algunas gotas™, para usar la expresién de Basil Davidson en su gran libro Black Mother.# Bl diluvio vendré luego... Y ser& provocado por Amé- rica, ik Muy temprano s¢ cmpieza a necesitar esclavos, El caso de La Espafiola es elo- cuente. En 1492 su poblacidn cra de cerca de un millén de habitantes; en 1508 se redujo a 60 mil; en 1554, a 30 mil; en 1570, a 500.2 Podemos muy bien no aceptar la cifra de un millén para 1492 y considerarla cxagerada; pero la de 500 aborigenes en 1570 es incontestable. Y en esta isla hay oro. Por lo tanto es necesario importar mano de obra para explotarlo. Aqui comienza @ precisarse una primera linea de orden general. La trata de es- clavos serd mis © menos fuerte segin fa caida dcemografica en las diferentes regiones de América. Y hay un criterio diferencial bastame simple para esta caida: la pablacién cay6 sobre todo (casi hasta la exterminacién total) en las regiones en que no estaba or- gonizada en estructuras estatales y que, por lo mismo, opuso una resistencia militar muy fuerte. Alli donde, por ¢! contrario, habia formas de organizacién cstatal (sobre todo los tres grandes “imperios” —azieca, maya e inca—) la poblacidn resistié mejor. (’Resistié” quiere decir simplemente que no desaparecié totalmente.) Esta distincién es perceptible adn hoy. Es en el Caribe, en Colombia 0 Venezuela, donde la presencia negra es mis fuerte, En Pert, México o Guatemala —-donde existieron esos grandes “imperios”"— la presencia africana existe, pero £5 menos neta. Volvamos a Africa: una gran reserva de hombres. Lo importante era controlar la costa africana. Al principio, durante ¢] siglo xvi, asistimos a in monopolio portugués: un monopolio que es roto lucgo por los ingleses, los holandeses, los franceses, a través del cngafio (evitando las flotas portuguesas que. patrullaban) o por la fuerza (atacdndolas). Pero en estas condiciones es casi imposible, para eflos, asegurarse un aprovisionamiento regular y constante. Los primeros que atacan directamente a los poriuguescs (no hay que olvidar que entre 1580 y 1640 Por- tugal cst4 unida a la corona espafiola) son {os holandescs. Entre 1611 y 1637 liegan a expulsarlos —ya sea por las armas 0 recurricndo a maniobras de divisién entre las po- , blaciones locales— de la Cosia de Oro, Progresivamente, franceses, ingleses, aunque: también suecos, daneses, prusianos, instalan sus hases. Estos “‘encuentros" de grupos. ‘Con intereses diferentes y aun abiertamente opucstos, debian resolverse en sordas lu- chas y en concurrencia recfproca delante de los poderosos locales de Africa. Y estos in| s tiencn su importancia, ya que los mercaderes de esclavos evropeos sé aprovi- ‘sionaban solo en parle a través de razzias, de capturas violentas. Ellos se aseguran el resto de. su ganado humana, a través de compras a Jos poderosos locales. Y es exacta- Mente en estas “compras” que se pone en movimiento el cariicter muy particular de la (rata. Ne se (rata de uta concxién directa Africa-Américu-Africa. En realidad, asisti- mos a un comercio triangular: de Europa parte un barco cargado de pacotilla (telas, ‘objetos de cobne, espejos, perlas de vidrio,..) y armas; con estos productos se “com- pra” (deberiamos decir: se trucca) Ins esclaves. 4A qué precios? 13 0 15 brazaletes dle 2% Basil Duvidion, Block Mother, Londres, 1961 ® KR AMellale, Breve Historia de te [isclavitud en Aonérica Latina, México, 1973, 7.22. 36

También podría gustarte