Literatura griega (grupo de los jueves por la mañana) 25/11/2021 Meda y su carácter incontenible. En el relato de Eurípides se va a narrar la tragedia de Medea y de Jasón; Protagonistas principales de esta historia que tiene lugar en Corinto, más precisamente en el palacio de Medea y sus inmediaciones. En la primera parte de la narración aparece una esclava nodriza que habla sobre las desgracias de su señora (Medea), causadas por la traición de Jasón, el cual, decidió dejar a la ama de la nodriza por otra mujer. Además de ello, a los lectores se nos refiere un poco de la conexión de esta historia con otra, acontecida poco tiempo atrás y que es conocida dentro de la tradición mitológica griega como Jasón y los argonautas. Algunos de los hechos ocurridos en la historia que se conecta con el relato de Eurípides van a ser importantes para el mismo, pues estos explican porque la traición de su esposo fue insuperable para Medea. Ella, antes llegar a Corinto, vivía en tierra extranjera, ajena a la antigua Grecia, hasta que conoció a Jasón y se enamoró de él. Embriagada de amor decidió traicionar a su tierra natal asesinando a su hermano y siguiendo al hombre de su vida en un viaje que la llevo a las tierras de Yolcos. Allí, de nuevo obnubilada por las fuertes emociones que en ella producía Jasón, manipuló a las hijas del Rey Pelias para que lo mataran con la estratagema de que descuartizándolo e hirviéndolo conseguirían rejuvenecerlo. Antes del asesinato del rey mencionado, Jasón y sus compañeros de viaje salieron en una expedición dirigida a los territorios denominados como <<de Cólquide>> y destinada a buscar el vellocino dorado para Pelias. En dicha expedición Medea va hacer otra monumental prueba se su amor al matar al dragón que custodiaba el vellocino de oro. A pesar de todas estas pruebas de su amor y de los dos hijos que tenía con Jasón, Medea fue abandonada por este, quien, llegado a Corinto, decidió casarse con la hija del rey Creonte, vástago del fundador de la sociedad corintia, Sísifo. Por lo anterior, en la primera parte del relato de Eurípides se va hacer hincapié en el estado de desolación de Medea. Según va narrando la nodriza, su señora, a causa de la traición de Jasón, ya no comía y se pasaba los días entregada al llanto, sin encontrar consuelo en nada ni en nadie, pues deseaba la muerte. Tanta era la angustia y tan profunda la tristeza de Medea que ni la presencia de sus hijos podía solventar su situación. Lo más preocupante de esta situación no era solamente el desfallecimiento de la matadora del alado guardián del vellocino de oro, sino también su profunda cólera hacia Jasón y su nueva prometida. Por ello, la preocupación de que la ira de Medea se desencadenara era compartida por la nodriza y por el coro de mujeres. Gracias a las afirmaciones del pedagogo de los dos hijos de Medea, referidas a la nodriza, también en la primera parte del relato, los lectores supimos por primera vez que las desgracias de nuestra protagonista de la tragedia de Eurípides no habían terminado. El esclavo anciano llegó con ambos infantes cuando encontró a la nodriza preocupada por su ama en la entrada del palacio, en ese momento le contó que se había enterado de que Creonte planeaba mandar al destierro a la madre de los infantes junto a ellos. Medea se entera de los planes de Creonte por la boca del mismo, quien fue a dar la noticia en persona. En justificación a la orden de destierro el rey de corinto dijo que temía que la gran cólera de la mujer pudiera afectar a su familia o él mismo, ya que, quien fuera esposa de Jasón se destacaba por su ingenio, el cual, podía ser utilizado en planes de venganza. Medea solo le pidió a Creonte que le diera un día para poder preparar el viaje con sus hijos, a lo que el rey, reticente, aceptó con la condición de que ella se fuera a la mañana siguiente. Medea utilizo el tiempo que le dio Creonte para urdir su plan de venganza, para ello evaluó cuales eran las mejores posibilidades en torno a un posible plan de asesinato, llegando a la conclusión de llevarle la muerte a la familia real corintia por medio del envenenamiento. La escogencia de la muerte por veneno fue realizada por la mujer mencionada porque ella tenía bastantes conocimientos sobre pócimas y sustancias asociadas, tanto nocivas como beneficiosas para la vida humana. Luego de que la mujer protagonista del relato de Eurípides compartiera su plan de venganza con el coro, Jasón entra en escena. Dentro de sus diálogos con la madre de sus dos hijos él comienza a señalar los motivos por los que decidió casarse con otra mujer. En este sentido, Jasón destaca que no hubo ninguna razón personal que lo alejara de Medea, es decir, que no fue el carácter de esta el que motivo la separación, por el contrario, según el hombre, la razón de la separación fue de índole pragmática, pues al emparentarse con la familia real de corinto adquiría una posición privilegiada gracias a la que él mismo, sus hijos e incluso la encolerizada mujer, podían medrar debido a las grandes riquezas y la situación política que obtendría de la familia descendiente de Sísifo. Ahora bien, en vista del destierro que van afrontar Medea y sus hijos Jasón se ofrece a brindarles auxilio con la entrega de las <<recomendaciones>>, las cuales, eran tablillas con las que la familia condenada al ostracismo podía hospedarse con quienes alguna vez fueron huéspedes de Jasón. Medea, como era de esperarse, rechazó cualquier proposición del <<más malvado de los hombres>> y, a su vez, negó cualquier justificación que este brindase sobre la decisión de casarse con la hija de Creonte, pues ninguna razón existía en la mente de la mujer para que fuera abandonada después de demostrar su amor de formas tan destacables como las señaladas más arriba. Luego de estos acontecimientos se presenta en el relato el encuentro entre Egeo, rey de Atenas, y la matadora del guardián alado del vellocino de oro. Ambos, al hablar sobre la nueva boda de Jasón y de la orden de destierro de Creonte, llegaron a un mutuo entendimiento, condenando a este por una decisión que consideraban impía y aquel por la malicia de abandonar a la madre de sus hijos. Con esta empatía y confianza mutua, Egeo le confesó a la mujer señalada que la razón de su viaje fue hallar solución a su infertilidad, motivo por el que se encontraba de regreso del santuario de Febo y se dirigía, ya en tierras corintias, hacia la estancia del rey Piteo, un sabio que podía ayudarle en su búsqueda de tener descendencia. Medea le ofreció su ayuda a Egeo, ya que, como es sabido, con su conocimiento sobre pócimas y remedios, podía propiciar la llegada de futuros hijos para el rey de Atenas. A cambio de esta ayuda, la mujer le pidió alojo a Egeo con la intención de no pasar con incertidumbre en su destierro. El rey accedió a la propuesta con la única condición de que la destacable fémina jamás se entregara a nadie, a lo cual esta acepto invitando a dicho rey a que jurarse por los dioses que iba respetar lo acordado. Fue así como Egeo juro por la tierra, por el sol (divinal abuelo de Medea) y por todos los dioses que no expulsaría a Medea de su tierra cuando ella estuviera ahí. Ya con un lugar en donde pasar su destierro, la mujer señalada anteriormente se concentró en su plan de venganza. Este último fue elaborado de la siguiente forma: primero convencería a Jasón de que aceptaba de buen grado su decisión de casarse con otra mujer, con esto logrado, le diría al griego que ella aceptaba el camino del destierro pero que librase del mismo a sus dos hijos, quienes irían al palacio de Creonte con regios regalos en señal de reconciliación. Tales regalos, destinados a la prometida de Jasón, serían un peplo y una corona de oro envenenados. Cabe destacar que, a esta maquinación, en virtud se asestarle el mayor daño posible a Jasón, Medea añadió la muerte de sus dos hijos. El coro trato de disuadirla de cometer actos tan abyectos, pero nada logro con esto. Para el cumplimento de este plan de venganza la protagonista del relato envió a la nodriza en búsqueda de Jasón, este último llegó al palacio de Medea y fue convencido por la misma de seguir sus funestas instrucciones. Jasón, sin sospechar el gran mal que se avecinaba, supo persuadir a su prometida de que aceptase lo regalos de Medea, los cuales, iban a ser enviados con sus dos hijos. Cuando dichos regalos, el peplo y la corona de oro, fueron utilizados por la hija de Creonte, la misma fue víctima de una muerte horrorosa, compartida por su padre, quien, al ver el cuerpo de su hija, sin advertir el envenenamiento por el que había pasado, lo toma entre sus brazos y perece con un dolor notable. Medea fue informada sobre la muerte del rey y de su hija por un mensajero que venia del palacio del primero. Ella recibió la noticia con agrado y prosiguió con lo que restaba de su doloroso plan, la muerte de sus dos hijos. Lo anterior fue llevado a cabo no sin dudas por parte de la madre que iba terminar con la vida de los dos niños que crecieron dentro de sus entrañas. Ya estando muertos los dos infantes, llegó el padre de ellos y refirió sus lamentos y arrepentimientos a la infanticida, quien, sin arrepentirse en lo más mínimo, se fue con los cuerpos de los niños en un carro tirado por dragones alados hacia los dominios de Egeo, dejando así a Jasón sin el consuelo de poder enterrar a sus hijos. A mi juicio lo más destacable del relato de Eurípides es el carácter de Medea, constituido principalmente por la dualidad contradictoria de amor y odio. Como se ha visto, estas emociones sin aparente limite en la personalidad del personaje señalado aparecen representadas por actos monumentales como el asesinato de parientes, ideación suicida y la elaboración de meticulosos actos vengativos. Es por ello que Medea es un ejemplo de lo que un carácter febril puede llegar a hacer en una persona si esta no tiene ningún control sobre sus emociones. En este orden de ideas, Eurípides, quizás inconscientemente, formuló un arquetipo de personalidad que puede brindar enseñanzas profundas a muchas personas, sobre todo a las que, al igual que Medea, se dejan controlar por sus pasiones. De forma implícita Eurípides les enseña a estas personas que las emociones, incluida la del amor, deben ser dosificadas para no llegar a los extremos de matar por causa de estas, como hizo Medea en más de una ocasión. El ejemplo más dramático de lo anterior es el episodio más execrable de la tragedia arriba resumida es el asesinato que realizo Medea con sus propios hijos, ya que, la cólera incontrolable que habitaba en ella a causa de la traición de Jasón domino todos sus actos, llegando a suprimir sus instintos maternos. Por lo anterior la mayor reflexión que puedo extraer del relato de Eurípides, en base al arquetipo de la personalidad apasionada contralada por las emociones hasta las últimas consecuencias, es que todas las pasiones humanas deben ser dosificadas y guiadas por una brújula moral que impida cometer excesos.