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El muralismo, un movimiento artístico muy mexicano

El muralismo fue un movimiento artístico que nació en México en la década de 1920. La idea era acercar al pueblo con la historia de
México y a la par generar consciencia social sobre la situación de desigualdad que se heredó del Porfiriato. Los principales muralistas
mexicanos fueron: David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera.

David Alfaro Siqueiros

Nació el 29 de diciembre de 1896. Su lugar de origen es disputado entre Chihuahua y la Ciudad de México. Sus padres fueron Teresa
Siqueiros y el abogado Cipriano Alfaro.

Siqueiros estudió en la Escuela Nacional Preparatoria. Al mismo tiempo y por las noches, acudía a la Academia de San Carlos. Aquí
participó en una huelga estudiantil que demandaba la destitución del director y el cambio en el método de enseñanza. Como
resultado, surgió la academia al aire libre en Santa Anita.

Era la época de la Revolución Mexicana y Siqueiros, junto con otros colegas, decidió unirse al Ejército Constitucional de Carranza en
contra de Victoriano Huerta. Siqueiros viajó a lo largo y ancho del país. En ese momento se dio cuenta de las desigualdades sociales e
injusticias que sufría la mayoría de la población.

Una vez que ganó Carranza, Siqueiros se trasladó a la Ciudad de México. Aquí conoció a Diego Rivera con quien después viajó por
Italia. Ahí estudiaron juntos el arte renacentista.

En 1922, Siqueiros regresó a la Ciudad de México para trabajar como muralista. En este sitio recibió el gran apoyo de José
Vasconcelos. Los dos, junto con Rivera y Orozco, compartían el ideal de educar a las masas a través del arte público.

Debido a su inclinación por ideales marxistas y por su constante crítica -escrita y pictográfica- al gobierno, Siqueiros fue encarcelado
en repetidas ocasiones. De hecho, permaneció cuatro años en Lecumberri, acusado de “disolución social”. Sin embargo, ni estando
preso dejó de pintar. Además, también fue acusado de participar en un atentado contra León Trostky por lo que tuvo que exiliarse en
Chile.

El 6 de enero de 1974 murió David Alfaro Siqueiros, uno de los muralistas mexicanos que marcaron el siglo XX.

Obras representativas
Entierro de un trabajador (1923). Está en el hueco del Colegio Chico.
Nueva Democracia (1944-1945). Se encuentra en el Palacio de Bellas Artes.
Del porfirismo a la Revolución (1957-1966). Está en el Castillo de Chapultepec.

Diego Rivera

Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego
Rivera, nació el 8 de diciembre de 1886 en la Ciudad de Guanajuato. Sus padres fueron María Barrientos y Diego Rivera Acosta.

La vida artística de Diego Rivera inició formalmente en 1896. En ese año ingresó a la Academia de San Carlos. Ahí conoció al gran
paisajista José María Velasco. Nueve años después, recibió una beca de parte del entonces Secretario de Educación, Justo Sierra.

La fortuna le sonreía a Rivera debido a su talento. Este último le llevó a viajar por Europa y otros lugares. Tuvo la oportunidad de
relacionarse con intelectuales como Alfonso Reyes, Ramón María del Valle-Inclán y Pablo Picasso.

Años después, Rivera regresó a México y participó en las campañas propuestas por José Vasconcelos. En ese momento conoció a
José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo y al artista francés Jean Charlot.

En 1922, además de casarse con Guadalupe Marín, se anexó al Partido Comunista Mexicano. Después de divorciarse de Marín, se
casó con la pintora Frida Kahlo en 1929. En ese mismo año, fue expulsado del Partido Comunista.

A diferencia de Siqueiros, Rivera simpatizaba con Trotsky por lo cual, le dio asilo político al político ruso en 1937. Kahlo y Rivera lo
recibieron en la Casa Azul.

La obra de Diego Rivera (y la del movimiento muralista como arte nacional) alcanzó su madurez artística entre 1923 y 1928, cuando
realizó los frescos de la Secretaría de Educación Pública, en Ciudad de México, y los de la Escuela Nacional de Agricultura de
Chapingo. El primero de estos edificios posee dos patios adyacentes (de dos pisos cada uno) que el artista cubrió en su totalidad con
sus pinturas murales. El protagonista absoluto de estos frescos es el pueblo mexicano representado en sus trabajos y en sus fiestas.
Rivera escribió que su intención era reflejar la vida social de México tal y como él la veía, y por ello dividió la realidad en dos amplias
esferas: la del trabajo y la del ocio, y las distribuyó en zonas arquitectónicas separadas.

En la serie de murales realizados en 1927 en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, Rivera representó su particular visión de
la revolución agraria de México haciendo uso de estereotipos extraídos de la pintura religiosa. Esto se evidencia en la Alianza obrero-
campesino, El reparto de tierras o Revolución-Fructificación, cuyo referente inmediato son Las exequias de San Francisco que se
encuentran en la catedral florentina. Ambos ciclos murales, el primero de reivindicación nacionalista, el segundo de carácter
conmemorativo, encarnan la culminación de un nuevo lenguaje figurativo.

Pero donde verdaderamente Rivera creó una imagen visual de la identidad mexicana moderna fue en los frescos que, a partir de
1929, pintó en el Palacio Nacional de México. La narración, que ilustra la historia del país desde la época precolombina, ocupa las
tres paredes que se localizan frente a la escalinata principal del edificio. La pared central recoge el período que va desde la conquista
española de México en 1519 hasta la revolución, representada a través de sus grandes hitos. En el de la derecha se describe una
visión nostálgica e idealizada del mundo precolombino, mientras en la izquierda se ofrece la visión de un México moderno y
próspero.

Rivera murió el 24 de noviembre de 1957 en la Ciudad de México (Coyoacán).

Obra representativa
Frescos (1922) en la Secretaría de Educación Pública.
El Hombre en una Encrucijada (1934). Esta obra se encuentra en el Palacio de Bellas Artes.
Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central (1947). Este mural se ubica en el Museo Mural Diego Rivera.

José Clemente Orozco

Considerado como el “Goya mexicano” -debido al clima cálido de sus obras-. Orozco nació en 1883 en Zapotlán, Jalisco. Su padre fue
Ireneo Orozco y su madre María Rosa Flores.

Siendo aún un infante, Orozco conoció a José Guadalupe Posada. Este le generó un gran interés por la pintura. Por razones familiares,
los Orozco tuvieron que trasladarse a Guadalajara y después a la Ciudad de México.

En 1906, nuestro muralista entró a la Academia de Bellas Artes de San Carlos para que consolidara su talento en el dibujo. Poco
tiempo después, inició la carrera de ingeniería agrónoma. Sin embargo, eso no le llenaba el espíritu por lo cual decidió dedicarse a la
pintura por completo en 1909.

Dos años después, trabajó como ilustrador y dibujante. Se dedicaba a hacer sátiras sobre la Revolución Mexicana para conseguir
ingresos económicos. Por ese entonces, Orozco pintó La Casa de las Lágrimas. En esta se hacía una fuerte crítica social al ambiente en
que se veían forzadas a vivir las prostitutas.

En 1922 se unió a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros artistas. Juntos dieron origen al movimiento muralista mexicano. La
intención era abandonar la influencia europea e inspirarse en las culturas precolombinas y populares. Además, en sus obras
manifestaban sus protestas políticas y buscaban acercar al pueblo con su arte.

Orozco murió en 1949 en la Ciudad de México y fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Obras representativas
Omnisciencia (1925). Existe en la Casa de los Azulejos.
La Trinchera (1926). Esta obra se encuentra en el Palacio de Gobierno de Guadalajara.
El Hombre en Llamas (1938-1939). Este mural está en la Bóveda del Hospicio Cabañas.

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