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OCUPACIÓN EL INTERÉS Y EL
DINERO”
1. Introducción
1.1. Objetivos
Como Hércules y Yolao en cruzadas contra la Hidra de Lerna, los economistas han
intentado por décadas poner fin a los avatares que provoca la inflación. Pero la tarea no
resulta sencilla. Al igual que las cabezas del monstruo mitológico las perturbaciones de
precios reaparecen una y otra vez luego de ser cortadas con firmeza y tenacidad.
Desentrañar las causas y elegir los remedios apropiados para enfrentar al fenómeno
inflacionario es un desafío actual de la economía y por esta razón la elección del tema
de la presente monografía, la dinámica del dinero el interés, no requiere mayor
justificación. Basta con recordar que la inflación es “una de las mayores fuentes de
injusticia e inmoralidad en las relaciones económicas”.1
El comúnmente aceptado que las variaciones del tipo de cambio repercuten sobre los
precios.
2. Antecedentes
John Maynard Keynes, primer barón Keynes (5 de junio de 1883 – 21 de abril de 1946)
fue un economista británico, considerado como uno de los más influyentes del siglo
XX,1 cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas.
Keynes fue un personaje muy polifacético, que además de ser un economista teórico que
cambió la consideración de la macroeconomía en el siglo XX, desempeñó también
múltiples puestos en el mundo económico, fue profesor en la Universidad de Cambridge
desde 1908, editor del Economic Journal desde 1912, secretario de la Royal Economic
Society, alto funcionario de la Administración británica y negociador internacional en
nombre de Inglaterra en diferentes ocasiones; trabajó también en el sector empresarial,
en la dirección de inversiones de una compañía de seguros, y de asesor financiero del
King´s College, del Banco de Inglaterra y del propio gobierno británico. Dentro también
del mundo de la economía fue gran aficionado a la historia económica y biógrafo de
grandes economistas. Fuera del mundo económico, durante sus estudios en la
Universidad de Cambridge se interesó por la matemáticas, estadística, filosofía,
literatura y solo finalmente por la economía. Fue también director y principal accionista
del Teatro de las Artes de Cambridge y mecenas del grupo de Bloomsbury,
coleccionista de pintura moderna y bibliófilo de literatura científica.
1
2.2. Principales Representantes
Modigliani y Miller sostenían que los inversores prestan atención a los beneficios que
esperan obtener a largo plazo que al tamaño y estructura de su deuda.
Durante su larga estancia en Yale, Tobin elaboró las innovadoras teorías que le valieron
la concesión del Premio Nobel.
Exponente de la nueva economía, basada en las teorías del economista John Keynes.
Autor del concepto del factor q, parámetro que mide la relación entre el valor de los
activos en el mercado y los costos por sustitución.
3. Pensamiento
Keynes argumentó que "Es un error el pensar que uno limita sus propios riesgos
diversificando mucho entre empresas de las cuales uno sabe poco y no se tiene ninguna
razón particular para confiar... El conocimiento de uno y su experiencia son en
definitiva limitados y raramente hay, en cualquier momento dado, más de dos o tres
empresas en las cuales siento que puedo depositar una confianza completa."
El capitalismo libre de la época moderna, que Smith había anunciado, cuya victoria
había sido proclamada por David Ricardo y que Marx había intentado destruir, fue
transformado por Keynes. Con la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero,
publicada en 1936. El mundo estaba sufriendo todavía el masivo desempleo de la gran
depresión. La desesperanza se extendía respecto a un orden económico que dejaba a
tantos hombres sin trabajo.
Las teorías básicas de Keynes forman parte integral del modelo de determinación del
ingreso, la ocupación y la producción. El punto de partida del modelo son los ingresos y
posteriormente atiende la producción y el empleo. La teoría Keynesiana sostiene que los
componentes de los ingresos nacionales son el consumo, la inversión y los gastos del
gobierno. El nivel de consumo depende del nivel de ingresos, la inversión depende de
las esperanzas de los inversionistas y los gastos del gobierno se relacionan con los
niveles de consumo e inversión y tienen un efecto multiplicador de los ingresos. La
producción nacional se determina por la tecnología y los recursos productivos existentes
en la economía y los salarios juegan un papel muy importante para la obtención
satisfactoria de los trabajadores
Las teorías nacieron en la época de la gran depresión en que Estados Unidos de América
y Europa están hundidas en una gran crisis y las teorías económicas clásicas se
derrumbaron al igual que el sistema económico capitalista que intentaba recuperarse
exclusivamente por sus propios mecanismos internos. El modelo keynesiano partía de
considerar la renta nacional como dependiente de la demanda efectiva.
Su influencia no se limitó a los países de habla inglesa, sino que se extendió por todo el
mundo no comunista, más, por los países muy desarrollados que se enfrentaban a
problemas similares de estabilización económica.
La trampa de la liquidez, pone un límite a esta oportunidad porque una vez que el tipo
de interés ha llegado a un nivel muy bajo, el posterior aumento de los saldos en efectivo
no podrá ya seguir haciéndolo bajar. A este bajo nivel, los poseedores de valores creerán
que lo único que puede esperarse es un aumento de los tipos de interés o una
disminución de los precios de los valores, y estarán por ello, dispuestos a vender valores
a las autoridades monetarias a los precios reinantes, a fin de mantener el tipo de interés
como está. Por lo tanto, la pretensión de enfrentarse a una depresión mediante una
política puramente monetaria puede resultar un fracaso y deberá recurrirse a la política
fiscal.: obras públicas o reducciones de impuestos.
Y = a + bY + I
Y = (a + I)
Donde:
a = consumo autónomo.
I = Inversión.
Keynes, critica la teoría clásica señalando dos cosas. En primer lugar, la realidad es
contraria a lo que predice el modelo de los economistas clásicos. No es cierto que el
desempleo existente sea voluntario y no es cierto que sean desajustes de corto plazo que
desaparecen en el largo. En segundo lugar, Keynes dice que el error de la teoría de los
economistas clásicos sobre el nivel de empleo consiste en no advertir que el segundo
postulado sobre la desutilidad del trabajo es falso, acto seguido presenta una serie de
argumentos que desmienten este supuesto.
A pesar del severo ataque que Keynes hace al segundo supuesto sobre la desutilidad del
trabajo, no obstante, señala que el primer supuesto sobre la productividad marginal es el
único verdadero. Para elaborar su teoría sobre el nivel de empleo partiendo del primer
supuesto como el único verdadero, Keynes introduce el concepto de la ilusión monetaria
que sustituye el segundo supuesto de los economistas clásicos y el concepto de la
demanda efectiva que surge de la idea del equilibrio entre la demanda y la oferta
agregada y el cual sustituye el tercer supuesto llamado ley de Say o ley de que la oferta
crea su propia demanda. A partir de estas sustituciones y la idea de una propensión
marginal a consumir constante, él elabora un modelo teórico para conectar el nivel de
empleo, y por lo tanto el desempleo, al nivel de producción de equilibrio dado por la
demanda efectiva. De esa manera espera poder explicar las grandes y prolongadas
fluctuaciones en el nivel de desempleo que el modelo clásico según él, falla en explicar.
Se puede estar de acuerdo con Keynes de que el segundo supuesto, como tantos muchos
otros supuestos de la teoría económica clásica es incorrecto. Son planteamientos
ideológicos que por tener gran consistencia lógica y permitir la elaboración de un
andamiaje teórico consistente, gustan mucho y calan fácil y profundamente en la mente
de los economistas. Una vez instalado en la psiquis de las personas pasan a sustituir la
realidad misma. Es por eso que, como bien señala Keynes, a pesar de que la realidad se
encarga de desmentirlos a diario, no parece tener ningún efecto sobre los que siguen
repitiéndolos como verdades absolutas. Sin embargo, el gran error de Keynes es haber
dudado del segundo y tercer supuesto y no del primero. El primer supuesto es también
un error de la teoría clásica que Keynes y los economistas contemporáneos arrastran
hasta el presente.
Si Keynes hubiese descartado el primer postulado sobre la ley del producto marginal
decreciente, como lo hizo con el segundo, hubiese allanado el camino para poder
descubrir que los aumentos en el salario real de los trabajadores conllevan aumentos en
el nivel de producción y empleo y no al revés. El no haber descartado ese primer
postulado ha conllevado que hasta nuestros días se esté aplicando una teoría cuyas
recomendaciones de política económica se contrarrestan. Por un lado la teoría
keynesiana recomienda la expansión del gasto gubernamental, lo que expande la
Demanda Agregada y, por el otro lado, aunque no se haga explícitamente, la teoría
infiere que los salarios reales deben bajar para lograr aumentos en la Oferta Agregada
de manera que la demanda efectiva pueda aumentar. Por todos estos años, de Keynes
para acá, los economistas han estado recibiendo la enseñanza de postulados que por ser
errados conllevan sugerencias de políticas o medidas económicas que se contrarrestan.
Y = VNE + (1 - MG) Y + I
Y = (VNE + I)
Donde:
Con la teoría keynesiana ha venido a suceder con el tiempo lo mismo que con la de los
economistas clásicos. La realidad la desmiente a diario, pero no ha habido una teoría
que demuestre su error y proponga una alternativa. Esperamos que la Teoría de la
Distribución Optima del Ingreso llene este cometido.
No hay ningún indicio que permita establecer que los empresarios fijan los salarios de
los trabajadores sobre la base del producto marginal del último trabajador empleado o
que emplean trabajadores hasta el punto donde su productividad marginal es igual a su
salario. Si preguntamos al empresario sobre ese respecto veremos que la mayoría ni
siquiera saben lo que es la productividad marginal del trabajo. Es absurdo que puedan
fijar su salario o nivel de empleo sobre la base de un criterio que desconocen y que no
entienden. Si estudiamos la forma en que los empresarios determinan el nivel de salario
establecido, veremos que surge de una de dos formas. O el sindicato los obliga a
aumentar el salario, o ese era el salario típico existente en el mercado. Si se le pregunta
al empresario cuántos empleados despidió a partir del último aumento en el salario
contestará en la generalidad de las veces que ninguno. ¿De dónde se saca la teoría,
pues, esa afirmación, en el sentido de que los salarios son determinados a base de la
productividad marginal? Simplemente se trata de una afirmación ideológica que no se
corresponde con la realidad. La Teoría de la Distribución Optima del Ingreso sostiene
la tesis contraria de que los aumentos en el salario real de los trabajadores generan
disminución en el desempleo y aumento de la producción nacional.
En cuanto a nivel de los países observamos que allí donde existen las actitudes
favorables sobre el derecho a la negociación colectiva y el derecho a ganar salarios
decentes, las leyes garantizando el derecho a la sindicación y a la huelga son fuertes y se
aplican. Tal es el caso de los países desarrollados. Por el contrario, allí donde no
existen estas actitudes, las leyes garantizando el derecho a la sindicación son laxas, no
se aplican con rigor y el gobierno es por lo regular el primer rompe huelga,
desalentándola y castigando a los que las organizan. Por consiguiente los salarios son
miserables. Tal es el caso de los países subdesarrollados. La razón por la que los países
europeos y Estados Unidos tienen salarios 10 veces más altos que los países
subdesarrollado y, por consiguiente, un producto nacional percápita 10 veces más alto,
no es porque su gente sea 10 veces más productiva, sino porque tiene leyes más fuertes
que obligan al patrono a negociar salarios más altos con los trabajadores. Es este
aumento en los salarios y, por consiguiente en la Demanda Agregada y el nivel de
producción, lo que como consecuencia de las economías a escala generan una
productividad 15 o 20 veces mayor en los países desarrollados. Es decir, no es la alta
productividad la causa de los altos salarios, sino al revés, los altos salarios son la causa
de la productividad. Es por ello que el modelo de la teoría económica contemporánea
que explica la determinación del salario es desmentido todos los días por la realidad de
los sindicatos y la negociación colectiva.
4. Doctrina
Todos los grandes economistas fueron producto de sus épocas: Smith, la voz del
capitalismo optimista e incipiente: Marx, el vocero de las víctimas de su más sombrío
periodo industrial; Keynes, el producto de una época aun posterior, la Gran depresión.
La Gran Depresión del decenio de 1930 no solo fue una tragedia humana, para la cual
ninguna de las herramientas de la Economía tradicional podía encontrar explicación y
mucho menos remedio. La depresión golpeó a Estados Unidos como un tifón. La mitad
de la producción desapareció. Una cuarta parte de la fuerza laboral perdió su trabajo.
Más de un millón de familias de las ciudades se encontraron con sus hipotecas vencidas
y perdieron sus casas. Se perdieron nueve millones de cuentas de ahorros cuando
cerraron los bancos, para no abrir nunca más.
Contra esta terrible realidad de desempleo y perdida del ingreso de la economía, igual
que el mundo de los negocios o los asesores del gobierno, no tenían nada que ofrecer.
Básicamente, los economistas se encontraban tan perplejos ante el comportamiento de la
economía como el resto del pueblo estadounidense. En muchos aspectos la situación nos
recuerda la incertidumbre que comparte el público y la economía ante la inflación
actual.
Fue en este ambiente de consternación y casi pánico donde apareció el gran libro de
Keynes: Teoría General del Empleo, El Interés y el Dinero (1943).
La esencia de su teoría consistió en hacer del ahorro el eje de la dificultad del sistema y
en afirmar que no había nada automático en el mecanismo del mercado que mantuviese
a la economía en empleo total.
Keynes se ocupo de los agregados: ingreso, consumo, ahorro, inversión, más bien que
de la determinación de los precios individuales, que formaba la médula de la teoría
económica de ayer. El estudio de los determinantes del nivel general de la actividad
económica, aunque olvidado pronto por los ortodoxos, fue la llamada más importante
del clasicismo antes de que perdiese definitivamente su vigor.
1. Keynes sostenía que en una economía de mercado era posible mantener una
situación de equilibrio con desempleo. El Estado tiene la obligación de
intervenir para estimular la demanda agregada y así propiciar el pleno empleo.
Argumentaba Keynes que el desempleo masivo es el resultado de una demanda
agregada insuficiente. Por lo tanto, para corregir tal situación el Estado debía
intervenir y establecer ciertos “controles vitales” a fin de ejercer una influencia
orientadora del gasto público. Para Keynes, a través del libre mercado no era
posible alcanzar la meta del pleno empleo, pero aún en el caso de que
circunstancialmente alcanzase por esa vía, tal situación no sería duradero,
puesto que siendo el mercado inestable, muy pronto la economía tendría que
abocarse bien a una recesión o bien a un auge inflacionista.
4. Una economía en estado de depresión puede muy bien no salir de ella; no hay
nada inherente en esta situación que sea capaz de rescatarla.
El punto crucial del mensaje de Keynes era, pues, que el gasto del
gobierno podría ser una política económica esencial para un capitalismo
deprimido que tratara de recuperar su vitalidad.
La idea central que Keynes aportó al pensamiento económico moderno fue la de que no
existe ningún mecanismo automático para mantener el empleo total ni para sacar a la
economía de una caída. Por esta razón resultaba necesaria una acción consciente por
parte del gobierno, haciendo entrar en juego el gasto público, lo cual significa él
estimulo público de la inversión o del consumo privados.
Para Keynes el gobierno debía manejar el automóvil (la economía Para el monetarismo: 1) los gobiernos son generalmente pésimos
nacional) hábil y cuidadosamente, y así lograr el crecimiento conductores, y 2) el acelerador y el freno de la economía tienen poco
económico y precios estables. Para Keynes, el acelerador representa que ver con la política fiscal. Para ellos, el acelerador representa “la
“gastos gubernamentales más altos/impuestos más bajos”, y el freno oferta monetaria más alta” y el freno “la oferta monetaria más baja”.
“gastos gubernamentales más bajos/ impuestos más altos”.
Según los keynesianos, el conductor es el Congreso que autoriza los En cambio, para los monetaristas el conductor es la Junta de la
gastos y los impuestos. Reserva Federal que supervisa el sistema bancario.
Los keynesianos creen que la velocidad del dinero es inestable. Ellos Los monetaristas creen que la velocidad del dinero es estable. No es
exaltan la política fiscal y un rígido grupo de keynesianos piensan de extrañar que consideren que la oferta monetaria es el pedal más
que la política monetaria no es más importante para el motor de poderoso del coche del gobierno.
coche que el limpiaparabrisas.
Los gastos gubernamentales influyes en los precios y en la Los gastos gubernamentales no influyen en los precios o en la
producción. Intervención del Gobierno en la estabilización de la producción a menos que también se modifique la oferta monetaria.
Economía. Sólo el dinero importa. Friedman consideraba que, al igual que una
política monetaria expansiva puede crear crisis económicas, una
política restrictiva también puede ser perjudicial, mediante una
deflación de precios.
Keynes menospreciaba la influencia a largo plazo. Friedman sostenía que la demanda del dinero es estable porque
depende de factores de largo plazo.
Keynes propone el multiplicador keynesiano. El punto esencial del Friedman dice que el multiplicador keynesiano esquiva la principal
multiplicador es que cualquier cambio en el gesto efectuado por una cuestión: ¿de dónde proviene el dinero para el gasto fiscal?
persona pone en movimiento una “bola de nieve”, y el cambio final
en el gasto nacional sobrepasa de lejos el cambio inicial.
El sencillo modelo keynesiano daba por sentado que así como el Friedman enfocó el problema desde una perspectiva más
ingreso común aumentaba y disminuía, lo mismo sucedía con el amplia.Despues de todo el hombre que recibe un cheque el viernes
consumo. nose muere de hambre durante toda la semana y sólo come
opíparamente el fín de semana.Por el contrario mantiene un flujo de
consumo uniforme debido a sus espectativas de ingresos a largo
plazo.
Desde la década de 1950 hasta la de 1970 se liberó una titánica lucha entre keynesianos y monetaristas. Los monetaristas dirigidos por
Friedman y los keynesianistas dirigidos por Keynes. Pero a medida que los monetaristas fueron generando estudios convincentes y
profesionales idóneos, desgastaron la oposición keynesiana.
Hoy la lucha está en un empate: Ahora todos somos keynesianos, gracias a Keynes. Ahora todos somos monetaristas, gracias a Friedman. Y
ahora todos somos eclécticos, gracias al turbulento mundo en que vivimos.
Los aspectos del pensamiento económico actual que llevan la impresión de las ideas de
John M. Keynes son numerosos, pero, su contribución principal, por la cual ha ejercido
una influencia poderosa y duradera, consistió en la formulación del principio de la
demanda efectiva. Con base en ese principio, Keynes concluye que el nivel de empleo y
producción es determinado por la magnitud de la demanda agregada y que el Estado
puede actuar sobre ésta por medio de instrumentos monetarios y fiscales a fin de
alcanzar determinados objetivos de empleo y producción.
Desde el principio existió una línea de oposición contra Keynes que lo cuestionó, desde
diversos ángulos y con intensidad creciente, la validez de la interpretación keynesiana
sobre el funcionamiento económico y de su corolario: la eficacia (y la necesidad) de una
política económica orientada al mantenimiento de aceptables niveles de empleo y con
capacidad para evitar las fluctuaciones violentas de la actividad económica. La
existencia de este cuestionamiento ha dado lugar, durante más de cuatro décadas, a una
intensa discusión de carácter teórico y empírico entre los partidarios de Keynes por un
lado, y los defensores del principio prekeynesiano de neutralidad de las políticas de
administración de la demanda por el otro. A este último grupo de economistas se les ha
bautizado con el nombre de “monetaristas” y su representante más activo y prominente
es Milton Friedman.
La consecuencia práctica más importante de la amplia aceptación de las ideas de
Keynes fue la de haber dado un impulso decisivo a la profundización del papel
estratégico del Estado en la economía y la sociedad; tendencia que, por otra parte, se
venía manifestando sin la ayuda de ningún pensador original.
Para los monetaristas, oponerse al planteamiento keynesiano era un dictado de su
presupuesto ideológico básico: el liberalismo, que no concibe la intervención estatal
más que para garantizar la seguridad interna y externa del Estado, administrar justicia y
realizar algunas obras públicas de infraestructura económica esenciales para el
desenvolvimiento de la economía. En consecuencia, el mayor peso de la crítica al
keynesianismo se enfocó a negar la validez del concepto de no – neutralidad de la
política de administración de la demanda.
La crítica monetarista inició con el ahora famoso discurso de Friedman en 1967 y que
tiene su hito más reciente en los modelos de expectativas racionales, llega al corazón del
problema planteado por Keynes. Cómo hemos tratado de demostrar, la política de
administración de la demanda opera sobre el empleo en la medida que sea capaz de
hacer sentir su ejercicio sobre los salarios reales y, en consecuencia, sobre las
ganancias; sólo el estimulo de las ganancias es capaz de convencer a los empresarios de
que ocupen a los desempleados. Y lo que dice este enfoque monetarista, en esencia, es
que la administración de la demanda no puede alterar el nivel “natural” de desempleo,
porque si bien el manejo monetario puede actuar sobre el nivel de precios, el rápido
ajuste de las expectativas de los asalariados llevará a que éstos actúen sobre el nivel de
los salarios nominales, evitando así la caída del salario real y el aumento de las
ganancias.