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Desarrollo, organización y lucha social durante el siglo XX en Colombia y alternativas al

desarrollo

El presente ensayo argumentativo pretenderá de la mejor manera, exponer los argumentos

generales sobre el concepto de “desarrollo” y sus implicaciones sociales posterior a los años 30 y

hasta finales del siglo XX, a partir de la puesta en marcha del proceso de industrialización en

Colombia. Por consiguiente, valdría la pena preguntarse ¿cuales fueron las respuestas de los

movimientos sociales ante la llegada de este nuevo paradigma?.

En ese orden de ideas, partiremos por definir el concepto de lo que se considera como

“desarrollo”, teniendo en cuenta que ha sido problematizado por múltiples teóricos y

movimientos sociales en Colombia y el mundo , debido a las transformaciones estructurales a las

que hubo lugar a partir de la puesta en marcha de políticas económicas y sociales que

materializaron los principios ideológicos que para cada época se tomaron como propios de este

concepto, o por lo menos aquellos principios que fueron hegemónicos, todo esto como resultado

de la configuración y re-configuración del sistema capitalista a nivel mundial durante el siglo

XX.

Con base en lo anterior, el concepto de “desarrollo” daría paso a la configuración de un

nuevo orden mundial, basado en las concepciones que para cada época serían predominantes, tal

como lo afirma Arturo Escobar (2005):

“A lo largo de los últimos cincuenta años, la conceptualización sobre el desarrollo en las

ciencias sociales ha visto tres momentos principales correspondientes a tres orientaciones

teóricas contrastantes: la teoría de la modernización en las décadas de los cincuenta y

sesenta, con sus teorías aliadas de crecimiento y desarrollo; la teoría de la dependencia y

perspectivas relacionadas en los años sesenta y setenta; y aproximaciones críticas al


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desarrollo como discurso cultural en la segunda mitad de la década de los ochenta y los

años noventa” (p.18)

Es así como el haber acuñado este concepto trajo consigo para cada época diversos

cambios sociales, culturales, económicos y políticos, tal como lo prometió este nuevo paradigma.

Sin embargo, lo problemático no es el cambio per se, si no aquellos principios ideológicos bajo

los cuales este paradigma modificó el orden económico, cultural y político mundial, generando

cambios que subordinaron a naciones enteras a un mercado que priorizó la economía antes que

los derechos humanos, tal como ocurrió con el caso colombiano, fue en este contexto que Tucker

(1999) escribió sobre “desarrollo” como una forma de imperialismo cultural, como la imposición

de una idea de avanzada a favor de los intereses del régimen imperialista (como se citó en

Parpart, Veltmeyer, 2011. p.25).

En ese orden de ideas, Arturo Escobar nos muestra algunas de las evidencias más claras

al momento de analizar las desigualdades entre los países desarrollados y aquellos que terminan

siendo subordinadas en todas las escalas, y además, nombrados como naciones del tercer mundo,

conceptos que legitimaron la explotación, subordinación cultural, política y económica de

Colombia durante el siglo XX. Arturo escobar (2007) afirma:

“Los trabajadores de las industrias textil y electrónica del Tercer Mundo ganan hasta

veinte veces menos que sus homólogos de Europa occidental, Estados Unidos o Japón,

por hacer el mismo trabajo con similar productividad […] Un dato más: la gran mayoría

de las más de 150 guerras sufridas por el mundo desde 1945 han tenido lugar en el Tercer

Mundo, como reflejo de las confrontaciones entre las superpotencias. Incluso las que

surgen desde el final de la guerra fría siguen reflejando los efectos de la lucha por el

poder entre las naciones industrializadas.” (p.356, 357).


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Ahora bien, este paradigma dominante que surgió posterior a la post-guerra de la segunda

guerra mundial, trajo consigo la industrialización como un asunto primordial para el desarrollo

de las naciones, lo que se tradujo en el aumento de una clase trabajadora urbana mucho mas

numerosa y fuerte que hasta entonces no se consolidaba como un grupo significativo para el caso

colombiano. Sin embargo, el proyecto hegemónico de “desarrollo” terminó desconociendo la

diversidad cultural, económica y política de Colombia, lo que trajo como consecuencia la

inestabilidad social y política, por ende, la proliferación de organizaciones sociales y sindicales

que tuvieron como objetivo la reivindicación de los derechos humanos y laborales de la

población colombiana, como también de la justicia social. Véase entonces los sucesos que

acompañaron esta época en lo que respecta al surgimiento de múltiples grupos revolucionarios e

inestabilidad política. Parpart, Veltmeyer (2011) afirman:

En la Izquierda, entonces, surgió una corriente paralela en el pensamiento del desarrollo,

motivada por la convicción de la necesidad de un cambio radical. Quienes suscribieron

esta creencia se volcaron hacia el marxismo y el “estructuralismo” latinoamericano para

construir lo que se conoce como teoría de la dependencia [...]. (p. 26)

Esta teoría de la dependencia develó las injusticias a los que países catalogados como del

tercer mundo o sub-desarrollados se vieron sometidos como resultado de la hegemonización de

los principios del “desarrollo” tradicional y occidental. Sin embargo, a pesar de que esta noción

de desarrollo se encargó de invisibilizar y subordinar discursos emergentes en contra del

paradigma hegemónico, la lucha social por la reivindicación de una nación diferente que

priorizara los derechos humanos, laborales y la generación de transformaciones estructurales en

pro de la equidad, la paz y la justicia social, no cesó. En ese orden de ideas, los liberales de

izquierda, socialistas y sectores de la iglesia mas liberales en Colombia, se disputaron con el


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establecimiento y el sistema hegemónico la necesidad de reconocer los derechos laborales como

un asunto diferencial, puesto que, hasta entonces los derechos de la clase trabajadora eran vistos

como derechos privados y no de carácter social con un enfoque diferenciador en lo laboral, otro

asunto característico del modelo de “desarrollo”, en el cual, la individualización de las

problemáticas sociales se postulaba como la metodología por excelencia para dar respuesta a las

inequidades a lo largo del mundo y el territorio colombiano. Y es que, “el interés en el desarrollo

de una legislación social no se derivaba únicamente de una solidaridad con los trabajadores, sino

que era un aspecto central del proceso de creación y distribución de riqueza” (Núñez, Luz, 2016).

Es así entonces como surgen nuevos paradigmas que vislumbraron la posibilidad de

generar conocimiento que tuviera como objetivo transformar las realidades de la nación a partir

del conocimiento propio, situado y ancestral, no obstante, estos nuevos enfoques no serán los que

triunfen en la batalla por la hegemonía debido a la resistencia de la élite colombiana enquistada

en el poder público y privado, como también, la intervención de capital extranjero como por

ejemplo los estados Unidos, una nación declarada abiertamente capitalista y proponente de

múltiples modelos de desarrollo basados en la individualidad y el crecimiento económico.

En la búsqueda de soluciones que propendan por un cambio estructural en la sociedad,

Escobar prestará especial atención a las formas de resistencia al desarrollo nacientes desde los

movimientos sociales, las cuales, en su concepto, son excepcionales por su lucha en la

reconstrucción de los órdenes culturales. En esta línea, a mediados de los ochenta y a finales de

los noventa, se intensificó a lo largo de la nación el descontento social con el paradigma

preponderante de la época, reivindicando el reconocimiento del conocimiento ancestral, local, y

el poder popular en la transformación del paradigma predominante en la sociedad colombiana,


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declarando estar enfocados en generar alternativas al desarrollo y no alternativas de desarrollo.

Arturo Escoba (2007) afirma:

“En el caso del desarrollo, podría requerir apartarse de las ciencias del desarrollo en

particular y hacer una crítica de los modos convencionales del saber occidental para dar cabida a

otros tipos de conocimiento y experiencia. Esta transformación demanda no solo un cambio de

ideas y lenguaje, sino también la formación de núcleos a cuyo alrededor puedan converger

nuevas formas de poder y conocimiento” (p.363)

Sin embargo, a pesar de los múltiples intentos por hacer posible una sociedad diferente,

el sistema económico hegemónico se niega a reconocer las emergentes alternativas al desarrollo

que se presentan desde múltiples territorios en Colombia, tal es el caso de las comunidades

indígenas que a pesar de su lucha incansable por la colectivización de la tierra, el respeto por la

madre naturaleza y la colectivización de la vida social, son vistas como comunidades estancadas

en el atraso, a pesar de poseer experiencias exitosas para la conservación de su cultura y

territorio, como lo son los resguardos indígenas y las formas de organización políticas propias,

no obstante, vale la pena preguntarse ¿cual es la justificación para no reconocer estos nuevos

paradigmas de desarrollo o alternativas al desarrollo?. Respondiendo a esto, es de vital

importancia resaltar que los principios ideológicos del modelo económico hegemónico no

contempla la equidad y justicia social como un asunto estructural en la construcción de sociedad,

por ende, apostarle a la construcción de alternativas al desarrollo se convierte en un asunto

imprescindible y un compromiso de los movimientos sociales y la academia crítica para la

construcción de un mundo mas equitativo, respetuoso y con justicia social.


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Bibliografía

 Escobar Arturo (2005) El “postdesarrollo” como concepto y practica social. En Daniel Mato

(coord.), Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización. Caracas:

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, pp. 17-31.

 Escobar Arturo. “Visualización de una era en postdesarrollo”. En: La invención del tercer

mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Editorial Norma. 1998

 Leff, Enrique; Elizalde (2010), Antonio, Sujeto, subjetividad, identidad y sustentabilidad.

Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, vol. 9, núm. 27, Universidad de Los Lagos.

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 Leff, E. (1994), Ecología y Capital; Racionalidad Ambiental, Democracia Participativa y

Desarrollo Sustentable, Siglo XXI Editores/UNAM, México (séptima edición, 2007).

 Leff, E. (2004), Racionalidad Ambiental. La Reapropiación Social de la Naturaleza. Siglo

XXI Editores, México.

 Núñez-Espinel, L. Á. (2016, septiembre). El derecho laboral en Colombia: surgimiento de

una perspectiva socialista local (1930-1945).

Redalyc.org.https://www.redalyc.org/journal/945/94550080005/html/

 Veltmeyer, Henry. Parpart, Jane. Herramientas para el cambio: Manual para los estudios

críticos del desarrollo. Bolivia: Plural editores, Universidad Mayor de San Andrés, pp. 25-

33.
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