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HERRIRA Y VICTOR SERGE

V. Serge fue un bolchevique, un comunista con las siempre necesarias dosis de pensamiento
libertario, que escribió obras básicas e imperecederas para el pensamiento humano como El
año I de la revolución rusa, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión,
Literatura y revolución, Vida de un revolucionario, y un largo etcétera. Recientemente, Boltxe
Liburuak ha lanzado una edición muy buena y muy barata del segundo título citado arriba, el
que trata sobre la práctica y la teoría de la represión. Es un tópico decir que un libro es
necesario, pero en este caso el tópico es una necesidad que se nutre de sí misma. Y es que la
represión es una constante básica del capitalismo apenas estudiada por la izquierda con el
rigor que exige la gravedad de las represiones crecientes. Es aún una constante más
estructural, por decirlo de algún modo, en las naciones oprimidas que sostienen largas luchas
de liberación, como el mismo V. Serge lo indica al citar abiertamente a los pueblos oprimidos,
a las «revoluciones nacionales, prestas a aliarse con la revolución agraria, la insurrección
obrera».

V. Serge sostiene que el objetivo central de la represión no es tanto la detención y


encarcelamiento de células clandestinas y la destrucción de organizaciones revolucionarias,
que también, sino fundamentalmente el conocimiento exhaustivo y lo más completo posible
de las formas de lucha de las clases y pueblos explotados para, llegado el momento decisivo,
adelantarse a ellos y destrozarlos, destruyendo sus programas y proyectos políticos. Sería muy
necesario extendernos ahora en los terribles efectos que sobre las luchas emancipadoras ha
tenido y tiene esta metodología científica de la represión, y también sobre sus efectos en el
derrumbe teórico y político de las izquierdas, demostrando por qué y cómo existe una lógica
interna que recorre y une a la indeferencia por el problema teórico-político con el ascenso del
reformismo, y de aquí a la derrota y a la integración en el sistema opresor. Estudiando la
historia de la degeneración reformista aprendemos que aquellas izquierdas que han
minimizado o negado, u olvidado, la ciencia de la represión burguesa en su plurivalencia
centralizada por el Estado, terminan tarde o temprano aceptando la lógica del poder al que un
día se enfrentaron incluso con las armas.

Es innegable que, visto desde nuestro ahora, el golpe represivo asestado a Herrira se inscribe
dentro del modelo teórico expuesto por V. Serge: intentar destruir para siempre pilares claves
de la lucha popular dañándola progresivamente en su unidad de conjunto, hasta debilitarla en
sus raíces y luego destruirla. Desde esta perspectiva el intento de acabar con Herria tiene, muy
en síntesis, cuatro vectores que debemos analizar con suficiente profundidad. Uno de ellos
busca cortar para siempre la clara recuperación del movimiento popular democrático y de
masas de reivindicación de los derechos legales de las prisioneras y prisioneros. Un
movimiento popular vital para Euskal Herria en su historia y en su futuro, además de en su
presente. La represión sistemática que padecemos como pueblo trabajador se ancla en el
pasado y desde su origen remoto ha sido una de las experiencias claves en la formación de la
cultura nacional y popular euskaldun, democrática y emancipadora de nuestra identidad como
pueblo oprimido. Llegará el momento en el que la represión franco-española sea una
asignatura imprescindible para conocer la realidad histórica vasca en cualquiera de sus
expresiones.

Otro vector es el del su impacto en las prisioneras y prisioneros, en todas las personas que
sufren persecución por su defensa de los derechos elementales, y en las que de un modo u otro
se esfuerzan por reconquistar estos y otros derechos básicos ya prohibidos. Asaltar y cerrar los
locales de un movimiento popular enraizado en la identidad colectiva busca debilitar la
conciencia de las personas más compenetradas con su sentido y significado, con su labor, con
su impactante fuerza material y simbólica. Intentaron lo mismo cuando una y otra vez
ilegalizaron a las formas organizativas legales del movimiento popular, pero fracasaron
siempre, y ahora sufrirán otra nueva derrota porque, como se dice, han vuelto a morder en
hueso. Van transcurriendo muchos, muchos decenios desde que nuestros antepasados tuvieron
que autoorganizarse para socorrer a las víctimas de la represión desterradas a parajes lejanos,
incluso allá por los comienzos del siglo XVI cuando la invasión del Estado de Nafarroa. Toda
identidad es evolutiva, y toda evolución mantiene la identidad básica siempre que la esencia
permanezca viva, como vive ahora mismo el movimiento popular atacado. Buscan hundir a
las personas que más queremos y admiramos, las que están dándolo todo por nosotros, y sus
dentelladas han mordido hueso, y ya han fracasado.

También pretenden machacar el proceso de confluencia de fuerzas democráticas, progresistas,


soberanistas e independentistas que se está realizando mal que bien en nuestra tierra alrededor
de la hegemonía política de la nación trabajadora. ¿Alguien se cree que fue casual y por error
el avasallamiento de la sede de EA en Billbo cuando las fuerzas represivas buscaban la sede
de Herrira situada sólo un piso más arriba? El nacionalismo imperialista español siempre se
ha caracterizado por su pobreza intelectual. Fue el imperialismo yanqui el que, mediante la
aviación de la OTAN, bombardeó «por error» la embajada de China Popular en la guerra
contrarrevolucionaria de destrucción de Yugoslavia. EEUU quería avisar a China Popular
como el Estado español ha querido «avisar» a Eusko Alkartasuna. Pero de nuevo la
coherencia triunfa sobre la anacronía fanática. Quienes hemos leído con placer las valientes
críticas de V. Serge volveríamos a vender nuestra joven alma a Mefistófeles para poder leerle
ahora algún comentario suyo sobre la idiocia estulta de la represión española y la dignidad de
EA que con su pancarta de Alde hemendik! puso en dedo en la llaga que muestra el hueso de
la identidad vasca.

Tampoco debemos pasar por alto el contexto mundial capitalista que envuelve y determina
este ataque. Desde hace tiempo el imperialismo va recortando las contradictorias y limitadas
libertades burguesas que fueron en su tiempo su gran y falsaria justificación histórica, así
como un avance transitorio e inseguro, reversible como lo estamos padeciendo, hacia la
democracia socialista, cualitativamente superior. El imperialismo franco-español acaba de
firmar un nuevo pacto antivasco y antidemocrático que a posteriori arroja esclarecedora luz
sobre el contexto de «historia larga» braudeliana en el que debemos incluir esta ferocidad
renovada. Por toda la UE los vientos autoritarios se transforman en recortes sociales, en
ataques represivos sutiles o descarados, en aparición del neofascismo y reaparición de
fascismo cuyo hedor de inhumanidad surge por los entresijos de un sistema putrefacto.

V. Serge nos advierte de que nunca debemos ser tan ingenuos como para dejarnos sorprender.
La de haber cometido el error de ingenuidad crédula y sorprendida ha sido siempre una de las
grandes excusas a posteriori de los vencidos. Solamente hay una forma de superar la
tendencia humana alienada a la credulidad hacia las promesas del opresor: el estudio crítico
de la historia y la autocrítica de nuestros propios errores. Pero esta solución, nunca concluida
sino permanente, requiere de un movimiento popular poderoso y vivo. Sin él, el golpe a
Herrira será el definitivo y último porque sin él, sin la permanente intervención rectora del
movimiento popular en su generalidad, nunca nos recuperaremos de estos golpes transitorios.

IÑAKI GIL DE SAN VICENTE

EUSKAL HERRIA 01-10-2013

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