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Lo mejor es no nacer,
pero ya que seas nacido,
de presto ser conssumido.
{Del diálogo de Midas y Sileno, según
la tradición del Brocense).
N o sé si mejor fuera
nascer como soy nas(ido
o que jamás no nas(iera
por averte conocido.
(Lope ele Stúñiga, en Cancionero General)
¡O sy 1W(ido no fuera
para ser tan desdichado !
(Gómez Manrique)
aunque por otro camino, son explicables esas influencias ele ma-
yor alcance intelectual, que ya puso ele relieve don Miguel
Asín Palacios, en sus importantes trabajos sobre Santa Teresa,
San Juan ele la Cruz o los místicos heterodoxo s, quietistas y
alumbrados. Pero, además de las razones expuestas por don Mi-
guel Asín, hay que tener en cuenta el significado ele los moris-
cos conversos, muchos ele los cuales poblaron nuestros conven-
tos, especialmente los ele las órdenes menores, y, llegada la ex-
pulsión ele los moriscos, fueron especialmente excluidos del
destierro aquellos que eran sacerdotes o profesaban en alguna
orden religiosa. En otra ocasión, al tratar de la influencia ele la
escatología musulmana en la Agonía y tránsito de la muerte de
Alejo Venegas, sin eluda morisco converso, puse de relieve que,
al incorporar a su obra elementos islámicos, trataba, como gran
número ele moriscos conversos, de establecer, tal vez incons-
cientemente, una aproximación del monoteísmo cristiano al mo-
noteísmo musulmán, que coadyuvara a resolver su ambivalente
condición 20 • Así, mientras que los moricos, que se mantienen
en su fe islámica, tienden a exponer, en sus escritos aljamiados
-como ha puesto ele relieve L. P. Harvey- un Islam no triun-
falista, hecho a la medida ele su especial andadura, desposeído
ele los aspectos religiosos menos aceptables por los cristianos 2 ' ,
los mori scos conversos tratan ele limar los apsectos del cristia-
nismo menos asimilables para ellos, con lo cual desde la otra
orilla, como en una especie ele quinta columna, están empeña-
dos casi en el mismo afán que sus hermanos musulmanes, afán
que nunca pudieron alcanzar, pues los cristianos nuevos toparon
con la Inquisición y los moriscos musulmanes fueron expulsados
ele España. Pero, en todo caso, dejaron tras sí una estela que
se reconoce ostensiblemente en el rico movimiento espiritual de
místicos ortodoxos y heterodoxos, característico de nuestros Si-
glos de Oro. Y naturalmente por el mismo camino debió pene-