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Introducción
Referencias
LECCIÓN 1 de 4
C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 4
Introducción
De esta manera, podemos ver que esta teoría permitiría integrar los
elementos tanto internos como externos de la experiencia humana; los
primeros, correspondientes a la influencia de las relaciones interpersonales,
externas y, en cuanto a los segundos, corresponde a la relación sobre la
organización de las estructuras mentales, mundo interno; estas últimas son
determinantes de las nuevas relaciones interpersonales posteriormente en
la vida del niño.
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LECCIÓN 3 de 4
En cuanto al vínculo de estructura entre los padres y el hijo o los hijos, el autor
anteriormente citado menciona que los sujetos ocuparán lugares que le
marcarán una pertenencia y que investirán al yo, convirtiéndolos en lugares
propios, determinados de a pares y por el conjunto en la estructura de
parentesco. Con estos personajes de parentesco, el yo compone su relación
de objeto que retiene el carácter infantil de su constitución (Berenstein,
2001).
Por otra parte, en esta variedad de vínculos, ya sea de pareja o entre padres
e hijos, nos encontramos con diferentes modalidades: relación de objeto y
ausencia o presencia del otro, y la ajenidad del vínculo, que desarrollaremos
a continuación desde la mirada de Berenstein (2004). La presencia del otro
construye en el individuo un sector semejante, asimilado mediante la
identificación, la cual tiene mucho de lo imaginario y hace su apariencia
similar a ese otro que ofrece la trama identificatoria.
Cuando nace un niño, la primera pregunta que los familiares realizan es en
función de a quién se parece, lo que conforma una red de identificaciones en
relación con la semejanza. La relación de objeto con el pecho, bajo la
presencia de la figura materna, y la ausencia, en relación con la figura
paterna, permite la aceptación del alejamiento del sujeto materno o paterno
a partir de las experiencias fundantes.
Así es como podemos pensar que el sujeto y el otro componen una situación
de dos que requieren operaciones distintas, y la imposición es una de ellas.
Es importante aclarar que la ajenidad no se puede simbolizar porque es un
registro del otro que no podemos inscribir como propio, es decir, no nos
pertenece, pero tratamos de que ocurra esta inscripción en el campo del
propio yo, lo que provoca la paradoja constitutiva del vínculo. Esta herida que
provoca el otro significativo en el sujeto posibilita dos salidas: por un lado, el
sujeto se resiste a esa ajenidad del otro, la rehúsa y se vuelve
narcisísticamente sobre sí mismo. Pero también puede iniciar el camino de la
desilusión y brindar la posibilidad de establecer un lugar nuevo, en el lugar de
la herida, con la presentación del otro como tal (Berenstein, 2004).
Esta relación que conforma el sujeto con lo ajeno posibilita el desarrollo de un
nuevo funcionamiento al no permitirse incorporar esta representación como
perteneciente al yo, y al no poder rechazarse y ubicarla fuera de este yo,
según el principio de placer y displacer. Entonces, podemos considerar que lo
ajeno se regula por el juicio de presencia, de modo que el yo es el que decide
si este otro puede pasar a ser ausente, es decir, ajeno, o tener presencia. La
presencia del otro no figura como representación en la interioridad del yo, en
tanto no se deja convertir en ausencia no pudiendo inscribirse (Berenstein,
2004). Desde nuestra perspectiva, podemos decir que la presencia que nos
impone una marca nos modifica y modifica a ese otro que incide en nosotros
como sujeto o, en el caso de ser nuestra presencia, incide en ese otro. Así es
que la relación que pueda producirse entre un sujeto depende de los
mecanismos de producción que se dan entre ambos y no solo de la acción de
uno de ellos (Berenstein, 2004).
Isidoro Berenstein
Fuente: AUPCV Uruguay. (2019). Isidoro Berenstein. [Video de YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=bHr2-_g53BY
Fuente: [Imagen sin título sobre Isidoro Berenstein]. (s.f.). Recuperada de https://bit.ly/3n1O4gi
“No hay lugar para lo nuevo si no tiene lugar”.
Isidoro Berenstein
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