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8/1 /24, 18:44 Post: Sí o No a una nueva Constitución

Sí o No a una nueva ConstitL


Los resultados de la consulta en Chile alientan propuesta

PUBLICADO: 2020-10-31

Que el "Apruebo" -indicador de la voluntad popular de contar con una nueva


constitución- haya recibido 78% de preferencias entre quienes participaron en la
consulta, también tendrá efectos fuera de Chile. En el caso peruano, la demanda
de reemplazar la Constitución vigente de 1993 ha sido levantada en más de una
campaña electoral por algunos actores políticos que ahora verán la oportunidad de
volver a levantar su plataforma, reforzada desde el vecino del sur. Pero la pregunta
es: ¿cuánto de los problemas concretos que afronta el país pueden ser resueltos
por un nuevo texto constitucional?

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En la política peruana prevalecen el calco y la copia que José Carlos Mariátegui
pretendía desterrar. El año 1950 se promulgó un código de minería que fue
redactado originalmente en inglés y que contenía disposiciones sobre las antenas
de televisión, un medio que todavía no había llegado al Perú. En tiempos más
recientes algún parlamentario admitió desde su escaño que el texto de un
proyecto de ley que presentó lo había bajado de Internet. .. La onda de reclamar
una nueva constitución no se inició en el Perú: antes de llegar a Chile ha recorrido
varios países de la región -Venezuela, Ecuador y Bolivia-. La cuestión ha sido
presentada como el requisito para dar comienzo a una nueva etapa en la vida
nacional, una refundación del país desde su base. Promesa fulgurante pero
engañosa.

En el caso chileno la "constitución de Pinochet" fue modificada en democracia en


varias ocasiones, lo que dio lugar a que la mayor parte del articulado fuera
reformado. No obstante, subsisten en el texto hasta ahora vigente algunas
disposiciones -referidas al régimen económico -que restringen el papel del Estado
en la provisión de servicios públicos, como han explicado juristas de ese país. Esa
orientación se traduce en que amplios sectores de población no tienen acceso a la
salud, debido a su alto costo en el sector privado, ni a una educación pública de
calidad. A esos perjuicios sociales reales se suma un asunto simbólico referido al
origen de una constitución impuesta por la dictadura. Esto último convierte a esa
constitución en un blanco político al cual disparar.

Los políticos que en el Perú apuntan contra la constitución vigente alegan también
que es "la constitución de Fujimori" que, como en Chile, fue sometida a aprobación
popular en una consulta cuyos resultados están, en ambos países, bajo sospecha.
En la noche del domingo 25, apenas se supo el resultado del plebiscito chileno, en
Lima varios precandidatos presidenciales se lanzaron a respaldar el cambio
constitucional. Pero la pregunta importante debe estar referida a los efectos
dañosos efectivamente producidos en razón de ese texto constitucional.

Conviene repasar su texto en materia económica y el papel asignado al Estado


que "orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de
promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e
infraestructura" (art. 58), "brinda oportunidades de superación a los sectores que
sufren cualquier desigualdad" (art. 59), y "puede realizar subsidiariamente
actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de
manifiesta conveniencia nacional" (art. 60), al tiempo que "facilita y vigila la libre
competencia. Combate la práctica que la limite y el abuso de posiciones
dominantes o monopólicas". Ese no parece ser el perfil del Estado que predican
los neoliberales: cuanto-menos-Estado-mejor.

Es cierto que al lado de ese Estado definido en la constitución fujimorista hay


diversas garantías para la inversión privada, como: "Los términos contractuales no
pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase" y,
asimismo, que mediante contratos-ley que no pueden ser modificados mediante
otra ley, "el Estado puede establecer garantías y seguridades" (art. 62). Pero
habría que preguntarse si ese régimen ocasiona graves daños sociales. Y, si así
se demostrara, qué reformas podría introducirse en el texto actual.

Aquellos que hoy en el Perú claman por una nueva constitución no tienen en
mente la refundación nacional que anunciaron Hugo Chávez, Rafael Correa o Evo
Morales, con los resultados que ahora se conocen. Ellos ven en un proceso
constituyente lo mismo que vieron los partidos de izquierda con ocasión de la
Asamblea Constituyente elegida en 1978: una oportunidad propagandística y de
agitación, que les pareció útil para la perenne "acumulación de fuerzas". Tal como
un sector político procedió al final del gobierno militar, los actuales propugnadores
de una nueva constitución no ponen el objetivo en otro texto normativo; están
colocando expectativas en el curso del proceso que, con un derroche de recursos,
se abriría; sería la ocasión de plantear sus programas y de elegir sus candidatos.

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Si vemos el asunto seriamente, toca preguntarse cuáles de los males que padece
el Perú hoy pueden ser remediados mediante una nueva constitución. ¿La
profunda incapacidad de la dirigencia política o su extendida corrupción? ¿La
debilidad de una economía extractivista que tiene la atención puesta en el futuro
de las importaciones chinas porque seguimos dependiendo de nuestras
exportaciones? ¿La falta de empleo o la precariedad de nuestros "emprendedores"
cuyas modestas aventuras empresariales están siendo derrumbadas por la
pandemia? ¿El azote del narcotráfico o el de la trata de personas que degradan la
vida de tantos peruanos? ¿Las múltiples forma de discriminación que subsisten y
se renuevan? ¿El machismo que abusa sexualmente y sigue matando mujeres o
la violencia del castigo que sufren los niños a manos de sus padres? ¿Las
condiciones que las empresas imponen a quien busca empleo, diga lo que diga la
ley? ¿Las plagas de la economía ilegal que destruyen el medio ambiente? El
cuestionario podría extenderse.

En América Latina hemos tenido muchas constituciones que han sido letra muerta.
Es irresponsable crear el globo ilusorio de una nueva constitución sabiendo que
las políticas efectivas que ejecuta cualquier gobierno no dependen tanto de lo que
diga la constitución sino del compromiso con los objetivos que se quiera alcanzar y
los recursos que se asignen para ello. Y eso es lo que falta en el país desde hace
mucho.

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